Periodico Contexto Ed. 48

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PERIODISMO UNIVERSITARIO

ISSN 1909-650X

El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo

Medellín, junio de 2015

No. 48 Distribución gratuita

Foto: María Camila Bernal Quintanilla.

UNA EPOPEYA TODOS LOS DÍAS En la parte alta del barrio Manrique, al oriente de la capital de Antioquia, departamento que es modelo nacional en gestión por la educación, la lucha por este derecho se libra a diario, paso a paso, por encima no solo de las barreras geográficas, sino, también, las de los estigmas sociales que vienen con la pobreza.

En esta edición de Contexto conozca esta y otras historias que cuentan de tradiciones como la arepa y el pan, como el tango que sobrevive suspendido en el tiempo al borde de la carrera 76 en Medellín y la devoción que se profesa por la Virgen en un rincón inesperado de esta ciudad.

Lea en Contexto Págs. 5 - 15

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Perfil

El sueño del maestro La imagen fue el instrumento que Alejandro Cock Peláez eligió para aprender y compartir su conocimiento del mundo que lo rodeaba y que siempre respetó. Testimonio de sus colegas, amigos y estudiantes.

10 -11 Crónica

Los tenis rojos Intercambio con la revista Vialterna de la Universidad del Quindío. Una crónica sobre el alivio de la desgracia ajena. Una historia para reflexionar sobre el problema de nuestra violencia.

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Reportaje

Archivos históricos de Medellín, patrimonios del mundo Son tesoros de los que apenas hemos oído. Ahora uno de ellos es el patrimonio que registra la memoria del mundo en América Latina y el Caribe.


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OPINIÓN

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LA EDUCACIÓN DIGNA SE ENFOCA EN EL SER HUMANO Martha Ligia Gómez Vélez*

La educación necesita ser pensada con una mirada integral, es decir, se ha educado a partir de las lógicas esquemáticas del conocimiento pero sin la comprensión del mundo y, por ello, enfrentamos una sociedad que no piensa en el futuro de manera colectiva. Para lograrlo, hay que dignificar su ejercicio y poner en el centro al ser humano para potenciar el amor y la solidaridad al servicio del saber. Esta problemática se evidencia en nuestras instituciones educativas, escuelas y universidades con sistemas rígidos, que muy escasamente permiten o “cierran” los ojos a las nuevas ideas, están orientados a informar con cierto grado óptimo de pedagogía. La estrategia que predomina para ello es la memorización. Quedan a un lado el desarrollo, la inteligencia, la creación y la investigación, ejercicios que conllevan enseñar a explorar, desarrollar la capacidad analítica y creativa antes que lo repetitivo, descubrir la inteligencia y la personalidad de cada individuo; el verdadero -aunque muchas veces utópico- objetivo de la educación. La educación es fruto de la escuela pero, además, de la familia, la comunidad, el trabajo y los medios de comunicación, que condicionan significativamente el aprendizaje de cada individuo por factores extraescolares como el medio socio-cultural y las condiciones biológicas, sociales y económicas del entorno cercano al estudiante. Es así que la calidad de la educación está dada por la interacción de subsistemas como la salud, el trabajo, la alimentación y la recreación. Uno de los mayores desafíos que enfrentan los educadores en el nuevo siglo es transformar la visión del docente repetidor de contenidos para que pueda acompañar más adecuadamente a sus estudiantes en ejercicios de indagación, fundamentado en actitudes críticas con las teorías y prácticas que ro-

dean la labor docente y desplegar una búsqueda constante de nuevas opciones que enriquezcan la relación entre enseñanza y aprendizaje, en atención a que constituyen la base para que docente y estudiante logren extractar lo esencial de los contenidos, participar y establecer una actitud propia que se sustente en la creatividad. Para afrontar con éxito ese desafío, las condiciones de la docencia también tienen que cambiar. Le pedimos en demasía a esta profesión, le entregamos el futuro del país y el sistema pocas veces corresponde a esa exigencia. La dignidad de la educación y del docente es un asunto público al que no le hemos puesto el suficiente cuidado ni la fuerza que necesita para que ella esté en el centro. Una verdadera propuesta pedagógica hace partícipe activo al ser, con principios de autonomía, autoexigencia, creatividad e interdependencia, aspectos que inciden significativamente en la formación integral. Necesitamos articular lo que hoy está separado pues la complejidad de la realidad siempre ha estado ahí, lo que nos hacía falta era definirla, aludirla e intentar aprenderla. No se puede conocer el mundo que nos rodea como algo acabado, estático, aislado. El reto es comprender la existencia del mismo, cómo surge, de qué maneras se relacionan sus componentes, a qué conducen esas relaciones, entre muchas otras cuestiones, en un ejercicio de reconocer las relaciones existentes entre todo aquello que lo compone, incluidos nosotros, como lección fundamental para nuestra supervivencia. El reto de educar no solo es un reto de la escuela. Entre tanto, todas las estructuras sociales, pese a vivir en un mundo holístico, problémico, cambiante, insisten en darle continuidad a estáticas y viejas estructuras: organizaciones compartimentadas y jerar-

Sólo potenciando al ser humano con aquello que nos hace humanos, como es el amor y la compasión, podemos limitar nuestra inhumanidad. Leonardo Boff / Pensar al ser humano después de Auschwitz. quizadas, profesionales especializados y desconectados, conocimiento fragmentado en disciplinas, unidades y lecciones aisladas sin posibilidad de ver la relación dentro de ellas, entre las mismas y con la realidad del estudiante. La escuela tiene el reto de enfrentarnos al mundo de la cooperación, no desde el discurso sino desde la construcción cotidiana cooperativa. Dicha construcción solo se valora cuando se enfrenta a dilemas concretos. Es sencillo cooperar con los damnificados de un incendio cuando estoy viéndolo desde la televisión. En esos casos, acudimos a cooperar, donamos comida, ropa o, en algunos casos, nos desplazamos al lugar para ayudar a quienes lo necesitan. Pero otro es el reto de la cooperación cuando tu casa y la de tu vecino son las que se están quemando y solo dispones de un balde y te enfrentas al dilema de apagar tu propio incendio o el del lado. Y entonces vale la pena adentrarse en la comprensión de la cooperación no como valor para cultivar sino como dilema. Serán momentos reales los que permitirán a los niños ser o no cooperativos.

Una educación basada en comunidades de aprendizaje comprende que el conocimiento no significa tener información sino saber qué hacer con ella y, efectivamente, poder hacer algo, ser capaz de hacerlo. Esto nos conduce a una relación entre el ser, conocer, hacer y convivir. Entender el sentido de la cooperación implica entender el sentido de la inclusión, lo que exige poner en el centro una educación que potencie y defienda los derechos humanos. Y eso tiene que permear a todos los miembros de la comunidad educativa. No podemos tener una educación digna si no dignificamos a los docentes, si no entendemos la diversidad propia de los estudiantes.

* Comunicadora social – periodista, especialista en Periodismo Urbano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Experta en proyectos de comunicación, investigación y educación. Fue gerente del proyecto Unidades de Vida Articulada –UVA– de la Alcaldía de Medellín. Actualmente es asesora de la Corporación Viva la Ciudadanía en asuntos de opinión pública y paz.


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EDITORIAL

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“HAY PREOCUPACIÓN” EN EL PERIODISMO periodico.contexto@upb.edu.co

¿Qué papel tiene el periodismo en Colombia? La pregunta, que parece básica y exclusiva del sinfín de trabajos que en las universidades se hacen sobre el asunto, también se discute en una variedad de escenarios que sorprende porque, en cualquiera de las llamadas escuelas de padres, los escenarios académicos por supuesto, y aquellos en los que se discuten las decisiones de gobierno, eventualmente aparecen preguntas sobre el trabajo de los periodistas. Por eso es comprensible que no exista uno sino varios papeles para el periodismo en nuestro país y que estos, al mismo tiempo, tengan una trascendencia que quienes estamos en el oficio no alcanzamos a imaginar. Se ha escrito, reflexionado y discutido sobre un ejercicio que, además de informar, orienta al individuo en su relación con el entorno del que hace parte. Del mismo se ha dicho que es un mediador que permite comprender, en el ámbito próximo, los hechos de la gran agenda pública, en apariencia distante e incomprensible. En la práctica, basta pensar cuántos problemas tienen solución porque se convirtieron en noticia. El micrófono, la pantalla y las páginas de un medio periodístico han demostrado ser puentes eficaces para la ciudadanía con quienes toman las decisiones que la afectan. La mayoría de esos sitiales del periodismo concuerdan con el quehacer del oficio en un país como el nuestro y, por esa misma circunstancia, también nos encontramos con otros que parecen excesivos, desproporcionados y potencialmente dañinos para que el oficio se mantenga equilibrado, mesurado, riguroso y enmarcado en principios éticos claros. En efecto, para un número de personas que no es desestimable -porque de hecho conforma el grueso de las audiencias de los medios, sin mayor distingo-, un micrófono, una pantalla y un texto publicado significan una oportunidad para sentirse representado en una democracia con crisis de representatividad, una oportunidad de ser escuchado ante el lastre de indolencia y desidia con el que cargan dirigencias de todo tipo en Colombia, una oportunidad de saber lo que nadie ha contado, de entender lo que nadie ha explicado, de existir, de saber y que se sepa quiénes somos, precisamente en el país en el que la pregunta es una amenaza y la respuesta un riesgo. ¿Mucho pedir para el periodismo? Probablemente. Desde aquí repetimos que es comprensible. Ahora bien, si las expectativas están tan altas es porque en algún momento el periodismo entró en esa conversación, porque ya hizo algo más que informar, porque ya ha sido capaz de mediar, de orientar, de hacer sentir a las personas representadas, escuchadas, de lograr que comprendan que existan para otros, de que se reconozcan y se sepa quiénes son. Y ya hemos mencionado en este espacio lo dañino de la generalización. Hay que resistirse al discurso

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maniqueo de la crisis del periodismo generalizada, precisamente para que surjan alternativas. Pero hay que reconocer una tendencia, a la cual se referirán estas líneas, que es resultado y síntoma de la dinámica en la mayoría de ejercicios del periodismo, sobre todo el que escuchamos, vemos y leemos a diario; el que es la herramienta de los miles que conforman las mediciones de audiencia para tomar las decisiones que necesitan cada que sale el sol. “Hay preocupación”. Ese es el lugar que se ha vuelto común para que nazcan los asuntos que conforman parte importante de la agenda periodística en lo nacional y regional. Puede entenderse como el resultado de un ejercicio de escuchar e interpretar el querer de las personas, de las audiencias, algo loable desde todo punto de vista. El riesgo y lo fácil es quedarse ahí. De ese modo, el lugar común se ha vuelto peligroso. Tenemos noticias que nos cuentan de la sensación de inseguridad que muchos tenemos, pero no en rigor de cuál es el problema de la inseguridad; se habla de la indignación que un hecho genera, pero no del hecho en sí –ni de lo que llegaría a pasar con él-. Se escribe de las reacciones que genera un anuncio, pero muy poco del anuncio. Se muestra el rechazo pero no muy bien a qué y, sobre todo, por qué; para lo que ya no queda tiempo ni espacio cuando ya pasa la efervescencia. Casi lo único que nos queda entonces es la preocupación, que suele ser de un grupo de ciudadanos, de algunos sectores políticos y, en general, de los directamente afectados por el hecho que es noticia. Aun así, hablamos de una visión sobre el hecho. Es innegable que esa mirada limitada obedece, en parte, a que, particularmente en nuestra región, hay cada vez menos temas sobre los que se pueda hacer periodismo sin el riesgo de obstáculos, presiones o incluso intimidaciones. Ir más

allá de lo que es evidente es un reto progresivamente mayor en el que hay cada vez más probabilidades de envolverse. Y es también cada vez más necesario. En esas circunstancias, la respuesta debe ser un esfuerzo mayor. “Hay preocupación” se ha vuelto el lugar común, el cliché que con el uso se va desgastando y pierde su sentido completo para quedar como un relleno que ocupa el lugar que debería tener el producto de las preguntas del periodista. Si solo “hay preocupación”, no tenemos realmente noticias –que ya son también fugaces-. ¿Qué pasa con el oyente, el lector o el televidente que busca noticias y lo único que se le cuenta es que “hay preocupación”? Hay que asumir el reto y ofrecer algo más. Debemos recordar que, con justa razón, vivimos a la espera de la primera oportunidad para dejar atrás nuestras preocupaciones. Valga decirlo en esta época de Copa América.

