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2. La cuenca del Titicaca y la costa sur andina
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presentes en este sitio.42 Cerro Baúl, un asentamiento wari representativo, explicaría también un tipo de interacción entre entidades Wari y Tiwanaku, otro Estado serrano que, como se señalará líneas adelante, también colonizó algunos espacios de esta cuenca.
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De la misma manera, se sabe de colonias waris en la vertiente oriental de los Andes. El éxito wari en acceder a la selva se evidencia por la presencia de dos sitios identificados como Vista Alegre y Palestina, en las riberas del río Apurímac, en el bosque tropical ayacuchano, que fueron investigados por S. Raymond.43 La presencia wari en la vertiente oriental habría permitido tener acceso a coca, algodón y a otros bienes considerados exóticos, así como a determinados recursos alucinógenos.44
Otras dos actividades productivas de importancia ritual y estratégica fueron la textilería y la metalurgia, que se sugiere se produjeron tanto en la ciudad de Wari como en determinados centros provinciales. Para la producción de tejidos, debieron emplear fibra de camélidos y de algodón y usar una variedad de tintes y de otros materiales procedentes de distintas regiones, como se infiere de las primorosas camisas o unkus waris estudiados. La producción metalúrgica fue, asimismo, impulsada por los waris. Se trabajó el oro, la plata y el bronce con técnicas como el vaciado, forjado, laminado, martillado y repujado. Evidencias procedentes de Conchopata demuestran el funcionamiento de un taller, donde se fabricaron esencialmente tupus, hechos de cobre y de oro, para ser posteriormente distribuidos en diversos asentamientos waris.45
2. La cuenca del Titicaca y la costa sur andina
El Estado Tiwanaku (circa 550 d.C. – 1200 d.C.)
Tiwanaku se desarrolló en un territorio sobre los 3,800 msnm, definido por una altiplanicie que se extiende entre la cadena montañosa llamada Cordillera Real por el oriente y las sierras del lado occidental del lago Titicaca. Es un escenario identificado como un ambiente frío e inhóspito, donde las
42. Ibídem. 43. Raymond 1992. 44. Santillana 2000. 45. Pozzi-Escot et al. 1994.
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heladas y granizadas son frecuentes, aunque más devastadoras son las sequías que cada cierto tiempo ocurren.46 Debido a estas condiciones, muchas de sus actividades económicas se vieron afectadas, del mismo modo que los sistemas de asentamiento. Aquellas características medio ambientales estimularon, durante el Horizonte Medio, un proceso de articulación de la economía local con una economía política estatal durante unos 600 años de funcionamiento del Estado tiwanaku.
Los investigadores indican que, después del 400 d.C., Tiwanaku —aún una representación política local— atravesó por una transformación significativa, por la cual se convirtió en una entidad política de naturaleza expansiva debido, sobre todo, a su desarrollo económico e impulso religioso. Una centuria más tarde, el Estado tiwanaku habría transformado el territorio de su hinterland en zonas de producción agrícola, empleando para ello la mano de obra procedente de aldeas; de forma que la producción económica se desarrolló a gran escala y sustentó la base del poder político.
Janusek indica que el centro urbano más extenso fue Tiwanaku —la capital— que alcanzó a tener unos 6,5 km2 y una población socialmente diversa entre los 10 mil y 30 mil habitantes.47 Se presume también que, después del 400 d.C., el Estado tiwanaku construyó centros administrativos y de culto, con lo cual contribuyó, a su vez, a la expansión de tierras agrícolas y de pasturas. Sitios como Lukurmata, Pajchiri y Khonko Wankané replicaron elementos arquitectónico-urbanísticos relacionados con el sitio Tiwanaku y fueron centros de culto, puntos de poder y de administración política y económica. El suroeste del lago de Titicaca se pobló de asentamientos correspondientes a Tiwanaku IV y V, identificándose 39 sitios Tiwanaku en un área de 500 km2, según reporta Stanish, entre sitios grandes de arquitectura fina y pequeños grupos de edificaciones asociadas a camellones.
Kolata48 indica que la economía del distrito metropolitano Tiwanaku se caracterizaba por la agricultura intensiva, la ganadería de altura (llamas y alpacas) y por la explotación del lago Titicaca; de modo que la riqueza económica de Tiwanaku se encontraba en la agricultura y en el pastoreo, actividades que conformaron también la base del poder político y social.
