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La historia republicana
(…) la Historia enseÑa Que el sacriFicio de las MinorÍas privileGiadas es el precio Que Han debido de paGar los pueblos para abrirse caMino Hacia el proGreso Que buscan; y Que, desde este punto de vista, el desarrollo econóMico es un proceso GenuinaMente revolucionario Que no puede eFectuarse a Fondo sin Que caMbien la posesión del Mando polÍtico y la distribución del inGreso nacional.
evidenciaban cada diez u once años las contradicciones en que se movía el mundo fabril y bursátil. El fenómeno más impresionante, sin embargo, por su magnitud fue la dificultad para el alza en el nivel de vida de amplios sectores de la población campesina. Este proceso creó situaciones lamentables de discontinuidad, de las que brotaron tanto prejuicios y egoísmos de un lado como acusaciones y dicterios de otro. Una parte de quienes a sí mismos se llamaban la aristocracia adoptó una actitud negativa o despectiva ante su propio país, continuó acariciando, como algunos de sus antecesores, la idea de que lo mejor era emigrar y ocultar capitales en el extranjero; y una parte formada por intelectuales o estudiantes de los que plantearon la crítica social, acentuó su odio a los “oligarcas” y a veces también a Lima, la costa y los blancos. El contraste entre analfabetos o primitivos y hombres de sensibilidad ultrarrefinada pudo dar lugar a los polos de una descarga que todavía puede ser evitada con la práctica de una educación a fondo, de una rápida transformación económica y social y de una atención consciente tanto a las masas que se van incorporando a las nuevas ocupaciones urbanas como a las que viven o vegetan en el agro.
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La rápida maduración de una conciencia lúcida ante los problemas económicos y sociales del Perú en los últimos años, en especial a través de los más recientes, es uno de los aspectos característicos de la vida en el país y anuncia positivas realizaciones en un futuro próximo. Es muy nuevo el fenómeno de los grupos jóvenes de la alta burguesía que se sienten englobados en una totalidad social y nacional —por arriba y por abajo— de la que ellos forman parte por muy ricos, muy poderosos y muy cultos que sean y cuya transformación de una manera u otra, deber considerar como un deber. De todos modos la historia enseña que el sacrificio de las minorías privilegiadas es el precio que han debido pagar los pueblos para abrirse camino hacia el progreso que buscan; y que, desde este punto de vista, el desarrollo económico es un proceso genuinamente revolucionario que no puede efectuarse a fondo sin que cambien la posesión del mando político y la distribución del ingreso nacional.
la HiSTORia RePUBlicana.- Aquí concluye, por ahora, este ensayo de presentar la evolución del Perú como Estado independiente. Hay que distinguir en él entre el “país oficial” o “país legal” que no siempre ha representado el “verdadero sentido histórico del pueblo” y el “país real” o “país profundo“ continuamente sumergido o humillado y que ha pugnado, a veces con intermitencias o retrocesos, por abrir cauce a sus irrealizados anhelos.
Pero ¿qué ha sido, en conjunto, el Perú republicano?
Esperanzas inmensas que los solemnes acordes del himno expresan; elocuencia de tribunos en pos de la Carta más perfecta; ruido de caballos y disparos mientras los viejos portones rechinaban al cerrarse en la capital engreída; algarada de pronunciamientos tras de las gruesas paredes de antiguos conventos transformados en cuarteles; cabalgatas que rompían la paz somnolienta de los villorrios andinos; desgranarse lento de las tropas colectivas por las quebradas de los Andes y los arenales de la costa en la fatiga de las largas campanas; el montonero con su trabuco irrumpiendo en la calleja que poco antes pisara la tapada; el indio siempre envuelto en su poncho; la rabona desgreñada, heroica y vociferante; el intelectual pensando en Paris y el aristócrata pensando en Madrid; el legislador que copia las leyes de otros Estados; el guano de las islas despilfarrado, el salitre indefenso y perdido, la minería andina en manos extranjeras, el agricultor costeño preocupado con los precios del azúcar y del algodón; coolíes traídos por la fuerza, alemanes que se calcinan en la selva e italianos laboriosos y prósperos; grandes esperanzas súbitas y largos silencios; servilismos e inconsecuencias al lado de aisladas rebeldías tenaces y compensatorias de lealtades antiguas; aclamaciones y dicterios; condenaciones enfáticas del pasado y anuncios vibrantes de reformas radicales; retórica en los manifiestos y optimismo en los mensajes presidenciales y memorias de ministros; invectivas tremendas de los oposicionistas; los empleados públicos mal pagados o de estabilidad incierta y promociones injustas en sus cargos;