Rector: Pbro. Julio Jairo Ceballos Sepúlveda / Decano Escuela de Ciencias Sociales: Ramón Arturo Maya Gualdrón / Director Facultad de Comunicación Social-Periodismo: Juan Fernando Muñoz Uribe / Coordinador del Área de Periodismo: Juan José García Posada / Director de Contexto: Joaquín A. Gómez Meneses / Jefe de Redacción: Daniela Ruiz Lozano/ Fotógrafas: Sara Gabriela Vega Escobar • Mariana Restrepo Franco • Camila Arango • Laura Montoya Carvajal / Redactores en esta edición: Melissa Álvarez Correa • Luisa María García • Rafael Sierra Gallego • María Camila Bernal Quintanilla • María Clara Agudelo Zapata • Daniel Cardona Henao • Marcela Cadavid Alzate / Foto portada: María Camila Bernal Quintanilla / Diseño: Estefanía Mesa B. • Carlos Mario Pareja P. / Diagramación y corrección de textos: Editorial UPB / Impresión: La Patria // Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social - Periodismo / Dirección: Circular 1ª Nº 70 - 01 Bloque 7 Oficina 401 / Teléfono: 354 4558 / Twitter: @pcontexto / Correo electrónico: periodico.contexto@upb.edu.co / ISSN 1909-650X.


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OPINIÓN

¿Bilateralidad? Laura Bayer Yepes / lauraby416@hotmail.com

Después de 60 días de negociaciones, el Gobierno y el magisterio acordaron un incremento salarial para el 2015 del 4,66% retroactivo al 1 de enero. Este parecía ser el objetivo principal del paro de maestros que recientemente concluyó, con cuyas consecuencias la conformidad se encuentra parcializada. Aunque no representa el 28% del aumento en la nivelación salarial que exigían los maestros, el presidente de la Federación Colombiana de Educadores (Fecode), Luis Grubert, aseguró que la aceptación del

No querer ver, no querer leer, no querer saber Laura Montoya Carvajal / Lauramyc2@gmail.com

Vivir es muy fácil. En realidad uno no tiene que ver si no quiere, uno no tiene que leer lo que no se le antoja ni buscar saber lo que no le interesa. A nadie le gusta

Rey Midas, tocame una canción Miguel Ángel Spitaletta Q. / miguelespitaleta@gmail.com

Hay algo que me he preguntado con frecuencia, relacionado con eso que llaman los gustos, las pasiones o simplemente las inclinaciones hacia el disfrute o el placer de algunas actividades. ¿Qué es lo que hace que uno pueda acercarse a asuntos como la poesía, la escritura, la pintura o moverse por los caminos de la música, el cine y en general de las artes? Se infiere que hay cosas más ligadas a su ser que otras. No se sabe cómo ni por qué desde muy temprana edad uno se ve rodeado del mundo musical, aunque ese no siempre sea el más rico, estéticamente hablando. La

MÁS HISTORIAS PARA NAVEGAR

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12% en nivelación garantiza que asuntos como el deporte, la cultura, la alimentación de los estudiantes, la gratuidad y la infraestructura de instituciones educativas, se incluyan en el Plan de Desarrollo Nacional. El magisterio, en su mayoría, comunicó a la opinión pública que se sentía ‘traicionado’ por Fecode por acordar tan bajo el aumento de salarios. Sin embargo, para Fecode mejorar la calidad de las condiciones laborales de los maestros no solamente tiene que ver con cuánto ganan. Suena lógico que las manos moldeadoras de la futura ciudadanía del país quieran que les dé más valor a su trabajo, no solo en ocasiones mal remunerado, sino desagradecido. Lo que no suena tan lógico es la repulsa que estas mismas manos parecen hacerle a la evaluación docente. El examen propuesto por el Ministerio de Educación para justificar los ascensos y los ajustes salariales, fue aprobado solamente por el 20% de los docentes evaluados. ¿Es acertado entonces, que el Gobierno invierta el presupuesto cuando la docencia tira hacia la mediocridad? En materia de educación, las exigencias de las partes deben tender a la bilateralidad.

No obstante, hay que tener en cuenta que si los procesos evaluativos para los maestros son equiparables a las pruebas Saber Pro, Ecaes y Pisa, lo que el magisterio rechaza no es el seguimiento a su labor o sus rendiciones de cuentas, es la forma como el Gobierno los realiza. Posiblemente, el puntaje obtenido por los profesores sea un reflejo más del mal diseño y la poca eficacia que suelen tener estas pruebas, porque sencillamente no todo ser humano puede ser medido con la misma vara. La única certeza que queda luego de administrar una medida de estas es que las diferencias socioeconómicas del país son cada vez más grandes, pues es obvio que los resultados en el sector en el que la educación es un derecho público no son comparables con los del sector en el que la educación es un negocio. La bilateralidad que debe darse entonces para mejorar la calidad de la educación, que después de todo es el objetivo que deben perseguir ambas partes, no está en compensar con dinero la aceptación resignada de los instrumentos de medición que propone el Gobierno. Sí lo está, por otro lado, en una construcción conjunta y reflexiva de un seguimiento a la labor educativa que vaya más allá de “pelear” por la nivelación salarial en un 12% y no en un 28%.

sentir náuseas, tristeza o escalofríos, ¿o sí? Le aseguro que si un día se mete en una conversación con una víctima de la violencia, con un periodista que trabajó en los 90 o con un investigador del conflicto armado, va a salir triste, al menos pensativo, si no asqueado o confundido. No tiene que ir hasta ellos. Hay archivos colgados en línea que le explican con detalle lo que los combatientes de la guerrilla, de los grupos paramilitares y del Ejército hicieron con los cuerpos y las vidas de miles de personas. Yo creo que pensar al menos una proposición simple es importante antes de relacionar un evento con un personaje. No se me ocurre cómo se pensó bien para que en una publicación que en Facebook denuncia a un ladrón, aparezca como “solución” un meme colgado en la columna de comentarios que muestra a Carlos Castaño como el héroe que ya nos dijo cómo acabar con los ladrones y todo indeseable de la sociedad (“sencillo –dicen los memes–, balazo y pa’l río”). No creo que por la cabeza del autor haya pasado que precisamente los que estuvieron al lado de Castaño y

en su mando fueron los que se rieron de la jovencita asustada a la que metieron a una casa en El Salado, Bolívar, a la que desnudaron y golpearon mientras le decían que esperara lo que era bueno, a la que le pasaron un cactus por el cuerpo y a quien violó un combatiente frente a sus compañeros, que disfrutaban de ver que un cuerpo quedaba marcado para siempre con la vergüenza de haber sido accedido y humillado por un hombre así. Ahí creo que no se pensó bien. Estoy de acuerdo con que los ladrones, los estafadores y todos los delincuentes merecen un castigo, pero me niego a aprobar las expresiones que son producto de la corta memoria del que está escribiendo cualquier cosa en su Facebook, que ignora a quién y a qué le está haciendo apología. Creo que la superficialidad de nuestras opiniones hace más alto el montículo de problemas que tenemos como país. Pienso que no se no es posible poner otra cosa encima de ese montículo sin haber mirado, al menos de reojo, todo lo que hay debajo para darse cuenta del precario equilibrio de nuestra integridad.

música nos llega desde afuera, pero ¿de qué manera? Tal vez sea un asunto inconsciente, como pienso que debe ser todo y le ocurre a todos; es probable igualmente que los gustos sean objeto de manipulación. La música ha estado presente en la historia de los pueblos. Puede considerarse como la expresión más sensible de esos universos de siluetas acústicas, de sueños dibujados, de interpretaciones y búsquedas sonoras. El palpitar de una cuerda de guitarra, una voz rutilante, el resonar de un piano, la meliflua canción de una flauta, el beat de un sintetizador o cualquier sonido callejero, muestran la sutileza de esa maravilla de los aires. Mis seres más cercanos tienen que ver con la música. Pienso que las cosas se hacen más visibles en la musicalidad, que ella hace parte del lenguaje de los hombres y está dentro de las estructuras emocionales, con sus órdenes elásticos y flexibles; la música permite el desorden, la improvisación, el baile y crea atmósferas para que la gente se sienta unida y alegre, ella acoge las sensaciones de nostalgia, tristeza o abraza los recuerdos gratos o duros de la vida. Recuerdo que algunos de mis profesores decían que la música existía porque teníamos ritmos naturales, como la respiración, el movimiento del corazón y la circulación de la sangre. Las formas como caminamos, saltamos o nadamos, pueden ajustarse al ser móvil de

la música. Más allá de eso, decían otros, la música tiene un ritmo interior como el de los pensamientos, los sentimientos y las palabras con las que nos tratamos familiar y socialmente. Decían que la música estaba en la naturaleza y sus movimientos son como los del río, el vuelo de las aves, el sonido de los animales, las olas del mar o el fuego que proviene del interior de la tierra. Pero ahora me caben las dudas sobre aquello que decían de la música. ¿Es tan cierto que ella sea tan natural y que es el instrumento para unir a las gentes? Hoy la han convertido en asunto de mercadeo y de consumo inútil, y en cierta medida sirve a la manipulación de las conciencias y de las acciones de las personas para extraerle el provecho de toda mercancía hecha para la venta y la ganancia. En nuestro medio no se asume con capacidad crítica ni se establecen diferencias entre el buen gusto y la pobreza musical, o no hay una buena educación para el goce y la composición. Los que dirigen los medios tampoco actúan con el mejor de los criterios musicales, sino con la influencia de ganar sintonía y audiencia a toda costa y sacrifican las necesidades humanas de entendimiento y comunicación, y de paso, borran el acercamiento a los grandes misterios de la vida y nos alejan de esos paraísos prometidos por los dioses. Si es así, entonces el sentido musical ha muerto, como muchos de mis maestros. ¡Qué viva la música!

