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El pedido de nulidad de las elecciones

LA TrIbUnA

este diario, fundado en 1931 por manuel seoane, quien también era su director, fue el vocero oficial del aprismo. en sus páginas se anunció el triunfo de su candidato, víctor raúl Haya de la Torre, en las elecciones de 1931. el APrA no consideró válido el escrutinio oficial que daba como vencedor de la contienda electoral a Luis m. sánchez Cerro. Impugnó, asimismo, la validez de los votos que no llevaban firma ni sello en los sobres respectivos y los padrones donde aparecía la firma pero no la rúbrica de los electores; tachó los escrutinios practicados por los jurados departamentales en Piura, lca, Tumbes y Moquegua; pidió la nulidad de los procesos en el Callao, donde los votantes fueron más que los inscritos y en Arequipa; y protestó contra la anulación del de Cajamarca y la de la credencial del representante aprista por Loreto Tuesta Mori.

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Resulta muy difícil, después de treinta años y sin examinar todos los expedientes, aseverar si hubo fraude en gran escala o no en 1931. En cuanto a las inscripciones, parece poco probable que ellas estuviesen infiltradas por el sanchezcerrismo; el registro funcionó primero bajo la dirección de Alberto Arca Parró, como ya se ha dicho y luego de Eloy B. Espinosa, que era aprista. Producidas las elecciones, La Tribuna anunció el triunfo aprista durante algunos días como el 14, el 15, el 16 y el 17 de octubre. El criterio legalista del Jurado Nacional de Elecciones al rechazar tachas no plenamente comprobadas debió parecerse acaso al del Tribunal de Sanción al no considerar las acusaciones contra los leguiistas que basábanse en elementos indiciarios. Podría creerse que el volumen de las tachas justificadas no hubiese sido tan decisivo cuando un patricio como David Samanez Ocampo, un político tan inquieto y tan alejado entonces de Sánchez Cerro como el comandante Gustavo Jiménez y un intelectual de los quilates cívicos y morales de José Gálvez acataron el resultado de las elecciones desde la Junta Nacional de Gobierno. En todo caso, tanto la popularidad de Sánchez Cerro como la de Haya de la Torre fueron muy grandes y las diferencias en el escrutinio pudieron haber sido lógicamente más exiguas. Llama la atención al observador malicioso que (según se dijo, después de presiones, para apuntalar la mayoría sanchezcerrista en el Congreso) fuesen anulados los comicios en el departamento de Cajamarca, precisamente favorables al aprismo y las que favorecieron al candidato aprista Tuesta Mori en Loreto. A pesar de todo, pensando en el futuro, si en grandes sectores de la ciudadanía (que desbordaban los límites del bando sanchezcerrista) había alarma y suspicacia ante las teorías y la táctica apristas, si la opinión pública independiente no había creído encontrar todavía un “certificado de buena conducta” de este partido para aprobarlo, pensando en el futuro, él habría procedido mejor si, después de haber dejado a salvo sus discrepancias, hubiese aceptado las cifras del Jurado Nacional de Elecciones en una actitud de moderación. A pesar de todo, era una gran victoria haber obtenido más de cien mil votos en la primera presentación electoral después de una campaña que duró tres meses; los dirigentes apristas eran entonces muy jóvenes y Sánchez Cerro había sido proclamado presidente solo por cinco años. Verdad es que el candidato triunfante tampoco tuvo un gesto conciliador.

Y así en 1931 se inició el proceso por el cual Haya de la Torre no logró ser jefe del Estado en el Perú. El caso se repitió en 1962 y en 1963 con distintas características pero con idéntico contenido; es decir se ha prolongado durante más de treinta años. Y esos treinta años han visto también, reiteradamente, la victoria electoral del Partido Aprista cuando se ha coaligado con otras fuerzas y ha unido a sus propios votos, votos independientes: eso ocurrió en 1936 con Luis Antonio Eguiguren, en 1945 con José Luis Bustamante y Rivero y en 1956 con Manuel Prado, si bien el cumplimiento de su programa quedó aplazado.

eL PedIdO de nULIdAd de LAs eLeCCIOnes.- El Partido Aprista pidió ante el Jurado Nacional la nulidad de las elecciones, pues consideró que las había perdido “en las esferas de los cotizables Jurados de Elecciones” Luego hizo una gestión similar ante el presidente nacional de Gobierno David Samanez Ocampo y tampoco halló acogida favorable Al efectuarla, fue contra el principio de que el Poder Electoral debía ser autónomo.

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