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8. El nocivo mito bolivariano
8.- EL NOCIVO MITO BOLIVARIANO
La seducción de Bolívar sobrepasó su tiempo. El que fuera indudablemente libertador de cinco países, y más tarde fracasara en su intento por erigirse Presidente Vitalicio de ellos, es ahora venerado por utopías que él nunca visionó. Se le atribuye frecuentemente ser precursor del panamericanismo, de la unión de países latinoamericanos, algo equivalente a lo que podría ser la Comunidad Europea de hoy o hasta unos Estados Unidos de América. También se alaba a Bolívar no sólo como guerrero, que lo fue y con éxito, sino como estadista, impulsor de la separación de poderes públicos, humanista, aún de defensor de los pobres, de los indígenas. Nada es más lejano a eso, pero no importa, la leyenda continúa. Ya el indio Choquehuanca lo predijo: “Vuestra gloria crecerá con los siglos, como la sombra cuando el sol declina” .
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Con esta mezcla de necedad tercermundista y realismo mágico que parece decirnos no es verdad pero lo creo, en el transcurso de los años se han apoderado del gobierno muchos golpistas usando el nombre del Libertador como fuerza de inspiración y guía. Aún en el siglo XXI alguien ha tomando su espada y enunciado pensamientos equívocos atribuidos al Libertador. El demagogo presidente de Venezuela, el general Hugo Chávez, ha hecho del bolivarismo su causa pretendiendo irradiar su movimiento en los países vecinos.
Que el bolivarismo perdure en el medio militar, puede ser explicable. Más difícil es aceptar que los historiadores hayan sido incapaces de mostrarnos el lado oscuro del Libertador con la misma devoción y énfasis con que lo hicieron al hablar de sus proezas. Veamos, por ejemplo, el ideal de unión panamericana que se le atribuye a Bolívar. Uno de los hechos que se presentan para reclamar la autoría de esta idea es el Congreso de Panamá convocado por él en diciembre de 1824. Lo cierto es que esta convocatoria y las propuestas que se presentaron eran un
anhelo en el que venía trabajando desde hacía buen tiempo Bernardo Monteagudo, primero con San Martín y luego con el Libertador. En 1822 Monteagudo firmó con el representante de Colombia un tratado de unión, liga y confederación perpetua, que fue aprobado por el Congreso Constituyente del Perú en 1823. Por este tratado las partes se comprometían a ayudas mutuas en caso de invasión extranjera, y se igualaban los derechos de los ciudadanos, de las embarcaciones y de los productos de ambos países. Así mismo, se convocaba a los otros países de América a una reunión en Panamá a fin de que se adhiriesen al tratado. Se ponía énfasis en que estas reciprocidades no afectaría la soberanía de los países. Asesinado Monteagudo en enero de 1825, el Congreso de Panamá perdió su guía y mentor intelectual. Bolívar no quiso invitar a Estados Unidos pero sí a Inglaterra. Ni Argentina ni Chile enviaron delegados por desconfianza de la manipulación que podía hacer Bolívar en aquella reunión. Razón no les faltaba. Bolívar era anglófilo desde hacía tiempo, en el Capítulo II mencionamos que 8 años antes ir venir al Perú intentó entregar “al gobierno británico las provincias de Panamá y Nicaragua, para que forme de estos países el centro del comercio del universo”. En 1825 la relación que proponía con Inglaterra era aún más peligrosa. Leamos la carta que escribe a Santander,37 presidente en funciones de Colombia: Mil veces he intentado escribir a Vd. sobre un negocio arduo, y es:
nuestra federación americana no puede subsistir si no la toma
bajo su protección la Inglaterra; por lo mismo, no sé si sería muy conveniente si la convidásemos a una alianza defensiva y ofensiva. Esta alianza no tiene más que un inconveniente y es el de los compromisos en que nos puede meter la política inglesa; pero este inconveniente es eventual y quizá remoto. Yo le opongo a este inconveniente esta reflexión: la existencia es el primer bien; y el segundo es el modo de existir: si nos ligamos a Inglaterra existiremos, y si no
nos ligamos nos perderemos infaliblemente. Luego es preferible el primer caso.
