16 minute read

Vaivenes de la guerra y el desorden: de las monedas provisionales al sol decimal (1822-1863

Next Article
en sus 450 años

en sus 450 años

332 | JESÚS COSAMALÓN

ropa decente, vestían con los lamentables harapos de sus antepasados, se encontraban llenos de bichos y parásitos, “ya que nunca se lavan, y no dudo en afirmar que, la población india de los distritos fríos o montañosos, pasan sus vidas sin hacer uso del agua con el fin de lavarse”.26 La solución era aparentemente simple: la introducción de artículos europeos, especialmente de vestido y aseo, permitirían que “los hábitos de limpieza” surjan entre ellos, “pero la libertad de importación de jabón europeo, facilitaría más que cualquier otra circunstancia este primer paso hacia la civilización; mucho más que sus despreciables intrigas por el poder político o su destructiva anarquía”.27

Advertisement

Esta insuficiencia de la circulación monetaria se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX. De acuerdo con cálculos citados por Alejandro Salinas, la acuñación de moneda pasó de 4.500.000 pesos en 1820 a 3.000.000 en 1834, afectando severamente la naciente economía republicana.28 En 1850 el marino Lewis Herndon, citado por Carlos Contreras, afirmaba que en el distrito de Tarapoto:

Hay poco dinero o nada. En su lugar se usa tocuyo, cera de Ucayali y ovillos de hilo de algodón. Los productos ingleses que vienen del interior se venden en Tarapoto a cuatro veces más su costo en Lima, por ejemplo: una yarda de calicó estampado que en Lima cuesta doce centavos y medio, en este lugar se vende ya sea por una libra de cera, cuatro yardas de tocuyo o dos libras de algodón en ovillo (su precio en dinero es en veinticinco centavos).29

A partir de mediados del siglo XIX, el crecimiento económico producto del auge guanero y el incremento del comercio y de diversas actividades económicas se vio limitado por la poca disposición de numerario y la invasión de la moneda feble boliviana, problema endémico desde las primeras décadas republicanas.30 Esta última unidad monetaria comenzó a acuñarse en Bolivia desde la época de Andrés de Santa Cruz, quien en 1829 ordenó secretamente a la ceca la producción de una moneda con el 25% menos de plata que los pesos fuertes. Bajo el predominio de la confederación también acuñó el mismo signo monetario desde las casas de Arequipa y Cuzco, inundando el sur peruano con esta moneda fraudulenta.

Esta práctica fue continuada por los diversos gobiernos bolivianos, emitiéndose un valor cercano a los 39 millones de pesos entre 1830 y 1870; esto

26. Ibíd. 27. Ibíd. 28. Salinas 2011a: 37-38. 29. Contreras 2015: 97-98. 30. Camprubí 1957: 3.

MONEDAS, BILLETES Y SOCIEDAD EN EL PERÚ, 1826-1901 | 333

llegó a corresponder al 98% de la masa monetaria boliviana, cantidad de la cual probablemente aproximadamente la tercera parte circuló en el territorio peruano.31 Los posteriores gobiernos peruanos trataron de frenar la incursión del feble, el cual era intercambiado por su valor nominal por numerario peruano que era atesorado y refundido fuera de nuestras fronteras,32 causando escasez numeraria en nuestro territorio y un gran perjuicio económico expresado en la constante inflación de precios y reducción de las rentas fiscales.33 Los comerciantes aceptaban el valor del feble por su contenido en plata, menor en 25% al peso peruano, dejando en manos de la gente una moneda depreciada que sí era aceptada por el Gobierno para los pagos correspondientes, afectando seriamente la economía.34 En Lima, la posibilidad de acuñar moneda durante el gobierno de Santa Cruz con una ley inferior fue rechazada por los comerciantes, quienes afirmaron que:

