Contexto Ed. 22

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ISSN 1909-650X

Vitrina

Contrastes estéticos en Medellín

Angélica María Cuevas Guarnizo

Facultad de Comunicación Social y Periodismo UPB - Medellín, noviembre-diciembre de 2009, No. 22

Los muros que dividen las ciudades contemporáneas. pág. 4 A los relojeros se les acaba el tiempo. pág. 11

El artista que se inspira en las calles para pintar. pág. 10 El parkour, algo más que brincar paredes. pág. 14


La equidad de género se pinta en las paredes de la ciudad

El mural de la boca roja 2

Mónica Samudio Valencia

Mónica Samudio Valencia moniksamudio@gmail.com

Ser artista profesional no fue un requisito para que el grupo “Jóvenes Creadoras” se animara a pintar un mural que expresara los derechos de la mujer y que estuvo expuesto a todos los transeúntes hasta finales de octubre, en la calle Maracaibo.

Veinticinco mujeres hicieron parte de un laboratorio socio-artístico que promovió el Centro Colombo Americano y que pretendía discutir sobre las problemáticas de la mujer en la ciudad.

Una señora pasa acelerada con un termo de tinto en la mano, se queda observando y le pregunta a Wendy: — Niña, niña, ¿qué están pintando ahí? — ¿A qué se le parece? — Mmm... Ay yo no sé, eso es como un águila. — ¡Un águila! Ante la sorpresa de Wendy la señora sigue caminado rápido y no espera la respuesta. “Pero esa señora está ciega, yo no veo un águila por ningún lado”, le comenta Wendy López a sus compañeras del grupo “Jóvenes Creadoras”, que están reunidas para dar los últimos retoques al mural que pintan en la calle Maracaibo, entre el Palo y Girardot. La acera está llena de pinturas, pinceles y andamios, además hay una grabadora vieja que el grupo de mujeres intenta sintonizar en una emisora que no emita vallenatos. Pasan jóvenes desapercibidos y señoras que preguntan por lo que están haciendo, los negocios de la calle empiezan a abrir en aquella mañana de septiembre. Mélida Campbell llega en ese momento. Ella es una artista nicaragüense que acompaña el proceso desarrollado por el Centro Colombo Americano y que lleva como nombre “Desearte paz”. Las artes contemporáneas juegan un papel importante: por medio de laboratorios socio-artísticos, las comunidades discuten y plasman temas políticos, sociales y culturales. Este fue el laboratorio 21 del que hicieron parte “Jóvenes Creadoras”, quienes desarrollaron el tema de la “Equidad de género, ¿liberación femenina?”. Mélida hizo el boceto previo de la imagen que plasmarían en la pared de la calle Maracaibo. En este trabajo la acompañó Rosa Vargas, quién coordina el grupo de mujeres.

Plasmar los derechos La artista relató cómo fue este proceso: “Les dijimos a las jóvenes que escribieran una pregunta que les gustaría hacerle a la ciudad. Después esa pregunta la debían convertir en imagen, recogimos todos lo dibujos y seleccionamos los elemento que se repetían, yo intervine haciendo la composición de la imagen y al final resultó algo muy surrealista”. Mélida sonríe y mira de forma crítica el mural: “está quedando bonito, hay que retocar la boca y debemos hacer la continuidad de la lengua en la acera”. De inmediato Wendy se acomoda la gorra, el delantal manchado de pinturas, se pone unas gafas grandes y empieza a delinear los cuadros. Otra de las participantes del proyecto es Liliana Salazar, ella también tiene el delantal pintado, una gorra negra y al contrario de Wendy prefiere quedarse esperando a que Mélida le diga qué hacer. Liliana es delgada, tiene la piel morena y el cabello oscuro, rasgos que se complementan para darle una apariencia indígena que no permiten creerle que tiene 28 años y una hija de 11. En el año 2007 fue

invitada a una reunión del grupo “Crisálidas” en el corregimiento San Antonio de Prado. Allí conversaban sobre temas políticos y sociales que enfatizaban en la mujer: “En ese grupo me sentí identificada. Empecé a capacitarme y a reconocer mis derechos. Yo me declaro feminista y amo a los hombres porque reconozco que somos diferentes”.

Los últimos retoques A sus 17 años Wendy López estudia Comunicación Popular en la Red Juvenil, recibe clases de inglés técnico en el Centro de Sistemas de Antioquia (Censa) y lleva tres años en el grupo “Mujeres que Crean” del barrio Santo Domingo, al cual se vinculó después de llegar de Ayapel, Córdoba. Mientras mueve el andamio, pinta aquí y allá, limpia los pinceles y lava la acera, luego toma un momento para descansar y reflexionar sobre el cuento del feminismo: “Desde que estoy en el grupo tengo otra forma de pensar, ya no soy la niña encerrada en la casa que hacía lo que me dijeran, ya sé que derechos tengo. Eso me ha ocasionado muchos problemas, mis padres me decían que estaba muy rebelde, pero ya han comprendido, incluso mi mamá me ha acompañado a varias reuniones y le ha gustado”. Para ella el feminismo no es sinónimo de mujeres rudas o lesbianas, por el contrario, lo ve como una forma de independencia, pero también de respeto y de igualdad de géneros. Wendy continúa con la actividad y empieza a pintar los últimos cuadros en la acera. Cuando el mural estuvo casi listo, se veían las figuras que lo componían: una boca con labios rojos y dientes en forma de edificios por donde se asoma una lengua larga pintada como un tablero de ajedrez, allí reposan cuatro fichas del ajedrez que al parecer van a ser tragados por esa boca de labios tentadores. Para el grupo la boca representa la ciudad y las cuatro fichas son cuatro mujeres con las características que la sociedad les exige: belleza, dominación, apariencia y violación de los derechos. En el proyecto “Desearte paz” se realizaron otros dos murales en los barrios Pedregal y Villa Hermosa que fueron pintados por mujeres de las comunas 6 y 8. Sólo faltaban unos detalles, para dejar el mural listo: “Debemos retocar las fichas, la boca y poner la frase que acompañará el mural ‘Por la autonomía sobre el cuerpo y la salud de las mujeres jóvenes’”, concluyó Mélida, la artista que acompañó el proceso. Además de este mural, que fue el primero que pintaron, este grupo espera desarrollar otras actividades artísticas que complementen sus estudios sobre los derechos, la igualdad y las mujeres en la política. El mural ya no está, porque cada cierto período cambia según la temática que se propone desde los proyectos que tiene el Colombo Americano. A pesar de ello, las mujeres que participaron quedaron con la satisfacción de ver algunas personas detenerse y mirar aquella obra que clamó por el derecho de las mujeres.


“Facebook”, un antifaz de la verdad Beatriz Elena Marín Ochoa beatrize.marin@upb.edu.co

Editorial

La ciudad que se vende

Ahora se dice que hay que vender la ciudad para ser competitivos. Vender la ciudad implica “ponerle un moño” para que se vea bonita: pintar las barandas de los puentes, arreglar los jardines públicos, construir más vías para los carros particulares, esconder los indigentes que dormían en calles y aceras, llevárselos a otra ciudad,... vender la ciudad es negarla.

1999. Es jueves en la tarde de una tranquila semana de otoño en octubre, un bus se dirige a París y en él una mujer cuenta a otra pasajera su historia. Su rostro refleja la tristeza. Dejó todo por venirse detrás de quien ella pensaba era el amor de su vida, lo conoció en Internet en el popular ICQ, pero una vez aquí en Europa descubrió que su vida sería un infierno al vivir en carne propia las costumbres machistas, aunque europeas, de su novio real que en nada se parecen al príncipe virtual y el trato discriminatorio recibido por parte de su nueva familia. Se equivocó, reconoce, y por eso ahora va de regreso. Quiere recuperar su vida, sus seres queridos y lo que parecía ser una brillante carrera como juez en Lima, Perú.

Porque se construye para el proyecto de la city marketing, para el otro que nos visita, para que el viene a hacer sus negocios, para mostrarla como un centro turístico, para exhibirla y para negar que la ciudad tiene problemas estructurales no resueltos. Ahora que éstos aparecen de nuevo se recurre a las medidas de choque, las que siempre han aplicado, para reducir las cifras de homicidios, de atracos, de delitos en general, porque la ciudad no se gobierna, se administra y los resultados se ven en números, no en procesos sociales.

2009. Han pasado diez años y como en aquella ocasión es jueves en la tarde de una tranquila semana lluviosa de octubre. La imagen en el noticiero de televisión alerta sobre un par de jóvenes que establecieron contacto con una chica por medio de “Facebook” la reconocida red social y viajaron a visitarla a su ciudad natal, Bogotá. Una vez allí no sólo la robaron, sino que también la asesinaron. Esta chica no tuvo la oportunidad de volver atrás. Para ella, todo terminó…

Pareciera que las ciudades que se venden se preocupan más por la máquina (el carro) que por la persona (el ciudadano). En una ciudad así, el conductor no detiene su auto para permitir que un peatón cruce la calle, porque va de afán, porque quiere ganar el cruce a como de lugar, el ciudadano es un estorbo a su propósito. Detenerse y dejar pasar al peatón podría ser el acto de civilidad más sencillo.

Sólo ha pasado una década de diferencia y la historia se repite y este es sólo un ejemplo entre muchos… En diez años la Red y las tecnologías que la apoyan evolucionaron, el “hardware” o los equipos son más livianos y potentes y el “software” o los programas son cada vez más amigables y cercanos al usuario permanente de Internet. Hoy se ofrecen más y mejores ventajas, por eso los internautas ya no pueden concebir su vida sin ella y todas las ventajas que conlleva.

