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José Gálvez

(...) en 1909, se realiZaron los priMeros JueGos Florales celebrados en el perÚ, baJo los auspicios de la Municipalidad de liMa, cuando era alcalde GuillerMo billinGHurst. [JosÉ] GÁlveZ obtuvo el priMer preMio por sus coMposiciones ‘canto a espaÑa’ y ‘reino anterior’.

La obra poética de José María Eguren se complementó durante el período aquí tratado con La canción de las figuras (1916) y Poesías (1929). También comenzó él a escribir pequeños artículos sobre temas estéticos. Asimismo, inventó y perfeccionó una microscópica cámara fotográfica (1) .

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En este país de vocaciones larvadas fue un ejemplo de dedicación y de continuidad. En este país de espíritus turbios, fue un ejemplo de pulcritud. En este país de imitaciones, fue un ejemplo señero de personalidad. Sobre todas las tentaciones de las circunstancias, sobre todas las inestabilidades del ambiente, nada fue sino poeta. Y poeta que no fue visto a menudo en los proscenios de los teatros o en las antesalas de los poderosos. Tímido y pueril, por otra parre, fue incapaz de sentirse genio incomprendido, de llamar la atención mediante excentricidades o impertinencias.

[ IV ]

JoSÉ GÁlVeZ.- José Gálvez Barrenechea, nació en Tarma el 7 de agosto de 1885. De estirpe ilustre, tuvo una infancia y una juventud tristes. Alumno del Colegio Guadalupe, fundó con un grupo de sus camaradas La Voz Guadalupana. Más tarde perteneció a la redacción de Variedades, La Crónica e Ilustración Peruana.

Con motivo de la primera celebración de la Fiesta de Primavera en 1908 compuso su canción a la juventud. La leyó en aquel acto en el paraninfo de la Facultad de Medicina ante un entusiasmo desbordante. Cargado en hombros, paseó con los estudiantes por la calles de Lima y repitió de nuevo sus versos en el Salón General de San Marcos ante el presidente de la República, José Pardo. En ese recinto no se habían escuchado versos desde que en los días inmediatamente anteriores a la guerra con Chile, Germán Leguía y Martínez recitó una composición poética de circunstancias. Aquella noche, un grupo de universitarios ofreció a Gálvez y a Elías Samanez, campeón atlético universitario, un ágape en el Jardín Estrasburgo y unió así en su homenaje a un poeta y un deportista.

Casi un año después, en 1909, se realizaron los primeros juegos florales celebrados en el Perú, bajo los auspicios de la Municipalidad de Lima, cuando era alcalde Guillermo Billinghurst. Gálvez obtuvo el primer premio por sus composiciones ”Canto a España” y “Reino interior”. Los miembros del jurado discutieron sobre cuál de las dos era la más sobresaliente, pues ignoraban que pertenecían al mismo autor. Optaron por el “Canto a España” en igualdad de condiciones con su rival. La fiesta, efectuada el 31 de julio de 1909, fue una de las más bellas de aquella época. Asistieron el presidente de la República, Augusto B. Leguía, y el alcalde Guillermo Billinghurst. Correspondió desempeñar el papel de reina a Luisa Garland. Raimundo Morales de la Torre (uno de los miembros del jurado, con Eugenio Larrabure y Unanue y Clemente Palma) pronunció un discurso. Gálvez leyó sus dos poemas premiados. El Casino Español le otorgó por aquellos días una medalla de oro y lo nombró su socio honorario.

Quien de modo tan gárrulo rendía homenaje a la Madre Patria era nada menos que el nieto del héroe y tribuno muerto en el combate del Callao el 2 de mayo de 1866. Su poema venía a unirse al que Luis Benjamín Cisneros escribiera sobre Alfonso XII, a algunos versos de José Santos Chocano, sobre todo en su libro Alma América, y a la oratoria de algunas actuaciones solemnes (ninguna acaso tan celebrada como el homenaje del Ateneo de Lima a Ramón Menéndez Pidal en 1905) para incrementar prestigiosamente el sector hispanista de la literatura peruana.

Poco después, el cantor de la juventud y de España publicó sus dos primeros libros de poemas: Bajo la luna en 1911 y Jardín cerrado en 1912, donde predomina un lirismo con influencia de Juan Ramón Jiménez.

