ISSN 1909-650X
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Facultad de Comunicación Social-Periodismo UPB - Medellín, octubre de 2012
La Vuelta a Colombia desde una soñadora. Pág. 5 En el siglo XXI: “La biblioteca es un espacio sagrado”. Pág. 6 Club de caminantes: una familia de Torcidos. Pág. 14
Ciudadela Nuevo Occidente:
¿Una ciudad dentro de otra ciudad?Págs. 8 y 9
Foto: Hebert Rodríguez García
Esta jungla es un lugar inseguro 2
Ramón Arturo Maya Gualdrón ramon.maya@upb.edu.co Los leones cazan en la noche y en manada; mejor no salir y quedarse quietos. De la oscuridad saltan unas moles doradas que lo destrozan todo con colmillos y garras, el caudal de sangre y la muerte llenan de paz la selva de ruidos misteriosos bajo la plateada luz de la luna menguante.
Para restablecer la energía de su pueblo cansado, Nelson Mandela gritaba “¡África!” y era como si el rey de la selva rugiera poderoso y sobrecogedor y, entonces, cambió la historia, con paz, no por la guerra. Niños, música, danza, amor, violencia y esclavitud. La madre de la humanidad, Eva, era africana y africanos somos todos. Comprender ese universo es comprendernos.
América Latina y África: mundos semejantes
Por fortuna no somos potencias militares, tampoco económicas y aquellas que sí lo son, las mismas que han sembrado de dolor la historia moderna, tienen el propósito de someternos. Obtenemos divisas si
entregamos nuestros recursos a sus mercados y con bajos precios. Estamos en el margen de los viejos procesos de industrialización y casi no agregamos valor a lo que producimos. Para financiar proyectos dependemos de los organismos internacionales creados por los poderosos, entonces, paradójicamente, a pesar de que tenemos riquezas, económicamente nos sentimos miserables y padecemos el peor mal social: nuestro sistema educativo es débil en muchos aspectos y no logramos mejorarlo. Algo parecido ocurre con nuestro sistema de carreteras y con los ferrocarriles. Así que quedamos desconectados del mundo y dejamos de apreciar nuestras ricas culturas. Colombia vive lo mismo que algunos países africanos, por mal de unos dirigentes corruptos, duchos en la creación de una legislación que les permite mantener el control y que saben lo clave que es, para permanecer, complacer a la potencia del norte. Ellos se desentienden de lo social y, por ende, se ha perdido la paz y padecemos por siglos un conflicto armado, fuente de infinito dolor, una guerra contra la población civil indefensa. Terminamos ofreciendo una desafortunada imagen frente a la comunidad internacional, que nos mira con desconcierto sin logar entender… y nosotros tampoco.
Tres períodos en la historia africana
Primero. El mágico mundo africano fue utilizado como proveedor de recursos para las empresas e industrias de las potencias y así lo fueron dejando sin autonomía (como a nosotros). Las instituciones políticas africanas, trasplantes necrosados de la sangrienta Europa, nunca lograron consolidarse y las gentes desorientadas, por el ambiente que se produjo, que era el de un marasmo de armas y hombres blancos de negocio, asumieron la patética costumbre de esperar las migajas que cayeran de las mesas multimillonarias y se olvidaron de producir saber y tecnología. Así transcurrió la vida en el continente entre los siglos XV y XX. Ese expolio incluyó millones de seres humanos que fueron esclavizados por el sistema de producción industrial y comercial que ha reinado en el planeta por varios siglos.
Segundo. A mediados del siglo XX los pueblos africanos emprendieron la lucha para realizar el sueño de la independencia, sueño que concibieron cuando vieron a sus “amos” europeos meterse en la más horrible e infernal pesadilla de la historia, la Segunda Guerra Mundial, guerra que precisamente fue llevada a cabo por las potencias industrializadas, que ambicionaban extensos territorios del planeta para alcanzar el predominio absoluto, su constante propósito. Millones de africanos murieron tras esa búsqueda de independencia que, al fin, lograron hacia los años sesenta.
Foto: Hebert Rodríguez García
Tercero. Pero tuvieron “la mala suerte” de independizarse justo en medio de la Guerra Fría, marco en el que las superpotencias se entrometieron para consolidar en África áreas de influencia. Y utilizaron como estrategia la guerra sucia, en la que tenían ex-
periencia el KGB y la CIA, instituciones que hicieron del continente su escenario de acción; el resultado: asesinatos, genocidios y más guerra. A partir de la historia de la intervención del llamado Primer Mundo en África se puede explicar por qué hoy no se han consolidado suficientes estados africanos que garanticen la seguridad de sus ciudadanos y protejan lo que les pertenece. Pero otro azote para ese continente es el de los Señores de la Guerra, esos grupos armados que se apropian violentamente de las riquezas naturales, como el marfil, el coltán, los diamantes, la madera, la fauna, la flora, entre muchas otras, para malvenderlas al llamado mundo desarrollado. Con el dinero obtenido adquieren armas en ese mundo “desarrollado” y las utilizan para guerrear por el poder. Paradójicamente, esos Señores de la Guerra son los modernos protagonistas del cine y de las redes sociales.
En Colombia hay Señores de la Guerra. Son viejos actores de violencia que se nutren de la minería ilegal, verdadero cáncer para el país (en 2012 el gobierno central confiscó más de doscientas retroexcavadoras que, además, estaban destrozando el equilibrio ecológico). Por supuesto que viven también de otras fuentes como las riquezas naturales y el narcotráfico. Sus nombres son FARC, Paramilitares, ELN, Bacrim y muchos más. Lo peor de todo es que esclavizan a miles de campesinos.
Clinton contra las cabras
En 1994, el ingreso de las tropas estadounidenses en Somalia fue catastrófico, las había enviado un Bill Clinton urgido de buena prensa porque había hecho mal demasiadas cosas. La intervención terminó con varios helicópteros Halcón Negro derribados y algunos de sus ocupantes, rangers del ejército, detenidos, torturados y luego asesinados; sus cadáveres fueron arrastrados en camionetas por las calles de Mogadiscio. Escenas que quedaron registradas en las cámaras de televisión.
Un tiempo después, para generar por lo menos una “buena noticia”, ese presidente permitió que desde el Mar Rojo un destructor de la Navy disparara un sofisticado misil hacia la planta de una compañía farmacéutica llamada Al-Shifa, en Sudán, de la que el periodista Roberto Montoya anota que era “donde se producía el 50 por ciento de los productos farmacéuticos utilizados en este país para uso humano, entre ellos, los necesarios para combatir la malaria y la tuberculosis, y buena parte de los utilizados en veterinaria, especialmente importantes en un país en esencia pastoril”.1 Así que la droga barata dejó de llegar, lo que produjo consecuencias catastróficas. Por su lado, el gobierno estadounidense afirmó que habían destruido una fábrica productora de armas químicas (vieja excusa) y con el arma humeante el presidente “vaquero” salió de África y la dejó sumida en el caos. Decisión que aprovecharon otras potencias, China y Francia, para seguir el expolio. En el mundo de hoy los más poderosos no tienen preocupaciones por lo humano y la ONU es un organismo de poca efectividad; además, su director ha sido servil, lo que quedó demostrado durante el genocidio en Ruanda. Mientras, por efectos de las simulaciones de realidad, típicas de estos tiempos, ocurre que en la sociedad civil en general, en el mundo académico y en los medios de comunicación, se pronuncian inacabables discursos sobre progreso, respeto y derechos humanos, que no son más que suaves balidos de corderito en medio de la oscura jungla en la que cazan los leones. 1 MONTOYA, Roberto. El imperio global. Editorial El Ateneo. Buenos Aires, 2003, pág. 126.
Necesitamos educar
colombianos que defiendan al país
Y si le sumamos a lo anterior la experiencia que inicia el país con la apertura a mercados internacionales a través de los TLC, es claro que Colombia tendrá que transformar no sólo la infraestructura y algunos sectores económicos, sino que deberá promover rápidamente una profunda transformación en la educación: una educación que responda a las necesidades científicas, tecnológicas, de convenios y de contactos internacionales y, lo que es más importante, una educación que afiance una profunda responsabilidad social para el país y sus comunidades. Lo que necesitamos es que nuestros profesionales, técnicos y tecnólogos involucrados en esos procesos, trabajen en beneficio del país y no de las corporaciones multinacionales que los contratan. Ahora no solamente necesitamos formar ingenieros, en lo que el país tiene déficit. Sobre esto, el director ejecutivo de la Corporación Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico del Sector Eléctrico (Cidet), César Alberto Tobón Giraldo, señaló en el 2011 que el país necesita ingenieros para soportar el crecimiento en la industria minero-energética, sector que representa una de las cinco “locomotoras” para el desarrollo económico del presidente Santos. Bernardo Rivera Sánchez, director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Universidades, Ascun, reconoció en mayo de este año, cuando entró en vigencia el TLC, que no era fácil saber en cuál sector productivo se debería hacer énfasis en la formación superior, puesto que ante la necesidad de formación de ingenieros, se preguntaba si es que acaso una sociedad no necesitaba también formación en artes y en humanidades. Estamos de acuerdo con Rivera Sánchez, pues no sólo necesitamos suplir la falta de ingenieros sino que esos ingenieros, y todos los profesionales, tengan la sensibilidad suficiente para trabajar en una rentabilidad corporativa que no afecte el futuro de Colombia. Sería inaudito pensar en colombianos que trabajan para el enriquecimiento de multinacionales con procesos que dañan la tierra colombiana. Y aunque puede sonar utópico en un tiempo en el que el empleado está supeditado a la empresa que le paga, es una encrucijada necesaria de resolver a nuestro favor si pretendemos que Colombia sea un país habitable en el futuro; no podemos permitir que la degradación del medio ambiente frene el avance, como lo previno el Informe Brundtland (informe socio-económico elaborado por distintas naciones en 1987 para la ONU): si antes “la preocupación se centraba en los efectos del desarrollo sobre el medio ambiente, actualmente es la manera en que la degradación del medio ambiente puede frenar el desarrollo económico”. Una (entre muchas) de las herramientas para que los colombianos defendamos lo nuestro, es que desde la educación básica y superior conozcamos nuestra historia y nuestra geografía, pues ello nos permitirá conocer dónde vivimos: sólo se ama y se defiende lo que se conoce.
Caricatura
Mucho se ha dicho sobre la educación: Pitágoras aseguró que la buena educación de los niños sería necesaria para evitar el castigo de los hombres. El clérigo francés J.J. Barthélemy recordó que así como a las plantas las endereza el cultivo, a los hombres los endereza la educación. Pero el famoso educador brasileño Paulo Freire fue más allá: “Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho”. ¿Cuáles son las preguntas que se hace Colombia frente al siglo XXI? ¿Cuál es el panorama colombiano que les estamos mostrando a los jóvenes y niños? ¿Cómo conservaremos la supervivencia nacional para que estos jóvenes tengan un mejor país? Una de las preguntas fundamentales será: ¿Cómo defenderemos nuestros propios recursos naturales que se volvieron botín apetecible para las corporaciones multinacionales y cómo haremos nosotros mismos para que la degradación del medio ambiente no se convierta en una traba para el desarrollo? Esa será la pregunta que ha de hacerse en la educación de las nuevas generaciones con variedad de respuestas como herramientas para trabajar por y para Colombia, y no por ni para particulares o corporaciones multinacionales. Aquí no se trata del progreso económico individual sino del avance social del país. Ya sabemos que estamos asentados en un territorio generoso en recursos naturales, minerales, hídricos; Colombia es el segundo país megadiverso del mundo (los territorios megadiversos del mundo son: México, Colombia, Brasil, Zaire, Madagascar e Indonesia, que, en conjunto, tienen el 80% de las especies del mundo). Dice Germán Andrade Pérez, Magíster en Estudios Ambientales de la Universidad de Yale: “La flora es nuestra primera gran riqueza. Tenemos entre 45 y 55 mil especies de plantas, un tercio de las cuales se encuentra exclusivamente en nuestro territorio, es decir, son endémicas. Este número es realmente muy alto, si tenemos en cuenta que toda África, al sur del Sahara, apenas completa unas 30 mil especies (…) Colombia se ubica en el tercer lugar en lo que respecta al número total de vertebrados terrestres. Son 2.890 especies, entre las cuales, 358 representan el 7% de los mamíferos que existen. Tenemos, por ejemplo, más de un tercio de los primates de América tropical (27 especies) y en las aves somos excepcionalmente ricos: nuestras 1.721 especies corresponden al 20% del total existente y nos ponen en el primer lugar mundial”. A esto se le suma el boom minero (con los minerales de siempre): carbón, níquel, oro, esmeraldas y, ahora, el famoso coltán (el oro azul) en los departamentos de Guainía, Vichada y Vaupés. Todo eso ha hecho que los países desarrollados y altamente industrializados hayan puesto sus ojos en nosotros, en dos escenarios: el primero, en el que las corporaciones multinacionales se están apropiando de las patentes del material genético de muchos de nuestros recursos naturales y otras que están buscando (y obteniendo) licencias para extraer nuestros minerales con el perjuicio para el medio ambiente, que podría no ser así, pero es así. Durante los ocho años del gobierno anterior se concedieron 7.800 títulos mineros, mientras que en los 12 años de los gobiernos de Gaviria, Samper y Pastrana se otorgaron 1.700 licencias. Lo que se lee sobre el panorama actual de la minería en Colombia es escandaloso y perjudicial para el país. En julio de 2011, en una entrevista a Manuel Rodríguez Becerra, ex ministro de Medio Ambiente, publicada en el periódico El Tiempo, aseguraba que los 8.000 títulos mineros otorgados en el país representan el 8% del territorio nacional y, lo más escandaloso, se han otorgado licencias en páramos y en parques nacionales. La compañía AngloGold Ashanti es la empresa con mayor extensión en títulos mineros (550.000 hectáreas y tenía en 2011 solicitudes por dos millones adicionales de hectáreas). Esta misma compañía está detrás de la explotación de oro en el municipio de Jardín, Antioquia.
