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7. Municipios
versión Jurado Nacional de Elecciones, ha sido objeto de manipulación por parte de los tiranos para aprobar candidaturas a todas luces ilegales, como el caso de Fujimori, o para eliminar a candidatos opositores como ha sucedido en más de una oportunidad.
7- MUNICIPIOS.
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Del mismo modo que la familia es la célula de la sociedad, el municipio es la célula básica de la acción política. Celosos de compartir el poder aún con la parte más pequeña del organismo político, los gobiernos militaristas desean que toda obra pública deba ser realizada por el poder central para ser ellos los únicos merecedores de elogios. Para un gobierno centralista, y los militaristas lo son, los concejos municipales son rivales, competidores, en vez de aliados o socios para el progreso. No conciben que las células municipales tengan recursos ni autonomía para manejar asuntos importantes. Debido a esto nuestros municipios han vivido y viven en constante lucha por su supervivencia; la asfixia a que son sometidos por el gobierno central les impide hacer obras necesarias para el beneficio de sus habitantes. Los únicos municipios útiles a los dictadores son aquellos que no se quejan. Hagamos un pequeño paréntesis para ilustrar lo anterior: durante los diez años del gobierno de Fujimori se dieron medio centenar de leyes para arrebatar diversas funciones y recursos a las municipalidades. Como resultado de esto los gobiernos locales dejaron de percibir tres mil millones de dólares. Mil de esos millones paralizaron las obras públicas en Lima, los otros dos mil millones afectaron a los municipios de provincias37 . Sigamos. Los gobernantes militaristas ven con recelo a los pocos alcaldes que tienen algún éxito en su labor y por ello les ponen trabas a su trabajo y les cortan los escasos fondos que les corresponden. La paranoia por el poder les impide apreciar el valor que tienen los representantes de los vecinos
y lo importantes que son para el logro de una vida comunal agradable, segura y progresista. La visita de un presidente de la república a un municipio es como la caída de maná del cielo, todo lo bueno debe venir de él, carreteras, escuelas, viviendas, hospitales, pero luego de la visita viene un olvido por décadas. Desde los tiempos de Bolívar se ha logrado que el pueblo salga a recibir al presidente como si ese hombre fuese el propietario de los recursos de la nación y no el administrador de la voluntad del electorado. En febrero de 1824, cuando estaba todavía en su papel de seductor, esto es, cuando necesitaba la cooperación de los vecinos para acabar con los realistas, Bolívar dictó las normas que se debían llevar para las elecciones municipales. De la Puente Candamo, y varios otros historiadores, da esta información dentro de la labor que realizó Bolívar38. Lo que no dijo este reputado historiador fue que una vez ganada la independencia en Ayacucho se quitó a los municipios, el 26 de mayo de 1826, el derecho que tenían de elegir a sus propias autoridades: gobernadores e intendentes, llamados después subprefectos. A partir de ese momento los gobernadores de los municipios fueron nombrados por los prefectos, y los subprefectos y prefectos fueron nombrados por el gobierno central39 . El debilitamiento de los municipios era necesario para establecer un gobierno dictatorial. Obedeciendo órdenes de Bolívar, su ministro Pando envió una circular40 a los prefectos que decía “La nulidad del Senado, y la independencia asignada al llamado Poder Municipal, en imitación de la Asamblea que arrojó en medio de la Francia este germen de desastres, fueron otras causas fecundas, reunidas para hacer inejecutable la constitución [de 1823], excitar disturbios y desacreditar la noble causa de la independencia”.
El centralismo es una de las características del militarismo, por lo tanto no podrá desaparecer mientras no termine la amenaza militarista, acaparadora