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Ulrika

REVISTA DE POESÍA

Ulrika Editores

Licencia Mingobierno No 00918 ISSN 0120-7669

DIRECTOR Rafael Del Castillo CONSEJO EDITORIAL Juan Gustavo Cobo Borda, Fernando Linero Montes, Evelio Rosero, Luz Mary Giraldo, Jotamario Arbeláez, Eugenia Sánchez Nieto, John Fitzgerald Torres, Joaquín Mattos Omar, Armando Rodríguez Ballesteros, Lauren Mendinueta, Jorge Mario Echeverry, Guillermo Molina Morales, Darío Sánchez Carballo, Óscar Pinto Siabatto, Eugenia Gorriño Aldinucci y Rafael Del Castillo. COLABORADORES COLOMBIA Samuel Jaramillo, Lucía Estrada, Gustavo Adolfo Garcés, Maruja Vieira, Clara Mercedes Arango, Miguel Méndez Camacho, Robinson Quintero Ossa, David Reinoso D’Jesús, Rafael Berrío, Juan Felipe Robledo, Sara Del Castillo, Ernesto Durán Strauch, Mariela Del Castillo, Dufay Bustamante, Rosaura Mestizo, Leonardo Cano, Orinzon Perdomo, Juan Carvajal Franklin, William Ospina, Carlos Satizábal, Yirama Castaño Güiza, Andrés Céspedes, Esteban Hincapié, Julio César Bustos, Alejando Vergara, Carlos Andrés Almeyda, René Barraza. ARGENTINA Esteban Moore, Héctor Freire, Osvaldo Picardo, Nestor Fenoglio, Ana Wajszczuk, Mariana Suozzo, Laura Yasan. BOLIVIA Jorge Carlos Ruiz de la Quintana, Milenka Torrico. BRASIL João Vanderlei de Moraes Filho, Alexandra Maia. COSTA RICA Osvaldo Sauma, María Montero. CHILE Jaime Quezada, Teresa Calderón, Tamym Maulén, María Inés Zaldívar. ECUADOR Edwin Madrid. ESPAÑA Jesús Munárriz, Rodolfo Häsler, Juan Pablo Roa, Sergio Laignelet. ESTADOS UNIDOS Armando Romero, Mercedes Roffé, Paola Cadena. ITALIA Claudio Pozzani, Fabio Scotto, Antonio Nazzaro, Zingonia Zingone. MÉXICO Margarito Cuéllar, José Ángel Leyva, Carlos López, Luis Aguilar, Leticia Luna, Carmen Nozal. PERÚ Enrique Sánchez Hernani, Ricardo Silva Santisteban, Luis La Hoz, Luis Alonso Cruz. REPÚBLICA DOMINICANA Neftalí Eugenia Castillo. URUGUAY Washington Benavides. VENEZUELA Rafael Cadenas, María Antonieta Flores. COORDINACIÓN EDITORIAL

Eugenia Gorriño Aldinucci y Óscar Pinto Siabatto DIRECCIÓN DE ARTE

Gustavo del Castillo M. DIAGRAMACIÓN

Vanesa Yepes S.

DISEÑO DE PORTADA

Óscar Pinto Siabatto

Impresión: Dígitos & Diseños, Industria Gráfica Los trabajos firmados se publican bajo la responsabilidad de sus respectivos autores, sin implicar necesariamente a la revista. direccion@poesiabogota.org

Corpoulrika


Contenido 3

EDITORIAL

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ARGENTINA, PAÍS INVITADO DE HONOR

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«Este maldito gozo de cantar». Poesía argentina en el Festival Internacional de Poesía de Bogotá

por Osvaldo Picardo 10 Presencia de Rodolfo Alonso (1934-2021) Rodolfo Alonso en el mar de la poesía por Santiago J. Alonso 12 Alonso, el arte de no callar por Nestor Fenoglio 14 Hacia otra mirada por Nestor Fenoglio 17

Muestra de poemas invitados de Argentina

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PREMIOS DE POESÍA DESTACADOS 2021

17 Ana Wajszczuk 18 Carlos Aldazábal 19 Carlos Vitale 20 Mariana Suozzo 21 Martín Prieto 22 Rodrigo Galarza 23 Leopoldo Teuco Castilla 24 Valeria Cervero 25 Laura López Morales 26 Esteban Moore 27 Julio Salgado