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PERFIL

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Una faceta del legado de Alejandro Cock Peláez

EL SUEÑO DEL MAESTRO Melissa Álvarez Correa / meli.korrea@gmail.com

Enseñar con la imagen y para la imagen, no solamente un arte y un oficio, sino un mundo con el que siempre el respeto fue regla básica. Ésa fue la vida del fotógrafo y documentalista, del egresado bolivariano, del profesor universitario, de quien hablaron sus amigos, sus colegas y sus estudiantes. Esa es la vida que inspiró a quienes ahora empiezan a contar, con imágenes, la realidad que está en la vida que ocurre a diario. Fotografiar la Colombia rural, preocuparse por el medio ambiente y preguntarse por la paz en un país con más de medio siglo de conflicto fueron sus ocupaciones y preocupaciones. Agudizar su ojo para ver más allá de lo que puede notar el visitante casual de un lugar, fue su forma de observar y mostrar. Persistir en relatar con imágenes, un ejercicio largo, silencioso y sosegado, fue la forma de vivir y aceptar lo que viniera para Alejandro Cock Peláez, fotógrafo y documentalista que logró, de manera desprevenida, dejar su legado entre los que lo conocieron tanto en su vida laboral como personal. Los viajes, cargados de una “profunda convicción en la tierra”, siempre lo caracterizaron. La cantidad de sellos en su pasaporte era evidencia de que amaba viajar y conoció lugares que le robaron su atención, como Estados Unidos porque amó New York o España porque en Barcelona hizo sus estudios de Maestría entre 2004 y 2007; y de Doctorado entre 2008 y 2011. Pero “esos viajes que hizo hacia afuera, también los hizo hacia adentro porque poquitos se conocen Colombia como la conoce Alejo”, expresó Juan Fernando Mosquera Restrepo, colega y amigo de toda la vida de Alejandro Cock. Con cámara en mano y una búsqueda insaciable emprendía viajes a distintos municipios de Colombia en los que dejaba parte de su corazón, posiblemente porque sentía una especie de conexión con la naturaleza, con las personas o con las realidades que requerían ser mostradas. Con ese constante punto de vista “él aprendía a mirar cómo la gente que vivía allí lo hacía”, algo sobre lo que reflexionó intensamente, no solo desde sus fotografías, sino desde sus documentales, narra Mosquera. Sus facetas como ambientalista, investigador, realizador audiovisual, estudioso del documental y docente, lograron involucrar a decenas de personas y de estudiantes en los mismos proyectos que él realizaba, al mismo tiempo, que despertaba ese amor por el cine de no ficción. “No creo que haya un solo estudiante de Alejo al que después de ver clase con él, no se le hubiera despertado al menos más amor por el documental”, relata Natalia Metrio, periodista de la Universidad de Antioquia, quien conoció a Cock cuando aceptó ser su asesor del trabajo de grado. Estando en la Universidad Pontificia Bolivariana, estudiando su pregrado en Comunicación Social-Periodismo conoció a Juan Mosquera y creó, con su prima Catalina Cock, una fundación llamada Oro Verde, que promovía el desarrollo del Chocó. Desde ese entonces mostraba su preocupación por el tema

ambiental, algo que estuvo muy presente en sus obras audiovisuales. Para Ana María López, colega y gran amiga, Alejandro Cock: “iba por la vida viviéndola intensamente, con la capacidad de estar tomando fotos, dando clase, haciendo en cada momento cada cosa, de manera intensa, entregando lo que era a lo que hacía”. Esa fortaleza lo llevó a resistir las adversidades encarnadas en un cáncer que llegó a su término definitivo el 30 de abril de este año y en medio del cual Cock demostró el entusiasmo necesario para seguir trabajando, terminar sus proyectos y superar esa dura prueba que le puso la vida.

Un espíritu que no muere Su partida dejó gran vacío entre los que lo conocieron pero también dejó un gran legado que no se borrará nunca. “Él es uno de esos seres humanos que no muere nunca, no muere porque sus fotos no se borran, porque sus documentales no se extravían, su espíritu está en el aire”, comenta Juan Mosquera, quien prefiere referirse a su amigo en presente. Todas sus reflexiones sobre el documental las consignó en sus estudiantes y en su tesis de documental ambiental. Decidió compartir todo en la academia, de la que saldrían grandes proyectos movidos por el amor al documental que fue la base de su escuela docente, en especial, en el módulo que él mismo dirigió para el pregrado de Comunicación audiovisual en la Universidad de Antioquia. Adriana Mora, docente y colega de Alejandro, sostiene que “mantenerse en el mundo del cine de manera coherente es complicado”. Según ella, en este campo incierto en términos económicos es difícil no terminar haciendo filmes más comerciales y más alejados de la realidad que se quiere dar a conocer o, al menos, de las ideas e historias que tenía Cock por mostrar. La generosidad para permitirle transmitir sus conocimientos en el documental se mezcló con una profunda convicción en lo que hacía. “Cuando una persona está convencida de algo, necesariamente se lo transmite a los demás”, opina Adriana Mora. La seguridad de Alejandro Cock, aun en tiempos difíciles, motivó a sus compañeros de proyectos cuando se creía imposible continuar, él siempre encontraba posibilidades en circunstancias así.

versidad de Antioquia. Presentó como propuesta de trabajo de grado un documental sobre la cumbia y eligió como asesor a Alejandro Cock, quien aceptó su propuesta en cuanto la leyó, pero detectó lo más importante: buscar un equipo de trabajo idóneo. Su gran capacidad de involucrar gente en sus proyectos le permitió congregar en un mismo espacio a estudiantes y profesionales por un mismo fin: realizar “El sueño del maestro”. Una parte de la sinopsis de esta historia cuenta que “el maestro Juancho Vargas, músico y compositor de la época dorada de las orquestas tropicales en Colombia, vive a sus 80 años lejos de los escenarios y estudios de grabación, a pesar de su gran conocimiento y ganas de seguir activo con su pasión, que es la música”. El sueño del protagonista de la historia es reunirse en un escenario con quienes fueron sus compañeros de tarima en sus años dorados. Uno de los sueños de Alejandro Cock fue ver este documental realizado luego de que su investigadora lograra una beca de creación de la Alcaldía de Medellín para producir este proyecto. Lo que Natalia más recuerda de quien ella llama su gran maestro, es la

persistencia: seguir ahí, pese a que no hubiera remuneración económica ni trabajo de grado, porque finalmente ella se graduó con un reportaje. Aprendió de narrativa “porque podríamos pasar horas discutiendo sobre qué mostrar o no, cómo no forzar los momentos porque esto es un documental…”, explica. En especial esas discusiones teóricas se daban por la narrativa, en las que se notaba el rigor de Alejandro por querer evitar que el espectador no se perdiera entre los personajes y brindar protagonismo a uno: el maestro Vargas. Ahora, Natalia Metrio y el equipo que quedó conformado, trabajan con intensidad para terminar el documental sin el director. Su reto es mayor, pero también lo son los motivos que tiene para alcanzarlo. Su gran maestro ya no está pero su legado quedó para sacar adelante el proyecto, así como otros que quedaron iniciados pero serán culminados en memoria de su memoria. El nombre de Alejandro Cock engalanará los laboratorios de fotografía de la Universidad de Antioquia. Tal vez no era el sueño del maestro de la imagen, pero sí es un homenaje para el que hubo méritos de sobra.

Un sueño no cumplido En 2013, Natalia Metrio cursaba los últimos semestres de Periodismo en la Uni-

Los paisajes naturales definieron el reto que Alejandro Cock Peláez asumió desde el inicio de su carrera como fotógrafo y documentalista: retratarlos en detalle para promover su respeto a plenitud. Foto: Federico Carranza Carvajal.


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TRANSFORMACIONES DE CIUDAD

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AL TANGO LE DAN COBA EN LA 76 Luisa María García / luisamgarcia1@hotmail.com

La carrera estaba llena de bares hasta hace 14 años cuando la valorización y ensanche de la vía arrasaron con gran parte de los lugares tradicionales del sector y aumentaron el tráfico. Mientras se está en el Bar Coba, esa esquina tradicional de la carrera 76 con calle 28 cerca al parque de Belén, se viaja al pasado, alcanza a sentirse la nostalgia de la música y la bohemia. Allí, hasta el que pide un tinto está obligado a tomar un poquito de ron con limón, pues acá el café se vende “endiablado”, como se le conoce a la combinación. Aunque el día apenas va por la mitad, los visitantes del bar ya están pasados de tragos. El alto volumen de la música los obliga a gritar para entenderse. Dos adultos piden aguardiente mientras se ríen por recordar historias de su infancia, aun sabiendo que son las anécdotas de siempre. El lugar es pequeño, cuatro mesas plásticas adentro y cinco más sobre la acera. Distinto a la mayoría de bares, no conserva fotografías en las que se conmemore su historia, a pesar de sus 64 años en funcionamiento. Pero en la memoria de los clientes más antiguos están los recuerdos de grandes músicos que acudían anteriormente al Coba y otros cafés del sector, como El Amarillo y La Milonguita. Vuelve a la cabeza esa época en la que se vivía más tranquilo. Las calles llenas de cafés en los que los vecinos se reunían a charlar mientras se emborrachaban. El recuerdo de esos tiempos en los que lo importante, más allá del trago, era mantener gratas conversaciones. Como si buscara las palabras perfectas para explicar lo bien que se vivía, Horacio Saldarriaga, que trabaja en un bar de la 78 en la mañana y vende chance en la 76, se queda callado por un momento y luego dice: “Esto era como una familia, nunca se veía una pelea, todos se reunían a beber y jugar. Pero todo fue cambiando”. No solo el bar cambió, sufrió todo el entorno. Lo que antes era un sector de fincas y zonas verdes en el que todos se conocían, se convirtió en un lugar comercial. Los que eran cafés, ahora son ventas de ropa, veterinarias

o ferreterías, pero el barrio pequeño y familiar de antes se perdió casi por completo con la transformación que ha vivido desde hace más de 30 años. La ampliación de la vía comenzó en el 2000 tras marchas y protestas de los ciudadanos que se negaban a pagar valorización. Además, algunos, como Saldarriaga, presentían que el barrio se desintegraría. Y fue este ensanche el que marcó el fin de numerosos bares y otros establecimientos tradicionales, pues era necesario tumbarlos para hacer la vía y la congestión fue alejando a los clientes. Horacio recuerda que los bares, aunque pequeños, eran muy agradables. Pero poco a poco, los que sobrevivían a la comercialización, se vieron afectados por demoliciones y ampliaciones de la vía. Entre los clientes de los bares se formaba un pacto que, sin mencionarse o demostrarse, los mantenía juntos por una noche o por años. Esa unión estaba pregonada por la música que venía al bar en la voz de Gardel: “Si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo, acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo pa’ ayudarte en lo que pueda, cuando sea la ocasión”. De repente, una voz gruesa sobrepasa a las demás, “¡Póngame el Entrerriano!”, y es que a falta de rocola, los clientes piden a gritos las canciones. El hombre canta a todo pulmón: “Que pa’l baile y pa’l amor, sabrán que soy siempre el mejor”. Aunque luego, con

El Coba ha sobrevivido al tiempo y a los ensanches de la vía, pero otros cafés no corrieron con la misma suerte.

Lugares como el Bar Coba preservan costumbres, historias y personajes que conforman la historia de territorios tan importantes para la ciudad como Belén. Foto: Luisa María García.

La tertulia que recoge la memoria de generaciones es el principal sostén del Bar Coba. Foto: Luisa María García.

un dejo de tristeza que le reduce el volumen de la voz, dice que tiene tanto en la vida que, al final, no tiene nada. Su compañero asiente porque está de acuerdo o porque prefiere pedir un trago más. “Van 17”, le dice el mesero. El de los 17 tragos visita el bar hace más de 40 años y ha sido testigo de todas sus modificaciones. Desde que estaba justo en la esquina, hasta ahora, que se ha corrido un local, y ningún cambio ha sido razón suficiente para que deje de ir al Coba. “Barrio de tango, luna y misterio; calles lejanas, ¿dónde andarán? Viejos amigos que hoy ni recuerdo, ¡qué se habrán hecho, dónde estarán! Barrio de tango, qué fue de aquella, Juana, la rubia, que tanto amé”. Este famoso tango de Homero Manzi ha de venir un centenar de veces a este bar y a la memoria de sus clientes al recordar sus amigos, sus amores y al ver las transformaciones que ha sufrido esa calle tanguera, de boleros y milongas. El Coba ha sobrevivido al tiempo y a los ensanches de la vía, pero otros cafés no corrieron con la misma suerte. Sobre la avenida, un par de cuadras hacia el sur, está ubicada la ferretería Ferrelec. Allí existió el Bar Nunca, al que asistían los tangueros más reconocidos de la época, pero que se vio obligado a cerrar por la muerte de su dueño. Lo mismo ha pasado con la mayoría de los cafés. Más de 10 han sido condenados a cerrar, porque sus dueños se mueren y con ellos sus locales o porque la avalancha urbanística los ha

obligado a desaparecer. Y es que mantener los locales va más allá del amor por la música, muchos se han ido pues los impuestos y servicios públicos han subido su precio. Ante eso, no hay tango que sobreviva. Anteriormente, los bares se mantenían por tradición. Cuando los padres morían, los hijos seguían el negocio, y así pasaban de generación en generación. Pero las deudas ahogaron a gran parte de los locales que tuvieron como única alternativa vender para pagar las deudas. Pero el Bar Coba sí resiste, junto a un par de cafés más. A sus clientes no les importa el día ni la hora para charlar y beber, no les interesa si el bar cambia el piano Seeburg que lo caracterizaba o si las sillas son de plástico o de madera. Lo que les importa a los tangueros es la música y la compañía. Por eso el bar, aunque se adapta al cambio de la vía, suena tangos desde que abre la puerta en la mañana hasta que se cierra. Se niega a irse de la 76, se rehúsa a quitarle ese aire de bohemia a una vía tradicional, y ahora congestionada, de Belén Parque.

