Panorama de la poesía argentina actual, tomo II

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L O S

L I B R O S

D E L

C A S T I L L O

Panorama de la poesía argentina actual

Tomo II U L R I K A

E D I T O R E S


Este segundo tomo del “Panorama de la poesía argentina actual” incluye una muestra de la obra de 19 autores de ese país, quienes han participado en el Festival Internacional de Poesía de Bogotá, y se publica en el marco de la versión XXIX del Festival con el apoyo del Ministerio de Cultura. “Todo emprendimiento en torno a la cultura y el arte exige de suyo la configuración de una especie de entramado sostenido por eso que ya es un lugar común llamar ‘vasos comunicantes’, y este emprendimiento en particular, la revista de poesía Ulrika y todos los eventos y publicaciones que de ella se derivan, no podría sustraerse de dicha dinámica enriquecedora. Desde esta perspectiva se hace necesaria una breve relación de los poetas incluidos en el primer tomo, dado su vínculo evidente y necesario con


Panorama de la poesía argentina actual Tomo II


Corpoulrika

LOS LIBROS

L CASTILLO

Panorama de la poesía argentina actual, Tomo II © Todos los autores, para esta edición, 2021 © Ulrika Editores – Colección Los Libros Del Castillo ISBN: 978-958-9109-32-8 Todos los derechos reservados. Dirección General: Rafael Del Castillo Coordinación editorial: Eugenia Gorriño Aldinucci Compilación y selección: Rafael Del Castillo y Eugenia Gorriño Aldinucci. Dirección de Arte: Gustavo Del Castillo Diagramación: Óscar Pinto Siabatto www.poesiabogota.org Primera edición, Bogotá D.C., mayo de 2021 Impreso y hecho en Colombia


PANORAMA DE LA POESÍA ARGENTINA ACTUAL Tomo II Noticia preliminar ~ 5 Julio Salgado ~ 13 Raúl Emilio Acosta ~ 19 Héctor Berenguer ~ 25 Carlos Vitale ~ 31 Luis Thenon ~ 37 Osvaldo Picardo ~ 41 Mónica Muñoz ~ 47 Laura Yasan ~ 51 Martín Prieto ~ 59 Daniel García Helder ~ 65 Néstor Fenoglio ~ 71 Fabián Casas ~ 77 Guillermo Bianchi ~ 83 Rodrigo Galarza ~ 87

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Valeria Cervero ~ 95 Carlos J. Aldazábal ~ 101 Ana Wajszczuk ~ 109 Laura López Morales ~ 115 Mariana Suozzo ~ 121 De los autores ~ 125 4


Noticia preliminar

Luego de leer algunas reseñas sobre la monumental antología 200 años de poesía argentina, publicada por Alfaguara (selección y prólogo del reconocido académico argentino Jorge Monteleone), no deja de embargarnos alguna aprensión al cerrar el presente trabajo. Sin embargo, nos alientan las razones que el poeta y profesor universitario, también argentino, Osvaldo Picardo nos brinda en el prólogo general de este Panorama de la poesía argentina actual, obra publicada por la revista de poesía Ulrika con motivo del Festival Internacional de Poesía de Bogotá, cuyo país invitado de honor en 2021 es precisamente Argentina. Picardo, para justificar la riesgosa empresa emprendida sin posibilidad de dar vuelta atrás, empieza por aclarar que no se trata de una antología, sino más bien de una decantada muestra de

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textos de buena parte de los autores argentinos invitados al Festival Internacional de Poesía de Bogotá, desde 1992 hasta nuestros días, signada por la impronta no desdeñable de que en el mismo certamen, según se apresura a anotar también, han participado autores iberoamericanos de la talla de José Emilio Pacheco, Gabriel Zaid, Fabio Morábito, José Agustín Goytisolo, Blanca Andreu, Ana Rossetti, Jordi Virallonga, Eugenio Montejo, Luis Miguel Madrid, Alberto Rodríguez Tosca, Gonzalo Rojas, Teresa Calderón, Lêdo Ivo, Affonso Romano de Sant’Anna o José Paulo Paes… en compañía de grandes y queridos poetas y escritores colombianos como María Mercedes Carranza, Fernando Charry Lara, Mario Rivero, Matilde Espinosa, Darío Jaramillo Agudelo, Juan Gustavo Cobo Borda, Samuel Jaramillo, Jotamario Arbeláez, Luz Mary Giraldo, Fernando Linero y Evelio José Rosero… mencionando sólo algunos. Todo emprendimiento en torno a la cultura y el arte exige de suyo la configuración de una especie de entramado sostenido por eso que ya es un lugar común llamar vasos comunicantes, y este emprendimiento en particular, la revista de poesía Ulrika y todos los eventos y publicaciones que


de ella se derivan, no podría sustraerse de dicha dinámica enriquecedora. Desde esta perspectiva se hace necesaria una breve relación de los poetas incluidos en el primer Tomo, dado su vínculo evidente y necesario con los que integran el segundo. Ulrika inicia su labor de promoción y conocimiento de la poesía iberoamericana a partir de octubre de 1981 con el estímulo y la generosidad de colaboradores que empezaron a sumársenos, año tras año, desde diversos países y ámbitos generacionales, conformando, por derecho propio la avanzada de poetas que asistieron a las primeras ediciones del Festival (y a quienes no podemos menos que considerar ‘Fundadores’). En lo que toca a Argentina, la mayoría de ellos hacen parte del primer Tomo de este Panorama, siendo sus sugerencias los insumos irrefutables para tejer el entramado cultural y poético que hoy presentamos no como un corpus cerrado sino más bien, tal como corresponde a toda empresa del espíritu humano, como un organismo vivo y dialéctico. Por razones obvias, en su prólogo al presente Panorama, Picardo no hace referencia puntual a su escritura, lo que nos permite apelar a la apreciación sobre su trabajo que nos

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entrega Joaquín Giannuzzi, uno de los más destacados poetas argentinos del siglo xx. Dice Giannuzzi: El mundo como realidad y ficción: esta es la visión que depara, como discurso disparador, la poética de Osvaldo Picardo. Su lectura nos entrega el ejercicio y el resultado de una mirada de vasto espectro sobre las cosas que nos rodean y nos habitan, las visibles y las escondidas, las evidentes y las secretas...

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Sin duda alguna hay aquí un eco o una suerte de plática con las propias palabras de Picardo cuando anotaba en otra parte a propósito de su propia obra: “Todo está dicho y llegamos demasiado tarde. De ahí que hablemos por boca de otros y sobre-escribamos un poema infinito que nadie alcanzará a leer sino de a pedazos.  No es esa la primera limitación que debemos asumir? Lo nuestro es escribir entre comillas, citar, aun no sabiendo que citamos”.

Osvaldo Picardo (Mar del Plata, 1955) es una de las figuras destacadas de la “poesía de pensamiento” que se dio


en el período de la postdictadura argentina a finales del siglo xx. Activo promotor y difusor de la creación literaria como director editorial de la Universidad de Mar del Plata o como codirector de la revista La pecera, junto con el poeta y crítico literario y de cine Héctor Freire, a su vez incluido en el primer Tomo de esta muestra, Picardo ha colaborado con la revista Ulrika y con su Festival desde hace ya casi una década. Otro recurso para tener en cuenta a la hora de acercarse a las expresiones poéticas de un país dado es el de abarcar, en la medida de lo posible (y de su validez concreta), la mayor cantidad de regiones, matices culturales y generacionales, sobre la base de los más definidos. Pudiéndose ir así en nuestra lectura, por ejemplo, de Julio Salgado (Frías, Santiago del Estero, 1944) a Carlos Aldazábal (Salta,1974), sin olvidar rasgos particulares entre uno y otro como serían la vocación pictórica en el primero, al lado de la musical en el segundo. Desde este mismo ángulo podrían mirarse los casos de Mariana Suozzo (Buenos Aires, 1982), Mónica Muñoz (Santa Fe, 1957), Kato Molinari (Córdoba, 1944) y Francisco Madariaga (Corrientes 1927-2000).

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Siguiendo nuestra verificación de ese entramado tejido entre los dos Tomos que conforman este libro, de la lectura de Jorge Boccanera se vislumbran las líneas trazadas por sus afinidades estilísticas, que van de un cierto coloquialismo a un lirismo traspasado por el compromiso social y humano vía Gelman (y César Vallejo), para llegar así a las apuestas particulares de Laura Yasan (1960) y Guillermo Bianchi (1970), desde Buenos Aires. Diario de poesía, el magnífico periódico literario dirigido por Daniel Samoilovich entre 1986 y 2011, sirve de inmejorable carta de presentación a tres poetas que, en su aplicación al espíritu de exploración y difusión de las diversas propuestas estéticas contemporáneas de occidente, delinearon sus voces desde una misma generación: Daniel García Helder (Rosario, 1961), Martín Prieto (Rosario, 1961) y Fabián Casas (Buenos Aires, 1965), animador este último de la mítica, aunque efímera, revista 18 whiskys. De Santa Fe y centrados en el ejercicio del periodismo y el activismo cultural tenemos a los poetas Raúl Bigote Acosta (Rosario, 1944), Héctor Berenguer (Rosario, 1948) y Néstor Fenoglio (Santa Fe, 1964). Y desde la diáspora


resuena la palabra de Carlos Vitale (Buenos Aires, 1953), poeta y traductor radicado en Barcelona; Rodrigo Eduardo Galarza (Corrientes, 1972), quien actualmente se desempeña como editor del sello Amargord, dirige la revista de estudios poéticos y la colección de poesía latinoamericana así como el ciclo de poetas en vivo de la misma casa; Luis Thenon (Buenos Aires, 1955), vinculado a la docencia universitaria en Montreal, y Ana Wajszczuk (Buenos Aires, 1975) quien profesó el periodismo desde Buenos Aires y Costa Rica y actualmente trabaja como editora. Por último, y como parte de las alternativas que no sólo nos permitió el Festival como tal para la elaboración de este libro, volvemos a nuestra revista (Ulrika), en cuyo número 56 dedicado a hacer un rastreo en torno a las Nuevas voces de la poesía iberoamericana, Osvaldo Picardo, en el apartado correspondiente a Argentina, publicó un artículo titulado “Poesía argentina del siglo xxi:  Qué hay de nuevo, viejo?” en el cual nos propone una serie de autores entre los que se cuentan Valeria Cervero (Buenos Aires, 1972) y Laura López Morales (Córdoba, 1976), con quienes continuamos el encuentro con la poesía argentina en la certeza de que más

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temprano que tarde podremos presentar el Tomo tres de un Panorama cambiante y rico, tras un horizonte sustentado en “este maldito goce de cantar...”.

