El Portarró 30 (en castellano)

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la esencia de las palabras ß boletín del parque nacional d’aigüestortes i estany de sant maurici

las voces de la mata Hay que andar mucho por los Pirineos y por el norte de la Península Ibérica para encontrar un bosque tan emblemático como el de la Mata de Valencia. Bosque de bosques, de verdores refrescantes, el abetal puro más extenso de los Pirineos esconde un conjunto de valores paisajísticos, sociales y científicos difíciles de descubrir en otros rincones de nuestra geografía forestal. Los bosques y en concreto los abetales siempre han despertado en los humanos algo más que fascinación. Lugares míticos de seres legendarios como los duendecillos –conocidos en la zona como minairons, diablorins o holets– se extendieron durante millones de años por la práctica totalidad de Europa. Pero con la llegada de los últimos fríos cuaternarios se puso en marcha una fuerte regresión que obligó a dichos bosques a protegerse de la extinción en unos determinados enclaves-refugio, entre los cuales se hallaron los Pirineos. Hoy viven, preferentemente, en las montañas de la Europa Central y Meridional –montañas del Jura, de la Selva Negra, del sur de los Balcanes, de Italia- así como en nuestra cordillera pirenaica. En el ámbito de Cataluña, los abetales más grandes los encontramos en el Valle de Arán, en el Pallars, en la Cerdaña o en el Montseny, límite austral de la especie. La Mata es hija natural de la propia cordillera aunque con muchas probabilidades de haber sido recolonizada, hace unos 6.000 años, desde rincones más mediterráneos y prepirenaicos que los actuales. Os presentamos la historia de un abetal excepcional, una proeza biológica nacida en una umbría que desafía valiente, como todas, al gran Norte.

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Río de Cabanes

Mata, matet, matosa, matte, mathe… ¡La Mata! ¡Estamos en los Pirineos Centrales! ¡En el tronco fluvial de la cabecera de la Noguera Pallaresa! En una rama conocida como el valle de la Bonaigua, donde más de setecientas hectáreas de gran bosque, situados entre los 1.300 y 1.950 metros de altitud, combaten los desniveles del terreno y sus rocas paleozoicas. El abeto (Abies alba) domina el escenario forestal por debajo de la línea que marca el pinar de pino negro, aunque hay lugar para otras formaciones boscosas en el seno del abetal. Como por ejemplo en el caso de algunas manchas rebeldes de abedules y álamos temblones nacidos tras un incendio sucedido unos cuarenta años atrás, o como la mezcla del abeto con el pino silvestre en los lugares más marginales y secos; o como con la aparición de mosaicos de avellanedas, prados de siega, cultivos abandonados y franjas de sauces cerca del río de la Bonaigua. Cada año, las nubes que arrastran los vientos dominantes del oeste, entre otros, precipitan sobre el abetal una media de 900 litros por metro cuadrado. ¡Un bosque húmedo y agreste donde la vida animal es sorprendente! Centenares de miradas tienen en el entorno de la Mata su hogar biológico. Grandes volúmenes de madera muerta, en pie y por el suelo, acogen pájaros carpinteros como el pito real, el pico picapinos y, sobre todo, el picamaderos negro. Mientras tanto, los mochuelos boreales se esconden a modo de un preciado tesoro. Cuando llega el período de celo, el urogallo corteja intensamente a las gallinas por los sotobosques más ricos en


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