17 cafés se situaban en el sector cercano al parque de Belén.


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27 años de milagros en un rincón de Medellín

LA ROSA QUE DETIENE EL TRÁFICO Rafael Sierra Gallego / rafael_sierrag92@hotmail.com

Por la cantidad y variedad de gamas y modelos, en los más de 200 metros de fila, podría pensarse que hay una compraventa de carros al aire libre en el costado oriental de la avenida El Poblado, sector de La Aguacatala. Personas de todas las edades y estratos aceleran su caminar para llegar a tiempo a la misa que hace cinco minutos empezó. Hay caos vehicular en la calle por la hora pico y en la entrada de la gruta porque la capacidad ya empieza a rebosar. El acceso, de escasos 90 centímetros, es obstaculizado por una cortina humana. El sonido de los pitos del exterior contrasta bruscamente con la voz parsimoniosa del sacerdote que habla, sin prisa alguna, en el centro de la gruta. Unos cierran los ojos, otros no dejan de mirar a la Virgen y unos pocos clavan la mirada en el suelo cubierto de parafina. En el lugar se respira una paz extraña, a decir verdad, ventea con sutileza y las luces verdes y azules, tenues y sobrias, combinan con el color opaco de la noche. Reina el silencio y la devoción en aquel pequeño santuario. La gruta de la Virgen de la Rosa Mística se erigió en medio de una arborización en el sector más prestigioso de Medellín. El espacio no cuenta con la suficiente capacidad para albergar a los visitantes que se multiplican con el paso de los días. “Oh, María, Rosa Mística, ¡Madre de Jesús y también Madre nuestra! Tú eres nuestra esperanza, nuestra fortaleza y nuestro consuelo”. Parado, con sus manos atrás y la mirada impávida en un velón rojo oscuro que se derrite a cuenta gotas, está Juan Diego Marín. Parece una fotografía en tercera dimensión o un muñeco de un museo de cera italiano. A simple vista, podría pensarse que es un oficinista o un estudiante de universidad privada, pero su realidad es totalmente distinta a lo que creerían quienes lo ven orando con tanto sosiego. Juan Diego estuvo sumido 12 largos años en la drogadicción y otros tantos –sobre los que no dio detalles– en la delincuencia. Un mito urbano dice que la Virgen de la Rosa Mística también es la Virgen de los sicarios, que a ella recurren los bandoleros para encomendarle sus ‘vueltas’, sus vidas y sus balas. Pero en el caso de Juan Diego, fue ella quien le iluminó el camino oscuro de la maldad y hoy lo hace sentir como un hombre renovado y sin ánimos de recaer. “Fueron años difíciles pero ahora me siento una mejor persona. Siento que siempre está acompañándome, qué mejor milagro que la fuerza y la salud que me da todos los días”, concluye Juan Diego con voz lenta y reflexiva. Como esta hay cientos de historias, no en vano están las placas de agradecimiento que ponen los devotos. “Gracias Virgen por el favor que me has conse-

La pequeña gruta de la Rosa Mística, hoy se ha convertido en un santuario con numerosas facilidades para el acceso a los devotos. Foto: Rafael Sierra Gallego.

guido”, dice un cartel blanco de unos 20x30 pegado con clavos a un árbol. La Virgen nunca está sola, en cualquier día y en cualquier hora hay gente en la gruta. Unos piden y otros agradecen. Desde señoras de edad hasta jóvenes universitarias vestidas para el fin de semana. Desde señores que a duras penas caminan hasta funcionarios “encorbatados”.

Casi tres décadas de milagros

Hace poco más de un siglo, una señora llamada María Escobar de Ángel, quien tenía una finca aledaña al lugar en el que se encuentra la gruta, decidió donar una virgen antes de irse para el exterior como agradecimiento por todo lo que había recibido de ella. Así que la puso en un terreno donde todas las personas que pasaran la vieran y, quienes quisieran, se acercaran. La gente pasaba y se echaba la bendición más por respeto que por fe. 27 años atrás, Alba Sepúlveda, mujer de tez morena y estatura baja, se quedó sin trabajo y la necesidad de sobrevivir la impulsó a comprar unos velones para quien estuviera dispuesto a orarle a la virgen que llevaba años en el lugar pero que nadie adoraba con propiedad todavía. “La gente la miraba, se echaba la bendición y seguía pero nadie paraba a rezarle, así que decidí venirme con una mesita y algunas velitas. El primer día me compraron cuatro velas, uno de ellos fue un señor que al poquito tiempo volvió con una placa de agradecimienCentenares de placas son la prueba de cómo la devoción de la Rosa Mística ha llegado a todos los ámbitos de la vida de los devotos. Foto: Rafael Sierra Gallego. to porque había recibido un

milagro de la Virgen, esto fue determinante para que la gente empezara a venir”, cuenta Alba mientras desempaca una caja de velones amarillos para surtirlos en su toldo.

De todos y para todos Lo que antes era una pequeña mesa se convirtió en una completa caseta atiborrada de artículos religiosos donde apenas se les puede ver la cara a los vendedores por la cantidad de camándulas que cuelgan del techo. Velas, velones, estampas, camándulas, cruces, dijes y medallas, entre otros, son algunos de los elementos que doña Alba vende con más frecuencia. La aparición de la Virgen de la Aguacatala, fue un milagro para doña Alba y la aparición de doña Alba fue un milagro para la Virgen de la Aguacatala. La gruta fue una construcción colectiva de todos los fervorosos creyentes. El terreno baldío donde habitaba solitaria la Virgen fue convirtiéndose en un altar colorido y bien tenido con bancas, techo y un jardín podado con regularidad. El lugar está atestado de placas de agradecimiento imposibles de contar, de veladoras que se derriten mientras la Virgen trabaja en sus milagros, de personas que piden con fe y otras que rezan con agradecimiento, como Gabriel Echeverry quien lleva tres años visitando a ‘la Virgencita’ con asiduidad. “Algún día fui a un grupo de oración y sin buscarla ni pedirla, me llegó una estampa de la Virgen, lo tomé como una manifestación divina y desde eso vengo de seguido. Siento que siempre está conmigo protegiéndome y ayudándome”, contó mientras la miraba como si vigilara que nadie se la fuera a llevar de ahí. 400 personas diarias, calcula doña Alba, vienen en promedio a la gruta. Los martes se umltiplican porque es el día de misa. La Virgen es de todos y para todos, alrededor de su figura crearon un lugar de peregrinación al que llegan personas de todos los rincones de la ciudad. Ellos le agradecen con veladoras, flores, placas y con el mantenimiento de lugar y ella les retribuye con favores y milagros.


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Una épica de

ESTUDIAR ALLÁ

María Camila Bernal Quintanilla

La educación, uno de los derechos fundamentales del hombre, es también uno de los más vulnerados en nuestro país. En La Cruz, la ausencia de escuelas hace que la mayoría de niños deban recorrer largos caminos para estudiar pero no impide que otros jóvenes trabajen para que su barrio sea reconocido y valorado. Si todos los habitantes de La Cruz y La Honda fueran al estadio, llenarían una tribuna completa: 9.631 es la cifra que, para 2010, describía la población de estos barrios. Que eso es como un pueblo, dicen algunos; que debe ser un error. El asunto es que estos barrios de la franja alta de Manrique, son muchos pueblos. Dabeiba, Ituango, Frontino y Peque, entre otros, hacen presencia en las montañas de Medellín desde 1950, y empezaron a fundarse como barrios entre los años 70 y los 90. En esta parte de la zona nororiental de Medellín se ven casas hasta lo más alto de la montaña. Sin llegar a la cima uno está en Santa Elena; unos kilómetros más y llega a Guarne. Hasta hace poco esta era considerada una zona rural y tal vez por eso, y por la nostalgia de sus habitantes, en La Cruz, La Honda y Bello Oriente hay más de campo que de ciudad. El aire es fresco, hay verde en el paisaje y se ven más mulas que carros. Para llegar hay tres opciones: una ruta de Santo Domingo para Bello Oriente, una de Cootracovi para La Honda y una, la del Metro, para La Cruz. Esos buses transportan a quienes bajan a conseguir el sustento diario para sus familias. La principal actividad económica de estos barrios, según el Diagnóstico Comunitario Alternativo, realizado por la Red de Instituciones y Organizaciones Comunitarias de los Barrios La Cruz, La Honda y Bello Oriente, Riocbach, es el ‘rebusque’. Ni el trabajo ni la vivienda ni la alimentación ni los servicios públicos ni el transporte ni, en general, todos los derechos declarados como inalienables por la Unesco, son seguros para los habitantes de estos barrios, nombrados por el Municipio como “invasores” y por sus vecinos de Manrique como “patiamarillos”, por el color de la tierra que mancha sus zapatos.

David, los niños y el problema David Pérez* tiene 13 años, le gustan los gatos, jugar fútbol, armar bicicletas y montarlas. El estudio, no tanto. “A mí en el colegio me va bien, yo hago todos los trabajos y no pierdo materias, pero así que me guste, casi no”, dice, sonriendo. Sin embargo, falta poco al colegio, a pesar del camino de herradura y los 45 minutos que lo separan del mismo. Se levanta todos los días a las 5:00 a.m., se baña, se arregla y come algo. Sale a las 5:30 y coge camino para ir a la Institución Educativa Reino de Bélgica, en la que cursa octavo grado. Casi siempre llega y ya ha empezado la clase pero, a veces, los profesores lo esperan, porque ya saben: “mi mamá escribió un permiso para que me dejen llegar después que todo el mundo, como a las 6:15, porque no me da para llegar antes”. El camino es largo, es una trocha difícil. A medida que avanza, David cuenta, como haciendo una guía de lo que son sus mañanas y tardes, las cosas que le han pasado cuando lo recorre. Desde el colegio, empezando a caminar, la vegetación forma una especie de cueva en la que “siempre hay gente fumando”, por donde David intenta pasar lo más rápido que puede. En épocas de lluvia el paso se complica: el terreno se pone inestable. “Una vez yo iba por acá con un amigo, había llovido toda la noche, y se vino un derrumbe que casi nos coge. Esa piedra que usted ve ahí cayó al frente de nosotros, ni siquiera se rodó, cayó de

pueden venir, se afectan ellos, en su adquisición de conocimientos, y se afecta la institución porque nuestra finalidad es que ese conocimiento llegue a la mayoría de los estudiantes y que ninguno se atrase”. Además, no hay suficientes cupos: ni entre las escuelas que hay en el sector, más el colegio, alcanzan a cubrir la totalidad de los niños. Según Óscar Cárdenas, miembro de la organización Raíces, “Gente Unida, la escuela de La Honda que funciona por cobertura, tiene más población de la que puede tener y la muerte de Ceboga en Bello Oriente también afectó bastante”. Ese problema se ve reflejado en cifras. Según datos de la página oficial de la fundación Berta Martínez, que trabaja en La Cruz hace 10 años, 2.515 habitantes del barrio no tienen ningún estudio, 3.939 han alcanzado la primaria completa, 2.699 el bachillerato, 50 han terminado estudios técnicos o tecnológicos, 31 terminaron la universidad y una persona tiene posgrado.