Rector: Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez / Decana de la Escuela de Ciencias Sociales: Érika Jaillier Castrillón / Director de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo: Juan Fernando Muñoz Uribe / Coordinador del Área de Periodismo: Juan José García Posada / Directora de Contexto: Anacristina Aristizábal / Editores gráficos: Hebert Rodríguez García • Catalina Rodas Quintero • Pablo Monsalve Mesa/ Redactores: Juan David Villa Rodríguez • Manuela Duque Carmona • Juan Pablo Ramírez Martínez • Catalina Rodas Quintero • Laura Betancur Alarcón • Mónica Jiménez Ruiz • Sebastián Trujillo Osorio • Jhon Sebastian Vargas Grisales • Carolina Betti Schmid / Foto portada: Hebert Rodríguez García / Corrección: Juan Carlos Rodas Montoya / Diseño y Diagramación: Ana Milena Gómez Correa, Editorial UPB / Impresión: La Patria / Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social-Periodismo • Dirección: Circular 1a No. 70-01 bloque 7 • Teléfono: 354 45 57 • Correo electrónico: pcontexto@gmail.com • ISSN 1909-650 X
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La lectura para ser yo mismo
El escudo de un equipo de fútbol muestra a un deportista en potencia; una flor, la ternura de una estudiante callada; el rostro de un duende denota que un niño, cercano a la adolescencia, desea sonreír. En color, o sólo con el gris del lápiz, los estudiantes del centro educativo rural La Chuscala me mostraron su mundo en pequeñas partes. Yo soy un tallerista del programa Prensa Escuela. “A mí me representan las estrellas de color negro porque me gustan, porque brillan… las estrellas representan mi identidad”, escribe Laura Tatiana López Echavarría, del grado séptimo. La noche le da tranquilidad Andrés Felipe a Verónica Villa y las canchas para patear el balón le Salgado Céspedes permitirán a Carlos Alberto Loaiza cumplir sus sueños. andfel05@gmail.com Todos ellos escriben mientras están en un aula de clase. Si así es entre paredes, ¿cómo será si las visiones que tienen de su institución, de su barrio y de su entorno, se desbordan hacia otros mundos? ¿Qué tal que se encontraran con un docente que les ayudara a abrir las alas, uno con la suficiente motivación y amor por la educación como para decirles: “¿Sabe qué?, es la lectura la que le permite a usted ser como es. Vamos a desaprender todo lo que les han enseñado”. Hojas de papel, colores y marcadores, ideas… esos elementos necesitan los jóvenes para empezar a crear y lo maravilloso de la creación es que les proponen pensar quiénes son y qué quieren ser por medio de ejercicios que involucran la escritura y la lectura como actividades cotidianas. A pesar de que manifiestan, la mayoría, una aversión por la lectura de un texto escrito, no son conscientes de que leen todo a su alrededor: las calles, las conversaciones, la televisión que tanto les gusta, los rostros, el cine y los deportes. “La lectura es aburrida”, “La escritura tiene que ser algo muy largo”, “Qué pereza leer y escribir tanto”... Ahí son necesarias las voces que sean ejemplos y no máquinas de la repetición. El gusto real por la lectura y la escritura del mundo debe ganarle la batalla a la obligación de dictar contenidos que integran currículo. ¿Y quién dice que la brevedad es un antónimo de calidad? ¿Acaso en pocas palabras no puede construirse un universo que deje preguntas? ¿Hasta qué punto está preparada la sociedad para aceptar la crítica como una manera de construir? Primero se debe despertar la sensibilidad más que cualquier cosa: la inquietud por fenómenos que, por ser cotidianos, se dejan de disfrutar. El cielo, la arena, las piedras y todo lo que puede volverse imperceptible en su grandeza guarda secretos. De la intención por descubrirlos y la necesidad de hacerse preguntas surge la reflexión: ¿Quién es una persona hermosa? ¿Por qué no todos podemos ser hermosos? ¿Y qué es la diferencia? ¿Debo ser igual a todos? La sensibilidad, que va más allá, posibilita la conservación del asombro y el fortalecimiento de lo público como una construcción colectiva. Mientras ésta siga viva, la mariposa que tanto le gusta a Ana Rosa Moreno Ramírez, porque es su animal favorito, o las estrellas con las que Anyi Johana Zapata tiene conexión, no tendrán que competir con los números y las fechas.
El bostezo de la hiena
Sobre los diálogos de paz en nuestro país se ha comentado bastante. Algunos han manifestado con un gran optimismo, mientras que otros, escépticos y francos, han dado a conocer su opinión en contra del acontecimiento. El expresidente Uribe calificó el asunto como “una bofetada a la democracia” y, aunque él quería o quiere perpetuarse en el poder, lo que sí resultaría un insulto para el actual modelo demócrata, al parecer su paso por el Manuela Saldarriaga Palacio de Nariño le bastó para tener Hernández más de mil razones para aseverar que jmanuj@hotmail.com llevar a cabo un acuerdo que permita armonía política hoy, no es más que una cachetada de frente. No obstante, no es a él a quien quiero darle protagonismo. Suficiente tiene con el cubrimiento mediático que obtiene por sus declaraciones en oposición al actual Gobierno, amén de los reproches a la forma de conducir el país de otros que no sean él. A veces, cuando el Estado se encuentra debilitado militarmente, no es porque de un momento a otro se haya agotado o consumido en sí mismo, también puede ser porque desde hace mucho tiempo estaba desgastado o venía desgastándose. El interés de citarlo es sólo para tener en cuenta el calibre de los descréditos a los diálogos de paz, no porque lo esté defendiendo a cabalidad ni porque considere que no debe haber resistencia, todo lo contrario: un país sin contrastes es un país pasivo, pero que a veces despierta y bosteza, sólo que cuando bosteza, ¿por qué generalmente es para pretextar como una hiena y argüir en contra de intenciones que pretenden mejorías? Sé que el Gobierno no tenía, o eso es lo que nos comunicaron, bases claras y contundentes para sentarse en una mesa en Cuba; que referirse a las FARC como “actores políticos” es, para muchos, una expresión difícil de asimilar; que el narcotráfico, en relación con el terrorismo, es un tema que genera debates provocadores pero pocas conclusiones y que sobre la impunidad quedan muchas dudas. Pero las anteriores no son razones de peso para saber que en Colombia no todo tiempo pasado fue mejor y que al menos contemplar un futuro sin constantes acometidas violentas puede entenderse tan solo como una buena propuesta. Les recomiendo leer Acuérdate de olvidar, de Héctor Abad Faciolince. Con el título saben a qué apunta mi sugerencia. También los invito para que piensen si el proceso de diálogos de paz podría ser, como muchos dicen, una estrategia de Juan Manuel Santos Calderón para incrementar popularidad y de esta manera ser reelegido en el próximo período. Y, por último, recuerden que hace trece años la posibilidad de paz en Colombia era sólo una “silla vacía”.
Ojos sellados vs. voces ignoradas Juan Pablo Ramírez Martínez juampar_20@gmail.com
Ellos son indígenas, han sufrido por siglos la explotación, la barbarie y el rechazo. Aman profundamente su madre tierra, su pachamama. Nosotros, en cambio, nos creemos alemanes o suizos, pero poco sabemos de esos mundos, somos unos desarraigados con afanes de aumentar riquezas. Ellos también, pero las que se refieren a tradición y a costumbres. Somos una América Latina sin cohesión y sin preocupación por el otro, por ese indígena que es nuestra base, nuestra historia. Muchos son los factores que contribuyen en la degradación de aquella población que desde el descubrimiento de este continente fue víctima de los más intolerables atropellos. O, ¿cómo más se le podría llamar al hecho de robarle a alguien lo que es todo para él: su tierra, y obligarlo a explotar lo que momentos antes fue de su propiedad, pero ahora pertenece a un sistema para quien él no vale nada?
Hoy, cinco siglos después, aún perviven en las selvas de este pedazo de América comunidades indígenas cuyas condiciones de vida son lamentables, sumidas en el olvido y expuestas al destierro por parte de multinacionales con la firme intención de explotar su riqueza natural, así como del propio Estado con el objetivo de usar sus tierras para la construcción de megaproyectos. El caso colombiano es más grave, más delicado. Nuestras tribus han sido desplazadas por los grupos guerrilleros y paramilitares, pues este visible conflicto armado interno que vivimos se ha adentrado en lo profundo del monte en el que dichas comunidades habitan entre cantos y senos al aire, las han desalojado y les han sacado provecho a sus tierras para incrementar el cultivo de coca o para que pertenezcan a algún bando del conflicto.
La Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) se ha quejado de la pobreza, la desigualdad, la violencia y la discriminación de las que son víctimas estas comunidades. Precisamente, en la última década, fueron asesinados más de 1.400 hombres, mujeres y niños indígenas. En lo que va del 2012, por ejemplo, han sido asesinados 54 aborígenes colombianos, pertenecientes, en su mayoría a los Embera, Nasa-Páez y Awá. La ONIC asegura que el 26% de los homicidios tuvo lugar en el departamento de Cauca, población
que ha soportado una fuerte tensión en su territorio y su única garantía parece ser una petición de disculpa por parte del presidente Juan Manuel Santos Calderón, pero como muchos acontecimientos en este país, corroído por la indolencia de las élites y algunos de nuestros gobernantes, los 54 asesinatos quedaron impunes, como un secreto a voces que viaja por el aire y ningún gorrión logra alcanzar. Tanto abuso contra nuestras raíces no ha sido justo ni lo será. Somos una sociedad de doble moral que se ha lamentado siempre del periodo de apropiación española sobre nosotros: que tan descorazonados, que tan bárbaros por robarnos las piedras preciosas y adueñarse del azul de nuestros inmensos océanos y la fauna y la flora y el oro… pero: ¿cuál es la queja, si internamente nos hemos robado a nosotros mismos la identidad y la capacidad de integración?
Sólo hasta la Constitución Política del 91 Colombia le reconoce significativos derechos a los pueblos indígenas; sin embargo, somos nosotros quienes se los prohibimos y no parecemos estar dispuestos a respetarlos, mientras que sus lenguas se van perdiendo y ellos se van extinguiendo. ¡Ellos son nosotros! ¿Acaso nuestra madre no es la tierra, o es que la hemos cambiado por el dinero, la producción y las apariencias? Aunque cueste reconocerlo, sí, ellos son nosotros.
Una fiesta nacional que ahora pasa desapercibida
La Vuelta a Colombia desde una soñadora
Mi papá me cuenta que cuando estaba chiquito uno de sus juegos favoritos era la Vuelta a Colombia: pintaban en las calles del barrio una pista con tiza o pedazos de ladrillo, cogían las tapas de las gaseosas, las “engallaban” con pantano, plastilina, colores o la foto de su ciclista favorito y tenían tres oportunidades para lanzarlas sin que se salieran de la raya, quien lo hiciera, debía volver a empezar. En la mitad de la pista ponían un círculo grande, una especie de glorieta, que era el premio de montaña. La primera tapa en llegar a la meta era la ganadora. Era otra época, esa en la que los héroes eran los ciclistas, los niños soñaban ser campeones de la Vuelta a Colombia y parecerse a esos nombres que aún resuenan en la evocación de algunos adultos: “Cochise”, Efraín “el Zipa” Forero, el “Ñato” Suárez o Ramón Hoyos Vallejo. Todo el país se paralizaba para escuchar las transmisiones radiales de los periodistas de Caracol o RCN, quienes, con narraciones reales o imaginarias, les ilustraban apasionadamente a los colombianos lo que pasaba en la competencia, dibujaban con palabras las situaciones de carrera: los que se fugaban, los que pinchaban y los que se caían. RCN y Caracol ponían varios carros en diferentes partes del lote de corredores, llamados transmóviles, para tener la primicia, informar lo más rápido posible, antes de que el otro lo hiciera. Su disputa era casi la misma que la de los ciclistas, además de que también eran recibidos en los pueblos como figuras muy importantes, la gente quería conocer y saludar tanto a los periodistas como a los ciclistas, pues ambos los hacían vibrar y soñar. La competencia era a pedalazos humanos. Se aprendía geografía gracias a las mágicas y privilegiadas voces de Carlos Arturo Rueda, Pastor Londoño, Julio Arrastía Bricca, a quien conocían como “la Biblia del ciclismo”, y Rubén Darío Arcila. Gracias a sus narraciones fantásticas se sabían cuáles eran los departamentos planos, los montañosos, los calurosos y los fríos. “Había gente que se me acercaba y me decía, ‘ay no, usted cómo me puso a llorar ayer cuando le fue tan mal en la etapa, en cambio hoy me hizo muy feliz con ese triunfo’”, cuenta con una sonrisa de nostalgia Martín Emilio “Cochise” Rodríguez, ciclista ganador de cuatro vueltas a Colombia y quien empezó a enamorarse de la bicicleta por obligación y necesidad, pues le tocó trabajar como mensajero de una farmacia, cuando apenas tenía 14 años. El ciclismo despertaba grandes pasiones y eran ríos humanos los que acompañaban los pedalazos de estos héroes que se arriesgaban a conocer a Colombia con sus bicicletas s y sus piernas. La Vuelta se encargaba de transformar y alterar momentáneamente la vida cotidiana de los pueblos por los que pasaba.
