ISSN 1909-650X
No.
Facultad de Comunicación Social-Periodismo UPB - Medellín, septiembre de 2012
En la Registraduría: ¿Actuaciones ilegales o falta de control ciudadano? Pág. 5
¿Usted es ciudadano de una “Patria” o de una “Nación”? Págs. 8 y 9
98 “papitas” en cinco horas
Museo de ciencias naturales, un proyecto cultural. Pág. 14
Págs. 10 y 11
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Foto: Hebert Rodríguez
Imagina que llega un día en el que la humanidad es respetada “La verdad puede ser una, las interpretaciones, múltiples. Así pasa con Heródoto”. (BURROW, John. Historia de las historias. De Heródoto al siglo XX. Crítica. Barcelona, 2009).
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Una tierra santa, de horizontes infinitos, de la que dicen los libros sagrados que en ella Dios creó al hombre, justo entre dos ríos, la Mesopotamia de climas benignos, Ramón Arturo Maya Gualdrón soles dorados, aires secos y aguas abunramon.maya@upb.edu.co dantes, cruce de caminos de estilizados dromedarios que llevaban riquezas inimaginables, pertenecientes a culturas maravillosas, cuyo recuerdo se pierde en la niebla de la más remota antigüedad. Entre el Tigris y el Éufrates, Irak, el jardín de las delicias, hoy azotado sin misericordia por la ambición de señores poderosos que con sus soldados, tanques y máquinas de muerte lo han devastado. Ya no es más el paraíso, ahora es el infierno. El pecado de esa tierra no es servir a su Dios, es tener petróleo, sustancia que es poder para los grandes estados industrializados, aquellos que desde el siglo XIX están metidos allí. Pero el problema estalló solo a comienzos de los años 70, con la crisis petrolera, que se agravó por la Guerra del Yom Kippur y la Guerra de Vietnam, acontecimientos enmarcados en la amenaza de destrucción total, la Guerra Fría. Ese caótico mundo fue el que llevó a Lennon, el beatle que cayó asesinado en Nueva York, a crear la utópica Imagine: “Imagina que no hay países. No es difícil hacerlo. Nada por lo que matar o morir. Ni religiones tampoco. Imagina a toda la gente viviendo la vida en paz”. Por la tendencia de los acontecimientos, hoy nos es casi imposible entender esas palabras, como nos es casi imposible ponernos en el lugar de seres humanos que viven en otra cultura. Y así ha sido por siglos en Occidente, como lo muestra Raymond Aron: “Para Hegel hay tres clases de historia: la ‘de origen’, la ‘historia reflexionada’ y la ‘historia filosófica’. La primera se reconoce porque en ella hay una comunidad de cultura entre el sujeto que narra y el objeto de su relato; el caso es el de los historiadores griegos antiguos, Heródoto o Tucídides. En ella los actos se transforman en una obra de representación. El diálogo entre culturas queda excluido” (Tomado de Raymond Aron, en Lecciones sobre la historia. Cursos del Collège de France. Fondo de Cultura Económica. México. Página 121). Urgentemente necesitamos “historia reflexionada” e “historia filosófica”. Los ciudadanos están consumiendo una información que se aleja de la realidad. El poderoso marketing editorial norteamericano impone obras que minan seriamente las relaciones humanas abiertas y pacíficas, como la de Samuel P. Huntington, a la que se le puede aplicar una expresión del historiador Josep Fontana, que se refiere a aquellos que al ser poco talentosos para desentrañar textos filosóficos valiosos, cuando logran meter el diente a algo, entonces lo declaran la más grande obra del talento humano. Desde los Estados Unidos nos viene también la argumentación de Michael Klare, investigador que en una entrevista llamada “La nueva geopolítica” dice refiriéndose al Medio Oriente:
“Creo que estamos en los comienzos de una nueva Guerra Fría en el centro sur de Eurasia, con muchas posibilidades para crisis y explosiones, pues en ninguna otra parte del mundo están Rusia y China tan directamente comprometidas y apoyando grupos y regímenes que se oponen a Estados Unidos Aún en el clímax de la Guerra Fría, nunca hubo algo comparable a esto. Las tropas americanas se quedarán ahí por largo tiempo, con un alto riesgo de violentos encuentros y el potencial de grandes sufrimientos humanos. ¡Pareciera entonces que el movimiento por la paz internacional y en Estados Unidos tiene por delante bastante trabajo!” (Trad. F. García para Globalización, Revista de Economía, Sociedad y Cultura). Es preocupante el rumbo que van tomando los acontecimientos en esa región, Israel, Palestina, Siria, Irán, Afganistán y Paquistán, y, paradójicamente, es más preocupante aún la fanática manera en la que muchos supuestos expertos hacen sus análisis, pues caen en el mismo maniqueísmo de siempre: explicar en un simplismo descarado, que desafortunadamente no parece perder vigencia, los acontecimientos entre buenos y malos, ocultando que lo que allí pasa es una cruenta guerra producida por la ambición desmedida, de todas las potencias, que al mismo tiempo crean un caos informativo y ponen en marcha un montón de estrategias para desorientar la opinión pública mundial, nada diferente a como ocurrió en el pasado cuando titulares de una prensa entregada al régimen de Adolfo Hitler, lo reproducían justificando la invasión a Polonia en supuestas agresiones con disparos de artillería por parte del ejército polaco, que, por cierto, era débil e inoperante frente a la máquina de guerra y destrucción de la Alemania nazi. Los intereses chinos en Libia se vieron truncados por los bombardeos de la OTAN, como había ocurrido en Irak, en 2003. Pero no es probable que ese gigante permanezca quieto frente a una agresión contra Irán. China y Rusia han vetado sistemáticamente las propuestas de intervención del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas contra Siria e Irán. Así como los Estados Unidos han bloqueado el propósito palestino de tener un asiento en la Asamblea General de la Naciones Unidas. Todo lo cual ha creado un caos en la región que la ha llenado de sangre y ha facilitado el viaje del petróleo, a buenos precios, hacia el mundo más rico. Pero la tensión aumenta de nivel, como en una nueva guerra fría, ahora es común encontrar notas en la prensa internacional con información como: “Cada vez surgen más señales de la redistribución del poder global en este siglo XXI desde el Atlántico al Pacífico. La última, apunta al creciente músculo del continente asiático. Por primera vez en la historia moderna, el gasto militar asiático será mayor en 2012 al europeo, según anunció el londinense Instituto Internacional para los Estudios Estratégicos. El adelanto se debe principalmente a la militarización asiática, en particular de China”. (http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/03/120307_defensa_asia_europa_gasto_fp.shtml) Como dice el Papa Benedicto XVI, “la violencia no sirve nunca a la humanidad, sino que la deshumaniza”. En definitiva estamos muy lejos de la paz y de un mundo de seres humanos que se respeten y que permitan que los niños crezcan en medio de sus juegos y alegrías y que las mujeres y hombres de paz realicen sus sueños. Los manipuladores poderes de potencias ambiciosas no lo permiten. No está cerca el tiempo en el que la humanidad sea respetada, por eso tiene razón Metallica cuando canta que ese es El día que no llega.
“La violencia no sirve nunca a la humanidad, sino que la deshumaniza”, dice el Papa Benedicto XVI. Foto: Diego Sánchez.
La enseñanza de la tecnología no puede ser el norte de la educación
Lo primero para aclarar es que cuando se habla de educación, no se está haciendo referencia solamente al asunto tradicional de enseñar a leer, escribir y sumar; ni tampoco exclusivamente a la enseñanza de algún oficio y ni siquiera a la sola enseñanza de una ciencia en particular. Aquí cuando se hace referencia al asunto de la educación, lo que se pretende es enfatizar en la cuestión de la formación de personas que no solo adquieran herramientas con las cuales puedan obtener un sustento económico para su propia vida, sino que también adquieran elementos para que vivan una vida que, además, sea útil para la sociedad. Y estos mencionados “elementos” son los que a la postre marcarán la diferencia entre las sociedades. En las últimas décadas se habla mucho en
El perfil del nuevo periodista
El profesor español, periodista y Ph.D. en Periodismo, Santiago Tejedor Calvo, visitó la Universidad Pontificia Bolivariana. Con el estudiante de Comunicación Social-Periodismo, Hebert Rodríguez García, habló sobre ciberperiodismo. Esto es un resumen de lo que piensa sobre el perfil del nuevo periodista. “Sobre el perfil del nuevo periodista hay debates que son constantes, ¿va a desaparecer el papel? Desde que yo era estudiante se viene discutiendo sobre esto y no ha desaparecido aún. Y otro es el tema de qué tienen que saber ahora los periodistas para ser buenos en su trabajo. Se habló mucho tiempo del periodista multimedia y esto se entendió mal. Se dijo que este debía salir a la calle a hacer una noticia, una pieza radiofónica o audiovisual y que también escribiría para el diario online del grupo y para el diario en papel. Eso es mentira, eso no es así porque, primero, los periodistas no son unos superhéroes. Y segundo, porque no se lo van a pagar así. Lo que se quería decir con eso es que el periodista debía ser multiplataforma. ¿Qué significa? Si hoy me toca hacer una pieza audiovisual y mañana una cobertura radiofónica, lo hago. Ahora debe tener la capacidad de trabajar un día para radio, otro día para prensa, otro día para televisión; es decir, conocer todas las disciplinas”.
Colombia de la necesidad de avanzar en el progreso tecnológico y, sobre todo, en la necesidad de capacitar a los jóvenes en el uso de la tecnología. Aceptamos la importancia que esto conlleva en el ambiente de un mundo cada vez más interconectado. Pero lo que no entendemos es que la “educación” esté enfatizando en la enseñanza del uso de la tecnología y al mismo tiempo esté dejando en un segundo plano la enseñanza de los elementos que nos permitirán a todos entender esa tecnología, no como el fin de la vida, sino como simple herramienta que nos debería ayudar a hacer de la vida el fin último de la existencia.
Es que hacer lo uno, no implica dejar de hacer lo otro. Ambos son igualmente importantes. Es aquí donde entran a oponerse el progreso con el desarrollo. Ya sabemos que progreso no es lo mismo que desarrollo. En el primero está implicado todo lo económico y quizá todo lo tecnológico, pero no necesariamente el desarrollo social, en términos de calidad de vida y sobre todo, en términos de calidad humana (en el sentido positivo del concepto). Para algunos responsables de la educación la enseñanza del uso de los avances tecnológicos puede representar el culmen de su tarea, porque tienen como objetivo principal enseñar a hacer, y qué mejor que la tecnología para conseguirlo. Pero no podemos descuidar el asunto fundamental que hay detrás de un ser humano, pues no solo estamos en este mundo para hacer, sino para ser. Para hacer están las máquinas. Para ser estamos los humanos.
Y hoy existe la sensación, cada vez más acentuada, de que una parte de la humanidad se siente más cómoda haciendo y produciendo sin cesar, sin parar, porque la eficacia se mide en términos de cantidad. Y el loco sistema productivo que domina nos obliga
a medir “lo bueno” que somos bajo parámetros de cantidad. De alguna manera el concepto “bueno” está cambiando su contenido: se vacía del sentido moral para llenarse de un sentido de productividad.