Las monedas son valiosas, en proporción a su importancia intrínseca; y cuando se hace una oferta legal de moneda avaluada a más de su valor intrínseco, los materiales preciosos avanzarán en razón del abatimiento de la moneda corriente; o en otras palabras la moneda espuria caerá a su valor verdadero y todo artículo que se compre con esta ínfima y abatida circulación llevará los precios correspondientes a la tasa de desprecio de la moneda ínfima.35

Luego de la caída de la confederación se inició una campaña con ribetes nacionalistas en contra del feble, a pesar de que tanto Agustín Gamarra como su ministro de Hacienda, Ramón Castilla, entre enero de 1839 y marzo de 1840 habían acuñado moneda feble en la ceca cuzqueña.36 La reacción de rechazo de la moneda boliviana por parte de la población fue muy notoria. Incluso asistían a las iglesias con el objeto de entregar los “cuatros” como parte de la limosna y tomándose el “vuelto” con monedas de buena ley.37 Varios gobiernos tuvieron

31. Safford y Jacobsen 2003: 74. La moneda feble fue llamada en nuestro territorio “cuatros” y

“corbatones”. Salinas 2011b: 326, 2011a: 45. 32. Desde poco tiempo después de obtenida la independencia se denunciaba la salida clandestina de plata amonedada. “De Charles Milner Ricketts a George Canning” (1826).

En Bonilla 1975: 5. 33. Hecho que también, de acuerdo con Bruno Seminario, fue influenciado por la constante depreciación de la moneda causada por la reducción del contenido de plata del numerario peruano y el descenso internacional del precio de la plata. Seminario 2015: 837. 34. Salinas 2011b: 326. 35. Salinas 2011a: 46. 36. Ibíd., p. 49. 37. Ibíd., p. 110.

334 | JESÚS COSAMALÓN

que lidiar con el problema del feble.38 En 1848 el presidente Ramón Castilla exigió al Gobierno boliviano que detenga la acuñación del feble como condición para aceptar un acuerdo económico. Diversos acontecimientos frustraron el tratado, reanudándose la emisión de feble y motivando una represalia peruana expresada en la ocupación del puerto boliviano de Cobija en 1851.39

El agudo problema del feble continuó por varios años más. Los proyectos para retirar su circulación fueron diversos, pero no se adoptaron por el alto costo que suponía para el Estado. La acuñación monetaria se retomó con el presidente Ramón Castilla en 1857, quien ordenó la producción de monedas con el escudo nacional en el anverso y la libertad en el reverso, con el mensaje de “Firme y feliz por la Unión,” adoptando, además, el sistema decimal; sin embargo, rápidamente estas monedas fueron desplazadas por el temido feble, ocasionando nuevamente escasez monetaria.

Secretaría General del Congreso Constituyente del Perú.

Habiendo examinado el Soberano Congreso el diseño del tipo de moneda de oro y plata, dirijido por el Gobierno para su aprobación ó reforma, ha resuelto: que en el anverso de la moneda de oro se pongan las armas de la República, según se expresan en el artículo 1.° del decreto del Soberano Congreso de 24 del corriente sobre la materia, con los adornos de banderas y estandartes que se significan allí mismo. En la circunferencia se pondrán las palabras República Peruana: la abreviatura del lugar en que se acuña la moneda: las iniciales de los nombres de los ensayadores y la expresión del año; el valor de la moneda para las onzas, v. g. se expresará poniendo un número 8 á la derecha de las armas, y á la derecha una E. inicial de la palabra Escudos, y asi para los demas. En el reverso, se representará una doncella de pié, con una asta en la mano derecha que sostenga el gorro de la libertad, en la izquierda un broquel apoyado sobre el terreno, que lleva la palabra Libertad; en la circunferencia se pondrá el mote: Firme y Feliz por la Union; el anverso de la moneda de plata se distinguirá de la de oro, omitiendo las banderas y estandartes que acompañen en aquella el escudo de las armas, y sostituyéndole una palma á la derecha y una rama de laurel á la izquierda, que le abracen por la parte inferior; además, el valor de la moneda irá puesto en la circunferencia de ella. El reverso de las monedas de plata será idéntico con el de las monedas de oro.40

Finalmente, en 1863 el presidente Miguel de San Román promulgó la ley que estableció el bimetalismo al crear la unidad monetaria del sol peruano

38. Un detallado recuento de las marchas y contramarchas en Salinas 2011a: 67-152. 39. Lucena Giraldo e Irurozqui 2003: 441. 40. Fuentes 1858: 733.