29 Guillermo Molina Morales. Al fondo está el mar, siempre el mar por Lauren Mendinueta 32 Poemas de Guillermo Molina Morales 33 Héctor Berenguer. Premio de honor de la Fundación Argentina de Poesía 33 Héctor Berenguer, un viaje a la esencia por Nestor Fenoglio 35 Palabras sobre los poemas de Héctor Berenguer por Leopoldo Teuco Castilla

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HOMENAJE DEL XXIX FIPB AL POETA ROBINSON QUINTERO OSSA

37 Robinson Quintero Ossa: el raro oficio de la amistad por Fernando Linero Montes 39 Apuntes de lectura (sobre la poesía de Robinson Quintero Ossa) por Gustavo Adolfo Garcés 40 Poemas de Robinson Quintero Ossa

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LIBROS PRESENTADOS EN EL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

43 Lauren Mendinueta: Escribo poesía para acostumbrarme a vivir por Juan Pablo Roa 45 Paola Cadena Pardo: La morada de sus fantasmas por Armando Romero 46 Poemas de Paola Cadena Pardo

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POEMAS

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ÍNDICE DE AUTORES

Laura Assis Mireia Calafell Guillermo Acuña Jamila Medina Ríos Álex Fleites Américo Ochoa Fabrice Caravaca Alejandra Solórzano Dennis Ávila Pietro Federico Carlos Calero Ela Urriola Abelardo Sánchez León Rocío Silva Santisteban Maria do Rosário Pedreira Antonio Silvera Arenas Juan Pablo Roa Hellman Pardo Pedro Arturo Estrada Catalina González Restrepo Amalia Moreno John Jairo Junieles


EDITORIAL

EDITORIAL

Poesía actual en lenguas romances

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n este número de Ulrika, memoria además del xxix Festival Internacional de Poesía de Bogotá, cerramos un recorrido iniciado el año pasado cuando lanzamos el primer tomo del Panorama de la poesía argentina actual con base en los invitados de ese país a nuestro Festival desde su primera edición en 1992 hasta la fecha. El segundo tomo se publica en esta oportunidad con motivo de la designación de Argentina como país invitado de honor, contando con la poesía de 35 autores incluidos en los dos volúmenes. Dejamos aquí este Panorama, por lo pronto, puesto que nuestro diálogo con la poesía argentina ha de seguir siendo en el marco de nuestro certamen parte de una dinámica natural y necesaria. Los dos volúmenes que constituyen el mencionado Panorama cuentan con un lúcido y documentado prólogo general

del poeta y profesor universitario Osvaldo Picardo, quien viene colaborando con Ulrika desde hace ya casi una década. En el primer tomo se incluyen a los poetas José Luis Mangieri (1924-2008), Francisco Madariaga (1927-2000), Jorge Ariel Madrazo (1931-2016), Rodolfo Alonso (1934-2021), Marcos Silber (1934), Manuel Ruano (1943-2017), Paulina Vinderman (1944), Kato Molinari (1944), Diana Bellesi (1946), Leopoldo Teuco Castilla (1947), Daniel Samoilovich (1949), Jorge Boccanera (1952), Esteban Moore (1952), Héctor Freire (1953), Mercedes Roffé (1954) y Daniel Chirom (1955-2008). Luego de leer algunas reseñas sobre la monumental antología 200 años de poesía argentina, publicada por Alfaguara (selección y prólogo del reconocido académico argentino Jorge Monteleone), no deja de embargarnos alguna aprensión al cerrar el presente trabajo. Sin embargo, nos alientan las razones que el poeta y profesor universitario, también argentino, Osvaldo Picardo hace en el prólogo general para justificar la riesgosa empresa emprendida. Todo emprendimiento en torno a la cultura y el arte exige de suyo la configuración de una especie de entramado sostenido por eso que ya es un lugar común llamar vasos comunicantes, y este emprendimiento en particular, la revista de poesía Ulrika, y todos los eventos y publicaciones que de ella se derivan, no podría sustraerse de dicha dinámica enriquecedora. Desde esta perspectiva se hace necesaria una breve relación de los

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Rodolfo Alonso (1934-2021). Foto: xxv Festival Internacional de Poesía de Bogotá, 2017.

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XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Robinson Quintero Ossa, homenajeado 2021. Foto: Casa Silva.

