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LA JOVEN REPÚBLICA DE LA INDEPENDENCIA A LA GUERRA CON CHILE
tes proporciones para emigrar, de que carecían infinitos que vimos en esos arenales, hambrientos y casi desnudos, huyendo de la servidumbre. Comparada la conducta de esos aristócratas, con la de cien y cien notables por su virtud, por sus talentos, por su decisión a nuestra causa, con justicia llamados a los primeros empleos de la República.
Contra los mayorazgos
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No deben haber títulos, no deben haber mayorazgos, primogenituras, fideicomisos, patronatos de legos, y demás fundaciones que tuvieron por objeto principal establecer la desigualdad de los hombres. El discurso que dejó escrito Mirabeau sobre esta materia, y que fue leído con aplauso después de su muerte, me haría sólo remitirme a él, si estos libros se hallasen al alcance de todos los peruanos a quienes trato de instruir. Yo usaré de muchos de sus pensamientos y añadiré algunos míos.
La moral, la religión, la política abogan por la causa que defiendo. ¿Pero puede haber alguna ley, que no tenga estrecha relación con la moral, la religión, y la política? Estos son los elementos que componen el gran todo de la felicidad humana. En los códigos antiguos, defectuosos muchas veces, se fijaron en distancia, en los modernos se compenetran de tal manera que constituyen un solo ser. La política exige en las monarquías las primogenituras. Este fue el error de Mirabeau, querer que se mantuviese Luis Capeto en el trono; y querer al mismo tiempo destruir los mayorazgos. Corte y nobleza debe haber, donde hay un Monarca. El que ama y protege esas rentas perpetuas, cabala por el mando, para sí o para otro. El que quiere distinciones no quiere república: el que pretende que los derechos del hombre al nacer no sean iguales, ni continúen siéndolo, es un tirano, sin ministro de la tiranía: es un enemigo de Dios, de sus semejantes, de la paz de las familias, y de la tranquilidad pública.
Qué desenlace tan hermoso podían tener estas ideas, si no estuviese firmemente convencido, que los discursos de enseñanza general que deben circular, no han de ser difusos, porque no serán leídos. Yo haría ver, que todos los casuistas, los teólogos, los jurisconsultos que defendieron la permanencia de los vínculos, pecaron contra la ley santa de la naturaleza. Los hijos todos tienen igual derecho a los bienes de su padre, o ninguno de ellos lo tiene. Es por esto que Solón no consintió que testasen los que dejaban sucesión legítima. Preferencia al uno, y no preferencia por el mérito y la virtud, sino por nacimiento anterior, es una barbarie, una injusticia.
Conclusión
Ya por lo presente me parece que todos quedan convencidos, que jamás debemos pensar en constituir un reino; que si no queremos rey, no debemos sostener la nobleza hereditaria, los títulos, los mayorazgos, los privilegios, las distinciones, que se llamaron de familia. Demócratas nacionales, nuestras bases, son la religión y la moral, el verdadero honor, el amor permanente a la patria.
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CARETAS 2002
“Sermón de 1846, segunda parte”.En Escritos y Discursos. Lima: E. Rosay, 1929. T. I, Extractos seleccionados, págs. 79-85.
Siervo mío eres tú Israel: no te olvides de mí
Bartolomé Herrera
(Lima 1808-1864)
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Sacerdote y político limeño. Su idea de democracia estaba restringida al voto de “los más capaces”. Fue rector del Colegio de San Carlos, famoso por ser el centro de adoctrinamiento conservador.
uando al entrar el Perú en la libre administración del pingüe patrimonio que le concedió el Señor, debió postrarse ante él, en testimonio de su gratitud y dependencia, tuvo la desgracia de ser presa de las preocupaciones ruinosas, de los errores impíos y antisociales que difundió la revolución francesa, á quien como á la bestia del
Apocalipsis “dio el Dragón su poder y su fuerza, y se desató en blasfemias contra Dios y tuvo poder sobre toda tribu y pueblo y lengua” (Apoc. c. 13. v., 2, 6).
Este discurso mismo habría sido entonces un discurso laborioso; porque se habría dicho que la religión no respetaba al estado. Como si los hombres que se reúnen en número bastante para llamarse estado, adquirieran el triste privilegio de no oír la verdad nunca: como si la religión santa de Jesús pudiera hacer la apoteosis del crimen cuando no proviene de la perversidad de uno, sino de la enorme perversidad de muchos: como si en fin el Señor no fuera Dios también de los estados.
Gracias á él, esos errores van pasando; y ¡oh Providencia adorable! del seno de Alemania, donde brotaron el siglo XVI, los delirios que engendraron en Francia el monstruo asesino de su rey, Francia misma ha sacado y derrama por todo el mundo una filosofía, que, si bien no tiene todo el vigor irresistible que solo se halla en la religión revelada, persigue y hiere en todas partes al enemigo que salió de su seno. La filosofía, lo sabéis señores, vuelve de prisa hacia el catolicismo y va abrazando de una en una sus verdades. ¿Qué impresión os harían á vosotros, que sois lo mas ilustrado del Perú; y que venís á manifestar al Señor en su templo, que conserváis la fe y la lealtad religiosa de vuestros padres, los extraños caprichos que un excelente corazón estragado por la melancolía de la soberbia, proclamó el siglo pasado, y de que la razón universal se avergüenza ahora? ¿Quién de vosotros podría soportar al ciego, que pretendiera destruir los principios de la ciencia eterna é inmutable, sin poseer siquiera la esencial del día en que vive?
Pero ¡cuánto ha sufrido la nación y cuánto le resta tal vez que sufrir, mientras se cura enteramente de la enfermedad, con que se vio contagiada en la lozanía de su juventud! Separada de la monarquía de que era parte; sin sujeción á ninguna autoridad extraña, se