Por eso hoy cobra sentido de urgencia que aquellas personas responsables de la educación (familia, sistema educativo y medios masivos de información) tengan claro el norte que como humanidad nos debe guiar: nuestro norte es el desarrollo humano, no el progreso ni económico ni tecnológico; estos dos últimos deben ser medios para conseguir el primero. En este caso el orden de los elementos sí afecta el producto final. Este desarrollo humano tiene que ver con todo aquello que nos hace buenos seres humanos. Y aquí el adjetivo bueno está directamente relacionado con hacer que el modo de vida de los seres humanos sea aquel que no cause dolor ni miedo a los otros (seres vivos), y que a todos los seres vivos se les permita desarrollar sus propias potencialidades y capacidades que, vuelve y juega, sean aquellas que no causen ni miedo ni dolor a otros.
En este sentido, el papel de los contenidos mediáticos es fundamental. Hoy el mayor insumo de la humanidad es la información. Esos mensajes repetidos cientos de veces construyen la realidad. ¿Cuál es el mensaje último de los contenidos mediáticos? Aquí es donde se necesita un emisor completamente responsable del contenido del mensaje y un público crítico capaz de exigir a esos hacedores de contenidos mediáticos (aunque sean empresas de capital privado) que el mensaje último debe propender por el desarrollo de una comunidad en términos de calidad humana y no que el norte sea exclusivamente el progreso, en términos económicos y productivos o en términos tecnológicos.
Caricatura
Mucho se ha dicho que en la educación está la redención de una sociedad, pues el ser humano adquiere así conocimientos y obtiene herramientas para enfrentar la vida. Esa labor es tarea de los adultos: los que educan a sus hijos; los adultos responsables del sistema educativo (el que empieza desde la edad temprana y termina en la universidad) y aquellos otros que tienen a su cargo los contenidos que se transmiten a través de los medios masivos de información.
Rector: Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez / Decana de la Escuela de Ciencias Sociales: Érika Jaillier Castrillón / Director de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo: Juan Fernando Muñoz Uribe / Coordinador del Área de Periodismo: Juan José García Posada / Directora de Contexto: Anacristina Aristizábal / Editores gráficos: Hebert Rodríguez García • Catalina Rodas Quintero • Pablo Monsalve Mesa/ Redactores: Juan David Villa Rodríguez • Manuela Duque Carmona • Juan Pablo Ramírez Martínez • Daniel Fernando Tascón Restrepo • Laura Betancur Alarcón • Mónica Jiménez Ruiz • Laura Bayer • Carolina Bedoya Maya / Foto portada: Hebert Rodríguez García / Diseño y Diagramación: Ana Milena Gómez Correa, Editorial UPB / Impresión: El Mundo / Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social-Periodismo • Dirección: Circular 1a No. 70-01 bloque 7 • Teléfono: 354 45 57 • Correo electrónico: pcontexto@gmail.com • ISSN 1909-650 X
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De nuevo el Cauca en la mira 4
En un país como Colombia, que desde 1991 se declaró multiétnico y pluricultural, es inaceptable que se sigan presenciando actos como aquellos en que los indígenas del Cauca sacaron a empujones a los miembros de las Fuerzas Militares que custodiaban el cerro Berlín, en las inmediaciones del municipio de Toribío.
Estos hechos dejan en claro, que aunque somos un país con diferentes etnias y culturas, seguimos divididos y no hemos logrado generar diálogos efectivos que lleven a acciones permanentes en contra del verdadero enemigo: la guerrilla.
Carolina Betti Schmid carolinabs_26@hotmail.com Esa guerrilla, que junto con diversos grupos armados
como las llamadas “Bacrim” o los paramilitares, han azotado al país en todos sus municipios, encontrando como blanco fácil a los más de un millón de indígenas que se encuentran en Colombia, según las cifras del DANE.
Debería ser el Gobierno actual el que se cuestione la labor que se ha hecho con estas comunidades, teniendo en cuenta que en muchas ocasiones se les han violado derechos humanos, atropellando su dignidad; toda una contradicción considerando que Colombia es uno de los Estados que más tratados ha ratificado en esta materia.
Seguir repitiendo el mismo forcejeo entre militares e indígenas, como también sucedió hace cuatro años en el gobierno del presidente Álvaro Uribe, no permitirá que el departamento del Cauca encuentre tranquilidad. Esto sólo seguirá incrementando el creciente conflicto, con cifras de 1.980 indígenas asesinados entre 1998 y 2008 según la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC). Quizá la única solución sería, como dice Gustavo Wilches-Chaux, especialista en gestión del riesgo y gestión ambiental, fortalecer a las autoridades civiles y trabajar conjuntamente contra la guerrilla. El Cauca debería convertirse en un espacio abierto al diálogo, en donde se reconozcan los errores de cada parte y se llegue a acuerdos.
¡Se subió la moda!
En la actualidad hay espectáculos masivos como los Oscar de la Academia o los Grammy, que más que premiar lo mejor de las grandes artes como el cine y la música, se convierten en shows mediáticos donde los personajes más relevantes de la industria del entretenimiento muestran lo mejor de sí, ya sea en cuanto a talento o a personalidad.
Pero la moda no se queda atrás, y ya está a tal punto que ni los mismos Grammy le alcanzan a Jhon Sebastian Vargas Grisales dar la talla cuando se da un evento tan magno jhonva_22@hotmail.com como el baile que celebra la exposición inaugural de primavera del Museo Metropolitano MET de Nueva York, donde además de abrir la exposición “Schiaparelli and Prada: Impossible Conversations” como homenaje a las dos creadoras italianas Elsa Schiaparelli y Miuccia Prada, se remonta a los grandes bailes de las élites neoyorkinas donde se mostraban vestidos espectaculares, que sirven hoy como plataformas para mostrar marcas de moda en ropa y accesorios, y donde se enaltece el nombre de la mujer más poderosa del mundo de la moda: Anna Wintour, responsable de masificar la moda como industria. Con eventos como éste se deja muy en claro que en la actualidad la moda ha cobrado por fin la importancia que se merece, volviendo a posicionarse como una de las industrias económicas y sociales más importantes a nivel mundial.
La moda a través de la historia ha demostrado que es tan importante como cualquier otro arte, y que además de mover sociedades enteras crea identidad generacional, y esto la lleva a establecerse en un lugar privilegiado donde puede llegar a todo el mundo, como la música o el cine, con eventos como la inauguración del MET, que además de incluir a diseñadores, modelos y creadores, alberga a personalidades de la política, la literatura y el entretenimiento.
La encrucijada social
A este punto del gobierno Santos, con poco menos de dos años por delante y con directos opositores; la sociedad colombiana se encuentra divida como en una mala telenovela: entre amores y odios. Este es el tema común; cada comenLaura Zuluaga Borda tario de las persolauriszulu22@hotmail.com nas sobre la realidad del país, surgido de alguna noticia o declaración, deja entrever una confusión muy profunda acerca de cómo se podría calificar la gestión de Juan Manuel Santos como presidente del país.
Sus iniciativas de restitución de tierras, vivienda de interés social y énfasis en la cooperación y relaciones internacionales, han dado mucho de qué hablar. Intentando hacer transparente y participativo su gobierno, ha dado cabida a herramientas como “La urna de cristal” donde aparentemente todos los ciudadanos pueden hacer preguntas y obtener respuestas de los planes y proyectos del gobierno; pero por más fuerza que se le haga a las salidas diplomáticas y al énfasis social de las acciones de Santos, las acciones violentas que cada rato se presentan son el punto de comparación a partir del cual muchos colombianos desearían un tercer período de gobierno para Álvaro Uribe Vélez, quien para muchos es la única salvación para la seguridad del país. Ante esta situación de constante comparación entre ambos gobernantes, ante tantos ataques, trinos y declaraciones, me confieso abiertamente confundida. Como muchos colombianos todavía no me decido a creer que la solución esté en la guerra, que esté en manos de un personaje con grandes carencias como lo es Álvaro Uribe; pero por otro lado veo la gestión de Juan Manuel Santos muy corta en acciones y muy avanzada en tiempo. La sociedad se encuentra en una encrucijada, que no le permite ver más allá de dos opciones latentes, ninguna buena; según parece, solo estos son los “mejores”.
Lo más preocupante de la situación es que los medios no favorecen la opinión pública, no se presentan opciones y el panorama está como muchas veces, polarizado entre quienes apoyan a uno o a otro. La solución se ve planteada en dos escenarios. Según el público no hay más opción y estos argumentos son una clara evidencia de la falta de cultura política en nuestro país. No existe esperanza alguna en otra cara, una joven y renovada que desde nuevas perspectivas y con un claro énfasis en la educación, dé los primeros pasos para lograr los objetivos del país a largo plazo. Soy una fiel creyente de que este tipo de política se logra desde la educación y el cambio está en las manos de los jóvenes que asuman con visión crítica y ganas de trabajar, las riendas de la sociedad confundida e incomprendida.
Trámites en la Registraduría Nacional del Estado Civil
¿Actuaciones ilegales o falta de control ciudadano? Carolina Campuzano Baena karo_k911b@hotmail.com
En promedio, en cada sede de las registradurías auxiliares y especiales de la ciudad, así como en algunas del Área Metropolitana se atienden 1.750 trámites por día; sin embargo, conseguir una cita sigue siendo complicado.
“Ármese de paciencia, ahórrese rabias, pague o váyase para otro municipio, porque sacar cédula en Medellín no es tan sencillo”, son las palabras que dicen, a modo de consejo, las personas que ya han pasado por el deber de hacer trámites legales y buscar durante días cómo poder agendar una cita en la sede central de la Registraduría de la ciudad o en algunas de las auxiliares. La dificultad de gestionar papeles ante las registradurías en Medellín no es desconocida. Juan Guillermo Jaramillo Díaz, ex magistrado del área penal del Tribunal Superior de Justicia de Medellín, recuerda: “En los 20 años que trabajé en esa área, despaché miles de demandas contra la Registraduría, básicamente por la demora para la expedición de la cédula o el duplicado. La Registraduría es una entidad totalmente desorganizada”. Antes de marzo del año 2011, los ciudadanos perdían el tiempo haciendo filas para sacar sus documentos, ahora el tiempo se pierde porque cuando se trata de pedir una cita todos los cupos están colmados a pesar de la instauración de un sistema de agendamiento web realizado por la Registraduría Nacional del Estado Civil. Otro de los sistemas implementados es la línea telefónica única de atención, instalada por la Delegación Departamental, que cuenta con 30 canales. Es un sistema IVR (Interactive Voice Response) de audio-respuesta que agenda las citas automáticamente. Sin embargo, aunque en la diversas registradurías de la ciudad se agendan en promedio 600 citas diarias, éstas se colman a las nueve de la mañana o antes. “Siempre que uno llama una grabación contesta que todas las citas han sido asignadas, y que se debe intentar el próximo día hábil”, recuerda Andrés Felipe Restrepo, un universitario que intentó durante quince días pedir la cita por teléfono a la Registraduría de Belén. Es así como, aunque ha mejorado, esta entidad sigue teniendo métodos obsoletos y procedimientos
arcaicos, según Juan Guillermo Jaramillo. Ante esa situación, algunas personas que llegan a la mayoría de edad y necesitan obtener sus documentos, optan por acudir a alguno de los individuos que se ubican a las afueras de cualesquiera de las siete registradurías auxiliares que hay en el Área Metropolitana (Belén, La América, Castilla, El Bosque, Bello, Envigado e Itagüí), quienes hacen de tramitadores, y por conseguir una cita, cobran desde $10.000 hasta $20.000. El artículo 3 del Decreto 1260 de 1970 de Colombia consagra que: “Toda persona tiene derecho a su individualidad, y por consiguiente, al nombre que por ley le corresponde. El nombre comprende, el nombre, los apellidos, y en su caso, el seudónimo”. Se supone que es el Estado el encargado de crear una estructura eficiente para que todos los ciudadanos puedan oficializar su nombre en el documento de identidad; sin embargo, según el ex magistrado Jaramillo, los ciudadanos acuden a los tramitadores por la ineptitud estatal que no les cumple con sus derechos a la identificación lo cual les genera inconvenientes bancarios o en los trámites ante las embajadas.