Vender la ciudad es negar al ciudadano la posibilidad de vivirla, apropiarse de sus espacios públicos a los que tiene derecho de acceder y usar, —algunos de ellos parecen lugares para “no” hacer, son limpios y diáfanos, impera el orden y la asepsia—. Es una ciudad que se conecta, pero no se encuentra, no se reconoce y no respeta al otro como diferente, porque sencillamente no lo ve, no se relaciona con él frente a frente y pierde la oportunidad de generar una confianza mutua desde la diversidad.

Una ciudad que piense en sus ciudadanos se preocuparía por garantizarles el respeto, el trabajo digno, la atención adecuada de los servicios públicos; promocionaría el uso de los espacios públicos, permitiría la expresión de sus expresiones artísticas y culturales, fomentaría el amor y el goce por el espacio que le brinda las posibilidades de ser un mejor ser humano. La meta sería —sin discriminar condición social, afiliación política y credo religioso— lo que plantea la Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad: “construir un modelo sostenible de sociedad y vida urbana, basado en principios de solidaridad, libertad, equidad, dignidad y justicia social”. En definitiva, pensar una ciudad para todos, no sólo para los turistas.

Caricatura

En los últimos años todos de alguna manera hemos tenido algo que ver con las redes sociales o con las comunidades virtuales, bien sea por exigencia académica, conseguir empleo, tener amigos, recuperarlos o incluso pasar el rato. Y sin darnos cuenta empezamos a exhibir nuestra vida en fotografías, datos y frases que permiten a quienes pueden acceder tener información de nuestra vida, nuestra forma de hacer y de pensar. La tecnología busca mejorar la calidad de vida de las personas, las comunidades y redes han sido resultado de sus desarrollos, por eso, en esencia su objetivo es bueno, pero no podemos seguir creyendo que lo que allí en las comunidades se dice es la absoluta verdad. Allí como en la vida real, no hay blanco y negro, sino una amalgama de colores que cruzan miles de situaciones. Por eso, señor internauta asegúrese y compruebe lo qué quiere publicar en ella y señor periodista verifique que información es valiosa para profundizar en otros espacios, sino será como dicen los estudiantes de colegio y universidad el lugar ideal para enterarse de los chismes del momento… el medio de comunicación simplemente validara que es cierto. Rector: Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez / Decana de la Escuela de Ciencias Sociales: Esperanza Hidalgo Urrea / Directora Facultad de Comunicación Social y Periodismo: Margarita Llano Gil / Jefe de Área de Periodismo: María del Socorro Correa Jaramillo / Editor: Juan Carlos Ceballos Sepúlveda /Jefe de Redacción: Viviana Andrea Londoño Calle / Editora gráfica: Angélica Cuevas Guarnizo / Periodistas: • Lina María Betancur Blandón • Viviana Andrea Londoño Calle • Rosa María Pérez Rivas • Jenny Carolina Buitrago Cortés • Juliana Sosa Góngora • Natalia Andrea Sánchez Acevedo • Elizabeth Ramírez • Paula Cárdenas Ramírez • Angélica Cuevas Guarnizo • Korina Daza Zapata / Foto portada: Angélica María Cuevas Guarnizo / Diseño y Diagramación: Ana Milena Gómez - Editorial UPB • / Impresión: El Mundo /Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social y Periodismo • Dirección: Circular 1ª. 70-01 bloque 7. Teléfono: 3544557 • Correo electrónico: pcontexto@gmail.com • ISSN 1909-650 X

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Los espacios públicos tienden a ser privatizados

La muerte de la ciudad Ramón Arturo Maya G. ramon.maya@upb.edu.co

La ciudad es esencial al ser humano. Desde comienzos de la década de los cincuenta el urbanista e historiador Lewis Mounford desarrolló importantes investigaciones resaltando ese concepto. Desde la sabiduría que le da su conocimiento del pasado afirma, en la obra La carretera y la ciudad (1963), que un asunto como el transporte es “demasiado importante para ser dejado en manos de los especialistas”. El tiempo le ha dado la razón. Para que la ciudad funcione bien, los ciudadanos tienen que contar con todas las posibilidades de participación, sólo así se lograrán soluciones efectivas a los grandes problemas. El complejo invento que llamamos ciudad es producto, renovado constantemente, del esfuerzo de seres humanos que se relacionan; de colectividades comprometidas que la dotan de sus fundamentos milenarios: protección, intercambio y expresión. Si la gente pierde su ciudad a manos de cualquier poder, politiquero, económico o guerrero, su vida se convertirá en una especie de infierno. Es lo que vemos que está ocurriendo en Mogadiscio, Bombay, Gaza, Ciudad Juárez, Bagdad, Islamabad, entre otras.

Pero si la gente participa es otra historia. Cuando en la década de los ochenta en Pittsburg quebró la tradicional industria acerera, por la producción de Oriente, los sectores público y privado, con la participación activa de la sociedad civil, desarrollaron un gran proyecto que la transformó en centro universitario, con desarrollos en salud, sede de investigaciones tecnológicas, se impulsó la industria turística y además se posicionó como centro deportivo. Esas fueron las realizaciones de toda la ciudad y no de un genio especial.

Mejorar el nivel de vida Históricamente el hombre fue atraído por la urbe ya que en ella pudo desarrollar las condiciones apropiadas para la socialización

y así producir riqueza, educarse y estar seguro. La ciudad será siempre posibilidad de solución a los grandes problemas que agobian a la humanidad.

Sin embargo, en el mundo languidece la democracia con el declive de lo político. Se han fortalecido unos sistemas de poder populistas, mediatizados, carentes de planes de gobierno, que controlan las sociedades y van desarrollando un clima en el que es cada vez más común el irrespeto a los derechos. Esos populismos están construyendo una sociedad del miedo en el contexto de la supuesta guerra al terrorismo. En estas circunstancias no se le garantiza justicia al individuo y el Estado de Derecho se queda sin fundamento.

Las bases milenarias de la ciudad están desapareciendo. Jordi Borja insiste en La ciudad conquistada que hay tres elementos fundamentales, cuya relación es necesaria para que la sociedad pueda alcanzar un alto nivel de vida: la ciudad, el ciudadano y el espacio público. “La ciudad es ante todo un espacio público, un lugar abierto y significante en el que confluyen todo tipo de flujos. Y la ciudadanía es, históricamente, el estatuto de la persona que habita la ciudad, un creación humana para que en ella vivan seres libres e iguales”, indica Borja. Pero la concentración del poder está convirtiendo al ciudadano en un ser paranoico, dependiente, fanatizado, cada vez más “tarado” para discutir, práctica social que es motor del desarrollo humano y material.

Levantar muros La ciudad nació como necrópolis hace veinte mil años, entonces era la suma de hogares construidos sobre la tumba de antepasados transformados en dioses tutelares, según Fustel de Coulanges en La ciudad antigua. Actualmente algunas inmensas urbes se extienden hasta superponerse a otras, formando megalópolis. Ese es el paisaje de la región de la costa noreste de los Estados Unidos, de la zona de la costa pacífica, de la provincia de Manchuria y del noroeste de los Países Bajos. Pero paradójicamente, frente a las múltiples conexiones de la globalización, proliferan las barreras, los muros y las políticas contra la migración. Los populismos mediáticos no toleran el multiculturalismo, lo ahogan limitando el espacio público. Los habitantes de la ciudad, aislados y paranoicos, tienden a radicalizarse y los neofascismos de múltiple presentación se van fortaleciendo. Por ejemplo, los partidos de derechas ampliaron su dominio en el parlamento de la Unión Europea. Berlusconi alcanzó la presidencia en Italia a través del partido separatista La Liga del Norte, con un discurso xenofóbico, semejante al que emplea Sarkozy en Francia para mantener cohesionados artificialmente a los franceses; mientras que en Estados Unidos el Congreso aprobó una partida para la ampliación del muro de Tijuana; por su parte, en Belfast, Palestina y Beijing también se levantan muros de estos y así se multiplican casos semejantes en el mundo.

Viviana Londoño

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Con el levantamiento de muros —visibles e invisibles— se pretende negar la diversidad de la ciudad. Es el fenómeno que se extiende en los países del primer mundo y que aquí se manifiesta en las urbanizaciones cerradas. Negar la entrada al otro desconocido es el propósito de estas barreras.

Algunos “espacios públicos” no convocan a los ciudadanos para el encuentro con el otro. Son “no lugares”, espacios de paso, con una gran inversión económica, pero poca acogida social.

Además, con el debilitamiento del Estado la ciudad se está convirtiendo en un territorio disputado por “señores de la guerra”, tanto en el Norte “rico” como en el Sur “pobre”. Hay bandas que cobran impuestos en zonas específicas, escuadrones de exterminio, empresas narcotraficantes que se pelean rutas y expendios. Se privatiza el espacio público, se construyen vallas, barreras, se establecen fronteras y controles que anulan las centralidades; por ejemplo en la otrora ciudad libre de Londres hay instaladas más cámaras de vigilancia que en todo el continente africano. Los populismos autoritarios mediatizados van eliminando el espacio público y los individuos no logran transformarse en ciudadanos. La ciudad se convierte en una prisión. Por tanto, vamos a tener que aceptar que estamos frente a una forma nueva de necrópolis, la que está habitada por los fantasmas de seres que en el pasado actuaron como ciudadanos.


