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Julio Salgado
JULIO SALGADO (1944)
Pasaje
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De allí lo que quedaba Buscaban sus vihuelas los efímeros. Tengo los piquillines. Los huertos de poleo donde duermo. El celo en movimiento. Lo que se ve me digo. Corrió la imagen de su hechura. Espejo contra espejo. Volaban las montañas. Caían las ovejas desterradas. Las tijeras. Caían los esquiladores y las casas. De ahí el devoto de la sortija y el veneno. El mágico secreto donde se baña el mangangá comiendo de la flor en el tatuaje de la flor. Todo por un anochecer
en esa oscurecida libertad de las estrellas. Yo creo en los azules vagabundos. Convido a los amantes sin idilio la espada De San Jorge. Lo escarlata del rojo. Aquel escarabajo Que vive en los anillos de mis dedos y en el cielo.
Narciso
Los labios del narciso amanecieron entre el hechizo y la posada Porqué se enamoró el narciso de la dramática sencillez que adorna al tallo Habrá sido la densidad de lo amarillo que lo amparaba aquella fría armonía que corre y va ondulando el pétalo alguna extraña gota de agua vecina en una rama
cuajándose en la legua que se aproxima y toca esa humedad de falo?...
La hierba seca
Del beso al laberinto. La verdadera época de los torrentes que invitaba desde el fondo de una pollera robada de las pampas. El río abajo y el nudo rápido de los pensamientos atándose a los labios. Jamás jamás en una estancia este inocente artificio podría sonreír en la compuerta. Mi separada con cinco dedos se ordenó el vestido
y me apartó de la corteza de la tierra del día y de la noche como la hierba seca. Oh la jardinera contribuyó con su más solemne paga abrió su cabellera que duplicaba cierto desdén marchándose en suspiros saludando como si anduviera por las nubes: “volveré, volveré...” Una garza mostró alas humeantes salpicadas con aquel dichoso dialecto de los sueños vagamente es cierto vagamente.
Distancia
Eres lo que rodea Lo blanco lo inexpresable La oquedad de la tierra Es la curva Que termina en presbicia Una distancia que sostiene Esa fragilidad que está escondida En esa lejanía que hay entre tú y yo La calma de nuestras heridas Se aproxima Como mundos extraños Que hacen un mismo sueño Y un mismo desencuentro. Soy el que pasa Tú eres un ser que pasa Así Nuestras lenguas tienen la misma sal El mismo olvido.
Discurso
Hay un oscuro concepto que deriva de la pregunta: el discurso ha sido provocado por la pérdida? Una respuesta a su posible vacuidad consiste en: La poesía precede al hábito del murmullo. Nada hemos ganado con el propósito y la inquietud del lucro falta el río el agua no es él en sí mismo no su corriente ella como lo extraño del mundo es lo que aguarda cuando exploramos el cauce que nos margina. Sería este el hecho sustancial. El líquido ámbar de la pérdida: Sólo un préstamo.