Los Editores

Bogotá, 1 de mayo de 2021

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JULIO SALGADO (1944)

Pasaje De allí lo que quedaba Buscaban sus vihuelas los efímeros. Tengo los piquillines. Los huertos de poleo donde duermo. El celo en movimiento. Lo que se ve me digo. Corrió la imagen de su hechura. Espejo contra espejo. Volaban las montañas. Caían las ovejas desterradas. Las tijeras. Caían los esquiladores y las casas. De ahí el devoto de la sortija y el veneno. El mágico secreto donde se baña el mangangá comiendo de la flor en el tatuaje de la flor. Todo por un anochecer

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en esa oscurecida libertad de las estrellas. Yo creo en los azules vagabundos. Convido a los amantes sin idilio la espada De San Jorge. Lo escarlata del rojo. Aquel escarabajo Que vive en los anillos de mis dedos y en el cielo.

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Narciso Los labios del narciso amanecieron entre el hechizo y la posada Porqué se enamoró el narciso de la dramática sencillez que adorna al tallo  Habrá sido la densidad de lo amarillo que lo amparaba aquella fría armonía que corre y va ondulando el pétalo alguna extraña gota de agua vecina en una rama


cuajándose en la legua que se aproxima y toca esa humedad de falo?...

La hierba seca Del beso al laberinto. La verdadera época de los torrentes

que invitaba desde el fondo de una pollera robada de las pampas. El río abajo y el nudo rápido de los pensamientos atándose a los labios. Jamás jamás en una estancia este inocente artificio podría sonreír en la compuerta. Mi separada con cinco dedos se ordenó el vestido

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de la corteza de la tierra del día y de la noche

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y me apartó

como la hierba seca. Oh la jardinera contribuyó con su más solemne paga abrió su cabellera que duplicaba cierto desdén marchándose en suspiros saludando como si anduviera por las nubes: “volveré, volveré...” Una garza mostró alas humeantes salpicadas con aquel dichoso dialecto de los sueños vagamente es cierto vagamente.


Distancia Eres lo que rodea Lo blanco lo inexpresable La oquedad de la tierra Es la curva Que termina en presbicia Una distancia que sostiene Esa fragilidad que está escondida En esa lejanía que hay entre tú y yo La calma de nuestras heridas Se aproxima Como mundos extraños Que hacen un mismo sueño Y un mismo desencuentro. Soy el que pasa Tú eres un ser que pasa Así Nuestras lenguas tienen la misma sal El mismo olvido.

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Discurso

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Hay un oscuro concepto que deriva de la pregunta:  el discurso ha sido provocado por la pérdida? Una respuesta a su posible vacuidad consiste en: La poesía precede al hábito del murmullo. Nada hemos ganado con el propósito y la inquietud del lucro falta el río el agua no es él en sí mismo no su corriente ella como lo extraño del mundo es lo que aguarda cuando exploramos el cauce que nos margina. Sería este el hecho sustancial. El líquido ámbar de la pérdida: Sólo un préstamo.


RAÚL EMILIO ACOSTA (1944)

Lejanía Quien mira el mar se vuela Sale disparado por las aguas Hacia arriba la distancia desaparece Estambul queda en el mismo horizonte Que la cortada de los juegos Sobre las piedras de la calle a la pelota De trapo y medias viejas Haciéndole goles a la puerta De la casa de mi abuela Pepa. Puesto en la orilla el hombre sabe Que puede elegir el sueño los vuelos amplían el suspiro lo llevan a Estambul a la casa más tierna más mazapán y las cobijas tibias su esqueleto suelto quedará allí

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su alma enterita dirá una verdad que se esconde y el mar enfrenta la infancia puede más que la lejanía.

Lilablue

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Están cayendo flores del jacarandá Todas. Llueve sin cesar. El verano encontrará ramas desnudas Obscena soledad de la amargura Oscuro verde pintará la tristeza despacio El sol obligado Hará los gestos del cultivo Con la primera flor empezará la pérdida El gesto del adiós.


Destino Sobre la pared La hiedra sube Sus ventosas se adhieren El verde insulta grises y descuidos Con el verano parecerá morir Marrón quieta el desprecio Gana la batalla Esperará su tiempo sin quejas Desplantes humillaciones pedidos Nada No se irá Un día seis meses después volverá el verde Sin agresiones seguirá su camino hacia lo alto Quien abandona sus raíces conoce el secreto Para matarlas.

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Como si fuese fácil

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Como si fuese fácil Pongo mi mano en tu pecho Llego a tierra Igual que respirar cerca del sueño Dejo mi mano puesta En agua clara Olvido las tormentas cotidianas Como si fuese fácil Alzado sobre el suelo Dejo caer pesares Soy el animal que olvidó el miedo El pensamiento puro de la muerte Vencido así Como si fuese fácil Entender que no hay tiempo Feroz desasosiego premura disparándose Porque la tierra firme De tu pecho Como aldabón en siesta Retumba llega hasta mi mano


Devolviendo en fuego la pregunta Quemando la duda de una vida Con dejar que siga así Como si fuese fácil Medir la eternidad por un latido.

Corazones de otoño Es estrecho el corazón Es una luz Una carta una flor Puede vérselo En una puerta despintada Por donde pasó El corazón no existe sin que fluya Una emoción un canto que en los de allá los fuera Los lejos y extraños se pierde Si no volviese Puerta carta y flor serían cualquiera Cuando vuelve la tarde se queda

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Distraída se queda Es esa luz que cruza el patio antes que oscurezca.

Tanguito sin retorno

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Qué solo está Felipe Empuñando su copa Su trasnochada copa de festejos e insomnios La muerte llegará con el último trago Nadie lo sabe Felipe está llorando Sobre su carcajada de borracho Mañana ha de morir su cuerpo Su carne estropeada en mil abrazos Recuerda sus ojos los primeros Los de mirar la vida simplemente Una lágrima le agranda esa mirada que vibra como un flan Como una empalagosa cucharada de lástima.


HÉCTOR BERENGUER (1948)

Inventario de viaje El amor quiso esto de mí, quiso que intentara buscarlo y descifrarlo en todos los amores que he tenido. Descansa en paz amor de mi vida quien todo lo conoce todo lo olvida. El hombre tiene todas las edades y es un niño la ternura y la brutalidad le vienen de la cuna. Al resto le pone límite el mar como a la orilla, a nuestro abrazo final cuando llegamos al eco de nuestra lejana voz, cuando partimos. Amar seguirá siendo eterno aprendizaje de dones y dolores.  Angustia esperanzada o pura obstinación?  Quién lo sabría?

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Es necesario hacer un alto en nuestra huida, un largo adiós una corta despedida.

De quién es el dedo que señala la luna?  Del hombre que señala?  Es la luna señalándose en el hombre?  O es ese límite impreciso que sostiene el universo? 26

Caminas en un desierto Escuchas cantar a un pájaro no importa lo imposible que es un pájaro en el desierto ni siquiera la distancia


Sin embargo estás obligado a convertir la arena en pájaro y el desierto en árbol. La poesía es esto: un pájaro que canta en el desierto.

Oráculo frente al río  Qué será de nosotros? Ahora que se fueron los años asombrados. Y los absurdos de siempre nos dan la mano del pésame. Destiempo que entrecruza vidas y propósitos como marionetas. A veces un mínimo esqueleto puede sostener la piel y las nubes.

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A veces llueve adentro y me amparo en la lluvia para refugiarme, para hurgarme en lo más hondo, para caer del todo dentro mío y así vivir ese único instante verdadero de amor sin reparos de un bautismo sin lágrimas, después no recuerdo donde estaba, la ropa que tenía, si estaba seca o mojada

Chet Trato de descifrar susurrantes notas doloridas tras tus dientes rotos


en larga batalla. Te inyectas y ves las formas de la vida como un pez gigante mientras a tu lado está pasando el mar entero.  Quién camina por esas terrazas de cemento observando su follaje alucinado?  Quién escucha el chasquido que envuelve la vida en papel de celofán?  Quién descubre la música creciendo en las ramas desnudas desde de los elevadores? Un mundo de nervios rotos entre los rascacielos.

con tristes luces

Tenías la esperanza de un purísimo nirvana de azúcar.

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Y de mostrarnos la ilusión mayor: que todo es un samsara musical donde vegetamos. La bella ilusión que nos crea desde el purísimo cero ¡Eso es la música!  Cómo se hace para ser Chet Baker? Ya es una triste declaración de amor.

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Un cielo que nos conoce de antes el que escucha no debe ser el mismo. Porque la música sucede en otra parte improvisando el tiempo de la vida. A Gary Vila Ortiz y Enrique Diego Gallego, en sus noches de Jazz.


CARLOS VITALE (1953)

El triunfo de la muerte

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Non c’è di dolcezza che possa uguagliare la Morte. Dino Campana

Alguien lloraba en el Camposanto de Pisa. Sin embargo, las tumbas vacías de los muertos guardaban la escoria de los vivos. La muerte siempre triunfa. Silencio del Camposanto y fuera. En alguna parte alguien llora.

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6 Un colorido manto de sombrillas protege el sueño de plenitud de la especie. Cuerpos al sol en la tarde de agosto.  La tierra o el aire?  Los gusanos o el fuego? Abusos de la imaginación en un mar de arena y carne. Extensa mancha de horizontal destreza que en la quietud encuentra su prodigio. La ausencia es el milagro que repite. 32

8 Simultáneamente se vive en las ventanas. Las mujeres se entregan a un futuro cercano y el verano no encierra más que escasos deberes. No será éste tampoco el día revelado. Una mediocridad febril sustenta los objetos en su reiterada formulación pasiva. Ese que grita sólo pide un movimiento verdadero. Sabores de espuma en un cuarto vacío.


9 Vagaba por la casa con ambición furtiva. Una prisión doméstica bastaba para hacer muros de huesos compartidos. Temeroso escondía sus motivos de tregua y callado esperaba las virtudes ajenas. Nunca sabré quién era en realidad. No distingo ni su voz que en este instante me habla. Una parte de ignorancia y una parte de desdicha. 33


Autorretratos Me desespero porque no puedo estar presente en todos los actos de la vida. Murilo Mendes

Johnny Laguardia

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recibe el

Oscar

de

1933

Sin más humillación que la muerte futura en un Hollywood de vidas estelares bigotes y visones ganados en la dura batalla de las sábanas me muevo en el asiento de la espera hilvanando unas frases heredadas que ahuyenten el mal de ojo adversario cuando oigo acariciar mi nombre por unos labios que conozco a otra distancia y subo entre clamores sofocados al escenario de mayor gloria del mundo en converso inglés mediterráneo.


