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La campaña de El Perú y la acción republicana
La decisión del jefe de la Junta de Gobierno de ser, al mismo tiempo, candidato presidencial, provocó intensa oposición. En el manifiesto de Arequipa había prometido: “Convocaremos también a elecciones generales dando para ello las más amplias garantías, como no hay antecedentes en nuestra vida republicana”. En cambio, se esbozaba el retorno a los días de la reeleción de Leguía en 1924 y en 1929. Aquí Sánchez Cerro cometió un error.
LA CAmPAÑA de eL Perú y LA ACCIón rePUbLICAnA.- Surgió contra la autoelección
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de Sánchez Cerro la campaña enérgica pero principista del diario El Perú. En este periódico escribieron Ernesto de la Jara y Ureta, Alberto Ulloa Sotomayor, José Gálvez, Raúl Porras Barrenechea, Jorge Basadre y otros. El redactor en jefe fue Ricardo Vegas García. Los editoriales estuvieron a cargo de Alberto Ulloa, José Gálvez y Ernesto de la Jara en esta primera época. Porras creó una sección humorística titulada “Cámara lenta” y Basadre la llamada “Cartas al Perú”.
El Perú se fundó como órgano de la Acción Republicana. Según se dijo a algunos de los que formaron parte en la primera etapa de esta agrupación, ella nació para aglutinar en un frente único o liga civil a un equipo que, de acuerdo con Sánchez Cerro, fuera a la Constituyente a elaborar la nueva Carta política que debía regir en el país. Se habló de construir un ómnibus cuyo paradero debía ser la Plaza de la Inquisición y cuyos pasajeros podían luego integrar un partido o quizás más. Acaso por eso el manifiesto de la Acción Republicana, suscrito el 1º de enero de 1931 enunció, según sus propias palabras “un programa de reformas constitucionales” y reconoció que entre los signatarios cabían “divergencias particulares y toda la diversidad de matices que reconociendo la misma realidad, dependen del punto de vista en que cada cual se coloque”. Entre los principios enunciados por la Acción Republicana como fórmulas para la nueva Carta estuvieron: el descentralismo; el regionalismo económico; el voto secreto con tendencia a facilitar la representación de las distintas agrupaciones políticas en los distritos electorales populosos; el régimen presidencial limitado; la no reelección; el fortalecimiento de la institución ministerial; el Senado con origen, formación y atribuciones distintas de las correspondientes a la Cámara de Diputados; la independencia del Poder Judicial; el amparo de la Hacienda pública contra el desorden, la dilapidación y el peculado; la tecnificación de los funcionarios; la conversión de los institutos armados no solo en escuela de disciplina sino también en instrumento de educación y fuerza civilizadora. Al ocuparse de las garantías individuales y sociales propugnó este manifiesto la independencia armoniosa entre el Estado y la Iglesia, la libertad de prensa con responsabilidad, el sentido social de la propiedad, la expropiación de tierras para favorecer el desarrollo de la mediana y pequeña propiedad, la defensa de la propiedad comunal indígena, una legislación especial de trabajo que incluya “el seguro social contra la invalidez, la ancianidad y la muerte”, el derecho del Estado para nacionalizar grandes fuentes de riqueza natural, la ayuda al sistema cooperativo, la protección al empleado, el pequeño agricultor y el pequeño industrial, la educación popular. “Somos (decía el manifiesto) una sociedad viciosamente constituida. Comparable a nuestro territorio por lo desigual y cortado, la población que habita esta región del mundo se halla dividida por exorbitantes desniveles. Minorías que participan de la más avanzada cultura y del mayor bienestar que ofrece nuestra época, conviven con mayorías de hombres anormal y peligrosamente ignorantes y pobres”.
Hubo analogía sustancial entre las ideas expuestas en el olvidado documento aquí rápidamente resumido y las que sustentan el anteproyecto de Constitución elaborado por la comisión que presidió Manuel Vicente Villarán. Debe hallar cabida este sector de opinión cuando se haga la historia de las ideas políticas después de 1930.
Firmaron hombres de derecha moderada, de centro y de izquierda moderada. Se asociaron algunos sobrevivientes del “futurismo” de Riva-Agüero, figuras universitarias e intelectuales de la generación inmediatamente posterior y algunos jóvenes. El sector de hoy puede sorprenderse eL Perú
este diario nació como órgano del movimiento político Acción republicana y fue un ente propagandístico de la candidatura de José maría de la Jara y Ureta. en sus páginas, ejerció una severa crítica a las intenciones autoeleccionistas del presidente Luis m. sánchez Cerro. entre sus colaboradores se encontraban: ernesto de la Jara y Ureta, Alberto Ulloa sotomayor, José gálvez. raúl Porras barrenechea y Jorge basadre.