El Portarró 34 (en castellano)

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boletín del parque nacional de aigüestortes i estany de sant maurici

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ganaderos de verano En el pueblo de Senet, entre Vilaller i la entrada al Valle de Aran, un grupo de jóvenes trabajan para mantener el espíritu de los Pirineos ágil, vivo, informando y orientando a los excursionistas y “urbanitas” que pasan por allí, buscando caminos, rutas y mapas del territorio que les rodea. Están en la Serradora, uno de los centros de información del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. En el mismo pueblo de Senet, un ganadero de toda la vida, Albert, sube cada semana al Estany de Besiberri, a los pies de la cumbre del mismo nombre, a llevar la sal que su ganado bovino necesita. Son los pastos de verano, donde la hierba es fresca y buena, pero donde no abundan las sales minerales. Este verano he tenido el privilegio de poderle acompañar, en esta parte importante de su oficio. A las nueve y media de la mañana ya estamos listos para partir. Las mochilas con agua, el bocadillo para el almuerzo y la fruta o los frutos secos que nos darán energía durante el camino. Yo como soy novata, llevo una botella de un litro y medio de agua. Montse, vecina del pueblo y una experta montañera, me recomienda que la próxima vez coja una botella más pequeña, pues la podré llenar en el río, a medio camino del Estany de Besiberri. Escucho con atención mientras me pregunto si mis tripas tarraconenses aguantaran la pureza del agua de estos ríos. El guía del Parque, Jordi, con Albert, reparten las bolsas de sal entre las mochilas disponibles y empiezan a caminar por la pista, de momento fácil, hasta que llegamos a una senda que empieza a subir casi vertical y que nos ahorra las curvas de la pista pedregosa. Es el momento de mover las piernas, se agradece la sombra de los árboles y las explicaciones de Jordi hacen más agradable el camino. Vamos caminando y observando las hojas y los troncos de los árboles vivos y muertos. Imaginamos como respira el bosque y el frágil equilibrio de las diferentes especies, luchando sólo con nosotros, los depredadores de dos patas, que nos creemos los dueños de todo ¡como siempre! Compartir este espacio es una forma de oxigenar los pul-

mones, respirar las olores que se van despertando a medida que vamos ganado altitud, y abriendo la consciencia al sistema natural, regido por unas leyes sencillas, antiguas y respetuosas. Para mí, es como detenerse en el tiempo durante unas horas y sumergirme en otro ritmo, poner un pie delante del otro “!pasos cortos! – me dice el guía – ¡respirando ¡” guardando la energía para el tramo final que tiene una fuerte pendiente. En medio, un bosque de hadas, con una alfombra de hojas húmedas de la noche anterior. Las hayas, con rincones secretos en sus troncos donde viven animales, que quizás ahora duermen. Las rocas, como viejas islas cubiertas de musgo; una cascada preciosa, a las diez de la mañana, miles de gotas saltando delante de nosotros, bajo el sol deslumbrante… Somos un grupo de ocho persones, y Roli, el perro de Albert. Cuatro de nosotros estamos más unidos a esta tierra pero también vienen con nosotros un matrimonio de Madrid con sus dos hijos gemelos que caminan como auténticos campeones, infatigables... ¡y si se quejan es para decir que se aburren! Curiosa la energía de los niños. Cuando llegamos a la cresta, el valle de Besiberri se abre delante de nuestros ojos: un lago de color verde, precioso, rodeado de piedras y al fondo un pequeño bosque de árboles que todavía se ven pequeños. Es una imagen privilegiada que impacta en los ojos, palpitando con la respiración que se recupera de los últimos tramos. Nos quedamos en silencio, mirándolo todo, con la boca medio abierta; son las doce del mediodía, y ahora hemos de encontrar las vacas de Albert, para darles la sal que necesitan. Vamos bajando hacia el lago, poco a poco, por el canchal y tenemos que ser prudentes para no sufrir ninguna torcedura de pie. Siguiendo los caminos repletos de hierbas, como terciopelo y mirando de cerca el agua clara del lago, donde se mueven pequeños grupos de peces que a todos los niños les gustaría pescar.


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