Catalina Rodas Quintero catarodasq@gmail.com
y pertenecer a un equipo grande para acceder tan siquiera a una casa propia.
Decadencia
Los ciclistas entregan hasta su último aliento en cada etapa. Foto: cortesía nuestrociclismo.com
En sus comienzos fue una carrera que se disputaba entre las regiones: Antioquia, Cundinamarca y Boyacá eran las que más sonaban, hasta que aparecieron las marcas patrocinadoras y ya se corría por equipos. Además, las carreteras eran destapadas, parecían trochas, llenas de polvo en el verano y de pantano en el invierno. “Íbamos rodando y cuando las llantas retenían mucho pantano, había que bajarse y con un palito quitar el barro, porque si no, uno no podía andar bien”, recuerda Cochise, y agrega: “La ropa que nosotros utilizábamos no era la adecuada porque era de lana y con el roce a uno le daban nacidos. También hoy en día hay una alimentación muy distinta, hay hidratantes, recuperantes, gel; en esa época yo mezclaba Bretaña y Colombiana con sal y azúcar para hacer suero”. Otra diferencia notable con las competencias actuales son las bicicletas. Las de antes eran hechas en aluminio, con mayor peso y sin tantas tecnologías como las actuales, que son fabricadas en carbono. Por otro lado, los incentivos económicos no eran los mismos, había que ser muy reconocido
Después de un tiempo esta fiesta nacional en la que se había convertido la Vuelta a Colombia, empezó a dejar de ser tan relevante. Ya los héroes no fueron los ciclistas, sino los futbolistas, en quienes los medios de comunicación centraron la atención y la difusión; el ciclismo se convirtió en la sombra del fútbol. RCN ahora es la única cadena radial que transmite la competencia, por lo que no hay necesidad de agregarle la emoción de antes, ni de relatar lo más rápido posible la acción de la carrera, porque sin importar el tiempo que se tarden, siempre van a ser los primeros. La narración es mínima, debido a que los comerciales son los que mantienen vivo ese intento de transmisión. La televisión no se ha preocupado por pasar imágenes en tiempo real de las etapas, se ubican en las llegadas y con unas cuantas imágenes de apoyo ya tienen suficiente para hacer el informe periodístico. En los años 2010 y 2011 el evento no contó con participación de equipos extranjeros por lo que la Unión Ciclista Internacional (UCI) decidió quitarle la categoría internacional, hasta que este año, por fin, hubo de nuevo participación extranjera.
Soñar
Quienes amamos el ciclismo y sentimos en un pedalazo la vida, soñamos con un día en el que la Vuelta a Colombia vuelva a reunir a las familias en torno a la radio, a la televisión; que los medios vuelvan a competir en ella, para agregarle emoción y conocimientos. Que haya ríos humanos en cada pueblo, que esperen a los ciclistas que van a entregar su último aliento en la llegada para que con aplausos, sonrisas y gritos, les den sus muestras de admiración a estos pedalistas osados que recorren las calles y montañas del país. Soñamos también con el día en que en nuestros barrios se oiga la voz de las señoras para celebrar el triunfo de Félix Cárdenas, o que los niños dejen un rato el computador, recojan las tapas de las gaseosas y con una tiza rayen en las calles el recorrido de una Vuelta a Colombia, con premios de montaña incluidos.
Los inicios
La primera Vuelta a Colombia se corrió el 5 de enero de 1951. Partió de Bogotá, en la calle 131 con Avenida Caracas y recorrió 1.137 kilómetros divididos en 10 etapas. Entre los 35 corredores el mejor fue Efraín Forero, apodado El Indomable Zipa, quien, para demostrar la viabilidad de la realización de la Vuelta, había hecho la prueba de una competencia entre Manizales y Bogotá. En el libro La Gran historia de la Vuelta a Colombia, de Héctor Urrego Caballero, se resaltan como pioneros a Efraín Forero, al inglés Donald Raskin, al italiano nacido en Colombia Guillermo Pignosa, junto a los colombianos José Galindo y Mario “Remolacho” Martínez, quienes, con el patrocinio y apoyo del periódico El Tiempo y sus periodistas Jorge Enrique Buitrago y Pablo Camacho, hicieron posible esta competencia nacional.
Ahora son menos los espectadores de la Vuelta a Colombia, pero la alegría que se conserva al paso de los deportistas es inmensa. Foto: cortesía nuestrociclismo.com
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¿Cómo debe ser una biblioteca en el siglo XXI?
“La biblioteca es un espacio sagrado” Sebastián Trujillo Osorio sebastros@gmail.com
En tiempos virtuales la funcionalidad es una propiedad y condición de procesos y objetos modernos; la biblioteca es uno de los lugares en los que la transformación debe dejar la naturaleza de almacén para convertirse en un punto de confluencia de diversos pensamientos e ideas.
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Con el transcurso de los siglos, desde las primeras colecciones en cuero o papiro, pasando por la invención de la imprenta, hasta nuestro siglo de bibliotecas virtuales, el libro ha expandido, extendido y enriquecido el conocimiento universal. Por su valor comunicativo y didáctico, se ha convertido también en fetiche, en objeto de culto, no sólo individual sino también colectivo. En los últimos años y, debido a la velocidad que rige el mundo de hoy, desde la academia y el mercado, se vienen condicionando cambios en la forma de concebir las bibliotecas, que por años parecían oscuras y anacrónicas. Respecto a un posible fin del ciclo de las bibliotecas como las conocemos hoy en día, Álvaro Arango, poeta y filósofo, considera que “no debemos ser ni optimistas ni pesimistas. Las bibliotecas perderán, aún más, su importancia para las mayorías, si acaso en algún momento la han tenido; pero siempre habrá un selecto grupo que mantendrá la vida de estas instituciones culturales, muy difíciles de aniquilar totalmente, tanto por su tradición como por sus bondades en el desarrollo histórico”. Poco a poco las bibliotecas tradicionales tendrán que ir conviviendo con las nuevas tecnologías. Su tarea es hermosa porque conservan la memoria de lo que fue el libro y permiten viajar en el tiempo por cualquier lugar del planeta. “Que la biblioteca nos muestre el mundo tan grande como es, que no caiga en la trampa de ir reduciéndose. Es más, en las bibliotecas debíamos encontrar pergaminos, primeras ediciones, todo esto nos habla del hombre, de su historia, de su viaje por esto que llamamos vida”, dice Pilar Gutiérrez Llano, directora de Tragaluz editores. Las bibliotecas tal vez seguirán siendo espacios de silencio y reflexión, lugares para pensarnos, para cuestionarnos sobre los saberes adquiridos durante la historia de la humanidad. “Ahora, cuando el mundo nos obliga a ser rápidos, a tener rutinas sin pausa, la biblioteca debe ser un oasis, un espacio sagrado”, remata Gutiérrez. El profesor, periodista y escritor, César Alzate Vargas, define la biblioteca en su estado más puro, un lugar para el encuentro con los libros y, a través de ello, con el pensamiento. Su papel seguirá siendo “el que han desempeñado siempre: propiciar el acceso a los libros, sea cual sea el formato y la tecnología en que éstos existan”.
Los retos en tiempos modernos
Para el antropólogo e investigador de la Universidad Nacional, Edgar Bolívar Rojas, ya no deben existir bibliotecas tradicionales, pues deben conectarse y actualizarse para no terminar convertidas en depósitos de libros y documentos. “Las bibliotecas son lugares de la memoria de la humanidad, su principal contribución debe estar relacionada con la conservación y acceso a fuentes especializadas en las disciplinas y áreas del saber pertinentes, con la opción de establecer conexiones rápidas y suficientes con diversos centros de conocimiento, instituciones pares y bases de datos que permitan encontrar las fuentes idóneas del pasado y del presente sobre el estado de la cuestión en cada campo. De esta manera, los recursos tecnológicos de última generación harán de ellas lugares de la modernidad”, analiza Bolívar.
La tarea de las bibliotecas en la actualidad es estar en concordancia con los tiempos que las circundan, con los desarrollos técnicos y tecnológicos actuales que van mucho más allá de la hoja de papel, del libro pasta dura, de las revistas y de los periódicos. “Más allá de la mera remembranza romántica, la biblioteca está enfrentada a la banalización de la información y al encriptamiento de nuevos códigos de comunicación y de comunidades que se extienden por el planeta con duraciones efímeras las más de las veces o con convenciones impensables. No obstante, la función de la biblioteca se extiende a los nuevos horizontes del bit y el silicon”, expone Carlos Agudelo, psicólogo y filósofo de la unidad de Política Social y Económica del Departamento Administrativo de Planeación de Medellín. Los centros de información y divulgación del conocimiento están llamados a la articulación entre lo antiguo y lo novedoso, en una suerte de bisagra con la invención de un lenguaje accesible al público. Es decir, los centros de información tienen que imprimirle nuevas formas a los viejos hábitos y nuevos usos a los antiguos saberes. “Babel no fracasa porque sea múltiple, se deshace porque no se articula, no existe un aglutinante que lo amarre y le dé sostén”, concluye Agudelo. Varias personas consultadas coinciden en plantear la imposible hipótesis del fin de las bibliotecas físicas, pues durante siglos han resistido todos los avances tecnológicos de las herramientas de comunicación. Los libros, cualquiera sea su plataforma, guardan los tesoros del conocimiento científico de la humanidad. “Las bibliotecas públicas serán muy semejantes a los museos, con su honroso papel de curadores y guardianes de la cultura antigua y contemporánea, siempre disponible a todos aquellos que se interesen por la arqueología libresca”, afirma en su sentido romántico el poeta Álvaro Arango.
Parques biblioteca, nuevos espacios de ciudad
Los parques biblioteca de Medellín nacieron en el Plan de Desarrollo de la administración de Sergio Fajardo en el año 2004. Su principal característica era convertir los puntos más neurálgicos de la ciudad en centros de desarrollo social, económico y cultural de las comunidades más necesitadas. Durante el cuatrienio del ex alcalde Fajardo se entregaron cinco de estos espacios: Santo Domingo Savio, La Ladera, Belén, San Javier y La Quintana. Durante la administración de Alonso Salazar, otras cinco grandes bibliotecas fueron contempladas para la ciudad. Luz Estella Peña Gallego, líder del programa municipal de bibliotecas de la Alcaldía de Medellín asegura que: “De los cinco parques planeados en la administración anterior hay tres que están operando en una primera etapa, otro en construcción y otro en espera para iniciar obra”. Según Peña, por ahora no se tienen previstos nuevas inversiones en bibliotecas, pues esta administración tiene como principal reto fortalecer los existentes y terminar los que están en construcción. Además de los parques biblioteca, la ciudad cuenta con el Sistema de Bibliotecas de Medellín que está compuesto por 30 unidades de gestión de información, incluyendo centros especializados, cajas de compensación y el archivo histórico. El Sistema está también articulado a la Red de Bibliotecas del Valle de Aburrá, que es una asociación público privada, que incluye políticas de servicio entre los 56 centros bibliotecarios del Área Metropolitana. “La información que ofrecemos y la generación de contenidos desde cada biblioteca se hace según las características del territorio. En La Floresta, por ejemplo, se están digitalizando los archivos más viejos. Pero hay bibliotecas donde tenemos pocos computadores, como las rurales, entonces primero hay que alfabetizar en lectura y después en inclusión digital”, dice la funcionaria.
¿Cómo está la ciudad en estándares bibliotecarios?
Las nuevas tecnologías ahora hacen parte fundamental en la preservación y divulgación masiva de la información académica. Foto: Sebastián Trujillo Osorio.
Daniel Moncada Patiño historiador, bibliotecólogo y asesor del Plan Maestro para la conformación de una red municipal de bibliotecas públicas, se refiere en buenos términos a los parques biblioteca: “Porque es dejar atrás la visión anquilosada de estos lugares. Se convierten las bibliotecas en lugares de encuentro ciudadano y se fortalecen en la generación de movimientos económicos con el tema de los centros de desarrollo empresarial que tienen ubicación en estos espacios”. Con respecto a la calidad comenta: “El estándar mínimo internacional de la IFLA (International Federation of Library Associations) es que una biblioteca municipal debe tener un libro por cada habitante de la ciudad. En Medellín ni sumando todas las bibliotecas de la red municipal llegamos a este estándar. Y eso que ésta es la ciudad con mayor desarrollo bibliotecario público en el país”. Según Moncada todavía estamos atrasados en políticas públicas sobre patrimonio, protección y acceso a la información académica.
Biocombustibles generan polémica en Colombia por sus beneficios y sus perjuicios
La Palma Africana: un cultivo mal manejado en el país
Antioquia ha sido uno de los departamentos en los que grandes palmicultores han puesto su ojo para la siembra de la gran líder en biocombustibles: la Palma Africana. Los suelos con alta cantidad de nutrientes, como los del Urabá antioqueño y el Magdalena Medio, sufren hoy la siembra indiscriminada de miles de hectáreas de Palma Africana o Palma de aceite y su consecuente deforestación y modificación de los recursos hídricos. Esta alternativa energética, planteada para el desarrollo económico del país, ha llevado a que ciertos grupos, de manera ilegal, hagan mal uso de la tierra y siembren Palma en suelos no aptos para la producción de biocombustibles, según el documento Conpes 3510. Este documento, elaborado durante 2008 por el Departamento Nacional de Planeación, traza políticas públicas de Estado, con lineamientos sobre qué hacer con la Palma Africana, como la fijación de precios basada en los costos de oportunidad, la diversificación de la producción agropecuaria, el fortalecimiento de la gestión ambiental en las etapas de planificación y desarrollo, la prevención y control de la contaminación del aire y la conservación de los ecosistemas estratégicos que provean bienes y servicios ambientales para la sociedad. Sin embargo, este direccionamiento no ha sido tomado en cuenta por algunos empresarios, quienes ignoran las consecuencias de no cumplir dichos lineamientos y, por el contrario, generan problemáticas sociales y ambientales.
