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OBESIDAD Y COVID-19

La obesidad se defne como una enfermedad en donde hay una cantidad anormal o excesiva de tejido graso acumulado en el cuerpo y es por consiguiente precursora de múltiples enfermedades a consecuencia de una activación del estado infamatorio.

esde el año 2015 la Organización Mundial de la Salud señala la obesidad como la pandemia del siglo XX; en el año 2019 se puso en evidencia por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) la primera vez en que la población mundial con obesidad supera a la que pasa hambre.D Desde el inicio de la pandemia actual se expusieron los factores de riesgo y la población vulnerable: mayores de 60 años, pacientes con comorbilidades como hipertensión arterial y diabetes, pero se obviaban a los pacientes obesos por falta de evidencia científca; no es hasta cuando se observa que un grupo de pacientes menores de 60 años con doble riesgo de ser hospitalizado por COVID-19 y también de presentar complicaciones por el virus y la necesidad de admisión a una Unidad de Cuidados Intensivos y el único denominador común en ellos era la obesidad. A partir de ese momento se pone en la mira a la obesidad como un nuevo factor de riesgo para presentar COVID-19 grave. Diversos hospitales en Nueva York aumentaron los ingresos de pacientes obesos con COVID-19 y es que mientras más jóvenes y obesos, más complicaciones presentaban ante la enfermedad en comparación con los mayores de 60 años.

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La obesidad se puede diagnosticar según el índice de masa corporal (IMC), un cálculo del peso en kilogramos entre la estatura en metros cuadrados. A partir de un IMC de 30 kg/m2 la obesidad se clasifca en: obesidad clase I, II, III. A mayor IMC peor pronóstico para los pacientes y mayor probabilidad de necesidad de soporte ventilatorio.

Un estudio francés publicado el 9 de abril del presente año, realizado en el Centre Hospitalier Universitaire de Lille, Francia, inició sus investigaciones al observar la llegada a la unidad de cuidados intensivos de pacientes jóvenes “sin comorbilidad”, pero con obesidad.

De igual forma los estudios realizados en Nueva York, ofrecen las mismas conclusiones, la obesidad como factor de riesgo de desarrollar complicaciones graves de Covid-19 en menores de 60 años.

La obesidad es un estado activo de infamación crónica de bajo grado infuenciado por factores ambientales, hormonales, genéticos, y hereditarios. Las familias comparten algo más que un código genético, también comparten sus costumbres de dietas y patrones de alimentación malsanos y deletéreos para la salud, además los hábitos de baja actividad física o sedentarismo, lo cual promueve la obesidad. Es decir, es una condición en muchos casos multifactorial, no es sólo el factor genético, también lo es el factor conductual que ofrece vulnerabilidad al individuo de padecer esta condición. La genética sólo infuye en la capacidad de almacenamiento de tejido graso y el lugar donde se deposita, así como la forma en que el cuerpo regula el apetito y la quema de calorías frente al ejercicio. Esto no lo podemos cambiar.

Este estado de infamación crónica de la obesidad activa una cascada en el sistema inmunitario poniendo en alerta al cuerpo, y son las mismas células o marcadores infamatorios que se activan ante un proceso infeccioso provocando un ahorro de energía para las necesidades básicas; este ahorro de energía se podría traducir como ahorro de calorías en forma de depósitos de grasa, además estas células tratando de manera constante de mitigar esta infamación se encontrarían ocupadas ante una nueva infección, lo que hace al paciente obeso más susceptible a enfermedades.

Con cada tejido graso excedente somos más vulnerables a presentar complicaciones cardiovasculares y respiratorias en sentido general por la sobrecarga de demanda que representa sobre estos vitales sistemas.

Finalmente, debemos tener presente que con las constantes amenazas y agresiones sobre la salud humana y afortunadamente la cada vez mayor conciencia de ellas, necesitamos en la misma medida también desarrollar un mayor compromiso para mantener un óptimo estado de salud. Es indispensable mantener buenos hábitos de alimentación, disminuir las calorías líquidas, mantenerse en movimiento con un estado de actividad física moderada según la edad, aumentar el consumo de frutas y vegetales para de esta manera cambiar el código genético de enfermedades crónicas no transmisibles y tener una generación que comparta buenos hábitos de alimentación y ejercicio al punto de entender que mantener un peso ideal en el tiempo nos garantiza mayores y mejores posibilidades de afrontar con éxito las posibles enfermedades que nos puedan sobrevenir.

ES GRATIFICANTE SABER QUE CON TAN SOLO UNA PÉRDIDA DEL 10% DEL PESO TOTAL DE UN PACIENTE CON OBESIDAD SE ASEGURA UN FITNESS METABÓLICO, MEJORÍA EN NIVELES DE TENSIÓN ARTERIAL, GLUCEMIA Y RESPUESTA INMUNE ANTE EVENTOS INFECCIOSOS Y VIRALES COMO EL COVID-19.

DRA. XAVIELA MÉNDEZ Diabetóloga - Nutrióloga Clínica

ANEMIA Y CORONAVIRUS

La anemia es la consecuencia de tres procesos fundamentales: disminución de la producción de hemoglobina o hematíes, aumento de la destrucción de los hematíes y pérdida de sangre. De acuerdo con el contenido de los hematíes puede ser normocrómica o hipocrómica y por la diferencia de tamaño macrocítica, normocítica y microcítica.

