la caSa de caRtÓn
esta novela vanguardista fue escrita por Martín adán, seudónimo de Rafael de la fuente (1908-1985). apareció en 1928, con un prólogo a cargo de luis alberto Sánchez y un colofón de José carlos Mariátegui. de corte lúdico en imágenes y metáforas tiene su acción en el distrito de Barranco, durante unas vacaciones de verano. Su estructura es la de un diario íntimo escrito por un adolescente, que adán utiliza para ignorar las convenciones del estilo narrativo.
Rusia 1931 (donde aparece inferior a sí mismo) quedó constancia pública de la fe y la doctrina del autor de Trilce.” A diferencia de otros minuciosos, voraces aprovechadores, Vallejo (ha escrito Guillermo de Torre) en cuanto poeta, en cuanto hombre de letras, nunca se apoyó en ninguna plataforma extraliteraria, política; su único sostén estuvo en sí mismo. Si fue a Rusia en dos ocasiones lo hizo a sus expensas; el libro-reportaje que escribió, más allá de una simpatía apriorística, no rebasa los límites de la objetividad. Cierta arisquez temperamental, cierto libertarismo ingénito lo hicieron inmune probablemente a todo enrolamiento sectario”. La guerra española precipitó en él una eclosión poética de pureza, intensidad y hondura metafísicas y visionarias dentro de su aparente incoherencia entrecortada en la cual se reafirmó su condición de auténtico poseso que (según las palabras de Juan Larrea) “lúcidamente y sin reflexión alguna, trata por todos los medios de extraerse de sí, de alienarse apelando a lo absurdo”. El romanticismo inició la controversia acerca de las formas tradicionales y convencionales del lenguaje al bregar en principio contra la falsificación de la experiencia por la forma; y esa lucha prosiguió al punto de que la historia literaria a lo largo de los siglos XIX y XX ha sido, en cierta forma, la historia de la renovación del lenguaje mismo. Pero al avanzar el siglo XX, coincidiendo con las postrimerías de la primera guerra mundial, se intensificó en todas las artes la protesta contra los medios convencionales de expresarse, la ruptura con la tradición estética, la resistencia contra las tentaciones de las formas ya hechas y de los clichés quizá convenientes pero gastados y no valiosos. Ha sido un tremendo esfuerzo por la expresión directa, la pura y virginal inspiración enfrentándose a la coagulación, la consolidación, la externalización, la institucionalización de lo vivido. Vallejo, sin desmedro de su originalidad, toma parte en ese épico combate. Pero lo hace a solas, con el aporte de su dolor inmenso, con el de su genio y el de su sentido humano. Su obra en conjunto, como expresara Antenor Orrego proféticamente en el prólogo de Trilce, “retrae hacia su origen la esencia del ser”. Su voz suele dar la impresión del abismo. Coloca a los hombres frente a su propio drama y las nuevas generaciones encuentran ahí un desasosiego, unas contradicciones, un malestar psíquico que son como los de ellos y los del mundo y de la época en que viven. Con Vallejo se inicia en América un nuevo proceso cultural, un proceso de alcance y sentido universales. Ya ha surgido para la valoración de su vida y de su obra el empeño no solo en el campo literario y en el terreno social sino en una tercera dimensión de índole metafísica y mística.
[ VIII ] MaRtín adÁn.-Rafael de la Fuente Benavides, Martín Adán, publicó en 1928 su libro La casa de cartón bajo el doble padrinazgo de José Carlos Mariátegui y de Luis Alberto Sánchez. Antes ya había aparecido esta novela en Amauta. Nada había en ella del “arte social” o “revolucionario”, o “indigenista”. El autor, pese a que sus 19 años pudieron seguir las tendencias del momento, se declaraba característicamente “reaccionario, clerical y civilista”. Mariátegui afirmaba, en el colofón de La casa de cartón, que “la literatura de Martín Adán es vanguardista porque no podía dejar de serlo, pero que Martín Adán mismo no lo es aún del todo”, lo comparaba con Jean Cocteau y Raymond Radiguet; y, en un esfuerzo para dar vestiduras marxistas a su genuino entusiasmo ante el talento literario del nuevo escritor, resaltaba lo que en él había de “herejía evidente, de escepticismo contumaz”, para afirmar en seguida que “si el civismo no es ya capaz sino de herejía, quiere decir que no es capaz de reacción”. ”He aquí (decía en seguida) una novela que no hubiera sido posible antes del experimento billinghurista, de la insurrección ”colónida”, de la decadencia del civilismo, de la revolución del 4 de julio y de las obras de la ”Foundation”. Sánchez comparaba a Martín Adán con Proust, Joyce), France y Eguren, aunque exaltaba su
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ADENDA
[ CAPÍTULO 7 ]