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Organización
De la Puerta de la Luna, volvemos al museo desde el que continuamos hacia el suroeste hasta Pumapunku, a un poco más de medio kilómetro de distancia (figura 1.17). Esta parte del sitio se siente bastante aislada y no suele ser visitada por turistas6; hemos pasado días aquí trabajando sin cruzarnos con un alma. Aun así, Pumapunku es la parte más interesante, fascinante y enigmática de Tiahuanaco. En ningún lugar del sitio puede uno estar tan en contacto con, y expuesto a, la belleza austera y el poder sobrecogedor del paisaje que lo rodea. La vista aquí se extiende hasta el horizonte. Hacia el este, se ve el valle bajo de Tiahuanaco y, a la distancia, el lago Titicaca y, más allá, las montañas de Desagüadero. La serenidad y paz que uno experimenta en un agradable día soleado de invierno contrasta con la violencia y el aullido de los vientos y tormentas que azota el sitio durante la estación de lluvias.
Pumapunku, como Akapana, es una plataforma artificial, pero con un perfil mucho más bajo. Se extiende por cerca de 2.25 hectáreas y alcanza una altura de aproximadamente 6 metros. En la plataforma más alta del montículo se encuentra un patio que está cerrado hacia el este por un área —a la que llamamos el Área Plataforma— con enormes bloques de roca arenisca y que deben haber sido los cimientos de una importante estructura. Todo lo que queda de esa estructura es cientos de piedras delicadamente labradas y fragmentos de entradas y ventadas intrincadamente talladas, desperdigadas alrededor de los bloques como si se tratase de las piezas de un gigantesco rompecabezas (figura 1.18).
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Organización
Si es posible detectar un alto grado de rigor geométrico y simetría en el trazado de las estructuras individuales, resulta más difícil percibir los principios de organización que rigieron el trazado del sitio y la ubicación de las estructuras individuales en relación unas con otras. Los dibujos reconstructivos que se han hecho del núcleo de Tiahuanaco, con amplias avenidas y un trazado estrictamente ortogonal, son difíciles de reconciliar con lo que se experimenta una vez en el sitio (Escalante, 1993, pp. 128-133). A pesar de que las estructuras existentes están orientadas aproximadamente hacia las direcciones cardinales, no se alinean según una cuadrícula específica o en relación con las otras ni forman un gran eje, como sí sucede, por ejemplo en la Huaca de los Reyes o en otras estructuras con forma de U a lo largo de la costa peruana. No crean una hilera de espacios abiertos y estrechos, como sí ocurre en Machu Picchu, ni definen una Plaza como en Chavín de Huántar. Tampoco revelan un patrón vial evidente.
6 Esto probablemente cambiará: el nuevo camino de La Paz a Tiahuanaco pasa justo por la entrada a Pumapunku.
Figura 1.17. Visto desde el pueblo, Pumapunku parece ser una colina pequeña.
Figura 1.18. Cientos de piedras finamente trabajadas desperdigadas por Pumapunku, como si se tratase de las piezas de un rompecabezas gigante.
Es cierto que desde el interior del Templete Semisubterráneo uno consigue una perspectiva imponente de la entrada oriental a Kalasasaya, pero no parece que las estructuras tuvieran alguna relación específica entre sí además de la proximidad. No hay ningún camino evidente que lleve desde la entrada o acceso de una estructura a la de otra, ni están orientadas en relación con las demás.
Si bien las estructuras no están cuidadosamente alineadas (es posible observar desviaciones de tres o cuatro grados en sus orientaciones relativas), casi todas, con excepción del Templete Subterráneo, que tiene un eje norte-sur, están orientadas más o menos de este a oeste. Kolata (1993, pp. 96-98) percibe esta orientación como una encarnación del paso solar como uno de los principios organizativos del trazado urbano de Tiahuanaco. Los otros dos principios propuestos por Kolata son la «gradación concéntrica de lo sagrado» y una «división dual».
Un foso, o —más bien— una serie de fosos, que presumiblemente rodeaban el «núcleo cívico ceremonial de la ciudad evocando la imagen de una isla sagrada» y que «servía para demarcar físicamente la esencia sagrada concentrada de la ciudad. El foso actuaba como una barrera psicológica y física, estableciendo, gracias a su propia forma, dimensión y representación simbólica, una jerarquía concéntrica del tiempo y el espacio» (Kolata, 1993, p. 93). La isla central representaba el origen de la raza humana, pero
En Tiahuanaco, solo algunos humanos [énfasis en el original], la élite de la sociedad Tiahuanaco, gozaban del derecho especial de residencia en este núcleo sagrado. La barrera de agua [énfasis añadido], entonces, también marcaba un punto de transición que distinguía las residencias de las élites de las de los habitantes comunes: la inequidad social y jerarquía estaban representadas en la forma urbana de Tiahuanaco (1993, p. 93).
