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Del papel al silencio de la Casa de Moneda (1822-1824

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en sus 450 años

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PLATA Y GUERRA EN EL PERÚ. LA CASA DE MONEDA EN LIMA, 1808-1830 | 253

contradicción.96 Pero todo fue inútil. Mientras en el plano político el Estado se hundía en una espiral de división política y debilidad militar, la Casa de Moneda de Lima experimentaba su propio drama. Ante la inminencia del derrumbe y aprovechando el desconcierto generalizado, el director de la ceca, José Boqui, bajo cuya responsabilidad se habían trasladado por motivos de seguridad los fondos del establecimiento a los castillos del Callao, huía del país con los caudales, embarcando en un viaje sin retorno a Europa.

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El ejército realista ocupó Lima en junio de 1823, permaneciendo las tropas españolas en la ciudad hasta el 16 de julio. Según datos comunicados por el general Canterac al virrey, en la breve ocupación se acuñaron monedas de plata con el busto de Fernando VII por valor de 200.000 pesos en valores de un cuartillo, uno, dos y 8 reales.97 Una notable acuñación que se explicaría a base del resello de monedas de Perú Libre, pastas decomisadas y metal aflorado. Sin embargo, esta vendría a representar el último episodio reseñable de la ceca hasta el final de la guerra, un postrero canto de cisne que anunciaba de facto su desaparición.

La evacuación del ejército español supuso el desmantelamiento de la ceca. En la salida del general Canterac, el virrey La Serna ordenó trasladar los equipos y la maquinaria de la Casa de Moneda de Lima hasta el Cuzco con el doble objetivo de, por una parte, privar a los patriotas de esta valiosa institución y, por otra, poder disponer de ella a favor de su gobierno, poniendo en valor el control militar que sobre los yacimientos del Bajo Perú seguían manteniendo sus fuerzas.98 Desde Lurín, el 17 de julio, Canterac comunicó al virrey, a través de un detallado informe, el conjunto de herramientas y maquinaria que acompañaban al Ejército. El teniente coronel Manuel Vigil fue el encargado de llevar a cabo la operación de transporte desde Huancayo hasta Cuzco, mientras Hacienda procedía con los preparativos necesarios para su completa instalación en la nueva capital del virreinato. La orden de traslado y plantificación se resolvió en sus últimos detalles en diciembre de 1823. Descartada la antigua callana de las cajas reales,99 se optó finalmente, para la ubicación de la futura Casa de Moneda

96. Sin embargo, el punto final fue posible con la ley del 30 de septiembre de 1823, que estipuló la amortización de la moneda de cobre en un plazo de setenta días. Conformando el empréstito inglés parte del presupuesto nacional, se procedió a la prohibición y apertura del proceso de extinción de la moneda de cobre. Once meses después de su habilitación, el pretendido sustituto del papel moneda se agotaba en sí mismo al igual que el gobierno que pretendía sostener. 97. CDIP 1973: 37. 98. Horacio Villanueva realiza un sintético relato del traslado de la Casa de Moneda y su instalación en el Cuzco. “La Casa de Moneda”. CDIP 1973: 36-41. 99. “Expediente sobre el establecimiento de oficinas de fundición”. BNP, Manuscritos, D9357.

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del Cuzco, por el Convento y Hospital de San Juan de Dios. En los preparativos iniciales actuó el asesor general del virreinato, José María de Lara, que acreditaba una dilatada experiencia como ensayador propietario de las cajas de Potosí. A su vez, La Serna hizo llamar al Cuzco, con fecha 28 de noviembre de 1823, a Manuel Solares, tesorero de la Casa de Moneda de Potosí, con el objetivo de dirigir en detalle los trabajos de instalación de la ceca cuzqueña. Los gastos de la obra entre el 26 de enero y el 26 de junio de 1824 ascendieron a 15.800 pesos debido, entre otros menesteres, a las dificultades que entrañó adaptar un establecimiento al complejo sistema de producción de una Casa de Moneda y a las inversiones en infraestructuras que hubo que efectuar con el fin de proveer al centro del caudal hídrico necesario para el correcto funcionamiento de la maquinaria.