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poetas incluidos en el primer tomo, dado su vínculo evidente y necesario con los que integran el segundo. Ulrika inicia su labor de promoción y conocimiento de la poesía iberoamericana a partir de octubre de 1981 con el estímulo y la generosidad de colaboradores que empezaron a sumársenos, año tras año, desde diversos países y ámbitos generacionales, conformando, por derecho propio la avanzada de poetas que asistieron a las primeras ediciones del Festival (y a quienes no podemos menos que considerar «Fundadores»). En lo que toca a Argentina, la mayoría de ellos hacen parte del primer tomo de este Panorama, siendo sus sugerencias los insumos irrefutables para tejer el entramado cultural y poético que hoy presentamos no como un corpus cerrado sino más bien, tal como corresponde a toda empresa del espíritu humano, como un organismo vivo y dialéctico. Hacen parte del segundo volumen los escritores: Julio Salgado (1944), Raúl Bigote Acosta (1944), Héctor Berenguer (1948), Carlos Vitale (1953), Osvaldo Picardo (1955), Luis Thenon (1955), Mónica Muñoz (1957), Laura Yasan (1960), Martín Prieto (1961), Daniel García Helder (1961), Néstor Fenoglio (1964), Fabián Casas (1965), Guillermo

Bianchi (1970), Rodrigo Galarza (1972), Valeria Cervero (1972), Carlos Aldazábal (1974), Ana Wajszczuk (1975), Laura López Morales (1976) y Mariana Suozzo (1982). A comienzos de este segundo año pandémico murió en Buenos Aires el querido poeta, ensayista y traductor Rodolfo Alonso, colaborador habitual de nuestra revista y con quien habíamos ya planeado las xiii Jornadas Universitarias de Poesía que tendrán lugar entre el 21 y el 25 de agosto del año en curso en torno al Legado de Fernando Pessoa en Iberoamérica con la satisfacción que nos otorgaba el hecho de que fue precisamente Alonso el primer traductor al castellano del poeta portugués. En su memoria publicamos un breve pero sentido dossier en el número de Ulrika que el lector tiene en sus manos. De igual manera, como todos los años desde su fundación, el certamen rinde homenaje a la obra de un poeta colombiano, en esta oportunidad el destacado escritor antioqueño Robinson Quintero Ossa (Caramanta, 1959), de quien el Instituto Caro y Cuervo y Corpoulrika publican una selección de su obra bajo el nombre Por la poesía. Poemas y otros textos. Además de la usual muestra poética de los invitados al Festival, quisimos saludar al poeta español y miembro del Comité Editorial de Ulrika Guillermo Molina Morales, quien con su más reciente libro titulado Mar caníbal (Pre-textos, 2021) obtuvo el iv Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro, 2021. Y, con el mismo entusiasmo, hacer otro tanto con el poeta argentino Héctor Berenguer quien, a su vez, recibió recientemente el Premio de Honor de la Fundación Argentina de Poesía. 

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ARGENTINA,

PAÍS INVITADO DE HONOR XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

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«Este maldito gozo de cantar»

POESÍA ARGENTINA EN EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ Fragmento del prólogo general del libro Panorama de la poesía argentina actual, en dos tomos, publicado por Corpoulrika en el marco de las versiones xxviii y xxix del Festival Internacional de Poesía de Bogotá.

POR OSVALDO PICARDO

I. EL MAPA DE LOS INVITADOS

Osvaldo Picardo. Foto: archivo particular.

[...] Hace falta decir, que hace casi 30 años, de los casi 40 de la revista Ulrika, que se organiza y lleva adelante uno de los más importantes festivales internacionales de poesía de Latinoamérica. Una tarea que hace de Colombia una tierra de poesía. Al leer los poetas argentinos que asistieron al Festival se obtiene con claridad no un simple listado, sino un mapa con el lugar entrañable que hemos ocupado dentro del contexto latinoamericano, a contramarcha del extraño proceso diluyente que ocurre dentro de las propias