46. Kolata 2003. 47. Janusek 2005. 48. Kolata 1993.
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Por un lado, la agricultura intensiva se debió al sistema de cultivo conocido como “campos elevados” o “camellones”, que es un modo de cultivo propio de zonas propensas a inundarse como las orillas de lagos o riberas de ríos. Este sistema configura una infraestructura tecnológica hidráulica compuesta de diques, acueductos, plataformas elevadas y canales. Los campos elevados circundaban el lago Titicaca y definieron el más extenso sistema de cultivo. Se estima en unas 19,000 hectáreas las chacras elevadas que se manejaron en el área circundante a Tiwanaku, cálculo hecho por Kolata a partir de la identificación de camellones fósiles en esta área.
Se señala que las plataformas de cultivo tenían entre 5 a 10 metros de ancho y centenas y, a veces, miles de metros de largo, estando separado cada camellón por un canal. Los camellones se fertilizan de manera natural, debido a la descomposición de plantas o agregando estiércol de camélidos; asimismo, cuando, al rehabilitar las chacras, se deposita sobre la superficie de los camellones los sedimentos ricos en nutrientes que están acumulados en los canales. La masa de agua existente mengua los efectos de las heladas.
Merece destacar que las investigaciones hechas en Koani, Lukurmata y en Pajchiri revelaron la canalización de ríos para el manejo eficiente del agua y que muchos acueductos muestran plataformas de contención hechos de piedra. Se cree que existieron zonas de producción a manera de “propiedades de grupos institucionales” o de la elite, como en Koani.
Por otro lado, la ganadería de altura era también otra actividad económica esencial, tanto para el desarrollo continuo de la vida cotidiana familiar, como por ser un rubro estratégico para el Estado tiwanaku. La llama era un recurso alimenticio de acceso generalizado, por lo que debe destacarse el consumo de grandes cantidades de carne de llama. Además, proveía lana y fertilizante, sirvió como medio de transporte y se empleó como animal de sacrificio en eventos rituales. Un volumen importante del flujo de bienes económicos dependía de las caravanas de llamas que integraban regiones distantes o próximas, transportando recursos de diverso uso y valía. Kolata propone que el manejo de hatos de camélidos por parte del Estado tiwanaku y de las elites pudo haber estado comprendido dentro de la categoría de “propiedades”.49
Otra de las expresiones del desarrollo de la economía política tiwanaku fue el impulso dado a la instalación de colonias en cuencas orientales y oc-
49. Kolata 1993.
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cidentales de los Andes. En un primer momento, se copó todo el escenario altiplánico y, después, se incorporaron las regiones llamadas yungas que estaban constituidas por tierras fértiles, como la región al este boliviano, la cuenca de Moquegua en la costa sur peruana y la región norte chilena. El dominio de dichas regiones fue más producto de estrategias políticoreligiosas que de estrategias militares, según algunos investigadores; de modo que administraron políticamente aquellos territorios, combinando formas de poder directo e indirecto.50
En ambos territorios habrían desarrollado sistemas agrícolas adecuados al ecosistema regional. Se presume que la producción agrícola en la zona húmeda del este boliviano se manejó por el sistema de tala y quemado, mientras que en los valles de la costa se cultivó por el sistema de riego.
Además, Kolata señala51 que la colonización de determinadas regiones de Cochabamba en el este boliviano, la cuenca de Azapa en el norte chileno y el valle de Moquegua en la costa sur peruana se debió a intereses económicos específicos. Esta política colonizadora permitió la interacción entre el área altiplánica y regiones de tradiciones distintas; pero, sobre todo, hizo posible el acceso a dos recursos preferidos y necesitados en el altiplano: el maíz y la coca, bienes posibles de cultivar en forma intensiva solamente en tierras yungas al este y al oeste del lago Titicaca. Ambos productos tenían mucho prestigio y se consumían en ceremonias realizadas por diferentes actores sociales y políticos. El maíz se empleó esencialmente para la elaboración de chicha o aqha, una bebida alcohólica utilizada en contextos políticos, sociales y religiosos. Así, el Estado tiwanaku tenía especial interés en manejar el cultivo de maíz y coca de manera restringida, para lo cual acudió a tecnologías apropiadas.
