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III.4.4. El sapo

Garza, Mercedes; 1984,175). Esta hipótesis es afín con las teorías de Gary Urton y Tom Zuidema que relacionan la serpiente con la Vía Láctea, con el Arco Iris y con los ciclos hidrológicos andinos; en este caso sería la serpiente celeste. Al igual que el resto de lo “ordenado”, la serpiente, se presenta como un ser complejo, ilimitable y difícil de clasificar, si bien es un animal inframundano, en algunos casos posee rasgos claramente celestes. Esta complejidad se aprecia claramente en el mito recopilado por L.Valcárcel (Valcárcel, Luis. E.; 1964:63); y que se puede leer en el capítulo sobre el Arco Iris. En la narración el ofidio posee dos aspectos, uno relacionado con el agua, de cualidades femeninas; y otro relacionado con la tierra, de cualidades masculinas, el rayo. Posiblemente en la cosmovisión centro andina debamos hablar de serpiente celeste, con sus consecuentes características, y de serpiente inframundana, con sus características.

III.4.4. El Sapo

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El sapo fue ubicado por el Ordenador en una región determinada, en el hurin pacha. Sus hábitos y costumbres son característicos de un animal intraterreno. Los sapos son animales tímidos, por lo general nocturnos, que durante el día se ocultan en lugares oscuros y durante la noche se dedican a la caza de insectos e invertebrados. Durante los meses fríos los sapos hibernan enterrándose en madrigueras bajo tierra. Los anuros poseen dos aspectos en su ser. Por un lado es el símbolo de la Pachamama, como aparece en el texto de Huarochirí (Ávila, Francisco de; 1975:37). Se relaciona, además, estrechamente, al igual que el jaguar, con los ritos petitorios. Es el símbolo de la resurrección y de la metamorfosis por excelencia, por lo tanto fue un animal con características sagradas, pues, además de ir manifestando el proceso de crecimiento mediante cambios trasmutativos aparentes, era por excelencia el llamador de las lluvias (Granda Paz, Osvaldo; 1998:174). Se podría decir que los anuros anuncian las lluvias, así, se percibe un vínculo entre los poderes de la Madre Tierra, donde habita, y los poderes celestiales que la oyen y mandan el fluido cósmico que fecunda la tierra.

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