Tramitadores en acción
Son las nueve y media de la mañana, el delegado departamental de la Registraduría en Antioquia, Adolfo Rafael Fernández Laguna, dentro de su jornada laboral, sube las escalas que dan a las oficinas de la Registraduría Especial de Medellín, ubicadas en las Torres de Bomboná. Tras él un hombre y una mujer gritan: “A la orden amigo, necesita la cita pa’ la cédula, la foto, el RH”. El registrador sigue indiferente y reconoce que afuera de las oficinas hay por lo menos 20 tramitadores, personas que hacen de intermediarios para conseguir las citas a quienes necesiten sacar documentos como la Tarjeta de Identidad o la Cédula de Ciudadanía, trámites que, según Fernández, no tienen ningún costo. Pero, si bien los particulares se están lucrando con la prestación de un servicio que es gratis y que atiende la Registraduría en cumplimiento de sus funciones como entidad del Estado (según lo consagra el artículo 17 de la ley 84 de 1993: “La expedición de la cédula de ciudadanía y un primer duplicado corren en su totalidad a cargo del Estado y sin costo alguno para el ciudadano”), el Código Penal no considera como un delito el ofrecimiento de los servicios por parte de esos particulares. Es una conducta punible cuando un funcionario público comete cohecho (aceptar un beneficio por hacer o no su trabajo) o concusión (si un empleado exige a un ciudadano un pago por realizar sus funciones) y cuando la expedición del documento se hace estafando al solicitante o falseando un documento público, asevera el exmagistrado. Según el registrador delegado, los tramitadores se lucran haciendo lo mismo que un ciudadano podría hacer llamando desde su casa; pero varios relatos, entre ellos los de dos estudiantes de la Universidad Pontificia Bolivariana, El año anterior se realizaron aproximadamente 260.000 registros de cédula, testifican que dentro de la 39.151 de nacimiento, 28.892 de matrimonio, 5.938 de defunción y 178.197 Registraduría hay trabajade Tarjetas de identidad. Foto Catalina Rodas Quintero.
La actuación de los tramitadores civiles (de delantal blanco) no es ilegal. El delito se configuraría cuando el personal de la Registraduría recibe algún dinero para agilizar un trámite. Foto Catalina Rodas Quintero.
dores involucrados que reciben dinero y sacan la cita. “Sacar la cédula fue muy difícil, nunca contestaban; mi familia y yo llamamos a diferentes horas. Entonces en la familia tenemos una pariente que es abogada, y ella dijo que nos podía conseguir la cita porque tenía el contacto dentro de la Registraduría a quien tuvimos que pagarle $20.000”, cuenta una de las estudiantes. Respecto a estas afirmaciones, el registrador niega que un funcionario público esté ejerciendo esa actividad y repite siempre sobre el asunto que eso es un tema de autocontrol ciudadano y que las personas desinformadas sobre cómo hacer los trámites se dejan enredar. “Dicen que nosotros afuera somos los ilegales y no hay nadie más ilegal que los de adentro. Vaya usted sin plata a ver si le colaboran. En cambio vaya con plata y ahí mismo le ayudan. Yo se lo sostengo en la cara a cualquiera”, reta Mauricio, un vendedor informal que se ubica a las afueras de las Torres de Bomboná y quien pide $20.000 por hacer el trámite. “Si quiere yo la llevo donde el muchacho que la consigue (sic) de una pa’ mañana o pa’l lunes, pero la tiene que dejar cancelada, le cobra $10.000. Él lo que hace es meter todos sus datos y ahí queda en el sistema de la Registraduría”, dice Ana, otra de las tramitadoras. Ahora bien, frente a la imposibilidad de conseguir las citas telefónicas por estar siempre colmados los cupos en las registradurías de la ciudad, el registrador Fernández opina que eso se debe a que las personas le atribuyen más reconocimiento a las registradurías de la ciudad sin tener en cuenta que en cualesquiera de las 132 ubicadas en los 125 municipios el trámite es igual, demora el mismo tiempo y, además, están más descongestionadas que en Medellín. Según el registrador, con los sistemas que se han implantado, a los cuales se han hecho difusión en los colegios y a través de los medios de comunicación, se redujeron los tramitadores que eran casi 80 y ya no se presentan tantas barreras a los ciudadanos. “Nosotros no podemos hacer nada con los tramitadores, es como cuando usted está en un cine y una persona se le cuela. Ahora se han implementado los sistemas con los que se ha contrarrestado la tramitología”. No obstante, las intermediaciones irregulares siguen viéndose en las afueras de la Registraduría.
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En Colombia existen por lo menos cinco organizaciones estudiantiles de carácter nacional que son importantes: la FUN Comisiones, OCE, FEU, ACEU e Identidad.
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Consejos Estudiantiles en Colombia
Sara Melina Vásquez Ochoa sarisvo11@hotmail.com
Las protestas, movilizaciones, enfrentamientos y demás situaciones que generó el movimiento estudiantil desde los años 30 finalmente se canalizaron a través del Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos.
Son muchos los movimientos, grupos y alianzas estudiantiles que se han generado en Colombia por medio de los múltiples acontecimientos, esencialmente de carácter político, que llevaron al pueblo y a los jóvenes a batallar por sus derechos y sostener una lucha con el objetivo de lograr un país más justo y una inclusión que verdaderamente adquiriera poder de decisión. Para entender la estructura y el funcionamiento de los consejos estudiantiles en Colombia es importante tener claro que existe una gran diferencia entre los consejos estudiantiles en los colegios y en las universidades, pero sobre todo que la dinámica de los mismos en las universidades públicas y en las privadas desde su creación, ha sido completamente distinta.
En nuestro país la conformación de los Gobiernos Escolares se encuentra direccionada bajo la Ley 115 de 1994. Como parte fundamental del Gobierno Escolar existen los consejos estudiantiles, creados con el objetivo de lograr una forma de participación activa y significativa de los estudiantes en las decisiones y acciones de cada institución. Contraria a la situación en los colegios, dentro de los estatutos colombianos no existe ningún documento que obligue o direccione a las universidades ni públicas ni privadas a abrir espacios para la creación de consejos estudiantiles, a pesar de esto, esta forma de participación estudiantil está vigente, sobre todo en las universidades privadas. En este tipo de instituciones existe una particularidad, según Edwin Villamil, historiador de la Universidad de Antioquia, “los consejos estudiantiles
que se establecen en las universidades privadas siempre han sido de carácter institucional, esto con el objetivo de canalizar o de alguna u otra manera contrarrestar las formas organizativas de los alumnos. En otros casos muy excepcionales como la Universidad Libre de Bogotá los consejos han sido parte de la lucha de los mismos estudiantes”. En las universidades públicas por el contrario ya no existen los consejos estudiantiles, o por lo menos no de la manera en la que estos fueron concebidos ni con la estructura y organización que tenían en los años 70 especialmente, época en la que se dio la manifestación estudiantil más importante en la historia del país y que sólo puede ser comparada con las protestas y movilizaciones que se llevaron a cabo en el año 2010 como negativa a las reformas que se pretendían hacer a la Ley 30.
En nuestro contexto lo que queda de esos consejos que se crearon alguna vez son otras formas de organización y representación como las Oficinas Estudiantiles, las Organizaciones Políticas Estudiantiles, las Asambleas de Facultad y las Asambleas Generales de Estudiantes. Estatutariamente en las instituciones de educación superior de nuestro país no se pueden encontrar consejos estudiantiles, en las universidades públicas por ejemplo lo que está reglamentado son los representantes de facultad, un Consejo Superior y un Consejo Académico. En el presente, en la Universidad Nacional funciona el Comité Nacional de Representantes Estudiantiles que es lo más parecido en las universidades públicas a los consejos estudiantiles de las universidades privadas.
Conformación de los consejos estudiantiles en las universidades
La conformación de los consejos estudiantiles se da gracias a los movimientos estudiantiles que surgieron desde los años 30 del siglo XX para hacerle múltiples exigencias al Gobierno. Algunas de las peticiones más trascendentales fueron la democracia y que los contenidos académicos estuvieran acordes con las necesidades del país y no con los modelos impuestos desde el exterior.
De acuerdo con Edwin Villamil, uno de los antecedentes más importantes que tienen los movimientos estudiantiles es la Federación Universitaria Nacional (FUN), que fue la expresión organizativa más importante del estudiantado colombiano en términos gremiales.
Es fundamental tener en cuenta que la representación del estudiantado se materializa en dos tipos de expresiones: las de tipo gremial y las de tipo político.
Foto Catalina Rodas Quintero.
Un ejemplo de una organización política de estudiantes es la Juventud Comunista que responde a la lógica del Partido Comunista. Esta organización hace presencia en las universidades pero corresponde a una lógica y a una línea política específica. Tal situación también sucede con la Juventud Pa-
triótica que responde a las lógicas del MOIR.
Por su parte la expresión más clara de una organización gremial de estudiantes son o fueron los consejos estudiantiles en las universidades públicas.
Las discusiones gremiales son inherentes únicamente a lo que les puede interesar en la vida universitaria a los estudiantes. Por ejemplo la reforma a la Ley 30 le interesa al conjunto de los estudiantes, es una temática que pertenece a todo el gremio, mientras que las organizaciones políticas pueden hacer trabajos gremiales que abarcan un “campo de acción” más amplio y todo lo que tiene que ver con los temas políticos, es decir, que va más allá de lo que le puede interesar a los estudiantes de una universidad. Este no es el tipo de organización predominante es las universidades públicas; esos consejos estudiantiles son muy pocos, no son la constante; además, la apuesta por lo gremial no es muy fuerte actualmente.
El consejo estudiantil de la Universidad de Antioquia, por ejemplo, en los años 80 estaba conformado de la siguiente forma: había un proceso de votaciones para participar, en las elecciones se presentaba gente de todas las vertientes, los consejos tenían un tipo de estructura que daba un número de cargos determinados. De esa manera se representaban los estudiantes de todas las facultades, elegidos por sus mismos compañeros. El hecho de que fuera gremial no implicaba que no estuviera politizado, o no hubiera presencia de las organizaciones políticas ya que siempre la había; lo que pasaba era que en los consejos normalmente se daban discusiones inseparables a lo académico, a lo universitario, a las reformas académicas, a condiciones particulares de las facultades, a situaciones gremiales que le interesaban al conjunto del gremio. Las protestas, movilizaciones, enfrentamientos y demás situaciones que generó el movimiento estudiantil desde los años 30 finalmente se canalizó a través del Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos, un documento de dos páginas redactado en la ciudad de Palmira en marzo de 1971 por estudiantes de 42 universidades, el cual contiene seis puntos en los que se propone una idea de lo que debería ser una universidad colombiana. En el presente sigue existiendo el documento pero con pequeñas variaciones. Realidad que refleja la opinión de Jorge Gómez, Diputado de Antioquia y participante de los movimientos estudiantiles durante la década del 70, cuando dice que “las razones por las que peleábamos hace 50 años siguen siendo las mismas que ahora”.
