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5. Los habitantes de las florestas y los páramos
los oríGEnEs dE la sociEdad | 75
al C14 y ambos dan fechas alrededor de 6000 a.C. Según John G. Hawkes,34 un experto en tubérculos, se trata de restos de especies domésticas y destaca el hecho de que la muestra de olluco fechada corresponda a una fase tardía de su domesticación, dado que ya existía este cultígeno en las capas más antiguas, hacia 8000 a.C. Si bien hay discrepancias respecto a las asociaciones excavadas en Tres Ventanas, especialmente en los niveles inferiores, la evidencia directa de la edad de estos cultígenos parece contundente. Hawkes y otros investigadores piensan que la domesticación de estos tubérculos y otras plantas, como la quinua y la cañiwa, puede haberse dado en la región circundante al Titicaca, en el sur, entre Perú y Bolivia.
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La domesticación de la papa pudo ser un proceso equivalente al de la alpaca, en el sentido de que su transformación en cultígeno puede ligarse directamente a las condiciones de su consumo por los recolectores de la puna. Decimos la puna, no solo en concordancia con lo que teóricamente muchos especialistas asumen, sino porque hasta hoy las evidencias más antiguas son de esa región (en Huarochirí), en tanto que en la costa aparecen mucho más tarde, como era de esperar y, hasta donde alcanzan nuestros conocimientos, parece que lo mismo ocurría en las cuencas serranas debajo de los 3,600 metros, tanto en Guitarrero como en Ayacucho. Parece también que es un proceso asociado a la puna árida, pues, al igual que en los sitios más bajos, no hay evidencias de papa en Junín hasta períodos posteriores.
De cualquier modo, parece que se establece una configuración diferenciada entre los Andes del Marañón, que están al norte de la meseta de Junín, y los Andes de puna, que están al sur. En los Andes del Marañón, donde se combinan la puna normal, húmeda y el páramo, se organiza una producción basada en el cultivo de plantas mesotérmicas; en tanto que en el sur árido se organiza una producción de corte microtérmico, del tipo que hemos llamado “cordillerano” en trabajos anteriores.35 Los cultígenos mesotérmicos tuvieron una dispersión panamericana, como el caso del frejol o frijol; en cambio, los que nacieron en los Andes de puna tuvieron una dispersión casi exclusivamente andina. Con todas las reservas del caso, no es arbitrario considerar que en este medio se pudo dar, alternativamente al de Junín, un proceso de domesticación de camélidos: en un caso daría lugar a la alpaca; y en el otro, a la llama.
34. Hawkes 1989: 796. 35. Lumbreras 1969.
76 | Luis GuillErmo lumbrEras
5. Los habitantes de las florestas y los páramos
La idea de un centro único de domesticación parece que tiene cada vez menos adeptos. Fue la idea original de los investigadores de los “orígenes” que veían el bosque tropical como el lugar ideal para el nacimiento de este proceso, pero las evidencias son elusivas en dar apoyo a esa idea. Cada vez es más clara una “hologénesis” de la domesticación de plantas y anima les. El testimonio arqueológico muestra un proceso más generalizado, derivado del progresivo dominio de los cazadores-recolectores sobre sus circunstancias.
La domesticación aparece como una forma de disponer de los bie nes de consumo deseados —como parte de las estrategias de caza o recolección—, sin implicar soluciones destinadas a resolver desequilibrios o carencias de cualquier tipo. Sus objetivos fueron el acceso a los medios de subsistencia requeridos y la reproducción, bajo su control, de los procesos naturales conocidos; dicho de otro modo, todo aquello que es domesticable es finalmente domesticado, sin necesariamente ser parte de un “programa de domesticación”. Las consecuencias de esos procesos pueden o no tener efectos revolucionarios en las sociedades que los adoptan, pero no la domesticación en sí misma. Sin duda alguna, fueron bosques —tropicales o no— los lugares donde el experimento agrícola fue posible. En el bosque húmedo tropical, esto es, en la selva, la caza y la recolección son más difíciles que en los bosques templados o secos, menos densos y con más claros. Eso favorece la búsqueda de un régimen que disminuya la precariedad en el acceso a los bienes de consumo deseables.
Desde luego, la domesticación no es tan simple: requiere introducir alteraciones tanto en el lugar donde se intenta plantar como en las plantas mismas. En el bosque, es un programa de sustitución de plantas dentro de un espacio dado, en el cual se eliminan las que no se desea y se cuida la reproducción de las que se pretende implantar. El procedimiento más simple es el de sembrar las plantas en los mismos lugares donde habitualmente crecen, lo que es solo una forma de recolección selectiva.
La forma más definida de domesticación, propiamente agrícola, es rozar y quemar el bosque en la extensión deseada donde se pretende sembrar. Después de la quema, se limpian los espacios libres de troncos y se plantan allí los tallos, rizomas o semillas deseadas. Esta forma de cultivo existe aún y se le conoce como “conuco”, para diferenciarla de otra similar, pero más compleja —llamada “millpa”—, que consiste en limpiar totalmente el