(1) En los artículos titulados "José María Eguren y la nueva poesía" Amauta Nº 3, noviembre de 1926, y "Elogio y elegía de José María Eguren", Amauta Nº21, febrero-marzo de 1927, este último incluido luego en el libro Equivocaciones, el autor del presente libro trató extensamente de este poeta.

En julio de 1912 tuvo lugar en Lima el tercer congreso de estudiantes americanos. Acudieron a él delegados de Uruguay, Bolivia, Chile, Argentina, Brasil, Panamá y otros países. En la recepción que se les brindó hubo manifestaciones en las calles de Lima y Callao. Las actuaciones, veladas y banquetes con muchos discursos se sucedieron. Una conciencia “generacional” unificaba a los estudiantes, si bien no había llegado aún la época de la solidaridad juvenil con las reivindicaciones sociales.

El concurso entonces abierto para el himno de la juventud terminó con la obtención del premio para la música por el chileno Enrique Soro y el de los versos al poeta peruano José Gálvez. El coro de esta canción, hoy olvidada, dice:

Juventud, juventud, torbellino, soplo eterno de eterna ilusión, fulge el sol en el largo camino que ha nacido la nueva canción

En 1921, el año de centenario de la independencia, apareció la colección de artículos de José Gálvez titulada Una Lima que se va. Gálvez en esta obra, como después, en Estampas limeñas (Lima, 1935), evocó costumbres, escenas o modos de ser arrollados o desvanecidos por la invasión del progreso y de la vida moderna.

Publicado en el mismo límite cronológico que vino a separar la transformación de la vida capitalina cuyo primer impulso se iniciara en 1895 para aclararse a partir del año del centenario, Una Lima que se va viene a ser un documento social a la vez que un testimonio literario. El prosaísmo que suelen tener los escritores costumbristas no era visible en sus páginas porque el autor las humedecía con la emoción poética de los recuerdos de su niñez y de su hogar.

Gálvez exaltó sobre todo la tradición republicana y no fue un nostálgico de la proveniente de la época del Virreinato, a pesar de su hispanismo sentimental. Su añoranza no estuvo acompañada por el enojo o el disgusto ante las creaciones del presente y del porvenir. Y aunque su linaje era preclaro, ninguno de sus blasones resulta equiparable a la gloria de su abuelo José Gálvez Egúzquiza, el maestro liberal y héroe del 2 mayo de 1866, de su tío abuelo Pedro Gálvez Egúzquiza, eminente hombre público y de su tío José Gálvez Moreno, héroe en la guerra con Chile. Por otra parte, el hogar y la niñez, por él con tanto cariño evocados, habían estado circundados por la pobreza que conoció también durante muchos años más, vívidos en la condición de gañán de la pluma en La Crónica, Variedades y otros periódicos.

Gálvez no llegó a editar su anunciado libro Paz aldeana en el que debieron predominar versos de tipo descriptivo y colorista. El soneto “El caballo de paso” fue muy elogiado dentro del género criollo. Intentó, además, la novela corta en el relato La boda, de ambiente tarmeño. En su tesis universitaria Posibilidad de una genuina literatura nacional (Lima, 1915) hizo, aunque sin investigación profunda, interesantes consideraciones teóricas sobre un asunto del cual casi toda su obra como escritor tendría que ser examinada. El segundo gobierno de José Pardo lo nombró cónsul en Barcelona y allí, entre 1917 y 1920, efectuó labor meritoria y estuvo en relación con personalidades de la vida catalana.

De regreso al Perú, llegó a ser alcalde de Tarma en 1921. En 1926 perteneció a la Comisión Jurídica que viajó a Arica durante la campaña plebiscitaria y dirigió el periódico Justicia. Catedrático de literatura antigua en la Facultad de Letras, su contacto con la poesía clásica influyó en algo, más tarde, en su oda pindárica a Grau. Elegido decano de esa Facultad entre 1928 y 1930, inició la publicación de la revista Letras.

Después de 1930 tomó creciente relieve dentro de su personalidad la acción cívica. Fue como si, después de haberse colocado en algunos de sus libros, como Una Lima que se va, cerca de Ricardo Palma, hubiese querido inspirarse también en la otra gran figura que tanto admiró: eStaMpaS lIMeñaS

esta obra del escritor y político tarmeño José Gálvez (1885-1957) fue publicada en 1935. en ella su autor hacía referencia a usos y costumbres de los limeños que habían empezado a desaparecer con la llegada del progreso. Junto a su obra una lima que se va de 1921, este libro es considerado un importante retrato social de la capital a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.

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