Alfabeto de otros días (Antología poética)
Luz Mary Giraldo
HOMENAJE DE LOS POETAS - HOMENAJE DE LOS POETAS - HOM
Corpoulrika
XXVIII
F E S T I VA L
INTERNACIONAL
DE POESÍA DE BOGOTÁ 2020
Alfabeto de otros días (Antología poética) LUZ MARY GIRALDO
Ministerio de Cultura Programa Nacional de Concertación Instituto Caro y Cuervo direcciongeneral@caroycuervo.gov.co
ISBN: en trámite
Ulrika - Revista de poesía XXVIII Festival Internacional de Poesía de Bogotá direccion@poesiabogota.org www.poesiabogota.org
Dirección del proyecto: RAFAEL DEL CASTILLO Coordinación editorial: EUGENIA GORRIÑO y ÓSCAR PINTO SIABATTO Selección de textos hecha por la autora
Esta publicación se realiza con motivo del homenaje tributado por el XXVIII Festival Internacional de Poesía de Bogotá y la revista de poesía Ulrika a la maestra Luz Mary Giraldo
IMPRENTA PATRIÓTICA DEL INSTITUTO CARO Y CUERVO YERBABUENA
Alfabeto de otros días (Antología poética)
Luz Mary Giraldo
Luz Mary Giraldo: celebración de la memoria Cuando la tendencia en la poesía actual es la experiencia de lo inmediato, la concentración del instante, la enumeración en tiempo presente, Luz Mary Giraldo convoca y evoca la memoria, ofrece vivacidad y pasión a la nostalgia como lo muestran sus poemarios: El tiempo se volvió poema (1974), Camino de los sueños (1981), Con la vida (1997), Hoja por hoja (2003), Postal de viaje (2004), Sonidos en la luz (2010), Llévame como un verso (2011), De artes y oficios (2015) y Caza de sombras (2019). Los versos de Giraldo oscilan sobre el amor-desamor, la muerte, el pulso temporal, la espera como una promesa, temas que lleva consigo en su travesía, porque “el mundo se llena con ausentes”. La poeta preserva la voz de la tribu como un presentimiento, donde todo nudo debe deshacerse en el pasado para dejar fluir el presente: El ave que algunos llaman tiempo se alargó en el desierto de los hombres y cada mañana se enredó en sus ojos Trataron de construir una palabra pero faltaron piedras: nadie pudo entenderse desde entonces
[“Nunca llegó el verdadero y sabido nombre”]
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Giorgos Seferis sostuvo que “La memoria, donde se la toque, duele…”, así las referencias sobre la fiel Penélope que paciente teje y desteje, las sordas profecías de Casandra o la reminiscencia de la entrega de Ariadna sostenida tan solo por un hilo. El mito es piedra angular en Luz Mary Giraldo, converge para mostrar el envés de la metáfora. La memoria se manifiesta como un nervio tenso en las pequeñas cosas, en los detalles, permitiéndonos adentrarnos en la densidad de la espesura cotidiana: Uno llega de pronto a darse cuenta que el árbol las calles la lluvia el sol el vértigo no son el mismo árbol el mismo espacio el clima de otro tiempo la pasión del amor sino el color vacío del objeto sin sueños. [“Como lluvia finísima”, fragmento]
El silencio, la ausencia, el exilio, el deseo, ciertos nombres, ciertos momentos, la casa, el jardín, el reloj, el espejo, el ruido de las calles, el insomnio, la escritura, el paso de los trenes, el viento entre las ramas de los árboles, los gatos, los pájaros, las preguntas… todo es vida y es memoria, materia de la que está compuesta —con exactitud musical y delicada retórica— la cartografía poética y anímica de Giraldo. La obra de Luz Mary Giraldo ha sido macerada lentamente por más de cuatro décadas, alcanzando su mejor definición y mayor madurez. Vaya pues este homenaje, en el marco del XXVIII Festival Internacional de Poesía de Bogotá, para celebrar a una de las más altas voces de la poesía colombiana. Enzia Verduchi Ciudad de México, mayo de 2020.
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De El tiempo se volvió poema (1974)
Nunca llegó el verdadero y sabido nombre El ave que algunos llaman tiempo se alargó en el desierto de los hombres y cada mañana se enredó en sus ojos Trataron de construir una palabra pero faltaron piedras:
nadie pudo entenderse desde entonces
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Se están perdiendo gritos en la sombra Camina Levanta las manos y mira por el ojo de la noche Le abandonaron los jardines Encadenando nostalgias olvidó su tiempo su beso su deseo su guitarra Su carne violentó la noche retorció su concha de ceniza La mariposa se alargó en las trenzas de los ecos y cayó en la sombra
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El tiempo se volvió poema Mientras se quiebra la palabra al tejer y destejer el tiempo —que enhebra con hijos de araña el árbol caído de memorias— el ruiseñor le canta al eco que se enredó en la sombra bañada de cerezos
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De Camino de los sueños (1981)
Sólo la vida Pensativo desentrañas el tiempo. A lo lejos se enciende el eco de algún canto o un recuerdo del mar mientras la vida umbral de palabra enreda en su sombra la fuerza que vuela o la deshace.
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Mientras los días pasan Tejes la vida Penélope callada. Despiertas la página del tiempo el mar frente a la música la luz del sol la sombra el silencio y un vuelo de ventanas. Destejes y vuelves a empezar mientras los días pasan.
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De Con la vida (1996)
Lezama y Proust bajo la sombra Cuando me falta el aire pregunto si Marcel recorre su habitación como un refugio de silencio y escribe en las paredes las líneas perdidas de los sueños. O si Lezama saca del fondo del espejo su ahogado Narciso del tiempo dorado por el Nilo y ve caer las hojas de los árboles como libros abiertos. Pregunto si Nerval busca en el fantasma de Aurelia un plácido rumor de golondrina y si en las noches Mozart convoca el ajedrez de un piano hasta que nace un réquiem o un presagio. Veo una calle de memorias veo un Aleph los ojos la sombra de los nombres veo paisajes solitarios.
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Cuando me falta el aire pregunto si en el tiempo perdido quedó un camino de cerezos una copa de vino derramado algún amor al borde de la puerta o un girasol en la ventana. Me pregunto si los tristes arlequines de Picasso están en la memoria persistente y si ese dios que sueña baja de los altares a soplar el aliento hasta que vuelva la vida con su canto de ciegos y su andar errabundo y de sorpresas. Cuando se pierde el aire tejo una colcha de voces que vienen desde el día en que Ulises hizo su viaje de vencer el miedo y pasa por Werther por Ema por Alicia por el nombre sin nombre por la rosa por la copla de Orfeo por la danza por la angustia secreta del infierno por el paraíso perdido y sus delicias. Y como una camaleón sobre la hierba veo pasar las horas con el viento y me cambia la piel los sueños la música es distinta la habitación se aleja y me trae a Marcel a Lezama a mi padre a la sombra y al cansado bufón de algún poema.
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La hora de los pájaros Inasible y costurera la palabra cubre con tela engañosa la herida de la noche: juega a la libertad o sueña la ventura. Como eterna Penélope teje la túnica de todos deshilvana el secreto de la espera hasta inventar un nuevo rostro o un espejo sin nombre. Inasible y costurera oye pasar el viento fatigado por los pájaros.
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Ariadna Como animal en jaula me detengo apunto los ojos a la ventana abierta oigo tus pasos y ahuyento el rĂŠquiem que marcha por las calles. Como animal acorralado veo la sombra sigilosa entrar al laberinto. Tal vez Teseo regresa a liberarme.
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Ícaro Extendió sus alas y alzó vuelo: rompió el aire con su pico de bronce y ascendió a la montaña de silencio. Desde lo alto miró el espacio abandonado y el último punto se fundió al primero. Extendió sus alas y dibujó la sombra. Solitario se levanta en medio de la noche.
