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Bolivia después de la caída de la Confederación

JOSé SEBASTIÁN DE GOYENECHE (1784-1872)

El arzobispo de Lima tuvo un rol decisivo en la vida política republicana. En º1828, envío un pedido al papa León XII para restablecer relaciones entre el Perú y la Santa Sede. En 1837 fue designado ministro plenipotenciario del Estado Sud-Peruano, al cual representó en la Conferencia de Tacna. En dicha reunión se llevó a cabo la redacción de la Ley Fundamental de la Confederación Perú-boliviana. para ello el pre vio consentimien to del Senado o, en su receso, del Consejo de Estado. La Ley del Congreso de Huancayo fue derogada en 1845.

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El mismo Santa Cruz otorgó, con condiciones, el pase a la bula que institu yó a Francisco Javier de Luna Pizarro obispo de Alalia, in par ti bus in fi de lium, o sea sin ju risdicción (decre to de 1° de agos to de 1837). Para el Obispado de Maynas, fue preconizado Jo sé Ma ría Arriaga (17 de setiembre de 1838). La provisión del Ar zo bispado de Lima a fa vor de Francisco de Sales Arrieta dio lugar a un decre to de Gama rra, muy similar en su con te nido al de Sala verry sobre su an tecesor, monseñor Be na ven te (12 de ene ro de 1841), Gama rra rei te ró su actitud en el caso del doctor José Higinio de Madalengoitia, obispo in par ti bus in fi de lium. Obispo electo de Ayacucho y presentado por el Gobierno, fue Santiago José de Oselan; el Sumo Pontífice lo instituyó por bula de 12 de julio 1841, que por decre to dado por Me néndez el 26 de fe bre ro de 1842, recibió pase con aclaraciones semejantes a las ya mencionadas a propósito de los monseñores Benavente, Arrieta, Luna Pizarro, Diéguez y Madalengoitia.

Por muerte de monseñor Jorge Benavente, el papa Gregorio XVI, previas presentaciones del Go bierno, preconi zó ar zo bispo de Lima al R.P. Francisco de Sales Arrieta el 13 de junio de 1840. Poco an tes había pre conizado al doctor José Ma ría Arriaga como obispo de Maynas (17 de setiembre de 1838).

A fines de 1839, en el pe ríodo del ar zo bispo elec to de Lima, fray Francisco de Sales Arrieta, llega ron al Perú dos bulas de Gre go rio XVI, de 8 de agos to de 1837, por las cuales beatificaba a fray Martín de Po rres y a fray Juan Masías.

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BO LI VIA DES PUéS DE LA CAÍ DA DE LA CON FE DE RA CIÓN.- No era suficiente garantía, a

los ojos de Gamarra, el colapso de la Confederación. Santa Cruz había escapado y hallábase en Guayaquil, desde donde fomentaba incansablemente intrigas tanto en Bolivia como en el Perú. Gamarra podía desbaratarlas en el Perú, pero no podía imponer en Bolivia misma –donde la fuerza del partido de Santa Cruz era más grande– todas las medidas de carác ter pre venti vo y represivo que consideraba urgentes.

Además, existía desde 1828 la idea de deshacer Bo livia o, por lo menos, de incorporar el departamen to de La Paz al Perú, que era como el contrapeso de la idea de amputar o dividir este país.

Ya desde 1839 el co ro nel Juan Bautista Arguedas fue enviado, con el pre tex to de repatriar a los soldados peruanos y, en realidad, para estimular la firma de actas en algunas ciudades bolivianas que debían pedir la anexión al Perú. Fue hecha una discriminación cuidadosa entre soldados peruanos y bolivianos, en el ejército peruano. Se mantuvo todo el andamiaje militar montado con moti vo de la pasada gue rra y se utili zó el armamen to que en ella había sido capturado. En su mensaje al Congreso de Huancayo, Gamarra llegó a afirmar que había sobrados motivos para que el Perú llevara la guerra a Bolivia.

Todo dependía de la situación política de ese país. El general Velasco, jefe del ejército del sur de la Confederación, al sublevarse contra ella el 9 de febrero de 1839, en Tupiza, había resultado, por actas populares, primero presidente provisional hasta la reunión del Congreso Constituyente, y luego, al reunirse este, presidente constitucional. Tuvieron el Congreso Constituyente y Velasco una solidaridad absoluta con los vencedores en la guerra pasada, como si hubieran los bolivianos combatido al lado de Bulnes y de Gamarra.

Velasco separó a los empleados adictos a la Confederación, secuestró los bienes de Santa Cruz y envió una pomposa carta a Bulnes después de la vic to ria de Yungay, diciendo que la había recibido Bolivia con "trans por tes de alegría". Nada de ello en terneció a Ga ma rra. Para suscri bir un tratado preliminar de paz exigió la devolución de los soldados peruanos prisioneros en

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