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Las aves nocturnas

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Bibliografía

Bibliografía

Dioses de Lambayeque lo largo del proceso cultural previo, por lo menos desde el formativo. En la costa norte, son comunes varias especies de falcónidas, entre las cuales debemos mencionar por lo menos a los gavilanes, cernícalos y cara caras. Sin embargo, no conocemos material prehispánico que haga referencia a estas especies de modo inequívoco.

Algunas vasijas de estilo lambayeque expresan la escena de captura de una serpiente entre las garras de un ave (Fig. 298, ML023226). Es de suponer que se trata de aves falcónidas, expresando de este modo un especial simbolismo en el plano mítico, más que una expresión unicamente naturalista. Esta escena se reitera en el corpus iconográfico previo a las tradiciones lambayeque, siendo muy notables algunas representaciones cupisnique y posteriormente moche. Recordemos que una representación semejante tuvo tanta trascendencia en la mítica centroamericana.

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En los momentos finales de la ocupación inca, se encontraron en Túcume, fardos funerarios acompañados por ofrendas diversas, entre las cuales aparecen mates pirograbados con incrustaciones de nácar. En uno de ellos se aprecia con mayor detalle el perfil de una falcónida, pues se muestran las patas con amplias garras y el pico con gancho curvado hacia abajo. En este caso, podría tratarse de cualquiera de ellas, sin embargo, por ser un contexto inca, podrían ser representaciones del Cara cara, conocido además como el Corequenque o el Ave Indi (Phalcoboenus megalopterus) (Fig. 299), un ave de tal importancia religiosa que se convirtió en el Huauque (una representación o alter ego) de Manco Cápaq fundador de la dinastía inca.

2 Como hemos mencionado, quienes han tratado de explicar la naturaleza del personaje lambayecano, como ornitomorfo, han incluido en sus explicaciones la posibilidad de representar al águila pescadora, como una herencia de los moche (Kauffmnan, 1973: 429). Para ello el autor se apoya en el hecho de que el ave mítica lambayecana luce un tocado de dos niveles, el primero de forma semicircular seguido de un penacho semilunar bastante grande. En primero tiene el borde decorado con puntas, hecho que es considerado como el rasgo de identificación con la cresta de plumas que luce el aguila pescadora, reproducido como elemento diagnóstico en el arte moche. Sin embargo, debemos decir que no encontramos relación formal con tal representación, pues el tocado semicircular con el borde decorado con una línea quebrada continua es común para muy diversos personajes, inclusive como elemento sobre el lomo de felinos, olas, serpientes, etc. En realidad, la realización de este estudio nos ha sorprendido con la muy escasa representación de aves de presa en la iconografía lambayecana, que tuvo tanta importancia a lo largo de todo el proceso cultural previo.

Fig. 299

Las aves nocturnas

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Las aves nocturnas son bastante conocidas en la iconografía de las sociedades de la costa norte, que debe ser consecuencia de un largo proceso cuyo antecedente inmediato es la cultura moche (Fig. 300, ML020669). Sin embargo, lo que pareciera ser un aporte lambayeque y chimú, son las representaciones del “huerequeque” (Burhinus superciliaris), que no aparecen en la cerámica moche. Generalmente está representado con su característica cabeza, su pico corto y sus ojos saltones en vasijas negras de cuello efigie en donde es protagonista. Estas son evidentemente vasijas ceremoniales, con un cuerpo globular alargado y base plana. Una vasija del Museo Túcume, muestra al personaje con el cuerpo dividido en dos secciones, una superior decorada y una inferior llana, pulida (Fig. 301). La parte superior está dividida en cuatro secciones dentro de las cuales solamente hay representaciones de dos “colas” con apéndices horizontales en la forma de una escalera al costado. El fondo de cada uno de los campos está decorado con piel de ganzo, que representa el mundo celeste. Formalmente, la cola es distinta a la ola pues siempre es mucho más larga, extensa, pero además independiente. La ola en cambio siempre es más corta y continua, inseparable una de otra. En la colección del Museo Túcume, hemos encontrado una

Fig. 300

Dioses de Lambayeque representación interesante pues el ave está representada sobre un fruto, que parece ser una especie de calabaza, estableciendo así, una cercana relación entre ambos elementos.

El huerequeque es fundamentalmente un ave nocturna que se alimenta de insectos, es difícil de reconocer en terrenos áridos pues los colores de sus plumas se mimetizan con el suelo. Es un ave que puede ser domesticada, convirtiéndose en una mascota en el hogar. La tradición oral lambayecana hace referencia a un tema que reitera el castigo de una pareja de jóvenes que son convertidos en huerequeques por querer competir con la belleza de la luna (Narváez, 2000).

Conocemos también representaciones de lechuzas o buhos, a veces con gran tocado emplumado semicircular acompañando al personaje principal del “Huaco Rey”, a ambos lados sobre la esfera del recipiente. El complejo mítico de mellizos – siameses –pares, dobles, como se los quiera llamar, alcanza también a las aves en general. Este es un tema de gran antigüedad en las sociedades costeras, como lo prueba su representación en cerámica cupisnique. En general, todo en la naturaleza tiene su par, su doble, su pareja, incluyendo al gobierno local pues los señores siempre tenían a su “segunda persona”. Hemos sugerido que la tradición religiosa de esta región costera en el Perú, hizo que todos los santos, cruces o vírgenes cristianas tengan imágenes dobles, una consecuencia de la forma de concebir el mundo, que se ha insertado en una tradición religiosa popular y campesina, cuyos orígenes europeos muestran al ícono religioso como único (Narváez, 2000). 2

Las lechuzas de los arenales generalmente viven en parejas que elaboran sus nidos bajo tierra, en zonas arenosas, que literalmente excavan de manera coordinada. Esta lechuza –por lo tantosiendo nocturna y viviendo en galerías suubterráneas, son sin duda mensajeros del inframundo y por tanto de la muerte. Por ello, no es bueno tener lechuzas cerca de la casa, pues se la considera hoy como mensajero de la muerte. Consideramos además, que estas cavidades, galerías, como los nidos de las aves, deben ser considerados, como espacios de creación en el plano mítico.

En el campo mítico, un tema sumamente interesante es la capacidad de las lechuzas o buhos, de comer seres humanos. Una vasija del Museo Larco (Fig. 302, 303, ML019100), muestra al ave sujetando una figura humana con el pico, siendo evidente que el cuerpo es devorado desde la cabeza, pues el pico se encuentra a la altura de las cejas. La “víctima” está de pie, tiene los brazos extendidos y flexionados hacia arriba, no muestra vestido, con mechones de cabello a ambos lados de la cabeza. Los ojos están mostrados de forma redonda, bastante abiertos, aunque la boca no muestra una actitud definida pues casi no se aprecia. Aunque la vasija no muestra iconografía adicional, es evidente que parte del mito relacionado con estas aves, es su capacidad de “devorar” seres humanos.

Precisamente, en relación al poder de las aves nocturnas, en Túcume hemos registrado una creencia de acuerdo con la

Fig. 301

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