La incidencia de la izquierda en los movimientos estudiantiles a mediados de los años 60 y 70 fue fundamental ya que la concepción como tal y la propuesta de los consejos estudiantiles como forma de participación y de control ante los directivos fue indiscutiblemente suya, lo que no quiere decir que los demás partidos no hayan estado presentes en el proceso. Respecto a los otros partidos políticos del momento como los partidos tradicionales, está claro que hubo presencia. Esta participación en general no fue muy visible ya que los partidos no dieron un
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Foto Catalina Rodas Quintero.
apoyo de manera grupal, es decir, a través de toda la colectividad y de forma directa; sino que dentro de las diferentes vertientes como la conservadora y la liberal se destacaron algunos dirigentes que apoyaron e impulsaron propuestas.
Un ejemplo de representación diferente a la de los movimientos de izquierda fue la de Jesús María Ovalle, militante del Partido Conservador y Defensor de Derechos Humanos, asesinado en 1999. Fue presidente del Consejo Superior Estudiantil de la Universidad de Antioquia en 1972 y compartió la dirección con un representante del MOIR.
Conservadores y liberales participaron en consejos estudiantiles, fueron presidentes, los apoyaron, fueron elegidos porque eran buenos dirigentes pero no fueron líderes en el proceso. Jorge Gómez explica que el movimiento de los años 70 y 71 tuvo dos características fundamentales: fue muy extendido pues logró la participación de colegios como el Liceo Antioqueño y el Marco Fidel Suárez y también el de algunas universidades de carácter privado como la Medellín y la UPB. Además causó impacto en diferentes sectores sociales como los barrios donde algunos grupos de estudiantes hablaban de lo que estaba ocurriendo y les explicaban a las personas sobre qué se trataba el movimiento.
Situación actual de los Consejos Estudiantiles
Hoy en Colombia existen por lo menos cinco organizaciones políticas de carácter nacional que son
Foto Catalina Rodas Quintero.
importantes: la FUN Comisiones, OCE, FEU, ACEU e Identidad. También existe la MANE (Mesa Amplia Nacional Estudiantil), un espacio gremial que tiene 25 representantes que fueron elegidos en las diferentes universidades de todo el país; dentro de esos representantes hay personas que pertenecen a organizaciones políticas de distintas corrientes. Este grupo de representantes estudiantiles conforma la expresión organizativa gremial más importante en Colombia. La realidad que se ve en nuestro contexto universitario según Edwin Villamil es que “los consejos estudiantiles han perdido importancia en el estudiantado de las universidades; hoy no son mecanismos centrales en las discusiones. Existen otras formas que son más importantes como las Asambleas de Facultad”.
Son muchas las razones que han podido generar la desaparición de mecanismos que tuvieron tanta aceptación en algún momento. El cambio de contexto, de generaciones, un momento histórico diferente. Un punto importante que responde a la extinción de estos, resalta Felipe Agudelo, estudiante de último semestre de Comunicación Social-Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana y ex representante estudiantil del Consejo de Facultad de la misma, es que “son muchas las personas que desconocen o que no tienen mayor claridad sobre la creación, estructuración y alcance de los consejos de estudiantes o de las otras formas de participación que existen en los colegios como la personería y la reciente contraloría, la cual fue pactada por el Concejo de Medellín en el año 2010”.
Para Mauricio Archila Neira, Licenciado en Filosofía y Letras e historiador “los movimientos estudiantiles tienen oscilaciones permanentes y cambian de generación constantemente, porque se renuevan muy rápido debido a que el ciclo de vida estudiantil es muy corto, de cinco a diez años máximo”, lo que genera que a veces se pierda el legado, que el acumulado histórico se vaya por la borda pues no queda quien vincule esa forma de pensar y de accionar que acaba de salir. “Por esto, los consejos le interesaron a unas generaciones y a otras no”. Al respecto, el historiador Villamil expresa que “los consejos perdieron relevancia porque no tenían representación en muchos casos o perdían legitimidad. La institución o la contraparte, las directivas, no le reconocían como interlocutor válido”.
Un reflejo de lo anterior es el ejemplo de lo que sucede en el Consejo Directivo de la Universidad de Antioquia: son 27 directivos con voz y voto, un profesor y un estudiante. Es aquí donde muchos pueden preguntarse ¿qué grado de representación pueden tener los estudiantes frente a 27 directivos?
Casos como este fueron los que dieron pie a que en el año 2005 a través de la Asamblea de la propia universidad se determinara que no iban a elegir representantes ni en el Consejo Académico ni en el Consejo Superior porque no sentían apoyo y por la desigualdad de la proporción en la participación y toma de decisiones. Tal es la desmotivación de los estudiantes que algunas facultades de esta universidad ni siquiera tienen representantes de carrera porque entienden que tampoco existen equipos de trabajo que respalden su gestión.
La pérdida paulatina del interés de los estudiantes por organizarse, no por discutir, es un elemento principal, Gómez y Villamil coinciden en que “las movilizaciones del año pasado demuestran una inclinación importante frente a deliberar asuntos del gremio como la reforma a la Ley 30, pero el proceso organizativo de la gente hoy día se ha venido canalizando a través de las organizaciones políticas más que en las organizaciones gremiales ya que se ha generalizado una idea anarquista dentro de los estudiantes pues al parecer estos ya no quieren tener una representación ni una cabeza visible, algunos creen que nadie es digno de defenderlos y todos deben salir a marchar y a exigir”.
Para algunos colombianos la patria es una idea que suena poco cotidiana, un asunto que solo les interesa a políticos y a militares. ¿Será así? ¿Es un concepto obsoleto? Esta fue la pregunta que se hizo Daniel Tascón y que lo llevó a emprender su propia investigación.
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¿Ciudadano de “Patria” o de “Nación”? Daniel Fernando Tascón Restrepo danieltascon11@gmail.com
La #LibertadDeUblime fue tendencia en Twitter durante varios días. Shakira se equivocó en su interpretación del Himno Nacional de Colombia en el acto de apertura de la IV Cumbre de las Américas en Cartagena. A la artista le sobrevinieron un sinnúmero de críticas. La mayoría cuestionaba cómo era posible que una de las cantantes colombianas más importantes en la actualidad errara interpretando el Himno oficial de su país.
Esas críticas pueden interpretarse como que a la mayoría de los colombianos les ofendió que uno de sus símbolos patrios hubiera sido mancillado en un evento internacional. A raíz de todo esto me pregunté, ¿qué tan importante es para los colombianos de hoy la patria a la que le escribió el entonces presidente Rafael Núñez hace más de un siglo?
¿Qué significa teóricamente este concepto cotidiano proveniente de la Edad Media y del latín patris (tierra paterna), que pretende evocar los orígenes de una persona? Mis primeras pesquisas me llevaron a entender que los sentimientos patrióticos provienen del amor al lugar de nacimiento, en el que está cons-
truida la identidad cultural de un grupo humano. Es una idea emotiva que exalta tradiciones culturales, históricas y fe religiosa de los habitantes de un territorio. Cuando consulté a un experto en Ciencia Política, como Adolfo Maya, docente de Eafit, empecé a entender que este concepto tiene un alto contenido ideológico y que es usado por las elites del poder para lograr la movilización popular en torno a sus intereses políticos. La “Patria” es, por ejemplo, cuando un grupo de personas que nacieron en el mismo territorio geográfico, tienen referentes culturales comunes. En este concepto solo se reconoce a aquellos con quienes se comparten las mismas tradiciones o creencias.
El hombre es un ser emocional, que puede decidir a quién querer y respetar. Incluso el docente de la UPB, Carlos Londoño, me aseguró que el término patria “tiene sentido desde los afectos y no desde la razón”. Y esto lo apoya el abogado español Manuel Ossorio y Florit en su diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, en la edición de 1981, cuando define que el concepto “Patria” ofrece un contenido sentimental, pero no jurídico, pues este contenido jurídico está presente en los términos “Estado, Nación y Ciudadanía”. Generalmente un ser humano considera de su misma patria a aquel que nació en su espacio socio-cultural, comparte las mismas tradiciones, la forma de entender el mundo y el mismo lenguaje. Se supone que el sentimiento es visible cuando se está dentro de la patria, y que se extrapola cuando se está por fuera de ella.
No ocurre lo mismo con el concepto “Nación”, que podría aglutinar personas con diferentes tradiciones socio-culturales, con sentimientos distintos ocasionados por “Patrias” distintas. El término “Nación” es un concepto racional que surge en la Modernidad y “no entiende” de sentimientos patrióticos, pues ella, la Nación, puede aglutinar personas que no compartan esos mismos sentimientos. En la Nación colombiana, por ejemplo, podría haber gente que siente más como su Patria, a un territorio en la costa Pacífica, en Antioquia o en el Cauca. Por eso voy entendiendo que no se pueden confundir los términos Patria y Nación, como si fueran un concepto similar. El concepto “Nación” implica el sentido de libertad e igualdad con que los humanos nos reconocemos como seres que merecemos mutuo respeto más allá de las creencias y tradiciones, porque éstas tienen un sentido emocional. El respeto por el otro se da porque tenemos igualdad en dignidad humana. Es una construcción de la razón para convivir en paz y que está inmerso en el concepto de “Nación”. La Modernidad, que es la época de la
La patria de una selección de fútbol
Varias personas concuerdan en que el patriotismo de los colombianos depende de los triunfos de la selección Colombia. “No podemos hacer patria solo cuando gana la ‘Decepción Colombia’”, suboficial del Ejército Nacional, Carlos Montoya.
“Las emociones patrióticas contradicen los deberes ciudadanos. Gritamos ‘¡viva Colombia!’ cuando la selección de fútbol triunfa, sin importar si nos pasamos un semáforo en rojo, evadimos impuestos o irrespetamos el espacio público”, docente Carlos Londoño. “Para muchos murió la patria el día que eliminaron a Colombia del mundial de fútbol de 1994”, estudiante Sebastián Ramírez.
Foto Pablo Andrés Monsalve Mesa.
“La percepción de patriotismo se ha visto reducida a celebrar un triunfo de la selección Colombia de fútbol”, estudiante Daniel Echeverri.
razón, habla de ciudadanos pertenecientes a una misma Nación con iguales derechos garantizados en una Constitución. Por eso el concepto “Patria” no conlleva elementos de corte jurídico. Entonces entiendo que la emoción no garantiza la ciudadanía, pero los derechos y los compromisos sociales sí lo hacen. Por eso para el profesor Londoño en el concepto “Patria cabe todo el mundo”, cuando sentimos que “somos colombianos y queremos a Colombia porque sí”. Sin embargo, el amor por el país debería surgir porque tenemos igualdad de derechos y estamos acogidos por la misma Constitución que representa la inclusión de todas las diferencias de la Nación.
Cuando le pregunté al escritor Fernando Vallejo sobre este mismo tema dijo de manera jocosa que la patria es un desastre, “está en manos de los curas y de los políticos”. Pero ya un poco más serio aseguró que es un concepto anticuado, una idea que divide a los hombres. “El ser humano es igual en todas partes, sea en Chile, en Japón o en Zimbabue”. Agrega que “apátrida” es la idea que debería remplazar al concepto patria, porque “el planeta es la verdadera tierra de todos, mi patria no es Colombia es toda la tierra, son las selvas del África, el desierto del Sahara, la playas de Marbella”. Y entonces entendí que lo que me quiso decir es que no deberíamos vivir atados a un sentimiento de Patria, que finalmente termina por dividir a la humanidad.