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El tren de la memoria Como paso de tren cuando avanza cauteloso deslizándose aquí el puente del abismo el túnel oscuro en el silencio y la pradera dibujada con el pincel finísimo al viaje de mis ojos. Mujeres en los puertos con sus viandas niños aquí y allá y el sol ardiendo en medio de la tarde mientras el ruido vuelve a la memoria cuando viajar era deshacer lo rutinario dar vuelta hacia el origen al centro de la infancia donde se cruza el horizonte. Como paso de tren regreso con cautela oigo y atiendo aquello que alimenta mi recuerdo y están los pueblos las estaciones polvorientas la casa como un punto en la montaña el color de las frutas en los árboles la tierra caliente y sus olores y la gente que sube y se acomoda para el tránsito fugaz del no sé dónde.
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Oigo el tren que regresa con su ruido y su sombra lo oigo pasar como pasa la vida sin que nos demos cuenta.
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Cada palabra mía ¿Es para eso, que morimos tanto? César Vallejo
Costumbre mía esta de escudriñar palabras y escribir en la hoja de los árboles o en el reverso de los sueños las líneas que al final son garabatos en el milagro de vivir y en la amargura de los muertos. Costumbre esta de grabar un poema en la memoria de sorprenderme cuando el sol se quiebra debajo de las ramas y llega a la mesa con su gesto de sombras para gritar la vida sobre un juego de objetos: una muñeca de trapo delante de la silla un as de corazones un viejo payaso desgonzado y el libro que espera a la luz de una lámpara. Costumbre buscar a Vallejo y encontrarlo infeliz y atormentado con la soledad del poema en sus entrañas y la pena a golpe de dolor bajo su tiempo.
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Escribir en silencio al paso de los días y dejar en el cuarto de atrás cada palabra mía con el ángel que fui y el mortal que a diario se desvela.
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Silencio para vivir Pido silencio para vivir la flor y el fruto un viaje de palomas y peces que dancen en el agua. Pido silencio y se ahoga la paz en cada esquina golpea el dolor en el sitio del recuerdo y el hijo apaga su lámpara bajo la muerte aliterada. Silencio para vivir la flor y el fruto y retornan mensajeros sin sueño palomas sin un ramo de olivos otean el horizonte donde la voz es un clamor una triste elegía que viene del diluvio. Para vivir para escuchar el murmullo escrito en tantas páginas y encontrar los ojos perdidos desde siempre para buscar la paz para mirarla de frente si es que existe.
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Como lluvia finísima Uno llega de pronto a darse cuenta que el árbol las calles la lluvia el sol el vértigo no son el mismo árbol el mismo espacio el clima de otro tiempo la pasión del amor sino el color vacío del objeto sin sueños. Uno abre de pronto la ventana para sentir el fresco de la tarde para coger palomas con los ojos y oír el paso de las nubes y ve el silencio que avanza caprichoso hacia la noche donde las manos tiemblan. Al fondo la botella vacía sobre la mesa la habitación desmantelada un pájaro errante y en el centro como lluvia finísima
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todavía el corazón tibio y sorprendido atiende el fuego de la vida y el ruego de los ángeles. Uno llega de pronto a darse cuenta que el tiempo es un regreso que las nubes son del color del corazón y es suficiente.
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Navegaciones Un ave cruza por los sueĂąos levanta su pico hasta romper el aire y atrapa el silencio con sus alas.
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De Hoja por hoja (2002)
Poema con gato como una divinidad desdeñosa. Jorge Luis Borges
Como el gato el poema se niega a la caricia. Juega camina caprichoso busca el lugar más elevado salta rechaza el sitio inhóspito desciende husmea escarba aleja la carroña las cenizas deja en silencio la soledad y busca la palabra.
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Gato de agua Cae la gota y el gato caza el agua el grifo que gotea el ojo de cristal que en su caĂda se abre sonido leve golpe de insomnio. Inquieto frente al agua que con gotero cae el gato juega camina ronronea. Es un verso la gota que cae ojo de gato.
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Aprendiz de gato Como el joven poeta el gato se inicia en lo desconocido: se acerca al laberinto acecha ruidos el aire cortado por un vuelo ángeles que caen sombras bajo la luz. Gato el poeta va y viene sin reposo sabe que a diario encuentra una salida otra puerta al enigma la vida escondida entre lo oscuro la muerte agazapada en los rincones. Sabe —poeta o gato— que los días soleados albergan la noche en lo más frondoso de los árboles donde la luz comienza: en el punto más negro.
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De Postal de viaje (2003)
El misterio en la luz Si cuando pasan los días del asombro y el rostro encontrado en el espejo aletargado y solo no se cae de miedo dirás que nada ha sido en vano que no pasaste de largo por los días. Vivir es el triunfo que los años dejan con todo y sus insomnios con las cosas que hicimos y luego deshicimos y el pan compartido y todas las ventanas y el gato buscado en el poema y el misterio en la luz. Si un año más es ganarle otros días a la muerte si sientes el silencio comiéndose tus ojos la noche entre lo oscuro y las manos raíces cuando la tarde pasa sabrás que nada está perdido que todo queda y pasa si hay calor en la voz.
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Réquiem Con el viento a la sombra oyes –tañido sin fortuna– huesos que caen. Tarde de corazones encogidos.
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Caída Caen las hojas en el patio la ropa se destiñe al sol y el pájaro comienza el alfabeto de otro día. La muerte prepara su caída tiembla hoja leve en el centro del patio como la poesía.
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PenĂŠlope Haciendo calendarios cierra los ojos y deshace el tiempo: repliega y zurce teje con hilo de seda la manta de la vida desteje la tĂşnica de ausencia. Tejedora paloma de la espera inventa el pĂĄjaro que canta cuando la luz termina.
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Canción para los buenos días Al irte dejas una estrella en tu sitio. Vicente Huidobro
De tanto estar presente mi padre es un recuerdo en las ausencias. Solía comenzar de madrugada despertar una nota musical en la garganta enseñarnos a escribir en el cuaderno la palabra sol y a escuchar cómo asciende el pentagrama por el tañer de las campanas por el sonido de los dedos que llaman a la puerta. Era tan triste su mirada que ocultaba en silencio una elegía secreta cierta complicidad del alma la certeza de la nada como una cruz a cuestas y Dios para la vida y no para la pena. Escribía como hombre de su tiempo y la luz enredaba en sus palabras arpegios del recuerdo. Con él buscamos debajo de las plantas donde la hoja esconde una violeta y un pétalo dibuja la sombra de las letras.
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Libros y juegos acomodó en nuestro camino para dar compañía en los tropiezos y al espantar los miedos infantiles en su sitio dejó una lámpara encendida la canción para los buenos días el camino trazado en el cuaderno con el sube y el baja donde tus sueños quieran con el baja y el sube fatigoso de un tren a las cinco de la tarde un tren cargado de colores en las horas de infancia. En el carrusel de mi pasado en el vértigo que gira en medio de la feria padre decía que la vida se escribe todo el tiempo que hay risas y silencios que siempre subimos y bajamos y a veces trotamos en el potro blanco otras viajamos en el cisne negro que damos vueltas en redondo y un día quizá sin darnos cuenta en el sube y el baja de todas las edades sobre cisnes y potros escribimos la palabra nostalgia en el cuaderno y con tinta amarilla dibujamos un sol para esconder la pena.
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Postal de viaje [...] es posible que quienes te saludan sean también solitarios que no tienen ni visitas ni ausencias. Miguel Méndez Camacho
Viajar: abrir las alas contra el viento. Empacar la valija un secreto placer algo de miedo un ramo de violetas y el insomnio la lámpara encendida. Decir adiós a los que dejas y el beso recibido a la llegada tiene otro rostro: colores de un nuevo domicilio el perfil de otros árboles sonidos diferentes sorpresa de la lluvia. La tarjeta postal que nunca envías la luz de enero o de noviembre la carretera desde el aire la angustia en una hoguera escenas dispersas reunidas el rumor de las hojas al recuerdo.
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Viajar es mudarse de siĚ mismo estrechar otras manos esconder el silencio responder a los ojos que saludan. SonreiĚ r a la vida que comienza alejarse de un lado y acercarse del otro la mirada encendida.