(...) Así, mi querido general, si Vd. lo aprueba, consulte Vd. al congreso, o al consejo de gobierno que Vd. tiene en su ministerio para casos arduos. Si esos señores aprueban mi pensamiento, sería importante tentar el ánimo del gobierno británico sobre el particular y consultar a la asamblea del Istmo. Por mi parte, no pienso abandonar la idea aunque nadie la apruebe.
Había además una agenda oculta del Libertador para el Congreso de Panamá. Con el pretexto de dejar sentadas las fronteras entre los países convocados, a los representantes del Perú se les dio instrucciones para llegar a un acuerdo con Colombia, cediendo todo el territorio del margen izquierdo del río Amazonas38. Afortunadamente, Vidaurre y Pérez de Tudela, que representaron al Perú, no apoyaron tal despropósito. Después de un año de deliberaciones el Congreso de Panamá aprobó algunos pactos de mutua defensa, pero el de mayor trascendencia fue un tratado de unión, liga y confederación inspirado en el que firmó años atrás Monteagudo. Este tratado desgraciadamente no fue llevado a la práctica. Otro acuerdo del Congreso de Panamá fue llevar el lugar de la asamblea fuera de la zona de influencia de Bolívar, por consiguiente acordaron realizar la siguiente reunión en Tacubaya, población en ese tiempo vecina a la Ciudad de México.
A la reunión de Tacubaya el Perú no envió delegados, quedando la asamblea reducida a México, Centro América, Colombia y Estados Unidos, que envió embajadores en esta oportunidad. En esta reunión México rechazó los tratados de Panamá y luego de estériles discusiones la asamblea acabó sin pena ni gloria. ¿Creía Bolívar en una asamblea democrática de las naciones latinoamericanas? Hay claras indicaciones de que no. En una carta dirigida a Páez, dijo:
“El Congreso de Panamá no es otra cosa que aquel loco griego que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegaban. Su poder será una sombra y sus decretos meros consejos”. En una declaración posterior dio a entender que nunca creyó en la utilidad del Congreso de Panamá y que sólo lo convocó con “fines de publicidad y propaganda ante Europa”
39 .
La leyenda continúa, no la podemos cambiar, más aún si un historiador reconocido como Pablo Macera dijera el año 1978: “Bolívar no pudo imponer a los hombres del Perú una solidaridad americana. Los criollos prefirieron pensar en pequeño”40 . Los criollos tuvieron muchos defectos, pero la oposición que hicieron a Bolívar no fue por evitar una solidaridad americana, los pensamientos dejados por Vidaurre, Luna Pizarro, Mariátegui son prueba de ello. A lo que se opusieron los criollos fue a la usurpación del poder, a la presidencia vitalicia, al desmembramiento del Perú. Lo dicho por Macera es un ejemplo de lo que encontramos en otros historiadores, sólo que ni Basadre, ni Vargas Ugarte, hubieran llegado al extremo de decir que “los ejércitos latinoamericanos se encuentran estructuralmente asociados a procesos revolucionarios”41 como dijo Macera en 1996. Confunde Macera revolución con golpe. Revolución es un cambio brusco del orden social y económico, el golpe es sólo la usurpación del poder. Los militaristas no han hecho nunca una revolución, salvo el intento de Velasco. Lo que han hecho los militaristas es usurpar el poder con fines inconfesables.
El historiador Macera fue muy lejos, ningún colega suyo que se respetara se hubiera atrevido a encabezar una lista al congreso por un partido como el de Fujimori y defender ese gobierno corrupto. Hay que reconocer, sin embargo, que hasta ahora Macera tiene razón cuando afirma que “Todo está en la memoria del país, en el disco duro, ningún virus puede borrarlo”42 . Esperemos que los nuevos historiadores logren, no borrar porque eso es imposible, pero si modificar y actualizar la enseñanza de nuestro pasado a tal pun-
to que el disco duro del que habla Macera quede obsoleto. Solamente así las nuevas las nuevas generaciones podrán aprender que la democracia es la única vía posible para lograr nuestro desarrollo.