Investigaciones llevadas a cabo en la cuenca de Moquegua revelan que la ocupación tiwanaku privilegió la construcción de grandes centros de culto y de administración, a través de los cuales manejaron una agricultura tecnificada y de producción a gran escala. De esta manera, se construyeron chacras y canales de riego aprovechando el agua de los ríos y de los manantiales. Muchas de estas chacras están asociadas con pequeños grupos de viviendas y con aldeas grandes. Una de las colonias tiwanaku más representativas fue Omo, sitio que reprodujo los cánones de la arquitectura ceremonial de la
50. Kolata 1993: 243-244. 51. Kolata 1993.
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capital y que cumplía funciones religiosas y administrativas similares a las de Lukurmata, en el altiplano del Titicaca. En el sector ceremonial, se han encontrado evidencias tanto de ritos celebrados como de elaboración y consumo de chicha. Estos hallazgos mostrarían que en sitios como el de Omo se ofrecían banquetes auspiciados por entidades estatales.
La cerámica encontrada en Omo, así como la hallada en San Pedro de Atacama y en otros sitios en la región de Cochabamba, evidencia la importación de vasijas del altiplano del Titicaca. Estos hallazgos demuestran, asimismo, que el Estado tiwanaku produjo grandes cantidades de vasijas y de textiles finos, entre otros objetos suntuarios, con el objeto de exportarlos a sus colonias, satisfacer la demanda de sus elites estatales y locales e incrementar su prestigio.52
Durante la fase Tiwanaku V (750 a 1000 d.C.), se intensifica la ocupación tiwanaku en los valles costeros. Caravanas de llamas transportaban materias primas, productos locales y bienes manufacturados desde aquellas regiones al núcleo central de Tiwanaku. A su regreso llevaban, como emblemas de la sociedad tiwanaku, cerámica fina y textiles iconográficos, al parecer el rubro de exportación más importante. Bolsas, cinturones, túnicas y gorros se encontraron en tumbas de la elite local de la costa peruana y chilena. Dada la variedad y magnitud de las actividades realizadas en Moquegua, se señala que fue una provincia económica de Tiwanaku.
Por último, se indica que el flujo de gente y de bienes entre el altiplano y diferentes regiones articuladas económicamente era permanente y seguro. Este acceso fue posible gracias a las recuas de llamas manejadas por caravaneros. Se señala, por ejemplo, que grupos de caravaneros transportaban basalto procedente de Querenita, a 300 kilómetros de Tiwanaku, en el lago Poopó, un material muy importante para elaborar instrumentos y armas, como azadas, raspadores y cuchillos, martillos y yunques.53
Otro aspecto importante de la economía tiwanaku, que destaca Stovel,54 era el esfuerzo desplegado por los diferentes actores de la sociedad para lograr el abastecimiento de recursos no tradicionales. De entre ellos, sobresalen los alucinógenos que se habrían utilizado en contextos ceremoniales. En este sentido, “los objetos vinculados con la insuflación de polvos alucinógenos
52. Kolata 1993. 53. Kolata 1993: 272. 54. Stovel 2000.
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son tabletas, tubos, cucharillas, y bolsas”;55 y, también, cajitas de madera y espátulas de hueso, registrados arqueológicamente. Además, muchos de aquellos objetos aparecen también representados en ciertas esculturas líticas tiwanaku; de modo que dichas imágenes refuerzan la posibilidad del consumo de drogas.
Así, el uso de alucinógenos parece haber sido un rasgo común entre los waris y tiwanakus. En Conchopata, un asentamiento wari ubicado en su región central, a poca distancia de la ciudad Wari, en Ayacucho, se han encontrado evidencias iconográficas del alucinógeno más difundido durante el Horizonte Medio. “Por medio del análisis estilístico de plantas del arte wari”,56 se ha identificado la planta alucinógena conocida como Anadenanthera colubrina en unos fragmentos de jarras grandes. La misma autora sugiere otras representaciones en uno de los “ángeles” acompañantes presentes en la llamada Portada del Sol de Tiwanaku. Se habría consumido en polvo e inhalado en tabletas o agregado a ciertas bebidas; pero siempre en contextos rituales.
