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Los últimos años de la Real Casa de Moneda (1793-1821
PLATA Y GUERRA EN EL PERÚ. LA CASA DE MONEDA EN LIMA, 1808-1830 | 235
En el primer semestre de 1821, la guerra llamaba a las puertas de la ciudad de Lima y el recién constituido gobierno del virrey La Serna (18211824) se obstinaba en mantener el pulso del conflicto mediante una intensa reorganización militar y administrativa. La Casa de Moneda, dirigida por el superintendente Pablo Terón y Prieto (mayo de 1819-julio de 1821), acompañado por el tesorero Juan de Aliaga y Santa Cruz (1817-1821), los ensayadores José Martínez Rosas y Pablo Melgarejo (1803-1823) y el fiel de moneda José Arizmendi (1816-1821), aún logró mantener un precario latido acuñador en el primer semestre de 1821 (véase cuadro 1).
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Cuadro 1 ACUÑACIÓN SEMESTRAL DE LA CECA DE LIMA, 1820-1821 (EN PESOS)
Primer semestre de 1820 Segundo semestre de 1820
Primer semestre de 1821 Oro 252.853 249.278 266.345 Plata 2.008.841 1.992.766 468.940
Fuente: “Estado de los marcos de oro y plata acuñados en esta Real Casa de Moneda de Lima en los seis meses, desde 1º de enero, hasta fin de junio de 1820”. BNP, Manuscritos, D616.
Tras la retirada de Lima del virrey La Serna el 5 de julio de 1821 y la proclamación de la independencia el 28 del mismo mes, se abría para el Perú un tiempo nuevo. Sin embargo, la guerra se extendería aún tres largos años más, con el consiguiente distanciamiento y ruptura de las vías de comunicación entre los centros mineros y la fábrica de acuñación, condenando a la Casa de Moneda a una grave crisis que la acabaría postergando a la irrelevancia institucional.
La difícil ecuación del protectorado: guerra, plata y moneda
Con la Expedición Libertadora, dirigida por el general José de San Martín, y su desembarco en la bahía de Pisco en septiembre de 1820, Perú inició su camino hacia la independencia en medio de la tensión por parte de los bandos enfrentados por mantener vivas las líneas de financiación. El 3 de agosto de 1821, San Martín se erigió en Protector del Perú y conformó su gobierno con Juan García del Río, ministro de Estado y Relaciones Exteriores; Bernardo José Monteagudo, ministro de Guerra y Marina; e Hipólito Unanue, ministro de Hacienda. San Martín, que no contó con el apoyo explícito de una parte importante de
cumplimiento, imprímase en la gaceta. Dado en el palacio del supremo gobierno, en Lima, a 18 de febrero de 1822. Firmado: Torre Tagle. Por orden de S. E. Hipólito Unanue”.
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los grupos más influyentes,28 inició su régimen sometido a la doble tensión de gobernar un país en el que el poder político estaba francamente segmentado y en el que la herencia económica y social recibida no era muy sólida. Recién proclamada la independencia, el 28 de julio de 1821, el Gobierno se planteó la imperiosa necesidad de levantar una estructura estatal de nuevo cuño que pudiera hacer frente al desafío militar que suponían los ejércitos realistas acantonados en las regiones del centro y del sur, y articular políticamente el país.
El Protectorado, ante la necesidad de mantener el nervio —Nervus belli, pecunia— durante la larga campaña militar, esperó hacer uso de la Casa de Moneda de Lima29 y de la materia prima, la plata, con la esperanza de alcanzar sus objetivos. Sin embargo, pronto chocó con una compleja controversia monetaria: máquinas sin plata.30 Es decir, Lima disponía del instrumento con el que crear dinero al tener a su disposición la ceca, aunque inmediatamente tropezó con el obstáculo de la falta de metales en pasta, ya que los principales yacimientos y rutas de abastecimiento permanecieron bajo control realista a lo largo de la mayor parte de la contienda.
Por una parte, con relación al posicionamiento de las principales explotaciones argentíferas y auríferas, sigue siendo de gran utilidad el trabajo clásico de Fisher.31 El autor estudió la tipología, características y ubicación de la industria minera en el Perú del periodo colonial tardío. Y los datos revelaron un alto grado de concentración en la distribución regional de la producción, con un peso porcentual elevado, para la plata, a favor de las intendencias de Tarma, Trujillo, Lima y Huancavelica —Cerro de Pasco y Hualgayoc—, y muy elevado para el oro a favor de la intendencia de Huamanga (véase cuadro 2).
28. Leguía y Martínez, tomo IV, 1972: 425; y La Abeja Republicana, tomo III, número 4, 17 de mayo de 1823. 29. Burzio 1958, Lazo 2008, Moreyra 1995, Dargent 2006. 30. De Haro 2011. 31. Razón de la matrícula general de los mineros, minas de plata en labor, minas de plata paradas, minas de oro en labor, minas de oro paradas, minas de azogue en labor, haziendas de beneficiar plata y piruros de beneficiar oro en el reyno del Peru formado por las particulares recibidas por las diputaciones territoriales, 30 de abril de 1790. Fisher 1975: IV-XV y Estado general de minería 1799. Fisher 1975: 34.
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CUADRO 2 MATRÍCULA GENERAL DE MINAS EN LABOR, PERÚ, 1790
Intendencia y partidos Minas de plata Minas de oro Minas de azogue
Lima 117 1
Arequipa
Tarma 55 1
227
Trujillo
Huamanga
Huancavelica 134 2
38 60
80 1
2
Total/total del virreinato 651/670 63/63 4/4
Fuente: Elaboración propia tomando como base Fisher 1975: 22.
Y por otra, en cuanto a la delimitación de las zonas de influencia de los bandos patriota y realista, respectivamente, las memorias político-militares se han mostrado como fuentes primarias idóneas de consulta y estudio.32 Según se desprende de dichos documentos, la situación militar a enero de 1821 situaba al ejército de San Martín en Huaura, con reservas en Supe y avanzadas en Retes y Chancay. Asimismo, Arenales, con 1200 hombres, emprendió una amplia campaña por el interior, a través del valle de Jauja, que permitió, aunque solo temporalmente tras la derrota de O’Relly, el 6 de diciembre de 1820, el control patriota de Cerro de Pasco.33 Sin embargo, tras los sucesos de Aznapuquio, en el que altos oficiales realistas depusieron al virrey Pezuela y entregaron el mando al oficial de mayor rango, José de La Serna, hubo un replanteamiento de la guerra por parte del bando realista que estableció como nuevo centro de gravedad la ciudad del Cuzco, a la espera de las ansiadas expediciones peninsulares. La derrota de Ica en abril de 1822, el fracaso de la Campaña de Intermedios en octubre del mismo año, el revés de Torata y Moquegua en enero de 1823 y el
32. Torata 1895, Miller 1910 [1829] y García Camba 1846. El uso de dichas obras se limita al estudio territorial de las campañas militares, dejando de lado los polémicos aspectos de índole histórico-política. 33. Cerro de Pasco queda bajo control realista tras la incursión de Valdés y Carratala desde
Jauja en abril de 1822. Arenales fracasará más tarde en la recuperación plena de la región en mayo y finalmente Canterac entrará en la ciudad el 7 de diciembre de 1822. García Camba 1846, tomo I: 386-387, 395-396, 398-409, 441; Torata 1895: 31.