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El reconocimiento de la Junta Nacional de Gobierno
JOsÉ gáLvez bArreneCHeA (1885-1957)
el poeta y político tarmeño (aquí en una fotografía de juventud) formó parte de la Junta de gobierno encabezada por david samanez Ocampo. en marzo de 1931, gálvez encabezó el ministerio de Justicia e Instrucción, y en agosto de ese mismo año, se hizo cargo interinamente del ministerio de relaciones exteriores. en 1935 fue nombrado ministro plenipotenciario en Colombia. de regreso en el Perú, inició una serie de estudios sobre literatura popular. en 1945 fue elegido senador por el departamento de Lima y primer vicepresidente de la república. siguió en la actividad política hasta su muerte, durante el segundo gobierno de Prado. J. Francisco Tamayo (Gobierno), el comandante Gustavo Jiménez (Guerra), Capitán de fragata Federico Díaz Dulanto (Marina y Aviación), José Gálvez (Justicia e Instrucción), Manuel A. Vinelli (Hacienda), Ulises Reátegui Morey (Fomento). Larco Herrera era del norte, Samanez Ocampo, Tamayo y Vinelli del sur, Gálvez y Jiménez del centro, Reátegui Morey del oriente, Gálvez acababa de ser uno de los directores del diario El Perú y entró a la Junta a título personal. El Estatuto de ella fue expedido el 11 de marzo de 1931.
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Samanez Ocampo juró “cumplir y hacer cumplir las leyes” ante el estandarte del Regimiento Escolta del Presidente portado por el abanderado y con dos soldados de escolta. El juramento lo tomó el comandante Gustavo A. Jiménez, ministro de Guerra. Ni en esa solemne oportunidad ni en ocasiones posteriores durante su gobierno, Samanez Ocampo usó la banda presidencial. A quienes le preguntaban por qué hacía eso. Respondía: “La banda la lleva el Presidente constitucional de la República, no el Presidente de una Junta”.
En abril Vinelli obtuvo licencia por enfermedad y lo reemplazó interinamente Larco Herrera. La renuncia de este, motivada porque recibía solicitudes y se efectuaban publicaciones para que fuese candidato a la presidencia de la República, no fue aceptada el 20 de julio. Pero él se retiró de la Junta el 24 del mismo mes. “La fuerza de una porción de la opinión pública (ha escrito en sus memorias) amparada en la ley y con propósito honesto persistía en su campaña porque yo fuera candidato a la primera magistratura del Estado y de allí se derivaban juicios adversos a mí, que alcanzaban a la Junta, a quien se llegaba a suponer protegiendo manejos destinados a frustrar, en mi favor, la acción de la ley electoral. Por dignidad personal, pues, y por interés patriótico debía tomar yo en consideración aquella fuerza, no para obedecerle postulando mi candidatura a la Presidencia, contra mi voluntad y lo que convenía, como algunos supusieron que haría, sino para acallarla por falta de porqué, apartándome de toda actividad política desde ese momento”. Después de haber tomado esta decisión, Larco Herrera viajó pro corto tiempo a Estados Unidos, si bien regresó más tarde para pretender, en vano, orientar el proceso electoral.
José Gálvez se encargó de la cartera de Relaciones Exteriores; poco después, Emilio L. Gómez de la Torre, personaje del sur, fue nombrado ministro de Hacienda y luego Guillermo Garrido Lecca, distinguido ciudadano del norte, ministro de Justicia e Instrucción, con lo cual Gálvez quedó como canciller titular.
Fueron, en suma, en todo momento, seis civiles, un militar y un marino los miembros de la Junta Nacional de Gobierno.
La finalidad esencial de ella fue, como ya se ha anotado, la convocatoria a elecciones libres para presidente de la República a la cual agregó las correspondientes a un simultáneo Congreso Constituyente. Cumplió esa misión; a ella agregó otras labores muy importantes de carácter económico y administrativo. Pero esos mismos objetivos los hubiera podido llevar a cabo la Junta de Elías. El gesto de Jiménez, que presentó caracteres en parte bochornosos y en parte ridículos, no cambió fundamentalmente el sentido que habían tomado los acontecimientos después de la reunión de Sánchez Cerro, pues había una latente aspiración a legalizar la vida nacional. Sin embargo, la personalidad de Jiménez dio al breve régimen por él sostenido una consistencia que tal vez otro no habría tenido en aquella época desorientada. El antes oscuro comandante alcanzó una dimensión nacional. Tenía seguramente miras ulteriores.
eL reCOnOCImIenTO de LA JUnTA nACIOnAL de gObIernO.- La Junta no gestionó
ni esperó el reconocimiento de los gobiernos extranjeros y entró con ellos en relaciones normales. Se considera que este fue el primer caso de aplicación de la doctrina mexicana Estrada sobre reconocimiento. Con motivo de los cambios que se sucedieron en América del Sur en 1930 (Bolivia, Perú, Argentina, Brasil) el ministro de Relaciones Exteriores de México Genaro Estrada formuló una declaración sobre la política que se proponía seguir su país en lo concerniente al