Problemática urbana en el primer y tercer mundo

De ciudades en progreso a ciudades en conflicto Los problemas de las urbes abarcan temas como la corrupción y asentamientos informales. Países ricos y en vía de desarrollo sufren las consecuencias. Paula Cárdenas Ramírez

5 Paula Cárdenas Ramírez paucrb1711@hotmail.com

Los cálculos de las Naciones Unidas indican que para el 2030 cerca de dos tercios de la población mundial vivirá en ciudades. Una situación que pone a prueba la capacidad de los países para ofrecer a los ciudadanos mejores condiciones de vida. Para Claudia Avendaño, historiadora de la Universidad Nacional, la Revolución Industrial fue el hecho histórico responsable de esta transición. Mejores posibilidades de salarios, salud y educación provocaron, a lo largo del siglo XIX, un éxodo masivo hacia las ciudades convirtiendo a campesinos en obreros. Las urbes crecieron con serios desajustes, pues miles vivían en espacios reducidos tras largas jornadas laborales con bajos sueldos y sin protección legal. A fines del siglo XIX comienza un proceso de transformación urbana en Europa y Estados Unidos. Los países del primer mundo olvidaron la asociación de crecimiento urbano con bienestar, y a mediados del siglo XX orientaron sus esfuerzos hacia la búsqueda de soluciones a las problemáticas sociales y ambientales. Mediante el fortalecimiento de lo político y una apertura democrática, la mayoría de la población gozaba de igualdad de oportunidades, pero Claudia Avendaño sostiene que la corrupción y falta de participación social no permitieron el mismo progreso en el tercer mundo. Allí el fenómeno de crecimiento urbano desaforado sin calidad de vida marcó la dinámica de las urbes. Por su parte, Guillermo Molina López, docente de Arquitectura de la Universidad Pontificia Bolivariana y coordinador de una investigación sobre ética urbana, sostiene que las ciudades de los países subdesarrollados se diferencian de las de los países desarrollados por la calidad de vida que ofrecen, lo cual se evidencia en la educación de los ciudadanos y en un gobierno con políticas claras de inversión social.

Incontenible crecimiento urbano Según datos proporcionados por el informe mundial sobre asentamientos urbanos de las Naciones Unidas para el 2015, las diez ciudades más grandes del mundo se encontrarán en Asia, América Latina y África. (Ver tabla). La única ciudad de un país desarrollado que estará entre las diez más grandes es Tokio. El resto se encontrarán en naciones tercermundistas o economías emergentes, pues el informe establece que el 80% de los residentes urbanos en todo el mundo vivirán en países subdesarrollados para el 2025. Este fenómeno se explica en parte desde los modelos de ciudad. Las naciones del

tercer mundo se caracterizan por concentrar en una gran urbe la mayor parte de la población en contraste con pequeños pueblos rurales. En Europa se crean ciudades cerca de una aglomeración urbana importante con el fin de descongestionarla. La ausencia de estas ciudades intermedias en los países en vía de desarrollo trae consigo serios problemas de desigualdad entre lo urbano y rural. Las ciudades se convierten en focos de inmigración de un entorno pobre ávido de oportunidades. Guillermo Molina concuerda en que “el problema no es el crecimiento de la población, sino la incapacidad de los gobiernos para abrazar a El crecimiento urbano desaforado con poca calidad de vida es un las personas que llegan a fenómeno propio de los países en vía de desarrollo. Edificios con las urbes”. De esta forma el apartamentos de lujo se levantan al lado de humildes casas dando urbanismo se extiende a la lugar a un contraste presente en las ciudades subdesarrolladas. periferia. Aquí el barrio El Tesoro en Medellín. “Favelas” o tugurios son los nombres asignados a las zonas de pobreza y construcción informal presentes en los cascos urbanos Ya no es un asunto exclusivo de los países de Brasil, Perú, Colombia y Venezuela. Su subdesarrollados porque las zonas altamente ubicación viola las reglas urbanísticas, por lo urbanizadas contribuyen al desarrollo de la tanto, la vivienda informal es considerada una problemática. Ciudades como Tokio y Nueva patología de ciudad. Aleja a los ciudadanos de York requieren de un espacio mayor de su una vida con todas las garantías. superficie para mantener su sustentabilidad. Mientras los países ricos trasladan sus industrias a países del Tercer Mundo, explotando sus recursos y mano de obra, las ciudades en vía de desarrollo deben resolver el daño causado a sus territorios. Hoy en día la preocupación central es saber Las ciudades desarrolladas no se encuentran si podrán mantenerse los altos estándares de a salvo de los problemas sociales que aquejan vida de las ciudades del primer mundo y si a los países subdesarrollados. La inequidad, las urbes en vía de desarrollo podrán aspirar violencia e injusticia sumadas a las facilidades a conseguirlos. de circulación amplifican el fenómeno de

Una problemática mundial

desplazamiento. Ya los pobres no van del campo a la ciudad, sino de las ciudades del Tercer Mundo hacia las ciudades del Primer Mundo. El crecimiento demográfico europeo se frenó durante años por el control de natalidad y el resultado fue el envejecimiento de la población. Los gobiernos se vieron sin mano de obra barata y atrajeron a trabajadores de otros países. La inmigración se convirtió en un fenómeno incontenible que suscita discriminación y violencia. Las metrópolis del primer mundo se “tercermundizaron” y transformaron el problema urbano en un problema planetario.

Ciudad Tokio - Japón Bombay – India Lagos - Nigeria Shangai – China Yakarta – Indonesia Sao Paulo – Brasil Karachi – Pakistán Beijing – China Dhaka – Bangladesh Ciudad de México

Millones de habitantes 28.7 27.4 24.4 23.4 21.2 20.8 20.6 19.4 19.0 18.8


Es necesario preservar el patrimonio para generar identidad

Las grandes edificaciones devoraron las pequeñas 6

Como un libro abierto en el que se puede leer la historia y los acontecimientos más representativos de la ciudad debería ser la arquitectura de Medellín, el problema radica en que se le da más importancia a lo moderno y estético, desconociendo la relevancia de lo histórico y lo patrimonial. Rosa María Pérez Rivas rosampr77@yahoo.es

¿Conoció usted el edificio Gonzalo Mejía?, ¿siente que con su demolición se perdió una de las mayores obras de la arquitectura colombiana? Los ciudadanos de las nuevas generaciones ni siquiera tuvieron un contacto directo con el edificio, pero fue la memoria de algunos la encargada de exaltar y mitificar esa pérdida patrimonial que en la actualidad se considera desastrosa. Esta fue una obra de referencia arquitectónica, urbana y cultural de gran relevancia para la ciudad. En un acto de “desarrollo arquitectónico acelerado”, en el año 1968, el Teatro Junín y el Hotel Europa (que unidos formaban el edificio Gonzalo Mejía) pasaron a la historia. La ciudad se sumergió en un “canibalismo” y como ley natural, las grandes edificaciones terminaron devorándose a las más pequeñas y antiguas. Para comprender este hecho el profesor y arquitecto de la Universidad Nacional, Luis Fernando González, explica el Edificio Gonzalo Mejía. Al frente de éste corría la quebrada Santa Elena que fue concepto de desarrollo arquitectónico: “Se refiere a modelos cubierta para darle paso a lo que hoy conocemos como la Avenida la Playa. Fotografía que se deben seguir e implica que en el inconsciente y en el de Francisco Mejía, 1928 (Tomada del libro Así es Medellín, septiembre de 1997) imaginario se piense en que nunca nos hemos desarrollado lo suficiente, ni terminaremos de hacerlo y ahí radica ese deseo apresurado de sobreponer sobre lo existente”. El desarrollo arquitectónico debería ir de la mano de unas Con la demolición del Gonzalo Mejía queda la evidencia que necesidades demográficas, económicas, sociales, culturales, Medellín nunca tendrá un lugar cultural, con la misma capacidad para ambientales, climáticas e históricas de una población en una época cubrir los eventos culturales más representativos de la ciudad como determinada, por tanto, no se trata de responder a un imaginario de lo hizo el Teatro Junín en su época. modelos o modas para no quedarse rezagados.

Qué se entiende por patrimonio El patrimonio puede precisarse de muchas maneras. En el caso de Colombia existe la Ley General de Cultura, Ley 397 de 1997, en el artículo 4º define que el patrimonio cultural de la Nación: “está constituido por todos los bienes y valores culturales que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la tradición, las costumbres y los hábitos, así como el conjunto de bienes inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que poseen un especial interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico, antropológico y las manifestaciones, los productos y las representaciones de la cultura popular”. En Medellín el patrimonio se puede ver reflejado en lugares como el Teatro Lido, el Museo de Antioquia, el Hospital San Vicente de Paúl, la Catedral Metropolitana; como también en el Festival de Poesía, el programa de Orquestas Sinfónicas Infantiles y Juveniles de las comunidades, la Feria Popular del libro y la lectura, entre otros. Esto sin dejar a un lado el patrimonio comunitario que a juicio de Luis Fernando González permite que las personas se apropien del significado de patrimonio: “ellas comenzaron a valorar su entorno y su barrio. Ahora se camina hacia unos patrimonios en donde las personas exaltan sus lugares de memoria, de encuentro y de referencia”. Para el profesor el patrimonio es polisémico y se tiene que construir de diferentes formas: “antes se exaltaba a los héroes de la patria, luego a los edificios que tenían que ver con los héroes de la patria, ahora son las personas quienes se encargan de establecer la importancia de lo que para ellos puede ser patrimonio”, dice González.