una” dice David y señala una piedra que no alcanza a medir con los brazos. Le ha tocado apagar incendios, huir de culebras e, incluso, ver cómo mataban a un señor más abajo en el monte. Desde el camino que recorre todos los días se ve otro más abajo, y David dice que no volvió a pasar por allá, aunque es más fácil, porque hay rumores de una banda que se roba a los niños para sacarles los órganos. Al lado de ese camino hay otra escuela. “Pero los muchachos sí vienen –dice Nelba Helena Escudero, coordinadora de la I.E. Reino de Bélgica, refiriéndose a la dificultad que implica a los estudiantes llegar al colegio– a veces uno llega faltando 20 para las seis y ya hay 30 ó 40 muchachos esperando en la puerta. Carlina Torres llegó a Medellín en una de las primeras Ellos madrugan, vienen a las clases así esté lloviendo”. oleadas de desplazamiento forzado, en 1953, después Reino de Bélgica, conocida como Colegio Be- de que su papá y 18 liberales más fueran asesinados llo Oriente, es la única institución educativa pública en Dabeiba. Su paso por los conventos de La Presentaque ofrece toda la educación media en el sector. Fue ción y María Auxiliadora, las clases de religión que les construida por la comunidad en la década de los 90, dio a los niños de Niquitao y las visitas al ‘rancho’ de su en convites apoyados por estudiantes de la Universidad de Antioquia y los padres Manuel Burgos y Orlando González, ambos simpatizantes de la Teología de la liberación. El padre Orlando fue, además, el fundador de la Corporación Eclesial de Base Orlando González Ardila, Ceboga, que dirigió la escuela hasta que, en el 2014, tuvo que dejarla por problemas financieros. “Esto estuvo cerrado durante seis meses y los niños quedaron desescolarizados, pero ya llegó el Municipio con sus profesores de planta y alquiló el espacio para ofrecer educación pública”, recuerda Nelba. Además, hay otros motivos de desescolarización que tienen que ver con diversos problemas sociales. Por la falta de agua potable, entre los estudiantes son comunes las enfermedades. Por la cercanía de las familias a las costas, hubo numerosos casos de Chicunguña. Por la inestabilidad económica y de vivienda, hay madres que prefieren no matricular a sus hijos, esperando que el Estado les defina si les darán o no su “casa gratis”. Para Nelba esto es un problema grave, pues el proceso educativo debe ser continuo. Dice Este es uno de los pasajes que muestran los retos de la ruta diaria al colegio de los niños de la I.E. Reino que “cuando los chicos no de Bélgica en La Cruz. Foto: María Camila Bernal Quintanilla.

Carlina, los viejos y el inicio


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todos los días

Á EN EL MORRO

a / camila.bernalq@outlook.com

A veces, si la cosa se ponía “muy caliente”, el colegio cerraba más temprano, pero Óscar recuerda cómo él y sus amigos se reunían en las casas de algunos profesores para hacer grupos de discusión sobre diferentes temas. Este amor por el conocimiento fue lo que lo llevó a seguir estudiando pues, dice, solo así podía aportarle algo valioso a su comunidad. El colectivo de Óscar y otros de la ladera, en su mayoría conformados por jóvenes, se han encargado de recuperar y entender su historia, y son quienes están trabajando por continuar con los planes de desarrollo propios de la comunidad, que se están gestando en estos barrios desde que fueron fundados. De esta manera, se han construido dos planes de desarrollo local, uno dirigido por Riocbach y otro por la fundación Sumapaz. Para Óscar, en La Cruz “no hay colegio porque no hubo apoyo ni permisos de Secretaría de Educación para que se construyera un colegio acá” y por esto cada uno de los planes de desarrollo le dedica un capítulo a plantear estrategias para fortalecer la educación formal en la La urbanización gana terreno en zonas que hace unos años eran rurales. Foto: María Camila Bernal Quintanilla. comuna, con la formación en derechos humanos como eje principal. mamá en La Cruz, fueron las razones por las que quiso les de su desarrollo: la escuela, la capilla, la sede de la Así, con historias particulares y fundar un jardín infantil. JAC y la carretera principal. pequeños gestos, la comunidad de La Cruz sigue consEn 1983 había pocas casas en La Cruz. Las casas La construcción de la escuela fue luchada. Los truyendo su historia. Acciones como sentarse a plaestaban construidas casi todas en madera y las sepa- habitantes de La Cruz lograron que el Municipio dona- near su futuro, organizar convites para pintar escuelas, raban grandes distancias, como en una vereda. Carlina ra los materiales y, en convites, trabajaron para cons- o no perderse una clase a pesar del peligroso trayecto llegó allí y, rápidamente, sus encuentros de pan y cho- truirla. Según el testimonio recogido por María Euge- que separa la casa del colegio, son las que sostienen y colate con los niños del barrio, se convirtieron en en- nia Moreno en su texto Los morreños de La Cruz, “fue le dan vida a estos barrios de ladera. Y las que consecuentros de letras y canciones. Hoy, 34 años después, todo una fiesta porque se unió la gente joven, adulta guirán, en un futuro, asegurarles a sus niños la posibiel preescolar Brillar en La Cruz sigue atendiendo a los y niños; parecían hormigas arrieras por ese alto, unos lidad de estudiar sin problemas. niños más pobres de manera gratuita. subían cargados, otros bajaban vacíos…” “Si se reunían tantos niños por un chocolate y En esa época, La Cruz todavía era un barrio un pan ya que no tenían nada que comer, entonces pequeño. Tenía 1020 habitantes y, según consta en el *Nombre cambiado para proteger la identidad de la fuente. también era necesario enseñarles al menos lo funda- primer registro documentado de su historia, había 101 mental que era leer y escribir ¡Venían niños hasta de perros, 25 gatos, 4 piscos, 6 loros, 34 palomas, 228 gaVersalles!”, recuerda Carlina en una entrevista realiza- llinas, 2 marranos, 4 canarios, 2 sinsontes, un turpial, da por miembros de Riocbach para la construcción de 2 patos, 6 caballos, 2 vacas, un ternero, 7 conejos, una la Red de eventos memorables del barrio. tortuga y pájaros y mariposas libres. Esta guardería fue, junto con la Escuela Rural Integrada Altos de la Cruz (hoy adscrita al colegio Ramón Múnera Lopera), la primera institución educativa fundada en La Cruz, y su nacimiento coincidió con el del barrio. Alrededor de los años 90 la comunidad se Óscar tiene 23 años, dirige el preescolar de Carlina, hace organizó para construir los que fueron los ejes centra- parte de la organización Raíces, es sociólogo de la Universidad de Antioquia y trabaja desde que era pequeño para recuperar la memoria y dignificar la historia del barrio que lo recibió cuando llegó de Dabeiba a los ocho años. Estudió en el Colegio Bello Oriente cuando aún era dirigido por la pedagogía del autogobierno de Ceboga, esa que buscaba que cada niño se disciplinara por sí mismo y luchara, desde pequeño, por lo que quería ser. En su época, a la dificultad del paso por la trocha se le sumaba el miedo a cruzar alguna frontera invisible, pues las milicias de la guerrilla y los ‘combos’ de Los Triana y los de La Terraza dominaban el lugar. No era raro que entre su casa y el colegio se encontrara dos o tres cuerpos muertos. “Uno generaba unas medidas de prevención, por ejemplo, siempre nos íbamos en grupo. Llevábamos trapo para limpiarnos los zapatos, porque los otros niños nos decían ¡llegaron los cruceños, los tierrudos, los patiamarillos!’ También los cubríamos con bolsas, algunos utilizaban botas y las guardaban en un maturrito mientras las clases, otros llevábamos doble En la urbanización de territorios como La Cruz, espacios para la recreación son escasos. Foto: María Camila Bernal Quintanilla. zapato”, cuenta Óscar.

Óscar, los jóvenes y la lucha

“A veces uno llega faltando 20 para las seis y ya hay 30 ó 40 muchachos esperando en la puerta. Ellos madrugan, vienen a las clases así esté lloviendo”, Nelba Elena Escudero. Coordinadora I.E. Reino de Bélgica.


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CRÓNICA

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Una crónica sobre el alivio de la desgracia ajena

LOS TENIS ROJOS Leidy Tatiana Rojas Hernández. Revista Vialterna, Universidad del Quindío.

DE LIBRE INTERCAMBIO Si bien el periodismo universitario se caracteriza por una mirada diversa y analítica de la realidad, también es cierto que tal ejercicio tiene múltiples maneras de hacerse, generalmente influidas por el entorno en el que se emprende. Es por eso que en el encuentro con medios que comparten nuestro propósito como laboratorio de periodismo nos enriquece y nos permite ampliar la mirada sobre la realidad que nos rodea. Vialterna es la revista que publica el trabajo de los estudiantes de la Universidad del Quindío y esta crónica que nos han compartido es un testimonio de los dramas desprendidos del narcotráfico, un fenómeno que es noticia permanente y sobre el cual, tal vez por eso mismo, perdemos la perspectiva de su real dimensión. Creemos que también nuestros lectores se beneficiarán con el libre intercambio que emprendemos, seguros de que el conocimiento, como las historias, es para compartir. Agosto 12 de 2012, era un día normal. Se sentía el mismo bochorno de todos los domingos, de cuando la ausencia del viento se disimula sacudiendo la camiseta, pero que, en vez de refrescar, atrae un aire caliente, molesto. Al mediodía casi todas las familias del Centro del Valle del Cauca habían preparado sancocho de gallina. Unas lo cocinaron en fogones improvisados a mitad de calle, otras en fogones de piedra, “pa’ chupar hueso” al lado del río. Pero en Tuluá, la familia Rojas, que ya tenía lista la gallina, el ajiaco y las mazorcas, se quedó esperando a Alexander, de 24 años, hermano, soltero y según dicen, buen amigo. Una hora antes, Alexander despertó en una casa que no era su casa, en una sala que no era su sala, rodeado de otros que, igual que él, estaban todavía mareados por el alcohol, aturdidos por la música guasca, con sus cuerpos pegajosos por el calor que se había alojado en la baldosa y en las paredes. Un remolino de polvo se formó en la casa y Pedro, su amigo, despertó con ganas de gritar a la mujer que barría entre los zapatos tirados y copas de aguardiente. Pero Alexander lo calmó y se lo llevó al baño a inhalar dos líneas de “perico” para quitarse la borrachera. No tenían cómo sospechar que pronto a uno de los dos se le esfumarían esos gestos de alguien que está ebrio, drogado y vivo. Alexander se quedó en el baño. Se lavó la cara y el agua enjuagó su malestar. Pedro, quien no se aguantó las ganas de fumar, salió hacia el carrito de dulces. Se escuchó un disparo y todos salieron a mirar. Estaba tirado en la calle, como un cigarrillo medio apagado. De ahí en adelante sólo se escuchó un lamento repetitivo: “¡Lo mataron, lo mataron esos hijueputas!”. “Fue como a las 12, mi mamá estaba empacando la gallina cuando le sonó el celular, y ¡Virgen Santísima! Empieza a gritar ¡que lo mataron, que estaban por la Virgen de los moto-ra-

tones! Y yo, toda asustada, cogí unas chanclas y salí corriendo”. Yuliana, la hermana de Alexander no esperó una explicación. No, ella corrió, corrió, corrió tanto que quedó con una de las chanclas de su papá colgándole de la mano. Luego lloró, lloró, lloró tanto que la gente del barrio Farfán empezó a murmurar “qué pesar, seguramente es familiar del muerto”, y ella apartando las lágrimas con su pijama amarilla, tratando de borrar la imagen de su hermano pálido y con los ojos abiertos, empezaba a creérselo. A sus pensamientos alcanzaba a llegar el sonido de una ambulancia, los pitos de los carros estancados en el tráfico de la calle 25 del barrio Farfán, los mototaxistas preguntando “¿reina, necesita moto?”, hasta escuchaba a los niños disparando con el dedo a los taxis que pasaban. Fuera de Yuliana todo era quietud. Mientras su cabeza era caos, en Tuluá, el poco viento que llegó ni siquiera movió las copas plásticas de aguardiente abandonadas al lado de botellas vacías. Las hojas secas de un árbol viejo permanecían inmóviles y el cigarrillo tardó en consumirse. * Ese mismo año, el presidente Juan Manuel Santos inició las negociaciones de paz con las FARC, lo que llevó a creer a mucha gente, y en especial a los del Valle, que esa paz de la que hablaban también les tocaría, que eso de las cabezas empacadas en bolsas de basura, de bocas cocidas y párpados pegados se sumaría solo a los archivos de la prensa, que en las calles se grabarían tiempos mejores. Pero no fue así. El Valle era noticia nacional, no sólo porque tenían señorita Colombia, sino porque al que se vivía en Tuluá lo estaban comparando con el ambiente siniestro creado por los carteles de México. Ese año se habló mucho, pero fue muy poco lo que se hizo para que ese domingo

