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ROMPECABEZAS PARA ARMAR

Pistas para armar la mejor cadena

CÓMO DIFERIR LOS EXCEDENTES PROPIOS DE LOS OTOÑOS PROMEDIO HACIA PLENO INVIERNO, Y PARTICULARMENTE EN ALGUNOS AÑOS HACIA LA ETAPA DE PRIMERAS REACCIONES DE LAS PASTURAS EN PRIMAVERA.

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Armar una cadena adecuada para la recría dependerá de sus decisiones. Optar por combinar distintas especies parece el camino más recomendable.

Armar un eficiente planteo de alimentación para la recría exi-

ge reunir volumen y calidad de pasto, y sobre todo tratar

de cubrir el invierno trabajando sobre tres factores: fecha, especie y

sistema de aprovechamiento. Tiene que reunir volumen y calidad, tratar de

cubrir el invierno trabajando sobre tres factores: fecha, especie y sistema de aprovecha-

miento. Agustín Giorno, coordinador técnico del Grupo CREA de Experimentación Agropecuaria del Sudoeste, piensa la cadena forrajera como el resultado de analizar un balance y establecer un circuito. Recuerde que verdeos y pasturas, los recursos para una recría invernal, tienen una curva de productividad determinada, en general con dos picos bien marcados: en otoño cuando los verdeos de invierno producen el mayor porcentaje de la materia seca (MS), y en los inicios de la primavera, cuando las pasturas comienzan a cobrar sentido y aportan el mayor porcentaje de MS que pueden ofrecer a lo largo del año. La cadena arranca en abril con animales livianos, que se van haciendo pesados con el correr del tiempo. Así, tenemos la mayor productividad forrajera en el comienzo del otoño (abril-mayo) con el menor consumo/requerimiento de todo el periodo. El punto es que inmediatamente después nos podemos meter en un bache forrajero (junio). El arte del sistema de recría radica en diferir los excedentes propios de los otoños promedio hacia pleno invierno y particularmente en algunos años a la salida de los verdeos-entrada de las pasturas. Esto último será aún más relevante cuando buscamos tener una recarga en el suelo tal que no interfiera

con el rendimiento de los cultivos de segunda, sean de grano o forrajeros, que van encadenados detrás de esos verdeos.

SOLUCIONES POSIBLES

¿Para qué queremos toda esa oferta en abril-mayo si nuestro bache se produce en julio-agosto, y/o en septiembre-octubre? Entonces empezamos a pensar opciones para solucionar el tema. Por caso, elegimos encadenar por fecha de siembra, de mediados de febrero (siembra temprana) a fines de marzo (siembra tardía), pensando en correr el pico de oferta desde fines de abril hacia mayo o junio. ¿Funciona? En principio, hay diferencias entre ambientes, y avena, cebada, centeno y triticale pierden más por el atraso en la siembra en sitios profundos que en ambientes someros o pesados. Pretender tapar el bache con este retraso en la siembra nos puede generar un per-

juicio de productividad (pérdidas de 10 a 50 %

de MS) que no justificaría esa movida. El segundo intento pasa por el encadenamiento de distintas especies/cultivares; es decir, complementarlos para cubrir el bache. Una secuencia de avena-triticale-raigrás permitiría alcanzar el objetivo planteado. Empieza a tener algo de color porque vemos que difieren bastante los picos otoñales, y eso no significa un perjuicio en la productividad global del verdeo. El triticale tiene menos productividad en el pico otoñal pero nos puede dar un plus entre la salida del otoño y la entrada del invierno. Y ni que hablar cuando incluimos en la discusión al raigrás, que tiene un otoño tímido, un invierno en donde no puede hacer maravillas, pero en los inicios de primavera, en que muchas veces nuestros sistemas crujen, aporta picos de producción que avena o triticale no están acostumbrados a darnos.

Es una solución, pero no de costo cero, ya que esto está en un marco en que también participan forrajeros (verdeos) de verano o cultivos de cosecha para grano. El piso de estos estará dado por las chances de recarga del perfil; no

podemos darnos el lujo de tener grandes superficies en que la terminación del verdeo de

invierno se nos dilate en el tiempo, porque lo único que estaríamos haciendo es comprarnos un bache aún más abrupto en el verano, ya sea este forrajero o financiero por una merma en la cosecha agrícola.

HOJA DE RUTA /////////////////////////////

• Es el otoño-invierno cuando nuestros sistemas se vuelven estables o comprometidos.

• Los verdeos definen en gran medida el costo por

kilo de carne producido a campo. • La idea es armar una cadena forrajera estable. Por eso no sirve encadenar por fecha de siembra.

Hay que hacerlo por especie. Esta opción le resta sentido a un encadenamiento por sistema de aprovechamiento. • Sumar el plus que implica el verdeo voleado sobre maíz, que cuesta un 30 % de un verdeo común. • Todo lleva a liberar los lotes para otros objetivos en un sistema mixto.

