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Martín Adán

la caSa de caRtÓn Rusia 1931 (donde aparece inferior a sí mismo) quedó constancia pública de la fe y la doctrina del autor de Trilce.” A diferencia de otros minuciosos, voraces aprovechadores, Vallejo (ha escrito Guillermo de Torre) en cuanto poeta, en cuanto hombre de letras, nunca se apoyó en ninguna plataforma extraliteraria, política; su único sostén estuvo en sí mismo. Si fue a Rusia en dos ocasiones lo hizo a sus expensas; el libro-reportaje que escribió, más allá de una simpatía apriorística, no rebasa los límites de la objetividad. Cierta arisquez temperamental, cierto libertarismo ingénito lo hicieron inmune probablemente a todo enrolamiento sectario”. La guerra española precipitó en él una eclosión poética de pureza, intensidad y hondura metafísicas y visionarias dentro de su aparente incoherencia entrecortada en la cual se reafirmó su condición de auténtico poseso que (según las palabras de Juan Larrea) “lúcidamente y sin reflexión alguna, trata por todos los medios de extraerse de sí, de alienarse apelando a lo absurdo”. El romanticismo inició la controversia acerca de las formas tradicionales y convencionales del lenguaje al bregar en principio contra la falsificación de la experiencia por la forma; y esa lucha prosiguió al punto de que la historia literaria a lo largo de los siglos XIX y XX ha sido, en cierta esta novela vanguardista forma, la historia de la renovación del lenguaje mismo. Pero al avanzar el siglo XX, coincidiendo fue escrita por Martín con las postrimerías de la primera guerra mundial, se intensificó en todas las artes la protesta adán, seudónimo de contra los medios convencionales de expresarse, la ruptura con la tradición estética, la resisten-

Rafael de la fuente cia contra las tentaciones de las formas ya hechas y de los clichés quizá convenientes pero (1908-1985). apareció en gastados y no valiosos. Ha sido un tremendo esfuerzo por la expresión directa, la pura y virginal 1928, con un prólogo a inspiración enfrentándose a la coagulación, la consolidación, la externalización, la institucionalicargo de luis alberto zación de lo vivido. Sánchez y un colofón de Vallejo, sin desmedro de su originalidad, toma parte en ese épico combate. Pero lo hace a José carlos Mariátegui. solas, con el aporte de su dolor inmenso, con el de su genio y el de su sentido humano. Su obra de corte lúdico en en conjunto, como expresara Antenor Orrego proféticamente en el prólogo de Trilce, “retrae imágenes y metáforas hacia su origen la esencia del ser”. Su voz suele dar la impresión del abismo. Coloca a los homtiene su acción en el bres frente a su propio drama y las nuevas generaciones encuentran ahí un desasosiego, unas distrito de Barranco, contradicciones, un malestar psíquico que son como los de ellos y los del mundo y de la época durante unas vacaciones en que viven. Con Vallejo se inicia en América un nuevo proceso cultural, un proceso de alcance de verano. Su estructura y sentido universales. Ya ha surgido para la valoración de su vida y de su obra el empeño no solo es la de un diario íntimo en el campo literario y en el terreno social sino en una tercera dimensión de índole metafísica y escrito por un mística. adolescente, que adán utiliza para ignorar las convenciones del estilo [ VIII ] narrativo. MaRtín adÁn.-Rafael de la Fuente Benavides, Martín Adán, publicó en 1928 su libro La casa de cartón bajo el doble padrinazgo de José Carlos Mariátegui y de Luis Alberto Sánchez. Antes ya había aparecido esta novela en Amauta. Nada había en ella del “arte social” o “revolucionario”, o “indigenista”. El autor, pese a que sus 19 años pudieron seguir las tendencias del momento, se declaraba característicamente “reaccionario, clerical y civilista”. Mariátegui afirmaba, en el colofón de La casa de cartón, que “la literatura de Martín Adán es vanguardista porque no podía dejar de serlo, pero que Martín Adán mismo no lo es aún del todo”, lo comparaba con Jean Cocteau y Raymond Radiguet; y, en un esfuerzo para dar vestiduras marxistas a su genuino entusiasmo ante el talento literario del nuevo escritor, resaltaba lo que en él había de “herejía evidente, de escepticismo contumaz”, para afirmar en seguida que “si el civismo no es ya capaz sino de herejía, quiere decir que no es capaz de reacción”. ”He aquí (decía en seguida) una novela que no hubiera sido posible antes del experimento billinghurista, de la insurrección ”colónida”, de la decadencia del civilismo, de la revolución del 4 de julio y de las obras de la ”Foundation”. Sánchez comparaba a Martín Adán con Proust, Joyce), France y Eguren, aunque exaltaba su