Yuliana no tuviera que salir corriendo y encontrarse con dos muertos. Yuliana no sabe con exactitud por qué se detuvo en esa cuadra de la calle 25, pero cuando lo hizo vio una virgen custodiada por una fila de mototaxistas de caras pardas y pantalones rotos. Caminó un poco más y vio el cuerpo de un hombre adornado con una sábana, de la que sobresalían unos tenis rojos marca Venus. No dio un paso más. “Los tenis de Alex”, pensó con horror. Descansó sus rodillas huesudas sobre el pavimento y temerosa de ver el rostro de su hermano, lloró. Haciendo ruido entre los espectadores, apareció una mujer morena, de cabello tosco, con el rostro ajado, lleno de lágrimas y sudor, gritando: “¡Hijueputas, me lo mataron, mataron a mi bebé Maruja!”. La señora era la madre de un ayudante de alias Picante, entonces jefe de los Rastrojos. Picante aparecería en el 2013 como el presunto culpable de un asesinato más, la revista Semana tituló la noticia: “¿Quién le

cosió la boca a un hombre en Tuluá? ‘Picante’, jefe de los ‘Rastrojos’, estaría tras el hecho”. “Mientras esa vieja gritaba, yo me alegré. Esa no era mi mamá y entonces ese muerto no era mi hermano. Le di gracias a Dios y seguí corriendo”, explica Yuliana. Con el alivio de la muerte ajena, Yuliana recuerda cuando, a la hora de la comida, Alexander le lanzaba cucarrones en la cabeza, y ella, con esa rabia y firmeza de una niña de 9 años, con ese odio de quien quiere acabar con su enemigo, le pegaba en la canilla hasta derribarlo. Jugaba, sin darse cuenta, a contemplar la muerte teatral de su hermano, sin sentir el menor remordimiento, sin siquiera voltear a mirar su cuerpo de estatua tirado en el piso, a punto de soltar una carcajada. Ahora es distinto, ahora pensar en una muerte que no se finge, que angustia a toda una familia, una muerte contada por murmullos, la impulsa a seguir buscándolo, así, sin una chancla, con la cabeza pesada, golpeada de tanto sol. Dejó atrás el muerto que no era, recorrió dos cuadras y volteó en una esquina. A mitad de camino se detuvo. Sintió un quemón que le recorría la planta del pie, se deshizo del sudor y siguió a paso lento. Ya podía ver la muchedumbre agrupada alrededor de una casa en la que un hombre había muerto. Ya podía ver el carrito de dulces, trazado por cadenas, selladas por un candado y un letrero que decía “No fío”. Del cigarrillo apagado se percató después, porque a su encuentro llegó su papá, que caminaba con los pies descalzos, con ganas de decirle que le pasara las chanclas, pero su mamá la apartaba del mundo con sus brazos, apretándola contra sí, diciéndole que gracias a Dios, que Alexander estaba con vida. Vio entonces sus tenis rojos, de cordones manchados y sin nudo que estaban frente a las botas de un policía. Nada podía verse peor en él, ni la camisa trasnochada ni la saliva que se había

Caminó un poco más y vio el cuerpo de un hombre adornado con una sábana, de la que sobresalían unos tenis rojos marca Venus. No dio un paso más. “Los tenis de Alex”, pensó con horror. Descansó sus rodillas huesudas sobre el pavimento.


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secado alrededor de su boca. Toda la desgracia estaba concentrada ahí, en esos zapatos que alguna vez prometió regalar a Pedro, pero que ya no podía. Yuliana escapó de los brazos de su madre y cuando llegó donde Alexander, que estaba en una esquina hablando con un policía, no supo qué decirle, la misma dureza de la niña de nueve años seguía con ella. Pero él, aún ebrio, no guardó silencio: “Yuli, mataron a mi Pedrito, salió a fumarse un cigarro y lo mataron”. “Yo lo abracé, no supe qué más hacer”, dice Yuliana. Ella no quiso seguir viendo a Pedro tirado en el piso, no quiso que Paola la hermana de Pedro la viera abrazando a Alexander, con ese alivio de no tener a su hermano muerto, así que se fueron antes de que llegara. * A los habitantes de Tuluá el silencio los mantiene con vida. “En un día puede morir un traqueto, y con él la señora de las arepas, o el de los minutos, por

CRÓNICA

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA soplones. Ni yo, ni doña Luz, la dueña del carrito de dulces, queríamos llevar del bulto por un muchacho que fumaba marihuana”, dice don Gustavo Martínez, el propietario de la casa donde los muchachos pasaron la noche. Alexander quedó como el único testigo de un hecho que no presenció. La impotencia de no comprender esa muerte lo llevó a decir que hubo un gatillero al que estaban entrenando, que fue la mala suerte, porque Pedro era bien. “Alex se paraba en la ventana, escondido, a mirar a un tipo que se hacía en la esquina a llamar, decía que era uno de los que estaba en la fiesta, que seguramente los de la Sijín le habían dado la dirección, que seguro lo iban a matar. Ese muchacho me estaba mortificando”, dice su mamá desconsolada. Alexander huyó de Tuluá, no sabe si con justa razón, lo que sabe es que ese pueblo grande nunca le gustó, que no pudo estar tranquilo, que lo peor era escuchar cuando una moto aceleraba, que era como morir cada cinco minutos. Vivió en Armenia seis meses, en la casa

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Vio entonces sus tenis rojos, de cordones manchados y sin nudo que estaban frente a las botas de un policía. Nada podía verse peor en él, ni la camisa trasnochada ni la saliva que se había secado alrededor de su boca. Toda la desgracia estaba concentrada ahí, en esos zapatos que alguna vez prometió regalar a Pedro, pero que ya no podía. de un amigo que estudiaba en la Universidad del Quindío. Le dijo a su mamá, y Yuliana se burlaría de eso después, que él no volvería a ese “cagadero”. Ahora, tres años más tarde, Alexander sale por la Tuluá de siempre,

donde cada semana mueren cinco personas por causa del microtráfico, donde muchas Yulianas salen a correr en busca de su muerto, con la esperanza de que la desgracia recaiga sobre otros, sobre aquellos que no nos importan.

Foto-ilustración: Sara Gabriela Vega Escobar.


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REPORTAJE

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Panadería y repostería en Medellín

LA TRADICIÓN QUE VUELVE. DEL MAÍZ AL PAN María Clara Agudelo Zapata / mariaclara.agudelo@gmail.com

Más que amasar, calentar, masticar y tragar, los procedimientos de un pan incluyen una serie de rituales en dos tiempos: cuando se prepara y cuando se consume. Si alguno de ellos se precipita por vender o comer más, cambia el mercado y también la tradición. El pan también es testigo de estos tiempos. Despertar en la madrugada con el olor fresco del maíz asado y el chocolate humeante, imaginando la fuerza con la que la madre molía y la delicadeza con la que armaba las arepas que, con un par de tajadas de quesito y una porción de mantequilla derretida, eran el desayuno antes de ir a la escuela. Así ocurrió hasta hace 20 años, cuando se perdió la cultura material para hacer arepas caseras. De la mano de los progresos industriales y la emancipación femenina, fueron desapareciendo las destrezas para prepararlas paso a paso, y los roles jerárquicos en la cocina que hacían de esta producción una tarea familiar de varias horas. Ya las arepas se compran empacadas, perfectamente redondas e, incluso, cuadradas. Lo mismo sucedió con el pan y los postres. “Ahora somos más propensos a almorzar en la calle y se come a las carreras”, expresa el antropólogo Luis Vidal, quien, además de tener estudios en sociología de la alimentación, insiste en hacer él mismo sus arepas como era antes, pues “la mejor comida, como el cariño, debe ser lenta”. El alcance de estos cambios es tal que aparecen las “enfermedades de civilización” que se dan, entre otras cosas, por la digestión. Anteriormente, los tiempos los determinaban los procesos agrícolas; ahora, la producción y alimentación se adecuan al trajín, la masificación y el retorno de la inversión. El Día de la Madre es la fecha por excelencia para la venta de tortas, tanto en negocios de mayor distribución: las panaderías y reposterías de cadena, como para aquellos más artesanales que solo tienen dos cocineros para las preparaciones. En reposterías como El Portal, los clientes prefieren cubiertas hechas con merengue, masmelo o crema refrigerada, decoradas con colorantes llamativos, sobre masas que tienen en su composición benzoato de sodio, un producto que hace aumentar el volumen del bizcochuelo. La rutina de quienes allí trabajan consiste, además de hacer la panadería, disponer sobre la mesa una fila de unos 15 bizcochuelos, partirlos por capas, esparcir sobre cada de una de ellas la crema de vainilla, melocotón, chocolate, armarlos nuevamente y cubrirlos con la otra mezcla con la agilidad de quien debe entregarlas en dos horas. Luis Eduardo Ramírez, un repostero caleño que conoce el trabajo en

Hace ocho años, su planta principal fue ampliada y equiparada con maquinaria que agilizaría el empaque de los productos anteriormente envueltos a mano sin una contratación adicional de personal. Así lo narra Estela Alzate, quien es administradora hace 22 años en Junín, el punto de venta con el que inició el negocio y que ahora está enfocado en la elaboración de platos de restaurante -pues la distribución de la repostería se hace desde la fábrica en El Poblado-, y agrega que, aunque ha aumentado la producción, “todos los procesos son artesanales”.

Digerir lo tradicional

Los ingredientes, las formas de hacer el pan han cambiado, por los tiempos, aquellos que disponemos para comer. Foto: Mariana Restrepo Franco.

diferentes lugares tanto de su ciudad natal como de Medellín, suele hacer la comparación entre ambos negocios: “en Cali hay una alta competencia porque se produce mucho pan, más que en Antioquia, y hay gran variedad de pastelería fina, más que acá”. Pues si bien en ambas regiones se consume en gran cantidad la arepa, en la capital antioqueña hay una cultura alrededor del buñuelo, los pasteles de hojaldre, los postres con gelatina y las tortas “pesadas como un ladrillo”. Estas preferencias dependen de los estratos socioeconómicos en las mismas ciudades debido a los costos de producción en cuanto a materia prima y tiempos de preparación. Pero la arepa, aunque en algunos hogares se siga haciendo a mano y en otros se prefiera comer rellena en un restaurante de alta gama, es la “heroína cultural”, según Luis Vidal, porque suele robarse el espectáculo en los desayunos sin distinguir estrato o región.

