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El Partido Descentralista en la crisis de la década de 1930

LA SITUACIÓN DE INESTABILIDAD POLÍTICA VIVIDA DESDE AGOSTO DE 1930 CONTINUÓ EN LOS MESES SIGUIENTES, FRUTO DE DEMANDAS POSTERGADAS DE DIVERSOS SECTORES ECONÓMICOS Y SOCIALES. EN LAS PROVINCIAS, LA PRINCIPAL DEMANDA ERA ACABAR CON EL CENTRALISMO DE LIMA, ACENTUADO DURANTE EL ONCENIO. JUSTAMENTE, DEBIDO A ESTA SITUACIÓN, SURGIÓ EN AREqUIPA UN MOVIMIENTO qUE ENARBOLÓ ESA BANDERA Y TRATÓ DE EXPRESARLA POLÍTICAMENTE.

Este tema es abordado por el historiador José Luis Rénique, en El movimiento descentralista arequipeño y la crisis del 30, Lima: PUCP. P. A. de Ciencias Sociales, 1979 pp. 57-59, donde dice:

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“La reacción que en muchos puntos del país surgió a la caída de Leguía fue, como vimos anteriormente, especialmente vigorosa en Arequipa, donde se inició el movimiento que trajo por tierra al régimen del oncenio. Profesionales, negociantes e intelectuales mistianos pensaron que era la oportunidad propicia para terminar con el absorbente centralismo capitalino que, sobre todo en la década anterior, había significado un serio obstáculo para el desarrollo provinciano. Francisco Pastor, por ejemplo –un abogado que más adelante sería representante por Puno en el Congreso Constituyente–, señaló que escuchando hablar a Sánchez Cerro desde los balcones de la Prefectura, a pocas horas de iniciada su rebelión, muchos, él entre ellos, abandonaron ‘cátedras y bufetes’ para sumirse en la ‘marejada política’. La expresión culminante del impulso político tomado por los sectores arequipeños, fue la fundación, en 1931, del Partido Descentralista. ‘Vivimos instantes de gravísima trascendencia para el Perú –señaló en su primer manifiesto–, de lo que ahora hagamos depende si la nación resurge o acaba de arruinarse y si las provincias adquieren vida o siguen sepultadas. La decisión está en nuestras manos’. Los descentralistas llamaban a sacudirse del ‘indiferentismo político’ y a contribuir desde sus filas partidarias a una efectiva reconstrucción nacional que, como paso previo, cancelara en centralismo capitalino, culpable de ‘atrofiar a las fuerzas vivas de la nacionalidad, maniatando y animizando a las provincias’. El programa de Partido Descentralista partía por exigir una nueva demarcación política, de acuerdo a las características económicas y sociales de cada departamento. Cada uno de los cuales se convertiría en una unidad regional, en un poder regional con autonomía para fomentar y cuidar su riqueza, para recaudar, administrar e invertir sus rentas. Tan solo los fondos indispensables para satisfacer las necesidades de carácter central y nacional serían administradas por el gobierno local. ( ) El programa de los descentralistas arequipeños recogía las inquietudes de los sectores medio arequipeños por el desarrollo regional, sus reivindicaciones eran presentadas como cuestiones de interés general, ‘esta corriente no patrocina caudillos ni encubre intereses’ afirmaba dicho documento. Si se revisa la procedencia de los firmantes del programa descentralista podrá advertirse que provenían de las clases medias”.

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