Jean-Pierre Protzen y Stella Nair
De la Puerta de la Luna, volvemos al museo desde el que continuamos hacia el suroeste hasta Pumapunku, a un poco más de medio kilómetro de distancia (figura 1.17). Esta parte del sitio se siente bastante aislada y no suele ser visitada por turistas6; hemos pasado días aquí trabajando sin cruzarnos con un alma. Aun así, Pumapunku es la parte más interesante, fascinante y enigmática de Tiahuanaco. En ningún lugar del sitio puede uno estar tan en contacto con, y expuesto a, la belleza austera y el poder sobrecogedor del paisaje que lo rodea. La vista aquí se extiende hasta el horizonte. Hacia el este, se ve el valle bajo de Tiahuanaco y, a la distancia, el lago Titicaca y, más allá, las montañas de Desagüadero. La serenidad y paz que uno experimenta en un agradable día soleado de invierno contrasta con la violencia y el aullido de los vientos y tormentas que azota el sitio durante la estación de lluvias. Pumapunku, como Akapana, es una plataforma artificial, pero con un perfil mucho más bajo. Se extiende por cerca de 2.25 hectáreas y alcanza una altura de aproximadamente 6 metros. En la plataforma más alta del montículo se encuentra un patio que está cerrado hacia el este por un área —a la que llamamos el Área Plataforma— con enormes bloques de roca arenisca y que deben haber sido los cimientos de una importante estructura. Todo lo que queda de esa estructura es cientos de piedras delicadamente labradas y fragmentos de entradas y ventadas intrincadamente talladas, desperdigadas alrededor de los bloques como si se tratase de las piezas de un gigantesco rompecabezas (figura 1.18). Organización Si es posible detectar un alto grado de rigor geométrico y simetría en el trazado de las estructuras individuales, resulta más difícil percibir los principios de organización que rigieron el trazado del sitio y la ubicación de las estructuras individuales en relación unas con otras. Los dibujos reconstructivos que se han hecho del núcleo de Tiahuanaco, con amplias avenidas y un trazado estrictamente ortogonal, son difíciles de reconciliar con lo que se experimenta una vez en el sitio (Escalante, 1993, pp. 128-133). A pesar de que las estructuras existentes están orientadas aproximadamente hacia las direcciones cardinales, no se alinean según una cuadrícula específica o en relación con las otras ni forman un gran eje, como sí sucede, por ejemplo en la Huaca de los Reyes o en otras estructuras con forma de U a lo largo de la costa peruana. No crean una hilera de espacios abiertos y estrechos, como sí ocurre en Machu Picchu, ni definen una Plaza como en Chavín de Huántar. Tampoco revelan un patrón vial evidente.
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Esto probablemente cambiará: el nuevo camino de La Paz a Tiahuanaco pasa justo por la entrada a Pumapunku.
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