Giovanni Laguardia

construye al fin su

Catedral Xok

Logrará una construcción del espíritu burlar a las leyes de la naturaleza?  Podrá la obra de una vida vencer a la muerte? Una y otra vez interrogado me inclino sobre planos que fueron razón de risas e impostura y vuelvo la vista a una cúpula apoyada en los más tenaces sueños de este renacimiento mío y de las artes para afirmar contra toda cordura contra los discretos y contra los cautos para pedir y reclamar otros mil años de existencia vicaria.

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Jean Laguardia

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pinta un autorretrato de

Rembrandt

¡Oh, lo verdadero! Un puente de la nada a la nada. En Avignon, rue de la République, al fondo de un corredor que intuye el mediodía, exploro el arte de ser otro y el mismo, uno más y uno nuevo.  Quién duplica a quién?  Quién guía el pincel que en el espejo ve un rostro inmerecido?  Alguien responde? El desconocido de la luz pregunta por su voz más auténtica.  Es este eco mi voz?  Apenas un silencio compartido?


LUIS THENON (1955)

VI Así nace mi cuerpo penitente destrozado en el alma roto a golpe en la noche que se prolonga de vientos ascendentes la pura resonancia en cada piel marcada tan viva y sola tan dejada en el vientre de los pueblos tan encallada en sus costas y arrecifes que nace de la tierra una marea inmensa una ola determinada una constelación brillando en la bóveda turbia de mis ojos.

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VII

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Tolvanera de brazos al unísono resonando en la tierra la airada tierra del pasado reconozco la aurora que despierta la vasta soledad de tus estirpes cargada de hermandades y silencios. Ese día comienza a despertarme. Y así desde la única soledad que puedo vuelvo al mundo marchito de mis ojos porque todo renace en este encuentro y el campesino que mi memoria nombra se heredó de todas las multitudes asombradas para decir al viento la dimensión de la mañana. Rústicas voces en el principio de los labios fecundo y perentorio sufrimiento cargado de secretos o de místicas lunas de ríos generosos en la planicie como una médula de azúcar una semilla blanca cayendo al infinito lugar donde la siembra. Ese hombre y esa mujer tienen en sus manos el origen de la primavera la ofrecen al sol del mediodía


la distribuyen entre las hierbas abundantes para que nazca el pan la carne de los hornos la espiga que amanece de estar el rostro impávido y la cintura férrea dibujando una aurora con soles y con lluvias y un porfiado legado de horizontes en el mismo lugar que les dijeron. Qué lucha interminable la vida en cada surco en cada tierra ajena y arbitraria. Y el labrador que lleva con sus manos sin destino ni lumbre su mancera busca un despertar de savias en su sangre madura una cálida mesa en que sentarse a amar. y muere en su desencajada procedencia que baja hasta la noche y se estremece en vidas nuevas un páramo de cunas abandonadas sin preguntar siquiera la distancia del viento. Pero esos labradores el campesino austero la mujer de los hornos

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llevan también entre sus manos una lumbre final un perentorio acuerdo de sentarse a la sombra para excavar terrones abandonados y resecos hasta el máximo intento que la cosecha aúna y determina. Presentes en la hilera una mujer y un hombre tejen la imagen de tu aurora Una mujer callada la siembra entre los vientos un hombre la acaricia en la frente de cada sol ardiendo hasta quedarse para siempre en la tierra fecunda. La huerta tiene apremio de manos la siembra suma en la vertiente de sus vidas ese amargo mandato de cosechas.


OSVALDO PICARDO (1955)

El dibujo de un niño siempre quedará sin respuesta I Dibujar es otra manera de preguntar. El fracaso ya está en la línea. Despega de un punto de apoyo en que la mano imagina el vuelo pero también, la irremediable caída. Toda nuestra alma –lo que de ella nos queda– gira en torno de las manos. Por alguna paradójica razón no se aferran a las cosas. Dibujan la naturaleza de las formas. Tocan el borde mudo de las preguntas:

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Ese lado vacío del pensamiento, abismal, en que un niño espera que se haga tu voluntad. II

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El niño dibuja. Se pasa las horas con el dibujo sobre gruesas cartulinas. Aún lo buscado esconde el regalo que encierran las manos.  Cómo tocaste –pregunto– las plumas y la fiesta que llena los árboles y salta de una rama a la mesa? Hay una línea invisible que no deja al gorrión ir más lejos que tus ojos. El trazo accidentado del lápiz lleva, a veces con esperanza y a veces


con recelo, a una sola sospecha:  Ahora hay algo que antes no había?

Picaflores Antes de correr la cortina frente a las calas la velocidad se congeló en el aire. Primero fue uno borroneando las alas en el hilo desatado ante un gladiolo. El otro cayó al lado en rebote pausado y giraron trenzando el tallo de la tarde. No los habías visto hasta entonces. Luego leíste que tienen corazones enormes para el tamaño diminuto de sus cuerpos. Y también, que mueren de quietud durante el sueño.

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La mano de Dios Diestro aquel en volver con distra planta la pelota que huye, compensando con los pies el oficio de las manos... Astronomicon de Manilio Antíoco (circa s. d.C.)

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La pelota escapa con la poca elegancia de una cabeza decapitada; rompe con leyes de quietud y buenos modales. Pudiera ser algún domingo por la tarde, con calles vacías y un silencio de pájaros. Pudiera ser en cualquier parte, en cualquier tiempo, efeméride patria y/o circo romano. Pero sólo fue en un lugar y un momento. La cosa es que el salto está todavía en el aire, en el extremo exhausto de un músculo contraído por una guerra y una derrota. En el sexto minuto nació,


de un empatado segundo tiempo. Y en la ovación gloriosa, Maradona por encima del inglés se eleva. Después fue otro día, apenas salió el sol se habló de trampa y hasta de dios. México, junio de 1986

Un pedazo de espejo algo está aparte y es extraño a toda la creación M. Ekhart

Hay un pedazo de espejo entre los pastos y la basura en el baldío. Un vidrio plano que carece de preocupación alguna. Víctima de alguien que no soportó

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su propia cara o, simplemente, de la torpeza y la mala suerte. Un lugar abre en los márgenes como de un libro usado. Llega a su inmóvil representación la margarita que florece y el gato que huye. La abeja confundida, el diario viejo y el sinsentido de la ciudad. 46

No se le aproxima más el hombre que la estrella y tampoco hay distancias entre el instante y el año, entre el año y el siglo... Aparte y extraño, allí, sin quién lo use, ni necesidades, sigue siendo una verdad en sí mismo.


MÓNICA MUÑOZ (1957)

I Alguien llama desde la espesura de los tiempos habla en la llama de su boca desmonta vidrios como hileras de trampas agua futura Tendal, continente de vuelos huecos de viento despeinan los hilos de la trama cubriendo el mar verde y amarillo de los sembrados Blanco sobre verde amarillo tenaz. No escribiré más –dice el poeta–. Todo ha sido escrito ya. No escribirás más –sentencia el filósofo–. ¡Después de Auswichtz no hay poesía posible! desamparo que mantea los hombros en la invención

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Negros pájaros rondan la luz despellejando su sombra. No escribiré más –dice el poeta– mientras escribe.

II

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Llama quieta contraluz en el espejo sucesión de velos blancos con huecos de viento de Tiempo. El poeta escucha la llama adivina palabras que borbotean las nombra están siendo –piensa. En íntima celebración sonríe se sabe futuro.


XIII Grillo/grillete/ trueca la vena/ la pierna ahogada Tintín en la mano del carcelero/el grito domeñado pie doblado/ morado/atemorizado Grilla/grillete en los viejos caminantes/hermanos de prisiones/ necesitados/interminablemente/en su único bien. Se puede ser tan/ tan pobre que la miseria sea el único trapo en el cuerpo de un caminante. 49

X Sucede un hombre en su página roza la dimensión de tu página fantasmagorías del sentido no hay distancia no hay tiempo sucede


En algún punto del mundo tierra extraña de saberes lenguas habita un hombre en la exacta dimensión de sus pies mira con cuidado el cielo enhebra preguntas en silencio quizás las mismas de otro hombre en este llano verde. Una estrella refulge para ellos sin saberlo ambos le dan un lugar en su memoria. 50


LAURA YASAN (1960)

Madre Siberia busco mi herencia de huérfana legítima en las aguas del báltico en el brillo de los samovares los colores del aire en la estepa sé quien soy rusia en un camarote de tercera un pivot entre el hambre de ayer y el idioma extranjero de mañana sé quien soy el mismo hitler me trajo a esta tierra desde antes de nacer escapo de los pogroms sigo ubicándome cerca de las puertas soy europa del este clavada en el atlántico polka tango mate vodka trostky evita gelman maiakovsky una estrella amarilla en el brazo

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una roja en la frente sé quien soy lo escribí en las paredes de esta casa que construí de mi costilla para nunca olvidar

niña en la oscuridad

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de noche alguien lloraba en la cocina sobre una carta que cruzó dos continentes y un océano de malas noticias era mi abuela o fue mi hermana con su novio guerrillero de ojos impenetrables y turbulentos de noche alguien lloraba en la cocina era mi madre después de un aborto mi hermano con su rifle de aire comprimido mi padre sumergido en deudas sobre la mesa donde tomábamos la leche a veces era yo


san perro callejero no me dejes caer a rubia teñida ni me condenes a integrar eternamente el coro menopáusico de esta mujer no me arrojes con las muñecas rotas en el túnel de la gorda aburrida te prometo huesitos san perro callejero no me dejes caer por su casa ese país en toque de queda donde tengo pedida la captura y un número tallado en el corral no me dejes caer a virgencita de repisa ni a señora entendida en el arte de negar los colores de su edad no me dejes caer san perro de la calle en los brazos de un hombre con corbata prefiero ser la amante del carnicero viajar toda la vida en transporte público te prometo los cortes más tiernos la carne más jugosa

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no me dejés caer seré tu perra fiel

nunca quise tocar el cielo con las manos los niños cantores de lotería no irán al cielo