Los principales síntomas de anemia son la palidez, conjuntivas, lecho ungueal, surcos palma, taquicardia, soplos funcionales, palpitaciones, tinnitus, taquipnea, disnea, dolor óseo o sensibilidad en huesos hematopoyéticos. Por su parte algunos signos de hipoxia celular son: angina, claudicación intermitente, fatigabilidad, cefalea, falta de concentración y mareos. La cifra de Hb para establecer la existencia de anemia es igual o menor a 12 g/dl para las mujeres y 13 g/dl en los hombres. La anemia se relaciona con el aumento de la mortalidad, mayor incidencia de trastornos cardiovasculares de graves repercusiones, trastornos cognoscitivos y conductuales, disminución de la capacidad física y aumento del riesgo de caídas y fracturas.

¿QUÉ ES EL COVID-19?

Es la enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente.

SÍNTOMAS

Fiebre, tos seca, cansancio, molestias, dolor de garganta y cabeza, diarrea, conjuntivitis, pérdida del sentido del olfato y/o del gusto, erupciones cutáneas, difcultad para respirar, dolor o presión en el pecho, incapacidad para hablar o moverse.

El ARN del virus SARS-CoV-2 codifca 4 proteínas estructurales: la proteína S (spike protein), la proteína E (envelope), la proteína M (membrane) y la proteína N (nucleocapsid). La proteína N está en el interior del virión relacionada al RNA viral y las otras cuatro proteínas están asociadas a la envoltura viral. La proteína S contiene el dominio de unión al receptor celular y, por lo tanto, es la proteína determinante del tropismo del virus y la que tiene la actividad de fusión de la membrana viral con la celular. De esta manera permite liberar el genoma viral en el interior de la célula que va a infectar.

El SARS-CoV-2 penetra en la célula empleando como receptor a la enzima convertidora de angiotensina II (ACE-2), una exopeptidasa de membrana presente fundamentalmente en el riñón, los pulmones y el corazón, el sistema renal y tracto gastrointestinal. Se ha observado que los casos graves de COVID-19 presentan niveles de Angiotensina II muy altos.La glicoproteína S de la envoltura del virus interacciona con el receptor celular ACE2: enzima 2 que convierte la angiotensina, una proteína de la membrana celular que cataliza la conversión

de angiotensia I, en el nonapéptido angiotensina 1-9 o de angiotensia II en angiotensina 1-7. El virus entra por endocitosis. Una vez en el endosoma ocurre una baja de pH mediada por lisosomas, que promueve la fusión de la membrana del endosoma con la envoltura del virus, lo que libera la nucleocápside al citoplasma. El virus puede pasar a través de las mucosas, nasal y laríngea, luego ingresa a los pulmones a través del tracto respiratorio.Cuando existe anemia u otra condición, el virus comienza un segundo ataque, causando que la condición del paciente empeore alrededor de 7 a 14 días después del inicio. La reducción de linfocitos B puede ocurrir temprano en la enfermedad, que puede afectar la producción de anticuerpos en el paciente.

El período de incubación, oscila entre 2 y 14 días después del contagio.

Además, el COVID-19 puede predisponer a la enfermedad tromboembólica arterial y venosa debido a la infamación excesiva, hipoxia, inmovilización y coagulación intravascular diseminada.A nivel inmunológico, se ha evidenciado niveles elevados de IL-6 y otras citoquinas proinfamatorias en pacientes con COVID-19 grave. Esta observación, junto con otros parámetros clínicos asociados a casos graves como linfopenia e hiperferritinemia ha llevado a hipotetizar que un subgrupo de pacientes de COVID-19 puede sufrir un síndrome de liberación de citoquinas.Un estudio demostró que la mortalidad era el doble en pacientes ancianos con anemia en comparación con aquellos que tenían niveles normales de Hb y el riesgo de mortalidad entre tales pacientes aumentaba a medida que la Hb disminuía.

La anemia ferropénica está caracterizada por la reducción o ausencia de depósitos de hierro, bajas concentraciones séricas de hierro y Hb, disminución del hematocrito, incremento en la cantidad de plaquetas, ferritina sérica baja y un aumento marcado en la capacidad de transporte del hierro en plasma.

Cualquier paciente con niveles de hemoglobina y hematócrito por debajo de los rangos de referencia tiene mal pronóstico ante cualquier enfermedad y cuando el virus en este caso el COVID-19 es muy agresivo le afecta porque existe una respuesta inapropiada del sistema inmunitario, lo que ocasiona un peor pronóstico para los afectados.

¿QUÉ ES UNCORONAVIRUS? LOS CORONAVIRUS SON UNA EXTENSA FAMILIA DE VIRUS. EN LOS HUMANOS, SE SABE QUE VARIOS CORONAVIRUS CAUSAN INFECCIONES RESPIRATORIAS QUE PUEDEN IR DESDE EL RESFRIADO COMÚN HASTA ENFERMEDADES MÁS GRAVES

DR. JULIO RUÍZ CUEVAS Diabetólogo

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