Una tierra que se quiere
Después de tener esto claro, me di a la tarea de indagar qué significa para la gente el concepto “Patria”. Y me di cuenta que, como estaba yo antes de esta investigación, algunos también confunden “Patria” con “Nación”; aunque no todos.
Rubén Blades responde cantando que patria es un sentimiento con mirada de viejo, es lo que lleva en el alma todo aquel cuando se aleja. Sonia Restrepo Ortiz dejó su natal Yalí, Antioquia, hace 52 años. En su memoria viven paisajes, amigos y vivencias de su infancia. Con emoción expresa que este municipio del nordeste antioqueño es su patria chica, su “tierra de amigos”. Simbólicamente, un pedacito de ese lugar le pertenece.
Este universitario de 20 años considera que la juventud colombiana ha perdido la esperanza en Colombia, no le interesa el país ni cómo desarrollarlo, “solo importa sobrevivir en este territorio o irse a otro”. Sugiere que en Colombia se menosprecia lo que somos y se valoran más las culturas extranjeras, “lo que nos impide juntarnos a trabajar en equipo para el avance de nuestro país; preferimos hacerlo para otras patrias con sus culturas superiores y ricas de historia”.
En eso último coincide con Daniel Echeverri Martínez, estudiante de Comunicación Social de la Universidad Eafit, quien piensa que los colombianos hemos vivido “una suerte de norteamericanización”, porque “no hemos defendido ampliamente nuestra identidad e independencia cultural de otros países”. “La idea de ser patriota en nuestro país tiende a ser poco cotidiana”, opina Echeverri, porque “los colombianos hemos dejado de creer en las instituciones y no asumimos la responsabilidad en el manejo de un país que nos pertenece a todos y no solo al presidente de la Republica”.
Unidos en las diferencias
Después de esta investigación me doy cuenta de que no es malo amar a la Patria, es humano tener emociones y es válido que se asocie al lugar en que uno nació. Pero eso no nos puede hacer olvidar que somos ciudadanos de una Nación pluriétnica y pluricultural que jurídicamente nos une en las diferencias, y la Constitución nos ve como iguales en dignidad humana.
Por eso es necesario empezar a actuar como habitantes de una Nación que respetan asuntos cotidianos como las normas de tránsito, la vida, etc. Y también que seamos capaces de ejercer una ciudadanía activa que supere la indiferencia política para cuestionar a los funcionarios públicos y exigirles una adecuada representatividad en los cargos para los que fueron elegidos democráticamente.
La patria consiste en que en un “determinado espacio geográfico algunas comunidades humanas unidas generalmente por una lengua, una tradición histórica y ciertas formas económicas comunes, se vinculan para generar un sistema que les permita avanzar a todos”, me explicó el senador Jorge Robledo, y añadió “es el territorio en el que los colombianos nos juntamos para ver cómo salimos adelante”. Me pareció que el senador define la Patria como si fuera la Nación. La patria es lo intangible de un país y que genera unidad entre sus habitantes como su idioma, historia, costumbres e identidad sugiere Laura Montoya Builes estudiante de Comunicación Social-Periodismo de la UPB. Agrega que gracias a este concepto es posible que dos colombianos que se desconocen, al encontrarse en Nueva York, se abracen porque tienen algo en común.
Héroes y además, santos civiles
“¡La patria es para servirle a uno y no uno a la patria!”, afirma el escritor Vallejo y asegura que no tiene sentido morir por la patria. “El hombre se reúne con otros en sociedad para su beneficio no para hacerse matar por ella”. Pero, desde la perspectiva del suboficial del Ejército Nacional, Carlos Montoya, la patria implica comprender que vivimos en comunidad y “tenemos que proteger y garantizar la libertad de cada ciudadano”. Para este colombiano de 25 años y militar desde hace ocho, “el sentido patriótico de un combatiente lo lleva a considerar que morir por su patria es el acto más sublime en la vida de un soldado”.
Cuando le pregunté por el concepto Nación, no dio una respuesta clara. Dijo que la Nación y la Patria pueden ser sinónimos y que la Nación explica el lugar de origen de la gente. Entonces comprendí que él, como soldado, defiende al país no porque tenga clara la razón jurídica de lo que conlleva la idea de Nación, sino desde el sentimiento patriótico. “La libertad es la idea fundamental por la que se lucha en el Ejército, las vías de hecho deben ser el último recurso para protegerla, pero cuando no hay nada más qué hacer es necesario neutralizar a quien amenaza la libertad de la patria”, concluye.
¡“Oh, gloria inmarcesible”, a una Nación en la que sus jóvenes no creen!
“Para muchos jóvenes colombianos “Patria” no es más que otra palabra del diccionario”, afirma Sebastián Ramírez Molina, estudiante de Ingeniería de Sistemas de la Universidad de Antioquia. Su postura la argumenta diciendo que los colombianos sienten una generalizada decepción del país por no haber alcanzado todavía la paz y por la falta de respeto y tolerancia entre los habitantes de nuestro propio territorio.
Foto Pablo Andrés Monsalve Mesa.
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El recorrido de las mujeres con hambre
98 “papitas” en cinco horas Laura Betancur Alarcón laurabeta.alarcon@gmail.com
Pedir comida de tienda en tienda se volvió un rito para algunas mujeres del nororiente de Medellín. Planean rutas, analizan el mercado de las plazas y estudian a sus “públicos”, es decir, a quienes aún dan limosna. 10 Antes de levantarse de la cama deseó que fuera martes, el día del recorrido. Pero era lunes y no tenía con qué preparar el desayuno. En el canasto solo tenía media zanahoria y un guineo para seis platos de sopa.
En la mañana, la situación empeoró: la Plaza de Mercado de Campo Valdés fue cerrada. “Si viera mija, los de aseo encontraron eso bien feo, guliendo (sic) bien maluco. Hasta que no arreglen los puestos de la plaza y no los pongan bien ordenados, no los van a dejar vender. Ni regalarnos a nosotros”, le contó su amiga Diosa. Ese lunes optó por el camino de emergencia: la carrera 30. Consiguió un puñado de frijoles y dos plátanos para pasar el día. A veces “el mercado” no alcanza hasta los martes, a veces le toca improvisar los recorridos, inventar caminos en su oficio de mujer errante.
Despertar
Ahora son las siete de la mañana del martes, en el barrio La Cruz. María Luz Dary Espinoza, Mary para las vecinas y Mery para las que confunden las vocales llama a Lina, su hija; despierta a Steven y a Juliana, sus nietos. A Bryan, todavía no, él estudia en las tardes. A Dayanna sí, la hija de un año de Lina, quien también debe comenzar la jornada. Es día del recorrido.
Sube por las escalinatas embarradas, que esconde la neblina. El empinado trayecto lo recorren otros niños y una vaca que se resbala. La Cruz podría ser cualquier vereda del norte antioqueño, con el frío, los niños de cachetes rojos y las flores. Es un barrio más rural que urbano, que hace 45 años empezó a crecer en una montaña de la zona nororiental de Medellín. Deja en la escuela Pablo Sexto a Juliana, de siete años. Al lado, en un puesto de dulces está Inés Parra, antigua compañera de recorridos. La confitería, que le dio la Alcaldía, el dolor en los brazos y la falta de pasajes fueron las razones por las que Inés dejó de pedir. Como ella, otras mujeres del barrio dejaron las caminatas por las confecciones, los dulces o trabajar en casas de familia.
Según la Fundación Bertha Martínez de Jaramillo un 50% de las 800 familias del sector han sido beneficiadas con la construcción de viviendas y trabajo. Sin embargo, para Mary la gestión de Acción Social, la Parroquia y la Fundación no es suficiente. Por eso sabe que más de 100 mujeres, como ella, siguen recogiendo alimentos. Ella las escucha salir en la madrugada, cuando apenas despierta, sabe que toman calles desconocidas, rutas inexploradas.
Caminar
Sobre la tierra húmeda se dibujan pasos cortos. La falda negra hasta los tobillos y ceñida al cuerpo no deja que el paso sea largo. Viste una blusa azul aguamarina, una pañoleta blanca de bolas del mismo color y un gorro de baño como sombrero. Por debajo de éste rueda una gota de sudor que baja por la nariz hasta caer al piso. Mary lleva en los hombros a su nieta, en la espalda un morral y en la mano dos bolsas aún vacías. Pasa las seis tiendas de la vía principal. No se acerca.
Desde su primer recorrido, hace 10 años, prometió no pedir en su mismo barrio. Fue en el Popular 2, cuando Bertha, una vecina, la convenció: -Vea si no tiene nada para los niños, coja una bolsa y nos vamos. -¿Pa’ dónde? - Pa’ donde todo el mundo. - Y qué digo. -Usted no dice nada, hace la fila. Se mete a un ladito para que le den.
“Uno se achanta, porque qué dirían las mismas amistades que lo han visto vivir en ese barrio: ‘vean a esta de limosnera’”. Aquel miércoles sin plata recogió para un sancocho. Empezó a viajar los lunes y martes a Bello, la Plaza Minorista y a Belén. No trabajó más en casas de familia, por su rostro manchado y sin piel. La nariz, los pómulos y parte del cuello le quedaron en carne viva luego de que un barrito en la punta de la nariz le desprendiera una materia acuosa que le quemó la piel. Hasta hace solo dos meses le diagnosticaron lupus. Mary camina alrededor de cinco horas entre La Cruz en la cima de la montaña nororiental y Moravia. Foto Hebert Rodríguez.
El pelo también se le cayó, por eso necesita el gorro de baño y un sombrero para que no le dé el sol. Sol que a las ocho de la mañana ya aparece en su camino y hace nacer los colores de la torre de luz pintada
en tonos pastel y el mural de Papá Noel en la Curva del Payaso, dos referentes de La Cruz.
Mary observa a “las gordas” de la cuadra de abajo que van con sus morrales negros. “Ésas van para Villa Hermosa, las de allá para Bello. Yo no tengo plata para esa caminada, las que pueden, van. Siempre se van juntas. A mí me gustar ir solo con Lina y Dayanna, no las puedo dejar en la casa”.
Dayanna, su nieta, es una bebé de sonrisa publicitaria. Sabe sonreírles a los tenderos, a los otros niños. No le gusta que su mamá la cargue, prefiere a su abuela. A la abuela Mary, que crió a sus seis nietos, cuando sus hijas los abandonaron. Lina, quien tiene un retraso mental, fue la única que se quedó a su lado. Ella no habla mientras camina, tiene una fijación por la basura. Le gusta disfrazarse con lo que encuentra en bolsas.
Las tres: la madre, la hija y la nieta, se afirman al asfalto reforzando sus talones al piso. La gravedad les hace mover los brazos como si fueran de trapo y sus pasos retumban en los escalones que conducen a la carrera 39, en el sector de Trasmayo, en el barrio Manrique Oriental. La quebrada La Mocha las recibe con las basuras en la esquina y algunos gallos, que como ellas, inician la búsqueda por la comida.