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los elefantes blancos los curas vírgenes ni las vírgenes

irán al cielo

las enfermeras y los equilibristas tampoco irán


a ese lugar helado inhóspito ni una silla para descansar ni una pared donde apoyarte

llave marilyn versión libre el domingo a la hora de la muerte tu sombra es una perla que rueda para nadie los bares están llenos en el aire resiste la arpillera del sábado el ruido un entramado de colillas y rouge una pared de clavos las voces de los otros y el volumen del fútbol supera el decibel de los hombres que lloran sobre una chica fácil el domingo a la hora del escándalo hay un cambio impreciso en la velocidad y los minutos pasan su mirada de vaca sobre tu pasto tierno

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en la mesa del al lado una pareja rompe la tarde en pedacitos y una aureola de vidrios va empapando el mantel yo pensaba en sus brazos el domingo a la hora de la muerte como si no estuviera

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hoy función hoy como todos los días despierto sobre un riel confundida en el rumbo de los trenes que parten la fe con su martillo pongo el cuerpo en la calle y espero de la suerte algún favor otra vez cacería el pecho una recámara de aire comprimido besos de corto alcance palabras que no llegan a matar vuelvo a cargar y sale circo monos amaestrados


pañuelos infinitos de la boca me toca equilibrista sobre cable de fuego campo minado rock ferretería nunca me sale cisne ni princesa

química orgánica todo el tiempo que tarda el corazón en olvidar la música y acostumbrarse al ruido de hojas muertas que desprende el recuerdo cuando avanza todo el tiempo que tarda en separar hebras impuras del oxígeno latido de temblor señales en la falla todo el tiempo que tarda en reaccionar su ángel sometido la boca azul contra la noche ese torrente oscuro que va en la cicatriz como un pez por el cauce del misterio

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todo el tiempo que tarda en corromper la ruta del carbono y arder bajo la nuca el tronco de su árbol se rasga en las mejillas una alfombra de seda la lengua flota en una ciénaga y es un beso de sal sobre la llaga todo el tiempo que tarda el corazón en dejarte partir 58

manual de los amantes yo te entregué una joya diminuta un zafiro escamado en el cuerpo de un pez y lo dejaste caer en las cosas que pasan


MARTÍN PRIETO (1961)

Desde la ventana El mundo es esta estación de trenes, casi invisible por la lluvia. Hay, entre las vías, un resto: una naranja brillante apoyada contra el riel. El hombre tiende la mesa y cree cambiar en algo las cosas.

Una música en la memoria De zapatillas y pantalones negros, con el torso desnudo, lleno de yerba una calabaza marrón. El paisaje es el de todos los días, salvo por una música que no silbo y sin embargo sé.

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Padre e hijo

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Un personaje de Conrad, o lo que supone es un personaje de Conrad quien, en verdad, nunca lo leyó: un hombre viejo tomando whisky sin hielo en una noche tropical. En una cuna duerme un chico que tal vez sea el hijo del viejo. Las palmeras quietas a través de las ventanas, quietos los paraísos y las cortinas y la luna misma, como si el tiempo no pasara. Las alpargatas resecas arrastrándose por el piso de madera. El viejo va, se sirve dos, tres dedos de whisky, vuelve a velar el sueño del animalito y no sabe si quiere o no que se le parezca.


La música antes No te olvides de la música. Pero no te olvides tampoco de que la música cambia. Ravel tiene más años que el mar Rojo y el mundo gira de la locura a la barbarie. En el jardín nomás hay una flor que está mala: un pétalo enfermo corrompe el ideal de los canteros recién regados: un agua igual lavó la sangre de la pared donde estalló la cabeza de cualquiera de nosotros.

En la casa, escribe Que descanse de mí, que yo descanse de mí, materia disuelta en el aire del prójimo. Para no defraudar, quemé todos los papeles. El inodoro se quebró, la base se quebró

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y hubo que andar cagando por ahí dos meses hasta que pegamos un trabajo y baño nuevo.  Deberíamos extrañarnos de eso, llamarlo “nuestra educación”? Dulce, lovely cae la tarde, con olor a mandarinas, pero amargo es estarse aquí, nadie me corta las uñas de los pies. 62

La revelación El relámpago de la juventud se apagó justo cuando te escribía una carta que no te mandé. La carta era imperial: hablaba de un tanque australiano donde nos habíamos bañado un verano y de las flores blancas y amarillas de unos nenúfares que se enredaban en tu pelo y volaban como si fuesen marionetas de mariposas


cada vez que vos movías la cabeza para sacártelas de encima –y no se iban.  Por qué te escribí?  Por qué terminó la tormenta que parecía que iba a durar para siempre?  Por qué una cosa sucedió mientras sucedía la otra? Envejecí escribiéndote una carta cuyo objeto era retratarte como fuiste una vez y por cada célula tuya que lograba inmortalizar se moría una mía, una mía se moría, se moría. 63

Los temas de peso Después de varios años dedicados a la minucia, al enfermante relevamiento de los detalles, decidí abocarme a los temas de peso: el amor, la política, la trascendencia, la gloria. Finalmente convencido de que el mundo era más amplio que mi departamento compré una pila de tarjetas magnéticas


y salí a recorrer la ciudad en colectivo atento al paisaje y al rumor sordo en el que se convertía la parla simultánea de mis contemporáneos. La bruma gris que se levanta en los barrios de la quema y la otra, prístina, que emerge rosa del agua del río león, envolvía mis paseos en un aura de ensueño y todo se aparecía corrido de su justa dimensión. 64


DANIEL GARCÍA HELDER (1961)

Barranca del este Sentado como un bonzo sobre mis talones, una barcaza verde y otra blanca se alejan en sentido contrario. Solo que extendiendo un mantel sobre la hierba el bonzo no vería ninguna conexión, decididamente no mezclaría unas cosas con otras en el espacio de su mente despejada. Picos de montañas azules o nubes en el horizonte es una falsa disyuntiva –diría para sí mismo, destapando una botella. Disueltas, en efecto, como el humo las apariencias, no hay paisaje.

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15 de enero San Pablo Ermitaño

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No clarea y ya se oye un cacareo. De nuevo, lo que ayer era mañana, ahora es hoy. El que está descalzo, en la cocina, le arranca una fecha al almanaque pensando con lo que soñaba recién. Hojas sin número siempre verdes, espinas y solitarias, perfumadas flores de azahar en las ramas donde tiene, más oído que visto, su percha Rufo el zorzal. No ahora, pero algún día habrá que hablar de cuando, en una vida suya anterior, quiso valerse de la rivalidad entre César y Pompeyo. Por lo pronto hay que decir una brisa sacude todo eso, incluso los limones que por descuido, todavía verdes, faltó mencionar más arriba entre flores, espinas y hojas.


8 de la mañana en el viaducto Las flores de membrillo abiertas en el cielo de Piscis, un tejido de alambre para incipientes rayos verde rosa que no buscan un punto sino la resistencia, casi nula, de pistilos, estambres o de hojas picoteadas por mandíbulas de oruga. Y trenes. Pero no más trenes de los que puede soñar un maquinista vendado ante dos filas de cuarenta fusileros cada una. Las luces del barrio inglés que estuvieron prendidas toda la noche entre los pobres cedros de nuestro Líbano, pedazos de botella sobre un tapial y las ramas en lento balanceo cuando sonó la sirena. Una valva de almeja debió servir de molde a estas nubes que se disputan un lugar de privilegio cerca del sol.

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La Misión del Marinero

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Para devolvernos la conciencia del agrio devenir y de la sed, un viento tórrido secó las palmeras de la antigua fonda para marineros. Aquí, amigos nuestros festejaron sus bodas: Jorge y Marta Inés, Carlitos y Sandra, Juan y Agustina... Clausurada, un bando de ratas anidó en el sótano. El jardín al que salíamos, de a uno, escapando del ruido y de las luces, por una maraña silvestre fue invadido. Contra la pared del fondo quedan botellas rotas, palos de escoba, retorcidos cajones de alambre. Un resplandor de mediodía se cierne sobre las viejas chapas, y a la sombra de un árbol de hueso cicatrices negras marcan la tierra.


Treinta segundos de ingravidez Sabía que las ramas arriba llevan una vida más libre, aisladas unas de otras, casi abstracta; pero ahora es distinto, yo también vivo arriba, la cabeza perdida entre las hojas, y hasta siento y pienso como algo que está solo, absolutamente aislado, sin tronco ni raíces.

Madrigal Todavía con briznas y agujas de pino en el pelo y ya con bolsas debajo de los ojos, el lirón tranca con piedras la entrada de su madriguera. Habiendo saltado toda la primavera en una pata, todo el verano en dos, ya ni puede caminar. Los ojos de su madre, para quien ahora es un completo extraño, brillan sobre la hierba unos instantes en su rudimento de memoria. La vigilia duró bastante tiempo, pero el sueño puede ser eterno.

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A un doble involuntario de Marcello Mastroianni, i. m.

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Por tu querida presencia, Marcello, en horas vacías, mesas blancas de la vereda del Astral en noches que a lo largo de una cinta continua y sin accidentes se repetían, reflejándose en la vidriera, como los taxis vacíos por la avenida del centro. Nada que decir, nada que pensar, como ardillas trotando sin solución adentro de un cilindro, era lógico que tu presencia, en ausencia del modelo, fuera el centro de nuestra atención vacía. Dado un sistema post mortem de tres plantas no te hago, cuanto menos por la higiene de puños y solapas, más que en la de arriba, siempre cerca del barman, impasible tras tus cristales fotocromáticos y tan cabalmente asumiendo que no somos nada que te importa poco ser tomado por otro. Así que no te olvides de nosotros, Marcello, los vacíos, ahora que tu boca prueba la ambrosía de una copa que está siempre llena.


NÉSTOR FENOGLIO (1964) Dios de las cosas, oscuro señor de lo innombrable, habita también aquí, en este ser creado para buscarte, en este mendigo que atraviesa la noche cantando, desafiando tu firme consolidación occidental y cristiana, tu toga púrpura y tu presunción de universo. Yo sé que estás impreciso, no formulado, disuelto en la algarabía del caos, ese siempre posible no traducido a la imagen, no consolidado tras la iconoclasta barba benéfica, viril y mansa: demasiado perfecta para lo que verdaderamente sé de ti.

Sé de ti que mueres en los límites de todo como una ola interminable,

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pero anulada ya desde su principio. Sé también que danzas y tiemblas, que desciendes hasta el fango y que te embarras con pulcritud divina, con clara conciencia de casta. Y sé que coqueteas como una prostituta vieja, que suplicas ya sin dignidad posible para ser finalmente habitado.

