Economía prehispánica en el área andina | 245
y decorado hasta obtener la pieza requerida. Se señala asimismo que los metalurgistas estaban organizados en pequeños grupos de especialistas que trabajaban con ayudantes o aprendices, quienes —entre otras tareas— se dedicaban a mantener el fuego vivo de los braceros utilizando tuberas y abasteciéndolos de carbón. Probablemente, estaban presentes algunas personas encargadas de preparar la comida y bebida para la gente que trabajaba en el taller; de manera que la comida y la chicha fueron importantes en las relaciones productivas entre el artesano y la elite promotora. También se cree que un grupo de gente de distinto estatus monitoreó este tipo de talleres. Asimismo, se encontró un taller de procesamiento de conchas Spondylus para obtener objetos ornamentales, y este tipo de talleres —sostiene Shimada— se encuentra dentro de complejos habitacionales de elite. 2. La costa sur La cultura Nazca
Los nazca manejaron un territorio que comprendía los valles de Chincha, Ica, Palpa, Nazca y Yauca, en la costa sur del Perú. El núcleo central era el valle de Nazca donde se construyó Cahuachi, considerada la capital, sitio compuesto de montículos ceremoniales, plazas, terrazas y complejos habitacionales. Este valle es uno de los territorios costeros más difíciles, según indican los estudiosos, por ser un escenario desértico, de humedad limitada, de irradiación solar más fuerte, de vientos llamados “paraca” y de arenación más intensa. La capacidad de adaptación a este medio ambiente y el trabajo de los pobladores hicieron posible el desarrollo de un sistema agrícola singular que permitió la producción de recursos de subsistencia. Además de la inmensa tarea desarrollada en la construcción de un sistema agrícola especial, debe destacarse —afirman algunos arqueólogos— el volumen de trabajo invertido en la construcción de más de 100 km2 de líneas y diversas figuras en diferentes escenarios desérticos de las cuencas de la región, imágenes que revelan el poder estatal nazca. Se trata de una obra pública monumental y compleja, llamada genéricamente “geoglifos”, comparable, por el esfuerzo desplegado en su construcción, con los centros religiosos piramidales de la costa norte del mismo periodo, según Bonavia y algunos otros estudiosos.