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y decorado hasta obtener la pieza requerida. Se señala asimismo que los metalurgistas estaban organizados en pequeños grupos de especialistas que trabajaban con ayudantes o aprendices, quienes —entre otras tareas— se dedicaban a mantener el fuego vivo de los braceros utilizando tuberas y abasteciéndolos de carbón. Probablemente, estaban presentes algunas personas encargadas de preparar la comida y bebida para la gente que trabajaba en el taller; de manera que la comida y la chicha fueron importantes en las relaciones productivas entre el artesano y la elite promotora. También se cree que un grupo de gente de distinto estatus monitoreó este tipo de talleres.

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Asimismo, se encontró un taller de procesamiento de conchas Spondylus para obtener objetos ornamentales, y este tipo de talleres —sostiene Shimada— se encuentra dentro de complejos habitacionales de elite.

2. La costa sur

La cultura Nazca

Los nazca manejaron un territorio que comprendía los valles de Chincha, Ica, Palpa, Nazca y Yauca, en la costa sur del Perú. El núcleo central era el valle de Nazca donde se construyó Cahuachi, considerada la capital, sitio compuesto de montículos ceremoniales, plazas, terrazas y complejos habitacionales. Este valle es uno de los territorios costeros más difíciles, según indican los estudiosos, por ser un escenario desértico, de humedad limitada, de irradiación solar más fuerte, de vientos llamados “paraca” y de arenación más intensa. La capacidad de adaptación a este medio ambiente y el trabajo de los pobladores hicieron posible el desarrollo de un sistema agrícola singular que permitió la producción de recursos de subsistencia. Además de la inmensa tarea desarrollada en la construcción de un sistema agrícola especial, debe destacarse —afirman algunos arqueólogos— el volumen de trabajo invertido en la construcción de más de 100 km2 de líneas y diversas figuras en diferentes escenarios desérticos de las cuencas de la región, imágenes que revelan el poder estatal nazca. Se trata de una obra pública monumental y compleja, llamada genéricamente “geoglifos”, comparable, por el esfuerzo desplegado en su construcción, con los centros religiosos piramidales de la costa norte del mismo periodo, según Bonavia y algunos otros estudiosos.

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De acuerdo a Silverman,21 la economía de los nazca se ha reconstruido sobre la base de la prospección y excavación arqueológicas, así como de la información que proporciona la representación iconográfica. Los nazca desarrollaron un sistema agrícola a partir de una infraestructura de riego adecuado, que se conoce como “sistema de galerías filtrantes”, por el cual se aprovecharon las aguas subterráneas. “Construyeron reservorios que estaban alimentados por canales de cielo abierto y galerías subterráneas”.22 Tanto la construcción como el mantenimiento debieron ser actividades permanentes. Y, como sugiere Silverman,23 aquellas características particulares definieron “cultivos de unidades socio-territoriales”, trabajados por grupos de agricultores que empleaban palos cavadores como herramientas.

La dieta de los nazca consistía en el consumo de una variedad de plantas, tales como el maíz, maní, frijol, calabazas, pallares; raíces, como la achira, camote, yuca, jícama, yacón y papas. Entre los frutos están el ají, pacae, lúcuma y palta, guava, pepino y vainas de guarango. Se presume que el cultivo de maíz para la alimentación era una actividad importante, y que se produjo en volúmenes considerables, pero no menos importante era el cultivo para consumir en contextos rituales, ya que —como propone Silverman—24 en los centros ceremoniales se observa también un mayor consumo de maíz transformado en bebida fermentada llamada aqha o chicha.

Además del consumo de bienes agrícolas, los nazca se alimentaban también —y de manera generalizada— de carne de camélidos y de cuy, de peces y moluscos de mar, y de camarón de río. La crianza de animales abasteció también la demanda ritual, ya que las llamas eran sacrificadas y consumidas en festines. Las lomas pudieron haber sido los pastizales aprovechados para el manejo del ganado, según Silverman.25 De la misma manera se cree que el cuy fue empleado también para sacrificarlos en eventos rituales.

