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El anacronismo en la agricultura de la sierra
en conJunto Muchas de las condiciones de vida propias del siglo xvi no desaparecieron en la vida andina en el siglo xx, la palabra ‘gaMonal’ designa a Quienes doMinan la tierra en aQuella región y doMinan taMbiÉn a los hoMbres Que la trabaJan.
Una relación publicada en el Peruvian Yearbook de 1948 incluyó entre los grandes proyectos en este campo aparte de los de Quiroz y Choclococha, los siguientes: Olmos-Lambayeque (nivel alto y nivel bajo), Chao-Virú-Moche, Tumbes, Imichira-Sullana-Jequetepeque, Medio Mundo-Huacho, Chilca-San Andrés, Asia, Ñoco-Chincha, Ocoña-Arequipa, Majes-Arequipa, Santa Rosa-Arequipa, Tacna-Moquegua y varios en la sierra. Se debe revisar dicha lista tomando en cuenta los elementos técnicos y financieros de que se dispone o se puede disponer ahora. El elemento esencial de la reforma agraria en la costa es el agua (1). Pero el aprovechamiento de este elemento debe hacerse en armonía con el interés social para evitar el desperdicio, así como el despojo y el privilegio por los cuales algunos tengan todo lo que necesitan o más, mientras que a otros les falta, y para favorecer los cultivos que convienen al país.
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El plan de irrigaciones en la costa debe estar complementado por otros en la sierra y en la ceja de montaña. El costo de estos es proporcionalmente menor (2) .
el anacrOniSMO en la agricUlTUra de la Sierra.- Al llegar el siglo XX a la prime-
ra década de su segunda mitad había sido roto el contraste entre el dinamismo de una agricultura moderna industrializada o de exportación en la costa y el sentido estático de la agricultura de subsistencia (o de semisubsistencia) con gran retraso tecnológico en buena parte de la sierra. La mayoría de la población radicada en zonas rurales originaba un reducido porcentaje del ingreso nacional, a consecuencia de los métodos primitivos de trabajo y de una productividad notoriamente corta con gravitación solo sobre el consumo local.
El nivel de ingreso medio por habitantes es demasiado bajo, aun en comparación con otros países latinoamericanos (3). Esta falta de poder adquisitivo tiene múltiples consecuencias; una de ellas es que recorta considerablemente el mercado interno para la producción industrial y crea “un cuello de botella” para el desarrollo de todos los demás sectores de la vida del país.
Por lo general, no han sido aplicadas intensivamente en la agricultura de la sierra técnicas modernas. Todavía suele ser empleada la chaquitaclla, un palo para excavar que proviene de una época anterior al arado y que desde 1532 ha sido mejorado solamente con el agregado de una punta de fierro (4). En la alta sierra, donde los pastos naturales son escasos y el cultivo muy difícil o casi imposible, se practica, en grandes extensiones de terreno, una ganadería que en muchos casos sigue siendo primitiva. Vastas haciendas solían abarcar considerables extensiones de tierra no cultivada. Esta situación que incidió sobre su baja productividad, pudo depender de la topografía, el suelo o el clima y también, en otros casos, de los defectos propios del régimen del latifundio. Aquí la concentración de la propiedad agraria resultó de un origen distinto de lo que ocurrió en la costa. En esta provino del proceso de expansión de la empresa capitalista; en la sierra se derivó del mantenimiento o la expansión o el remedo del latifundio colonial. Con frecuencia funcionó este sistema a través del ausentismo del propietario. El contraste apareció en el
(1) Tiene acaso un valor simbólico que se diga de las personas adineradas que tienen “agua”. “Agua” o “agüilla”, son popularmente en el Perú, sinónimo de dinero. (2) Deficiencias de fertilización y pérdidas por erosión disminuyen la productividad del suelo en la costa, la sierra y la selva en proporción desigual. Anualmente se estima, según cálculos de Virgilio Roel Pineda en su importante libro La economía agraria peruana (Lima, 2V.) que solo por las lluvias se escurren al amor alrededor de 945 millones de toneladas de tierras muy ricas, provenientes principalmente de la sierra. Esta cantidad tan grande equivaldría más o menos a 200 mil hectáreas de suelos muy buenos que se pierden definitivamente cada año. También requiere especial atención la mala calidad de gran parte de las semillas empleadas en la agricultura. (3) Las cifras estadísticas acusan rentas anuales estacionarias, y en ciertos casos, con tendencias regresivas del orden de S/. 2.500 en la sierra y de S/. 1.100 en la selva, regiones donde está concentrada la mayor proporción de campesinos. (4) Según una estadística publicada por el Ministerio de Agricultura, en 1958, que reproduce y comenta Virgilio Roel Pineda en su libro La economía agraria peruana, la sierra solo absorbió el 16% de los tractores existentes pese a que cubre el 62,8% del área nacional cultivada; la selva ocupó el 2% de esos mismos instrumentos con un 8,5% de dicha área; mientras que las cifras para la costa fueron 82% y 28% respectivamente. Sin embargo, la sierra es la que, en los últimos años, ha tenido el incremento relativo más importante de los tractores existentes.