Respeto por la memoria Para salvar del olvido y de la demolición, el pasado mes de julio, el Concejo de Medellín en el acuerdo Municipal Nº 23 de 2009, decreto Nº 0483, adoptó el Plan Especial de Protección de Patrimonio Cultural Inmueble del Municipio de Medellín. Con el fin de identificar, valorar, proteger, conservar, y asegurar la permanencia de los bienes inmuebles de valor patrimonial e interés cultural del Municipio de Medellín. En el acuerdo se encuentran lugares, edificaciones e instituciones declaradas patrimonio cultural: cerros, lagunas, quebradas, iglesias, colegios, universidades, hospitales, centros comerciales, plazuelas, parques, fincas, cementerio, clubes, entre otros. Ahora con el decreto se impedirá borrar los elementos que hacen parte de una ciudad: “el hombre puede guardar su memoria respetando el patrimonio porque son elementos didácticos que nos traen a la memoria las vivencias de la ciudad y de las diferentes generaciones”, dice el Director de la Fundación Ferrocarril de Antioquia, Álvaro Sierra, y agrega: “la gente de Medellín a lo largo de su historia no ha valorado el patrimonio que tenemos, no lo ha respetado, lo ha desconocido y la idea de un progreso acelerado y malentendido ha llevado a que se cometan grandes errores en la obras de la ciudad”. Entre los errores que menciona el Director de la Fundación cabe destacar las demoliciones del Teatro Bolívar y el Teatro Junín; las casas de la calle Perú y Girardot, las casas del barrio Laureles y las casas de los Ángeles en Buenos Aires, para darle paso a los edificios. Se rescata el esfuerzo de personas e instituciones que abogaron para que hubiese un acuerdo que se compromete a preservar el patrimonio. Pero el patrimonio no se debe limitar a un articulado. Tampoco debe ser impostado ni recitado como un discurso, debe ser interiorizado y vivido, debe fortalecer la identidad, la historia y la memoria de los habitantes, y ante todo debe permitir que los ciudadanos se apropien de él.


Estética urbana en Medellín

Ciudad de contradicciones Ya lo decía Gonzalo Arango, cuando en sus poemas hace más de 50 años le reclamaba a su amada Medellín su búsqueda desaforada y ciega por el dinero, su coquetería descarada con el desarrollo y el progreso. No le perdonaba ser aliada de la obsesiva producción y ajena al mismo tiempo a otras formas de vida, a otras formas de ciudad.

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Viviana Andrea Londoño Calle vivi1909otmail.com

La estética de la ciudad no se reduce a su trazado urbano, a las formas de su arquitectura, a la movilidad, ni a la composición de su estructura. La estética, tiene que ver con la manera cómo se producen la sensibilidad, las emociones y las percepciones de sus espacios por parte de los ciudadanos que, como lo dice el urbanista Jordi Borja, en su interacción, en su conversación y murmuración en espacios de convivencia son la “mercancía” más importante que se intercambia en una ciudad. Hoy las prioridades de la ciudad, inmersa en procesos de globalización, responden a parámetros de movilidad vehicular y seguridad, lo que transforma la concepción de ciudad. Ya no es el espacio público para el encuentro, es en un espacio segmentado, con barreras mentales y reales que dispersan a la ciudad concebida como la concentración de puntos de interacción, en un espacio de islas fragmentadas dando paso a la configuración ya no de una, sino de varias ciudades que no se comunican.

Seguimos copiando Para Borja en la ciudad lo primero deben ser los espacios colectivos. El espacio público define la calidad de vida de la ciudad, porque indica la calidad de ciudadanía de sus habitantes. En Medellín los

espacios públicos son eliminados o remplazados por lugares privados como los centros comerciales que más allá de la interacción, promueven la seguridad, que no propicia el Estado en los espacios públicos. Si bien es claro que se han adelantado procesos de urbanismo social, con intervenciones en distintos barrios, que se conectan con la ciudad a través de proyectos como el Metro, la estética urbana de Medellín todavía no escapa de las repetidas copias de modelos extranjeros, lo que da como resultado espacios que no corresponden a las características propias, en donde los ciudadanos no se sienten acogidos. Esa facilidad de adopción de modelos ajenos es coherente con la falta de memoria de Medellín, donde los referentes arquitectónicos se destruyen y los pocos que quedan son espacios sin usos representativos para el conocimiento del pasado por parte de los ciudadanos. Todavía prevalece la idea que sostiene que lo nuevo es lo mejor y lo más útil. Ese carácter novedoso se extrae de experiencias de afuera y no, como sería el caso, de las dinámicas propias de la ciudad. Medellín todavía piensa, como lo decía Gonzalo Arango, que el dinero, la producción y el progreso son una guía efectiva para su crecimiento y transformación. Contexto consultó cinco expertos de distintas disciplinas (estética, arquitectura, fotografía, periodismo y antropología) para que sus aportes proporcionen una visión acerca del panorama de estética urbana hoy en Medellín. Coinciden en que la estética urbana sigue sin responder a las necesidades de los ciudadanos, ni a sus realidades particulares.

Una ciudad que se desconoce

Mapa: Corpocentro sil-Comfenalco

Jorge Echavarría. Licenciado en Idiomas y Literatura. Especialista en Estética, semiótica y hermenéutica del arte. Actualmente se desempeña como docente de la Universidad Nacional.

“En Medellín hay un choque entre dos ciudades, esa ciudad planeada, perfecta, llena de vallas, de aduanas como las urbanizaciones; y la ciudad cotidiana, la ciudad que se vive. Hay una estética oficial que es la de la limpieza, donde la modernización y el progreso son las dos metas fundamentales. Frente a esa estética del desprecio por el pasado, están al mismo tiempo, las estéticas de la vida cotidiana. Hay una estética pensada desde un escritorio, frente al uso real que hace la gente de esos espacios. Lo ideal sería conectar esas dos visiones. Empatar esas lógicas es un trabajo que está por hacerse. Por otro lado, nosotros somos una cultura vándala con el pasado, nuestra relación con el pasado es una relación sin memoria y sin una guía para esa memoria. Por ejemplo, si el Ferrocarril fue tan importante, ahí podría haber una memoria, un centro de documentación, un museo, algo itinerante. Es necesario entonces conectar la memoria con el patrimonio a través de usos públicos, que lleven a la apropiación de ese patrimonio. La gran falla es que todavía no hemos logrado hacer un empate. Otro problema es la importación de modelos urbanísticos en lugar de construir un modelo propio, sin ignorar las tradiciones vernáculas ni la geografía. La ciudad no sólo es aquella que se atraviesa en carro como una condición de ciudad americana, hecha para el tránsito rápido y la expulsión El problema no es de movilidad, es de cómo se percibe la ciudad, de cómo se vive. En las intervenciones urbanísticas en los barrios sigue predominando una ideología progresista, se venden como un espacio de avanzada, pero al mismo tiempo es bueno preguntarse si esas estéticas interpelan a sus usuarios. Si esa arquitectura del Parque España les dice algo por ejemplo. La memoria y el patrimonio no son sólo los edificios y las calles sino también la comida, las costumbre, los modos de vida, los modos de ser. Es ahí donde se puede rescatar cosas distintas como los sabores, los colores, las texturas y los elementos de percepción que son de aquí, es decir las estéticas de aquí. Seríamos buenos negociantes si supiéramos realmente, eso que sólo tenemos aquí para venderlo bien vendido”.

Viviana Londoño

No se equivocaba entonces el poeta nadaista con sus quejas, que hoy siguen latentes en una ciudad pragmática que se sigue planeando desde las oficinas con transformaciones funcionales, que la mayoría de veces, nada tienen que ver con las necesidades de los ciudadanos que la viven, la gozan, la soportan y la sufren a diario.


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Jairo Ruiz Sanabria Fotógrafo, periodista, guionista y realizador de video. Creador del concurso de Fotografía “Los trabajos y los días” de La Escuela Nacional Sindical. “La ciudad es una trama compleja donde no sólo juega la apariencia física y el paisaje sino lo que hay detrás, los grupos humanos, las comunidades, los barrios, esas historias de la gente que develan la ciudad.

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La ciudad no es solamente el centro, es un complejo todavía más grande. El centro no es el punto de referencia para todo el mundo, es un punto de cruce. Para mí la vida está en los barrios, donde está lo más sorpresivo de esta ciudad. Tradicionalmente el centro ha sido importante por el comercio, pero la vida comercial no es todo en una ciudad. Una mirada sobre la ciudad inevitablemente debe pasar por la arquitectura, su espacio y su historia, con la gente, con el paisaje urbano. Esta ciudad es una locura con la arquitectura: construye y por otro lado destroza, no es muy coherente. El edificio del Parque España en Santo Domingo

me parece un fiasco, en una ladera con posibilidad de iluminación y de mirada sobre la ciudad, se construye una cosa oscura sin mirada hacia afuera. Lo grave de estos errores de arquitectura es que hay que aceptarlos porque cuestan mucho dinero, no tienen cambio, no hay vuelta atrás. El Metro no soluciona los problemas de transporte de Medellín. Esta era la ciudad del país que menos necesitaba un Metro, pero aquí no planeamos y los procesos de control urbano son nulos. Es la ciudad con Metro, Metro plus y cable, y a la vez que tiene más motos y taxis. Con los alumbrados, por ejemplo, el reto es hacer una ciudad visible y atractiva para el turismo, pero eso no resuelve los problemas de una ciudad. Seguimos siendo montañeros frente al manejo de la luz. Luis Pérez se metió en la idea de la ‘Ciudad Luz’ y por eso hizo el Parque de las Luces. La ciudad va a tenerse que inventar nuevas formas menos costosas y más ecológicas de divertirse. Tenemos cosas interesantes, otras ridículas en todo ese faraonismo de cosas grandes que no solucionan los problemas, somos una ciudad bastante desordenada”.