La actividad metalúrgica tiwanaku estuvo orientada, sobre todo, a la producción de objetos ornamentales de oro, plata y cobre. Se fabricaron también vasos-retrato, keros, hachas, campanillas, collares de malaquita, láminas de estaño y placas, tanto en el área nuclear del altiplano, como en la costa norte chilena.57 Emplearon también el bronce “auténtico”,58 producto de la aleación de cobre y estaño. Mientras que el cobre se empleó para fabricar grapas que sirvieron para “sujetar bloques de piedras” de ciertas edificaciones tiwanaku.59
Las formas de vida social, la producción económica y la celebración de ritos en el área metropolitana de Tiwanaku fueron también complejas y, de alguna manera, distintas a las de su hinterland. Las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en Tiwanaku han revelado una diferenciación social acentuada entre quienes vivían dentro del espacio nuclear de mayor prestigio circundado por una fosa artificial,60 que conformaban la elite; y los otros, que vivían en el espacio exterior a este núcleo y que
55. Stovel 2000: 381. 56. Knobloch 2000: 81. 57. Stovel 2000. 58. Bray 1991. 59. Rovira 1991. 60. Kolata 1993.
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eran grupos de menor estatus y con otras ocupaciones, algunos de ellos, artesanos especializados.
Los grupos residenciales de elevado estatus se concentraron alrededor de las estructuras monumentales y los complejos religiosos del núcleo central. En cada uno de estos espacios, habrían desarrollado formas de vida distintas y habrían tenido acceso de manera diferenciada a variados bienes económicos de subsistencia y suntuarios. Janusek61 destaca que las unidades residenciales Tiwanaku cumplían múltiples funciones y no solo las domésticas: más bien, las residencias eran unidades en las que se celebraban prácticas rituales periódicas y donde se desarrollaban actividades económicas especializadas, como el intercambio.
El análisis arqueo-botánico, realizado a partir de las evidencias encontradas en las viviendas, indica que consumían productos variados procedentes de distintos medio ambientes. La variedad y cantidad de alimentos consumidos evidencia también la diferenciación social entre sus habitantes. La proporción de tubérculos, quinua y maíz a la que se tenía acceso varía entre los distintos grupos sociales que ocupaban Tiwanaku. La quinua estaba más y mejor distribuida en el sitio que los tubérculos y el maíz. Aunque el maíz, conseguido por intercambio a larga distancia o a través del “sistema vertical de pisos ecológicos”, no estaba restringido a los grupos de elevado estatus. Se señala que se consumía también una variedad de gramíneas, al igual que carne de camélidos, vizcachas, pájaros y cuyes, en sectores residenciales de Akapana.
Las actividades ceremoniales en las que se utilizaban bienes económicos especiales se evidencian en las viviendas excavadas en diferentes secciones de Akapana, un sector monumental de Tiwanaku. Se demuestra así que en los complejos residenciales se realizaban, entre otras actividades, eventos rituales religiosos y ceremonias sociales, entre los cuales destacan los enterramientos de niños y adultos, de camélidos y de otros objetos. Se encontraron también sahumadores para quemar, quizá, resinas o grasa de animal. Se postula que el entierro de un feto de llama estaba dedicado a la vivienda y sus habitantes, mientras que el enterramiento de niños podría haberse dedicado a todo el grupo social que vivía en el complejo residencial.62
61. Janusek 2005. 62. Janusek 2005.
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Investigaciones realizadas en otro sector de Tiwanaku, llamado Putuni, muestran que las actividades llevadas a cabo eran distintas a las de Akapana. En este caso, los enterramientos humanos fueron más complejos; y las ofrendas, más lujosas, incluyendo vasijas, turquesas y adornos de láminas de oro.
También se realizaban actividades de producción artesanal especializada y de menor cuantía, pero de gran demanda y prestigio. Estos bienes se utilizaban en eventos, tales como festines y cultos en contextos sociales diferenciados. Se señala que las vasijas, los tejidos y otros objetos de valor fueron importantes medios para afirmar y negociar el estatus social e identidad durante la celebración de fiestas periódicas, lo que confirmaría la variabilidad de la actividad residencial en tiempos tiwanaku. Se indica también que los residentes urbanos deseaban tener vasijas de alto valor y textiles decorados para utilizarlos en contextos de mayor visibilidad social, como cuando participaban en fiestas con música, baile y consumo de bebidas.63
En Chiji Jawira, como en otros sitios metropolitanos, las residencias también variaron en cuanto a las actividades desarrolladas. En este asentamiento vivía gente dedicada a tareas domésticas y a actividades artesanales, como es el caso de grupos alfareros que alternaban sus trabajos con la celebración de ceremonias sociales. Así lo sugieren los sahumadores y figurinas humanas y de animales encontrados, objetos que se habrían utilizado en ceremonias familiares, como el rito de propiciación. Por otro lado, se señala que en un barrio de Lukurmata vivían los fabricantes de instrumentos musicales.