Devorar las técnicas Según el último censo (2012) de la Asociación Nacional de Fabricantes de Pan y el Ministerio de Comercio, Industria y Comercio, los negocios panificadores venden más de tres billones de pesos anuales en Colombia y las ciudades con más panaderías registradas son Bogotá, Cali y Medellín: existen 1.532, según el documento. Lo que tienen en común los comercios en estos lugares es que muchos de ellos pertenecen a comerciantes oriundos de Marinilla, Antioquia, reconocidos en el país por su capacidad para negociar. No es gratuito encontrar

panaderías con diferentes nombres en una misma cuadra y de un mismo dueño, como tampoco lo es escuchar historias de marinillos que llegaron a Cali hace 30 años con dineros de origen ilícito para crear comercios. En el gremio circulan versiones que cuentan que Diego Murillo Bejarano, conocido como “don Berna”, comandante del Bloque Cacique Nutibara y que llegó a ser socio de los Rodríguez Orejuela, cabecillas del Cartel de Cali, participó en la creación de entre 30 a 40 panaderías solo en Cali. Cuando fueron perseguidos por estos negocios, incluían administradores a quienes otorgaban una parte como accionistas, método que trasladaron a Medellín hace algunos años. Esa actividad significó cambios en el mercado. Tal crecimiento varió la calidad de los productos porque se necesita recuperar el dinero invertido en materia prima. Eduardo Ramírez recuerda que en la época de los Rodríguez Orejuela, un bulto de harina valía $10.000, mientras que ahora cuesta entre $80.000 y $90.000, lo que implica comprar ingredientes de mayor rendimiento para dar abasto con la cantidad de ventas requeridas en una panadería de cadena, equivalentes a 30 millones de pesos mensuales, según explicó. Un caso especial de la industrialización de la repostería es El Astor. A pesar de llevar 85 años en el mercado y tener un público tradicional, ha experimentado renovaciones para atraer a nuevos clientes y abastecer los lugares de distribución, a tal punto de ser nombrada en 1980 como la primera importadora de equipos para repostería, según la Federación Nacional de Comerciantes.

Para hablar de estos alimentos, no basta solo con que el nombre del local lleve “artesanal” de apellido. Se requiere, según el chef sommelier Nicolás Cebrián, “mayor curia y delicadeza en los procesos y pericia en cuanto a la temperatura y la fuerza que se le aplica a cada uno de ellos”, además de unos costos más elevados. Si se busca economía y reducción de tiempos, hay masas importadas a las que simplemente se les da forma y calor en un horno, pero en estas se pierde sabor y textura. Por eso, desde su gusto por las mezclas y por lograr esos sabores que siempre se ha imaginado en panadería y repostería, Tatiana Pérez, fundadora y chef en Masamor, tiene claro que lo más importante es alimentar su masa madre con estimulantes que generen ese gas complementario a la levadura fresca para no usarla en su totalidad, sino que ayude a crecer y fermentar el pan de la manera más natural. Ella se toma las cuatro horas necesarias para preparar la torta de chocolate que sus clientes prefieren, y trata de aprovechar esas carreras en la cocina para variar el uso de los ingredientes en diferentes productos con recetas propias y evitar que queden más de dos días en exhibición. Cuando esto ocurre, usa lo que sobra del pan para hacer crotones, “no hago torta de pan porque, de hecho, eso no se puede”. En El Portal, por su parte, se hacen cuajadas con mezclas de pan, agua y azúcar para lograr una torta delgada y no tener pérdidas económicas. Nicolás afirma que, como Masamor, en Medellín hay varios locales artesanales que marcan una tendencia de crecimiento de este tipo de panadería y repostería. Pareciera ser un regreso a lo fundamental que contrasta con un arraigo cultural fuerte pero también aparece la necesidad de tener más producto por menor precio. Sin embargo, Cebrián coincide con Luis Vidal cuando dice que las nuevas generaciones se están “abriendo a otros sabores, aprendiendo a comer distinto y a pedir vino en cepas, por ejemplo”.


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INFORME

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Pasó el Foro, ¿qué queda?

EL FUTURO DE LA BICICLETA EN MEDELLÍN Daniel Cardona Henao / cardo_2705@hotmail.com

El Foro Mundial de la Bicicleta, celebrado en Medellín entre el 26 de febrero y el 1 de marzo de este año, dejó mucho más que 6.800 asistentes, 150 conferenciantes, 189 periodistas nacionales e internacionales, 39 países invitados y más de 120 voluntarios de ocho naciones diferentes, que compartieron las experiencias respecto al funcionamiento de la bicicleta como medio de transporte en sus lugares de procedencia. Sebastián Salazar, productor del Foro, contó que los principales objetivos eran “llamar la atención del sector público y privado respecto a la importancia de la bicicleta en las dinámicas de las ciudades, formalización y fortalecimiento de los colectivos de ciclistas y que los municipios adquirieran un compromiso de establecer sistemas de movilidad teniendo en cuenta los vehículos no motorizados”.

Fortalecer la cultura de la bicicleta Carlos Carvajal, líder del colectivo de ciclistas Pedaleando Alma y uno de los colaboradores del evento, confiesa que entre las principales expectativas que se tenían estaba la generación de una política pública a partir de la integración de las bicicletas al Sistema de Transporte Masivo del Valle de Aburrá, una gran afluencia de ciclistas de todo el mundo que compartieran diferentes experiencias y una integración nacional de ciclistas. Según datos entregados por Carvajal, el 14% de los hogares en Medellín tiene carro y ocupa el 80% del espacio público en las vías, el total de inversión de infraestructura en vías, entre los años 2012 y 2014, es de 355 mil millones de pesos, donde se invirtieron, aproximadamente, 2 mil millones de pesos en pro de infraestructura para bicicletas. Apoyando lo anterior está Luis Pérez, analista y experto en movilidad urbana, quien expresa que “los principales problemas de los ciclistas en la ciudad se reducen en una política pública que cobije una cultura y una educación donde se evidencie la importancia de la bicicleta, donde se trabaje infraestructura y seguridad para los ciclistas, ayudando así a temas álgidos de la ciudad como la movilidad y el medio ambiente”. Es por eso que en el Foro se destacaron cuatro logros importantes, según detalla Salazar: la creación de BiciRed Colombia, la realización de un Foro Nacional de la Bicicleta, el acercamiento y apoyo de las instituciones privadas a este tema, y la realización de políticas por parte del Área Metropolitana y la Alcaldía.

Integración nacional de ciclistas Mauricio Mesa, del colectivo Siclas, reconoce como importante la creación de BiciRed Colombia, grupo al que define como “una comunión de colectivos de ciclistas de todo el país para establecer la bicicleta como un medio de transporte y promover políticas de los movimientos urbanos para que sea adoptada dentro de un Plan de Desarrollo de Movilidad Sostenible”. Carlos Carvajal sostiene que la idea de esta integración es reconocerse por medio de una consolidación física y no solo por las redes sociales. “También, queremos destacar la importancia de la bicicleta con otros actores viales y en otras ciudades del país, que exista una uniformidad”, agrega. La primera forma de materializar es el Foro Nacional de la Bicicleta que se realizará en Manizales a finales de este año. Para Luis Pérez, participante de BiciRed Colombia, la integración a través de este organismo es el resultado más positivo que surgió del

Los desarrollos en infraestructura, regulación y promoción del uso de la bicicleta son determinantes para convertirla en un medio habitual de transporte. Foto: Sara Gabriela Escobar Vega

evento, opina que “este Foro Nacional es bienvenido porque fortalecen el músculo del conocimiento frente al tema, aunque hoy no haya mucho definido sobre este suceso”.

Papel de las autoridades en el Vallé de Aburrá Para Mauricio Mesa las autoridades deberían jugar un papel determinante en el establecimiento de una cultura de la bicicleta porque “son responsables de la falta de educación, infraestructura y seguridad respecto a este tema en el Área Metropolitana”. Lina López, coordinadora del Sistema de Bicicletas Públicas del Área Metropolitana del Valle de Aburrá (Encicla), especifica que los proyectos que están manejando son: sensibilización en colegios, universidades y empresas; establecimiento de obras como más kilómetros de ciclorrutas, además de una expectativa de que el 10% de los viajes se haga en bicicleta en 2030. Para el trabajo de la infraestructura se estableció un punto dentro del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Medellín, “el cual propone, para el año 2030, 400 km en ciclorrutas, integrados al Sistema de Movilidad Metropolitano, 10.000 bicicletas eléctricas de pedaleo asistido para la ciudad con financiamiento de entidades aliadas y estaciones para bicicletas en todos las estaciones Sistema Integrado de Transporte del Valle de Aburrá (Sitva) y en todos los equipamientos públicos”, según López. En cuanto al tema de seguridad de los ciclistas, Carlos Carvajal considera que no se siente tranquilo para movilizarse en bicicleta porque, además de la falta de vías, “la ciudad se preocupa por una movilidad enfocada hacia los vehículos motorizados y no para las personas”. Teresa Salinas, subsecretaria de Movilidad Inteligente, se opone a esta declaración: “lo que pasa es que el Plan de Ordenamiento anterior estaba ligado a la construcción de vías para automóviles y la movi-

lidad a partir de esto, ahora se hizo un cambio de 180 grados en el POT y eso hace que el tema toma tiempo en restructurarse, pero la Secretaría se enfoca hacia el peatón, las normas siempre lo favorecen”. “Además, se manejan programas de Educación y Seguridad, un Código de Tránsito y todo un sistema interdisiciplinar de Cultura Ciudadana, donde se le está trabajando fuertemente a este tema”, agrega Salinas.

¿Necesidad o burocracia? Tras la aprobación del POT, el Alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, declaró que iba a crear la Gerencia de la Bicicleta en la ciudad, argumentando que “esto hace parte de la filosofía de la modernización de la ciudad, irnos ajustando a las realidades que nos imponen las nuevas visones”. De acuerdo con el mandatario, esta dependencia de la Alcaldía municipal hará veeduría del cumplimiento de los proyectos que se realicen en el tema de las bicicletas y servir de enlace entre la Administración y los colectivos de ciclistas. Para Luis Pérez, miembro de BiciRed, esto no es más que un acto burocrático porque “es un anuncio oportunista debido a que esta Alcaldía no ha apoyado a los ciclistas, pero aprovecha un evento internacional para hacerse la que está incondicionalmente con nosotros, cuando nunca ha sido así, además que se le está quitando la responsabilidad a la Secretaría que ya existe para estos fines, la de Movilidad”. Teresa Salinas afirma que esto no es cierto porque “la función de la Secretaría es de acompañamiento y aprobación a los proyectos que emprende el Área Metropolitana, por lo que esta Gerencia será bienvenida y apoyada por esta dependencia” Es así como el Foro Mundial de la Bicicleta dejó grandes números, pero sobre todo pactos y dudas sobre el futuro de la bicicleta como un elemento de movilidad en la ciudad y la región. Por ahora, quedan el Foro Nacional de noviembre y el Foro Mundial que se celebrará en 2016, en Santiago de Chile.


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REPORTAJE

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Tesoros que apenas conocemos

ARCHIVOS HISTÓRICOS DE MEDELLÍN, PATRIMONIOS DEL MUNDO Marcela Cadavid Alzate / marcela.cadavida@upb.edu.co

Con 72 mil imágenes digitalizadas, 92 volúmenes de 200 a 500 folios, el Fondo Cabildo Colonial de la Villa de Medellín, es ahora patrimonio de registro de memoria del mundo en América Latina y el Caribe, debido a sus rigurosos estándares de conservación de los documentos.