Los biocombustibles en Colombia
Los últimos años han traído a Colombia el auge de los biocombustibles como el petróleo y han sido considerados como alternativas para los hidrocarburos, pero que cada día preocupan más al mundo con el alza en sus precios y los problemas de contaminación. Según un estudio realizado por el Banco Mundial durante 2008, el cultivo de palma en el país se ha ubicado en tierras que antes estaban dedicadas a la ganadería o a las actividades agropecuarias, y en espacios donde se encontraban bosques naturales que se transformaron para darle paso a las actividades agrícolas. Este estudio llamado Economic, Environmental, and Social Assessment of Palm Oil Production for Biodiesel in Colombia identificó cuatro zonas palmeras con diferentes impactos ambientales: “La zona norte, con problemas de disponibilidad de agua y conflictos sociales agudos en particular en el sur de Bolívar. La zona central, con grandes plantaciones en los departamentos de Santander y en el sur del Cesar. La zona oriental, con muchos
Carolina Betti Schmid carolinabs_26@hotmail.com
La siembra de Palma Africana en Antioquia ha puesto en riesgo las tierras del Urabá y el Magdalena Medio en asuntos tan sensibles como la seguridad alimentaria del país.
Elaeis guineensis o Palma africana, originaria de África occidental. Provee aceite de palma. Ilustración Sebastián Restrepo Toro.
desarrollos en el departamento del Meta que comprometen sistemas boscosos pero con amplias plantaciones en sectores que antes estaban ocupados por ganadería extensiva. Por último, la zona occidental, con proyectos en Tumaco y Guapi, que han ocasionado intervenciones en el bosque natural húmedo y afectado ecosistemas frágiles y zonas de humedales” (el destacado es nuestro). Sin embargo, para Margarita Mejía Salazar, profesional universitaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el cultivo de Palma Africana es eficiente debido a que lo que toma del ambiente lo convierte en una gran cantidad de producto, en este caso, aceite de excelente calidad, usado para la fabricación de biodiesel. Para Antioquia, “en el 2005 el área sembrada de Palma ascendió a más de 275 mil hectáreas y en los últimos años se ha duplicado, aproximadamente, hasta las 400 mil hectáreas”, afirma la funcionaria.
En contra y en favor de la Palma de aceite
El Gobierno colombiano, ayudado por las diferentes secretarías de agricultura departamentales, entre ellas la de Antioquia, ha impulsado, durante los últimos años, la siembra de Palma Africana, junto a organizaciones como la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma). Otra cara de este asunto, la muestra Jorge Andrés Polanco, coinvestigador del estudio del Banco Mundial,
para quien la plantación de Palma se debería hacer teniendo en cuenta la demanda de biodiesel en el mercado: “... sembrando con proyecciones económicas lo más claramente establecidas, investigando cómo va a comportarse el mercado, para determinar el número de hectáreas que se deben cultivar en un horizonte temporal fijo”. Las posiciones sobre la siembra de Palma de aceite en Antioquia se encuentran divididas entre quienes piensan en lo social y lo ambiental, y quienes creen que este recurso es el futuro de los biocombustibles. Quienes no están de acuerdo con la siembra de Palma en cualquier espacio de Antioquia, argumentan problemas como las condiciones laborales limitadas de los trabajadores, y sostienen que se ha presentado una sobre explotación de la mano de obra. Según el investigador Polanco, esta situación se puede estar dando debido al conflicto armado que se presenta en el departamento, donde ciertas fuerzas ilegales empiezan a ejercer control para mantener el monopolio del mercado regional o nacional de la venta de aceite o biodiesel.
Por otra parte, los agricultores que denuncian el mal uso de esta Palma, afirman que ésta consume una gran cantidad de agua y que, sabiendo esto, se ha estado plantando en espacios que no cuentan con la suficiente cantidad de este recurso para el consumo humano o para otro tipo de plantaciones que garanticen la seguridad alimentaria de la población. Sin embargo, Margarita Mejía Salazar afirma que el impacto de esta planta en el suelo es positivo, debido a que la siembra se hace de forma mecanizada, se protege la tierra de malezas, a través de las coberturas vegetales que cubren la superficie de la tierra. Según Mejía, “lo que es difícil de manejar es que la Palma, por no ser de madera, tiene una raíz muy complicada de destruir. Cuando un cultivo llega a su límite, esta cepa queda en el suelo, haciéndose indestructible, y aunque la tierra sigue funcionando, lo hace en un espacio reducido. Esto sólo es un impedimento espacial”. Por otra parte, quienes apoyan la siembra de Palma de aceite, resaltan que éste es un recurso natural renovable, que permite, por medio de una buena gestión, una disponibilidad infinita. “Técnicamente, cuando se habla de un recurso renovable es porque uno puede, organizando la producción de una manera viable, obtener recursos a perpetuidad, respetando el concepto de la producción máxima sostenible, es decir, no plantar Palma Africana en lugares donde las condiciones edafoclimáticas (referidas al suelo y al clima) no sean adecuadas, pues allí se podrían plantar otro tipo de cultivos”, como afirma el investigador Polanco. Estudios como el del Banco Mundial han concluido que el biodiesel se tornará una opción interesante en el momento en que el barril de petróleo supere los 100 dólares; y que en países como Colombia, en el que el agua no está bien regulada para la agricultura, se deberían establecer impuestos más altos, de modo que quienes están en el negocio de la Palma sientan el costo de este recurso. Para Polanco: “La Palma Africana, desde el punto de vista técnico, es una alternativa energética, cuyo único inconveniente es institucional. Esto nos hace preguntarnos si el Estado sí será capaz de llevar al terreno las normas diseñadas para este cultivo. ¿Será que el Estado colombiano está en la capacidad de superar los problemas de la ilegalidad en este tipo de actividades productivas?”.
Condiciones óptimas para la siembra de Palma Africana
-Precipitación: superior a 2.000 milímetros anuales. -Radiación solar: 2.000 horas anuales de sol directo (5.5 horas diarias). -Zonas de calidad por debajo de 500 metros de altura. -Pendiente no superior del 10%. -Temperatura: entre 22°C y 30°C. -Velocidad del viento: inferior a 30 Km por hora.
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Mapa de Medellín podría cambiar en caso de establecerse su posible Comuna 17, con la Ciudadela Nuevo Occidente
¿Una ciudad dentro de otra ciudad? Juan Pablo Ramírez Martínez juampar_20@gmail.com
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Hoy, en 2012, es un territorio que se atiborra de edificios y unidades residenciales con apartamentos entre los 44 y los 47 metros cuadrados, en cuyos balcones se extiende la ropa húmeda de populosas familias y se exhiben los avisos de papelerías, venta de helados, cortes de cabello o minutos de celular a $200. El proyecto de Ciudadela Nuevo Occidente comenzó con el Plan Parcial Pajarito y se refería a la construcción de una serie de viviendas en un terreno de expansión. Lo que en un principio eran grandes huertas, donde los campesinos sembraban maíz, cebolla y hortalizas, y donde no había alcantarillados, sino pozos sépticos, hoy son espacios que han mutado las dinámicas propias de una zona rural. La gente que habita hoy Ciudadela es, en su mayoría, reubicada por el Estado, proveniente de Moravia, pero también de La Herrera y de La Sierra, así como personas dedicadas a la recolección de basura y algunas otras que fueron víctimas de la violencia. El lugar escogido por la Alcaldía fue la zona rural del corregimiento San Cristóbal, dado que de las 509 hectáreas de franja de expansión que tenía Medellín en el año 2000, las únicas reunidas en un solo lote eran las tierras del sector de Pajarito: 236 en total, es decir, las otras 273 se encontraban distribuidas y, por tanto, no servían para la ejecución del Plan Parcial.
Necesidad de la Comuna 17
Allí llegaron los que necesitaban ser reubicados y con la misma rapidez que fueron trasladados a sus nuevos hogares, aparecieron los roces con la comunidad de este corregimiento. Las distintas costumbres y culturas provocaron un choque que llevó hace unos dos años a los representantes del colectivo poblacional de vieja data, y a los nuevos, a presentar una propuesta de creación de nueva comuna, para obtener, según Sergio Horta Londoño, presidente de la Junta de Acción Local, JAL, de San Cristóbal,
no sólo independencia sino visibilidad ante la ciudad. Beatriz Álvarez, líder comunitaria de San Cristóbal, donde creció, pero ahora habitante de Ciudadela Nuevo Occidente, cuenta que cuando inició el proceso del Plan Parcial “citaron a una reunión para que la gente se conociera, pero a los ocho días llegaron las volquetas con todas las personas nuevas”. Esta falta de información de la población representó, entonces, el comienzo de una situación de prejuicios y desencuentros que continúan hasta hoy. “Al principio lo que se escuchaba era: ‘Toda esta gente está invadiendo nuestra tierra’. A los habitantes de Nuevo Occidente se les ha atribuido todo lo relacionado con la violencia, la inseguridad, los robos, todo (…)”, agrega Álvarez. Por su parte, Luz Amparo Bernal, arquitecta de la Universidad Nacional de Colombia, piensa que “no se hizo la preparación suficiente de ambas comunidades para lo que sería su posterior convivencia en el mismo territorio”. Esto, sumado al rápido crecimiento poblacional de la zona, desembocó en una propuesta de establecimiento de la que sería la Comuna 17 de Medellín, realizada en 2010 y presentada por medio de una resolución al entonces alcalde Alonso Salazar. De acuerdo con Sergio Horta se buscaba obtener garantías para los moradores, donde se hablaba de nuevos equipamientos urbanísticos y paisajísticos, generación de empleo y dinamización de la economía en general. Hasta hoy, el acuerdo no presenta mayores avances, pues falta mayor cohesión o diálogo entre la gente del corregimiento, dado que no hay un arreglo sobre los límites ni si las veredas Pedregal Bajo y Pajarito formarían parte de la nueva comuna,
Los límites que tendría la nueva comuna aún no son seguros. Las veredas Pajarito y Pedregal Alto se niegan a ser parte de Ciudadela Nuevo Occidente. Foto: Hebert Rodríguez García.
pues se rehúsan a dejar de pertenecer a ese fragmento de tierra donde han crecido sus cultivos, sus gallinas, sus hijos y hasta su propio orgullo cuando dicen “yo soy de San Cristóbal”.
Así va su construcción
El Concejo de Medellín, según el corporado Fabio Humberto Rivera Rivera, discutirá la propuesta y “con absoluta certeza” le dará continuidad, pues afirma que “hay una necesidad de que tanto el corregimiento de San Cristóbal como Ciudadela tengan una visibilidad en la ciudad y en vez de representar una competencia –basada en el quién adquiere la mayoría de recursos del Estado–, sean comunas cercanas y aliadas”. Los indicadores de Medellín, publicados en las Proyecciones de Población de 2006 – 2015, por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, Dane, apuntan a que Nuevo Occidente tendrá un crecimiento significativo a futuro –producto de los proyectos habitacionales de estratos 1 y 2 de vivienda de interés prioritario y de interés social–, lo que demuestra, para Bernardo Alejandro Guerra Hoyos, presidente del Concejo, “que ya no es una zona rural de la ciudad”. Pese a coincidir con el concejal Rivera en el apoyo de la mayoría de los corporados, Guerra Hoyos asevera que la decisión está en manos del Ejecutivo, dado que es el alcalde Aníbal Gaviria Correa quien “debe meditar las decisiones administrativas, fiscales y territoriales”. Los factores que podrían estar en contra de la aprobación de la nueva comuna son básicamente dos. El primero radica en que si bien Ciudadela Nuevo Occidente es una población que en ocho años ya suma más de 42.000 moradores, aún no es una comunidad tan grande como para anexarle un número a las 16 comunas que hasta el momento tiene Medellín. Pese a esto, el director del Departamento Administrativo de Planeación, Álvaro Berdugo López, reconoce que, por ser una zona de expansión, seguirán llegando muchas más personas al sector, por lo que “será vital no cometer el mismo error de llevar a la gente sin una previa construcción de tejido social y empoderamiento del territorio”. Contrario a esto, la arquitecta Bernal opina que por el hecho de ser un suelo fiscal, es decir, que pertenece al Estado, la Alcaldía debería ejercer el control e impedir que la población sobrepase los 80.000 habitantes, pues las licencias de construcción están en sus manos. Su principal argumento es la capacidad de soporte de la tierra,
porque, según ella, aquel suelo no da para más. El segundo factor es que, según el secretario de Desarrollo Social, Jorge Mejía Martínez, “hoy no se puede determinar si Nuevo Occidente es parte del sector rural o urbano”, pues la división en comunas es, desde lo legal, únicamente para los territorios urbanos.
Tienda en un segundo piso de la urbanización La Montaña, en el barrio La Aurora (Nuevo Occidente). Foto: Hebert Rodríguez García.