Pues bien, esta sociedad religiosa, políticamente compleja y con una sólida economía colapsó entre los siglos XI y XII. A partir de información climatológica procedente de los registros hechos por glaciólogos en el nevado Quelcaya, ubicado entre el lago Titicaca y Cuzco, y por palinólogos en el lago Titicaca, Kolata64 señala que después del 1100 d.C. se produjo un cambio climático, fenómeno por el cual decrecieron las lluvias y se produjo una gran sequía que tuvo efectos catastróficos. Este fenómeno natural coadyuvó a que colapsara el Estado y la sociedad tiwanaku, ya que fueron desapareciendo paulatinamente los campos elevados y las cochas en la zona altiplánica. En las colonias, como las de Moquegua, el abandono de la agricultura fue aun
63. Janusek 2005: 156, 157, 164. 64. Kolata 1993.
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más rápido, ya que dependía directamente de las lluvias, de los ríos y de los manantiales que proveían el agua para el riego.
Los efectos del cambio climático fueron dramáticos en la población tiwanaku. Se produjo una dispersión generalizada de su población y se modificó el patrón de asentamiento, en busca de espacios de vida algo más apropiados. Con el colapso de la agricultura, se incrementó el pastoreo, actividad que permitió reemplazar la fuente tradicional de alimentación.65 Proliferaron los asentamientos en las partes más elevadas de las cuencas para lograr un mejor aprovechamiento de la humedad existente. Solo unos 300 años después se recuperó la humedad en esta región sureña y se configuraron los llamados Reinos Altiplánicos que, en un número de doce entidades, dominaron la cuenca del Titicaca, ya durante el Período Intermedio Tardío.
III. El Período Intermedio Tardío (circa 900 d.C. – 1476 d.C.)
Los inicios de este período corresponden a la etapa de anomia generalizada, a la que ingresaron las sociedades andinas como consecuencia del colapso de finales del Horizonte Medio, y de la cual se recuperaron solo algunas centurias después debido al mejoramiento del clima que hizo posible el surgimiento de nuevas culturas. De esta manera, resurgen, por segunda vez, un conjunto de entidades políticas de menor complejidad, organizadas en curacazgos o en pequeños Estados de alcance regional. El final de este período está marcado por la emergencia del Estado inca en las primeras décadas del siglo XV.
Para el caso de las sociedades alto andinas, se cuenta con datos más precisos sobre ciertos sucesos acaecidos en los inicios del Período Intermedio Tardío. Alrededor del 900 d.C., se produjo una sequía —tal vez ligera— seguida de otra más drástica hacia el 1100 d.C., las cuales mermaron las fuentes de agua de las zonas kishua y obligaron a que la mayoría de las sociedades se desplazara de sus ecosistemas templados originales a regiones frías, ubicadas entre los 3,500 msnm y los 4,000 msnm. Solo cuando se produjo una recuperación de la humedad de los suelos, debido al incremento de lluvias hacia el 1300 d.C., varias de las sociedades regionales enclaustradas en pequeñas cuencas recuperaron sus formas de vida estables, de desarrollo económico
65. Stanish 1992.
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sustentable y transitaron a formas de organización más complejas. Sin embargo, en el complejo marco de la heterogeneidad cultural, se puede afirmar que las manifestaciones culturales del Período Intermedio Tardío, en el escenario serrano y costero, fueron representaciones dicotómicas.66 Por un lado, entidades políticas complejas costeras; y por otro, entidades serranas menos complejas, quizá, con excepción de las formaciones políticas de la cuenca del Collao.