El descenso inicia por la calle 80. La tienda de Alirio Velásquez es la primera en darle alimento. “No fallamos con la limosna, por aquí pasan muchas mujeres, a cada uno le damos lo que se pueda”. Mary permanece parada en la entrada donde un hombre corta unos plátanos, extiende las manos, él le echa cuatro maduros en la bolsa.
No dice gracias, no se despide. Recoger comida es un acto mecánico, como el mismo recorrido. Después de la tienda de Alirio entra a otras cinco sobre la misma calle. Dos papas, tres guineos; cuatro papas, una zanahoria; un plátano y tres limones pequeños; la misma cuota la recibe Lina. La bolsa crece, cuando esté imposible de cargar, la descargará en el bolso. Mary no puede hacer fuerza con la mano derecha. Cinco años atrás, cuando vivía en Villa del Socorro, una bala se le incrustó entre el dedo del corazón y el anular. Por miedo, se trasladó a vivir en La Cruz. Luego vinieron los tratamientos y cuidados, que la dejaron con la mano inmóvil para recoger tanta comida como quisiera.
Ya son las 9 de la mañana, Mary no puede ir con costales y más bolsos como lo hacen otras: la mujer de fucsia al final de la pendiente o las de amarillo que caminan hacia el centro por la carrera cuarenta. Ella debe jugar con las otras variables de su oficio: el día, la compañía y la experiencia. Sabe que no puede bajar los miércoles o viernes. Nadie le daría. Otras veces ha escuchado la excusa de que sólo entregan los martes. Como una organización sin líder ni estructura, entre los tenderos y las mujeres del recorrido pactaron tácitamente que el día para recoger comida es el martes.
Para Camilo Marín Torres, dueño del minimercado Placita la 83: “Eso ha aumentado el número de mujeres. Hace veinte o quince años las veía toda la semana, ahora sólo pasan los martes. Pasan de 80 a 100”.
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Tenderos y caminantes rara vez se dirigen la palabra. Es un acuerdo tácito. Ellos dan, ellas reciben. Foto Hebert Rodríguez.
En una carnicería de la carrera 45 también organizan una caja de huesos para las caminantes. Mary toma dos. Uno tiene en el centro un agujero negro con materia grisácea en su interior, ella se fija en el defecto, pero no se detiene en él y lo echa a la bolsa. Con ese pedazo le dará sabor a una sopa de guineo o a unos fideos con carne.
Recoger
Antes de que Mary llegue a la Plaza de Mercado de Campo Valdés, otras mujeres recogen la ofrenda que organizan los venteros del lugar. Una de ellas, María Maturana lleva un bulto de zanahoria y papa para los próximos quince días. Desplazada y madre cabeza de familia, como la mayoría de caminantes, salió de su casa en Manantiales, a las cinco de la mañana.
María tiene cincuenta años, siete hijos y once nietos, pero parece de treinta, por su figura esbelta. Desde
que llegó de Quibdó en 2007 no ha conseguido el primer trabajo en Medellín. Le faltan cartas de recomendación para trabajar en las casas de familia, le faltan estudios para emplearse en otro oficio. Empezó en los recorridos cuando vivía en el barrio La Cruz, el mismo de Mary. “Todos nos reuníamos y trabajábamos. Nos iba bien. Éramos como 50 bajando desde allá, pero le va mejor a uno solo… ya no se puede bajar en combo”. Lo mismo le pasó a Dioselina Restrepo, la Ñervo como le dicen de cariño, que acaba de descargar su bolso en la entrada de la Plaza. “Si entrábamos todas llegaba el tendero y decía: ‘Es que hoy no, mi amor. Usted vino con mucha gente. Yo tengo una moneda aquí, si llega primero yo se la doy’”. Su estrategia es contraria a la de Mary, baja rápido desde La Cruz hasta Moravia, ese barrio bulloso y de calles planas.
Hacia al medio día el sol les da con más fuerza y Mary piensa en las manchas de su cara, en sus nietos, en su vida “de payaso y Caín”, como ella misma la describe. Ya no espera más y le dice a Lina que cojan el bus para la casa. Le dirá a “el diablo”, el busero más amigo, que la suba por 500 pesos. Al llegar contará el mercado de la semana: 98 papas capiras, 15 zanahorias, 40 guineos, 8 limones y algunos huesos de vaca. Ese día no almorzará porque está cansada, pero el resto de días hará sopa de guineo, único plato de la dieta. El próximo lunes, al parecer, también se despertará sin una sola papa en el canasto y volverá al recorrido.
La Ñervo le enseñó los secretos del oficio a Mary: que en las ferreterías dan monedas, que en las carnicerías hay que esperar con paciencia, que cerca del Jardín Botánico dan espaguetis, que en la Plaza no es necesario tener el ficho para conseguir revuelto, que para este oficio hay que matar la vergüenza, agachar la cabeza y aprender a andar. A las mujeres como ellas, que entran por la puerta de atrás, Luis Emilio Cardona, trabajador de Servicios Generales de la Plaza, las llama hacia el local 219. Allí, él tiene la “ofrenda”: dos arrobas de papas, cuatro racimos de guineos y varios bultos de criollas, zanahorias y limones secos; fue lo que recogió en los pocos locales que abrieron ese martes. Esa es la comida de las 25 mujeres con ficho y de otras veinte, que llegaron en el momento preciso.
Mary no corrió con la misma suerte. A las once, cuando arribó a la Plaza, confirmó sus sospechas: Subsecretaría de Salud Pública había sellado la mayoría de los locales. “El del Mono, el de Javier, el de Henry, el de todos, por sucios, desasiados (sic). Tenían esto vuelto una mierda. Ahora con qué vamos a comer”; y Luis ya había terminado la ofrenda. Recorrió los pasillos una y otra vez como queriendo negar que esa semana el mercado no le iba a alcanzar.
Cada caminante organiza su ruta y establece sus puntos. Es una distribución del mercado de tiendas y carnicerías. Foto Hebert Rodríguez.
A “las gordas”, mujeres de espaldas anchas, senos prominentes y lentes de contacto azules, les fue mejor. Llegaron a la plaza con tres bultos de comida. Diosa y Mary las miraron con envidia, pero sin intención de imitarlas. “A esas les va bien porque tienen sus amiguitos. Les dan 1.000 pesos para que muestren las tetas y se dejen tocar, luego les dan cualesquier (sic) papita. Yo a eso sí no le voy”, dice Mary.
La falta de oportunidades laborales es la principal razón por las que las mujeres se inician en los recorridos. Foto Hebert Rodríguez.
El humanista Juan Sebastián Juan David Villa Rodríguez juanda0812@yahoo.es
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Ocho días antes de presentar el primero de sus libros, Juan Sebastián Fernández Gärtner caminaba entre los estantes de una biblioteca. No es extraño en él: gusta de perderse entre los libros a ver si la fuerza divina del universo le señala uno. Pues aquella vez le señaló el de tapas rojas y medianas con un título de letras doradas y un nombre en igual estilo: Máximo Gorki. Era un libro de cuentos del escritor ruso de finales del siglo XIX y albores del XX, y que incluía uno titulado El lector.
Juan Sebastián Fernández Gärtner nació en Medellín hace 23 años. Presentó su primer libro, Vida querida, el pasado mes de marzo como parte de la Colección Club de Escritores de la Editorial UPB. Más que un escritor, es un humanista: un ser preocupado por las profundidades del espíritu humano.
“Leer ese cuento, justo ocho días antes de la presentación de mi primer libro, fue una manifestación del universo, de Dios. Ese cuento me dejó claro que publicar podría ser un acto de vanidad, y no un logro sino un compromiso”. El 30 de marzo de 2012, viernes, aterrizado por la revelación contundente que le hizo Gorki y asustado como un padre primerizo, presentó su Vida querida. “¿Qué es Vida querida? Un intento, un humilde intento de acercarme a mis amigos. Un relato visceral. Un libro de personajes llenos de la vitalidad que yo no tengo… porque siempre he sido perezoso”. Libro pequeño de relatos honestos de sus recuerdos de la cercana infancia, un resumen profundo de su querida vida.
“Pensaba escribir una hipermeganovela para decir todo lo que en ese momento podía decir. Quería escribir algo que fuera mejor que todo lo que había leído. Quería escribir una Rayuela o un En busca del tiempo perdido. Pero finalmente, y por fortuna, opté por unos relatos muy honestos que venía escribiendo desde mi adolescencia”.
“Preferiría ser pintor, pero no tengo paciencia”
“Ser escritor no es una decisión, es una confirmación diaria. Preferiría ser pintor, pero no tengo la paciencia que la creación pictórica exige… es más cómodo sentarse con un diccionario, unas hojas y un lapicero que esperar el momento en que la luz sea adecuada para trabajar sobre el lienzo, el cual previamente debí haber preparado, con pinturas cuidadosamente seleccionadas. Además, crear es un riesgo que asumido de manera literaria es más barato que a través de la pintura. De todas maneras, no distingo entre la literatura, la pintura o la música: todas me sirven para canalizar lo que pienso del universo”.
“Antes que escritor, prefiero ser un humanista: un hombre que contemple el mundo, que contemple la naturaleza, ese lienzo que Dios, el principal autor, nos da para pintar. Y el dinero no me preocupa: creo en la austeridad, sobre todo en estos tiempos en que la gente se hipoteca para definirse”. Ha leído todo cuanto ha podido. Carga siempre en su mochila un libro
Foto Mauricio Trujillo.
que muestra entusiasta como si fuere un tesoro recién descubierto. Cuando lo saca y lo enseña emocionado lo resume en tres frases sabias que le quedan retumbando a uno por dos o tres días más.
“(…) Ahora estoy leyendo a Foucault: me gusta su manera neutral y descriptiva… así deberían escribir los periodistas”.
“Mis influencias son tantas…de la música, que también influye en lo que escribo, te podría hablar de… Claude Debussy (Claro de luna y Arabesque) Piero, el cantante argentino, que me recuerda la calma de mis padres. Bandas como Los Fabulosos Cadillacs, Los Árboles o Bajo Tierra”.
“Pero también me influyó mucho la tragedia nuclear de Chernobil: ver la impotencia humana, ver al ser humano incapaz de controlar sus propias creaciones. Lo mismo sentí ante la tragedia de Fukushima: me
Tanta sabiduría, tanta preocupación por las profundidades del espíritu humano no podrían acumularse en sus escasos 23 años: es como si recordara los hechos de sus vidas pasadas.
asusta saber que la contaminación producida allí llegará a América en 2014. Es el descontrol humano”.
La música y la vida
Toca bajo y guitarra. Él, su hermano Federico y un par de amigos más se juntan todos los días para hacer música. “Nos reunimos, cerramos todo para invocar espíritus. Una guitarra invoca espíritus. La banda no tiene un nombre todavía. Ahora lo que queremos hacer es grabar porque es necesario para sentirnos seguros: si criticamos lo que se hace, estamos obligados a mostrar lo que hacemos nosotros”. Lo más cercano a su felicidad está ahí: en el arte, “que es el estado natural del ser humano. Aunque, en realidad, para uno ser feliz debería irse al campo… porque la tierra alcahuetea: te da todo lo necesario. Pero yo no aguanto el campo: no aguanto su silencio, no me dejan en paz los ruidos de la noche”. Ese mismo campo amarró a sus antepasados alemanes que vinieron a vacacionar a las montañas colombianas hace más de noventa años y se quedaron porque entendieron “que la naturaleza alcahueteaba y daba permiso para la actividad intelectual, que el campo se podía sostener a sí mismo, que en las ciudades no estaba el futuro”. De ellos nació Juan Sebastián y su humanismo: acaso por fuerzas de la genética. Esos antepasados, que eran primos de su abuelo, se dedicaron a vivir felices escribiendo, leyendo y tomando tinto… Prefirieron las montañas, la vida lenta contraria al vértigo inhumano del mundo industrial del que procedían. Seguro: Juan Sebastián Fernández Gärtner habría preferido lo mismo.