Viviana Londoño

La Medellín de faraones paisas

y no histór La esencia arquitectón es lo nuevo

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Mapa: Corpocentro sil-Comfenalco

Hoy la ciud mas claras. la desbord creciente i la violencia que estem culpa del a que todos el asunto”.


Mario Arenas Antropólogo, filósofo y docente de las universidades Eafit y UPB.

“La estética urbana depende de quien la observa y la construye. Depende de las transformaciones históricas, de la intención funcional que no es simbólica, sino ante todo pragmática. La arquitectura, por ejemplo, es funcional rica, esto habla de lo que para nosotros significa tener ciudad. principal del antioqueño está en el irrespeto por el patrimonio nico que está muy dado a sospechar, que efectivamente lo mejor o, no lo antiguo.

n no es la ciudad más loca del mundo, es la más cercana, es mente contradictoria, con momentos de mucha libertad y otros rvadores. Medellín es un contraste. Da cuenta de la modernidad ejo de sus espacios y al mismo tiempo es una ciudad cerrada en en una cultura centrifuga que excluye las diferencias.

tiene una mala historia y pasa por un mal momento. El presente ejor y creo que el futuro tampoco lo sea. Decimos querer a la ero cuando se genera la cotidianidad la hostilidad es profunda, habla de mantener los espacios limpios, no hay ningún tipo de so.

Una estética para la transformación social Alejandro Restrepo Arquitecto. Especialista en Gestión Empresarial para la Arquitectura. “Medellín está colmada de situaciones que hoy depositan nuevos aires de esperanza, en una ciudad que va combinando todas sus estéticas, a través de los años. Nuestra estética urbana contemporánea, más allá de las formas puras o del racionalismo arquitectónico, define fundamentalmente un poco la emoción de estar vivo.

Hoy encontramos en barrios que hasta hace diez años eran matizados por fenómenos de violencia, una estética absolutamente alentadora con una arquitectura de mucho valor iconográfico y un valor emocional de las personas que la viven. Hay más razones de equidad y más situaciones de equilibrio en la sociedad. La estética de la ciudad, no discrimina ni aleja. El gran valor de la transformación urbana de Medellín son múltiples lugares para el encuentro, donde se van concretando espacios para el ocio, la lectura, la lúdica, el diálogo y la reflexión, como los Parques Biblioteca. Definiría a Medellín por una transformación permanente que está generando no sólo cambios en los barrios, las comunas y laderas sino también en la actitud de las personas. En esa medida ese pragmatismo de la estética urbana es evidente y es un hecho a partir de lo que quiere proyectar y de las esperanzas de las personas que están en estos lugares e interactúan con la ciudad. Es decir, no es una estética soñada, es una estética hecha y vivida”.

es violenta y grosera, ni siquiera por los homicidios por los robos, sino por el comportamiento del peatón, dano, del conductor. Siento que hay prepotencia en con un ciudadano que siempre está a la ofensiva quier situación.

dad tiende al caos, las evidencias son cada vez . La mala utilización de los espacios públicos, dada construcción de centros comerciales, la influencia narcotraficante dentro de la ciudad, a completamente oculta, soterrada. No creo mos apuntándole a una mejor ciudad y no es alcalde, ni del pasado, ni del de ahora, creo de alguna manera, todos tenemos que ver en .

La estética del rebusque Ricardo Aricapa Periodista, cronista y docente. Reconocido por publicaciones como: Medellín es así, crónicas y reportajes y Comuna 13, crónica de una guerra urbana entre otros. “Mi mirada de la ciudad es del centro porque allí es donde vivo y he pasado muchos de mis años. Una de las cualidades de Medellín como ciudad radial, es que tiene un único centro donde confluyen todas las vías y rutas de los barrios. Todo pasa por un centro orgánico, que aunque está deteriorado, sigue siendo el alma de la ciudad. La estética de Medellín es diurna, la gente censuró mentalmente la noche. Así, al mirar la ciudad nos encontramos con media estética, porque está eliminada la noche y los intentos de la alcaldía son mínimos al respecto, además no hay transporte público nocturno.

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Con los cambios que se han dado desde la administración municipal, con intervenciones arquitectónicas de calidad, como estrategia para llevar a los habitantes de la ciudad a los barrios y no para traer a los habitantes de los sectores periféricos hacia el centro, se comienza a crear una estética más emocional que va más allá de lo que perciben los ojos.

Medellín no es bonita realmente, su estética está basada en el desorden y en la improvisación en el hacer. Eso mismo que se refleja en las canciones, en lo que nos gusta, lo que lee la gente, lo que oye y lo que habla. No hay una reflexión estética cuando se hacen las cosas. La gente vive al día, en una ciudad hecha para el quehacer, el negocio y la ganancia. En este momento el paisaje urbano es la venta ambulante. Medellín es la ciudad del rebusque. Si tenemos por ejemplo, un recurso como las mujeres, aparece la mentalidad paisa de buscar plata, de ganar dinero como sea. Si ya no hay arquitectura, ni la industria es nuestro fuerte, tampoco los servicios o los museos y menos la cultura, entonces queda el patrimonio de las mujeres, visto desde el punto de vista de la rentabilidad. Una estética muy particular de Medellín es la de las “tetas”, es la ciudad de la silicona.

Hay una preponderancia muy particular más que en cualquier otra ciudad. En esta ciudad eso ya es una cultura. Aquí hay una estética donde predomina la imagen con consecuencias directas sobre los valores, la cirugía es la que manda y el paradigma de la belleza son las “tetas” grandes. De otro lado, Medellín es hostil, con una sensación de estrechez que se traduce en una estética del amontonamiento, como resultado de una falta de sincronía con sus propias limitaciones topográficas. La ciudad está desbordada, por la miseria, el desplazamiento, la pobreza. Por ejemplo, la comuna 13 es una madriguera imposible, no hay calles, no hay avenidas, todo es abigarrado. Ahí no hay estética, hay desarraigo y alejamiento del Estado y eso también alimenta la violencia. No hay oportunidades y el resultado es esta ciudad que tenemos, sin ninguna planeación. De Medellín no se pueden esperar cosas muy buenas, sobre todo porque es una ciudad que cada día se empobrece más en todos los niveles”.

Mapa: Corpocentro sil-Comfenalco

dellín un contraste


En las casas demolidas emerge el arte

Los muros de la memoria efímera En los paredes de lo que fueron casas viejas, unos jóvenes artistas comunican de una manera poco convencional lo que les inquieta sobre la transformación de la ciudad, y quieren reflexionar sobre estos cambios, para plasmarlos en la memoria. Natalia Andrea Sánchez Acevedo dubambi@hotmail.com

Natalia Sánchez Acevedo

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“¿Qué es ese dibujo en esa pared?”, “¿quién lo pintó?”, pregunta Julián Salcedo, habitante del barrio Primavera en Envigado al ver siluetas de ollas, camas, perros y hasta bicicletas pintadas en las paredes de las casas demolidas. Esto hace parte de un particular escenario en Envigado y municipios del Área Metropolitana, donde se adelantan megaproyectos como Metroplús y, por eso, se derriban casas y edificios para dar paso a estas obras que transforman la ciudad. Las huellas que quedan de las demoliciones se vuelven parte del paisaje urbano y este proceso de transformación llamó la atención de unos jóvenes de la Universidad de Antioquia: Néctor Mejía y Jhony Pérez. Ellos decidieron hacer arte para todos, con el fin de reflexionar sobre los cambios físicos que sufre la ciudad e intentar retener la memoria desde lo que queda en las paredes de las casas derrumbadas. Al derribar los muros quedan rastros: escaleras, baldosines del baño y de la cocina, tomacorrientes y tuberías. Las huellas de las personas que habitaron allí se evocan mediante el arte. Y este es el trabajo de Néctor Mejía y Jhony Pérez: representar en esos muros vacíos un boceto de lo que fue el lugar. Muros que serán removidos del todo, dejando atrás los rastros de quienes habitaban allí. “Y aunque sabemos que es algo efímero, explica Jhony, es nuestra manera de comunicar, para que la gente se inquiete con elementos simples”.

Los artistas Néctor es un artista plástico. Estudió en la Universidad de Antioquia, la Escuela Popular de Arte y la Escuela de Arte Eladio Vélez. Es un artista de tiempo completo. Por su parte, Jhony es licenciado en Educación de Artes Plásticas de la Universidad de Antioquia y de la Escuela de Arte Eladio Vélez, además es delineante de arquitectura y docente en el Colegio Mayor de Antioquia. Ellos pretenden generar una estética en la ciudad y mostrar arte desde el entorno urbano. Arte para todos, para las personas que pasan frente a los muros, sin tener que ir a galerías y museos. “Y al ser para las personas, nos referimos a memoria desplazada como concepto básico, porque son las personas y sus historias las que se

En un muro del barrio Primavera, en Envigado se dibujan rastros de quienes habitaron en ese lugar.

desplazan con las demoliciones”, comenta Néctor. Estos artistas eligieron pintar siluetas desde 2006. Se dieron cuenta que la memoria no es nítida, ni clara, es una sombra de la realidad. Según Jhony, la intención es buscar que las personas imaginen qué había antes en esos lugares y recrear las situaciones que ocurrieron allí. Además los objetos que representan son cotidianos porque tienen relación con el diario vivir de las personas. Néctor y Jhony creen que a la gente le gusta lo que hacen, pues las personas cercanas a los lugares donde han realizado su trabajo artístico, les manifestaron el agrado que sienten al ver lo que ellos pintan en los muros. En una ocasión, recuerda Jhony, una señora les dijo en tono de broma: “los pillé”, y en otro momento unos indigentes les dijeron: “nos están poniendo cama y sanitario”.