¿Qué pasa si tratamos de encadenar el sistema según el momento y modo de utilización? Se consideró corte frecuente, corte al macollaje +corte final, y corte directamente al final (pleno invierno). No se modificó la productividad global del recurso pero podemos tener pérdidas

de calidad y problemas en el aprovechamien-

to (pisoteo). Además, si se hace solo consumo final, caen la digestibilidad y la proteína bruta (PB) respecto del corte frecuente.

CUIDADO CON ÉL

Giorno destaca que el raigrás es una máquina

de responder a la aplicación de nitrógeno (N)

en sus tres variantes: secano, bajo riego y promociones. Es una alternativa más que interesante para cubrir los baches de la avena.

¿Opciones? Un raigrás de secano tiene un costo moderado, similar al de la avena. La producción está muy ligada al clima, incluso en cuanto a la respuesta a la fertilización. Hay que pensar cómo puede ser la salida a la gruesa o un verdeo de verano y cuál es el costo de oportunidad de este recurso.

Otra alternativa interesante es un raigrás bajo riego. Tiene un costo alto, producción muy estable y elevada respuesta a la fertilización, con salida a la gruesa garantizada. No compite por riego, aunque conlleva un costo de oportunidad oculto vinculado con un cultivo de segunda en esta modalidad. Finalmente, cabe considerar la promoción de raigrás voluntario (guacho). El costo es reducido, pero la producción está condicionada por clima y suelo, ya que en general va a ambientes bajos. El costo de oportunidad pasa por tener o no tener 1 hectárea más de campo natural.

Balancear el forraje

El punto es lograr transferir el pasto sobrante en otoño a los momentos en que se generarán baches entre la oferta y la demanda de materia verde.

El raigrás ofrece una respuesta a la fertilización mucho más importante que avena y triticale, incluso con seca. Obviamente en un año húmedo la brecha es mayor (10-15 kg MS por cada kilo de urea); en otoños secos cae a la mitad. La idea es dejarlo producir hasta que manifieste su pico y, si tenemos humedad en el suelo, hacer la cuenta de la fertilización complementaria, que es cierto, ahora aparece anormalmente complicada por los precios, aunque la urea estaría empezando a bajar en el hemisferio norte.

REDIRECCIONAR

Para sostener una carga por arriba de 2 cab/ha haría falta 1 ha de avena, 1 ha de triticale, 1 ha de raigrás y 1.3 ha de verdeo voleado. El voleado ayuda signifi-

cativamente a reducir los costos y ese ahorro se podría aportar al raigrás en forma de N.

Nitrógeno bien usado

El raigrás tiene una notable respuesta a la fertilización nitrogenada, sobre todo en otoños húmedos. Hay que hacer las cuentas.

BENDITO VOLEO

El otro gran aliado pasa por los verdeos voleados sobre maíces tardíos. Con avión o una Altina, la idea es aplicar en marzo dentro del cultivo la misma cantidad de semilla que usamos cuando sembramos en fecha: 100 kg de avena o 15-20 kg de raigrás. Puede ir brotando pero recién es en la madurez fisiológica del maíz (mayo) donde se le liberan muchos recursos, en especial la luz. Las avenas testeadas ofrecie-

ron 1500 kg MS por hectárea y el raigrás, 1000

kg en agosto (su mejor momento aún está por venir).

Esos 1500 kg de avena se dieron junto con 3.300 kg de rastrojo. Y ese rastrojo de maíz es grano, marlo/chala y tallo. Todo dependerá del arte de cosechar componentes con la hacienda que sean de mayor o menor calidad, en función de la presión de pastoreo que le apliquemos al recurso.

ES POR ACÁ

Giorno ensaya un modelo de encadenamiento forrajero capaz de tapar los baches sin perjuicio de la performance animal y de los resultados de un sistema mixto:

• Arrancar en abril con avena, continuar en mayo con triticale, tomar los rebrotes de estos recursos en junio y comienzos de julio para meternos en el invierno profundo con un raigrás y eventualmente un tercer pastoreo de avena y triticale.

• Liberar estos dos verdeos para los cultivos que más exigencias tienen en cuanto agua en el suelo para arrancar, por caso maíz de cosecha o girasol.

• En agosto pasar a los rastrojos con verdeo de invierno voleado en el maíz tardío; a mediados de septiembre meternos en el raigrás (en su mejor momento, secano, riego o promoción) y liberar el lote voleado para cultivos como soja que dependen más de las lluvias de febrero.

• En la parte final de octubre, en caso de que se trate de un raigrás implantado, liberar el lote a sorgos forrajeros o maíz de pastoreo.

Claudio Gianni

Fuente: JAT CREA

DECISIVO

Como siempre es fundamental medir stocks de forraje sobre la marcha con un Greenseeker. Es necesario saber cuánto pasto tenemos y a qué ritmo viene creciendo, para luego tomar decisiones.

La siembra aérea de verdeos sobre maíces tardíos es una práctica sumamente redituable y de relativo bajo costo. El raigrás va a generar pasto en momentos en que los otros verdeos no aportan volúmenes importantes.

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