Medellín cuenta con varios archivos documentales y fotográficos, entre los más destacados se encuentra el Archivo Histórico de Antioquia, ganador del premio Jorge Palacios Preciado, y el Archivo Fotográfico que reposa en la Biblioteca Pública Piloto, que recibió en el 2012 el reconocimiento de la Unesco como registro regional de memoria del mundo; cuenta con 1.700.000 imágenes que compilan la historia de Colombia.

¿Qué es un archivo histórico y cuál es su función? Para entender la trascendencia del premio ganado por el Archivo Histórico de Medellín (AHM), se debe reconocer la diferencia entre los mismos archivos, debido a que en la ciudad se encuentran encontrar dos tipos de documentos: los archivos vivos, cuya función según la historiadora y docente de la Universidad Pontificia Bolivariana, Libia Josefa Restrepo de Quintero, cumple una función de mantener en todo momento la información fresca y el archivo muerto, es aquella información antigua que tiene relevancia para la ciudad, por cuanto en esos documentos se encuentra la historia de las empresas. Los archivos históricos son los encargados de preservar la historia de la ciudad, sus orígenes e inicios, y su soporte principal son los documentos o bancos fotográficos que se producen en una época determinada por actores,

tanto públicos como privados. Esto no solo incluye documentos manuscritos, sino también materiales como los carteles publicitarios, las imágenes, los objetos rituales o religiosos. Medellín cuenta con archivos documentales y fotográficos originales en el Archivo Histórico de Antioquia -el AHM- y el archivo de la Biblioteca Pública Piloto.

Archivo Histórico de Medellín El Archivo Histórico de Medellín contiene varios fondos documentales que son del Concejo de Medellín, la Alcaldía, la Personería, el Instituto de Valorización y el archivo privado del radio periódico Clarín; dicha labor de recopilación y manejo de archivo lleva algo más de 20 años, según Luz Marina Jaramillo, historiadora del archivo: “se cuenta con 143 imágenes digitalizadas de los documentos más antiguos del siglo XVII y XVIII, partes del siglo XIX y comienzos del siglo XX”. El más destacado es el Fondo Concejo de Medellín por el la identificación, conservación y difusión que se lleva en la casa en la que se encuentran los documentos. Así mismo, cuenta con una planta de expertos en la conservación de los folios y libros históricos, debido a su delicado manejo de conservación y a los diferentes soportes -es decir, los papeles en los que están hechos, además de los sellos y las tintas que requieren un manejo específico-. Es por ello que el

Volúmenes como este, notbles por la información y la técnica en sus ilustraciones, conforman los archivos históricos en Medellín. Foto: Marcela Cadavid Alzate.

archivo, según la historiadora del AHM, decidió abrir en el 2010 un espacio para los especialistas que diagnostican los problemas posibles en un documento. El Archivo comienza, según Luz Marina Jaramillo, “en el proceso de formación de Medellín desde finales del siglo XVII (1675), cuando las autoridades de ese tiempo, o sea el llamado Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento de la Villa de Medellín, tomó la decisión y la cumplió, de guardar los documentos que iba produciendo a través del tiempo, entonces los documentos claramente muestran la evolución político-administrativa y hasta cierto punto territorial o en muy buena medida lo que es hoy la ciudad de Medellín y parte del Valle de Aburrá, para los siglos XVII y XVIII, especialmente.” En la actualidad, los documentos se pueden consultar vía web. En opinión de la historiadora, esto cumple un papel fundamental en la difusión de la información, situación que ha permitido establecer un vínculo de apoyo con la Biblioteca Nacional y las bases de datos gracias a las cuales el usuario ya no tiene que ir al archivo personalmente.

Archivo Histórico de Antioquia

Incluso la caligrafía de estos documentos es objeto de estudio de investigadores que utilizan los archivos históricos. Foto: Sara Gabriela Escobar Vega.

Ubicado en los sótanos del Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, el Archivo Histórico de Antioquia (AHA) posee una variedad de documentos de todo el departamento y es considerado uno de los archivos más importantes de Latinoamérica, por la cantidad de documentos originales y sus diversos fondos documentales que narran la historia del pueblo antioqueño.

Entre los fondos más destacados son el Fondo de Esclavos y Negros que se encuentra digitalizado y pertenece al Archivo General de la Nación, también tiene el mismo reconocimiento adquirido por el Archivo Histórico de Medellín; posee expedientes de protocolos de compra-venta, exclamaciones, matrículas, registros, informes, Reales Cédulas, Reales provisiones, autos, tributos y alcabalas. El archivo también contiene tomos del tiempo de la CoWlonia, Independencia, República y otro tipo de documentos que pertenecen, por ejemplo, al Ferrocarril de Antioquia, además de una planoteca que contiene diferentes mapas de las distintas zonas geográficas de Antioquia y un pequeño archivo fotográfico de Medellín.

No solo acopiar sino preservar y divulgar la información es el trabajo que se hace desde los archivos históricos.


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¿Qué diferencias existen entre los documentos encontrados en los archivos? Los archivos históricos de la ciudad cuentan con materiales originales, la mayoría de ellos manuscritos en soportes como el papel de trapo, el pergamino, entre otros soportes que se encuentran con sus sellos tanto de agua, papel y metal; esto es lo que los diferencia de los facsimilares. La biblioteca central de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín preserva una colección facsimilar, compuesta por volúmenes de autores reconocidos y otros que son interesantes por sus acabados. Entre la colección están los códices mayas y aztecas, los testamentos de Isabel la Católica y de Cristóbal Colón, además de otro tipo de documentos como las obras de pintores famosos, que son su parte la de donación más reciente, hecha por el expresidente Belisario Betancur. Ramón Octavio Mejía explica: “las ediciones facsimilares son reproducciones, que son fiel copia del original, los originales están o en la Casa Real Española o en el Vaticano, entonces ellos sacan en determinado momento por aniversarios o por conmemoraciones, una copia, estas son autenticadas por un notario y son dadas cuando se da la visita de un presidente o en ocasiones especiales”, lo cual diferencia estos ejemplares de los originales por detalles como la marca de agua de los papeles que se han perdido con el tiempo. Según Libia Restrepo, docente de la Universidad, este tipo de archivos, al ser autenticados, le bastan al historiador porque no poseen el problema de los documentos adulterados o falsos, pues intentan ser fieles a los originales; así mismo dice: “de cada libro facsimilar hay otras 980 copias, pero eso para todo el planeta, lo cual es muy poquito y por eso nos pinchamos con esta colección, porque son libros muy raros”. Existen casas editoriales que se

El trabajo de conservación y restauración documental es parte de la investigación que se hace desde los archivos históricos. Foto: Sara Gabriela Escobar Vega.

dedican a producir los facsimilares, así lo dice Ramón Octavio Mejía Martínez, auxiliar de la Colección Belisario Betancur, un ejemplo de ello es la editorial Testimonio Compañía Editorial, entre otras editoriales como Parnaseo y Siloe.

¿Cuál es la importancia de los archivos históricos y su reconocimiento por parte de la Unesco? Según Luz Marina Jaramillo, historiadora del Archivo Histórico de Medellín, el reconocimiento por parte de la Unesco radica en: “es importante, porque pone sobre la mesa la necesidad de que los archivos históricos estén organizados,

Durante la Fiesta del Libro y la Cultura en el mes de septiembre, el Sistema de Bibliotecas de la UPB presentará un libro que relaciona lo más importante de su colección patrimonial. conservados, y proyectados hacia el mundo”. De ahí la importancia de los esfuerzos de digitalización de los documentos. Así mismo lo dice la docente e historiadora Libia Restrepo: “es una especie de sostén y fundamentación de un presente, como si el pasado legitimara lo que es hoy […] los archivos van a expurgar ciertos materiales y van pre-

El reto sigue siendo fortalecer el reconocimiento y la apropiación de los archivos históricos entre la comunidad. Foto: Sara Gabriela Escobar Vega.

servando aquellos que van a hablar de ese pasado y sirven para alimentar las trayectorias, mirar qué errores se han cometido en el pasado, cuáles se pueden dejar de cometer o qué innovaciones se pueden hacer.” En Medellín anteriormente se han hecho esfuerzos por la preservación del material, por medio de otros elementos como lo fueron las microfilmaciones y las láminas de acetato que, según la historiadora Libia Restrepo, existían en el momento; así mismo hace una diferenciación entre nostalgia y memoria, ambos términos que parecen iguales pero que son tan diferentes: “Hay que diferenciar memoria de nostalgia, cuando un archivo histórico está bien cuidado, se está preservando la memoria de una sociedad, cuando nosotros nos sentamos a lamentar: ‘¡Ay qué pesar! Tumbaron el Teatro Junín ¡Qué tristeza!’. En vez de la nostalgia lo que debemos hacer es respetar la memoria del pasado”. Un ejemplo de ello son los libros de correspondencia pertenecientes al Fondo Ferrocarril del AHA, que fueron rescatados por el Archivo Histórico de Antioquia, pues se encontraban guardados en la antigua estación de trenes en Bello y los drogadictos se iban a arrancar las páginas de los libros copiadores de correspondencia porque eran de papel de arroz, traído de Japón, muy fácil de prender, recuerda la historiadora. El Archivo Histórico de Medellín cuenta ahora con el reconocimiento de la Unesco, lo que implica no solo la buena gestión del archivo, sino el reconocimiento de la historia fundacional de Medellín.


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REPORTAJE GRÁFICO

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Cuando el trabajo nos hace humanos

CON ESTAS MISMAS MANOS Mariana Restrepo Franco / mari_repo96@hotmail.com

Desde la aparición de la especie humana, las manos fueron las primeras herramientas creadoras para recoger y darle nuevas formas a todo, hasta los alcances que hoy asombran e incluso atemorizan. Las siguientes imágenes recogen tres muestras de esa aptitud creadora y transformadora que permanece con una diversidad que fascina.

Hombre de barro - Camila Arango Cerca de la gran plaza de Villa de Leyva, donde el tiempo parece suspendido, Luis Alberto Llamos fabrica utensilios cuyo brillo y colorido provienen de la técnica indígena que utiliza como alfarero. “Yo empecé a trabajar la artesanía precolombina investigando, mirando videos”, dice sin levantar la mirada de su trabajo que no es para vender por cantidades “Como la producción no es muy grande entonces no es fácil hacer una gran número”, explica. Con la técnica del engobe saca el color del mismo barro de sus objetos y con su paciencia de artesano, la combina con otras como el bruñido con el que, al frotar una piedra, se logra una textura suave, pulida, única como es en efecto su artesanía.

Los ebanistas Mariana Restrepo Franco

Dentro una casa blanca, en las calles de Envigado, hay un taller en el que 11 hombres trabajan y crean desde camas talladas hasta grandes cocinas, solo con madera. “Las manos de una ebanista son fuertes y deben manejarse con una facilidad que permita la precisión”, dice Wilmar, que trabaja en el taller hace siete años. Cuenta que con frecuencia sus clientes llevan a reparar muebles producidos en serie y prácticamente tienen que rehacerlos: “Un mueble hecho a mano toma más trabajo y tiempo, pero su firmeza y calidad, es mucho mejor”. Una cama doble, por ejemplo, toma unos 13 días en construirse y el tallado toma entre tres y cinco días.

Los “Marcos” de La América - Sara Gabriela Vega Escobar El negocio de los “Marcos” lleva más de 45 años en la Plaza de la América y ofrece plantas para la tos, para la buena suerte, los cólicos menstruales, el hígado y purificar la sangre. Entre carne, frutas y ferretería trabajan Marco Antonio Mazo y “Junior”. En los inicios, salían a las tres de la mañana desde su cultivo que quedaba en San Cristóbal. Allí se sembraban y recogían las plantas. Hoy su local tiene encima el secadero donde se deshidratan las plantas y se almacenan de 15 a 30 días antes de servir “hasta pa’ remedio”.


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