Expresar la rabia Lorenzo Moreno, habitante del barrio Primavera, dice que las siluetas son una manera de expresar la rabia de quienes dejaron sus casas para vendérselas al Estado. “Por medio de ellas quieren evidenciar su dolor porque no quieren que desaparezca tan fácil lo que había allí”, afirma. Por su parte, Armando Echeverry, que vive al frente de uno de los muros intervenidos del barrio Primavera en Envigado, piensa

que las siluetas son graciosas, pero cree que ya no se ven igual pues otras personas rayaron y dibujaron sobre ellas. Según el artículo 189 del Código de Convivencia Ciudadana, que rige para el departamento de Antioquia desde el 1 de enero de 2003, no se puede hacer daño a ningún elemento del “amoblamiento urbano”. Por esto, Néctor y Jhony solicitan con anterioridad permisos en el municipio correspondiente al muro que desean intervenir con sus siluetas. El trabajo que estos artistas están realizando aún no llega a su fin: “estamos pendientes de los cambios que ocurren no sólo en Antioquia, sino también en otros lugares. Igualmente sabemos de antemano que nuestro arte es efímero, en este momento el único muro pintado es el de Envigado, dura tan sólo mientras construyen lo planeado”, explica Néctor.

“Al derribar los muros quedan rastros: escaleras, baldosines del baño y de la cocina, tomacorrientes y tuberías. Las huellas de las personas que habitaron allí se evocan mediante el arte”.


Preparación y buenas herramientas son necesarias para trabajar la relojería

El oficio de reparar las horas Los relojes, artículos que ayudan a manejar el tiempo, son máquinas complejas de gran precisión. Los relojeros deben tener un conocimiento técnico para manejarlas, algo que en los últimos tiempos se ha ido perdiendo. Mónica Ospina Rodríguez osro31hotmail.com

Ante la pequeña vitrina que corta la entrada del local, se encuentra una señora que espera paciente, que le revisen su reloj. Detrás de un escritorio con una pantalla de vidrio, donde se alcanzan a ver varios relojes desarmados, sale el relojero que lleva en sus manos el Citizen que dejó de contar los minutos hace un buen rato. Para que trabaje de nuevo es necesario darle mantenimiento a todas las piezas, limpiarlas, lubricarlas y devolverle unos años más de vida útil. — Son 30 mil pesos, dice el relojero. — Rebájele cinco pesitos y se lo dejo, regatea la señora — No, ese es el precio del trabajo que voy a hacer, mantiene lo dicho. A pesar de las insistencias de la mujer, él sabe de la calidad de su trabajo y no cede. Después de mucho insistir, confiada deja el reloj, porque un día vio a un reconocido relojero del centro despejando una duda ante este hombre que no pasa de los cincuenta años. “Bueno yo se lo dejo porque un día vi aquí al señor del Valle que le estaba preguntando una cosa, y me dije ‘este señor debe saber’”, cuenta mientras saca los diez mil pesos de adelanto por el trabajo. Su local en el pasaje comercial del edifico La Libertad, que une la calle Palacé con Junín, está lleno de prensas, pinzas, destornilladores, recipientes y llaves; doradas, plateadas, en vidrio, grandes, pequeñas y diminutas; los muebles con pequeños cajones marcados guardan las piezas que al engranarse permiten que se lleve a cabo la danza de los minutos. Elkin Chaverra se sienta nuevamente ante su escritorio, donde el tiempo se detiene para devolverlo al reloj que ya no lo marca. Con cuidado destapa el reloj, lo desarma pieza por pieza, “este tornillo no va aquí” y se da cuenta que ese reloj ya pasó por otras manos: “Los relojeros están perdiendo calidad, ahora solo hay ‘cambia-pilas’”, dice mientras toma la pinza para desprender las agujas.

Fue allí donde tuvo contacto con las marcas más finas de relojes del mundo, por sus manos pasaban Rolex, Longines y también los antiguos y distinguidos Ferrocarril de Antioquia. Fue el importador de estos relojes quien le pidió el favor de repararlos, labor que sigue haciendo hasta hoy, pues aunque estos relojes hayan salido del mercado son muy apreciados entre los coleccionistas.

Oficio en decadencia En la década de los sesenta se conformó en Medellín la Asociación Antioqueña de Relojeros, que tenían como lema “honestidad y capacidad profesional”. Se creó con el ánimo de buscar capacitación y para facilitar la importación de equipos, principalmente desde Suiza. La asociación se acabó en 1983 porque los relojeros dejaron de pagar la cuota de sostenimiento de las actividades y la oficina, pues ninguno de los funcionarios recibía un pago a cambio. Desde entonces el colegaje ha decaído debido al egoísmo entre ellos. Pero no sólo el colegaje va en decadencia. Elkin no duda en afirmar que la calidad de los relojeros desmejoró, las casas relojeras dejaron de hacer sus capacitaciones, los relojeros de la “vieja guardia” se están muriendo y los jóvenes que los reemplazan no se interesan en invertir en buenas herramientas para trabajar la relojería técnicamente, algo que para él es primordial en el oficio. Al fondo una máquina que cada cierto tiempo hace click acompaña el ambiente tranquilo que forja el silencio y las melodiosas notas provenientes de la emisora de la Universidad de Antioquia sintonizada en un minicomponente. És la centrífuga, que con el movimiento de una canasta dentro de un frasco de vidrio lleno con agua y jabón, hace un millar de burbujas para despegar el óxido de los relojes desarmados que adentro se encuentran. Aunque Elkin entró a esta profesión por obligación, aprendió a valorarlo: “me gusta mucho mi trabajo sobretodo la micromecánica pues es un arte la fabricación de piezas tan diminutas, la exactitud de los diseños y las herramientas que hay para trabajar la relojería, debido a que cada pieza requiere de un instrumento específico”, dice mientras se quita su lupa y deja su asiento para atender el cliente que acaba de llegar al mostrador. — Buenos días, me encontré este reloj esculcando en un clóset, a ver cuánto vale. — Es un replica, dice el relojero acomodando la lupa a su ojo mientras lo detalla. — ¿Pero es una bien hecha? Trata de sonar convincente el cliente. El relojero calla y le devuelve el falso Cartier a su dueño quien lo guarda y se va en silencio. Mónica Ospina Rodríguez

Armando el tiempo Elkin no llegó a esta profesión por convicción. Su padre, un obrero de Fabricato, lo obligaba a trabajar en el taller de relojería que tenía desde 1959. Para él los cursos no eran necesarios porque para ser relojero lo único que se necesitaba era “malicia indígena”. Esto cambió cuando un amigo lo inscribió en 1981 a su primer curso en el SENA, le advirtió que si no asistía, no se podía volver a inscribir a otro porque había estado ausente. Cuando entró a la institución comprendió que estaba muy equivocado y reconoció que no sabía nada. Aunque estudió a escondidas de su padre cuando le empezó a enseñar lo que aprendía allí, éste quedó maravillado por todo lo que desconocía acerca del oficio que hacía tanto tiempo ejercía. Durante un mes estuvo rodeado de máquinas y relojes: “era un curso muy práctico e intensivo”, recuerda sin apartar la mirada del reloj Mido que desarma. Esta experiencia la usaría luego en la joyería Tiffany´s en donde empezó a trabajar como ayudante luego de terminar sus estudios.

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Elkin Chaverra tiene la clave para arreglar relojes mecánicos. Conoce cada una de las 80 piezas que integran estos instrumentos que marcan el paso del tiempo.


Nunca fue a una universidad, en la calle aprendió lo que concibe como arte

Un artista que se inventa cada día Jenny Carolina Buitrago.

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“La creación artística es difícil describirla porque ella es independiente y se crea sola y por eso no puedo decir que una creación es mía, pues yo simplemente sé moverme para donde ella me indique. Me dice échale color aquí, quítale allá, y yo le hago caso”. Jenny Carolina Buitrago Cortés Carolina4424@hotmail.com

Con una pequeña espátula plateada mezcla el líquido rosado hasta que obtiene el tono que desea. César cruza su amplio taller de paredes totalmente cubiertas de colores, imágenes y parches de pintura, llega ante la Sus pinturas nunca quedan como inicialmente las planeó, “siempre me dejo estructura metálica que pinta desde hace varias horas. llevar, cierro mis ojos y las cosas se me van ocurriendo”, dice César. Presiona el gatillo del aerógrafo y eleva sutilmente su mano por el aire para que los tonos rosados se empiecen Hijo del boyacense Julio Figueroa y la santandereana Aracelis Torres, a plasmar en su obra. Sonríe, sabe que una vez más su poesía, este valduparense creció bajo el calor del Caribe colombiano y al pie expresada en arte gráfico, se apodera de su cuerpo de artista y lo de la Sierra Nevada de Santa Marta que, según él, ha sido su musa manipula a su antojo para darle forma a una nueva creación. de inspiración por años. Los vallenatos de antaño que aprendió a escuchar en su ciudad aún lo estremecen y lo llenan de nostalgia “Cada vez uno tiene que inventarse la forma de vivir y de hacer y por eso hoy dice con plena seguridad: “Algún día me devolveré creaciones innovadoras. Es la misma cosa que me pasó la primera pa’ mi tierra”. vez que salí a la calle, que todos los días tenía que inventarme algo para involucrar a la gente con mi arte”, dice César con un acento Sin importar donde viva o a que lugar de Colombia vaya, César que mezcla el “costeño” y el “paisa”. Cada amanecer este artista sabe que siempre la pintura será su poesía: “La pintura es poética siente la necesidad de bosquejar algo nuevo, para que nunca se le cuando no la puedes describir, sino sentir. Sólo debo darle espacio olvide y pueda plasmarlo luego en una piel, una tela, un cuadro o para que ella misma se forme”. Y en busca de todos los espacios incluso en un gran muro de alguna calle de Medellín. donde pueda plasmar su “arte callejero” nace en 1999 la idea de crear junto a su esposa Sorelly, “Narkográfika”. César Figueroa es un artista oriundo de Valledupar y desde hace doce años vive en Medellín. Aquí se enamoró perdidamente de una ciudad que se atrevió a admirar su obra y de una mujer paisa de ojos azules que le obligaron a quedarse. En esta ciudad, el artista ya ha pintado alrededor de 30 muros. Con la idea de reformar conceptos que tienen un significado negativo en el país, y empezar a formar una identidad artística urbana, nace Sus obras son reconocidas por las majestuosas aves pintadas que “Narkográfika”, un grupo de artistas influenciados por la literatura, revelan un misticismo y una elegancia que se evidencian en las el cine y la música que utilizan diferentes técnicas para crear esa curvas perfectas y colores cítricos que brillan. César adora plasmar misma poesía que emerge de sus manos y se proyecta con colores, en sus grandes murales, que pueden llegar a medir más de tres trazos y formas en diferentes espacios de la ciudad. metros de alto, diferentes aspectos de la naturaleza como los detalles de la piel de un animal o los rasgos faciales de una mujer “Con mis muros quiero trasmitir libertad, estética y el amor por lo indígena. que se hace, porque hay que tener en cuenta que la estética de la calle se forma haciendo cosas que no sólo sean bonitas y banales, sino que trasmitan cosas”, dice César.