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De Sonidos en la luz (2010)
Entre los árboles Oigo la vida pájaro carpintero la oigo en todas partes dándole fuerte a la corteza. Golpea contra el viento pica los días de madera. Pájaro milenario golpea en el árbol de la vida y mientras las hojas caen cambia el color del tiempo se agota como reloj de arena marca muy lento más lento cada vez más lento lento. Oigo sonar de nuevo la corteza: otro pájaro inicia la jornada y el día comienza como la noche entre los árboles.
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¿Canto de pájaros? Sorda la vida y este dolor de huesos rotos. ¿Por qué tan poca luz por qué los ángeles se esconden ¿y corre sangre en los puntos cardinales? Piden un canto de pájaros un arco iris en palabras nada de ausencias, cruces, miedos, ruidos. Anestesio el dolor lo escondo entre las páginas abro mis ojos desvalidos y el rojo se extiende como sábana. Sorda la vida y este dolor de huesos rotos.
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Sonidos en la luz En el silencio un trino o un graznido la mirada de un hombre en medio de la plaza el paso de una mujer hacia la ruina un niño con ojos asustados. Se enredan las palabras atropellan señalan la sombra: sonidos de ese hombre de esa mujer o de ese niño hilo de luz en la tiniebla. En el silencio un trino un alarido un hombre solo una mujer con ojos asustados un niño única luz en el desierto.
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Carta de amor Regresa maltrecho como si viniera desde el fin del mundo o hubiera atravesado el inmenso mar. CaĂdas las alas y los ojos apagados no levanta vuelo. La paloma mensajera nunca trajo noticias. Alguien rompiĂł la carta de amor escrita en el reverso de sus alas. Alguien busca entre sus plumas al menos una palabra herida.
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Cacería El pájaro anuncia su faena antes de alzar vuelo: canta. Se eleva con suavidad y sus alas quietas acarician el viento sin romperlo. Solitario parece dueño del mundo. Tal vez cierra los ojos en la inmensidad. Tal vez canta. Punto en el azul tiempo suspendido en el espacio. Vuelo que detiene los ojos del cazador. En medio de la nada un ruido sordo seco. El punto es pájaro. Cae como briznas de casa ardiendo. En el infinito azul el pájaro cantaba.
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De Llévame como un verso (2011)
Pozos enlutados Sabíamos que todo era agua revuelta y pozos enlutados. Que no encontraríamos respuesta en ningún lugar. Que cada día se cerrarían las banderas y no habría domingo ni miércoles ni jueves ni calendario para el amor. Sabíamos que nos sacaban de la casa y volvían jirones nuestra ropa. Que no comeríamos pan fresco ni beberíamos leche al desayuno. Que no tendríamos cama con sábanas limpias ni mesa de luz. Sabíamos que iríamos como peregrinos en estado de desgracia sin una flor en la garganta ni un motivo para festejar. No sabíamos que las horas serían cada vez más largas que cada segundo perderíamos el aire que no tendríamos líneas en la mano ni destino ni ganas de vivir ni de morir.
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Todo y nada sabĂamos y no veĂamos la libertad de las gaviotas ni el cielo del amanecer. SabĂamos y no.
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Llévame como un verso Como una mano débil despidiéndose de aquel que permaneció en tierra firme. Anna Ajmátova
Lejos de todo recuerda los adioses. Sabe que no hay país para sus huesos mesa para compartir el pan ni palabra ni abrazo. No le espera borrón ni cuenta nueva. Ignora la forma de salir y da vueltas como perro en calle ajena. Sin linterna rastrea un territorio sin mapa ni brújula sin guía sin reloj. Cambia de nombre y de papeles y su rostro se desvanece en el espejo. Un verso y una frase de amor único equipaje. Y en la memoria una mano débil despidiéndose.
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Oración en lo más oscuro En lo más profundo buscas el cielo del amanecer y pides una voz que no se rompa. En lo más oscuro abres los ojos hacia la tierra donde calienta el sol. En lo más negro quieres el tañido de la luz como las velas cuando aman la fuerza del viento y el timonel prepara su navío sin mirar atrás.
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Pequeñas cosas La vida por siempre dando vueltas y como un centinela la muerte llama con todo y sus gerundios: gato lamiéndose perro ladrando en la mitad del sueño pájaro cantando al comenzar el día mientras tejen su tela las arañas. Golpea el viento apaga un sonido en la ventana se escucha la zozobra parpadea la luz y el silencio recoge algarabías. Suenan distintas formas de alegría: pequeñas cosas que pasan en la casa.
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Canción en el infierno He tocado el infierno muchas veces dice León Felipe y reclama silencio. Que hablen más fuerte que no más versos perfectos o imperfectos mientras la guerra dure y se reseque el sueño —agregan mis palabras—. No más silencio reclama mi cuaderno no más palabras en voz baja. Si se rompe el violín y revientan las gargantas si crujen los huesos y los días rompamos cada página con el agudo pico de atormentados pájaros.
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Negro horizonte Te llevan a la puerta cerrada del insomnio y en tu espalda todo cruje. Se curva el nudo ciego del desvelo y no hay clepsidra para saber del dĂa o de la noche no hay segundero ni minuto feliz. En el negro horizonte cae la noche como hoja seca y en tu casa quedan frutos amargos. Un reloj sin agujas atropella la sombra y en el fondo del caos ya no puedes soĂąar. Tu angustia resuena en mi pecho roto.
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Canción donde está la soledad Busco en el vacío y encuentro un muro de habitaciones desoladas. Me niego a respirar el aire donde se eleva el dolor. Mis palabras no entienden qué fue ni qué pasó. Me niego a los pies desnudos. A caminar entre piedras rotas. Mi voz amordazada no exclama ni siquiera dice ¡ay! Las sirenas guardan silencio —dice Kafka— y el mundo se llena con ausentes.
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Canción en la casa vacía No hay señales de vida en esa casa: los muros están resquebrajados la puerta sin ángeles y hay telarañas donde estuvo el hogar. No hay huella de mariposas en la entrada. Persiste un alfabeto en ruinas y papel amarillo con noticias gastadas. Un tejido inconcluso se arrincona los restos de una vajilla se desgastan y ondea una descolorida manta que tal vez cobijó el amor. Alguien gime con llanto monótono y cansado donde la sombra se desdibuja y no cae el sol. Un grave quejido cubre la tarde las manos se elevan en el vacío y pregunto: ¿dónde el juego de los niños en el amanecer?
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Costumbre Pregunto si el corazón ya no se mueve si ya no siento miedo si no oigo el sonido trepidante si no veo la muerte que amenaza si no veo los ojos turbios de los niños si se apaga la sonrisa desdentada si ya no duele si ya no más si ya no si ya nada si ya nadie si ya no más.
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Canción de la luz y la mirada Cuando suena la hora del adiós, es que empieza a brillar la cazuela en el fogón. Fina García Marruz
Primero fue el graznido, el cristal roto, la puerta como gerundio cerrándose de golpe. Después la voz en los campos lacerados, el frío del invierno y el largo silencio de los pájaros. El desvelo fue golpe de alas en los ojos. Y el sueño, cristal vuelto a componer, cazuela en el fogón: ilusión de regreso.
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En el alma del tablero Cada mañana el maestro da su lección de vida: aprender las letras y los números la vía recta cuando caminan las palabras la curva cuando se enredan sueños y paisajes. Dónde el diptongo la suma de los muertos que crece cada día dónde la resta de los vivos cómo borrar del tablero los enigmas. ¿Dónde el amor el punto final para la guerra? Después de la raíz cuadrada o el alfabeto ciego se traza un círculo de polvo en el tablero y tiembla una curva de ceniza. Cada mañana el maestro escribe su debida lección con su lección de vida. para Enrique Gaitán, S. J.