“No tengo un autor favorito: en la secundaria, para la clase de español, debíamos leer diez libros al año, los que quisiéramos. Eso estaba bien porque las lecturas no deben guiarse. Entonces leí Noches blancas, de Dostoievski. La metamorfosis, de Kafka. Leí también Las aventuras de Tom Sawyer, de Twain”. “Luego, como lecturas autónomas, llegué a Camus, Carpentier, Borges… Poetas colombianos: Pombo, Silva. De Gonzalo Arango y Fernando González he leído textos aislados. Ahora estoy leyendo a Foucault: me gusta su manera neutral y descriptiva… así deberían escribir los periodistas”.
“(…) Ese cuento me dejó claro que publicar podría ser un acto de vanidad, y no un logro sino un compromiso.”
Foto Mauricio Trujillo.
Las figuras hechas en Barranquilla se hicieron agrupando los residuos por su color, textura y forma. Solamente en la playa se recogieron 10 m3 de basura. Foto cortesía Proyecto Khanab.
La construcción del trabajo en equipo y la educación de los jóvenes en aspectos ambientales hacen parte de los logros más importantes de este proyecto. Foto cortesía Proyecto Khanab.
El arte y la ecología pueden ir de la mano Carolina Bedoya Maya caritobmaya06@gmail.com
Desde que el planeta alertó a la humanidad por la contaminación y el daño de sus recursos, la tecnología y la ciencia han buscado remediarlo. No obstante hay una forma diferente de trabajar en ello y de buscar que nosotros y las generaciones futuras empecemos a valorar lo que hay en el entorno y a utilizarlo para nuestro desarrollo. Los residuos que ensucian y contaminan las playas de Colombia han tomado forma de espirales, peces y otros animales. Asimismo, la música, las charlas ambientales y materiales como el porcelanicrón han servido para divulgar y generar reflexiones críticas sobre la problemática ambiental que enfrentan los ecosistemas acuáticos del país.
Estudiantes y profesores del SENA, la Institución Universitaria Colegio Mayor de Antioquia, integrantes de la Fundación Biósfera y la Corporación Ekolúdica, han recorrido distintas regiones de Colombia con el fin de “desarrollar acciones que permitan interpretar el territorio”, como dice Maribel García Restrepo, instructora ambiental del SENA y gestora del Proyecto Khanab, ríos y mares para el futuro.
El objetivo del proyecto “va más allá de limpiar una playa”, comenta el artista plástico y especialista en Construcción Sostenible, Jhony Pérez Salazar. La idea es que los participantes puedan tener una experiencia directa con el ambiente y “que al igual que la gente de las comunidades, reflexionen sobre el cuidado del agua y tomen conciencia de que esta se contamina desde el interior del país”.
La primera ruta Khanab (océano limpio en lengua Maya) recorrió puntos hidrológicos importantes de los ríos Aburrá, Cauca, Magdalena y del mar Caribe, con la participación de 40 estudiantes de cinco departamentos del país, vinculados al programa tecnológico de Control Ambiental del SENA. Lo anterior es uno de los mayores logros del proyecto, afirma García Restrepo, ya que “los jóvenes pudieron constatar el estado deplorable en el que se encuentran los lechos de los ríos y las playas y actualmente desarrollan acciones de cuidado ambiental en sus comunidades de origen”. En esta ruta, realizada en 2010, los participantes aprendieron temas como el manejo de residuos, educación ambiental y metodologías de intervención en comunidades, entre otros aspectos. La instructora ambiental del SENA recuerda la alegría de los estudiantes conociendo su país y haciendo campañas alegres y festivas, sin ser ajenos a la situación de tragedia que enfrentaban algunos lugares por el fenómeno de la “Niña”.
Ruta cañón del río Alicante Las culebras, los insectos y otros animales salvajes no han sido impedimento para que los integrantes del Proyecto Khanab lleguen a la comunidad de Maceo en el Magdalena Medio antioqueño. A pesar del miedo que generan, desde diciembre de 2011 y en lo que va de este año, se ha hecho un estudio sobre el territorio para enseñarles a los habitantes el valor de los recursos que poseen y la manera en como pueden utilizarlos para su beneficio. “El lugar es una reserva de más de 6.000 hectáreas, que posee una gran riqueza y belleza natural, por lo cual se puede fomentar el ecoturismo en la zona”, expone el especialista en Construcción Sostenible.
De igual forma se han llevado actividades lúdicas y artísticas para esparcir el conocimiento. “Con los niños se ha trabajado desde las manualidades, donde representan las especies animales que se encuentran en la vereda como la culebra o el cerdo”, afirma Maribel García, logrando un reconocimiento y respeto por la fauna.
Las canciones y cuentos infantiles relacionados con el medio ambiente motivan el gusto hacia la lectura. Asimismo, “les dimos a los adultos charlas de construcción con tierra como alternativa para mejorar sus viviendas”, comenta Pérez, anexando que lo importante es que se les mostró desde otra perspectiva algo que tiene el cliché de ser para pobres. La experiencia se convierte en un proceso de realimentación, pues uno de los estudiantes del Colegio Mayor de Antioquia generó una toma de consciencia en los habitantes, al hablarles sobre el valor del agua y las peripecias que en otros lugares tienen que pasar las personas para conseguirla; y a su vez, los colaboradores se encontraron con proyectos locales que procuran ser más amigables con el entorno.
El recorrido finalizó en las playas de Barranquilla, las cuales presentan un alto grado de contaminación por los residuos sólidos que arrastra el río Magdalena. “Después de recogerlos, se propuso que desde la forma de los objetos interviniéramos el lugar. Se hicieron pulpos, peces y otras figuras con cepillos de dientes, botellas, zapatos y plásticos, para dar cuenta de lo que encontramos en la playa y en el lecho del río”, expresa Jhony Pérez. Una de las ideas del proyecto es que el arte comunique sobre las problemáticas ambientales registradas en varios territorios nacionales. Foto cortesía Proyecto Khanab.
Uno de ellos es el de un campesino que produce miel en su casa. Allí hay alrededor de diez panales con abejas que no pican y que originan un buen producto. Antes se dedicaba a la ganadería, pero ahora trabaja con abejas debido a su rentabilidad y simultáneamente “realiza un gran aporte a la naturaleza al cuidar esta especie de animales”, afirma Jhony Pérez S. El Proyecto Khanab seguirá trabajando en pro de la reflexión y de las acciones propositivas frente al deterioro ambiental de las aguas colombianas. La iniciativa profundiza en las causas del problema para trabajarlo desde la raíz y tener como resultado ríos y mares limpios en el futuro.
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Museo de Ciencias Naturales, un proyecto cultural Mónica María Jiménez Ruiz mmjr0518@gmail.com
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Hace cien años los Hermanos de La Salle concibieron la idea de recolectar y documentar ejemplares de la flora y fauna antioqueña. Hoy, muchas de estas colecciones hacen parte del patrimonio de la Nación. Tiene 3.2 millones de años y es quien da la bienvenida. Brazos cortos, piernas largas, cuerpo velludo. No se mueve ni habla, pero sí observa con curiosidad a quienes transitan por el corredor que lleva al Museo. Su nombre es Lucy y pertenece a la especie de los Australopithecus Afarensis. Fue en Hadar, norte de Etiopía, donde en 1974 Donald Johanson, paleoantropólogo estadounidense, encontró sus restos. Con ella inicia una aventura cultural y científica por el Museo de Ciencias Naturales de La Salle, ubicado en el barrio Boston, en Medellín. Cuatro salas acogedoras esperan la visita de estudiantes, profesores y ciudadanos. Colecciones de historia, antropología, zoología, paleontología y mineralogía tienen mucho para mostrar y enseñar a sus visitantes. Un cocodrilo de unos dos metros sobresale en la primera sala, y aunque es el espacio para la colección histórica, posa inmóvil con su boca abierta dejando ver colmillos grandes, pequeños y filosos y unos ojos color miel que asemejan canicas de cristal. Sobre la pared están pintados dos hermanos lasallistas que simulan preparar al reptil. Además del cocodrilo, en esta sala se hace un recorrido por la historia del Museo, destacando las labores y logros obtenidos por los hermanos lasallistas en la investigación científica. Neanderthal es el primero en aparecer en la siguiente sala. Aunque sostiene en la mano una piedra caliza, su intención no es lastimar a alguien, es reconstruir su existencia. Él pertenece al género Homo que habitó Europa y partes de Asia occidental. Su nombre se debe a los fósiles hallados en 1856 en el valle de Neander, Alemania. Después, el visitante puede caminar sobre un gran mapa de Colombia estampado en el piso, mientras muy de cerca es vigilado por un cisne negro, un oso perezoso, una tortuga matamata y otros animales que no están, como en otros museos, encerrados en una urna de cristal.
Esta es una representación completa del fósil de un “lagarto de cronos”, hallado en Villa de Leyva en 1977. Foto Juan Carlos Areiza.
El gris para el perro de monte, armadillo, jabalí, mono aullador y otros cazadores. Y criaturas de dos cabezas, junto con un pavo real, son exhibidas en un cubo de pared negra. Las mariposas, cucarrones y escarabajos son exhibidos en marcos de madera que cuelgan de la pared. Juntos hacen un juego de colores, formas y figuras que son agradables a la vista.
Patrimonio cultural
Lucy, Australopithecus Afarensis, es sin duda la especie más antigua conocida como antecesora del hombre (homo sapiens). Su nombre se debe a la canción “Lucy in the sky with diamonds” de The Beatles. Foto Juan Carlos Areiza.
Unos pasos más y se encuentran cuatro vitrinas donde reposan erizos, ardillas, monos, osos, pájaros y hasta frascos con alcohol donde hay fetos de venados, iguanas y renacuajos. Todos estos ejemplares son de diversos lugares de Colombia. El verde y amarillo de las paredes de la sala anterior, donde está el hombre de Neanderthal, son remplazados por el azul marino. Este espacio es ocupado por grandes y pequeñas especies acuáticas, de ellas sobresale el largo esqueleto de la ballena de hocico puntiagudo, localizada en las costas de Turbo en 1959. También hay un ejemplar de un kronosaurus, o “lagarto de Cronos”. Este reptil marino carnívoro muestra su larga lengua y sus 33 colmillos superiores y 31 inferiores; luce hambriento. Los pequeños no se quedan atrás. Conchas y caracoles de diferentes tamaños, texturas y colores son exhibidas sobre unos mesones de vidrio. Todas muy bien distribuidas forman círculos, líneas horizontales y verticales, explosiones, espirales y la letra “L”. Y en una imitación de pecera, con olas de diferentes tonalidades de azul, se ven disecados tiburones, peces, caballitos y estrellas de mar, abanicos y corales. Al lado están expuestos varios reptiles; aquí resaltan los colores tierra como el café y verde selva, al igual que troncos gruesos donde posan iguanas, boas y serpientes cascabel. Antes de subir al segundo piso, donde está la última sala, se ven tres murales del maestro antioqueño Salvador Arango Botero. En ellos se quiso representar “la creación, la evolución, el relieve marino y el desarrollo filogenético de los organismos”. Colorida. Así se puede llamar a la cuarta sala del Museo. En cada uno de los espacios predomina un color. El anaranjado acompaña al tigre, tigrillo y guacamayas. Animales domésticos como el perro, el gato, la lora, el conejo son acogidos por el amarillo.
