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Relación entre estas dos repúblicas
siguiente manera: los descendientes de los panakas incas, los curacas y su parentela, los hatunrunas o indios del común, los yanacones que eran algo así como siervos de la gleba. Por último, hay que mencionar a los moyos, huros y changos, a quienes, al decir de Waldemar Espinoza, se les consideraba infrahumanos. Toda esta organización de clases y castas estuvo hecha según el estilo occidental.
Si bien es cierto que la República de Españoles se formó y desarrolló en contra y de espaldas a la República de Indios, esto no se debe entender en forma total o absoluta, porque ambas se constituyeron en una unidad de contrarios, en la cual predominaba la República de Españoles a través de la imposición del dominio nacional racial cultural y a la vez de clase. RELACIÓN ENTRE LAS DOS REPÚBLICAS
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Como hemos visto líneas arriba, la República de Españoles no era ni podía ser homogénea, existía en su interior problemas de clase y de raza. Y también se dio algo parecido en la República de Indios: aquí las diferencias de clase se manifestaron a través de los estamentos.
Este dominio de la República de Españoles sobre la República de Indios se dio a través de esa "llave maestra" de explotación que encarnaron los curas y corregidores, por un lado, y los curacas y caciques por otro lado. Se puede apreciar aquí claramente una alianza de clases para lograr la dominación sobre la cultura andina.
A nivel ideológico-cultural, la religión católica fue uno de los instrumentos de imposición y persecución ideológica, mediante el cual trataron, y lograron en parte, destruir esas creencias mítico-religiosas, desterrando sus ídolos, los mismos que tenían el mérito de no ser celestiales sino más bien de tener una fuerte inspiración terrenal: la Mama Pacha, la Mama Cocha, el Inti y la Killa, que tienen que ver con la agricultura en particular y la vida en general, son prueba de esto.
Este papel cumplieron los curas doctrineros, pretendiendo desanimar al andino y así imponerle la religión católica, cristiana y occidental. Y la religión como parte de: “… la ideología constituye un arma que no mata, pero que adormece, anula y somete; (…) la ideología tiene la importancia fundamental de alcanzar sus objetivos en medio de elogios y aplausos.” (Guardia Mayorga, 1971: 6)
Otro de los elementos que coadyuvaron en esta "Santa Cruzada" fue la persecución de la lengua nativa y la imposición del castellano. Con estas dos
acciones, se pretendía borrar la memoria histórica de la cultura andina para no tener obstáculos en su proyecto de imposición y de dominio.
Otra de las formas en que se desarrollaron estas culturas fue a través del factor étnico-racial, el mismo que dio origen a los mestizos y posteriormente a los encastados, con toda su secuela de frustración, complejos y resentimientos. Mencionaremos que algunos mestizos fueron incorporados a la República de Españoles, mientras que la gran mayoría se encontraba en una situación ambigua, sobre todo los encastados.
El historiador Waldemar Espinoza afirma: “En el Perú, la mezcla de sangre española con la indígena dio lugar justamente al mestizo; la del mestizo con la española, al mestizo real; la del mestizo real con española, al mestizo claro; la del mestizo con india, al cholo; la del cholo con india, al mestizo quintero; la del negro con india, al zambo; y así sucesivamente. Éstas eran las castas, consideradas de hecho inferiores a la española y criolla, y de hecho también superiores a la de los negros e indios puros. Estas dos últimas quedaban en el último escalón.” (Espinoza, 1980: 212).
Y luego agrega: “La procedencia y la mezcla racial, marcada nítidamente en los rasgos físicos, determinaba el género de trabajo, el modelo de trabajo, el lugar de residencia, e inclusive el modo de hablar y caminar, lo que a su vez, lógicamente, fijaba la posición social.” (Espinoza, 1980: 212)
Todo esto representa la unidad y disparidad entre la República de Españoles y la República de Indios, pero es la República de Españoles la que domina y la que se impone al resto de la sociedad, configurando así el llamado Perú de las leyes, o en los términos del historiador Jorge Basadre, el Perú formal u oficial y mientras que la República de Indios configurará el Perú real, el Perú profundo. A este mosaico de castas, razas y clases, que configuraron el cuerpo legal llamado Perú, se agregó desde el comienzo de la conquista un elemento más, que llegó, según el historiador líneas arriba mencionado, en calidad de especie animal: “Dentro de la categoría de los animales podría englobarse a otra introducción que los españoles realizaron: la de los negros, a quienes prohibían andar de noche por las calles sin sus amos. No podían andar a caballo ni en mula, ni tener casa, ni ostentar sedas o joyas.” (Basadre, 1980: 71)
Todo esto representa la unidad y diversidad entre la República de Indios y la República de Españoles, todo bajo la dominación de la República de Españoles, la misma que se expresaba a través de cuatro formas: la dominación nacional, dominación cultural, dominación racial, las mismas que tenían su raíz en la dominación de clase.
Para concluir esta parte, es imprescindible plantear lo siguiente: la cultura
andina no aceptó jamás pasivamente la dominación e imposición occidental, cuya acción fue fundamentalmente no ofensiva, fue más que todo defensiva, bajo la forma político-militar e ideológico-cultural.
La defensa militar tuvo en Manco Inca, Juan Santos Atahualpa y Túpac Amaru, entre otros, a sus máximos representantes. La importancia de estas luchas, que llegaron en un momento dado a estremecer las bases de la dominación, principalmente por la decidida participación del indio, ha llevado a que algunos estudiosos consideren estas acciones como parte del proyecto nacional que pretendían construir desde el punto de vista de los intereses de Curacas y Caciques, la misma que termina desvaneciéndose en el año 1780, con la derrota del Cacique de Tungasuca y Surimana.
La resistencia ideológico-culturaI se dio en la persistencia del idioma quechua principalmente, y manteniendo la esperanza del renacimiento de los Huamanis y del Inkari, es decir, el mesianismo andino en el cual Mariátegui veía no solamente una actitud meramente pasadista, pues, muy por el contrario, creía que se trata de una actitud auténticamente futurista. Aquí sus palabras: “No es la civilización, no es el alfabeto del blanco, lo que levanta el alma del indio. Es el mito, es la idea de la revolución socialista. La esperanza indígena es absolutamente revolucionaria.” (Mariátegui, 1979: 14)
Lo último se enmarca dentro del camino democrático desarrollado por el pueblo al compás del devenir histórico.
CAPÍTULO II