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De De artes y oficios (2015)
Canción de cortesía Esas frases de amor que se repiten tanto. Roberto Burgos Cantor
La frase de amor perdida en la memoria despierta como acto de magia y salta en mitad de la noche. Sorprende por su gesto olvidado y el color pegajoso de los tiempos. Vuela como mariposa de flor en flor y cae al final de la noche. Gatea tras su presa juega sonríe encanta y saca de la manga un pañuelo blanco saca un clavel rojo y al instante cae sobre el sueño.
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Remiendos Remendar el corazón —tela raída— pegar cada uno de los trozos —cristal hecho trizas— buscar la nueva ruta —mapa deshecho— atender la canción —campana gris— Penélope otra vez teje la colcha de un amor desmantelado.
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Monólogo de Casandra No corrieron lágrimas por tus miserias. No encontraste las palabras para pedir perdón o para darlo. El viento soplaba contra el rostro y el mar veía pasar un funeral después de otro. Corría sangre en todas partes y no pudiste escribir en tu corazón agujereado. Con la voz encerrada musitaste: ¿cómo hablar de tus íntimas miserias si afuera hay ojos que miran con sus bocas abiertas hacia el cielo?
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Arte de tejer Como arañas colgadas en los muros se teje y desteje la tela pegajosa de quien cae en la red. Saltan nombres que con un solo clic trae de regreso al amor que se sabe pasajero. Todo cruza en los hilos de esa joven Penélope que junta el tejido de una nueva democracia Entre caritas repetidas pasa la vida a la basura con cada una de las manos que señalan en todas direcciones me gusta no me gusta lo comparto y los dibujos ríen y lloran y aman y están tristes maúllan o ladran en las voces que trinan en esas avenidas de soledad y desamparo. Hay un juego de espejos en la red: el amor que no empieza y la amistad que se acaba las fotos que invaden la pantalla la imagen cambiante como la ropa vieja la tensión de los puntos que anuncian la escritura esperada. En ese espejo de letras solitarias teje una araña el laberinto donde Asterión se esconde y Teseo busca los hilos que lo acercan a Ariadna o que lo alejan.
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Oficio de enredar No ocurren las palabras como antes. No se sonroja el cuerpo al inventar tu mapa en otras geografías el perro no maúlla y tampoco el gato ladra el croar de la rana se pierde en la mañana y el pájaro no dibuja pentagramas en el aire. No somos el cuento de las hadas ni despierta el poema en la pantalla y al tartamudeo de sílabas el teclado se traba el párrafo se acorta ante la frase desvalida. El clic de la sonrisa dibuja la curva de luna que mira para abajo. La red no borda la tela del amor no teje manos ni corazones ni escribe la palabra sol ni sabe cómo se enciende la luz en la mañana. No acerca el calor los ojos no se miran no hay labio contra labio ni cuerpo sobre cuerpo y desconoce el sonido de tu voz: no sé cómo respiras no oigo tus frases al oído ni siento la textura de tu piel.
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No es simultaĚ neo el tiempo ni llega tu perfume en cada mail. WhatsApp enreda la foto en los mensajes Facebook no sabe de caricias en el Skype tu rostro es un fantasma se diluye se distorsiona se pixela se va se pierde golpea la voz o la silencia. En ese oficio de enredar no hay uniones eternas: dibuja una carita feliz la telaraĂąa y lo que nunca fue tuyo evade alguna sombra.
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Rutinas Voy y vengo con mi lista de sueños. El correo que respondo la pantalla dispuesta a los poemas un campo de girasoles dibujado en tus ojos el misterioso amante de la noche en las alturas del Cárpatos. Con la inversión de todo frente a las sobras que se acaban maúlla el perro y ladra el gato mientras lavo los días y pulo los oficios el mismo calendario cada día la lista de sueños que tejo a la lista del mercado. Ladro y maúllo maúllo y ladro frente a tu imagen que salta en la pantalla cuando respondes el correo o estás en el Skype tan lejos y tan cerca como una aparición que marca ausencias. Ladro otra vez maúllo ronroneo y un poema acaricia el teclado.
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De Caza de sombras (2019)
Palabras en el muro Descienden del muro las palabras —niñas deslizándose por un tobogán— sílabas que acaban en el aire. Olvido el olor del lápiz y el papel la luz desvanecida en la memoria las manos que acarician y nace el poema con la vida y la muerte atormentando la punta de la lengua.
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Súplica 1 Pulso el silencio y las letras caen como aguja en pajar. No logro la voz que llame a los dioses para que digan algo en esta tarde donde todos tenemos el dedo en la boca como huérfanos. 2 Si Dios se asomara a la ventana y en el silencio dijera tan sólo una palabra tal vez los niños que fuimos podamos respirar.
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Silencio mudo El gato de ojos abiertos respira sobre mi nuca y mi palabra se hace un ovillo se deshace debajo de mi voz. El gato no deja decir ahoga me devora me desgarra deja un silencio de ojos abiertos y me tapa la boca.
62
Balada de la felicidad Coloreas las sombras de la casa y olvidas las muecas de los muertos. AsĂ no te cansas de soportar la vida ni ves llegar el fin del mundo. SonrĂes cuando la luz golpea en la ventana. Sabes que la felicidad es pasajera y caprichosa y a veces te entrega un minuto o un rato nada mĂĄs. Abres la puerta y la dejas entrar.
63
Fotografía y mancha negra En lugar de cadáver la fotografía y la mancha negra. El jardín devorado por las llamas y los cirios en la piedra calcinada. La cara sucia del dolor único testigo.
64
Campo de refugiados Extiendo la mano y toco la tierra seca. No se oye un solo gorrión. Los refugiados caminan con desgano y el viento eleva trajes raídos en cuerdas rotas. Los relámpagos iluminan la estación vacía mientras escribo por los abandonados para que huyan del paisaje donde arrastran sus pies. Escribo en las paredes húmedas y las letras se desdibujan hasta que no queda ni punto final. Escribo para que encuentren salida al menos en mis versos.
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Ángel de rodillas 1 Te escondes mientras cae un ángel de rodillas y sostiene el peso ingrávido de tu ser. En la oscuridad chilla un pájaro desolado sin nada qué hacer en lugar desconocido donde huyes y te escondes en la oscuridad de rodillas ángel derrotado te escondes chillas desolado pájaro que no puedes volar.
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Antes Antes de la poesía la rosa. Antes de la rosa la rama y sus espinas el cogollo fresco. Antes de la raíz la semilla la tierra abonada la felicidad y las heridas preparándose. Antes el deseo de árboles y luz el relente nocturno el viento que sopla y tu rostro en la ventana. Antes de todo tiempo y espacio amasados. Y mucho antes el deseo de vivir y una percha para colgar sueños o desvelos. Al final la soledad en un armario o en las gavetas de la compañía.
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Después Si antes fue la tierra abonada el cogollo la rosa las verdes hojas las espinas el armario de la soledad y de la compañía después la rama seca la hoja caída los pétalos incoloros y deshechos la flor casi amarilla y sin aliento. Al final polvo en un cofre huella en el mar o en el aire tal vez nube silencio deletreado del amor exhalación en la profunda noche.
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Calle de París Llega una imagen imprecisa en la noche donde la música se eleva. La memoria sonríe ante un gato arrebujado. Alguien duerme en la acera respira se acurruca. Tal vez en la mañana pida un mendrugo de pan. Resuena con fatiga el saxofón en un solo de jazz Miller, tal vez. Es de noche en París y se escuchan los guijarros de la soledad.
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Luz en la basura Gritas botellas y papel y el ruido entretiene la soledad donde cae el desperdicio de la ruina. La sombra de mi infancia recoge la basura y devora tu condena. Tu rostro sale del olvido y a mis ojos florece.