Narkográfika, reinventando el lenguaje

Arte inspirado en las calles

César tiene 32 años, es blanco, delgado, de cabello negro ondulado, grandes ojos verdes y tiene una espontánea sonrisa que nunca se ausenta cuando recuerda su juventud y ese largo viaje que inició a los 17 años, solo y con 25 mil pesos. “Fue un viaje que planeé desde el bachillerato. Me fui a caminar por toda Colombia sin decirle a nadie. Me ganaba la comida y la dormida dibujando personas y diseñando imágenes para los que tatuaban. Una negra que vendía frutas me dejaba pasar las noches en la mesa en la que trabajaba y a cambio yo le pintaba a todos los hijos”, dice César. Ahora recuerda que lo que vivió en las calles de Colombia le ayudó a formar ese concepto urbano que hoy expresa en todas sus creaciones. “Le debo a la calle todo lo que sé, le debo mi versatilidad para pintar, porque en ella tuve la necesidad de desarrollarme en muchos campos y así aprendí a conocerla y quererla. La calle es la verdad, lo demás son suposiciones”.

En el centro de la ciudad ha pintado nueve murales. Uno de los más reconocidos es el de la Alianza Francesa en el Parque de San Antonio que fue muy especial porque participaron muchos artistas de Medellín. Para hacerlo tuvieron en cuenta la dinámica del centro, sus transeúntes y las diferentes tribus urbanas. César sueña viajar algún día con su esposa y sus dos hijos: Damiánm y Yarak, para seguir pintando y embelleciendo las ciudades con su arte, pues nunca perdió este instinto de viajero que le impide quedarse en un solo lugar: “Soy como una jaula, cuando salgo y pinto la abro, y dejo salir todo eso que está encarcelado dentro de mí”.

“La pintura es poética cuando no la puedes describir, sino sentir. Sólo debo darle espacio para que ella misma se forme”.


La agresión entre compañeros al interior de las aulas, un problema que persiste

Más que un juego de niños El bullying, un tema que antes era ignorado, ahora es más visible y se busca erradicar de los colegios. En los cursos de transición de primaria a secundaria, así como los grados séptimo y octavo de bachillerato es donde más se manifiesta el acoso entre estudiantes. Elizabeth Ramírez Restrepo elir249@hotmail.com

Juliana Sosa Góngora julysosa103@hotmail.com

“Esa niña es tan gorda que parece una ballena”. Frases como esta, apodos a causa de un rasgo físico o la manera de expresarse, al igual que voltear el morral al revés o “tortugazo”, son situaciones comunes en los colegios. Hoy, esas acciones son conocidas como bullying. Maltrato, intimidación o abuso entre compañeros es habitual en las instituciones educativas de la ciudad. El bullying es “una conducta de persecución física o psicológica que realiza un estudiante contra otro, al que escoge como víctima de repetidos ataques”, como lo define el psicólogo noruego, Dan Olweus, gestor del programa de prevención del bullying en el mundo. Andrea* tiene 21 años y salió del colegio hace cuatro. Cumplidos los 14, su padre fue trasladado de Cali a Medellín por razones de trabajo y llegó a la ciudad en compañía de su esposa e hijos. En su nuevo colegio, los compañeros se burlaban de ella por su particular acento caleño. Las charlas se hicieron cada día más frecuentes e insoportables. Cuando volvía a su casa, Andrea no dejaba de llorar y los reclamos a sus padres por cambiar de ciudad y colegio fueron cada vez más frecuentes. Cada vez la situación se volvió más dramática. Sus cuadernos y carpetas aparecían con chicles pegados y las frases “¡devuélvase por donde vino!”, “¿qué está haciendo en Medellín?”, fue lo que escuchó a diario en el colegio. Ya no soportaba tanto rechazo.

Acoso desapercibido A diferencia de otros conflictos, el bullying es una ofensa pasiva. La víctima se acostumbra a vivir en situaciones de sometimiento. “Éste se aprende, no por el ejemplo, sino por la réplica. El sujeto al vivir inmerso en un contexto de maltrato, lo asume como la forma correcta de relacionarse con el otro”, indica Alfredo Ghiso Cotos, director del Laboratorio de Estudios Sociales de la Fundación Universitaria Luis Amigó La víctima prefiere callar. Profesores y padres de familia no detectan dicho maltrato. Al principio, el acoso a Andrea pasó desapercibido, pero luego de dos meses de discriminación y ante su negativa

de volver a estudiar, su madre acudió al colegio en busca de ayuda. Por eso, los especialistas llaman la atención ante este tipo de acoso que “se manifiesta de diferentes formas, pero la sociedad se acostumbró a detectar la más visible, la física; cuando se da de manera social o relacional, pasa desapercibida”, dice Viviana Ospina Otavo, integrante del grupo de investigación de la Luis Amigó. Las consecuencias del bullying son tan graves que en las instituciones educativas de la ciudad que “el gobierno municipal solicitó que en los colegios públicos haya sicólogos permanentemente. Ya fueron aprobados varios cupos para las instituciones que tengan más de 800 estudiantes”, dice Felipe Gil, secretario de Educación de Medellín. Acabar con la creencia que sólo se trata de un “juego de niños”, es una responsabilidad que deben asumir psicólogos, trabajadores sociales, profesores, personeros, padres de familia y estudiantes, de las diferentes instituciones educativas, incluso las privadas. En sí, se trata de aprender a relacionarse con el otro respetando las diferencias de clase, raza o credo.

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Colegios públicos y colegios privados Andrea sentía una presión en el pecho cada vez que pisaba el aula de clases. A diario era una víctima de agresiones psicológicas. “En el salón, yo ignoraba las burlas, no decía nada; trataba de hacerme la fuerte, pero en el fondo estaba destrozada y llegaba a llorar a la casa todos los días”. El bullying lo ejercen los niños o niñas y puede ser un acoso físico o social. “El primero, se da más en los hombres de instituciones públicas, y el segundo, derivado de chismes o burlas, en mujeres de instituciones privadas”, agrega Viviana Ospina. “En las instituciones públicas tenemos un contexto de barrio, donde los chicos crecen en barras, con situaciones económicas difíciles, que van a influir en la dinámica de los mismos salones. Por su parte, en las instituciones privadas, al estar apartadas de esos problemas, su influencia será derivada del interior de las relaciones familiares”, comenta la investigadora. Donde más se viven los diferentes tipos de sometimientos como el chantaje o la intimidación son las aulas de clase. La mayoría de las veces, las víctimas responden de diferentes maneras: quedarse callados, llorar, esconderse o escapar. Y la solución a este tipo de acoso escolar es más sencilla de lo pensado, como le sucedió a Andrea. En una reunión con sus padres, la profesora y el compañero que la molestaba, la joven estudiante decidió confrontarlo y contar los abusos psicológicos a los que vivía sometida; luego de la socialización de las diferencias llegaron a unos acuerdos que debían respetar. Como resultado de esto, él no volvió a molestarla. Para la celebración de los quince años, sus familiares le aconsejaron que hiciera una fiesta y reuniera a todos los compañeros del colegio. Aceptó y logró generar así relaciones de amistad con ellos. Los efectos del bullying se pueden disminuir en la medida que las víctimas o los testigos hablen. Para Alfredo Ghiso: “éste se desnaturalizará al momento que se nombre, cuando se esté consciente que le pasa a otros y, al identificarlo, se le dará un reconocimiento al problema. De esa manera podrá ser enfrentado”. * El nombre se cambió por petición de la fuente.