Una segunda línea de producción agrícola corresponde al cultivo de algodón en los extensos campos ubicados en los valles de la costa sur, cuyas fibras se habrían empleado en la confección de la mayoría de textiles. La manufactura textil era otro rubro económico importante, que permitió el

21. Silverman 2002a. 22. Bonavia 1991: 287. 23. Silverman 2002b. 24. Silverman 2002. 25. Silverman 2002.

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acceso generalizado a la vestimenta y satisfizo la demanda de tejidos de la elite, de la religión y del Estado, para usarlos en eventos ceremoniales de todo orden. Se empleaba fibra de algodón, lana de alpaca y de llama. Los tejidos policromos se lograban tiñéndolos o pintándolos; para ello se utilizaban pigmentos de animales, plantas y minerales. Se fabricaban también gasas, encajes, tejidos llanos pintados, tejidos de aguja en tres dimensiones, telas dobles, etc. Se han encontrado telas de grandes dimensiones hechas especialmente para las prácticas mortuorias. Sirvieron también para los sacrificios, para identificar el estatus individual y para el intercambio en el marco de las relaciones político-sociales.

Un tercer rubro de cultivo —indica Silverman—26 corresponde a la plantación de mates o calabazos, de coca y de ciertas plantas alucinógenas. Los mates eran empleados como soportes para plasmar representaciones iconográficas. La coca se habría sembrado en la zona ecológica conocida como chaupiyunga, entre los 500 y 1,000 msnm. En cuanto a los alucinógenos, se sabe del cactus identificado como “San Pedro”, de gran significación ritual.

Otro rubro de producción sobresaliente corresponde a la cerámica porque —según Carmichael— las condiciones ambientales eran muy favorables, ya que “la región posee arcilla apropiada, fuentes de mineral, agua y combustible, y se caracteriza por tener un clima seco acompañado de largos periodos de clima cálido y soleado”. También porque el gran volumen de cerámica producida estuvo influenciada “[...] por necesidades utilitarias y socio-religiosas. A inicios del Período Intermedio Temprano los textiles bordados eran el medio primario para la transmisión de iconografía religiosa, pero la cerámica pronto asumió este papel, reasignado la importancia de la producción alfarera”.27

Los nazca producían vasijas finas, en las que representaban una variedad de imágenes iconográficas. Aparentemente, la alfarería era una actividad desarrollada en unidades domésticas de diferentes grupos sociales y que no necesariamente habrían sido especialistas a tiempo completo quienes fabricaron la variedad y cantidad de vasijas. La producción de cerámica abastecía diversos requerimientos; pero se utilizaba, especialmente, en ceremonias y en ritos políticos y religiosos, así como en niveles sociales diferenciados. Por ejemplo, en Cahuachi se ha encontrado en abundancia:

26. Silverman 2002. 27. Carmichael 1994: 234, 240.

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cuencos, botellas, vasos y platos decorados que indican consumo de comidas y bebidas. Asimismo, se producían vasijas para colocarlas en las tumbas. También se fabricaban tambores, silbadores, trompetas y antaras, mediante tecnologías especiales y con mayor cuidado en su producción. Estos instrumentos habrían servido para que los músicos tocaran en fiestas familiares y en ceremonias públicas.

Del mismo modo, se tiene evidencias de la producción metalúrgica, gracias a que las investigaciones arqueológicas han registrado objetos ornamentales de oro y de cobre, aunque la metalurgia “alcanzó poco desarrollo”.28

Sea por intervención directa o a través del intercambio, los nazca tuvieron acceso a otro conjunto de objetos considerados como exóticos, tales como la obsidiana —de acceso fácil por la cercanía de las fuentes— y el spondylus, los cuales se abastecían por medio del intercambio a larga distancia, debido a que su hábitat natural se encuentra en el mar del área septentrional andina. También se señala la existencia de artesanos que producían mates pirograbados y tallaban madera y huesos; mientras que otros artesanos desarrollaban el arte plumario. Todos estos objetos transmitían imágenes religiosas.

II. El Horizonte Medio (circa 550 d.C. – 900 d.C.)

Las dos entidades representativas del Horizonte Medio fueron Wari y Tiwanaku. Con ellas surgen la ciudad y el estado prístinos en los Andes. Igualmente, ambas entidades desarrollaron sistemas económicos complejos, tanto en áreas rurales como en centros urbanos. En su estructura política, Wari fue “un Estado militarista disuasivo, persuasivo y conquistador por excelencia, y teocrático posteriori; mientras que el Estado Tiwanaku fue de naturaleza teocrática”.29 El fenómeno urbano en ambos escenarios se caracterizó por la construcción de grandes conglomerados arquitectónicos y por una composición poblacional estratificada, que participaba de manera distinta en la producción y en los servicios.

28. Bonavia 1991: 297. 29. Santillana 2000.

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