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NOTAS SOBRE LA POESÍA DE LUZ MARY GIRALDO En la poesía de Luz Mary Giraldo se muestra un núcleo existencial del que se desprenden memorias, vivencias líricas, rechazos, erotismo, en el desvelo no sólo como hecho fisiológico, sino emocional, psíquico. No podía omitir el arquetipo de Penélope: espera nocturna, tensión involuntaria, tejer y destejer la vida en el destiempo de la ausencia. No hay disonancias ni violencia en la insatisfacción propia de casi todos los humanos de nuestra civilización, privados de espiritualidad y belleza en aras del triunfo de la máquina, la tecnología, el consumo y la ambición de poder. En ese sentido, la poesía puede resultar un oasis si acepta no ser un panfleto sino aproximación a otra realidad que no es la inmediatez. La poesía de Luz Mary mantiene el tono de elegancia lúcida y retenida en la confesión, lo cual resulta bastante excepcional en el clima tórrido y el lenguaje crudo, confesional, de cierta poesía femenina que peca frecuentemente de narcisismo exhibicionista. Juan Liscano Poeta y ensayista venezolano, “La poesía de Luz Mary Giraldo: más allá de la inmediatez”. *** Es este bello libro [El tiempo se volvió poema], logradamente monotemático. De un lado, el tiempo de los relojes, que es el de la naturaleza y de las cosas, el tiempo que transcurre y dentro del cual, no importa que su trabajo sea llevarnos, no estamos incluidos sino que nos excluye, nos despoja; y del otro, de nuestro lado, el tiempo que vivimos y nos hace, la duración, el tiempo de la espera, aquel que nos es dado transmutar en poema.
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Y es la tensión, el juego o la armonía de los dos, su ser distinto, aquello que ha hecho posibles estos poemas. Vienen, así, de la intuición (intuir es ver) y no de un peculiar sentimiento de la propia interioridad que, de acuerdo con la raíz romántica tendría que poner frente a sí al mundo. Tampoco hay en ellos una intención o una reflexión, un saber de algo, sino más bien la honda palpitación sola del espíritu que pedía el gran poeta. Pero es el tiempo, la pesadumbre y la visión de la temporalidad, las cosas que dentro de ella suceden, el único motivo a la vez. Así, el otro tiempo, este que nos acaba y que podemos ir midiendo, resulta materia de la visión con idéntica fuerza que el tiempo nuestro, el tiempo subjetivo dentro del cual giramos para reconocer algo de lo nuestro. Jaime García Maffla Poeta y ensayista: Sobre El tiempo se volvió poema. *** En la poesía de Luz Mary hay una añoranza de vida, un dolor no siempre conocido pero iluminado. La poeta sabe que algo duele pero no siempre puede desentrañar causas. No es extraño que abunden los árboles, los pájaros extraviados, la luz errátil, seres que describen una contenida desolación. […] La poeta es consciente del tiempo y de la premura en hacerlo vibrar de utilidad y salvación. El tiempo se tiene a sí mismo, es todo y nunca acaba, pero nosotros debemos hacerlo estación útil, memorable y, así, valiosa. Sus poemas, breves, exactos, son precisamente como la configuración de instantes, de esos cortes de tiempo donde se concentra el sentido. Cada instante traza una huella y esa, en la memoria, es la que cuenta como existencia. ¿Qué es la vida, en resumen, sino esa larga estela de huellas? No es el camino lo que determina nuestra existencia real, sino las huellas con que indicamos que hemos hecho nuestro camino al andar. Brevedad difusa de la huella, así es cada poema de Luz Mary. Están hechos de pocas, precisas, simples, palabras, urdidas en concisión. La palabra como no dicha sino más bien balbuceada. Frases entonadas más que dichas, breves madrigales. Siempre vibrantes de atención y amor. Delicados pero intensos. Poesía femenina –no temo al indicio genérico, la naturaleza nos ha hecho diversos y cada género comporta sus bondades–, de espuma y encaje, de breve respiración, de delicadeza y canturreo. Ya lo dije, en su persona porta las claves de su poesía y en su nombre la resume: poesía de Luz. Manuel García Verdecia Poeta, ensayista y traductor cubano: en “La poesía de Luz Mary Giraldo”.
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*** En más de una ocasión la poesía resuena, eco desconocido, en algún lugar del espíritu, si lo hubiera, como un réquiem inacabable. Asemeja al testimonio de una devastación. Allí, más que el poeta, sobrevive el poema en una tensión capaz de sacarle palabras a las ruinas. Palabras que no traicionan la condición de escombros. Sin embargo, en ese husmear el vacío no hay acabamiento. Como si fuera posible asediar un territorio que aún sin nombre se reconstituye desde la indagación a lo perdido. […] Luz Mary Giraldo teje la experiencia de quien invoca y convoca con los exorcismos y consuelos de la poesía, a la cual llama y cita, no en apoyo sino como quien invita a un viejo compañero y le hace reclamos, precisiones. O a partir de lo que se cuestiona, agrega y rectifica, porque ahora es hora de decir. El momento que pondrá a prueba tantas palabras, las palabras que mostrarán su decaimiento o su virtud para poblar el vacío. Roberto Burgos Cantor Escritor colombiano: en “Con la lengua rota”, prólogo a Llévame como un verso (canciones del exilio). *** El quehacer literario de Luz Mary Giraldo (Ibagué) no se agota en sus reconocidas investigaciones sobre narrativa colombiana contemporánea, en los lúcidos ensayos críticos, en la cuidadosa labor de antologista, en el exitoso desempeño docente, ni en los rigurosos trabajos de historia literaria; por el contrario, se nutre, y a la vez se potencia, con la que es sin duda su pasión más acentuada: la creación poética. En efecto, el empeño de la autora por conciliar intuición y saber, presentimiento y reflexión, o imagen y concepto, ilustra con suficiencia el perfil que caracteriza a la escritora y a la intelectual de nuestros tiempos. […] Dentro de un meticuloso proceso creativo como una nueva Penélope, teje y desteje urdimbres de palabras, de voces y de ecos, que lo atraen y simultáneamente lo confrontan: el sentimiento de soledad de Ungaretti, la pregunta metafísica de Borges, el desgarramiento de Vallejo, el simbolismo legendario de Quessep, o la inquietud existencial de Blanca Varela; el resultado de este laborioso bordado de memorias y de imágenes con que se define el trabajo literario, genera un nuevo tejido lírico con timbre, tono y estilo característicos dentro de la poesía colombiana contemporánea. [...] desde 1996 hasta hoy, la poética de Luz Mary Giraldo permite que su yo lírico enfrente las contingencias cotidianas y se deje leer por los signos de la vida y de la historia;
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mientras más se apropia de los saberes y de los poderes de la palabra, más se reeduca su percepción de la realidad. Cristo Rafael Figueroa Sánchez Profesor y crítico literario: en “La poética de Luz Mary Giraldo: saberes y poderes de la palabra”. *** Tender a la armonía como búsqueda constante y primaria: este parece ser el hilo conductor que une toda la poesía de Luz Mary Giraldo […] y le da un cierto color muy preciso donde dicha y desazón, luz y sombra, vitalidad y postración conducen a una búsqueda substancial de asociación de los contrarios y de un orden en dónde recogerlos; pero, asimismo, de búsqueda de un núcleo que los sostenga, que les permita manifestarse y volver a replegarse cuando el movimiento cumplido por ellos se haya terminado. Este proceso, en el que participa la misma autora mediante su implicarse dentro de las cosas que observa, que siente, se vuelve poesía. Y en esa poesía nace la gracia de una renovación, de una aceptación total de sí y de lo exterior. El ansia, la espera trepidante, la misma actividad permanecen afuera, como si no participaran en el juego, o este no tuviera importancia. Queda sólo la armonía alcanzada, la paz del recuerdo, su imagen inmóvil como el agua de un estanque. Franca Bacchiega Profesora universitaria y ensayista italiana: en “El milagro de los días y su voz oculta: la poesía de Luz Mary Giraldo”. *** Poesía de la disolución aparente, pero celebración de la mirada, [los poemas de Sonidos en la luz] nos ofrecen contenida belleza, conciencia del paso del tiempo y una manera de afirmarnos en la creación que hace posible el canto y le da su poder de afirmación. Para Luz Mary la imposibilidad del silencio es la constatación plausible de cómo todo está en movimiento, nos habla de un pasmo fundamental ante el mundo del que el poema debe dar cuenta. La constatación de nuestra fundamental fragilidad es luz que habla, sonido que no deja de dar cuenta de aquello que nos define como doloridos o maravillados habitantes de un mundo donde la infancia y el canto hacen posible que el asombro viva en nuestros inquietos corazones. Oír en la luz, inversión de los sentidos que da cuenta de una complejidad que da vida al canto, incomodidad y deseo de salir de nuestra limitada percepción para hacer vivir una expresión que no hable de cómodos logros sino que muestre nuestra fundamental extra-