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Yo sé que te quemas helado en el vacío lleno de todo que eres, en esa pretendida existencia de las enumeraciones, nombres puestos a designar las partes de tu cuerpo. Sé que te balanceas insomne por la noche, acosado por los perros y sé que huyes de ti y caes a este rincón donde te escribes, donde formulas un lamento seco y vuelves luego hastiado a sostener la trama del universo.


Ser como la noche, no apretado, no cerrado, no concentrado ni esquivo, sino sólo extenso, habitable por cualquier sitio, hospitalario y hostil, leve e intenso, dulcemente disgregado participando en medio de todo. 73

Avanza desde el fondo de mí, inevitable, el fantasma de mí mismo. Vengo desde mi guarida, con dientes filosos, cortando el pasado, ese aliento húmedo, ese vacío de maderas y peces.


A dentelladas como un perro salvaje, vengo derrumbando rostros, uno a uno caídos bajo mis garras.

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Vengo desde el fondo, puro latido de fuego, y traigo el aire atrapado de la oscura caverna, donde moran murciélagos y nombres olvidados. Traigo también, recién alumbrada, mi cara más reciente, arrastrada por corrientes subterráneas, derramada y fresca, suave guiñapo de sangre que la fiera ofrece redimida. Después me vuelvo hasta el fondo de mis ojos,


me repliego saciado y repaso prolijo las heridas que yo mismo abrí con mis dientes. Yo sólo soy este pobre animal suelto que vaga por mi cuerpo.

Para cazar al armiño lo espantan hacia la ciénaga: el animal nunca ensuciará su piel blanca.

Veleidad, supervivencia, el mandato oscuro de lo claro, de lo profundo, de lo que no puede mancharse,  quién de ustedes

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puede cuestionar las razones del armiño?

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Quiero ser este temblor y este inclinarme definitivo, quiero pasar como una espada de luz entre los inocentes.


FABIÁN CASAS (1965)

Sin llaves y a oscuras Era uno de esos días en que todo sale bien. Había limpiado la casa y escrito dos o tres poemas que me gustaban. No pedía más. Entonces salí al pasillo para tirar la basura y detrás de mí, por una correntada, la puerta se cerró. Quedé sin llaves y a oscuras sintiendo las voces de mis vecinos a través de sus puertas. Es transitorio, me dije; pero así también podría ser la muerte: un pasillo oscuro, una puerta cerrada con la llave adentro la basura en la mano.

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En el vidrio

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Después de insistir mucho, conseguí quedarme diez minutos solo con mi madre. Un guardia gordo, que mascaba chicle, me llevó hasta el lugar de visitas. Estaba ahí, de pie, con su delantal naranja. Separados por un vidrio inmenso nos sentamos uno frente al otro. Ella agarró su teléfono, yo agarré el mío. Su idioma era un extraño caminando por una voz muy débil. Entonces, viendo mi desesperación, se acercó al vidrio y lo empañó con el aliento. Con el dedo índice escribió ahí el día y la hora en que va a resucitar.


El spleen de Boedo Sé lo que hicimos el verano pasado cuando el heladero cruzaba las calles bajo el desierto spleen de Boedo. Y abombado por el calor, dormía en el garage, el perro siberiano de los Scardanelli. El verano pasado: pisado. Los cigarrillos doblados, olor, la voz de Roberto Carlos en los parlantes de la avenida. Como una resistencia eléctrica cuyos filamentos se apagan lentamente la tarde roja vira al negro y empieza la percusión de los postigos tocados por el viento. Bajo los látigos del agua, las plantas. En las ventanas, los mosquiteros. Las cortinas hechas con largas tiras de plástico, bailan en las puertas de las cocinas. Y se encienden los espirales en las mesitas de luz.

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Los Olímpicos All the Olympians; a thing never known again. W. B. Yeats

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A veces me gusta pensar que puedo pararme una vez más frente a mi vieja casa. Sí. Acá está la inmensa puerta verde. Nunca estaba con llave y se abría empujándola un poco. Tal cual. Se abrió. Ahora camino por el largo pasillo mientras me siguen, haciendo equilibrio por el muro, los gatos de nuestros vecinos. La segunda puerta es de metal y detrás de ella se abre el patio, las macetas con sus plantas y las altas piezas donde se distribuían el comedor y los dormitorios.


Sentada a la mesa, mi familia intacta me espera para comer. Mientras charlan y se sirven los platos, es obvio que decidieron pasar por alto que ya tengo 40 años y que desentono con estas ropas infantiles. Yo tampoco les digo que sé cómo van a terminar algunos de ellos. Para qué envenenar el almuerzo. Después, se desperdigan a la marchanta hacia las piezas del fondo. Inquieto como siempre, a grandes zancadas, mi papá atraviesa el patio. ¡Tiene una gorra hecha con papel de diario! ¡Cómo me pude olvidar de eso!

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Salgo a la calle, la remera de banlon me pica en el cuello y los jeans con remiendos en las rodillas se sienten estrechos. Ahí, esperándome, brillosos bajo el sol primaveral, están mis amigos. Cuando me ven, abren el círculo de su corazón para que me pueda sumar. Sí, son ellos. Bien protegidos en las bajas temperaturas del inconsciente, están exactamente como los dejé: sobre la vereda de los setenta ríen los olímpicos de Boedo; algo que no se volvió ver.


GUILLERMO BIANCHI (1970)

Estación Temuco Neftalí llegó en tren, arrojando paladas de carbón para irritar al fuego agazapado. Acariciaba el lomo de una araña, hundía la mirada en el follaje. Trepado al sol, la cara contra el viento y amarrado a la proa de su locomotora inalcanzable.

Cuestiones  puede el amor cubrirse el pecho hacer pan de lo ajeno deriva de lo anclado

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encender velas negras en la noche temprana donde hasta ayer danzaba la hojarasca y el hocico del aire cerraba los cristales?  puede sacar el cuerpo la piel a la caricia transitar el insomnio a fuego lento y arrojarse al silencio con las manos atadas?

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Densidad de la luz salgamos a la puerta se deben haber ido los fantasmas hay una brisa que lo explica todo la dualidad el fin de los temores derrama el sol una mirada tibia sobre la mansedumbre del paisaje harto de su belleza el cielo inventa pájaros que le arañan el rostro todo busca su alquimia de luz precipitada


se deben haber ido los fantasmas salgamos a la puerta lentamente el cortejo de la noche se hunde por el peso de su propia armadura.

La vida por delante Todos los desaparecidos son nuestros hijos. Azucena Villaflor

el hijo que me falta quería cambiar el mundo con sus manos de arcilla con su espada de palo bajo un cielo rabioso fue creciendo a pedazos lloró de amor quemó su pecho el aire despojado la madrugada le tembló en los labios

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cuando se lo llevaron fui más madre que nunca sosteniendo su rostro en el abismo supe que contra el miedo se lucha cuerpo a cuerpo que el dolor envejece a sangre fría me volví árbol frente a la tormenta me volví mar a golpes de naufragio.

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RODRIGO GALARZA (1972)

Parque de destrucciones soy el que hundió su pulso en la niebla el de la vocación por los derrumbes el de los cielos verticales en suburbios insumisos soy el de la diaria antropofagia antes que el domingo anestésico de misas complacientes soy aquel lejano en mí estigma absurdo mi nombre atrapado en un patio con olor a mangos y a tartas de mi madre la reina encantada de las fuerzas sangrantes, en el principio era el allá... donde mi nombre resplandecía como el de un ángel herido siempre

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por una luz de naranjales que descolgaban soles y llenaban de dulzor el aire cantando lo incantable

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el “acá” es ahora un arrebato del “allá” un traje harapiento que me viste en medio de la nada en medio de todo, en medio de paisajes que ya no caben en mí, que se tornan pura tristeza puro engaño de ausencia, garúa que se mete en las carnes y compás a compás arranca mi respiración de mangos y tartas de mi madre pero hay más, mucho más: estoy vivo y digo: aquí estoy y esta ciudad se llama Madrid y este dolor tiene nombre y este dolor devora la ciudad que me mira con indulgencia y ojos de amante a plazos, de mujer que se resiste a la caricia, estoy vivo y mi dolor me alumbra y me sacude y mi llanto colapsa los sumideros y avergüenza los orfanatos


y pago la renta con el hambre de mis bolsillos con el hambre que no se dice: se viaja y hace: yo el pasajero de mi estómago tambor vivo en mí hacia mí y mi llanto me lava y lo que se va me alimenta y lo que viene me lastima hermosamente pero hay más, mucho más: no olvido mi nombre y esta ciudad lo sabe y me llueve cuando le ruego que clave sus colmillos en mi blanco cuello de garza atardecida allá en un mar de fragancias oh dioses de la transparencia y de los venenos más sutiles hay mucho más que este dolor hay mucho más que un hombre hay un guerrero a destiempo que hace tiempo y la paciencia de esta ciudad que se llama Madrid la desesperación de buscar caminos y de navegar ríos que se mueren de pronto sin llegar al mar, sin decirte adiós y cantarte el crepúsculo se mueren en silencio en medio de una bruma soñada se mueren por clavarse un estandarte de rocío

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fabricado en polígonos industriales o en las factorías de los gobiernos

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pero hay más, mucho más: estoy vivo y la desnudez es mi escudo ¡de mi ombligo crecen flores! he visto la belleza sentada sobre el banco de una plaza infectada de palomas he visto a un niño llorar por última vez como niño he visto a un dios ebrio (vestido de súcubo) bebiendo del fétido aliento de los mendigos he visto a un ministro disfrazado de ministro creyéndose dios y a un ministro disfrazado de hombre fornicando en Tailandia con una niña he visto “Sea Harriers” olisquear médulas espinales, bombardear chabolas y hospitales, cuerpos con olor a infancia, he visto sus festines de lobos del aire


pero hay más, mucho más: atravesar en un día trescientas puertas y contar los despojos y trazar un mapa posible de cicatrices ** alguien nos mira desde los muros, quizá el dolor que levanta ciudades o el dios atroz que ensaya en circos romanos, en prostibularios de la ternura se les pudre los ojos a los profetas del neón se les pudre durante el día ah/ cantan los gusanos

pero el sarcoma baila

alguien nos mira desde los muros

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alguien trepa las tapias como una fósil enredadera que todavía arde no alcanza la morfina que brota de las cloacas no alcanzan las cloacas de los bares no alcanzan los bares donde entre parábolas y parabólicas colgamos los trofeos del infierno: pero hay más, mucho más:

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estoy solo “voy al coliseo a prenderme fuego”, la Castellana parte desde mis piernas y no regresa me miro en lejanía sin regresar suelta sus amarras la noche y se oye una sirena sin embargo el barco se queda zozobrando en mis jugos gástricos peristáltico velamen

y todos vivíamos sin vivir en nosotros y todos moríamos sin morir


y algunos resucitábamos sin vivir pero hay/

habrá más

** pero también la locura, la cordura que desorienta a los insensatos la cordura que vende camisas de fuerza en llamas vi su fulgor sobre Madrid, vi miles de sábanas blancas entretejerse con anillos de fuego vi lenguas que llovían sobre las azoteas de Madrid, sobre algunas, sólo sobre algunas, las vi barrer el aire las vi prodigarse en meandros inquietos vi crecer flores desde abajo, flores que desnudaban sus fragancias por vez primera vi un puñal de obsidiana surgir en medio del jardín, vi su relámpago abriendo el día en medio de la noche, ah sí lo vi, el gozo de los hombres descubriendo el lenguaje de sus alientos

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lava de amor viva brotando de sus gargantas vi al caballero de la triste figura mutarse en centenares de rostros (los vi insomnes cabalgar por llanuras insomnes) vi los cascos relucientes de sus corceles/ oí su música implacable sobre el suelo vi cómo molinos de viento esparcían polen: vi la batalla en la que vencía la locura me vi retozando hacia el monte y mi sombra detrás entre azucenas olvidada 94

(2007)


VALERIA CERVERO (1972) una parte de este mundo protege su pausa una pausa indefinida, sin brillo sin grandes promesas de amansadores

querés partir?  querés quitar los anzuelos?  querés devolver el golpe? cada espera es la nota de muchos en el silencio la casa de años, su seña tardes de tilos en otra infancia una parte de este mundo protege su pausa mientras la sombra miente márgenes sin viento

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querés llegar?  querés retornar descalza?  querés más acá nombrarlo? sin repetirnos volvemos a sernos tal vez abajo los restos de un cuerpo, la nada de un cuerpo en la marea que despedaza y contiene a la vez 96

Podría ser la última tarde aquí o tal vez el tiempo se detenga sin pedir permiso. El cielo es allá afuera, casi árido, y esta casa se esfuerza en su tarea de abrigar, de sostener lo suyo. Las risas de los hijos quiebran el volumen que permite entender las voces; la mirada llega sola a cada personaje y la historia es la misma y otra a la vez.


In the mood for love1: insiste la palabra a través de la muerte. La música multiplica el instante y casi invita a olvidar cada tono. Pero el secreto es un hoyo pequeño en un muro que brota.

Cómo saber si me sostiene o si sólo lo creo, por conveniencia o error, por evitar la duda. Todos los tamaños de una pregunta terminan por coincidir en el tono que más tememos. La distancia talla el espacio hacia cada lado de lo que fuimos y aún puedo ver un cuerpo de claridad. Como el sonido del tren a dieciséis pisos de altura 1 Título en inglés de la película hongkonesa Fa yeung nin wa (2000), escrita y dirigida por Wong Kar-wai y conocida en español como Deseando amar o Con ánimo de amar.

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en la madrugada. Cuando casi dormimos y confirmamos el amor en su raíz de fe.

La pared fue una puerta que no conocimos y ahora vuelve a serlo. Entrar es entrar a un nuevo lugar, nuevos lugares, parecidos pero no los mismos. 98

La casa respira de otra manera, dicen. O es nuestro aire el que circula distinto. Habitamos la que ya no es y sólo queda en los recuerdos de los cuatro o en los días de fotos que alguna vez veremos.  Cuál es la casa, entonces? Mamá tampoco está para contarme.


21. La escritura viene y va. Nos moja y deja en el silencio que nos escribe. Un silencio más acá de los árboles y las gotas de lluvia. Un silencio que pone afuera cada sonido del mundo. 28. El poema se escribe a orillas del río. Cada palabra es una piedra mojada que produce sus propias ondas, sus propios recovecos. 34. No es la piedra de Watanabe, pero también recuerda otras resistencias. En medio del río, nos ofrece un descanso y lo aceptamos sin recelo. Piedras más pequeñas la rodean como si fuera una reina en el agua. Sus superficies son pura dureza que seduce. 44. Agua y piedra pueden ser la combinación perfecta. El alma del río está guardada allí, entre las dos. Donde el sonido de una sobre otra invade todo y se lleva las voces de quienes amamos.

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Tal vez lo que quede simplemente sea el hueso, el que hizo de sostén todo este tiempo, antes y después de la caída, de la aparición en medio de la tarde –como una maravilla de puro olor a jazmines–, el hueso, en medio de un cielo que no es cielo ni arte.  Porque cuántas vidas abarca una vida?  Cuánto amor puede guardar un cuerpo? Pero el hueso sigue ahí, 100 en la espera, en la dicha, en el borde de tanto, como el ojo del tigre en la espesura o un destello infinito en el desierto.


CARLOS J. ALDAZÁBAL (1974)

Réquiem Como esos ejes: así daba vueltas el trompo de la infancia, así se divertía el trompo bailador mareándome el sentido de las cosas. Una rueda se adentra en el camino seguida por la otra que le pisa la huella distraída y se enrolla en sí misma como un perro brillante. Así mi bicicleta va rodando, así me lleva ahora que el rumbo no ha querido seguirme. Pasamos por un bosque.

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La bicicleta llora con su aceite oxidado (que me extraña me dice) y yo acompaño con el pie su lamento. Así vamos llegando. Los dos por las cornisas del viejo purgatorio, tramo final donde la piedra presagia la caída. Orquesta del destino. 102

Hacen un dúo la sangre y el aceite.

Kandinsky La cuestión aquí es la despedida: un pañuelito que se agita despacio y una acequia por las mejillas.


Toda despedida es un pequeño luto, como el negro de tu falda o aquella tarde de domingo a la luz de la lluvia. Algo de nostalgia también hay: no por el pasado, sino por el futuro, camino perdido entre malezas, profecía que nunca ha de cumplirse. Luego está la canción, sea grillo, vals o chacarera, candombe, acordeón o pajarito: ruido impertinente que suena en el cerebro sin que nadie lo llame, justo cuando el pañuelo se agita y las acequias desbordan la lluvia, tu falda y el domingo. La canción:

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línea de fuga a lo Kandinsky que pretende elaborar sus teorías trazando una espiral: punto en expansión por donde escapa el tiempo.

Motivos 104

No es fácil perder tantas peleas, remontar las tareas cotidianas, decidirse a vivir con la náusea en la nuca. Resucitar por día, por minuto, reencarnado en helecho o en hormiga, resucitar contrarreloj en la caída para evitar morir de doble muerte. No es posible aflojar: así es el juego, esta sutil condena de continuar naciendo a pesar de los otros.


Por eso es que persisto en mi disfraz de circo, porque la risa y el amor son escaleras que trepamos sin miedo mientras nos resbalamos. Quiero decir: tus ojos me han mirado, y así vale la pena tanto esfuerzo. 105

Variaciones sobre un tema de Piazzolla 1 Las lágrimas llenaron los vasos del tiempo, es llanto corrosivo, llanto de tango. (Ahí está el dolor, tortuga que camina por la arteria, caparazón con púas).


Si lloro es por el viento: los álamos se agitan cuando pasa y yo soy ese pino torcido y esmirriado al que no toca y de lejos le silba. Clorofílicas, piñones en la hierba, lágrimas derramándose en vasos, vasos a los que el tiempo olvida como el viento se olvida de los pinos. 106

Lluvia Un golpe en el parche para que cante la tristeza de la lluvia, la lluvia que todo lo moja, la que se hunde en la tierra y amansa las venas de los volcanes. Un golpe en el tambor, para recordar las piedras bajo el agua, las piedras que chocaban mientras una corriente acariciadora las amontonaba en el lecho del río.


Ahí era donde todo empezaba: en el agua de la lluvia, la que empapaba hasta entumecer, cuando el coro de ranas comenzaba el concierto; en el agua del río, el que hacía la perfección de los senderos, inquietos, cristalinos. Lluvia y río. Agua y tiempo. El tiempo que todo lo termina. El tiempo que pasa como agua, pero que no acaricia ni consuela. El tiempo que me moja. Golpeando contra mi cabeza el tiempo amontona sus piedras. Soy un dique sin agua, que apenas agradece cuando llueve. Y sin embargo, cuando llueve, mi memoria de río quisiera celebrar la humedad de lo seco, el verde que perdí, el rojo que amanece. Mi memoria que es río, mi tristeza que es río, mi corazón tambor para las ranas, las cantoras del agua que se escuchan bien lejos, mientras la lluvia limpia las heridas.

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Despedida Era tu pañuelo azul, milonga de los sueños. El samba crecía por la casa y el ansia de viajar era otro eco que se sumaba a la voz de otro destino. Un día agitaste tu mano, y el pañuelo, golondrina, 108 se escapó por el balcón. Era azul la golondrina, igual que tu pañuelo. Tu boca, oscurecida, se transformó en la noche, y se hizo el silencio en esa casa.


ANA WAJSZCZUK (1975)

Lo que no sé Como muchos que sobrevivieron a la Segunda Guerra, mi abuelo: nacido en Grochów, un suburbio de Varsovia criado en Siedlce, una ciudad sin señas particulares noventa kilómetros al este de Varsovia que se recibió de ingeniero en Wilno (hoy Vilnius, capital de Lituania) a casi quinientos kilómetros de Varsovia que en Wilno se casó con su primera esposa, (un breve matrimonio del cual nadie en la familia habla) él reclutado por el Ejército Polaco como zapador en septiembre de 1939 prisionero de guerra de los soviéticos días después hundido en las profundidades del Gulag ruso, picando piedra,

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construyendo rutas liberado en 1941 junto a otros miles de soldados rasos polacos que caminaron cientos de kilómetros envueltos en andrajos sobre la nieve de la estepa para unirse al ejército de deportados en Rusia bajo el mando del General polaco Władysław Anders que con ese legendario Segundo Cuerpo del Ejército viajó a Egipto (y hay una foto en el desierto para probarlo) que con ellos luego siguió hasta Italia que allí, en 1944 110 (mientras sus primos en Varsovia se unían a la resistencia) se entrenó como paracaidista en un comando secreto: los Cichociemny los “oscuros y silenciosos” (pero se fracturó una vértebra en uno de los saltos o estaba en el hospital por una operación en el maxilar y quedó fuera de la batalla de Arnhem y de las misiones secretas) que su nombre en clave era Miś 2


(que quiere decir “Oso 2”) subteniente de artillería combatiente en las batallas de Bolonia y de Ancona (menos gloriosas que la de Monte Cassino) que llegó a Inglaterra después de la guerra, donde conoció a Stefania que también se había unido al ejército de Anders después de la liberación junto a otras miles de hijas y esposas polacas también deportadas en vagones de ganado por los invasores soviéticos al corazón de la nada 50 grados bajo cero a vivir dentro de cuevas excavadas en la tierra pétrea de Kazajistán y que en 1951, con mi padre de un año y medio y mi tía Eva a punto de nacer llegaron juntos a la Argentina. de todo eso, mi abuelo, no contó casi nada.

