10 minute read
la transmutación histórica
Si bien ya he expuesto a lo largo de este trabajo, el mecanismo de la transmutación psíquica histórica, en este espacio, trataré de ampliarla.
Advertisement
En relación a la operación de la transmutación psíquica, mencionada constantemente en este trabajo, y que expuse anteriormente, estudiando sus mecanismos en el proceso histórico, trataré en este capítulo de desarrollarla un poco más, exponiendo un cuadro que contribuya a comprender mejor sus características.
La transmutación psíquica es un mecanismo histórico cuyo proceso inconsciente, consiste en la internalización, transformación, distorsión, ocultación y selección de determinados contenidos que más tarde toman otros aspectos diferentes tornándose irreconocibles a las formas representadas. Estos contenidos son constantemente removidos, deformados, integrados a nuevas manifestaciones formando nuevos contenidos, que volverán a ser distorsionados y así sucesivamente a través del tiempo y espacio, mediante un proceso continuo. En mi concepto de transmutación, determinados componentes históricos toman formas diferentes para construir otros discursos que si bien difiere del anterior, no pierde totalmente su constitución. Prefiero no hablar de sustitución sino de transmutación, de una estructura determinada que se irá mudando y distorsionando paulatinamente en otra, mediante en un proceso continuo y espiralado. La transmutación no presenta un carácter lineal, ciertos contenidos se sumergen en una determinada etapa histórica para emerger posteriormente en otra, y así constantemente. Los contenidos no desaparecen del todo, sino que cambian de forma, se distorsionan, mudan su estado preservando ciertos caracteres anteriores.
Podemos hablar no sólo de transmutación histórica sino de transmutaciones históricas ya que este mecanismo es dinámico, y jamás detiene su proceso en el tiempo. El desarrollo y la ruta evolutiva de este mecanismo histórico son similares a las nervaduras de una hoja. Supongamos que la hoja representa el
268 Eurocentrismo, monoteísmo y epistemología de la descolonización
tiempo y el espacio, y las nervaduras el proceso de transmutaciones. Por los nervios principales o centrales de la hoja ha fluido primeramente la savia de los materiales arcaicos, primigenios, compuestos por la magia, la religión, es decir el elemento prístino de las transmutaciones, que más tarde darán lugar a deformaciones epistemológicas sobre la cual se construirán otros conocimientos políticos, jurídicos biológicos, científicos, antropológicos, psicológicos que a pesar de celebrar su secularización, continuarán conservando soterrado en su seno las fuerzas primigenias que se manifestaron desde un principio.
Estos contenidos se proyectan en varias direcciones, transmutándose en otros contenidos diferentes y distorsionados, pero que continúan conservando diversas características del proceso de transmutación anterior, donde existe un componente básico de carácter religioso que se irá transmutanto en el tiempo e irá evolucionando bajo renovadas formas secularizadas. Las transmutaciones toman diferentes destinos, y las podemos ilustrar como similares a las nervaduras secundarias de una hoja, que se ramifican a partir de los nervios centrales. Estos contenidos ya transmutados parecen no conservar en absoluto los elementos anteriores de los cuales se ha desprendido e “independizado”. Los contenidos anteriores han quedado soterrados desde una dimensión inconsciente emergiendo nuevamente en el tiempo y espacio históricos.
Los elementos anteriores no se pierden, se diluyen se distorsionan, se modifican, pero se conservan en cierta medida, algo así como el azúcar que, disuelto en el agua, desaparece a la vista, pero continúa presente en el sabor. Como hemos afirmado, los contenidos antiguos se han transmutado, modificado e integrado a otros contenidos tomando diferentes destinos mediante elaboraciones de conocimientos derivados del anterior. Cada “nueva” transmutación, es representada por una ramificación secundaria alimentándose de los fluidos de la nervadura principal, y dando lugar a posteriores ramificaciones. A medida que los contenidos van pasando de transmutación en transmutación, se van distorsionando, integrándose con otros conocimientos, tomando otras formas sustitutivas, amalgamándose hasta tornarse desconocido, lo cual no implica que a pesar de la mudanza haya desaparecido. A medida que pasa el tiempo los materiales anteriores se irán diluyendo cada vez más, pero no perderán totalmente su esencia primigenia.
No podemos hablar de contenido transmutado sino de contenidos transmutados, ya que éstos pueden ser diversos: religiosos, filosóficos, políticos, sociológicos, antropológicos, psicológicos… De tal manera que, por dar un ejemplo, cierta constitución política o biológica, pueden contener residuos religiosos o filosóficos de un pasado remoto, que yacen totalmente desapercibidos como tales, que por el mecanismo de la transmutación se han hecho
269 Eurocentrismo, monoteísmo y epistemología de la descolonización
prácticamente imperceptible, pero que continúan presentes influyendo en los comportamientos y afectos, bajo otras manifestaciones.
