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El “compañero Mendoza”

NICANOR MUJICA (¿?-2003)

En la década de 1930, el político aprista mantuvo fluida correspondencia con Juan Seoane, que purgaba condena por haber sido implicado en el intento de asesinato a Sánchez Cerro. Mujica se unió al APRA en 1931 y pertenecía al entorno directo de Haya de la Torre. En 1938 fue deportado a Europa. A su regreso, en 1945, fue elegido diputado por Huarochirí (Lima). Deportado nuevamente en 1950, volvió en 1955 y se hizo cargo de la página editorial del diario La Industria. En 1980 fue elegido senador por Lima, y durante el gobierno aprista se encargó del Ministerio de la Presidencia. aprista pero no malgastar en ellos demasiadas energías “porque ellos tienen como destino el gritar y ser histéricos y nosotros la enorme responsabilidad de dirigir”. “Para esto, es necesario tener el cerebro como en refrigerador: bien nutrido y bien fresco. Por ello, los compañeros deben cuidar de su salud, ejercitarse físicamente, organizar caminatas, nadar, etc. como disciplina aprista indispensable. Deben tener, además, un gran control sobre sí mismos, no sensualizarse ni abandonarse a los fáciles y muelles tropicalismos”.

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El seminario debe estimular la autocrítica, cultivar la más estrecha fraternidad entre todos y desarrollar un activo plan de divulgación procurando irradiar una viva y constante influencia hacia otros países. La obra realizada ha sido gigantesca pero falta mucho por hacer; su gran base es “disciplina en todo sentido, acción integral y eficiente, estudio, unión fraternal, autocrítica y divulgación incesante”

Diserta en seguida el mensaje acerca de la conveniencia de esparcir noticias periodísticas y epistolares que demuestren la enorme extensión en la fuerza social, política y moral del aprismo y que divulguen la alianza entre los “comunoides” y la reacción. Insiste en que el partido “es una demostración de disciplina y conciencia políticas, reveladora de que los latinos de estos pueblosdesorganizados se preparan a dar al mundo una gran lección de madurez mental y de evidente sentido de organización”.

Se dedica luego a insistir en una vieja idea suya, la tarea de influir sobre la juventud y, ante todo, sobre los más jóvenes de los jóvenes.” Somos (afirma con hipérbole) medio millón de apristas pero nuestro Perú tiene 6 o 7 millones”. Ese medio millón debe ser la vanguardia, la docencia del partido. Los compara con los 100 mil hombres del ejército alemán de entonces que no eran sino 100 mil oficiales que se preparaban a dirigir un ejército de millones de soldados. Pero “solo sabe mandar quien supo obedecer y solo puede dirigir su grupo, grande o chico, aquel que se preparó para aquella difícil misión y comprendió su gran responsabilidad”. Formula las palabras de orden:”Uno para todos, todos para uno”, “El aprista debe ser fuerte mental y físicamente”; “En la lucha, hermanos; en el dolor, hermanos; en la victoria, hermanos”;”Nuestro partido es el pueblo mismo y quien está contra él, está contra el pueblo”. En suma, “el partido es hermandad, escuela y fuerza unitaria”. El párrafo final contiene los siguientes conceptos:”Debemos aprovechar nuestros sufrimientos y no amargarnos jamás; debemos fortalecernos espiritualmente tanto, que alcancemos el frío y sereno dominio de las más difíciles situaciones. No debemos olvidar que el aprista debe sufrir para ser fuerte. No debemos olvidar que en este caso peruano, luchamos contra ‘una barbarie de levita’, contra una casta enferma de odio, de envidia, de vejez y de incultura que ve con despecho el surgimiento de una fuerza superada, austera, unida y joven. Recurrir a sus métodos o participar de sus odios es contagiarse, infectarse, inutilizándose para la realización de una tarea que exige completa salud mental y vigorosa resistencia física…”.”Me parece que nosotros estamos y debemos estar en un nivel superior al de la barbarie que trata de victimamos; por eso, sin dejar de ser enérgicos y firmes, debemos evitar el barbarizarnos, lo que sería olvidar la misión civilizadora del partido”.

EL “COMPAÑERO MENDOZA”.- Entre los presos capturados en esta época estuvo César L. Mendoza, el “compañero Mendoza” de las cartas de Haya de la Torre. Declaró ser agricultor y haber venido al Perú de Bolivia en diciembre de 1929 para establecerse en Chavín en el pueblo de Yanac con el fin de dedicarse a la administración de unas tierras de su propiedad; y haber permanecido allí hasta febrero de 1932 en que fue a Chincha por los carnavales. Allí fue apresado y se le condujo luego a Lima. Dejó constancia, además, de que estaba expedito para recibir el título de abogado y de que no era comunista. No tenía actividades políticas ni sociales y se dedicaba a sus ocupaciones personales y al restablecimiento de su salud. Fue capturado bajo la acusación

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