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VI. BOLÍVAR: MUTILADOR DEL PERÚ
VI BOLÍVAR: MUTILADOR DEL PERÚ
Primero por egolatría y después, bastante distante, por temor a que el Perú fuese más fuerte que la Gran Colombia, Bolívar logró dividir en pocos meses lo que durante tres siglos los españoles no osaron. Casi la mitad de los peruanos cambiaron de patronímico en 1825 para llevar el nombre de un extranjero que los arruinaría durante los siguientes siglos. Sin posibilidades para desarrollarse por estar enclavado en los Andes, el Alto Perú se separó del Bajo Perú y se convirtió en República Bolívar, primer nombre que tuvo Bolivia.
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Aquellos peruanos fueron parte de una nación muy grande, formada principalmente por quechuas y aymaras, cuya cultura, el Tiahuanaco, había surgido en el siglo cuarto. Del siglo catorce hasta entrado el dieciséis formaron el núcleo duro del Imperio Incaico del Tahuantisuyo. Fue a partir de la Colonia cuando sus habitantes se denominaron peruanos por pertenecer al virreinato del Perú.
Resulta que los españoles dividieron la administración del Perú en Audiencias, y a la región al Este del Cusco —el antiguo Antisuyo incaico y áreas vecinas— la denominaron Audiencia de Charcas. En castellano corriente a
esta región se le llamó el Alto Perú por estar a una altitud mayor que su hermano, el Bajo Perú. Mucho más tarde, en 1776, al crear el virreinato de Buenos Aires, la Corona creyó necesario añadir a la nueva repartición más población y riqueza y le transfirió el Alto Perú; esto es, la Audiencia de
Charcas*, después de haber permanecido 280 años unida al Bajo Perú y siglos al Imperio Incaico. La transferencia de virreinato fue rechazada por los pobladores del Alto Perú de una forma más que simbólica, porque aunque no tenían recursos para oponerse a una decisión tomada a miles de kilómetros, manifestaron su descontentos y siguieron llamándose peruanos y considerando hermanos suyos a los del Bajo Perú. Es más, los documentos oficiales y proclamas1 de las nuevas autoridades argentinas que promovían la emancipación siguieron usando llamándolos peruanos. Por eso también Sucre, al dirigirse a los habitantes del Alto Perú para anunciarles el fin de la resistencia española, los llamó como lo hacía todo el mundo: “Peruanos”2 . Bolívar, en una carta3 desde Lima a Santander, lo explicaba de este modo: “lo que se llama propiamente Perú es del Cuzco a Potosí, como se sabe muy bien en este país. Así es que se dice: vengo del Perú, voy al Perú, cuando se trata del Alto Perú”.
Por su lejanía y diferencia racial, el virreinato de Buenos Aires no pudo en ningún momento reemplazar al del Perú ni en comercio ni en influencia. Tampoco lo pudo hacer Argentina cuando se independizó de España. Las fuerzas del general Belgrano y de otros generales argentinos se toparon con la altura de la región andina y la resistencia de las fuerzas realistas de Charcas que, por ser peruanos 4, desearon ser fieles al virrey del Perú, Abascal, quien en 1812 asumió de hecho el control militar y administrativo de esa Audiencia. ¡Qué vueltas dio la fortuna!: el mismo poder que intentó separar a los peruanos en 1776, los unía 36 años más tarde. Tendrá que disculpar el lector este sucinto resumen, pero ha sido indispensable hacerlo para explicar eventos posteriores. De acuerdo al principio uti possidetis que aceptaron los nuevos países, la nueva república de La Plata5 (Argentina) podía reclamar derechos sobre la
* Puno fue la única provincia que pudo regresar al Perú en 1796, luego de pertenecer al virreinato de Buenos Aires 20 años.