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Mientras leo un poema de Sharon Olds (inédito)

Mientras leo un poema de Sharon Olds no pasa nada. Pasa cuando apago la luz y el poema comienza a ser una onda una vibración que crece Estoy acostada y dentro mío una corriente oscura y densa 112 como a tres mil metros bajo el nivel del mar ahí donde ocurren las formas de vida más fantásticas me lleva, te arrastra Mi cuerpo sabe cosas que yo no Como una medusa diminuta que vive porque sí porque una fuerza imposible de entender la impulsa así te impulsa esa fuerza dentro mío mientras voy cayendo en el sueño


la luz apagada los sentidos eléctricos mientras se hunde en mi conciencia como un agua que entra por toda grieta un poema de Sharon Olds.

Stefania, 1943 Y en El Líbano era encierro hasta las cinco de la tarde: no podías salir a la calle sin que el sol te abrasara /una estampa de ríos congelados surcará siempre lo que nombres, Stefania/ llegaban los extraños vientos y el vendaval de polvo levantando murallas

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imposible escapar de la respiración implacable del desierto mejor cerrar los ojos y los labios, dejar pasar los vientos ardientes como antes la nieve barrida por el temporal de la estepa 114

pensaste que era pecado en el calor enloquecido, recordar el paisaje del hielo y llorabas porque toda tierra te era inhóspita.


LAURA LÓPEZ MORALES (1976) De toda esta verdad tan verde tan de nadie escarbo la tierra con gusanos el odio que también es una piedra la fiera que espera en el envés de las hojas a dar una estocada para este día para el próximo

así es como se escarba la piel cambia los dientes roen las uñas laceran el pozo se ahonda es preciso enterrar en él

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una verdad o un pájaro.

Respirar donde antes hubo un bosque te deja sin aliento

aprendí a caminar entre los tocones talados por eso pierdo el equilibrio 116 deambulo porque no sé esquivar lo que antes estuvo ahí y ocupó un lugar y tuvo un nombre dijiste o insinuaste que hay una voluntad en la ausencia que tuviera cuidado que de tanta frondosidad podrías perderme de vista


La paloma se estrella contra el vidrio porque es común que suceda dar con algo que no se esperaba no hay, nunca la hubo la aplacadora necesidad de creer que esto es el cielo todo el cuerpo marcado en la transparencia hasta el ojo el último gesto la más pequeña de las plumas solo por haber creído ella la atontada en el piso no puede dilucidar qué fue lo que falló en un vuelo tan perfecto prematuro sí liviano porque es común que suceda dar con algo que no se esperaba aunque infinita, remota, escasa la probabilidad para una paloma atontada en el piso ser por una vez y para siempre

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el centro de algún distante universo las manos que la levantan y la dan al viento como una ofrenda

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Lo más próximo es el juego de la luz sobre las cosas a este fruto, por ejemplo le ha llevado tiempo y los rayos necesarios cumplir su naturaleza mínima abrirse una mañana de otoño lo miro le saco algunas fotos sé que voy a esperar hasta que la última semilla vuele sé, además que la seguiré con la mirada hasta que se pierda en algún fondo de su propia luz


así dejo ir a la tristeza y aunque no del todo la miro desprenderse y brillar.

Otro día de nubes bajas y los árboles sumidos en la niebla en días como hoy simplemente alcanza con extender el brazo para saber que todo lo que se recuerda está dentro de las nubes o puede estarlo son días de cierto sigilo los zorros aguardan a prudente distancia del mismo modo me permito esperar esperar por ese instante de perfección un primer rayo de luz filtrándose dando vida a una línea de tiempo en la que ya no creías pero que sin dudas alcanza alcanza para extraer algo

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más o menos suave más o menos hermoso más o menos entero de ahí a prudente distancia y antes que se apague los zorros gritan aúllan en la niebla se responden sin verse

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MARIANA SUOZZO (1982) Si en medio de la noche se dispersa el humo y en la cama hay bichos bolita o en el sueño arañas, si encendés la luz y todas las habitaciones de la nave permanecen oscuras el incendio puede pasar desapercibido en la luz de otros fuegos porque en el sueño hubo bichos y en la cama arañas y muchas veces encendiste la luz y todo permaneció oscuro pero nunca algo en tu habitación ardió entonces te desplomás como un fruto maduro sobre la cama sumido en vaya a saber qué sueño sordo y un poema increíble comienza a crecerte en el pelo se enreda cubriéndote por completo el cuerpo y de pronto se hace el día y otra vez la noche y luego el día y la noche sucesivamente, sin pausas te ves como un astronauta espiando por la escotilla la mirada fija en nada  quién otro ibas a ser?  el hombre araña?  la chica de la boletería?

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fruncís el ceño, torcés los ojos y te das cuenta: la alegría es una cosa extraña en tu paseo por el espacio le escribís a tu amante que continuás sintiéndote terriblemente solo.

Anoche en la terraza sellamos un pacto de vida entre medianeras el cielo atravesado por cables de tensión nudos salvajes tejidos en red 122 que flotan en el universo como nosotros en lo alto de la casa acostados boca arriba sucediendo en simultáneo con un barrio que ignora que existimos pero de alguna forma somos parte de esa atmósfera nos acostumbramos muy rápido a lo que nos fue dado el trabajo que hicimos para habitar es un recuerdo y como si viviéramos la vida en rosa, como si esa noche fueran largas vacaciones y nunca más debiéramos bajar las escaleras


sentimos el aroma de la enredadera nos dejamos llevar por esa manera de crecer desprolija en el muro por esa urgencia que tiene el verano para duplicar sus hojas y extenderlas sobre la superficie conectamos con esa forma de ser para volvernos la copia de la copia.

Cuando llegues a la puerta de mi casa y toques el timbre: aún no has llegado a mi casa la puerta de calle se abrirá a un pasillo que deberás atravesar si estas convencido de querer entrar en mi casa y cuando estés allí te pido un favor no te distraigas pensando que es un pasillo demasiado largo no trates de calcular cuántos metros tiene no te entretengas con los pasillos que se despliegan en tu mente ni lo compares con otros pasillos en los que hayas estado no te dejes intimidar por su longitud

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o te pierdas en pensamientos demasiado personales no recuerdes los pasillos de los hospitales, los túneles, el subterráneo no trates de escaparte, no retrocedas haciendo del trayecto un viaje en vano no intentes decirme algo porque camino detrás tuyo y es posible que no te escuche no voltees la cabeza para ver si estoy allí o te he abandonado que no te asuste, no voy a dejarte solo te escoltaré en silencio pensando tal vez en la extraña arquitectura de esta casa 124 y en la pausa que nos toca hacer juntos antes de entrar al patio, porque este pasillo ha sido construido para esto y no podemos hacer otra cosa juntos más que atravesarlo. Todas las horas que pasé contemplando la sucesiva nada me fueron devueltas y donde había pared vi un espejo.


La lluvia no borra el espíritu del verano las gotas que caen se amotinan contra el piso aplastadas por los que van y vienen los que invaden los charcos los que se salvan del rayo por atender una corazonada los que se quedan mirando el chaparrón que cae, como cae diciembre sobre los hombros con ese peso que varía entre liviano y cargado los que parecen disparados por la tolva bajo el agua bajo el sol bajo las nubes negras los que corren con los pequeños músculos de la cara apretados fuertemente contra el viento los que atraviesan juntos una violenta ráfaga partidos por el clima como se parte la leña con un hacha.

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DE LOS AUTORES JULIO SALGADO (Frías, Santiago del Estero, 1944). Inicia su actividad literaria en el Grupo Jardinalia (1962). Ha sido invitado a congresos y festivales en Uruguay, Colombia, Venezuela, Perú, Canadá, Eslovenia, Turquía y en su país. Publicó los libros Escrito sobre los animales solitarios (1971, Premio Fundación Argentina para la Poesía); Agua de la piedra (1976); Caja de fuego (1983); Paisaje y otros poemas (1991); Monte (2018), entre otros títulos con los que ha ganados diferentes premios. RAÚL BIGOTE ACOSTA (Rosario, Santa Fe, 1944). Periodista, narrador, ensayista y poeta. En poesía ha publicado: 100 poesías de Rosario (1979); Poemas para leer después de los cuarenta (1995);

Anónimo conocido (1996); La imagen de mi amor y su esperanza (1999); Que de un viento errante somos ventarrón (2001); Algo nuevo, algo prestado, algo blue (2005); Muchas palabras parecidas (2005); Con el cuerpo en el alma (2007), Versos en la frente (2008). HÉCTOR BERENGUER (Rosario, Santa Fe, 1948). Participó en distintas revistas y publicaciones durante la década del sesenta. Autor de varios libros de poesía con traducción, dos al francés y dos al italiano, y también traducido en el Almanaque Mundial de Poesía. De su producción reciente destacan entre otros los poemarios Marcas de agua (2001); Entre la nada y el asombro (2007); Poemas escogidos (2009); Perlas cultivadas, una colección de ensayo, poesía y aforismos,

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publicado por la Editorial Sophia de Nápoles en edición bilingüe castellano-italiano.

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CARLOS VITALE (Buenos Aires, 1953). Licenciado en Filología hispánica y Filología italiana. Ha publicado Unidad de lugar; Descortesía del suicida; Cuaderno de l’Escala, entre otros. Asimismo ha traducido numerosos libros de poetas italianos y catalanes, ganando importantes premios. Invitado a festivales y encuentros de poesía en Argentina, España, Venezuela, Armenia, Italia, Suiza, Suecia, Rumania, Estonia, Grecia, Bulgaria y Francia. En 2015 obtuvo el VI Premio José Luis Giménez-Frontín por su contribución al acercamiento entre culturas diversas. Reside en Barcelona desde 1981.

