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III.4.3. La serpiente inframundana

el atardecer, es muy feroz y negro291. Por otro parte, explica el investigador Carlos Villamarín, el Sacha runa, “hombre de los bosques”, vive en una cueva escondida, tienen poderes telepáticos y los pies los tiene al revés. En la sierra peruana, la uma es una mujer joven que sale a pasear con la cabeza separada del cuerpo. La bruja se divide en dos, su cabeza es voladora, y es donde se concentra toda su vida, el cuerpo permanece inerte mientras dura el hechizo. Sale de noche, conoce, además, sitios donde hay tesoros minerales. Como se puede apreciar posee los mismos rasgos que la Huma purik que aparece en el vocabulario de Fray Diego González Holguín (González Holguin, Fray Diego; 2007: 385). En la sierra boliviana el liquichiri es también un ser muy temido por que chupa la sangre o grasa y produce la muerte del afectado. Es un ser antropomorfo que para lograr sus propósitos se trasfigura en distintos animales. Es un ser nocturno. El afectado siente mal estar, mareo, el lliquichiri “chupa la vitalidad” (Trabajo de Campo, Potosí, Bolivia, 2006). La investigadora Olinda Celestino entiende que la grasa que busca el lliquichiri no alude únicamente a la muerte del afectado, sino, además lo que se busca es la captura del alma así como la manipulación de la vitalidad inherente en ella (Celestino, Olinda; 1997:9).

III.4.3. La Serpiente inframundana.

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Como hemos catalogado los animales por sus hábitos y costumbres, debemos matizar algunos de éstos perfiles determinantes de la serpiente inframundana. Ésta habita el interior de la tierra; al igual, el ofidio muda una media de cinco veces por año su piel, es un ser que se regenera, se transforma, como el venado, por ejemplo. Posee características que la vinculan estrechamente con el inframundo y con la Pachamama (Granda Paz, Osvaldo; 1998:50) Es ovípara, la serpiente esconde bajo tierra los huevos. Se reproduce con huevos, por lo que se la relaciona con los tiempos primigenios, con el

291 Villamarín Escudero, Carlos, Asustadores indígenas, documento electrónico, <http://encina.pntic.mec.es/agonza59/indigenas.htm>[Consulta: 24 abr. 2006]

Huevo Cósmico. Se arrastra por el suelo, por eso se la relaciona con las zonas terrenas; aunque posee rasgos que la vinculan con las fuerzas celestes, como veremos. Es de sangre fría y percibe a sus víctimas por el calor que irradian, pues no escucha los sonidos trasladados por el aire, y algunas serpientes son ciegas. Por lo tanto, como agente terrestre de sangre fría puede robar la energía celeste, relacionada con el calor, con el camac. En la cosmovisión andina la serpiente, entiende Rebeca Carrión, es símbolo de Illapa y la ve estrechamente conectada con el arco iris y con la tempestad. La investigadora, entendemos, de esta manera manifiesta los rasgos celestes del animal; es decir, no se trata de una serpiente inframundana. La serpiente, explica Osvaldo Granda Paz, “encarna el peligro para el hombre, por eso entre los cañari, wankas, y en general entre los quichuas y aymará, pueblos que comparten relaciones con lo amazónico, como los huitotos y grupos intermedios andinos como los shuar, la serpiente es símbolo de tinieblas cósmicas y de la potencia destructora de las aguas” (Granda Paz; Osvaldo; 1998: 49). En este caso el investigador destaca únicamente los rasgos terrestres del ofidio. En la cosmovisión centro andina las serpientes, como agua terrestre, simbolizan los lagos y los ríos. Además, como se observa en el Cosmograma de Juan de Santa Cruz Yupanqui ésta es el símbolo del rayo, de los poderes atmosféricos de las potencias celestes. Estos fenómenos meteorológicos, junto a determinados animales y plantas, se podrían agrupar en un subconjunto de aquellos seres que tienen especial interés en la cosmovisión por su poder como hilo conectador, o por su capacidad como eje de comunicación entre los diferentes planos del cosmos. Algunos de los animales son más representativos del plano celestial, como el cóndor, otros del inframundo, como el jaguar, y otras plantas se vinculan con el mundo terrestre, como la papa; pero otros seres conectan los planos, como el árbol de lúcuma. En general, se podría afirmar que si bien el Ordenador estableció y concretó los seres y sus cualidades, según el comportamiento inicial de éstos, pues, se entiende que éstos poseen una “naturaleza progresiva”, es decir, que sufre cambios, en algunos casos metempsicosis, todos ellos poseen la capacidad de ocupar, en un momento determinado, las “formas” o las

características de las regiones de las cuales no son afines. En cierta medida, esta idea conlleva una percepción que se podría haber confundido, durante las campañas de evangelización, con el concepto de inmortalidad, de vida eterna. Desde las primeras manifestaciones de arte en la zona andina se aprecia cómo la serpiente bicéfala aparece asociada al plano celestial292. El ofidio está íntimamente relacionado con el arco iris, como analizaremos en el capítulo sobre los colores de la geometría del cosmos, y posiblemente con la mayoría de los fenómenos meteorológicos, como es el rayo (Valcárcel, Luis. E.; 1964:57). En algunas cerámicas aparecen escenas en las cuales la serpiente bicéfala representa la cúpula celestial bajo la cual se desarrolla la parte del suceso pintado, muy relacionado, observamos, con secuencias, en la mayoría de los casos, de carácter agrario. Ésta limita el plano celeste desde el cual la lluvia cae sobre la superficie terrestre. El simbolismo que hemos hallado junto a la serpiente bicéfala se basa en la percepción del carácter cíclico de los seres, de lo creado en general. La serpiente marca el principio y el fin de la reposición; así, su capacidad de regenerarse es una característica que pensamos pudo llamar la atención a los artistas. Se evocaba la manifestación de la fertilidad cíclica, con periodos de descanso, a través de una forma con principio y fin. De esta manera aparece como una representación de la Gran Serpiente invisible dueña del principio vital. El vientre de la tierra, donde se forma la regeneración, se percibe con forma de ofidio, como muestran las narraciones coloniales y las cerámicas moche (Figura17). La serpiente, además, posee ambivalencia sexual, es vientre y falo. La serpiente en el cielo es bicéfala o híbrida con otros animales celestes, como el pájaro; y en la tierra, la serpiente inframundana, puede ser híbrida con los animales como el jaguar, como muestran las formas artísticas de Chavín de Huantár; llamado también el “imperio de la serpiente”. Se denota cierto polimorfismo de las formas sagradas. La investigadora Mercedes de la Garza comprende que en Mesoamérica las dos cabezas del ofidio aluden a la lucha de contrarios, el cambio de la estación seca a la estación lluviosa; motor que hace posible la vida (De la

292 Recuérdese la Huaca del Dragón o Huaca del Arco Iris, ubicada en el yacimiento de la antigua capital del reino de Chimú, en la ciudad de ChanChan. Otro ejemplo ilustrativo pueden ser las ilustraciones de las telas de Paracas.

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