La noción de que Tiahuanaco estaba rodeada por un foso fue, hasta donde sabemos, propuesta por primera vez por Posnansky, que imaginó que el lago Titicaca tuvo un nivel mucho más elevado en los tiempos del antiguo Tiahuanaco que hoy en día y que el sitio arqueológico se encontraba directamente en sus orillas. En consecuencia, interpretó las marcas que se observan al oeste de Pumapunku, al borde del barranco, como muelles; una pequeña bahía cerca de la entrada norte se convirtió en un puerto; y creyó ver un foso en las depresiones hacia el este y oeste de Akapana7 . Como se mencionó antes, y como han demostrado convincentemente Binford y Curtis (1997), el lago Titicaca ascendió a su nivel actual hace casi 2000 años.
7 La idea de Posnansky persiste hasta hoy en día a pesar de evidencia que sugiere lo contrario. Por ejemplo, el plano del sitio que aparece en el Atlas of Ancient America muestra la ciudad al borde de un lago con un canal, o zanja, que la rodea (Coe, Snow & Benson, 1989, p. 190).
Por ello, Tiahuanaco nunca estuvo al borde del lago y los supuestos fosos en realidad debieron haber estado siempre secos. Pero, ¿se trataba acaso de fosos? El propio reconocimiento topográfico de Posnansky demuestra que la depresión, o zanja, al oeste de Akapana no estaba conectada a la depresión hacia el este; en otras palabras, el foso, si es que en realidad se trataba de uno, al sur de Akapana, nunca fue terminado. Posnansky (1945, placa 3) reconoció esto en su plano de 1904 (revisado en 1912), que conectaba las depresiones al oeste y este con líneas punteadas8 . Nuestra propia inspección de las depresiones, o zanjas, sugiere en cambio que se trataba de cuencas de drenaje naturales. Se han encontrado otras cuencas de drenaje muy similares a lo largo del río Tiahuanaco, hacia el este del pueblo de Tiahuanaco. Ahora bien, es posible, como postuló Posnansky, que los tiahuanaco extrajeran tierra de las inmediaciones para construir Akapana, con lo cual se agrandaron las cuencas de drenaje, pero mil años o más de erosión podrían haber borrado toda evidencia de que las depresiones fueran artificiales. La pregunta sobre si hubo alguna vez la intención de construir un foso seco podría ser imposible de responder.
Probablemente inspirado por el hecho de que Cusco, capital de los incas, estuvo dividido en dos partes: hanan Cusco y hurin Cusco (Cobo, 1964, libro 12, capítulo 24, vol. 2, p. 112), Kolata escribió que «si se hace un corte transversal de eje este-oeste generado por el paso del sol, se revela una bipartición adicional del espacio social y simbólico en Tiahuanaco un segmento norte y uno sur» (1993, p. 99). Esta división, afirma, «puede inferirse de la distribución de sus dos montículos aterrazados principales: Akapana hacia el norte y Pumapunku hacia el sur (1993, p. 99). Como demuestra luego (1993, pp. 99-103), existe amplia evidencia, si bien indirecta, que sugiere una bipartición sociopolítica de Tiahuanaco. Si es que esta se manifestó en la estructura física del plan urbano es otra pregunta. La división conocida de Cusco, ubicada en el Qorikancha, no tiene un referente arquitectónico; es decir, no puede leerse en la estructura urbana. Sin embargo, en Tiahuanaco, la ubicación del Akapana y Pumapunku no sugiere una división, sino, más bien, una relación de distancia y aislamiento más que una norte-sur. Si hubiera existido un foso, la separación entre ambos montículos podría haber sido incluso más llamativa y significativa. La «gradación concéntrica de lo sagrado» tendría que haber sido interpretada de una forma muy distinta, ya que Pumapunku tendría que haber estado ubicado fuera del núcleo sagrado de la ciudad.
8 Posnansky (1945, vol. 2, p. 121) sostuvo que la sección sur de la zanja fue obstruida por un depósito aluvial.