En general, el Museo de Ciencias Naturales de La Salle se muestra moderno y dinámico para todos sus visitantes. Ésta ha sido la apuesta del Instituto Tecnológico Metropolitano, ITM, que desde 2006 conserva este patrimonio cultural y natural, y continúa con el legado de los Hermanos de La Salle. El hermano Nicéforo María fue quien inauguró oficialmente el Museo en 1913. Así, próximo a celebrar sus cien años, se cambió el guión museológico (la forma de presentación de las colecciones al público) se buscó hacerlo más atractivo y cercano a todos los ciudadanos. “La intención del Instituto fue brindarle a la ciudad un espacio en el que se pudieran divulgar las diferentes colecciones y todo el conocimiento en torno a ellas, así como la posibilidad de investigarlas”, señala Lázaro Mesa, su actual director. La riqueza que el Museo guarda es invaluable. 15 mil 197 especies hacen parte de la colección zoológica; geología y paleontología cuentan con 2 mil 500 piezas únicas en su especificidad, y la colección antropológica tiene unas 400 piezas. “La mayoría de ejemplares zoológicos fue colectado aquí en Antioquia y hay especímenes de otras partes de Colombia, incluso material que los hermanos mandaban de países como Francia y Estados Unidos”, indica la bióloga y curadora Dany Zulay Urrego, encargada de “velar por el cuidado de esas colecciones que preservamos, a la vez que las investigo y propicio los espacios para que otros investigadores de cualquier área también lo hagan”. Además de brindar herramientas para la investigación y desarrollo científico, el Museo busca recuperar la memoria a través de una apuesta educativa y una propuesta artística novedosa que apunte a generar conciencia del patrimonio que allí reposa. Este es uno de los objetivos más importantes de cualquier museo, porque en últimas lo que estos recogen es buena parte de la memoria histórica, social y cultural de un pueblo. Sneider Rojas Mora, antropólogo y coordinador del doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Pontificia Bolivariana, dice que la importancia de este Museo de Ciencias Naturales está en “recoger la flora y la fauna de la región, resaltar lo autóctono y lo local y termina siendo un museo regionalista”. Para él, este tinte regionalista ha permitido que la “comunidad se sienta identificada y empiece a generar una idea de pertenencia y participación en torno a las actividades ofrecidas”. Así, el Museo tiene una oferta educativa y didáctica para los ciudadanos: visitas guiadas y comentadas, talleres en diferentes áreas… todo con el propósito de acercar el conocimiento científico y el patrimonio cultural. Una persona sola puede visitarlo, o una institución educativa que pretenda llevar un grupo de estudiantes, en la mañana y en la tarde. Las visitas se separan en el 460 07 27. Luis Lizón, docente y director del programa de inclusión del ITM, opina que las actividades realizadas por el Museo “tienen que ver con el desarrollo social de los muchachos y con que sepan qué es la responsabilidad social, y cómo se relacionan la ciencia, la sociedad y la tecnología”. El recorrido termina, pero la celebración de un siglo de historia natural continúa. Todos son bienvenidos, Lucy los espera.
Aceite en un barrio que guarda misterios
El reloj de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús marca las 12:30 de la tarde. El día se siente agitado en Barrio Triste, sus calles atestadas de gente están húmedas por la lluvia que cae.
Pablo Andrés Monsalve Mesa pablo_monsalve007@hotmail.com
El templo, construido en 1930 para mejorar la situación del barrio aledaño a Guayaquil, se ve imponente con su arquitectura gótica. Sus vitrales en vidrio reflejan la luz del sol en múltiples tonalidades. Se siente sereno allí. Afuera el bullicio es fuerte, los talleres de mecánica están a todo dar.
Las gotas de agua golpean las espaldas y los rostros de los mecánicos que trabajan en los averiados autos. Los motores negros y aceitados, los tornillos, las farolas, las latas hacen parte del paisaje de este medio día en el que también se observan algunos restaurantes llenos de comensales que disfrutan el momento del almuerzo. Algunos podrán hacer una corta siesta, ya que el día es largo y hay carros para reparar.
El aceite que cubre el piso hace las veces de asfalto por su grosor. Se ven en él ojos verdes y azulados. El espeso líquido guarda tapas, tuercas, clavos, arandelas y una que otra canica que hace juego con el negro de la calle. ¿Qué historia habrá tras ese objeto de colores que brilla con los rayos del sol entre tanto fluido de carro? Recamperos es un local inmenso ubicado al lado de la iglesia, donde se encuentran todo tipo de repuestos, grandes o pequeños, escasos o comunes. Los fierros, el óxido, la mugre y la cantidad de piezas destruidas o por reconstruir crean una imagen grotesca. “Compramos su carro siniestrado”, es la frase que da la bienvenida.
Habitantes que parecen hormigas
En la única glorieta de Barrio Triste se encuentra Blanca Cano. Mientras mira la gente pasar y el ir y venir de los carros, conversa con su amiga de la chaza. Con una estatura de 1.60, un poco troza y madre de cinco niños, es experta en suspensiones, cauchos y tijera trasera y delantera, nunca estudió para ser mecánica ni tiene familiares en esta labor, llegó porque la vida la tenía que poner aquí, dice ella. “En este trabajo uno se mezcla con carros, plazas de vicio, desguazaderos y buenos talleres”.
Lleva tres años en este trabajo en el que se ha ganado más de un machucón en sus manos ásperas y fuertes, que se mueven con suavidad mientras cuenta su historia. “Hay un misterio con este barrio, no sé si es por su nombre, por tanto movimiento o por su ubicación. Al entrar en él todo cambia, la gente saluda, grita y se mueve sin parar. Sus habitantes parecen hormigas reconstruyendo su hormiguero después de un gran
Ana Milena Velásquez, en la chaza, donde los mecánicos se dan un suspiro de humo o de dulce. Foto Pablo Andrés Monsalve Mesa.
mugre. Ana Milena Velásquez, con 26 años, aparenta muchos más por lo que ha vivido. Fue drogadicta, vivió en la calle por muchos años, viajó por Colombia vendiendo artesanías, trabajó en una de las tres plazas de vicio que hay en Barrio Triste, jugó micro fútbol en la selección Antioquia y en Venezuela le quebraron la rótula. Al enseñarme la cicatriz me cuenta del dolor y lo que sintió al ver la rodilla mirando para otro lado. “Hermano, pero estamos de pie y hay mucho por hacer”. No tiene familia pero sí novia. “A los doce años me di cuenta de que las mujeres me encantaban y al estar con una, la vida me cambió, en este momento vivo con mi novia y la amo, por eso me gritan ‘niño’ o ‘Carlitos’”. “A los 20 años caí en las drogas, solo rumba, calle y vicio, me acuerdo que un amigo me sacó de esto, me encerró en una pieza dos meses y al
salir todo fue mejor. No he estado en la cárcel, pero esa fue mi cárcel. Él ya está muerto, pero se lo debo todo”, asegura.
Ella es una de las pocas mujeres que trabajan allí. Tiene buen reconocimiento entre los hombres. Ana Milena lleva cuatro años como mecánica y lo hizo para salirse de la venta de drogas. “Empecé mirando a los demás y poco a poco le fui cogiendo el tiro; no es fácil, pero cuando toca, hay que aprender”. Con sus compañeros le ha ido muy bien, ellos le ayudan y cuando pueden le enseñan trucos para manejar las herramientas.
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Barrio Triste es un mar de historias, de aceite, humo, carros y personas que van y vienen. Sus habitantes viven al ritmo de las horas que marcan las campanas de la iglesia. Ya son las 3:30 de la tarde. Hay que vivirlo para conocerlo.
aguacero”, dice Blanca. Hay unas diez mujeres mecánicas en Barrio Triste. Entre tanto aceite y chatarra, se ven cómodas en lo que hacen.
“Deme un tinto”, le dice un mecánico a María, la de la chaza, la amiga de Blanca. Y el hombre me invita: “¿Joven, quiere uno? Vea que son muy buenos, oscuros y con buen sabor a café”.
A mi lado se sienta Néstor Javier, conocido como “Chorizo”, un apodo que se ganó después de intoxicarse con este alimento. Vive en Barrio Triste desde los nueve años, fue profesor del Sena y conoce este lugar como la palma de su mano. A sus cincuenta años duerme en una pieza pequeña y trabaja la mecánica todos los días. “Este es el mejor barrio de Medellín, aquí todo el mundo se conoce y te conocen, nunca pasa nada y lo mejor es que somos como una gran familia, todos nos cuidamos y nos ayudamos, en este lugar hay mucho por hacer, yo he buscado otros trabajos, pero este es el mejor, no hay horarios y la paga es buena. Hay que trabajar duro y conocer, pero eso se logra con el tiempo”, advierte el experimentado mecánico, y luego agrega: “Joven, cuando quiera viene y tomamos cerveza, que las noches acá son buenas y no hay problema con nada”.
Una buena salida
Corre para un lado y para el otro, todo el mundo la molesta, le gritan “niño” y por su apariencia tiene sentido. “María, dame dos Boston, pa’ver si me tranquilizo, que con esta agua, hoy el trabajo va a estar duro”, dice Ana Milena Velásquez con tono agitado. Y me pregunta, “¿qué más pelao, qué hace con ese cuaderno?”. Ojos penetrantes, negros, de esclerótica amarilla, piel oscura como el aceite quemado con el que trabaja; trenza y gorra negra que hace juego con su vestimenta carrasposa por la
En Recamperos se encuentran todo tipo de piezas de automóviles y hasta de camiones de varios ejes. Foto Pablo Andrés Monsalve Mesa.
La mágica y olvidada Mompox Catalina Rodas Quintero catarodasq@gmail.com
“Mompox no existe, a veces soñamos con ella, pero no existe”. Gabriel García Márquez, El general en su laberinto.
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Mompox se ubica en un brazo del río Magdalena, en el departamento de Bolívar. Como no hay una carretera que atraviese el río, se debe utilizar el ferry, donde se suben los carros, motos y personas, para cruzarlo. Fue declarada Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1995, pero ni siquiera esto fue suficiente para que el Estado le prestara atención a su conservación. Es una ciudad que se quedó anclada en el pasado, cargada de historia colonial y religiosa. Por su estratégica ubicación geográfica fue un importante puerto y centro económico para el país en la época granadina. Además, fue la primera población en proclamar su independencia de España, en 1810.
Conserva sus calles estrechas que suenan a vallenatos y reguetón, con casas blancas y bajas, y sus siete iglesias. Los habitantes viven todavía orgullosos de lo que hicieron sus antepasados en las luchas para lograr la independencia, a pesar de que muchos perdieron su vida en ellas.
La pesca, la orfebrería y el turismo son las principales fuentes de ingresos de los momposinos. El río les sirve de espejo, no sólo a las nostálgicas construcciones españolas, sino también a los animales que se pasean por el lugar. Es muy común encontrarse con monos aulladores, lagartijas, garzas, iguanas o gatos en el cementerio.