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ñeza en el mundo, son algunos de los poderes que habitan esta poesía, y nos la hacen íntima y la llenan de valor, permitiendo que una memoria de lo no evidente, asordinada, nunca complacida en la estridencia, nos habite y acompañe en el sendero. Juan Felipe Robledo Poeta, profesor de la Universidad Javeriana: en “Luz Mary Giraldo: una manera honda de dar cuenta del asombro”. *** Desde que perdí la vista no había vuelto a leer un libro. Me los leían, en susurros, con fondo de música religiosa y una botella de agua de Perrier al alcance de los labios. No podía ver, pero apoyado en el tacto podía dármelas de visionario. Una noche blanca que disimulaba que disimulaba muy bien mis gafas oscuras, mis bufandas de holán y mi memoria prodigiosa de zapatero. Ni en mi propia casa se dieron cuenta de mi cegama. No se requiere ser un lince para acariciar la gata, ni un águila para desligarse de los zapatos. Pero en la Feria del Libro me cayó como un beso Sonidos en la luz, de Luz Mary Giraldo, y de súbito recuperé la luz de mis ojos. Porque la poesía todo lo cura. Desde la pérdida de la memoria hasta la pérdida de la fe, desde la locura sagrada hasta la dispepsia, desde la influenza presidencial hasta el mal de Chagas, desde la claudicación intermitente hasta la picadura de la serpiente emplumada. Es la razón de la vida la poesía y por ella hasta la razón pierde. Pero se recupera la claridad. En los poemas de este libro vuelve el mundo a reverdecer, echan a volar los árboles, los cielos se cargan de soles, se llenan las ventanas de picaflores, tal ángel estaciona sus alas en la estación caminera. El animal de los deseos sale a recorrer la música y la noche. Aquí está todo el aire contenido en el agua, la tierra contenida en el aire, el agua contenida en la piedra, el fuego contenido en una mirada. Cruza un collar de sueños un pájaro en cámara lenta y en contravía, ascienden cataratas de flores en el bosque de cantos, oscuro como un cerrar de ojos, y la poetisa que tiene las llaves del laberinto abre una puerta tras otra con las manos heridas, porque la vida tiene vidrios que cortan. La cicatriz en el rostro de narciso se la hizo con el espejo. Sueño de espejos rotos es el poema, pozo insondable, catalejo para acercar al inválido, salvavidas inflado con aires de Copacabana, círculo absorto. Hasta el aire cojea si el invierno le quita las botas de tacón alto. Yo al poema me acerco con puntas de pie, paso las hojas con la lengua de los dedos, al poema hay que saber tenderle la cama en el alma. Se oye el quejido del amor, doliendo rico. Ya bailé lo bailado con la sombra de la sonora, ahora canto encantado estos poemas impresos como flores de mimosa. Paisajes interiores acompañados al piano por una pluma
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y dolientes amantes pisando céspedes a la hora de la merienda. Nubes de pájaros en barrena, polvo doméstico, aguas que ruedan por el cuerpo, soles clarividentes, perlas de mango, camisetas portátiles, horcas de mano, la poetisa le da los buenos días a la tristeza en traje de novia y la invita a sentarse para cortarle las uñas. Todos los elementos tienen posada en esta poesía tatuada de meteoros. Donde a cada paso por la casa se sienten aleteando los dioses lares. Cuando el poema se tiende sobre tu sombra el cuerpo que te viste se desvanece. Las endechas de amor van desnudas a la intemperie. Nievan las sílabas, huracanan los adjetivos, treman los significados, una palabra sola encierra la tarde, oraciones subidas de tono merodean los aposentos, un gato en un diván ronronea, madre pone los platos llenos de fiesta. El rubio pan de la amistad hace margen a los poemas, nos sugiere el recuerdo de Ignacio Ramírez rodando por París en un taxi destartalado conducido por Michel de Nostradamus, a Gonzaloarango tirando por la borda cien postales de amor desde el barco Gloria, a R. H. Moreno-Durán caminando dormido pero ebrio en Barcelona. La poetisa moja su pluma en tinta china para escribir la palabra cerezo y la palabra cerezo sabe a cereza. Van pasando las hojas como la vida y el libro de la naturaleza le va cediendo espacio a la muerte que anda siempre buscando puesto. Es entonces cuando el día pinta de negro. Qué sería la poesía sin la muerte, que es un estado del alma. La poetisa toma el té con la dama de los hilos cortados ensartados en la aguja del tiempo. Hablan de pérdidas y padeceres. De amores idos de paseo. De persecuciones de espanto. De incendios interiores y de pavesas. Del esplendor de abrir los párpados para recibir el amanecer de hoy y del encandilamiento de enfrentar las ausencias. Agradezco a Luz Mary por haberme vuelto a la luz. Por este bosque de imágenes. Por este golpe de caricia en los ojos. Por este torrente de vértigo. Por el amor que todo lo vence empacado en la maleta. Por toda la belleza que florece y fructifica en las hojas guardadas en cada página. Jotamario Arbeláez Poeta, fundador del movimiento nadaísta: “Sonidos en la luz: una poesía tatuada de meteoros”. *** Luz Mary Giraldo nos sorprende de nuevo con su exquisita sensibilidad para encontrar el salto de agua, la piedra en formación, el musgo secreto del lenguaje más vivo allí donde otros habían cavado antes con menos suerte o con la indiscutible suficiencia del sol. Pero no hay soberbia en ello, tampoco el desparpajo del que ha recorrido muchas veces el camino. Ella sabe que en la escritura y en el amor siempre es la primera vez, que en ambas experiencias todo gesto es inicial y único. Que
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no hay aprendizaje posible, que todo está cubierto por un fino manto de inocencia. En estas páginas el amor se prueba varios nombres, infinidad de rostros que surgen de la niebla o se ocultan en la sombra de un jardín de medianoche. Rostros afilados por la angustia y el desamparo, rostros que son la síntesis de todos los caminos, de todas las encrucijadas. Rostros que invitan a la contemplación y a la fiesta de los sentidos, rostros que son la ausencia pero también la llama que consume y libera al árbol del padecimiento de sus raíces. Rostros de un amor místico y profano, elemental y complejo como la transparencia del agua y del aire, rostros de un amor que se entrega y se oculta entre los pliegues del tiempo y lo diluye. […] Luz Mary Giraldo ha decidido una vez más abrazarse a esta búsqueda, a la corriente amorosa que la trae hoy hasta nosotros. De artes y oficios sigue escribiéndose en ella, en nosotros, y más allá de su impecable factura, es la conciencia de una necesidad imperiosa de reinventar en el amor, de alejarlo de la banalidad y la inmediatez, la que nos conmueve. Lucía Estrada Poeta colombiana: “Luz Mary Giraldo: De artes y oficios”. *** Luz Mary, que ha trabajado en su poesía el tema del tiempo, el viaje, la soledad, el proceso de nacimiento de la palabra poética, ahora deja que en su verso transite el tema de la experiencia amorosa. Y es que en la escritura se concentra la memoria de esa experiencia que ya no es pero que permanece en la palabra […]. […] Siempre presente en los textos de Luz Mary, la música atraviesa su poesía como un elemento que no es decorativo sino parte sustancial de su mundo poético. En este libro está presente como una de las sustancias en las que se sostienen las palabras, igual que los nenúfares en la obra de Claude Monet, con la que uno se extasía en la sala ovalada de la orangerie […]. De artes y oficios, de Luz Mary Giraldo, es un poemario en el que la experiencia amorosa transita desde su celebración en el deseo realizado, pasa por la nostalgia de la ausencia, y se instala en la virtualidad de la red, interrogándose siempre sobre la precariedad de la posesión amorosa. Todo ello, con un lenguaje poético cargado de musicalidad y de verso exacto, que dialoga con la tradición cultural de la poesía amorosa, poblado de imágenes que apelan a la sensualidad de los sentidos; un poemario con el lenguaje de la poesía imbricado en la vida. Raúl Vallejo Narrador, ensayista y poeta ecuatoriano: en “La experiencia amorosa en la razón y los sentidos”.
