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La moneda
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a MOneda.- Ocioso sería repetir lo ya expresado sobre la historia de la moneda republicana. Cabe distinguir en ella las siguientes ocho etapas: 1) el período de subsistencia del régimen colonial de la moneda, alterado a partir de 1836, más o menos, por la infiltración del feble boliviano; 2) el período que se inicia con la ley de 14 de febrero de 1863 sobre bimetalismo y está acompañado por la presencia de los billetes bancarios; 3) el período del billete fiscal que se anuncia con el decreto de 1° de agosto de 1875 sobre inconvertibilidad del billete y se define con el decreto de 17 de agosto de 1877 y las leyes de 27 de enero, 4 de febrero y 28 de octubre de 1879; 4) el período de regreso al sistema de la plata que se inicia con el repudio del billete fiscal el 18 de noviembre de 1887; 5) el período de la vigencia del patrón de oro iniciado en 1897 y sancionado por la ley de 14 de diciembre de 1901, cuyo lapso se extiende hasta 1914; 6) el período de los billetes bancarios o cheques circulares desde 1914 hasta mayo de 1922 en que se creó el Banco de la Reserva; 7) el primer período del Banco de la Reserva como organismo centralizador de la moneda de papel desde 1922 hasta 1931; 8) el período en que se oficializaron tres de los proyectos de la misión Kemmerer sobre moneda y bancos y los efectos inmediatos de ellos (1931 y 1932). Por razones cronológicas queda comprendida dentro de la sétima etapa la devaluación de la moneda efectuada por la ley de 11 de febrero de 1930 que creó el sol oro en reemplazo de la libra peruana.
El problema de la circulación de la moneda hallábase íntimamente vinculado al funcionamiento de los bancos y a su sistema de préstamos. Cuando estas instituciones de crédito se desarrollaron entre 1863 y la década de 1870, no buscaron ni tuvieron clientela entre los agricultores de todas las regiones por la sencilla razón de que la tasa de interés del préstamo era mayor que la renta de la tierra. Esta imposibilidad de dirigir los grandes flujos de moneda hacia zonas agrícolas poco rentables ayudó a frustrar el desarrollo de una dinámica circulación monetaria en estas regiones, lo que permitió la reproducción y aun la intensificación de los intercambios naturales (trueque) y la utilización de relaciones de tipo servil o semiservil (Manuel Burga, “La hacienda en el Perú, 1850-1930: evidencias y método” en Tierra y Sociedad. Revista del Archivo del Fuero Agrario. Lima N° 1, abril de 1978). Las subvenciones de los primeros bancos fueron dedicadas, sobre todo, al sector comercial. El interés que cobraban era demasiado alto, 1% mensual. El Banco Territorial Hipotecario, que funcionó en la década de 1870, benefició con sus préstamos fundamentalmente a la agricultura del azúcar y muy poco a los otros tipos de cultivo, debido al incremento en la rentabilidad de dicho sector económico. Ello fue lo que hizo posible el desarrollo de esta relación (Pablo Macera. Las plantaciones azucareras en el Perú. Lima, 1974).
Aquí conviene señalar la importancia que tendría un estudio acerca de los préstamos monetarios efectuados por los distintos bancos regionales que proliferaron hasta el surgimiento de la guerra con Chile. También habría que iniciar estudios sobre la política crediticia seguida por el Banco del Perú y Londres y las demás instituciones de crédito surgidas y desarrolladas durante el período de la Reconstrucción.