El Presupu punt Sergio Horta Londoño reconoce que la principal ventaja de crear la nueva comuna sería la asignación de un recurso propio para ambas comunidades, y en el caso específico de Nuevo Occidente estaría la facultad de crear su JAL y de tener, además de un inspector, la infraestructura propia de una comuna. Para Beatriz Álvarez el asunto va más allá de darle un sí inmediato a la creación de la nueva comuna, pues considera que la comunidad debe analizar y discutir qué implicaciones tiene tal decisión. “A la gente no se le ha informado qué implicaciones tiene hacer parte de otra comuna, ni qué condiciones tiene San Cristóbal por perder territorio, porque eso claramente influiría en el Presupuesto Participativo, que también se mide sobre qué tanto territorio se afecte”. “Lo que necesitamos es que los funcionarios no sólo apoyen la creación de la nueva comuna poniendo una raya en el mapa, sino que se manifiesten y propongan qué obras de infraestructura podríamos tener.
San Cristóbal y Ciudadela se sienten “sobrepoblados” Juan Pablo Ramírez Martínez juampar_20@gmail.com
Aprobar la Comuna 17 implicaría dotar a la comunidad de una serie de equipamientos necesarios para la transformación de un territorio rural a uno urbano y se precisarían más espacios públicos como centros comerciales, centros educativos, espacios deportivos y culturales, etc. Un inconveniente que encuentra Beatriz Álvarez en lo que para ella significa una “sobrepoblación”, es la competencia de ruidos y música a muy alto volumen en las unidades residenciales. “Cada uno cree que al lado no hay otra casa que necesita silencio y tranquilidad. Le toca a uno aguantarse la bullaranga toda la noche, e incluso todo el día”.
Comercio dentro de los edificios: violación a la normatividad
Por otro lado, en las unidades residenciales de la Ciudadela Nuevo Occidente es común encontrar tiendas, panaderías, peluquerías, billares, carnicerías y muchos más negocios, en apartamentos levantados sobre un tercer, cuarto o quinto piso. Con esto se viola la normatividad puesto que aquellas residencias son únicamente para habitar. Cuenta Darío García Morales, habitante de Ciudadela y miembro de la Junta de Acción Comunal de Las Flores, que incluso muchos de esos negocios que funcionan hoy de manera informal existen gracias a que la gente abrió rejas y tumbó ventanas en sus casas para hacer los andenes y rampas por donde acceden los clientes a sus locales. “No hay lugares oficiales para el comercio, pero qué más hacemos, la necesidad de subsistir económicamente nos obliga a usar la casa como un local”. En lo referente a la educación, Nuevo Occidente cuenta con cuatro escuelas, no obstante, su comunidad ve la necesidad de tener más planteles educativos que cubran la demanda en este sector de la ciudad que se aproxima a los 42.000 habitantes, de acuerdo con los datos presentados en diciembre de 2011 por el Instituto Social de Vivienda y Hábitat de Medellín, Isvimed.
Respecto a aquella sobrepoblación de la que habla Beatriz Álvarez, líder de San Cristóbal, la arquitecta Bernal reflexiona sobre la posibilidad de que desde 2010, hasta hoy, esté saliendo una porción de los primeros habitantes de dichos sectores y quizá otra esté llegando. Su explicación es que los primeros en llegar lo hicieron a partir de 2005, aproximadamente, y “existe una condición
que dice que después de cinco años de morar en la vivienda de subsidio, ésta se puede vender o alquilar, si así lo desea el propietario”.
¿La Comuna 17 podría solucionar los roces entre ambas comunidades?
Para Luz Amparo Bernal, dicho sector se ha convertido en una pequeña ciudad, pues, guardando las proporciones, considera que éste tiene un eje de estructuración que es el río, además de contar con un sistema de transporte masivo, de una cantidad significativa de viviendas, colegios y dinámicas territoriales que, según ella, funcionan de la misma manera que una ciudad: “Hay delincuencia, drogadicción, estratificación dentro del mismo sistema, porque hay unidades con mejores condiciones que otras (…)”. Para esta arquitecta y especialista en Métodos de intervención urbanística, del Instituto Nacional de Administración Pública, en Madrid, España, lo que produjo la propuesta de crear una decimoséptima comuna en la ciudad fue el hecho de que “ahora son más los habitantes nuevos que los que siempre habían estado allí, por lo que quienes tienen un interés son los que tal vez se sienten aislados y están buscando nuevos presupuestos de manera estratégica”. En vista de que puede haber un grupo significativo de personas con una percepción similar a la de Bernal, Darío García, proveniente de Moravia y quien se expresó sobre lo que hacen sus vecinos para adecuar sus casas en negocios, asegura hablar en representación de su comunidad y manifiesta que no deben ser vistos como invasores, ya que fueron beneficiarios de una vivienda que “necesita todo ser humano y por eso hacemos parte del Plan de Desarrollo de la ciudad”. Por ahora el debate sobre si se establece o no la decimoséptima comuna, levantada en lo alto de uno de los cerros de la otrora Tacita de Plata, continuará su curso, con lo que las comunidades de San Cristóbal y Nuevo Occidente esperan obtener los mejores resultados y beneficios para sus respectivas poblaciones. No obstante, todas las fuentes consultadas declararon que el hecho de dividir políticamente el territorio, “no solucionará en absoluto los conflictos sociales entre ambas partes” que habitan la micro ciudad que funciona en las alturas de una de las zonas rurales de Medellín.
uesto Participativo: to de discusión Además, el ser comuna implica un incremento en los impuestos de la zona, eso es otra cosa que la gente no ha pensado”, agrega Álvarez, cuando se refiere al inminente aumento que traería pertenecer oficialmente a un sector urbano. Desde la Secretaría de Desarrollo Social se asegura que la definición de la posible Comuna 17 depende de la discusión que se haga en la Alcaldía antes de terminar el año en curso, alrededor del Plan de Ordenamiento Territorial, POT. Sin embargo, el Departamento Administrativo de Planeación plantea que dicha decisión se extenderá hasta mediados del próximo año. En lo que sí concuerdan ambas dependencias es en la necesidad de darle una revisión integral al POT, con el fin de examinar y actualizar el ordenamiento político-administrativo del territorio, no sólo en San Cristóbal. Aún se desconoce cuál sería el presupuesto destinado a Nuevo Occidente, dado que para la estimación de dicha cifra se parte de dos indicadores: el
número de habitantes de la población y su nivel de pobreza, de manera que los líderes comunitarios, encargados de gestionar estos recursos, tendrán que esperar a que el debate de la comuna avance para conocer una cifra aproximada del monto. La pregunta que se hace Walter Sierra Restrepo, director de la Corporación Conexión –medio de comunicación comunitario de San Cristóbal–, es hasta qué punto se solucionaría aquella problemática social consistente en la rivalidad de los habitantes de la zona rural y de lo que ahora se considera la parte urbana del corregimiento. La hipótesis planteada por Sergio Horta es que la tardanza en la aprobación del proyecto no radica en el hecho de marcar y dividir el territorio, pues considera que eso no representa un problema para el Departamento Administrativo de Planeación, sino que efectivamente puede ser el tema de inversión lo que está impidiendo una respuesta rápida por parte de la Alcaldía.
Hoy Nuevo Occidente tiene 14 urbanizaciones habitadas, 3 listas para entregar y algunas otras en construcción. Foto: Hebert Rodríguez García.
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En tiempos de avances tecnológicos en pro del cuidado al planeta, la ciudad adelanta proyectos eco-eficientes
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¿Medellín es una ciudad sostenible?
Las últimas tres administraciones de Medellín han estado enfocadas en el concepto de Desarrollo Humano Integral para la ciudad. La medida de indicadores tales como el IMCV (Índice Multidimensional de Calidad de Vida), IDH (Desarrollo Humano Integral) y el ICV (Índice de Calidad de Vida) muestra cómo se han presentado mejoramientos en los aspectos más neurálgicos de la ciudad como la educación, la salud, la violencia y el empleo, aunque persiste una diferencia marcada entre la zona rural y urbana de la ciudad. De acuerdo con el Plan de Desarrollo 2012-2015 para Medellín: “Este Desarrollo Humano Integral será el vehículo para alcanzar un modelo de ciudad equitativa: incluyente en lo social, distributiva en lo económico, democrática en lo político y sostenible en lo ambiental”. Lo que quiere decir que hay un foco específico en los aspectos sociales y económicos y una señal de sostenibilidad en el aspecto ambiental. El desarrollo sostenible urbano es entendido como la integración de la dimensión ambiental, el desarrollo económico, la calidad de vida y el desarrollo social de la población, todo con el fin de utilizar la menor cantidad de recursos ambientales y dañar lo menos posible el medio ambiente. Una ciudad sostenible es una ciudad que contempla los conceptos de equidad, inclusión y oportunidades; que tiene buena utilización de recursos naturales; un manejo eficiente de la energía; que contempla un equilibrio en la infraestructura entre espacios construidos y espacios públicos; que ocasiona el menor impacto ecológico; donde, además, existan alternativas de movilidad y que permita el desarrollo de la vida comunitaria. En los últimos siete años Medellín ha estado en la labor de ubicarse como una de las ciudades sostenibles del planeta y esto implica pensar en términos de Desarrollo Sostenible, concepto que surgió en la segunda mitad del siglo XX como respuesta a las preocupaciones energéticas y ambientales que surgieron debido al crecimiento urbano desmedido que se dio en la época. Medellín es considerada como símbolo de modernización, internacionalización y transformación, se constituye como modelo para otras ciudades, como se informó en el II Foro de Responsabilidad Social Empresarial llevado a cabo en San Salvador en 2006. Además, ha sido acreditada como la ciudad con mejor calidad de vida en Colombia, según el Estudio Nacional de Competitividad.
Espacio público para el manejo ambiental
Muchas han sido las intervenciones visibles en la ciudad en los últimos años que han apuntado a regenerar y resignificar puntos estratégicos de la ciudad que se encontraban deteriorados por
Evolución del Indicador Multidimensional de Condiciones de Vida 2011 vs. 2010.
Fuente: Encuestas de Calidad de Vida. (Plan de Desarrollo 2012-2015 Medellín).
Manuela Duque Carmona manuduque1991@gmail.com
En Medellín existen problemas como aumento de la segregación social, falta de movilidad, escasa calidad del aire y sobrepoblación. Hay que lograr procesos amables con el medio ambiente para obtener un crecimiento continuo.
problemas de orden público y sin presencia del Estado y a generar espacios públicos para la vida comunitaria. Algunas obras con este objetivo estratégico son los parques lineales en las quebradas principales de la ciudad, las escaleras eléctricas de la Comuna 13, el Metro Cable, las bibliotecas públicas, el Parque Juanes, el Parque de los Pies Descalzos, el Parque Explora, el Parque los Deseos y el Parque Arví, entre otras. El cinturón verde metropolitano es el concepto que se adelanta por la actual administración del alcalde Aníbal Gaviria Correa y busca, “ordenar la ocupación de este suelo de manera responsable según sus restricciones; reconocer y establecer las áreas para la protección y conservación ambiental, espacios públicos y equipamientos adecuados, sistemas de movilidad y transporte, acceso a vivienda digna y servicios públicos domiciliarios en armonía con las capacidades, aptitudes y restricciones naturales de la zona, como aporte a la consolidación del Parque Central de Antioquia”. Así lo establece el Plan de Desarrollo de Medellín 2012-2015 y es una acción enfocada en la minimización del impacto ecológico del Área Metropolitana y su relación con su entorno.
Movilidad eficiente para una mejor calidad de vida
Medellín cuenta con sistemas masivos de transporte como el metro, el metrocable y el metroplús, que constituyen soluciones básicas de movilidad en las ciudades del mundo. Estos transportes masivos son una alternativa energética eficiente ya que sus costos permiten que la tarifa sea accesible a la gente, lo cual es esencial en el concepto de sostenibilidad. Son medios de transporte que la gente puede usar con un precio que no tiene una dependencia total de factores geopolíticos como es el caso del petróleo. En este aspecto energético, Colombia está en ventaja porque, según el ingeniero Andrés Díez Restrepo, investigador de la UPB, quien participó en el proyecto del bus eléctrico que está exhibido en la Universidad, “lo bueno es que Medellín tiene buena accesibilidad a recursos hidroeléctricos, es estratégico que las ciudades no dependan de la energía de otros países para ser lo más autosuficientes posible”. Por su parte, el metroplús utiliza gas, que es un recurso energético disponible en el país con un precio aún competitivo. El ingeniero Díez enfatiza en la necesidad de masificar en la ciudad el uso del transporte eléctrico como una forma de mejorar la calidad del aire y hacer la ciudad sostenible. “Medellín, por ejemplo, tiene indicadores pésimos en cuanto a salud respiratoria, si un sistema de salud colapsa, colapsa todo; se deben hacer altas inversiones económicas en el estudio, prevención y tratamiento de enfermedades pulmonares, cardiovasculares y cerebrales”. En el manejo de la movilidad, Medellín es pionera en Colombia en el desarrollo del Sistema Inteligente de la Movilidad (SIMM), destinado a
su mejoramiento y al avance de la seguridad vial en la ciudad. Este sistema incluye el sistema de foto-multas y el circuito cerrado de televisión para monitoreo continuo de la movilidad en las principales vías de la ciudad y permite una coordinación inmediata de manejo de incidentes. En la ciudad también existe el programa de bicicleta pública denominado “EnCicla”, un sistema que ha integrado algunas universidades con el transporte público y un programa educativo de control de emisiones de escape. Este proyecto que impactó la movilidad hizo que Medellín ganara el premio Sustainable Transport Award del Instituto de Nueva York Transportation & Development Policy en el 2012. Se exaltaron con este premio proyectos como el avance de espacios públicos tanto en cantidad como en calidad, la creación de parques ambientales y paseos urbanos como parte del proyecto integral urbano de la ciudad.