A la descapitalización en cuanto a bienes de equipo que sufrió la ceca limeña hubo que sumarle la irreparable pérdida de capital humano. Una larga lista de empleados de la Casa de Moneda se unió al ejército realista en su traslado al Cuzco. Según relación del superintendente Cayetano Vidaurre, la nómina abarcó al: superintendente, Pablo Terón; ensayador 2º, Pablo Melgarejo; id sin dotación, José Rosas; fiel de moneda, Martín Casuso; oficial 3º de contaduría, Tomás Panizo; guardacuños, Fernando Varea; talla mayor, José Mª de Soto; oficiales de talla, Atanasio Dávalos y Vicente Herrero; aprendiz de talla, Eugenio Salor; guardavista de la fundición, Antonio Calcano; fundidor de moneda, Domingo Arriaga; guardavistas de fielatura, Narciso Uscudum, Manuel Urrutia y Manuel Belandia; fundidor de cizalla, Felipe Gordillo; acuñadores, Miguel Fuentes y Fermín Campos; guardatechos y Pedro Pallieri.100 Y a este equipo se sumaron, procedentes de Potosí, el ya citado Manuel Solares, el contador Juan Bautista de la Rosa y el ensayador Gregorio Carril.101

La Serna, en paralelo a los trabajos de instalación de la Casa de Moneda, mediante decretos del 6 de marzo y 5 de junio de 1824, estableció el rescate de plata por las tesorerías a fin de asegurar la dotación de materia prima para una estable amonedación. Por una parte, en el Banco de San Carlos de Potosí, así como en todas las tesorerías, se fijaron las siguientes tarifas de compra de metales en pasta:

100. Tomado de Dargent 1997: 321-322. 101. “La Casa de Moneda”. CDIP 1973: 39.

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Cuadro 4 TARIFAS DE COMPRA

tiPoloGía Piñas beneficiadas cuyo peso exceda de 30 marcos 7 pesos, 2 reales Los menores hasta 10 7 pesos, 1 real En piñones, piezas menudas y planchas 6 pesos, 6 reales Chafalonía y vajilla 6 pesos Plancha fundida No se admite

Fuente: “Decretos”, CDIP, tomo XXII, Documentación oficial española, vol. 3, Gobierno Virreinal del Cuzco, 1973: 129-134.

Por otra parte, se dispuso que las barras que se fundieran en las cajas de Oruro y La Paz se remitiesen con guía a Potosí, mientras que las que se procesaran en Puno, Arequipa, Tarma, Huamanga, Tacna y Huancavelica fuesen remitidas a la Casa de Moneda del Cuzco. Lo mismo se decretó con el oro, el cual debía ser quintado y marcado previamente en la Caja correspondiente antes de ser remitido a las Casas de Moneda. Las elevadas tarifas de compra deberían asegurar un flujo regular de metales por parte de azogueros, rescatadores y mercaderes de plata hacia la nueva ceca. El papel que desempeñó el establecimiento sigue siendo motivo de controversia. Si para Horacio Villanueva el “establecimiento cumplió un importantísimo papel”,102 Eduardo Dargent103 relativiza su empeño cuando señala que, sobre la base de los datos oficiales recogidos en el libro Manual principal de la administración del Tesoro Público del Cuzco, la acuñación entre mayo y diciembre de 1824 ascendió a 65.663 pesos; una cantidad muy discreta que revelaría las dificultades y los obstáculos que hubo de sortear la ceca en su corto recorrido. Una vez terminada la guerra, el general Gamarra, prefecto y comandante general del departamento del Cuzco, ordenaría en sendos bandos la continuación en las labores de amonedación.104

Mientras, en Lima, con la severa derrota en la Segunda Campaña de Intermedios, en mayo-octubre de 1823, la situación no dejaba de deteriorarse, pues el 1.° de septiembre, en pleno periodo presidencial de José Bernardo de Tagle y Portocarrero, Bolívar entró en la capital de la República y obtuvo del Congreso poderes dictatoriales, aumentando con ello el grado de confusión política. Pero pronto el escenario se vería despejado. Si Riva-Agüero, destituido por el Congreso e instalado con su gobierno en Trujillo, tuvo que tomar en noviembre el

102. Ibíd., p. 41. 103. Dargent 1997: 323. 104. “Don Agustín Gamarra”. CDIP 1975a: 404.

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camino del exilio, Torre Tagle acabó en el Callao, reducto de los españoles hasta enero de 1826, donde murió en septiembre de 1825.