MONEDAS, BILLETES Y SOCIEDAD EN EL PERÚ, 1826-1901 | 335

introduciendo el sistema decimal y otorgándole un valor equivalente en plata y en oro. La medida incluyó una tasa de cambio con el feble boliviano de 0,80 soles de plata por feble,41 recogiéndose cerca de 8 millones de pesos bolivianos de los 12 millones en que se estimaba su presencia en el territorio peruano, aunque continuó circulando en varias regiones del Perú por varios años más.42 Esta nueva moneda fue conocida como la “Libertad Sentada” porque la figura femenina, a diferencia de los diseños anteriores, fue grabada en esa postura en el reverso de la moneda.43 De este modo se comenzó a resolver el problema de la escasez de circulante en el Perú, pero todavía se consideraba sumamente insuficiente la circulación monetaria.

La falaz prosperidad de los billetes y su ocaso (1863-1901)

Aunque se intentó presentar proyectos para la creación de un nuevo banco de emisión y descuento antes de la década de 1860, recién en este tiempo se consolidó la propuesta de emitir billetes. Hasta bien entrado el siglo XIX se consideraba que el sistema monetario peruano era muy deficiente. De acuerdo con otro informe consular dedicado a Islay (Arequipa) en 1862, todavía circulaba ampliamente el feble boliviano y la poca moneda que se acuñaba se embarcaba hacia Inglaterra, considerándose necesario un cambio para mejorar esa situación.44

Con la creación del banco La Providencia en 1862, primer banco privado de nuestra historia,45 comenzó la emisión de moneda de papel por un valor de 100.000 pesos en billetes, el 5 de julio de 1863.46 A pesar de las reticencias de algunas personas que cuestionaron la legitimidad de la medida por medio de artículos periodísticos, el Gobierno consideró que la emisión constituían vales y no moneda, cuya aceptación no era obligatoria, y que estaban garantizados por la solidez de los socios del banco, ratificada por las firmas impresas en los billetes. Además, el Estado no podía prohibir su emisión por no considerarlos papel moneda, sino instrumentos privados de intercambio.47

41. Se armó un gran debate acerca de los especuladores, quienes esperando la medida del

Gobierno acapararon el feble a un costo mucho menor al que lo cambiaron luego de 1863.

Salinas 2011a: 132-137. 42. Alfageme 1992: 21. Salinas 2011a: 67-152 ofrece una muy pormenorizada relación de todos los debates en torno a los proyectos de conversión. 43. Dargent 2013: 233-234. 44. “Informe del cónsul interino. Sr. Cocks, sobre el comercio de Islay, 1862”. En Bonilla 1975: 135. 45. Corrales 2013, Romero 2006: 362. 46. Para una revisión de las emisiones y sus características, véase Dargent 2013: 233-247. 47. Camprubí 1957: 44.

336 | JESÚS COSAMALÓN

Rápidamente el Gobierno consideró favorablemente la circulación de billetes para lograr el progreso de la nación, pero se reservaba el derecho del Estado a vigilar su funcionamiento. En 1864 el ministro de Hacienda Ignacio Novoa señaló en su memoria:

Reducido a su más simple expresión el acto de emitir billetes no es más que un convenio de pura confianza entre el establecimiento que los pone en giro y el particular que los recibe. Como esos documentos no son de forzosa circulación, el que no quiera aceptarlos, es decir, el que no tenga confianza en el establecimiento que los emite, no los tomará. Así pues, considerada la emisión en sí misma, nada hay en ella que autorice a impedirla, y el legislador que intentase interponer una prohibición entre el banco que ofrece un billete y el particular que está dispuesto a recibirlo, procedería con tanta arbitrariedad e injusticia, como el que pretendiera prohibir una promesa u otro cualquier contrato que en sí nada tuviese de inmoral o de contrario a la Ley. Pero si los bancos tienen indisputable derecho para emitir billetes, la sociedad tiene derecho de precaver los abusos a que la emisión pueda dar origen; y este derecho es tanto más fundado y conviene tanto más que lo ponga en ejercicio, cuanta mayor sea la libertad concedida para la creación de establecimiento de esa especie.48

