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APÉndICe AL CAPÍTULO 4

[ tomo 15 ]

[ octavo período: EL COMIENZO DE LA IRRUPCIÓN DE LAS MASAS ORGANIZADAS EN LA POLÍTICA ]

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APÉNDICE

[4]CAPÍTULO

He aquí una carta del muy estimado amigo Mario L. Ureta a cuyo recuerdo dedico un especial homenaje.

San Isidro, 26 de septiembre de 1975

Señor Doctor

Jorge Basadre

Presente

Mi muy apreciado amigo:

Al releer el tomo undécimo de la Historia de la República del Perú, capítulo cuarto en el que menciona Ud. las tentativas que se hicieron para desconocer el acto electoral de 1931, anota Ud. entre sus razones lo siguiente: “El autor del presente libro tiene motivos para estar convencido de que hubo planes de rebeliones militares por lo menos en Piura y Chiclayo, encabezados por el Comandante Eulogio Castillo". Sus motivos, expuestos con esa ponderación que le es peculiar, puedo afirmarle que son verídicos por haber tenido yo la oportunidad de ser testigo de alguno de esos planes por circunstancias que le vaya referir, y que justifican las razones que tuvo Ud. para anotarlas en su historia. Al finalizar el mes de noviembre del año 1931 me encontraba en Piura en ocasión de mis labores que entonces eran las de Viajero Apoderado de la Casa Theodoro Harth, Zona Norte, con residencia en Chiclayo, lo que me permitía estar constantemente entre los departamentos de La Libertad, Lambayeque, Piura y Tumbes. En aquel año, mi hermano Eloy que desempeñaba en la Escuela Militar de Chorrillos el cargo de Comandante de la Escuela de Cadetes, fue nombrado Jefe de Estado Mayor de la Primera Región que por entonces el Cuartel General estaba establecido en Piura, cuya Jefatura la ejercía el Coronel Eulogio Castillo. El foco principal de la reacción estaba en ese lugar donde residían los principales hombres que usufructuaron el poder que Sánchez Cerro había puesto término. Se debe considerar que al desconocer el Apra las elecciones en las que intervenía por primera vez con su propio candidato, los leguiistas y los grupos políticos que intervinieron en la contienda electoral tenían que plegarse al intento de rebelión. Así, sin pactos, la vinculación de los apristas con los políticos resentidos se justificaba como medio de impedir que el candidato elegido en los comicios electorales de aquel año fuera proclamado. La circunstancia de que el Cuartel General de la Región se encontraba en Piura y que su Comando estaba a cargo del Coronel Eulogio Castillo, ex Jefe de la Escolta del Presidente Leguía,

era propicia para el intento de rebelión, si se aprecia, que Castillo, por razones del alto puesto que desempeñó durante el régimen del Oncenio, estaba vinculado a sus elementos más conspicuos; y, en Piura, mantenía con ellos estrecha amistad.

En esa ciudad estaba preparado el ambiente para la rebelión que iba a estallar el ocho de diciembre para impedir que prestara juramento ante el Congreso, el Presidente proclamado.