Unanue relató los esfuerzos realizados en el otoño de 1823 con el objetivo de restituir un mínimo funcionamiento a la Casa de Moneda de Lima. Y en diciembre comunicó: “Mi gozo fue inexplicable cuando vi montada una enorme máquina y todo a punto de empezar a acuñarse”.105 Sin embargo, una nueva incursión del ejército realista a principios de 1824 desbarató los planes, abriendo las puertas de la capital a una segunda ocupación y obligando a la enésima mudanza de cilindros y herramientas al Callao. Tras el motín encabezado por el sargento rioplatense Dámaso Moyano en los castillos del Real Felipe, una fuerza dirigida por el brigadier Rodil tomó Lima el 29 de febrero de 1824. Las nuevas autoridades volvieron a prestar atención a la Casa de Moneda, como nos relata Dargent:

Rodil consideraba que la situación de pobreza en la que se encontraba la capital hacía necesario el restablecimiento de la Casa de Moneda […]. Para lograr su deseo fue necesario construir nuevas herramientas; luego dio un bando, el 30 de abril, con la finalidad de atraer los metales acuñables a la fábrica, pero debió tener poco éxito, porque el 6 de mayo siguiente tuvo que publicar uno nuevo ordenando que toda la plata piña que hubiese en El Callao, Lima y alrededores debía ser llevada a vender a la Casa de Moneda en un término de dos días, luego del cual sería decomisada. Finalmente, la ceca comenzó a amonedar el día 12 de mayo.106

En esta ocasión, las acuñaciones fueron muy reducidas, limitándose en la mayoría de los casos a resellos sobre piezas de Perú Libre. A las dificultades relacionas con el transporte de pastas a la ceca hubo que sumar la escasez de personal cualificado y la disponibilidad de un solo volante con el que realizar las operaciones de emisión.107 Las acuñaciones españolas en Perú aún tendrían un último y vaporoso episodio en las supuestas acuñaciones en los castillos del Callao en 1826.108

La Casa de Moneda tras la independencia: gestión privada, revitalización y descentralización (1825-1830)

Una vez concluida la guerra, con la Capitulación de Ayacucho en diciembre de 1824, y en condiciones con las que restablecer las rutas de aprovisionamiento

105. “De Hipólito Unanue a José Espinar, Secretario de Bolívar”. CDIP 1974a: 643. 106. Dargent 1997: 324-325. 107. Carta del virrey La Serna del 30 de junio de 1824. Dargent 1997: 325. 108. Ibíd., p. 326.

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de metales desde los centros mineros a la fábrica de acuñación, la Casa de Moneda de Lima pretendió a principios de 1825 reanudar su actividad ordinaria. Con el objetivo de apuntalar el restablecimiento de la ceca, se dictó la primera ley monetaria y fue nombrado director, el 4 de febrero, el general Necochea.109 Sin embargo, por una parte, la ley monetaria de 28 de mayo de 1825 fue muy limitada, al circunscribirse a un mero cambio formal de cuños y leyendas, poniendo, entre otras novedades simbólicas, en el anverso las palabras “República Peruana” y en el reverso “Libertad” y “firme y feliz por la Unión”.110 Y por otra, la dirección de la ceca quedó muy condicionada por la decisión del Gobierno de entregar por remate la fielatura de la ceca. La vuelta a la actividad de la Casa de Moneda se producía en un momento de extraordinaria debilidad por parte de un Estado agobiado por las deudas y sin base fiscal. A pesar del segundo empréstito de Londres que permitió la inyección, en enero de 1825, de 200.385 libras esterlinas, prueba de que los problemas no quedaron resueltos fue la suspensión de pagos al exterior que el Estado llevó a cabo en octubre de 1825. Unanue, que desde el 10 de febrero de 1824 volvía a tomar las riendas del Ministerio de Hacienda, relató un año después de terminada la guerra la extraordinaria situación de la hacienda:

En el tiempo en que la patria ha luchado, con varia suerte, para conseguir su independencia, he sido llamado tres veces a desempeñar el Ministerio de Hacienda. En las dos primeras existían algunas ruinas para reparar el edificio; mas ahora han desaparecido hasta los escombros.111

El abanico de iniciativas fiscales que impulsó Bolívar persiguió la urgente consecución de fondos con los que restablecer un flujo de capitales hacia el Estado que permitiese una mínima operatividad. Pero, a cambio, el grado de privatización de los fondos de la Hacienda Pública alcanzó su máximo nivel cuando el Gobierno llegó a ceder a favor de los prestamistas dos tercios de las cuotas de derechos de aranceles y entregó de iure la gestión de la Aduana al sector. Y la Casa de Moneda no fue una excepción.