tramitaciones lentas; premios a la delación y a la infidencia; editoriales solemnes en los diarios circunspectos e insidia sutil y certera feroz y aplaudida en las hojas eventuales; oportunidades que se pierden, capacidades malogradas por la muerte prematura, la postergación aviesa o el acomodo cínico; hombres que se sobreviven a sí mismos; desgracias que parecen irremediables y renacimientos asombrosos; prepotencias que parecen inconmovibles y sucumben en un día; obras inconclusas; fulgores de heroísmo espartano al lado de disputas bizantinas; refinamientos de raza vieja y primitivismos de tribu; dulzura y crueldad; el culto por las formas, el protocolo o las precedencias; la exaltación desaforada y el olvido fácil; la inteligencia ágil y la envidia pronta; la música del Ataque de Uchumayo y de la Marcha Moran; vals criollo, la cashua, la muliza, el cachaspari, Tarqui, Mapasingue, Torres Causana y Aguarico; Piquiza e Ingavi; el tronar jubiloso de los cañones en el Callao el 2 de mayo de 1866 y el sacri cio de Grau, Bolognesi, Jorge Chávez y de innumerables otros héroes, muchos de ellos anónimos y olvidados; el color de los cuadros de Merino, la elegancia de los retratos de Laso y su genial y frustrada intuición de que el indio podía ser un personaje pictórico, el historicismo teatral de Montero, el alejamiento definitivo de Baca Flor, las mujeres y los próceres de Daniel Hernández, la invasión del pueblo y del paisaje peruanos en los cuadros y las xilografías de José Sabogal, el sentido del movimiento, del color y de la belleza, la alegría de ver, la sinfonía cromática que extrae de los elementos abigarrados de la realidad una intensidad lírica en las obras de Jorge Vinatea Reinoso; las disputas entre Palma y González Prada; los costumbristas y los satíricos; Meiggs, Dreyfus, el contrato Grace, la Peruvian Corporation y La Brea y Pariñas; el puerto de Iquitos, el camino al Pichis y el ferrocarril al Ucayali; la leyenda fascinante de Fitzcarrald; el ansia de saber de Daniel Carrión y la caridad de Juana Alarco de Dammert; el tesoro del genio popular que Adolfo Vienrich reveló en pequeña parte; el hallazgo de nuevos horizontes estéticos a partir de José María Eguren y Abraham Valdelomar; el genio de César Vallejo y de José María Arguedas; la búsqueda tenaz de una interpretación de la compleja realidad peruana que a veces ha caído en los dilemas del indigenismo o el hispanismo; los horizontes culturales cada vez más amplios revelados por la arqueología; la abnegación y la ciencia de peruanos en el espíritu entre los cuales Antonio Raimondi y Augusto Weberbauer están entre los más ilustres; la solidez y la autenticidad que, pese a muchos oropeles fugaces, hay en la tradición de los estudios jurídicos y médicos; las riquezas del patrimonio cultural del país, con excesiva frecuencia exportadas; la educación desorientada; la esperanza en el premio mayor de la lotería; los desfiles, las iluminaciones y los fuegos artificiales del 28 de julio; las corridas de gala; la Cancha Meiggs y el hipódromo de Santa Beatriz; los partidos de fútbol en la Copa Perú; El Comercio, La Prensa y El Peruano; la Catedral de Arequipa y los jardines y pabellones de la Exposición; los sabrosos platos locales y regionales y las bellas mujeres; los latifundistas y los comuneros; los nisei, los abigeos, los yanaconas, las elecciones muchas veces amañadas y que, aun cuando fueron auténticas, a veces dieron el triunfo a candidatos no deseables; los gobernantes que, según una frase usada ya en el siglo XVII, son “recibidos bajo arcos y despedidos con flechas“; la intermitente posibilidad de hacer prisiones políticas y destierros; las sombras nunca definitivamente triunfantes de la anarquía y del despotismo; la supervivencia providencial del Perú a pesar de todas las pruebas y de todos los contrastes; la majestad de una historia donde hay remordimientos y hay glorias y donde las cumbres están bordeadas por abismos.
Y, a pesar de todos los esfuerzos, una inmensa tarea por hacer.
Y, a pesar de todas las realizaciones, una bella promesa aun no cumplida. aZUcenaS QUecHUaS
esta obra bilingüe (español y quechua) del folclorista limeño adolfo Vienrich (1867-1908) fue publicada en 1905 bajo el seudónimo “Unos Parias”. Vienrich estudió ciencias naturales en la Universidad Mayor de San Marcos y frecuentó los círculos literarios y científicos de lima. en 1892 se estableció en la ciudad de Tarma (Junín), donde ejerció el periodismo y la docencia. en 1902 fue elegido alcalde de dicha ciudad.
[ TOMO 17 ]
[ apéndice general: los resultados de la experiencia histórica peruana
y las perspectivas abiertas en el siglo xx ]
notas para la historia de las ideas en el perú* un esquema histórico sobre el catolicismo ultramoderno, liberal y social y el democratismo cristiano.
*Publicado en Scientia et Praxis, Revista de la Universidad de Lima, noviembre de 1976