Muy rápidamente proliferaron los bancos. Se fundaron el Banco del Perú (1863), se abrió la sucursal del Banco de Londres, México y Sudamérica, el Banco de Crédito Hipotecario (1866), la Caja de Ahorros de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, el Banco Agrícola de Ica (1870), el Banco Territorial Hipotecario (1870), el Banco de Trujillo (1871), el Banco Nacional del Perú (1872), el Banco de Tacna (1872), el Banco de Piura (1872), el Banco de Arequipa (1872), el Banco Garantizador (1872), el Banco de Emisión del Cerro (1872), el Banco Anglo Peruano (1873) y el Banco de Ascope (1873).49

Una primera crisis con relación a estos “vales”, que aún no eran convertidos en billetes de aceptación forzosa, ocurrió en 1866. El estallido del conflicto con España y la sospecha de que se habían falsificado los billetes, los cuales no fueron aceptados por las ventanillas del banco La Providencia, ocasionaron una estampida de metálico de los fondos del banco. Como resultado se desarrolló la primera crisis que afectó al público poseedor legítimo de los vales; el banco tuvo que cerrar anticipadamente sus puertas con ayuda de la policía y anunciar la suspensión de las conversiones el 19 de febrero de 1866. La crisis fue de tal magnitud que los vales llegaron a ser cambiados por el 10% de su valor nominal, aunque el hecho de que otros bancos no tuvieran ese impacto permitió que se

48. Alzamora Silva 1932: 36-37. 49. Vidaurre Delgado 1988: 17.

MONEDAS, BILLETES Y SOCIEDAD EN EL PERÚ, 1826-1901 | 337

recupere la confianza en el valor del billete, cambiándose luego al 80%.50 Esto dio lugar a la primera intervención estatal amparada en la necesidad de preservar el interés público, la cual reestableció el orden en la institución, reanudando sus funciones luego de diversos cambios administrativos.

De acuerdo con Alfageme, entre 1862 y 1873, el capital de los bancos pasó de un millón de pesos a 45,3 millones, respaldados por una tasa de encaje de cerca del 50% de la emisión. Incluso se imprimieron y distribuyeron billetes de denominaciones más bajas que comenzaron a ser utilizados en las operaciones al por menor y, de acuerdo con los banqueros, ampliaron el mercado y democratizaron el crédito.51 Conforme con el ministro de Hacienda Juan Ignacio Elguera, en 1868 el billete había logrado la aceptación del público en general, logrando vencer la antigua resistencia a reemplazar el metálico. Afirmaba, para tranquilidad del público, que “las bases de su fundación son sólidas; han obtenido la confianza de todas las clases sociales de la sociedad, que aceptan su papel no solo sin repugnancia, sino con preferencia al metálico y gozan en fin de todo el crédito que inspiran sus accionistas y gerentes”.52