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*** Con esta entrega [De Artes y Oficios], la poesía de Luz Mary Giraldo llega a un punto muy alto, en el que experiencia vital y literaria resultan indivisibles. Su amplio y profundo universo poético, abrazando con naturalidad la poesía del Siglo de Oro, el mundo greco-latino, la poesía contemporánea europea y americana, logra hallar una expresión intensa y firme para ese sentimiento que está en la base de la creación y de la vida misma: el amor, dialogando con sus maestros y amigos de todos los tiempos, desde San Juan de la Cruz a Alda Merini, a Wislawa Szymborska, a Quevedo, a Ernesto Cardenal, a Márgara Russotto... Y el lector queda atrapado y fascinado en esta reflexión a la vez nostálgica y vital donde amar es sin duda aRmar y leer es por cierto aprender y aprehender. La poesía puede experimentarlo todo y la palabra es esencia de vida y del ser. Así lo confirma la voz de Giraldo que teje tiempos míticos y de la tradición hebraica y cristiana al presente inmediato. Martha Canfield Poeta, ensayista y traductora, colombo-italiana: en “Con la vida y por la vida: la poesía de Luz Mary Giraldo”. *** La persuasiva y armoniosa voz poética de Luz Mary Giraldo por momentos se inspira en el mundo clásico, recreándolo a su manera y contaminándolo con elementos que pertenecen a su esfera personal y a la realidad contemporánea en general. Emilio Coco Poeta y traductor italiano: en “En breve: la voz poética de Luz Mary Giraldo”. *** La poesía elegante, contenida y armoniosa de Luz Mary Giraldo, construida sobre la base de la metáfora y el mito, se muestra heredera del espléndido estatismo piedracielista. Recrea en poemas reflexivos, marcados por los silencios, las diferentes modulaciones del paso del tiempo en nuestras vidas, subrayando en sus composiciones los motivos universales de la infancia, el amor, la espera y la soledad. En su obra destaca la atención a los ritmos de las palabras —no en vano nació en Ibagué, la capital musical de Colombia, y estudió piano y canto en el Conservatorio del Tolima— y el culturalismo, relacionado con su ingente labor como docente universitaria y ensayista de prestigio. Francisca Noguerol Ensayista, profesora de la Universidad de Salamanca: “La poesía de Luz Mary Giraldo”.
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*** Hay un árbol que no es roble ni abedul y que no existe en la botánica aunque esté en la tierra; es solo un árbol y, a veces, su contrario. Y hay un pájaro que no es ruiseñor y a veces es el nombre de cuanto no puede volar. Las cosas vivas que pueblan los poemas de Luz Mary Giraldo construyen, sin amueblarla, la distancia entre la mirada y la experiencia. Son los elementos que ofrece la ventana. La poesía donde laten es poesía de todos los días y es lo opuesto de poesía cotidiana. Es, precisamente, poesía de la totalidad de los días; labor que encuentra qué habrá sido cuando el último día se vaya. De hoja en hoja, Luz Mary ha compuesto un nocturno lleno de luz: una modalidad relampagueante de la elegía. Carolina Sanín Narradora, ensayista: en “Un día ajeno a la leyenda”, sobre la poesía de Luz Mary Giraldo. *** Pero podría arriesgar que no bastan el talento y el trabajo para escribir un libro como De artes y oficios. Hace falta algo más. Apostaría a que sus poemas son también resultado y consecuencia de una vida vivida a pleno, con el cuerpo entero de cara a las dichas… pero también a esos golpes que pretenden quebrarnos y derrumbarnos. Con su sabia poesía, basada en una experiencia vital reveladora, Luz Mary Giraldo alcanza la aspiración de todo artista auténtico: rozar, alcanzar y al fin abrazar la belleza. Pablo Di Marco Novelista y periodista argentino: sobre De artes y oficios. *** El alto riesgo de escribir un libro entero de amor en estos tiempos es salvado en De artes y de oficios, de Luz Mary Giraldo. La unidad temática y su muy bien ensamblada estructura va de lo jovial y riente a lo sombrío y cruel, desde una expresión poética elástica, fresca y juvenil en el inicio, derrumbada ante la crisis y fúnebre ante la crueldad de la mentira. Jamás pierde su ritmo y la coloración de su música, a veces suena a Mozart, alguna vez a Bach, a Mälher y muchas a Beethoven en su tremendo dramatismo y a la imponencia wagneriana ante la magnitud de la tragedia ominosa e inevitable de la derrota impuesta por la aridez de la desilusión, pero esta es salvada por la palabra poética que nos devuelve el fracaso amoroso transmutado en triunfo artístico del más
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alto vuelo. Siempre suena auténtico, como la música, atemporal y veraz. Luz Mary Giraldo es una relevante poeta colombiana de un lirismo a la vez trémulo y rotundo. Integra por derecho propio la galería de grandes mujeres poetas latinoamericanas de gran talento. Jorge Arbeleche Poeta uruguayo: Montevideo, 9 de febrero de 2015, “Un libro de amor en estos tiempos”. *** Ha sido grata la lectura del espléndido poemario antológico, Diario vivir, de Luz Mary Giraldo, en el que, como antología personal, ofrece una muestra de su trayectoria poética desde 1974 hasta 2012. Cada uno de los seis apartados y los poemas incluidos en estos demuestran una sensibilidad decantada, un dominio exquisito del lenguaje, un ajuste preciso de la forma y sobre todo transparentan lo más hondo, lo más puro del alma de un ser humano que ha sabido vivir y que a diario conjuga las más altas y raras virtudes a las que se pueda aspirar: inteligencia, elegancia, equilibrio emocional y coraje. Diario vivir es una obra para leer, reflexionar, saborear y releer muchas veces. En sus poemas se comparte con nosotros lo más profundo, lo más puro de su “almario”. Son pocos los auténticos poetas y, sin duda, Luz Mary uno de ellos. Gloria Guardia Escritora panameña, académica de la lengua: “Diario vivir: una antología reveladora”. *** Hay algo en la poesía de Luz Mary Giraldo relacionado con la superación del abismo entre poesía y vida y con la contemplación y el logro de la palabra más significante. No buscó la música, sino el menor número posible de la palabra: obligar el lenguaje a lo esencial. Encuentro definitivo entre poesía y vida, arte de una maestra cantora, que cultiva la literatura como arte y como ciencia y que ha seguido el vuelo de las palabras desde el sueño hasta el cumplimiento del sueño. Augusto Pinilla Poeta y novelista colombiano: “El mundo poético de Luz Mary Giraldo”.
