El Portarró 30 (en castellano)

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boletín del parque nacional d’aigüestortes i estany de sant maurici

10 entrevista artistas del mundo hidroeléctrico Primeros del mes de diciembre, en una calle cualquiera de la parte alta de Barcelona. Se abre la puerta del piso y Ramon Gol i Palomera (Hostafrancs, 31 de agosto de 1927) y su esposa, la Montserrat, me invitan a entrar amablemente en su hogar. Un café ayuda a romper el hielo y finalmente, después de unos titubeantes minutos iniciales, las palabras fluyen con facilidad y los recuerdos se hacen presentes entorno a una mesa donde se amontonan los recuerdos en forma de bellas fotografías en blanco y negro. Usted nació en el barrio de Hostafrancs en Barcelona. ¿Cómo era la vida de un niño en aquel entonces? Pues era como la de muchos otros niños de la ciudad en aquella época. Se resumía en jugar e ir a la escuela. A los cinco años empecé a ir un colegio de monjas y después estudié en los Escolapios de la calle Diputación. En aquellos años, en el barrio, había una fábrica textil muy importante - la España Industrial, decían- pero principalmente el nuestro era un barrio de comerciantes; mi padre por ejemplo tenía una droguería, Can Gol. Mi madre hacía de cajera y también había unos cuantos trabajadores jóvenes que aprendían el oficio; algunos más tarde, montaron negocios independientes. No cobraban mucho, pero comían y vivían con nosotros, como si fueran de familia. Cuando yo tenía ocho años estalló la guerra. ¿Cómo recuerda esta época tan trágica de nuestra historia? ¡Mal! Mucha hambre y mucha miseria. Mi madre se espabilaba para encontrar cualquier cosa para comer. Cambiaba sábanas por un trozo de pan, un litro de alcohol por un kilo de azúcar; y así vivíamos. Mi padre ya había muerto y ella, que ya no tenía la tienda, se las vió y deseó para salir adelante. ¡Una época muy dura en todos los aspectos! A la gente que vivía en el campo no les faltó la comida, pero los de ciudad lo pasamos muy mal... De aquella época solo recuerdo con afecto los años que estudié en el Instituto Escuela, que con diferencia, ha sido la mejor escuela que yo he conocido nunca. ¡Después de la guerra la clausuraron!

Una vez acabada la contienda continué mis estudios de bachillerato en los Escolapios. Fue entonces cuando empecé a salir a la montaña gracias a las excursiones que hacíamos con el colegio. Recuerdo que mi primera salida fue al castillo de Burriac, en la comarca del Maresme. Después fue el Montseny, la Cerdanya... Mi afición montañera también viene de familia. Mi abuelo era de un pueblo del Ripollés, que se llama Gombrén , y por eso todos los veranos nos desplazábamos hasta el santuario de Montgrony, que se encuentra muy cerca del pueblo, para pasar las vacaciones. Allí, rodeados de montañas era muy fácil realizar excursiones. ¡Así que de aquí empieza su afición por la montaña! ¿Recuerda alguna anécdota de aquellas salidas? Si, si, mi afición viene de las salidas a Montgrony; de los Escolapios y también de los campamentos que hacíamos con el Centro Católico de Hostafrancs. Con la gente del centro habíamos ido a muchos lugares; como el Pedraforca, el Aneto o la Pica d’Estats.. En aquellos tiempos necesitabas salvoconductos para circular por las montañas, y más si estaban en zona fronteriza. Nosotros éramos jóvenes y despreocupados y no llevábamos nunca los papeles en regla. Una vez, pasamos a Luchon y todo fue bien. Pero cuando fuimos a la Pica d’Estats volvimos a pasar a Francia, hasta un pueblo que se llama Vicdessos. Allí, los gendarmes nos pillaron por sorpresa y nos pidieron los papeles. Como era normal, nosotros no teníamos ni “papiers” ni nada.. Rápidamente nos condujeron hasta la prisión de Foix. Al día siguiente vino un gendarme que era del Club Alpin de France que se compadeció de nosotros, seguramente al ver que teníamos la misma afición por la montaña, y nos dejó marchar hacia Andorra. Pero una vez allí todavía teníamos que volver hasta casa y sin el salvoconducto. Los policías españoles de la frontera no querían atender a razones. ¡Aquella acción constituía un hecho muy grave, un delito!

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