Construcción sostenible
De acuerdo con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, “la construcción sostenible es el proceso completo de actividad constructiva que tiene como resultado productos urbanos eficientes y respetuosos del equilibrio entre los tres pilares básicos de la sostenibilidad”. Este concepto se aplica en los procesos vitales de la construcción: planeación, diseño, ejecución, operación, vida útil de la construcción y la demolición. En este tema, la ciudad de Medellín es pionera desde 2009 en el contexto latinoamericano. Sus avances se pueden evidenciar en la construcción de la Plaza de la Libertad. Para la creación de esta construcción, Mauricio Bedoya Montoya, gerente general e investigador de la compañía Mares S.A. destaca los siguientes aspectos considerados en estas construcciones: el uso inteligente del agua, la eficiencia energética en la ventilación y refrigeración, el uso de eco materiales y la gestión integral de los residuos.
Ruta N es un edificio construido de manera eficiente, en el que el uso inteligente de la energía natural y la utilización de jardines dentro del mismo, permite un ahorro energético y un bajo impacto negativo para el medio ambiente. Foto: Hebert Rodríguez García.
El uso inteligente del agua se da en el momento en el que se decide disponer eficientemente del agua potable, es decir, eliminar su uso en actividades como lavar ropa, vaciar el baño, entre otras, y remplazar estas actividades con el uso de aguas lluvias, que son recolectadas, filtradas y almacenadas para su distribución. Este proceso hace que se reduzca en un 50% el consumo de agua potable en las viviendas. El otro aspecto que se utiliza es la eficiencia energética, que se logra cuando se reducen gastos energéticos usados en ventilación e iluminación, que pueden ser remplazados por una buena planeación de la construcción de la vivienda. “Cuando el arquitecto va a diseñar, que no lo haga dándole la espalda a las características geográficas que tiene. Que conozca de dónde vienen los vientos y a dónde van, que si sabe qué sectores son calientes en la ciudad no deje los cuartos en el poniente”, afirma el investigador Bedoya, quien, además, explica la importancia de tener un buen criterio y gestión en la construcción. Es así como con buena planeación se construyen viviendas que aprovechen la mayor parte del tiempo la luz del sol y la ventilación natural, lo que a largo plazo implica un ahorro del 50% al 70% de la energía. Además, la construcción sostenible plantea el uso de los eco materiales que reducen el impacto ambiental, estos son materiales que han sido reciclados de construcciones pasadas que pueden ser reutilizados: “Con la construcción sostenible buscamos qué cantidad de esos materiales los podemos volver a utilizar”. A esto el arquitecto Bedoya lo denomina gestión de materiales y que hace que nada se desperdicie para reducir el impacto ambiental. Unido a este concepto está el de la gestión integral de los residuos, muy relacionado con la educación y con la gestión comunitaria. Desde su construcción, los edificios contemplan espacios muy bien pensados para invitar al reciclaje de los residuos. Además, está el trabajo de las personas que reciclan y que se ven compensadas, es decir, la buena gestión de las basuras es una manera de recibir ingresos. En la actualidad, el proyecto La Castellana cuenta con 320 apartamentos en los que, con los residuos, se genera un plan de negocios que ha creado empleos y disminuido en un 45% el pago de servicios públicos. En conclusión, para Mauricio Bedoya, la construcción siempre ha sido pensada para ser sostenible y debe seguir siéndolo: “Dejó de ser sostenible por la velocidad endemoniada en la que vivimos, que nos hizo olvidar hacer las cosas bien, pero siempre se debe volver al sentido común”, con el fin de ser más eficientes y ecológicos.
El reciclaje es un tema eje en las ciudades sostenibles en cuanto permite el aprovechamiento y el uso de materiales para reducir la contaminación en un espacio. Foto: Pablo Monsalve Mesa.
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El bus eléctrico, construido por la UPB en asocio con la empresa colombo-alemana SYTECSA y el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico del Sector Eléctrico-CIDET es uno de los transportes masivos que se convierte en alternativa energética para el uso eficiente de los recursos y sus costos permiten que la tarifa sea asequible para la gente, lo que es necesario para el concepto de sostenibilidad. Foto: Ana C. Aristizábal Uribe.
La Ruta N: innovación y tecnología La Ruta N es un proyecto que inició con la administración de Alonso Salazar Jaramillo y hoy en día es una corporación de UNE, EPM y la Alcaldía de Medellín, creada para promover negocios innovadores basados en tecnología, que, a largo plazo, incrementen la competitividad de la ciudad. Su objeto central es minimizar el impacto negativo de los edificios en los ecosistemas y las vías de transporte para incentivar el uso de plantas nativas en zonas verdes y promover opciones inteligentes de transporte. Este proyecto busca, además, acreditar a la ciudad, líder en innovación en Latinoamérica, con el sello ambiental LEED (Leadership in Energy and Enviromental Design). Es la certificación de calidad reconocida para la construcción de proyectos eficientes. Dentro de esta apuesta se construyó el Complejo Ruta N para albergar las actividades que se desprendan de la estrategia. El complejo tiene tres edificios (uno rentado a Hewlett Packard para un Centro Global de Servicios, otro para el Grupo EPM que tiene laboratorios para investigación en energía y telecomunicaciones y un último edificio para las oficinas de Ruta N y sus programas). Con el fin de lograr la certificación LEED, la Ruta N adelanta el mejoramiento en conceptos como eficiencia del agua, energía y ambiente y calidad ambiental del espacio interior. El primer aspecto busca fomentar el uso inteligente del agua dentro y fuera de los hogares con el fin de reducir gastos de agua por medio de la construcción inteligente, el uso eficiente del agua y el uso de aparatos e instalaciones que hagan el uso del recurso de forma eficiente. Según el estudio sobre energía de WGBC (World Green Boulding Council), “las edificaciones son responsables del consumo del 40% de la energía y el 30% de la emisión de gases de efecto invernadero en el mundo”. En este aspecto, la idea de la Ruta N es generar variedad de estrategias de energía como el monitoreo de consumo energético y construcción eficiente, y electrodomésticos que consuman menos energía. Además de esto, se buscan construcciones que usen la luz natural para mejorar la calidad ambiental del espacio interior. Hasta el momento se han construido 33 mil metros cuadrados con estos principios y se ha hecho una inversión de 120 mil millones de pesos. Con esta inversión se obtiene que Medellín avance en tecnología y se convierta en ejemplo para las demás ciudades del país en temas de eficiencia. A pesar de estos avances y de la inversión que se está haciendo para mejorar las condiciones ambientales de la ciudad, aún no se puede afirmar que la ciudad sea sostenible. Para Paulina Villa Posada, arquitecta de la Ruta N Medellín: “La ciudad aún no ha pensado cómo volverse una ciudad con menos
impacto negativo sobre el ambiente. Muestra de eso es el manejo arcaico del tema de las basuras, el modelo de movilidad basado en el carro particular y con una apuesta muy baja al transporte público. Además, no existe una reglamentación sobre construcciones sostenibles y la ciudad se expande sin límites sobre el suelo rural”. Y enfatiza que “para que sea considerada sostenible, debe plantear un desarrollo que implique una disminución en los desplazamientos y la construcción en sitios que no están planeados para eso, además debe ser un trabajo que cobije las dinámicas sociales y mejore no sólo el medio ambiente sino la movilidad de la ciudad, genere ahorros para los ciudadanos, reduzca la polución y los problemas respiratorios. Será sostenible cuando haya uso de energías renovables donde se remplace el petróleo y el automóvil por el transporte público alternativo; se logrará ser sostenible cuando haya coherencia en el trabajo de todas las partes”. Una ciudad sostenible es una ciudad que contempla los conceptos de equidad, inclusión y oportunidades, que tiene una buena utilización de recursos naturales. Una ciudad donde se minimice el impacto ecológico y se logre un equilibrio en la infraestructura, entre espacios construidos y espacios públicos. Frente a estos aspectos aún hay muchos temas por mejorar en Medellín, que será una ciudad sostenible cuando consiga articular todas las necesidades y tener un crecimiento estratégico. Hasta el momento se sigue trabajando por fomentar la vida comunitaria y el avance tecnológico con el propósito de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Los jardines ayudan a regular la humedad, temperatura, calidad el aire y el ruido, su utilización en las construcciones sostenibles está asociada con la generación de micro climas que mejoran el confort y la calidad de vida de los habitantes. Foto: Pablo Monsalve Mesa.
En las canchas de barrio suceden
Historias de balas y balones
Sobre las laderas de la ciudad se observa una particular geografía deportiva: diversas canchas, canchotas y canchitas de arena o cemento. Iconos de la vida barrial y el deporte popular. Laura Betancur Alarcón @laurabeta laurabeta.alarcon@gmail.com
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después de la escuela o los aeróbicos de las señoras. II
I Ni delantero ni defensa ni portero. Jorge era un hombre de fútbol y de canchas, sin tocar la arenilla, la gramilla o el asfalto. Hacía posible los 90 minutos de juego, aunque sus toques y jugadas eran la búsqueda de trofeos, uniformes o guayos para que otros hicieran los goles que él soñaba. Jorge, de sonrisa ancha, y calvo, era reconocido por su trabajo en la gestión deportiva. Por tres años lideró este trabajo en la Junta de Acción Comunal de Francisco Antonio Zea y durante 17 apoyó a niños y jóvenes en el torneo Pony Fútbol. Su último proyecto era reunir a las bandas en un partido que confirmara un pacto de paz.
En los años 60, antes de la construcción de la placa deportiva en Villa Guadalupe, la cancha era la calle 95B, unas latas vacías y las porterías; y la pelota, un plástico conocido como rajaleña. Foto Hebert Rodríguez García
Al caminar por Francisco Antonio Zea, el barrio de Jorge Wilfran Morales, tres canchas, una a menos de dos cuadras de la otra, confunden el recorrido entre calles y carreras. Caso similar ocurre en Castilla, Manrique, Aranjuez o Robledo. Según estadísticas del Inder, en la ciudad existen alrededor de 1.400 escenarios deportivos, de los cuales 565 son barriales y administrados por esta institución, y otro grupo de más de 500 son abiertos al público, pero están a cargo de las Juntas de Acción Comunal (JAC), las unidades residenciales o los líderes comunitarios. Por ejemplo, en comunas como Castilla se encuentran más de 50 zonas deportivas, entre la unidad deportiva,
las placas y otras canchas, en 14 barrios que albergan alrededor de 140 mil habitantes. Veinte años atrás la situación era la opuesta: en el estudio Medellín en zonas, realizado por la antropóloga Gloria Naranjo en 1992, se encontró que sólo existían 39 espacios deportivos en la zona oriental, dividida en cuatro comunas y 41 barrios. Lo que denota el déficit de espacio público para la recreación en la ciudad. ¿Qué motivó la proliferación de estos lugares? Las respuestas son tan diversas como las mismas relaciones barriales, donde la cancha ha sido una zona de convergencia de tristezas, adversidades y esperanzas construidas en el “picadito” del domingo, el torneo entre las hinchadas, el partido
En menos de 10 minutos, Jorge recibió siete llamadas a su celular. Era Luis Medina, un amigo, que le pedía insistentemente que bajara a la Riviera, una cancha. Ese día, 20 de diciembre de 2011, hacia las ocho de la noche, más de 50 personas esperaban el segundo partido entre integrantes de las dos bandas delincuenciales del barrio, Los Mondongueros y los de La Candelaria parte alta. En octubre habían firmado un acuerdo de paz para terminar con los enfrentamientos y contactaron a Jorge para organizar un torneo que supondría la continuidad de esa alianza. “Él confiaba demasiado y creyó en ellos”, cuenta Consuelo Duque, su madre. “Desde la masacre de 1989 cuando mataron a dos jóvenes en la cancha de arriba no nos volvimos a acercar a esos partidos. Esa vez llegaron a matarlos en medio del juego y a los que estábamos en las graderías nos tocó tirarnos a la quebrada”, cuenta su hermana Ángela Morales. Sin embargo, esa noche, la 20 de diciembre de 2011, decidió bajar. En las noches, desde su balcón en Pedregal en los años ochenta Fredy Serna, artista y pintor, observó sobre las montañas nororientales unas terrazas negras. Comprendió, luego, que eran las gramillas. Para él la explicación de que existan tantas es que en los años sesenta “la única voluntad que tenían los políticos para obtener votos era hacer una cancha... Pero ¿qué era tener una? Drenar un peladero y llenarlo de arena”.