Seguimiento llevado al extremo

El arte de saber caer Keren Durán Manrique

Korina Daza Zapata koridaza@hotmail.com

“¡Uy que gato!”, “yo lo ví y dije: ¡Qué chimba! yo quiero aprender” se escucha decir a los niños del colegio Salazar y Herrera mientras ven a un joven trepar por la reja de la institución. Les dicen micos, payasos e incluso apartamenteros. “Muchachos eso no es para saltar”, los regañan los celadores, “cuidado se mata”, gritan las señoras, “mire que se va a quebrar el cuello” se preocupan los abuelos. El parkour o arte del desplazamiento fortalece el cuerpo y libera el espíritu desde los saltos, la altura y la adrenalina. Los jóvenes de Medellín empiezan a aprender el arte de saber caer. Sus practicantes se denominan traceurs: “el que traza el camino”. Ellos se desplazan de un punto a otro de la manera más rápida y precisa posible. La dificultad, en los tramos, es superar la mayor cantidad de obstáculos. Para hacerlo más simple “eso es como jugar seguimiento”, dice Samuel Poveda que a sus 16 años ya es practicante de parkour. Es como recordar la infancia. Es evocar el día en el que falló el salto en el columpio y no podía haber más sangre en el pavimento por la boca reventada o las trepadas en los árboles que trajeron consigo brazos partidos y regaños de los papás; es similar a volver a las tiradas por las escaleras y el equilibrio por los muros, sólo que ahora es algo más técnico. Es saltar de techo en techo y desde un tercer piso.

De rescates a piruetas Esta nueva tendencia deportiva llegó en Medellín hace ocho años y en el mundo se practica desde 1988. Tiene sus inicios en Francia. Sus creadores David Belle y Sébastien Foucan heredaron el “Método natural” de Georges Hébert y lo convirtieron en una disciplina para entrenar.

La calle se resignifica con los practicantes de este deporte.

Éste consiste en “ser fuerte para ser útil” y desarrollar destrezas físicas desde la propia adaptación al espacio y la naturaleza. Los primeros traceurs podría decirse fueron los bomberos. En principio, el método era implementado por ellos para hacer rescates más efectivos y por algunos jóvenes para el cuidado de su familia. Aunque muchos llaman parkour a esta práctica, en realidad lo que vemos en las calles se llama Free Runnig, la tendencia inventada por Foucan al separarse del Belle. Es el parkour mezclado con acrobacias, el arte del desplazamiento combinado con piruetas. Encontrarlos no es tan fácil, pero se pueden ver en La Villa de Aburrá, el barrio Simón Bolívar o el corregimiento de San Antonio de Prado. Niños y jóvenes entre los 10 y 25 años se reúnen para proponer retos y practicar. Su indumentaria es básica: una sudadera, una camiseta y unos tenis cómodos que permitan que su cuerpo se deslice en el espacio. También practican solos porque la idea base es superarse a sí mismo, más que generar una competencia con el otro. Ver a los “trazadores”, en ocasiones es como experimentar la persecución de una película policíaca. Entre sus movimientos están el revert 360° - corren hacia el obstáculo, luego apoyan sus dos manos y con una gran velocidad hacen un giro de 360°- ; también está el tictac en el que corren trepidantes por la pared como si fueran el hombre araña o una maniobra básica: el monkey en el que, a modo de micos, superan el obstáculo sólo con las manos.

La calle, algo vital

Keren Durán Manrique

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Aquí no hay horarios, uniformes, ni números que igualen. El parkour más allá de una práctica deportiva es la filosofía de superar los miedos y las inseguridades. Es la práctica que lleva a vivir la ciudad como una aventura de la libertad.

El tic-tac es uno de los movimientos practicados por los “trazadores”.

Con estos personajes el espacio se resignifica. Ellos le dan un nuevo uso tanto a lo público como a lo privado. Viven lo urbano y lo rural de un modo diferente, donde la calle deja de ser el espacio “de nadie” o por el que solo se transita para ser su ilusión de cada día. “¿Vos has visto la baranda que tiene el Hotel Dann? Yo la veo y me parece hermosa. Me hace soñar. La gente normal no ve eso y no entiende, pero a nosotros se nos abre un mundo”, comenta “Chapu”, practicante de parkour, roller y skate y recientemente campeón nacional de roller en el campeonato Extreme Kulture Festival realizado en Quindío. “Para nosotros los espacios también son los protagonistas y la calle se convierte en algo vital.” La antropóloga Natalia Rocío Grisales afirma que ésta es una “alternativa deportiva interesante. Pone a las personas en contacto directo con la urbe. Les permite vivenciarla de una forma diferente y, de paso, las saca del ‘encapsulamiento’ que generan otras prácticas tradicionales, como por ejemplo el fútbol y toda esa cultura de alienación que gira en torno a él”. El parkour aún no está reconocido en el Sistema Nacional del Deporte, pero el “Chapu” sueña con tener su propio Parko Park, como él llama al espacio para entrenar y difundir la práctica. Él conserva en su computador los bocetos del lugar porque confía en que este sueño, con ayuda de la Alcaldía, sea materializado. “Chapu” asegura que es necesario el apoyo a estas tendencias porque, como dice él, “lo bacano del deporte extremo es que no hay estrato. Te ubicas en un mundo donde todos buscan ese gusto y no hay diferencia. Es algo que nos une y nos hace fortalecer el cuerpo y el espíritu”.


Un film de amor, celos e insatisfacciones

Shi gan: Tiempo Angélica María Cuevas Guarnizo angelicamcuevas@gmail.com

Dirección y guión: Kim Ki-duk. País: Corea del Sur. Año: 2006. Duración: 96 min. Género: Drama. Tiempo relata la historia de See-hee, una mujer celosa que enloquece cada vez que su novio Ji-woo se acerca a otras mujeres porque piensa que físicamente no es tan bella como para complacer a su pareja. Ella teme que con el paso del tiempo Ji-woo se canse de ver todos los días el mismo cuerpo y el mismo rostro. Una noche le pide que le haga el amor imaginando que es otra mujer, al ver que su novio accede, se convence de que necesita ser una persona diferente para volver a enamorarlo, y decide hacerse una cirugía estética y desaparecer de la vida de Jiwoo durante los seis meses que dura su recuperación, para volver a conquistarlo con una nueva apariencia. El film tiene como escenarios principales un pequeño café al que con frecuencia asisten Ji-woo y See-hee y el parque de las esculturas de Baemigumi, situado en la Isla de Mo, donde se encuentran treinta

piezas del escultor Lee Il-ho que simbolizan el erotismo, el amor y el dolor, las esculturas que se extienden por la playa sirven como escenario para que los protagonistas de Tiempo se encuentren y se aparten. Su director y guionista, el coreano de 48 años Kim Ki-duk, nunca ha estudiado cine pero es considerado uno de los maestros del séptimo arte contemporáneo por cintas como Hierro 3, La isla, Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera; y Samaritan girl donde propone un cine oriental diferente, experimental e independiente, que refleja problemas universales y también conflictos simples que pueden sentirse en cualquier lugar del mundo por cualquier ser humano. Tiempo adopta sentimientos recurrentes en las películas de Kim Ki-duk como el perdón, la ira y los celos. Desarrollar en la cinta el tema de las transformaciones corporales significa para el director entender que la cirugía plástica puede cambiar la apariencia exterior y, con frecuencia, reparar el alma: “creo que la gente ansía dibujar una nueva imagen en un nuevo pedazo de papel cuando no les gusta su pasado, esto se expresa al borrar sus memorias lastimando su cuerpo y dando una nueva imagen. Su primer deseo es ser más bellas pero lo que realmente quieren es conseguir un nuevo corazón”, declaró en una entrevista publicada en la revista Cambio.

Un pavimento teñido de diversidad

Lina María Betancur Blandón linabeta@hotmail.com

En el centro de Medellín tres calles se unen en un punto y a simple vista no parecen sino tener esa conexión de asfalto; sin embargo, un acontecimiento histórico parece marcar el nombramiento de estos lugares. En 1824 Antonio José de Sucre, enviado por Bolívar, atacó a los españoles en la Batalla de Ayacucho con el general José María Córdova a la cabeza. En ese momento la victoria permitió la independencia de Perú. Córdova, además de héroe, se conoce también en Medellín como la carrera 42 y sus dos límites se convierten en la calles Ayacucho y Perú. Cercana a esta última está Fractal teatro que abrió sus puertas este año. Al lado su vecino Palinuro ya duerme y sólo espera el día para abrir las puertas y dejar salir su olor a libros leídos. Más adelante el ambiente se llena de personas, luces, movimientos y licor. En la esquina, sobre la avenida La Playa espera Diógenes, no el filósofo, sino el bar que

acoge a sus clientes habituales con lo mejor del son cubano.

Lina María Betancur

Una carrera de arte Al lado aparece una imponente estructura que se empezó a construir El Pequeño Teatro, La Antigua, Palinuro, La Galería de Arte el Taller y Bellas en el año 1926. El Artes mantienen el perfil artístico de la carrera Córdova. Palacio de Bellas Artes que desde 1996 fue declarado Patrimonio Cultural de Adentro se pierde la noción de realidad, la Nación permite que cualquier ciudadano piezas de arte vigilan esa casa de 121 viva los conciertos, recitales de poesía años que se convierte en un referente y disfrute de la pintura, el cine y otras de antigüedad. Cuando se abre la puerta expresiones artísticas. entra Córdova con todo su bullicio y la tranquilidad queda atrás. En el día el panorama cambia un poco una vez se cruza ese tramo de La Playa, donde Lugares importantes en la carrera como El antes se ubicaba uno de los 17 puentes que Pequeño Teatro, la Galería de Arte el Taller, permitían el paso sobre la quebrada Santa La Antigua y Bellas Artes como cuenta su jefe Elena. Vendedores ambulantes, papelerías, de comunicaciones, Carlos Alberto Vélez, centros de estudio, parqueaderos y hoteles pretenden “crear una entidad que trabaje saturan la carrera hasta Ayacucho. por el nombramiento de la calle Córdova, como la calle cultural de Medellín”. Entre esta última y la calle Colombia se encuentra la Galería de Arte el Taller.

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