Un rasgo que identifica al Período Intermedio Tardío es el cambio radical sucedido en el patrón de asentamiento y en el uso del espacio. Desaparecidos la ciudad andina y los centros provinciales del Horizonte Medio, surgió una nueva estructuración de la sociedad en los Andes centrales, por la cual la población común asentada en la sierra se organizó en pequeñas aldeas, levantadas sin planificación alguna o empleo de tecnologías especiales. En contraposición, la sociedad en la costa se rigió, al parecer, por otros parámetros, opuestos al patrón propuesto para las regiones alto-andinas. En la costa norte y central, además de la organización de la población rural en aldeas, se construyeron conglomerados urbano-religiosos, de estilos arquitectónicos variados y finos, donde radicaban las elites y los trabajadores muy especializados.
El espacio geográfico, como escenario de recursos, fue manejado de manera intensiva por las sociedades del Período Intermedio Tardío. Todas las zonas de vida de la costa y de la sierra se aprovecharon para la pesca, el sembrío o la recolección de variados recursos. Gracias al acceso al mar, al agua para el riego y al manejo de tierras de cultivo, se aseguró la producción de bienes de subsistencia. Sin embargo, las maneras de acceder a los diversos productos de alimentación o de uso en contextos rituales variaban, aunque también podían ser complementarias. Se accedió a dichos bienes a través del trueque y del sistema de intercambio regional transversal y horizontal. De esta manera, se formó un eje de intercambio económico transversal a los Andes, que integró regiones serranas, costeras y yunga orientales, y otro paralelo a la costa marítima.
No obstante, el sistema de intercambio predominante en la costa correspondía a un modelo más complejo que algunos llaman “sistema de mercado”, por el cual se tenía acceso a diferentes recursos por medio de grupos especializados que comerciaban en territorios cada vez más distantes. Al parecer este sistema se estaba ampliando a más regiones
66. Conrad y Demarest 1984.
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del área central y septentrional andina a finales del Período Intermedio Tardío —como a las del Ecuador y, quizá, de Colombia y de Bolivia— en caravanas por tierra o como mercantes que manejaban pequeñas embarcaciones marítimas. Estos grupos de mercantes estaban protegidos por sus respectivas entidades políticas.
Por otra parte, las sociedades serranas, preferentemente sureñas, organizaron el acceso a diversos recursos a través del control vertical de pisos ecológicos, sistema que les permitía manejar enclaves económicos a manera de colonias en ambientes ecológicos escalonados al Oriente y Occidente cordilleranos. Ejemplos de este exitoso modelo son los llamados Reinos Altiplánicos, como los lupaqas de la cuenca del Titicaca y los chupachos de la cuenca media del río Huallaga, a una escala intermedia de unas 3 mil unidades familiares. Los diferentes ecosistemas eran compartidos con grupos pertenecientes a otras entidades políticas, de manera que el usufructo de un medio ambiente no era monopolio de un solo grupo étnico.
Este modelo se manifiesta, asimismo, aunque a una escala menor, en entidades políticas poco complejas que manejaban solo una pequeña cuenca serrana. En este caso, la gradiente facilitó el acceso a ambientes cálidos, templados y de frío, en un espacio más pequeño. Obviamente, solo en pocos casos y, por ahora, escasamente documentados, en estas pequeñas cuencas se podía tener acceso a coca, ají y algodón.
En la esfera de la tecnología no hubo ninguna innovación durante el Período Intermedio Tardío. Se cree, sin embargo, que solo las sociedades costeras del norte y centro-sur monopolizaron ciertos conocimientos e intensificaron el dominio de ciertas tecnologías, quizá, como parte de la continuidad de tradiciones tecnológicas regionales que se impulsó durante el predominio Wari y Tiwanaku del Horizonte Medio. Estos logros se perciben más en objetos producidos y usados en núcleos como Chanchán o en asentamientos Lambayeque. Sucede lo mismo con el “Señorío de Chincha” que destacó por el manejo de una tecnología de navegación que facilitó el cabotaje marino y por el predominio de una actividad económica de intercambio de bienes a larga distancia. Esta actividad incorporó en un circuito económico diversas sociedades complejas, como las de la costa norte y de la cuenca del Titicaca.
El sistema agrícola más desarrollado se encontraba en la costa, basado en una compleja tecnología hidráulica, quizá, la más relevante de todos los tiempos precolombinos, ya que —según algunos investigadores— se construyó un sistema de canales de riego intervalles. También se construyeron