Otra de los mecanismos de la transmutación es la “selección” de los contenidos del material que ha de transmutar, de tal manera que toma algunos contenidos del material anterior, pero ignora otros. Por ejemplo, al transmutar un material teológico —o cualquier otro—, se incorporan a estos materiales determinados contenidos “nuevos”. Lo que se ha incorporado se volverá a distorsionar transformándose posteriormente en contenidos de origen diverso: político, filosófico, o científico… las que continuarán conservando ciertos componentes anteriores distorsionados, habiendo omitido al mismo tiempo otros contenidos que ya no serán útiles para la construcción del conocimiento posterior.
No sólo se transmutan ideas, interpretaciones, doctrinas, paradigmas, realidades históricamente establecidas, sino también afectos, comportamientos, actitudes. Más allá del tiempo transcurrido, ya sean decenas o centenares de años, los elementos transmutados llegan en cierta medida hasta nosotros influyendo en el pensamiento, adquiriendo un carácter novedoso, cuando en realidad, ignoramos la procedencia antigua de estas fuerzas históricas, y sus manifestaciones inconscientes en el presente.
Como ejemplo de esto en el siglo XVI, las ideas teológicas del calvinismo relacionadas con los “predestinados para ser salvados” y los “predestinados para ser condenados” han sido transmutadas, deformadas, y racionalizadas, desde aspectos inconscientes. Se han prolongado aún en el siglo XIX, —y hasta el presente— mediante contenidos de carácter racistas, formas políticas, jurídicas mediante un expansionismo protestante, y la filosofía antropológica donde el concepto de “predestinado para ser salvado” ha transmutado bajo la forma de una predestinada “raza superior”, y la idea de “predestinados para ser condenados” ha transmutado bajo el concepto de una “raza inferior”, de la idea que el “hombre salvaje” ha nacido ya predestinado para someterse al “hombre blanco”. Las transmutaciones devienen de un núcleo prístino, básico religioso, cuyos contenidos se diluyen conservando en el tiempo ciertos componentes ya distorsionados e irreconocibles como tales. Mediante el mecanismo de la transmutación podemos afirmar, y siguiendo con este ejemplo, que el calvinismo se ha transmutado desde el siglo XVI en los conceptos posteriores de la predestinación geográfica de Buffon, en las naciones predestinadas de Hegel, transmutándose posteriormente en la política expansionista estadounidense, en el racismo político nacionalsocialista, y en los conceptos de civilización y barbarie, como diversos destinos.
270 Eurocentrismo, monoteísmo y epistemología de la descolonización
A través de los siglos la predestinación religiosa ha ido transmutado desde una dimensión a otra, emergiendo posteriormente una predestinación racista, biológica, política y antropológica. La idea de la predestinación religiosa calvinista, ha tomado la forma de una predestinación racial spenceriana, o una predestinación nacional bagehotiana, o una predestinación biológica darwiniana como el resultado de diversas nervaduras secundarias.
En un espacio de quinientos años un determinado contenido religioso A ha transmutado bajo formas filosóficas B, y B bajo formas políticas y antropológicas en C, por lo tanto C, conservará en cierta medida determinados contenidos de A como consecuencia de una transmutación indirecta. Este proceso es constante, histórico, dinámico no lineal, en donde los contenidos que hemos dado por perdido, en A, continuarán su accionar más allá del tiempo transcurrido.
Con el transcurso del tiempo y de los siglos, la transmutación ha de disminuir la intensidad de los contenidos. Así por ejemplo, los aspectos religiosos del pasado, podrán transmutarse bajo formas políticas o sociológicas, y permanecer distorsionados y ocultos e irreconocibles como tales por mucho tiempo. Esos aspectos religiosos pueden llegar a disolverse con el tiempo, pero no a desaparecer, pueden emerger nuevamente a pesar del tiempo.
La transmutación psíquica se extiende geográficamente y paulatinamente, lo hace en el espacio y el tiempo, siendo diversos sus contenidos y los afectos y efectos transmutados. Es dinámica y no se produce de forma subitánea, sino mediante un proceso paulatino de deformaciones. La transmutación proveniente de otras culturas pasando de “Oriente” a “Occidente” o viceversa, que por tratarse de fuerzas inconscientes emanadas desde un pasado histórico, ignoramos su procedencia, teniendo la falaz convicción que muchas prácticas culturales son propios de una cultura dada, cuando en realidad provienen de fuentes lejanas. Podemos haber adoptado en el tiempo elementos de culturas muy diferentes a la nuestra sin llegar a tener consciencia de esa adopción. No se hubiese llegado a una sociedad determinada sin el desarrollo de un proceso anterior, por lo tanto no existe ninguna cultura que haya nacido espontáneamente, sin haber recibido elementos constitutivos de otras culturas diferente, ya sea mediante transmutaciones o influencias conscientes. No se manifiesta una eclosión repentina, o como por generación espontánea como lo entendía Walter Bagehot con la cultura helénica.