OSVALDO PICARDO (Mar del Plata, Bs. As., 1955). Docente e investigador universitario, exdirector de la Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata (eudem). Director de la revista La Pecera. Algunos de sus libros de poemas publicados: Quis quid ubi: Poemas de Quintiliano (1998); Una complicidad que sobrevive (2001); 21 gramos (2014), entre otros destacados títulos. Ha traducido diferentes obras del inglés al español, y es autor de ensayos y crítica literaria para publicaciones y periódicos del país y del extranjero. LUIS THENON (Buenos Aires, 1955). Se radicó en Canadá en 1979. Obtuvo un Doctorado en Letras y una Maestría Es Arts en la Universidad Laval, y un Posdoctorado en Historia. Es Profesor Titular en el Departamento de Literatura, Teatro y Cine,


Universidad Laval. Integra la Red de estudios transculturales de Centroamérica y el Caribe. Entre su obra poética, se encuentra Memoria de los mares (2018); Las casas en silencio (2013); Terra Promissa (1998); Selección de poemas (Madrid, 1996, Ce mot silencieux, Canadá, 1995), entre otras publicaciones y artículos especializados. MÓNICA MUÑOZ (Venado Tuerto, Santa Fe, 1957). Poeta, trabajadora social, columnista radial de literatura, exlibrera. Publicó los poemarios Moviola (2003); Anika (2008); Amanecidos (2016). En el año 2005 fundó la revista Artes y Letras de América, Alas de Gaviota. Ha publicado poemas y artículos en medios culturales nacionales y extranjeros y participado en ferias del libro, festivales de poesía y encuentros de escritores tanto en Argentina como en distin-

tos países. Estudia Licenciatura en Artes de Escritura en la una. LAURA YASAN (Buenos Aires, 1960). Sus poemas fueron publicados en diferentes revistas literarias del país y del exterior y en numerosas antologías. Su destacada obra, ganadora de importantes premios nacionales e internacionales, ha sido parcialmente traducida al inglés, alemán, francés e italiano. Ha coordinado talleres de escritura en unidades penitenciarias, institutos de menores, hogares de ancianos, bibliotecas municipales y también en forma privada, tarea que desarrolla hasta el presente. Algunos títulos de su obra: Doble de alma (1995); Cotillón para desesperados (2001); Tracción a sangre (2004). Los poemas publicados aquí pertenecen a Ripio (2007); la llave marilyn (2009 y 2010); pequeñas criaturas

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de lo incesante (2018) y Madre Siberia (2020).

de maíz (1999) y Los temas de peso (2009).

MARTÍN PRIETO (Rosario, Santa Fe, 1961). Profesor de Literatura Argentina en la Universidad Nacional de Rosario y director del Centro de Estudios de Literatura Argentina. Integró el Consejo de Redacción de Diario de Poesía (1986-2001), fue director del Centro Cultural Parque de España, de Rosario (2007-2014) y coordinador del Festival Internacional de Poesía de Rosario (20132015). A la fecha ha publicado seis libros de poesía, una novela y el ensayo Breve historia de la literatura argentina (2006). Una música en la memoria y otros poemas realistas, da título a la selección de poemas aquí publicados y que forman parte de los libros Verde y blanco (1988); La música antes (1995); La fragancia de una planta

DANIEL GARCÍA HELDER (Rosario, Santa Fe, 1961). Poeta, crítico, editor. Fue miembro del consejo de dirección de Diario de Poesía (1986-2001), coeditor del sitio poesía.com (1996-2006), director la Casa de la Poesía de Buenos Aires (2001-2008) y curador del Festival Internacional de Poesía de Rosario (2009-2018). Desde 2010 coordina el área literaria de la Editorial Municipal de Rosario. Publicó Quince poemas (en colaboración con Rafael Bielsa, 1988), El faro de Guereño (1990), El guadal (1994), La vivienda del trabajador (2008) y La Palude (traducción al francés de Vincent Ozanam, 2011). Es coautor de la antología Mil millones, poesía en lengua española del siglo xxi (2014).


NÉSTOR FENOGLIO (Esperanza, Santa Fe, 1964). Reside en la ciudad de Santa Fe desde 1983. Se desempeña como periodista y columnista en el diario El Litoral, medio del cual es Jefe de Redacción. En 1984 obtuvo el premio José Cibils para poetas jóvenes que organiza la Asociación de Escritores Santafesinos. Ha recibido distintos premios tanto en poesía como en cuento y ensayo. Publica artículos en revistas nacionales y extranjeras e integra distintas antologías. Sus obras fueron traducidas al francés, inglés y portugués. Los poemas publicados pertenecen a los siguientes libros: Desde este cuerpo (2007); Nacimiento último (2004); Con los ojos de entonces (2021) y Las razones del armiño (inédito). FABIÁN CASAS (Buenos Aires, 1965). Poeta, narrador, ensayista y periodista. Estu-

dió Filosofía y comenzó a trabajar como periodista en distintos medios gráficos. Fundador de la revista de poesía 18 Whiskys, junto con otros poetas de su generación. La publicación editó sólo dos números, pero tuvo amplia repercusión en el ambiente literario de la capital. Para la misma época, publicó Tuca, su primer poemario, al que le siguieron, entre otros: El salmón (1996); Pogo (1999); Horla City y otros. Toda la poesía 1990-2010 (2010) y Últimos poemas en Prozac (2019). GUILLERMO BIANCHI (Buenos Aires, 1970). Fue ganador del Primer Concurso Nacional de Poesía Inédita Azahar de Plata y del Primer Certamen Internacional Orillera 2009, entre otros premios. Participó en distintos festivales internacionales. Sus poemas fueron editados en diferentes medios gráficos y revistas virtuales. Publicó

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los libros La luz de los vencidos (2012); Objetos varios (2016) y Callar los perros (2017).

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RODRIGO GALARZA (Corrientes, 1972). Es profesor en Letras. Cofundador del Grupo Literario “Pájaro de Tinta” y director de la revista del mismo nombre. Ha obtenido numerosas distinciones e importantes premios nacionales e internacionales. Ha publicado, entre otros destacados títulos: Soles dormidos (1992); Diluvio en la memoria (1995); Ráfagas de pájaros (1997); Parque de destrucciones (Buenos Aires, 2007; Madrid, 2008) y Urubamba (2016 y 2018). Desde el 2001 vive en Madrid, donde se ha desempeñado como editor y director de la revista de estudios poéticos Amargord. Actualmente imparte clases de Escritura creativa en bibliotecas públicas de Madrid y escribe una página quincenal de

poesía “El asaltante veraniego” en el diario El Litoral de Corrientes. VALERIA CERVERO (Buenos Aires, 1972). Entre sus libros publicados se encuentran Equilibristas (2014); Sin órbitas (2016); Madrecitas (2017); Seres pequeños (2018); Sibilejo (2018); Ctalamochita (2020) y Agujeros en la superficie (2021). Compiló los dos volúmenes de Poeplas. Antología de poesía argentina para chicos (2013 y 2017). Algunos de sus poemas han sido incluidos en varias antologías y participó de diversos proyectos. Actualmente integra el equipo de la revista digital Op. cit. CARLOS J. ALDAZÁBAL (Salta, 1974). Sus últimos libros publicados son: Piedra al pecho (2013); Camerata carioca (2016) y Mauritania es un país con nieve (2019). Obtuvo, entre otros, el Primer


Premio del ii Concurso “Identidad, de las huellas a la palabra” y el xliii Premio Ciudad de Irún de poesía en castellano (España). Ha sido traducido a varios idiomas e incluido en diversas antologías de la Argentina y de otros países. Los poemas seleccionados fueron publicados, originalmente, en los libros La soberbia del monje (1996), El caserío (2007), Piedra al pecho (2013), Camerata carioca (2016) y Mauritania es un país con nieve (2019). ANA WAJSZCZUK (Buenos Aires, 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la uba. Es editora y periodista. Sus artículos han sido publicados en periódicos y revistas de Latinoamérica y Argentina; escribe para distitntos medios y fue editora de la revista Los Inrockuptibles. Obras de poesía publicadas: Trópico Trip (1999);

El libro de los polacos (2004, xxii Premio de Poesía Ciudad de Badajoz, España). Chicos de Varsovia (2017) ganó la mención especial en el Concurso Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores de Polonia y fue elegido como uno de los “20 libros latinoamericanos del año” por el diario El País (España). Sus poemas integran diversas antologías. Actualmente trabaja como scouter y editora externa. LAURA LÓPEZ MORALES (Córdoba, 1976). Forma parte de numerosas antologías. Libros publicados: También afuera es todo esto (2014, reedición 2020); Las desperdigadas minucias (2015); La Médula (2016). Poemas suyos fueron traducidos al italiano por el Centro Cultural Tina Modotti y al portugués por Davis Diniz para Antena Argenta, poesía Argentina en Brasil. Coorganiza desde hace tres años

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el Espacio Poesía de la Feria del libro de Córdoba. MARIANA SUOZZO (Buenos Aires, 1982). Ha publicado los libros: Mark en el Espacio (2007); Día Tras Día (2009); Día Tras Día más Bonus Track (2014); Cuando la forma del día desvanece (2016); Mark en el espacio y Día Tras día (reedición 2020). Forma 134

parte de las antologías: Poetas argentinas 1961-1980 (Ediciones del Dock, 2007); Última poesía argentina (Ediciones en Danza, 2008); Lo humanamente posible (El Fin de la Noche, 2008); 40 Velocidades. Colección de poemas en bicicleta (Ediciones Neutrinos, 2014) y El rayo verde (Viajero Insomne 2013 y 2014).


LOS LIBROS

L CASTILLO


Este libro se terminó de imprimir en los talleres de Dígitos y Diseños. Para su composición se utilizó la tipografía Leander. Bogotá, Colombia, mayo de 2021.


los que integran el segundo. Ulrika inicia su labor de promoción y conocimiento de la poesía iberoamericana a partir de octubre de 1981 con el estímulo y la generosidad de colaboradores que empezaron a sumársenos, año tras año, desde diversos países y ámbitos generacionales, conformando, por derecho propio la avanzada de poetas que asistieron a las primeras ediciones del Festival (y a quienes no podemos menos que considerar ‘Fundadores’). En lo que toca a Argentina, la mayoría de ellos hacen parte del primer tomo de este Panorama, siendo sus sugerencias los insumos irrefutables para tejer el entramado cultural y poético que hoy presentamos no como un corpus cerrado sino más bien, tal como corresponde a toda empresa del espíritu humano, como un organismo vivo y dialéctico”.

LOS EDITORES


LOS LIBROS

L CASTILLO

Ulrika

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