Para ello, contaban con el apoyo del Comandante Gustavo Jiménez, Ministro de Guerra de la Junta de Gobierno, el hombre fuerte de la revolución del año treinta que sin ser aprista, veía con simpatía cualquier intento de impedir que Sánchez Cerro ejerciera el poder. Tal el caso del Coronel Eulogio Castillo, a quien, amiguero como era, se le veía en Piura rodeado de amigos; en su mayoría adversarios del hombre que les quitó su prolongada intervención en los asuntos públicos. Era Prefecto del Departamento el Coronel Carlos A. De la Jara, que en el Departamento de Lambayeque desempeñó el mismo cargo en el gobierno del señor Leguía. Comandaba accidentalmente el Batallón de Infantería N° 1 el Mayor Luis Alfaro, y era Jefe del Regimiento de Caballería, establecido en Sullana, el Teniente Coronel Manuel F. Portugal, concuñado del Comandante General. La Intendencia de Guerra la desempeñaba el Comandante Juan de la C. de Oballe, a quien La Jara sucedió en la Prefectura del Departamento. Todo esto era propicio para la rebelión que se intentaba. Como apreciará Ud. por lo que voy a relatarle, que no es más que la confirmación de lo que dice en su Historia de la República. Cuando llegaba a Piura, me alojaba en la casa donde vivía mi hermano, lo que ocurría cada tres meses. Eso permitía que cada tres meses estuviéramos juntos. Por esa razón tuve oportunidad de conocer que en la mañana del día 7 de diciembre se recibió un telegrama del Ministro de Guerra Comandante Gustavo Jiménez, en el que ordenaba que el Batallón de Infantería N° 1 se embarcara en el vapor Bio Bio que encontrándose en el puerto de Paita debía amanecer el día 8 en Pimentel. Aquella orden impartida por el Ministro de la Junta de Gobierno no pudo cumplirse de inmediato porque el Coronel Eulogio Castillo se encontraba almorzando en el campo con sus amigos y se juzgó que no era dable en ese momento hacerle conocer tan delicado asunto, por lo que se dispuso que cuando estuviera en la Comandancia, se lo harían conocer. Fue así como el Comandante General pudo enterarse en su Despacho, del contenido del telegrama en mención cuando ya era tarde para dar cumplimiento a lo ordenado por la superioridad; por lo que el Coronel Eulogio Castillo tuvo que comunicarle al Ministro, que ante la imposibilidad de poder embarcar las tropas en el día señalado, en las primeras horas del día 8 se embarcarían en el transporte Rímac que salía por la tarde de Piura para amanecer el día 9 en Pimentel.

Cuando mi hermano me contó que el Batallón de Infantería N° 1 comandado por el Mayor Luis Alfaro ya no salía a Chiclayo el día 7 sino el 8, me habló de las actividades subversivas en el departamento, y que el mencionado Batallón de Infantería estaba comprometido para actuar con otras fuerzas, para desconocer el acto electoral antes que el Congreso proclamara al candi- dato que había triunfado; y que para impedir que se cometiera ese desacato habían acordado con el Coronel Castillo embarcarse junto con el Jefe del Batallón y las tropas; lo que fue confirmado por el Comandante General en la circunstancia que voy a relatarle:

La noche del 7 de diciembre salíamos de visitar a unas amistades con el Comandante Juan Fernández con quien me unía una leal amistad.

Al pasar por la calle donde está ubicado el “Centro Peruano’; el Coronel Eulogio Castillo que en esos momentos salía de aquel Centro Social, atravesando la calle, le dio la voz a Fernández, su íntimo amigo y compañero de armas para decirle: ”Acabo de tomar champagne con los amigos que me han despedido y hemos brindado por el triunfo de la revolución; pero estos ‘tontos´dijo, SE DEBE CONSIDERAR QUE AL DESCONOCER EL APRA LAS ELECCIONES EN LAS QUE INTERVENÍA POR PRIMERA VEZ CON SU PROPIO CANDIDATO, LOS LEGUIISTAS Y LOS GRUPOS POLÍTICOS QUE INTERVINIERON EN LA CONTIENDA ELECTORAL TENÍAN QUE PLEGARSE AL INTENTO DE REBELIÓN.

“AL CONOCERSE LA DECISIÓN DEL JEFE DE LA REGIÓN, LA MUCHEDUMBRE DESAPARECIÓ; Y CUANDO LA TROPA LLEGÓ A CHICLAYO, EL PREFECTO DEL DEPARTAMENTO, COMANDANTE CARLOS MIREL, QUE ANTERIORMENTE HABÍA DESEMPEÑADO EL MISMO CARGO EN EL DEPARTAMENTO DE LA LIBERTAD, SE AUSENTÓ.

creen que nosotros estamos aquí para darles gusto en lo que quieren” Dirigiéndose a mí expresó: ”Estoy de acuerdo con su hermano, que el “Cholo” este ha triunfado en las elecciones, y nosotros como soldados, no tenemos otra misión que respetar las decisiones de la ciudadanía. Por eso es que yo voy con él acompañando a las tropas para evitar intentos de rebelión contra pautas constitucionales. Cuando amanezcamos mañana en Pimentel, el acto electoral estará consagrado por el Congreso; ya nosotros lo que nos corresponde es acatarlo”