Las primeras explanadas se construyeron en potreros, cuencas de quebradas o en los límites de la ciudad. “Vivían en un abandono total, no se pensaron como espacios recreativos y culturales”, afirma. Exactamente como un peladero recuerda Gustavo Varela a la Unidad Deportiva de Castilla, treinta años atrás. Era apenas tres campos de juego: la Negra, la de Arenilla y la de Baloncesto. Jóvenes, como él, quisieron darle una mejor apariencia: sembraron eucaliptos, árboles de pan y jardines; hicieron lunadas y tertulias culturales, hasta consolidarse como el grupo ecológico Vita Sabia. “Hemos estado en medio de balas, problemas, de todo, pero seguimos acá, cuidando la Unidad”, cuenta. Al otro lado del río, tal vez unas de las terrazas oscuras que observó Fredy Serna, eran las tres canchas del parque principal de Villa Guadalupe, construidas por la misma comunidad. Miguel Tamayo, promotor del Plan de Desarrollo de la Comuna 1 por parte de la Corporación Convivamos, considera que la mayoría de espacios deportivos son iniciativas de la comunidad y no de la institución ni de los políticos o el narcotráfico. Las comunidades como constructoras de estos espacios generan cambios en la convivencia barrial. De acuerdo con la investigación del periodista Gonzalo Medina, en su libro Una gambeta a la muerte: o como el espíritu de resistir en Medellín también corre tras un balón, el deporte fortalece las tradiciones porque permite compartir legados. Así mismo, la cancha es un campo de encuentro, generador de identidad y tejido social, que condensa las particulares vivencias en relación con fenómenos sociales y políticos. Es un ámbito que muestra la supervivencia de las mismas comunidades en el tiempo. III
Cinco minutos después de la llegada de Jorge a la cancha, arribaron dos motos. Pero el hombre que inició la balacera ya estaba entre los espectadores del partido. Luis, el amigo de Jorge, alcanzó a ver cuando una mujer se acercó a aquel hombre y le entregó el arma. Después del primer disparo, los asistentes corrieron hacia la salida, pero Jorge tomó el camino contrario. Una bala entró en su cuerpo por el costado derecho. En la cancha estaba tendido el cuerpo de Jhonson Arboleda, para quien iba dirigido el ataque. Unos metros cerca de él estaba una joven de 20 años, quien al igual que Jorge fueron cuerpos atravesados en la trayectoria de las balas, dirigidas a otros. Jorge gritó por ayuda, pero sólo minutos después una vecina lo reconoció y lo llevó al hospital. Allí pasó casi 25 minutos sin ser atendido, hasta que murió. “Jorge quedó atrapado en mePoemas sobre jugadores que soñaron ser el Pibe y terminaron de sicarios, o de las riñas que se disolvían cuando el balón rodaba, están narrados en el libro En la parte alta debajo, de Helí Ramírez. Foto Hebert Rodríguez García.
Continúa
Viene
dio de esa guerra sin tregua de las dos bandas. Ellos llegan a acuerdos, luego vuelven a la guerra, después hacen la paz”, concluyó Luis.
Masacres y asesinatos en los puntos deportivos, como el caso de Jorge Wilfran, son historias repetidas en la vida de los barrios y surgen con la llegada del narcotráfico hacia los años ochenta. Por ejemplo, Pablo Escobar llevó el alumbrado a las canchas, con su excusa política “Medellín sin tugurios”, lo que le permitió acercarse a los jóvenes. De acuerdo con algunos testimonios del libro De relatos de Castilla, investigación coordinada por María Teresa Arcila Estrada y el Instituto de Estudios Regionales, Escobar también participó en la construcción de la cancha La Maracaná en La Esperanza, la de Tricentenario y la Unidad Deportiva de Castilla. También se dice que construyó otras obras en el sur del Valle de Aburrá. Para Miguel Tamayo, muchas formas delincuenciales se aprovecharon de los escenarios: “Irrumpieron bandolas camufladas, que estaban al servicio del mercenario, del narco o del para”. Otra forma de ganarse terreno en estos lugares fue el patrocinio de torneos “mafiosos”, competencias que buscaban aparentemente crear lazos de solidaridad, pero que por las cuantías de los premios fueron una alternativa para el lavado de activos y a la vez para redimir las acciones violentas y tener respaldo en la comunidad. A pesar de los dineros ilícitos, tanto Manuel González, líder de Villa Guadalupe, como Gustavo Varela, en Castilla, coinciden en que las canchas no se han convertido en fortín de las bandas. “Cuando las milicias populares empezaron a limpiar el barrio los alrededores de las canchas se volvieron de ellos, pero las canchas siempre han sido de nosotros”, explica Manuel. De igual manera, la cancha también ha sido un espacio para saldar cuentas y crear compromisos. Precisamente, en la cancha de fútbol de Granizal –zona nororiental de Medellín– fue en donde representantes del gobierno y de las milicias firmaron acuerdos de paz el 26 de mayo de 1994. Y cuatro años después, se creó Fútbol para la paz, un campeonato con 140 torneos barriales, en los que participaron más de 16.000 personas en 250 barrios, según estadísticas del periódico La Hoja. En los últimos diez años la gestión de las administraciones locales ha logrado, por ejemplo, convertir a la vieja Unidad Deportiva de Castilla en un espacio dotado con canchas de alto nivel para prácticas, entre otras, como Rugby y Skate. Además, a través de las 57 Escuelas Populares del Deporte, proyecto de la Alcaldía de Medellín y el Inder, alrededor de 30 mil usuarios entre los 6 y los 21 años de edad practican diferentes disciplinas deportivas. Sin embargo, aseverar que las canchas han dejado atrás ese pasado de violencia sería inexacto. En los alrededores de la limpia y estética Unidad de Castilla, aún las bandas delincuenciales tienen presencia; en las graderías de La Maracaná, en el barrio La Esperanza en Castilla, en el mes de julio de 2012, ocurrió una masacre en la que murieron 5 personas; y aún en Francisco Antonio Zea, el barrio de Jorge, las canchas son barreras entre unos y otros.
El mundo actual de los libros
Tres controversias librescas Juan David Villa Rodríguez Juanda0812@yahoo.es
No importa el soporte: si piedra, si madera, si papiro, si pergamino, si papel, si electrónico. El libro es, en palabras del escritor antioqueño Héctor Abad Faciolince, “una sucesión de palabras para ser leídas en cierto orden”. Sin embargo, el libro ha sido centro de varias controversias, unas tan viejas como si es arte o mercancía y otras tan nuevas como qué pasará con él cuando sea vencido el papel por los aparatos digitales que también pueden albergarlo.
Arte, mercancía o ambos
“Todo lo anterior junto”, responde el periodista y escritor bogotano Daniel Samper Pizano a la pregunta añeja: ¿El libro es arte o mercancía? Héctor Abad Faciolince coincide: “El libro puede ser cualquiera de esas cosas, y todas a la vez. Un libro es un objeto, y como tal se lo puede convertir en una obra de arte de la impresión, de la encuadernación, del diseño exterior e interior. También su contenido puede ser (o no) artístico”. Una primera edición de Cien años de soledad, continúa Abad Faciolince, si está en buen estado puede costar 10 mil dólares, “así adentro diga lo mismo que una edición pirata. Los seres humanos le damos más valor a ciertos objetos y eso los convierte también en mercancía”. Esteban Carlos Mejía, también escritor y además docente en la Universidad Pontificia Bolivariana, prefiere no sufrir la controversia porque, dice, al fin y al cabo en el capitalismo todo es mercancía, “hasta el arte y la literatura… Lo clave para un escritor es escribir y ser leído”. El docente Juan José García Posada, jefe editorial del sello UPB, rechaza la concepción del libro como mercancía porque cree que ello es degradarlo, el libro es mucho más: “Es una producción del talento, de la inventiva, de la creatividad o de la facultad crítica del autor. Es una conquista fundamental del talento y la cultura humanos. Es una realización que simboliza la cultura”.
Editoriales: ¿qué y por qué publican?
Es una verdad difícil de refutar que las editoriales no viven de amores al arte, que publicar un libro, con todo lo que esto implica, cuesta dinero y que si no perciben ingresos posteriores a sus inversiones, como cualquiera otra empresa, pueden quebrar. De aquí que Carolina López, editora de ficción de Alfaguara en Colombia, afirme que ésta, una de las editoriales más importantes del mundo, analiza siempre si las propuestas de publicación que recibe son rentables, esto sin detrimento de la calidad de las mismas, criterio que siempre va primero. Héctor Abad Faciolince piensa, no obstante, que el efecto de la crisis económica europea obliga a las grandes editoriales a ser cautelosas y por tal “si un libro tiene solamente un valor literario, pero muy pocas probabilidades de vender, no lo publican”. El escritor bogotano Sergio Álvarez cree que las editoriales no suelen tener mucho criterio para elegir qué publicar. “En realidad el mundo editorial hoy es un casino en el que los editores juegan sus fichas y van ganando más por azar que por tener un buen criterio”. El también bogotano Ángel Galeano, escritor, editor y director de la Fundación Arte & Ciencia, asegura que a las grandes editoriales sólo les interesa la rentabilidad. “Es lo que prima para ellas, es decir, que cada publicación les produzca ingresos. Editar es un negocio como vender carros o empanadas”. En Arte &Ciencia, dice, prima la promoción de talentos jóvenes y por ello corre todos los riesgos posibles. “El cálculo mercantil sólo entra en juego para recuperar, si no toda la inversión, al menos no perder del todo económicamente”. En la Editorial UPB, según García Posada, se decide qué publicar pensando en “la pertinencia, la sintonía con
el proyecto académico y humanístico de la UPB, la resonancia y la acogida de la obra en la comunidad de lectores y las cualidades intrínsecas del libro respectivo”.
El triunfo electrónico
Nacerá una generación, remota aún en el tiempo, para la que el libro sea un “artilugio” tan arcaico como para nosotros lo es un pergamino. El libro electrónico, cuyo uso tampoco será eterno, vencerá al papel. ¿Qué pasará entonces? “Lo mismo que ocurrió cuando los libros dejaron de escribirse en pergaminos –responde Samper Pizano–: que la gente siguió leyendo en papel”. “El libro seguirá vigente –dice Juan José García–. Cuando se acabe el papel e incluso antes de que el papel se acabe, el libro seguirá produciéndose mediante las tecnologías informáticas y digitales. El libro lo es y vale como contenido”. Será más abstracto, describe Abad Faciolince, “no tendrá olor, ni peso, se podrá reproducir en un segundo, costará poco”. El escritor antioqueño Jorge Franco es de los que dudan de la desaparición del libro de papel, al menos en corto plazo. Y destaca una ventaja del electrónico: “El libro electrónico puede ofrecer la posibilidad de que todos los libros siempre estén disponibles”. Ángel Galeano no sólo duda, sino que asevera que “la desaparición del libro es un tema que ponen de moda de vez en cuando ciertas personas interesadas en especular. Pero casi nadie dice que el calzado o la bicicleta van a desaparecer. La humanidad reelabora sus inventos en aplicaciones novedosas, pero no los niega. El libro podría perder fuerza en casos de ser mercancía negociable sujeto al vaivén de los mercados, pero ni siquiera así han podido liquidarlo”.
Ángel Galeano no sólo duda, sino que asevera que “la desaparición del libro es un tema que ponen de moda de vez en cuando ciertas personas interesadas en especular (…)”.
Ilustración: Santiago Rodas Quintero
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Una familia de Torcidos Mónica María Jiménez Ruiz mmjr0518@gmail.com
Desde hace cuatro años Óscar Arbeláez recorre caminos todos los jueves y domingos; para Los Torcidos es un compromiso al que no deben faltar. 14
La mañana está fría. Durante la madrugada llovió un poco, pero esto no impidió que uno a uno de Los Torcidos llegara al parque de Itagüí. Los 19 que vinieron saben que el sol no tardará en salir… Y así es. Éste acompaña sus pasos durante casi todo el recorrido. Antes de partir hay que calentar y estirar; así preparan su cuerpo para subir y atravesar unas cuantas lomas.
¿Dónde está la loma?
7:30 a.m. La caminata empieza. Es común que la punta sea comandada por Jaime Marulanda, Ángel Hurtado, María Clara Jiménez y otros más… Y en la cola va don Óscar o “Pluma Blanca”, como lo llaman los demás por ser el líder de Los Torcidos. El primer obstáculo son unas cuantas escalas de asfalto. Mientras avanzan la respiración se agita un poco y el frío de la mañana desaparece. Con el último escalón el verde de las montañas aparece frente a ellos y durante la caminata no los dejará. Las lomas empiezan a ser constantes, hay que caminar con paso firme y buen ritmo. Son varios los que toman la delantera, van disfrutando del paisaje, pero más disfrutan atravesar loma tras loma; tanto que al terminar pregunta una de las caminantes: “¿dónde está la loma que no la veo?”. Freddy Echeverri suele exclamar: “¡Ah!, eso no fue ninguna loma, a mí me gustan bien empinadas, eso no fue nada”. Arriba se respira aire fresco y se observa una bella panorámica de la ciudad. Una hilera de Torcidos sobresale entre las montañas, se les ve subir y descender, mas no parar… todavía no es el momento ni el lugar para el primer descanso. Paso a paso saben que están más cerca de la meta: San Cristóbal, así falten, por lo menos, unas seis horas más.
En busca de caminos
La mayoría de quienes caminan con el grupo Los Torcidos ya llevan varios años por monte, rastrojos y carreteras destapadas. Muchos de ellos caminaban oficialmente con el Inder. El grupo nació el 30 de julio de 2008 con seis caminantes: Ángel Hurtado, José Luis Fernández, Gonzalo Arismendi, Jaime Gómez, Bernardo Jaramillo y Óscar “Pluma Blanca”, quien fue el que sugirió el nombre de Los Torcidos; todos estuvieron de acuerdo, porque en las caminatas del Inder ellos siempre se iban adelante y hacían su propio camino… Y ahora, habían formado su propio grupo, su propia familia. Al principio sólo caminaban los jueves y “nos tocó la repetición de la repetidera, porque los caminos eran los mismos que habíamos hecho con el Inder”, comenta Óscar. Después el grupo se fue fortaleciendo y salían a observar y descubrir nuevos senderos; los jueves, se volvieron de aventura. Si lograban terminar el camino lo marcaban y señalizaban para poder hacerlo de nuevo. Jaime Gómez recuerda la vez que salieron a buscar el camino que lleva de Caldas a San Antonio de Prado, “en esa ocasión fuimos solo tres compañeros a buscarlo, pasábamos por toda la cordillera del Alto de Romeral, incluyendo el Alto de Banderas, y nos perdimos… y eso fue horrible, buscábamos por todos lados y no dimos con el camino, quedamos en medio de la manigua sin salida. Logramos salir a La Estrella a las seis y media de la tarde, muertos del miedo”. Hoy, cuatro años después, Los Torcidos tienen aproximadamente 104 caminatas al año y no es común que una de éstas se repita, y si se repite, se hace al revés. Han recorrido caminos por los cuatro puntos del Valle de Aburrá, “nos podemos ir tranquilamente desde Barbosa hasta Fredonia; o desde Sopetrán pasando por San Jerónimo para llegar a San Pedro”. No existen los límites; cada caminata tiene su encanto, hay que disfrutarlas todas.