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*** Además de la temática recurrente en su poesía (que menciona García Verdecia refiriéndose a “la tristeza, el dolor, el miedo, la soledad”), hay una conciencia profunda del drama social de las multitudes desplazadas y exiliadas, no sólo en Suramérica sino en otros continentes. Los pueblos, las gentes dicen con ella: “Sabíamos que todo era agua revuelta y pozos enlutados”. Entonces, resurge la evidencia de la Gran Culpa y como en “Canción desamparada”, quedan “huellas de tormenta” en los vocablos. Sí, sí, el exilio es otro naufragio y un destierro que “muerde las horas”. En la “Canción desolada” “los días golpean como ausencia de Dios”. La alusión al sacrificio de Ana Frank aporta un elemento histórico a la recurrencia de la memoria, difusa, inconsistente, esta puede ser también culpable. En “Canción del regreso” y “Trazo sobre el papel”, se introducen elementos líricos y estéticos, preparando un desenlace en que el poeta “con canto afónico dibuja el horizonte”. Finalmente, el testimonio femenino de Woolf, Pizarnik y Storni, describen la suerte del animal herido. Entretanto los poetas, las poetas, “construyen lo que pueden” como “alfareros de la vida”. Un hermoso poemario, Llévame como un verso, afín a la poética de sus diversos libros, en que, como dice Francine Masiello refiriéndose a ciertas poetas argentinas, “se entra en la paradoja máxima de la poesía, pues el uso de la palabra remite a un significado que elude la palabra misma; se revierte el mundo intuitivo donde rige su poder sensual”. Helena Araújo Narradora colombiana y crítica literaria: “La poesía de Luz Mary Giraldo se lleva como un verso, aun en el exilio”. *** Escrita desde el paisaje y en los pájaros y en la música, la poesía de Luz Mery Giraldo está enriquecida con elementos simples que se van engranando palabra con palabra, como un reloj, con cuidadoso conocimiento y una vocación dedicada al oficio. La poeta evoca sus amados, sus vivencias, pero sobre todo tiene en su retina el paisaje de la infancia, y se empodera de él, lo vive en el poema, lo trae desde su memoria. […] […] La poeta habla de los árboles, de los sonidos y silencios de la música y reflexiono cuando dice en “Silencio de los árboles”: “Ni siquiera en la sombra está el silencio”. Ella no lo encuentra, como no lo encuentra la humanidad en este tiempo de convulsiones y terror. En la eterna búsqueda de la palabra y su magia, Luz Mary lleva años moldeando su poesía, dándole
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giros a sus sueños y sorprendiéndonos con sus versos. Valga reiterar que una parte especial y fundamental en su palabra ha sido la música que envuelve, la música que nombra, la música que vive en ella. Cada palabra encuentra su lugar y su ausencia, así como cada silencio. Miryam Alicia Sendoya Guzmán Poeta colombiana radicada en Chile: “‘Silencio de los árboles’, el canto de la vida y la naturaleza en la poesía de luz Mary Giraldo”. *** La poesía de Luz Mary Giraldo nos acompaña, nos acompasa y se dibuja con un dedo entre la luz y el aire. Juega a los contrarios: memoria que se desteje en el olvido, presencia que toma significado en la ausencia, historia hilvanada en la tela que sostiene el canto y la voz de la poeta. Así, nombra lo que se desvanece: el hogar, el amor, ella misma. Y, sin embargo, tiene una pisada firme en la tierra del poema. Luz Mary Giraldo se explaya en un lugar sin tiempo para poder hablar desde ahí e inventar el mundo, el propio, aunque el dolor se afile y se agudice cuando es necesario urdir otros mapas, establecer nuevas rutas de navegación. Pero aun cuando la poeta se sitúe en el filo del desconsuelo, sabe que la escritura estará para ella y para nosotros, asombrados lectores, en el trazo de cualquier línea de espera. Su poesía, verdadero paisaje de música, es un refugio, ese sitio que nos hace vislumbrar el Paraíso. María Baranda Poeta mexicana y narradora para niños: “Poesía de trazo delineado y fino”. *** ¿Qué tienen las alas de significativas en la obra de la poeta colombiana Luz Mary Giraldo, que da pleno vuelo a sus palabras, emulando a quienes tanto ama: las aves? Abres las páginas de sus múltiples volúmenes y te encuentras con una poética llena de sonidos que se desbordan, trayéndonos un Canto de pájaros […] Luz Mary tiene alas y, con ellas, crea la magia que envuelve su entorno. Clara del Carmen Guillén Poeta y cuentista chiapaneca: “Luz Mary Giraldo: un corazón que anida en las palabras”.
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Luz Mary Giraldo IbaguĂŠ, 1950
Foto: Mara 2019
NOTA BIOGRÁFICA Luz Mary Giraldo (Ibagué, Colombia, 1950). Poeta, ensayista, antóloga y profesora universitaria, escritora en residencia de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha publicado antologías de literatura para niños, de cuento de autores colombianos y de poetas hispanoamericanas y españolas, valoraciones múltiples de narradores colombianos y libros de ensayo sobre literatura colombiana. Ha recibido el Gran Premio Internacional de Poesía Academia Oriente-Occidente (Rumania, 2013); mención honorífica en el festival Noche de Poesía en Curtea de Arges (Rumania, 2016); el Premio Internacional LASA-Monserrat Ordóñez (2012) por las antologías Ellas cuentan. De la Colonia a nuestros días (1998) y Cuentan. Narradoras contemporáneas (2010, 2013); el Premio Nacional de Poesía Casa Silva “La Poesía como una Casa” (2011); mención de honor en el Premio Internacional de Ensayo Convenio Andrés Bello (2000) por su libro Ciudades Escritas, que fue beca nacional de Literatura del Ministerio de Cultura (1999); y mención honorífica en investigación por el Instituto Distrital de Cultura (2004). Ha sido jurado del Premio Juan Rulfo de Literatura hispanoamericana y del Caribe (hoy Premio fil de Literatura en Guadalajara), del Premio Juan Valera Mora de poesía en Caracas y de diversos premios y concursos nacionales e internacionales. Es autora de los poemarios El tiempo se volvió poema (Ibagué 1974), Camino de los sueños (Ibagué 1981), Con la vida (1997), Hoja por hoja (Bogotá 2003), Postal de viaje (Bogotá 2004), Sonidos en la luz (Medellín 2010), Llévame como un verso –poemas del exilio– (Bogotá 2011), De artes y oficios (Bogotá 2015) y Caza de sombras (Montevideo 2019); y de las antologías Diario vivir (2012), Canto de pájaros (Rumania, Academia Oriente-Occidente, 2015, edición trilingüe en español, inglés y rumano, e Il volto nascosto dell’amore (español e italiano, edición de Alessio Brandolini y Martha L. Canfield, Roma, 2017).
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Luz Mary Giraldo: celebración de la memoria, por Enzia Verduchi . . . . . . . . . . . . 5 Poemas De El tiempo se volvió poema (1974) Nunca llegó el verdadero y sabido nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Se están perdiendo gritos en la sombra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 El tiempo se volvió poema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 De Camino de los sueños (1981) Sólo la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 Mientras los días pasan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 De Con la vida (1996) Lezama y Proust bajo la sombra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 La hora de los pájaros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 Ariadna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Ícaro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 El tren de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Cada palabra mía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 Silencio para vivir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 Como lluvia finísima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 Navegaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
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De Hoja por hoja (2002) Poema con gato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 Gato de agua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 Aprendiz de gato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 De Postal de viaje (2003) El misterio en la luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 Réquiem . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 Caída . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 Penélope . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 Canción para los buenos días . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32 Postal de viaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34 De Sonidos en la luz (2010) Entre los árboles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36 ¿Canto de pájaros? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 Sonidos en la luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38 Carta de amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 Cacería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 De Llévame como un verso (2011) Pozos enlutados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 Llévame como un verso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Oración en lo más oscuro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44 Pequeñas cosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 Canción en el infierno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46 Negro horizonte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 Canción donde está la soledad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 Canción en la casa vacía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 Costumbre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 Canción de la luz y la mirada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 En el alma del tablero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
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Págs.
De De artes y oficios (2015) Canción de cortesía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 Remiendos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54 Monólogo de Casandra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55 Arte de tejer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56 Oficio de enredar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 Rutinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 De Caza de sombras (2019) Palabras en el muro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 Súplica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Silencio mudo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62 Balada de la felicidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Fotografía y mancha negra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64 Campo de refugiados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 Ángel de rodillas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 Antes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 Después . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 Calle de París . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 Luz en la basura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 Notas sobre la obra de Luz Mary Giraldo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 Nota biográfica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
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En la Imprenta Patriótica del Instituto Caro y Cuervo, en Yerbabuena, el 30 de julio de 2020 se terminó de imprimir este homenaje a la escritora Luz Mary Giraldo que le tributa el XXVIII Festival Internacional de Poesía de Bogotá y la revista de poesía Ulrika.
ETAS - HOMENAJE DE LOS POETAS - HOMENAJE DE LOS POETAS
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