Por estar enterado de esto, las declaraciones del Comandante General de la Región, nos satisfizo, sobre todo a Fernández que bastante conocía a su compañero de armas. El día 9, que llegaron las tropas a Pimentel, fueron aplaudidas por la numerosa concurrencia que las recibió. Ante la inesperada presencia del Coronel Castillo y del Comandante Ureta, se presentó la Directora del Colegio Latino Americano señora Rosa M. de Meza, portando un ramo de flores y dirigiéndose al Comandante General de la Región, le manifestó “que en nombre de su partido’ ponía en sus manos esas flores, confiada en que había llegado para evitar el fraude cometido en perjuicio del Presidente moral del Perú, señor Victor Haya de la Torre.”EI pueblo espera de Ud. que no se cometa ese atropello” Quienes presenciaron la escena, me contaron que el Coronel Castillo, al recibir la ofrenda, le manifestó que le agradecía en nombre del Ejército, pero que las fuerzas de su mando nada tenían que ver con ese asunto; que el Presidente ya había sido proclamado constitucionalmente y que las tropas venían de Piura para resguardar el orden. Al conocerse la decisión del Jefe de la Región, la muchedumbre desapareció; y cuando la tropa llegó a Chiclayo, el Prefecto del departamento, Comandante Carlos Mirel, que anteriormente había desempeñado el mismo cargo en el departamento de La Libertad, se ausentó. Así terminó el intento de rebeliones en el norte, que Ud. cita en su Historia de la República. Sus motivos, pues, coinciden con la realidad de lo que aconteció en aquella época, que tan de cerca me toco vivir. En mi concepto, el Ejército al actuar como lo hizo, cumplió en este caso, en sujetarse a las normas que le dicta la Constitución. Me he extendido demasiado en mi relato, pero al hacerlo, no me guía otro propósito que el detallar -hasta donde me es posible recordar- las incidencias que dieron motivo a que frustrara el intento de las rebeliones que Ud. con mesura y acertadamente cita en el capítulo que refiere las incidencias de las elecciones del año 1931, su Historia de la República que constantemente me es grato leer.

Reitera a Ud. en esta ocasión, los leales sentimientos de nuestra vieja amistad.

MARIO L. URETA

[ tomo 15 ]

[ octavo período: EL COMIENZO DE LA IRRUPCIÓN DE LAS MASAS ORGANIZADAS EN LA POLÍTICA ]

CAPÍTULO 5 ● La elección de la Mesa Directiva del Congreso Constituyente ● El primer Gabinete de Sánchez Cerro ● La instalación del Congreso Constituyente ● La célula parlamentaria aprista ● Un discurso de Haya de la Torre ● La vigencia de la Constitución de 1920 ● El reglamento y las comisiones del Congreso Constituyente ● La acusación al ex presidente Leguía ● La prórroga del decreto ley pro desocupados ● La autorización al Poder Ejecutivo para que nombrase municipalidades ● La mayoría y la minoría ● Los primeros choques después del cambio de gobierno ● La ley de emergencia ● El Colegio de Abogados de Arequipa y la ley de emergencia ● La protesta obrero-estudiantil contra la ley de emergencia ● La beligerancia aprista ● Los apristas y el batallón N° 7 ● Los proyectos apristas ● El proyecto educacional ● Otros proyectos apristas ● Los primeros actos en cumplimiento de la ley de emergencia ● El Gabinete Lanatta ● La Crónica y la muerte del ex presidente Leguía ● La mutilación del Congreso ● El plan para que la minoría se retirase del Congreso ● El Congreso después de su mutilación ● Nuevos actos de represión ● La prisión y deportación de Jiménez ● La renuncia de La Jara. La personalidad de La Jara ● El manifiesto de Haya de la Torre en febrero de 1932 ● Las cartas de Haya de la Torre al “compañero Mendoza” y el mensaje a la célula del Cuzco ● El atentado contra la vida del presidente Sánchez Cerro ● La condena a muerte de Melgar y de Juan Seoane ● El ascenso de Sánchez Cerro a coronel ● La conmutación de la pena de Melgar y Seoane ●La represión después del atentado de Miraflores ● La defensa de Haya de la Torre frente a los atentados ● El caso del ministro Lanatta ● La prisión de haya de la Torre ● El juicio contra Haya de la Torre ● Las cartas de Haya de la Torre a Mackay y su mensaje para la Navidad de 1932 ● El “compañero Mendoza ● Las elecciones complementarias para el Congreso Constituyente ● Las Finanzas del Congreso Constituyente ● Una novela norteamericana sobre el Perú después de Leguía ● Apreciación sobre este período.

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