fronteras argentinas, donde se han ido perdiendo lectores, público e interés hasta en el mundo académico universitario. El mapa del que hablo se llena de variados relieves y texturas y permite intuir algunas conclusiones. Sobresale la heterogeneidad y la prodigalidad de la escritura más que la forma estética con que cada poema nos conduce por una geografía singular donde hay denominadores temáticos (erotismo, violencia, metapoesía, política, género) y tensiones formales (lirismo, antipoesía, verso medido o libre) que se reiteran, con las variaciones del caso, en poetas que nacieron entre dos límites cronológicos: 1924, como es el caso de José Luis Mangieri, y 1982, en el de Mariana Suozzo. Por otro lado, las rutas conducen a valles y llanuras conformados por una escritura predominantemente de mujeres que ha obtenido un creciente reconocimiento desde la década de 1970 y va reclamando con fuerza el nuevo paisaje donde es indiscutible el aporte de la obra de Diana Bellessi, Irene Gruss, Estela Figueroa o Paulina Vinderman, entre otras muchas poetas.

II. EL CONTEXTO NECESARIO Para adentrarme en el mapa de estos autores argentinos debo imaginar una especie de gps que me guíe con un sentido 6

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OSVALDO PICARDO: PANORAMA DE LA POESÍA ARGENTINA ACTUAL

exploratorio, en el que importe más lo que se va anotando que la prisa por llegar. Por eso mismo, para no perder a los lectores en el camino, será conveniente una descripción breve del contexto en que nos movemos. A la poesía argentina no deberíamos pensarla como un todo, sino como una fragmentación de la lengua y de los relatos de la realidad. Su variedad y abundancia dan cuenta de las muchas singularidades del siglo xx, pero sin concretar un conjunto acabado y homogéneo que se prolongue en el xxi. Si bien poetas como Leopoldo Lugones, Jorge L. Borges, Alejandra Pizarnik o Joaquín Giannuzzi definieron y protagonizaron momentos importantes del siglo xx, ellos no son sino una muestra de algo que no terminamos de precisar y que, de alguna manera, se fragmenta, multiplica y dispersa después de los años 80, sin solución de continuidad en el siglo xxi. Como afirma Marta Ferrari, un panorama rápido del siglo xx e inicios del xxi presenta por lo menos cuatro preguntas básicas: 1) ¿Cómo escribir después del Modernismo hispanoamericano?, 2) ¿Cómo hacerlo después de Lugones?, 3) ¿Cómo volver a escribir después de Borges? y 4) ¿Cómo se hizo posible escribir después del golpe militar del 76? No es el momento para desarrollar cada «cómo» de las preguntas, será suficiente centrarnos en la última pregunta, que contextualiza la obra realizada por los autores invitados y seleccionados en el primer tomo. Para eso tengo que referirme a la etapa de posdictadura, que se desarrolló a partir de la escritura de los años 80, tras la reapertura democrática. La censura, tanto como la desaparición de personas o el exilio forzado, casi borraron el sistema poético anterior y dieron lugar a una frágil actividad editorial y a una no menos débil práctica artística, en la que, excepto algunas voces

destacadas, muy pocas pudieron hacerse oír. Hicieron falta tres o cuatro años para organizar una respuesta al miedo en el ambiente reinante de represión y muerte. Las revistas publicadas por entonces marcan tres líneas estéticas importantes que no puedo dejar de mencionar: la revista Último Reino (1979), de Víctor Redondo, y otros que alentaban una poética de rescate neorromántico; un año después se publica Xul. Signo Viejo y Nuevo, dirigida por Jorge Santiago Perednik, Arturo Carrera y Néstor Perlongher, entre otros que alientan una línea neobarroca; y en 1981, Jonio González y Javier Cófreces publicaron el primer número de La Danza del Ratón, quienes distantes de la poética neorromántica van a definir una línea «objetivista». Después de la reapertura democrática, en 1986, se publica Diario de Poesía, dirigida por Daniel Samoilovich y en cuyo consejo de redacción convivieron poetas de diversa procedencia y formación, como Jorge Aulicino, Jorge Fondebrider, Daniel Freidemberg, Daniel García Helder, Diana Bellessi, entre otros. Si bien no adscriben a un credo poético común, esta publicación será identificada con la poesía «objetivista» y con la línea que instituye su Premio Hispanoamericano en 1995, con el que se alentará la nueva poesía de los años 90.

Diana Bellesi, 2014. Foto: Augusto Starita/ Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. cca-sa 2.0g.

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ARGENTINA, PAÍS INVITADO – XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Diario de poesía, portada de la celebración de su 25 aniversario.

Juan Gelman y Rodolfo Alonso, 1994. Foto: cortesía de Santiago J. Alonso.