A principios de la década de 1870, la autovigilancia de los bancos sobre la emisión comenzó a resquebrajarse. Se abandonó la rigurosidad del encaje y el afán desmedido de lucro disparó la emisión monetaria, causando un proceso inflacionario y desconfianza en el público. La tendencia de los precios internos es reveladora; a partir de 1856 se elevan constantemente a comparación de su valor en 1830 (=100), pasando a 134,20 en 1860; 142,60 en 1865; 162,90 en 1870 y 172,70 en 1873. Un caso célebre de descontrol en la emisión fue el Banco Nacional del Perú, fundado en 1872 por intermedio de la Casa Dreyfus con el objeto de acercar el crédito a todos los sectores sociales. Esta política se expresó en la emisión de billetes de muy baja denominación, único caso entre los bancos peruanos de la época, contrariando las prácticas y disposiciones que evitaban el exceso de circulación. El banco emitió billetes de 1, 2, 5, 10, 20, 100 y 500 soles; introduciendo desde 1873 billetes de 0,10; 0,20 y 0,40 centavos de sol. El problema es que esos billetes de pequeña denominación, de muy rápida circulación, se deterioraban aceleradamente y luego no eran aceptados por el banco. De acuerdo con Camprubí, el 75% de la emisión de baja denominación no retornaba al banco: la gran mayoría de los billetes eran canjeados por comerciantes y negociantes por moneda metálica que poseía el público, el cual posteriormente no podía hacer nada con ellos, más que desecharlos. La excesiva emisión de

50. Camprubí 1957: 64-65. 51. Alfageme 1992: 24. 52. Alzamora Silva 1932: 39-40. Es adecuado señalar que en la misma Memoria el ministro reconoce que la crisis del banco La Providencia (1866) fue resuelta luego de varios ajustes financieros. También defendió la necesidad de regulación de las instituciones.

338 | JESÚS COSAMALÓN

billetes, especialmente los de baja denominación, causó la fuga del metálico, por lo que se discutió en el Senado la necesidad de prohibir la emisión de billetes de valor menor a un sol. Desde el 18 de abril de 1873, El Comercio consideraba que “los billetes de un valor ínfimo, pueden aliviar pequeñas necesidades, pero están expuestos a desaparecer de las manos de los poseedores, defraudando las esperanzas del servicio público”.53 El 23 de abril de 1873 el prefecto de Lima, Juan Bazo y Basombrío, pidió al Gobierno limitar esta expansión, que causaba una grave escasez de moneda metálica, alertando de la incapacidad de los bancos para respaldar los billetes, hecho que terminaría por afectar especialmente a los más pobres de la ciudad:

He creído mi deber poner en su conocimiento el hecho, en el ejercicio de sus funciones, evitar cualquiera falta en que aquellos pudieran incurrir y porque estando los billetes de que me ocupo casi todos, por su pequeño valor, en manos de la parte más pobre de esta población, es ella la que sufrirá las funestas consecuencias de una crisis bancaria. Ruego a Ud. indicarme qué medida se puede adoptar para impedir la crisis que pudiera sobrevenir.54

La respuesta del Supremo Gobierno, bajo el mandato del presidente Manuel Pardo, por medio de una Resolución Suprema el 26 de abril de ese mismo año, negó la posibilidad de intervención basado en el credo liberal que la impedía, a pesar del inminente peligro que se avecinaba. Por su importancia, vale la pena reproducirla tal como es citada en el texto de Camprubí:

1° Que la Constitución del Estado garantiza la libertad de la industria en cuanto no se oponga a la moral, a la salud o a la seguridad pública; 2° Que no existe Ley alguna que prohíba a los bancos emisión de billetes; 3° Que estos, cualquiera sea su valor, son convertibles en dinero luego que el tenedor de ellos lo exija; 4° Que su circulación no es forzosa sino convencional y su admisión está sujeta a la mayor o menor confianza que inspire la sociedad emisora; 5° Que los billetes que representan fracciones de sol, si bien pueden no ser convenientes en un estado normal, puede ser exigida su existencia en una situación transitoria y durar su circulación todo lo que esta situación dure, para lo que pueda estimarse como regla, la necesidad misma que mantiene la circulación de ellos, unida a la confianza que inspira la facilidad y seguridad que hay de reducirlos a dinero efectivo en el momento que quiera el tenedor; 6° Que por lo tanto es al público a quien corresponde resolver, con su aceptación o rechazo, si los billetes de cada banco en las condiciones que los emita, llenan o no una necesidad mercantil y reúnen las garantías necesarias.55

53. Camprubí 1957: 142. 54. Ibíd., p. 143. 55. Ibíd., p. 144.

This article is from: