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La armonización del Himno Nacional y el ensayo de cambiar sus estrofas
l[ I ] a arMonIzacIón del HIMno nacIonal y el ensayo de caMbIar sus estrofas.- En 1900 José María Valle Riestra dirigió una carta a Claudio Rebagliati. Después de referirse a las ejecuciones escandalosas que caprichosamente se hacían del Himno Nacional, le propuso que preparase una edición correcta para lo cual él tenía como títulos su larga e íntima amistad con Bernardo Alcedo y el encargo y autorización que de él recibiera. Rebagliati, al contestar, expresó también su disgusto ante las deformaciones que la canción sufría y narró que, de acuerdo con Alcedo, la había armonizado para darle interés, vigor, acentuación adecuada y variedad de ritmos al acompañamiento y habíales agregado una corta introducción. “La obra que usted pide hace tiempo, está concluida” agregaba Rebagliati; Alcedo no solo la había aprobado sino autorizado su publicación. Se produjo entonces una vía polémica. Hubo quienes opinaron por la conservación de la obra de Alcedo en su forma original. El Gobierno, en vista de la solicitud de Rebagliati, nombró una comisión presidida por Valle Riestra y ella inició búsqueda en el archivo municipal donde nada se encontró e hizo un llamamiento a los particulares para que entregaran los originales de Alcedo. Entre los documentos presentados no halló uno solo de carácter auténtico que fuera suficiente para objetar su anuencia a la obra reivindicadora de Rebagliati. Diez meses después, por suprema resolución de 8 de mayo de 1901, la armonización de Rebagliati quedó aprobada oficialmente y se ordenó otra canción nacional. La misma resolución convocó a un concurso literario para variar la parte literaria del himno “por ser de gusto anticuado y por las inconveniencias que contiene no propias ya de esta época en que el Perú se encuentra en paz con todas las naciones”. Un jurado compuesto por Ricardo Palma, Guillermo Seoane y Andrés Avelino Aramburú, falló en el sentido en que la letra del coro fuese mantenida y entre veinte composiciones presentadas, premió a la de José Santos Chocano (12 de diciembre de 1901). Pero ningún documento emanado del Poder Ejecutivo o del Poder Legislativo oficializó este galardón. Las estrofas de Chocano fueron utilizadas durante algún tiempo en actuaciones escolares y populares; pero luego pasaron al olvido. Su texto era el siguiente:
Si Bolívar salvó los abismos San Martín coronó la altitud, y en la historia de América se unen como se unen arrojo y virtud. Por su emblema sagrada la Patria tendrá siempre altares de luz cual si fueren dos rayas de gloria dos espadas formando una cruz.
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Evoquemos a aquellos que un día nos legaron eterna lección,