En esta precaria situación, la iniciativa privada incursionó, con el beneplácito del Estado, en proyectos mineros de gran calado. Unos buenos ejemplos fueron las iniciativas empresariales de la Compañía de Armero y Cochrane para

109. Asimismo, la nómina de empleados de la ceca la comprenderían: José Gregorio Paredes,

Lino de la Barrera, José Mariano Arniz, Julián Sarmiento, Juan María Dueñas, Bernardino

Albornoz, Manuel Palomino, Clemente Berdeguer, Mariano Roxas, Miguel de Jara, José de

Mendiburu, Andrés Cavero y Manuel Pérez. “Ministerio de Estado”. CDIP 1975: 312 y 337. 110. “Consejo de Gobierno”. CDIP 1975: 527-528. 111. Dancuart 1902, I: 259.

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el arriendo de minas en Pasco, en mayo,112 y la de José Lagos y Casimiro Arrieta, gestada en agosto de 1825, con el objetivo de proceder a habilitaciones en los ricos yacimientos de Yauricocha.113

Y paralelamente al desarrollo de acuerdos mercantiles de carácter minero se abrió el debate en torno a qué hacer con la Casa de Moneda. El Gobierno pronto reconoció la imposibilidad de que el establecimiento, en una primera fase, operase sin pérdidas, y en esta disyuntiva abrió el debate en torno al remate de la oficina de fielatura. Asimismo, el gabinete aprobó, mediante decreto del 8 de abril de 1825, un severo proyecto de reducción, tanto en el personal como en la plantilla de sueldos.114 Mientras, la ceca adoleció de una errática dirección. El 8 de agosto se procedió al nombramiento del general Rudencio Alvarado como nuevo director de la Casa de Moneda de Lima,115 pero su gestión fue fugaz, siendo reincorporado al cargo el general Necochea para finalmente ser designado el 7 de noviembre de 1825 Cayetano Vidaurre, quien daría cierta estabilidad a la dirección del establecimiento.

El Gobierno acabó por cerrar el debate en torno al modelo de gestión, y el 14 de octubre de 1825, siendo ministro de Hacienda José de Larrea y Loredo, sacó a remate la fielatura de la Casa de Lima con el fin de impulsar, de mano de la iniciativa privada, la amonedación. En palabras de Moreyra:

[…] concurrieron como postores las firmas inglesas de Juan Begg y Cía., muy vinculada al comercio de minerales e igualmente la de Henry Graham con sede en Londres y representada en Lima por John Crabtree. Así mismo concurrió con los británicos, José Manuel García, a la sazón Fiel de la Casa. Para discutir tales propuestas se formó Junta de Almonedas. En ella se vieron dos informes: preliminar y definitivo y éste, elevado al Ministerio de Hacienda: Larrea y Loredo le hace atingencias a lo formulado por Crabtree y allanado el británico, dispone de la Fielatura en enero de 1826.116

La Casa de Moneda, a partir de 1826, fue recuperando paulatinamente un moderado nivel de actividad,117 en cuya dinámica ayudó la creación, a propuesta de Mariano Rivero en su calidad de director general de Minería, del Banco de

112. “Oficios del Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores”. CDIP 1974a: 574-575. El contrato se firma el 21 de mayo de 1825 siendo ministro de Estado José María de Pando y ministro de Hacienda Hipólito Unanue. “Consejo de Gobierno”. CDIP 1975: 507-510. 113. “Acta”. CDIP, 1975: 658. 114. “Consejo de Gobierno”. CDIP 1975: 437-439. 115. “Secretaría General”. CDIP 1975: 620. 116. Moreyra 1995: 450. 117. BNP, Manuscritos, D720, D909, D938, D939, D1116, y D1094.

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