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originalidad. Por su parte afirmaba: ”Alguien ha dicho que el mundo vira hacia la izquierda y Martín Adán se desliza hacia la izquierda. No hay más remedio. Pero, eso sí, él entiende la izquierda literaria, totalmente apolítica. Totalmente artística, totalmente literaria”.

El esfuerzo de dar un significado sociológico o político a la aparición de Martín Adán tenía interés desde el punto de vista de los que lo hacían; mas no desde el punto de vista de la figura del autor de La casa de cartón, en quien se repetía el caso de los escritores juvenilmente geniales dentro de la sensibilidad de su época. Las palabras adquirían al salir de la pluma de Martín Adán un nuevo sabor que hacía recordar a veces a los maestros de la lengua y a veces a los más recientes literatos europeos y a veces se interrumpía bruscamente para desembocar en una donosa o pícara alusión criolla. Aparecían en esas páginas por el goce de decirlas, valiendo cada una de por sí, con un sentido inédito a veces poemático, en sucesión caprichosa, aunque en secreto ordenada por una rigurosa exigencia estética que envolvía también a las voces prosaicas o duras hábilmente engastadas allí. Visiones de paisajes, de ambientes, de estado de ánimo, de tipos humanos grotescos o pueriles, de sueños y recuerdos de infancia y adolescencia eran los extraños y gárrulos habitantes de esa “casa” con tan gráciles materiales tan sólidamente edificada.

Por lo demás, a su manera, Martín Adán representa, en un caso feliz y precoz, el advenimiento en la literatura peruana de aquella manera de escribir muy propia del siglo XX, según la cual el autor expresa procesos internos, movimientos dentro de la conciencia o la subconciencia, algunos de los cuales demoran más en ser expresados que en su funcionamiento mismo. En la prosa o en el verso aparecen poemas no completados sino abandonados. El narrador de hechos desaparece para ser sustituido por lo que piensa o siente quien escribe. Anteriormente, se había interpretado las acciones, situaciones y caracteres de los personajes dentro de una seguridad objetiva y una continuidad lógica; las reacciones subjetivas eran incluidas pero no para que el curso y el juego de la mente quedaran a merced de impresiones cambiantes. Esto se vincula íntimamente con el tratamiento del tiempo. Hay fenómenos que ocurren en brevísimo plazo y en los que el autor se detiene; el pasado reaparece a menudo y se vuelve más importante que lo actual pero está cortado en fragmentos; las realidades externas se desintegran y disuelven para dar paso a la riqueza onírica de un proceso mental que abarca todo un universo interior identificado por detalles aparentemente nimios o de tipo casual; se produce una estilización simbólica de los materiales que ofrece el mundo real; el relato escrito se contagia a veces del mismo del cinema; pierden su hegemonía los acontecimientos o las cosas; la vivencia exterior del momentáneo presente es solo un trampolín; y todo deja, al fin y al cabo, una impresión de ironía),tristeza o incertidumbre. Martín adÁn representa, en un caso FeliZ y precoZ, el adveniMiento en la literatura peruana de aQuella Manera de escribir, Muy propia del siGlo XX, seGÚn la cual el autor eXpresa procesos internos, MoviMientos dentro de la conciencia o la subconciencia. alGunos de los cuales deMoran MÁs en ser eXpresados Que en su FuncionaMiento MisMo.

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[ adenda: breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933 ]

capítulo 8 ● I Javier Prado ● La Academia Peruana de la Lengua ● Los últimos años y la muerte de Javier Prado ● II Alejandro O. Deustua ● III Mariano Iberico ● IV Pedro Zulen ● V Mariano H. Cornejo y la enseñanza de la sociología ● La obra de Wiesse sobre sociología ● Otras expresiones del positivismo en la enseñanza universitaria ● VI Óscar Miró Quesada

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