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El malestar monetario a comienzos de 1932
del régimen de moneda fiduciaria en el Perú (17 años) se había perdido y destruido permanentemente parte de los cheques circulares y billetes bancarios.
La ley N° 7488 de 19 de febrero de 1932, cuyo proyecto emanó del Poder Ejecutivo, ordenó que el Banco Central de Reserva pusiera fin a la conversión de los cheques circulares emitidos conforme a las leyes N° 1968,1982 Y 2776, así como al resello de los billetes con arreglo al decreto ley 4500, en el término de 12 meses. A cuenta de la suma que correspondía al Gobierno por razón de los cheques circulares no presentados a conversión y de los billetes del Banco de Reserva no presentados a resello y que se presumían perdidos justificadamente o destruidos, el Banco Central de Reserva debía entregar SI. 2 millones y el resto cuando se venciera el término fijado.
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Dicha suma fue aplicada al pago de los sueldos adeudados a los servidores del Estado.
EL MALESTAR MONETARIO A COMIENZOS DE 1932.- Durante los ocho primeros meses
del régimen de libre conversión de la moneda instaurado por el decreto ley N° 7137 de 18 de abril de 1931, de acuerdo con las recomendaciones hechas por la misión Kemmerer, se produjo en forma lenta y en pequeña cantidad proporcional la exportación del oro. Pero la situación política continuó agitada; no se equilibró el Presupuesto de 1931 ni se consolidó la deuda flotante ni se aseguró el servicio de la deuda interna consolidada; tampoco vinieron reformas aduaneras y así, a pesar de la severa restricción del crédito adoptada por el Banco Central de Reserva con la cooperación decidida de los bancos comerciales, no pudo mantenerse la estabilidad de la moneda. Hubo también factores extraños al Perú que produjeron un desequilibrio en el nivel general de los precios, como consecuencia de la acumulación del oro por los Estados Unidos y Francia y por otras causas. AI aumentar el poder adquisitivo del oro, influyó sobre el descenso de los precios.
En el país la desconfianza en la estabilidad política y social, la pérdida del crédito externo, la restricción general en los negocios intensificaron la contracción monetaria, debida, sobre todo, a la tendencia de los capitales a salir del país. Y fue así como los aumentos de circulante determinados por la emisión de 10 millones de soles para constituir el capital efectivo del Banco Agrícola y ampliar el capital de la Caja de Ahorros de Lima y la entrega de 2 millones de soles al Gobierno por concepto de cheques circulares perdidos, se tradujeron, a corto plazo, en ventas de giros que volvieron a disminuir el circulante a nivel aún más bajo que el anterior. No había una absorción mayor del circulante porque no funcionaban factores propicios para el desarrollo de la producción, del comercio y de la industria que son las fuentes más sólidas de la demanda de la moneda y toda ampliación del circulante no conducía sino a la disminución de las reservas de oro.
Mientras en abril de 1931 hubo una circulación de más de 60 millones de soles (incluyendo los depósitos en el Banco Central de Reserva), en abril de 1932 la circulación y depósitos apenas excedían de los 52 millones. Durante todo este tiempo, el Banco Central de Reserva no había tenido prácticamente compras de oro y, en cambio había efectuado muchas ventas de ese metal. En los últimos cuatro meses hasta mayo de 1932 se perdió oro por más de 20 millones de soles. Los poseedores de capitales no tenían confianza en la estabilidad de la moneda y preferían guardarla en bancos extranjeros a mantenerla en el país; y los capitales foráneos se retraían de venir.
Ya desde enero de 1932 se intensificaron los rumores acerca de una inminente desvalorización del sol peruano. En el Congreso Constituyente fue presentada una moción de orden del día para que la asamblea manifestara su decisión de mantener “la estabilidad e intangibilidad de la moneda nacional”. La campaña favorable a la devaluación estuvo vinculada a ciertos intereses conexos con los negocios de exportación. También hubo voces desfavorables a la implantación del control de cambios; pero ellas no fueron oídas.
Con fechas 26 de enero y 6 de febrero de 1932, el presidente del Banco Central de Reserva Manuel Augusto Olaechea dirigió al ministro de Hacienda Francisco Lanatta, largas notas para IGNACIO BRANDARIZ (1890-1982)
El periodista y político trujillano fue designado ministro de Hacienda el 13 de abril de 1932, y ejerció el cargo hasta junio del siguiente año. Durante su gestión, debió enfrentar la crisis fiscal, debida a la inestabilidad política del país y a la crisis financiera mundial. Brandariz fue uno de los fundadores del diario La Crónica (1912), y se desempeñó como jefe de redacción de El Comercio (1915-1921). Cuatro años más tarde, fundó y editó los diarios El Sol y La Noche, que fueron c1ausurados por el gobierno de Augusto B. Leguía. Fue senador por Tumbes en dos oportunidades.