Según el dispositivo de la transmutación histórica no existe “el pasado pisado”. Todo pasado continúa existiendo en el presente bajo otras formas sustitutivas, ya distorsionadas, deformadas de tal manera que ese mismo pasado al que una sociedad determinada, considera relegado, puede, bajo ciertas
271 Eurocentrismo, monoteísmo y epistemología de la descolonización
circunstancias volver a emerger. Nos sentimos orgullosos de nuestros avances científicos, tecnológicos, informáticos, a menudo sin tener en cuenta que estos avances jamás hubieran existido de no haber sido gracias a una base rudimentaria anterior.
Mediante la transmutación histórica, los contenidos originales se integran a otro u otros contenidos posteriores secundarios, y juntos se convierten en nuevas manifestaciones sustitutivas. Sin embargo, los contenidos anteriores no se disuelven completamente, por el contrario, se conservan ya integrados y amalgamados a los contenidos más recientes. Ambos contenidos comparten un mismo núcleo social que los integra.
Expresando un profundo odio e intolerancia hacia lo diferente, hacia todo lo que representa diversidad, Juan Bautista Alberdi deja ver en su discurso determinados contenidos religiosos inconscientes, transmutados y deformados bajo un contenido político. Alberdi relaciona desde lo inconsciente, a las naciones judeocristianas, jerarquizando sobre todo el protestantismo “angloamericano” con la salvación cristiana, la predestinación puritana, y la única verdad monoteísta, en antagonismo con el “paganismo” y la “idolatría” de las demás naciones no cristiana y no europeas.
Si bien podemos estar seguros que Alberdi hace una crítica política desde sus aspectos conscientes, ya que su discurso no es religioso, en el fondo es impelido desde lo inconsciente por fuerzas irracionales de carácter religioso, acudiendo inmediatamente a expresiones bíblicas basadas en el juicio y en el castigo para explicar una cuestión política: Inglaterra y los Estados Unidos representan el “trigo”, mientras que la “cizaña” es la representación inconsciente del “paganismo” y la “idolatría” practicados por las demás naciones no europeas y ajenas al cristianismo. Así como el Dios cristiano separa el trigo de la cizaña, el bien del mal, a los predestinados de los que no lo son, los condenados de los salvados, el Dios de Alberdi se ha encargado de separar la Europa “anglosajona” y “salvada” por la gracia divina, de las demás naciones “paganas” y condenadas, relacionando asimismo para ello la predestinación, ya que la cizaña ha sido llamada a ser siempre cizaña, y el trigo a ser siempre trigo.
Si la población de seis millones de angloamericanos —expresa— con que empezó la República de los Estados Unidos, en vez de aumentarse con inmigrados de la Europa libre y civilizada, se hubiese poblado con chinos o con indios asiáticos, o con africanos, o con otomanos, ¿sería el mismo país de hombres libres que es hoy en día? No hay tierra tan favorecida que pueda, por
272 Eurocentrismo, monoteísmo y epistemología de la descolonización
su propia virtud, cambiar la cizaña en trigo. El buen trigo puede nacer de mal trigo, pero no de la cizaña. (Alberdi, s.f)
Generalmente en los textos de política, antropología, biología sobre todo durante el siglo XIX, cuando se utiliza el término “hombre”, no solo se piensa en el varón, sino que se emplea para describir al “ser humano”, es decir, sólo puede ser “hombre” el hombre blanco, europeo y cristiano. Este es realmente un hombre-humano superior, en contraste con los demás seres menos humanos. El término “hombre” en sí mismo estaba cargado de un componente racista y sexista. En “Occidente”, la discriminación religiosa precedió a la discriminación racial. El temor al mestizaje derivó del temor a la contaminación del cristianismo con la idolatría, a la cual se debía extirpar de cualquier manera. La extirpación de la idolatría está intrínsecamente relacionada con el racismo, y del mismo modo la predestinación calvinista. No nos sorprende que en primer lugar, el desprecio hacia un pueblo determinado debido a sus prácticas religiosas consideradas como “abominables y heréticas” no se extienda simultáneamente abarcando el odio racial, y cultural.