Arriba, en algún punto de las montañas de Medellín, Ángel Hurtado observa la llamada civilización. Pero para él y los demás Torcidos es más valioso disfrutar del paisaje verde y fresco que encuentran a cada paso. Foto Hebert Rodríguez García.
Pequeños descansos
Casi una hora después de haber emprendido camino, Los Torcidos paran por primera vez y lo hacen en medio de una torre de energía. Allí se hidratan, secan su sudor y comen un bocadillo o una gelatina de pata para tomar energías; cuando llegan todos, retoman el camino. El descanso no dura más de diez minutos. El verde sigue presente, pero los ascensos ya no son tan constantes. Ahora, predominan los trayectos de matorrales; hay que tener cuidado con las ramas, pisar fuerte y sostenerse de los troncos para no caer. En general, el terreno es fácil de atravesar. En diferentes puntos la ciudad construida y civilizada, como le dicen, aparece en miniatura. Más adelante se detienen nuevamente, toman agua, energías y hacen “recocha” un rato; porque si algo los caracteriza es el buen sentido del humor; entre ellos no faltan los chistes ni las bromas. Antes de continuar se reúnen y se toman algunas fotos, que esa misma noche Jaime Gómez sube a su Facebook. El trayecto sigue y a él se unen riachuelos, pequeños canalones, muchos pinos y los trinos de petirrojos y carpinteros. A eso del mediodía hacen una tercera parada, es momento de almorzar. Unos y otros comparten el fiambre o mecato que han llevado. Es necesario recobrar fuerzas porque el camino aún no termina.
Compañerismo entre Torcidos
“Nosotros no somos un grupo, somos la familia de Los Torcidos”, afirma “Pluma Blanca”, y es así porque hay un excelente compañerismo: entre todos se ayudan y se quieren. Y aunque tienen un jefe, las ideas y aportes de todos son importantes para el fortalecimiento de esta familia. Cuando empezaron a salir a los pueblos quien sabía de algún camino lo proponía y se hacía, “así nos hemos ido yendo; hemos estado por Copacabana, Barbosa, Girardota, Versalles, Fredonia, Santa Bárbara, Venecia, Amagá, Titiribí, Bolombolo… gracias al compañerismo hemos podido avanzar mucho”, dice “Pluma Blanca”. La organización y la unión de Los Torcidos es tanta que a mitad de año y en diciembre se reúnen para hacer un sancocho, bailar un rato y pasar sabroso, “esto es una de las cosas que más me gusta de caminar con Los Torcidos, pues estamos todos juntos y el ambiente es de paz”, señala Antonio Cruz. Los sancochos se hacen con el fondo común que tienen. Por cada caminata se dan dos mil pesos por persona, “con esa platica (además del sancocho) se compran los uniformes, ayudamos a los compañeros que lo necesiten… este capital no se acumula, tratamos de que quede lo más debilitado posible al terminar el año”, apunta don Óscar.
Meta: San Cristóbal
Caminata sin loma no es caminata para Los Torcidos. Cuantas más haya se disfruta más del paisaje. Cada uno la sube a su ritmo; no importa cuánto se demore, lo que importa es llegar. Foto Hebert Rodríguez García.
Han pasado poco más de siete horas; lo que falta para terminar es nada comparado con lo que ya se ha caminado. Los descensos son cada vez más, y se vuelven difíciles porque la lluvia empieza a caer. Hay que tener cuidado para no resbalar o molestarse una rodilla. Salen del monte a carretera destapada, la civilización aparece. Están a unos 20 minutos del parque de San Cristóbal. A las 3:30 p.m. de a poco van llegando todos, unos se despiden y cogen el Integrado del Metro, otros –la mayoría– se sientan en la cafetería del lugar, beben unas cuantas cervezas, charlan un poco sobre la caminata, cuentan chistes y empiezan a prepararse para la próxima. Esta es una familia abierta, quien llega es bienvenido. En Los Torcidos caminan jóvenes, estudiantes, trabajadores, jubilados… “Lo importante es que quien venga ponga voluntad y ánimos, y nos fuimos”, dice don Óscar, quien agrega que “aquí no dejamos a nadie, yo siempre me quedo con los últimos; lo que importa es terminar, no en cuántas horas lo hagas”.
La moda es más que un atuendo
Según la Real Academia de la Lengua Española, moda significa el “uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país, con especialidad en los trajes, telas y adornos, principalmente los recién introducidos”, pero si se mira detalladamente qué implica decir moda, hay que ir más allá de lo que es ponerse un atuendo.
Si nos remontamos en la historia, cada época se define de acuerdo con lo que usa. En Grecia predominaban las túnicas en distintas expresiones, unas específicas para los hombres y otras para las mujeres, y se diferenciaban de acuerdo con las clases sociales. En la Edad Media, debido a las invasiones de los bárbaros, los habitantes del derrocado imperio romano empezaron a usar bragas que cumplían la función de lo que conocemos hoy como pantalones, y las togas fueron reemplazadas por capas de lana rectangulares y aprovecharon nuevas telas traídas desde el Oriente. Luego, en el Renacimiento se empezó una experimentación de color que llegó al punto de sobresaturar el vestuario y caracterizarlo como uno de los más excéntricos en la historia, que generó revuelo en una sociedad que se volvía a abrir hacia el conocimiento y las expresiones artísticas. Tiempo después, la industrialización y los movimientos vanguardistas le otorgaron al vestuario más significaciones que la simple distinción de clase, le dieron protagonismo a quien lo llevaba y un mensaje, unas veces estético y otras veces revolucionario. Hoy en día el vestuario es una herencia de todos los acontecimientos que han ocurrido, desde la creación de imperios hasta guerras, que dejan su legado en lo que las personas usan como única posibilidad para suplir la necesidad básica de cubrirse con el fin de soportar los cambios climáticos: la ropa.
Teniendo presente todo lo anterior, la moda no sólo es un uso o una costumbre. Alrededor de la moda hay un contexto social, político, económico,
Las grandes ferias de moda como Colombiamoda reflejan el despliegue de ciudad que hacen posible que diseñadores, empresarios y público disfruten de las nuevas tendencias en diseño. Foto: Hebert Rodríguez García.
Jhon Sebastian Vargas Grisales jhonva_22@hotmail.com
a la realización de la feria, sino que se buscaba hacer ver las tradiciones, la cultura, las costumbres y demás aspectos de identidad para crear un sentido de pertenencia tanto de los que están dentro de la feria como de los que participan desde afuera.
Cada época de la historia tiene una forma de vestir característica que expresa su tradición, su dinámica social y su mirada del mundo, que se ven plasmadas en la moda actual. Foto: Hebert Rodríguez García.
geográfico y demás, que dictamina el rumbo de la indumentaria como tal, desde cómo se fabrica la tela y en qué condiciones, hasta por qué cada persona usa una prenda en particular.
Sistema moda
En el mundo de la moda hay varios agentes como diseñadores, empresas industriales, publicaciones, modelos, etc., que son los encargados de hacer que las tendencias, los insumos, los protagonistas y las críticas concernientes a la moda, circulen, para que llegue a las personas, ya sea por su interés o porque están ligados. Uno de los más importantes son las ferias de moda, eventos de gran magnitud que albergan a miles de personas en centros de convenciones para mostrar las últimas tendencias, los nuevos nichos de mercado y las nuevas tecnologías referidas a la moda. En Colombia, la feria más importante de moda es Colombiamoda, evento organizado por el Instituto para la Exploración y la Moda (Inexmoda), en la que cada año se encuentran la parte comercial y miles de negociantes e inversionistas que buscan expandir sus negocios en el país y en el mundo. Además, es un buen pretexto para convertirse en un espacio para el análisis académico. El Pabellón del Conocimiento es el espacio en el que se dictan charlas y conferencias gratuitas para integrar especialistas, analistas y estudiantes afines a la moda.
Cada año la feria tiene un tema central específico que permea sus actividades como los estand comerciales, los desfiles y las conferencias, con el fin de trabajar por un mismo objetivo que beneficie no sólo a las marcas de los diseñadores que son ya reconocidas, sino impulsar las nuevas empresas del sector y fortalecer la moda y posicionar el nombre de Colombia con un valor agregado en el mapa de la moda mundial. El tema central de Colombiamoda 2012 fue Sistema Moda, que, según Amparo Velásquez López, directora de la Alianza Inexmoda-UPB, se de-
fine como una mirada sistémica de la moda donde se integran el sector privado y el sector público para profesionalizar y transformar el sector de la moda, con el objetivo de construir un “Sistema País” que sea latente en el ámbito internacional. Este tema surgió después de un viaje que hicieron a Italia, en mayo de 2010, empresarios antioqueños y miembros de instituciones académicas como la Universidad Pontificia Bolivariana y la Colegiatura Colombiana, denominada “Misión Milán”, en la que observaron la dinámica social de la moda cuando se realiza una evento tan grande como lo es la Semana de la Moda en Milán.
Muchos países, además de Italia, Brasil, Francia, Inglaterra y Turquía, tienen esta dinámica holística de la moda, en la que, al realizar una Semana de la Moda, o feria de moda, la ciudad pone a trabajar todos sus sectores. Campesinos, agricultores, empresas de la industria de insumos, comerciantes, ejecutivos, servidores públicos y voluntarios, se ponen en la tarea de cumplir sus funciones para encaminar la ciudad al éxito de la feria.
Este sistema es el que se quiso implementar en Colombiamoda y para eso era necesario hacer un estudio exhaustivo de los ejes involucrados en una feria como la arquitectura, la gastronomía, el turismo, la música, las artes plásticas y visuales, y la publicidad, que tienen como objetivos comunes generar relaciones públicas, fomentar investigaciones, incrementar la propiedad intelectual y mejorar las comunicaciones, entre otros.
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Este sistema tiene como pilar fundamental el “ADN País”, esa identidad cultural que hace que cada “Sistema Moda” sea un proceso similar pero diferenciador el uno del otro, que genera motivación e incrementar el conocimiento y abrir el espectro mental en cuanto a la moda, sin importar si se está en Milán o en Medellín. Por esto, cuando se habla de moda no sólo se está hablando de una indumentaria o una vestimenta diseñada al azar por un diseñador, se habla de un despliegue magno de ciudad que se ve reflejado en las grandes ferias de moda, las que implican conocimiento en distintos saberes, coordinación en cuanto a logística, despliegue tecnológico y científico en la innovación requerida y sentido de pertenencia que va alimentando cada vez más la cultura de cada ciudad con ejes transversales como la comunicación y la moda.
Todos los entes públicos hacen lo necesario para garantizar la seguridad de los visitantes y participantes y los entes privados invierten mucho más de lo que es requerido para innovar, sorprender y fomentar un trabajo de ciudad articulado como un sistema gigante de moda.
El ADN País
En la observación que se hizo en Misión Milán, se identificaron los valores agregados que se resaltaban de la propia identidad de la ciudad y del país. No sólo se juntaban los agentes correspondientes
En Colombiamoda 2012 se trabajó el concepto de Sistema Moda que pretende integrar los sectores agrícola, industrial, comercial y público, que están ligados a la industria de la moda. Foto: Hebert Rodríguez García.
Jardín, pueblo patrimonio de Colombia Sebastián Trujillo Osorio sebastros@gmail.com
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La Red de Pueblos Patrimonio de Colombia, constituida actualmente por diez municipios, joyas arquitectónicas e históricas de todos los rincones del país, contará próximamente con un nuevo integrante: Jardín, municipio ubicado en el suroeste antioqueño. El anuncio fue hecho por el ministro de Comercio, Industria y Turismo, Sergio Díaz-Granados, durante su intervención en el “XXV Encuentro de dirigentes del suroeste antioqueño”, evento que se realizó en el municipio de Betulia. “Esto significa que Jardín contará ahora con una actividad especial de promoción, tanto dentro como fuera del país, y será objeto de una inversión de $1.500 millones para adelantar obras en el casco urbano, con el fin de hacerlo aún más atractivo”, señaló el ministro Díaz-Granados. Jardín será el segundo municipio del Departamento que hará parte de la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia junto a Santa Fe de Antioquia.
Según cifras del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, en lo corrido del año, 160.000 extranjeros y 800.000 mil colombianos visitaron el departamento de Antioquia. Los 23 municipios del suroeste antioqueño buscan consolidarse como destino cafetero para atraer turistas en busca del Paisaje cultural cafetero, reconocido por la Unesco como patrimonio de la humanidad. La Red de Pueblos Patrimonio de Colombia está conformada por Lorica (Córdoba), Mompox (Bolívar), Honda (Tolima), Santa Fe de Antioquia (Antioquia), Monguí y Villa de Leyva (Boyacá), Girón y Barichara (Santander), Salamina (Caldas) y Playa de Belén (Norte de Santander). Según Óscar Rueda García, viceministro de Turismo, los nuevos municipios que harán parte de la Red se anunciarán oficialmente en octubre, pues además se busca que Jericó también esté en la lista de posibles integrantes. Para conocer más sobre la Red de Pueblos Patrimonio puede visitar el sitio web: www.pueblospatrimoniodecolombia.travel