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El abandono definitivo del régimen de controles y retorno a la libertad de cambios
Julius Klein, connotado economista estadounidense nacido
en 1886, fue un experto en asuntos económicos y nancieros de América Latina. Fue docente de la Universidad de Harvard y subsecretario de Comercio. Presidió la Misión Económica y Financiera que vino al Perú en 1949.
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depurarlas de las trabas que dificultan el libre desarrollo de las actividades económicas del país”. De este modo, 18 años después del arribo de la controvertida misión encabezada por el profesor Edwin W. Kemmerer, el Perú confiaba nuevamente su destino económico a un grupo altamente especializado del exterior. La Misión Klein, integrada por expertos de diversos campos de la economía, permaneció en el país durante casi seis años (1949-1955), realizando un “minucioso trabajo a entera satisfacción del Gobierno”, según señaló el ministro del sector al término de la misma. El primer informe técnico fue presentado el 5 de noviembre de 1949; vale decir, cinco meses después de iniciado el diagnóstico. Se señaló claramente que la inflación “era la causa principal de los males que afligían a la economía nacional” y que su manifestación más notoria “era el alza de los precios y de la cotización de la moneda extranjera”. Asimismo, puntualizaba que dicho fenómeno “debía ser atribuido, en primer término, a la expansión exagerada del circulante causada por los déficits fiscales y, en segundo lugar, a la expansión del crédito derivada del aumento previo del circulante”. Como se verá de inmediato, el 11 del mismo mes, siguiendo las recomendaciones de ese primer documento y hechas las consultas pertinentes al FMI, el Gobierno acordó: a) eliminar los últimos vestigios del control de cambios, dejando en suspenso la paridad de nuestra moneda; b) autorizar a los bancos comerciales a recibir depósitos en moneda extranjera, y c) anular todo tipo de subsidios y de control de precios, con excepción de los referidos al pan y a los combustibles. “Con todo –anunció Odría en su Mensaje a la Nación el 17 de noviembre de 1949–, el gobierno ha hecho el más grande esfuerzo verdaderamente constructivo de los últimos años en materia económica y financiera para lograr la más plena rehabilitación económica de nuestra Patria”. Pero las medidas –dice el citado Bardella– no solo fueron reconocidas y aplaudidas por el gobierno, sino también por los sectores empresariales y financieros. En la Memoria anual correspondiente al ejercicio de 1949, el presidente del Banco de Crédito del Perú terminó diciendo: “(…) la política económica del gobierno presente ha entrado en un camino que, a no dudarlo, ha de conducir hacia una anhelada y duradera prosperidad (…)”. Por decreto ley del 18 de julio de 1950 (firmado por el general de brigada Zenón Noriega, en su calidad de presidente de la Junta Militar de Gobierno y ministro de Guerra) se amplió en 129.086 soles el crédito extraordinario para atender los gastos de la mencionada Misión (Anuario de la Legislación Peruana, enero-julio de 1952, t. XLI).
[ iii ]
EL ABANdoNo dEfiNiTiVo dEL rÉgiMEN dE CoNTroLEs y EL rETorNo A LA LiBErTAd dE CAMBios.- Haciéndose
eco de las sugerencias de la Misión Klein, el presidente Odría no solo dio por concluido el zarandeado control de cambios (establecido por el régimen anterior e insistentemente condenado por los grupos de poder que reclamaron su abolición), sino que inició también el proceso de liberalización de controles. En efecto –escribe Gonzalo Portocarrero–, el progreso del país habíase comenzado a sustentar en una serie de prerrequisitos políticos, económicos y sociales que reclamaba un horizonte claro y confiable. Por ejemplo, el bienestar social solo se lograría con una acertada conducción de la economía y viceversa. De esta manera, la antigua idea keynesiana de la planificación económica comenzó a plasmarse en el papel que jugó el Estado como mediador entre el capital y el trabajo, así como en la búsqueda del pleno empleo, para lo cual era preciso –de acuerdo con la recomendación del FMI– reorganizar la economía exportadora. Esto último se concretó mediante la eliminación total de los controles en noviembre del indicado año 1949, comenzando por la libertad de cambio y siguiendo con la libertad en las importaciones. Sin embargo, cabe advertir que el proceso peruano de acabar con los controles y prepararse para la significativa expansión de las décadas de 1950 y 1960, fue –según Rosemary Thorp– diferente al de otros países medianos y grandes de América Latina. El proceso significó retornar y centrarse casi exclusivamente en los sectores primarios; los mismos que respondieron y guiaron al país, durante esos dos decenios, hacia un boom de las