Así, en la década de 1980 vemos agruparse, a diferencia de otras épocas en que el panorama era más homogéneo, numerosas líneas y tendencias: los neobarrocos (Arturo Carrera, Néstor Perlongher, Tamara Kamenszain, Héctor Piccoli), los objetivistas (Daniel García Helder, entre otros), los neorrománticos (Víctor Redondo, Ma. Julia de Ruschi Crespo, Pablo Narral, Jorge Zunino y otros) y un amplísimo registro de voces «independientes» (Alejandro Schmidt, María Teresa Andruetto, Rogelio Ramos

Signes, Inés Araoz, Estela Figueroa, César Cantoni, Osvaldo Picardo, Juan Carlos Moisés, Abel Robino, Héctor Freire, Ricardo Costa, Niní Bernardello, Luis Benítez, Pablo Anadón, Roberto Malatesta, Sandra Cornejo...) que, sobre todo, se desarrollaron en el «interior» del país –y a veces, en el exilio– publicando en las revistas mencionadas o en los diarios de sus provincias, o donde podían. Muchos de estos poetas irán a contribuir, desde sus singulares voces y estéticas diversas, a lo que se llamó «poesía de pensamiento», que intenta reordenar, por encima de etiquetas generacionales, el actual panorama de la poesía en Argentina. La etapa denominada «poesía de entresiglos» ocupa ya la finalización del período de la posdictadura (1983-2008) y en ella se impone un mandato de escritura a las nuevas promociones. Este cambio va dejando abandonadas en el camino infinidad de categorías clásicas y vanguardistas, las cuales sirvieron a varias generaciones anteriores y que se habían convertido en la manera transgeneracional de comunicar las experiencias poéticas y las prácticas artísticas. Aquel viejo deseo revolucionario de fusionar poesía y vida que sostuvieron las vanguardias se consuma hoy en la espectacularización de lo cotidiano y de lo real inmediato. Un dato importante para tener en cuenta es que este proceso de cambio fue nuevamente hegemonizado por el centralismo porteño y el olvido de las otras regiones. Este es el contexto resumido en que la mayoría de los autores invitados al Festival fueron elaborando sus respectivas obras.

III. «ESTE MALDITO GOZO DE CANTAR» Así se queja Juan Gelman de la tarea no siempre feliz de escribir poesía, en un 8

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OSVALDO PICARDO: PANORAMA DE LA POESÍA ARGENTINA ACTUAL

poema llamado justamente «Oficio», en el que acuña versos inolvidables como «me duele el aire, sufro el sustantivo / pienso qué bueno andar bajo los árboles / o ser picapedrero o ser gorrión...». Habría que observar al oficio poético no sólo como queja doliente del poeta, sino como la afirmación gozosa de que la escritura en sí misma requiere de trabajo y un aprendizaje que no es simple ni común. No basta qué decir, también hay que saber cómo. Todos los poetas reunidos en esta obra son maestros en su oficio y no cabe duda de que saben cómo se hace un poema. Muchos de ellos, generacionalmente, han pertenecido o simpatizado con una tendencia poética que privilegió y militó el cruce de política y poesía. La literatura argentina desde sus orígenes instaló diversos discursos no literarios dentro de la poesía, y entre ellos no faltó el discurso político. Poesía y política, desde el gaucho «Martín Fierro» en adelante, no es un cruce que resulte extraño en Argentina. Es una mezcla capaz de contener en su seno más que la experiencia gauchesca o la del testimonio comprometido, y sin dudas, la que produce un corte profundo al lenguaje poético tradicional, otorgándole el tono y el ritmo propiamente argentino, según la rígida norma porteña de la época. [...]

V. LA POESÍA ES UNA LEJANÍA QUE NOS UNE La tarea del poema conduce muy lentamente –toda una vida– a una relación particular con las cosas, un modo de tratarlas y, sobre todo, de sentirlas y pensarlas: «Esa inteligencia ardiente» que «puede tomar y consumir una zona de la realidad e iluminarla», decía Juan L. Ortiz. Nunca hubiera sido posible ese mundo sin el texto. El poema devuelve una experiencia de la que sabíamos poco, o,

mejor aún, es la experiencia misma en perpetua aproximación. En este libro, por eso, no hay textos, hay vidas. Eso es una obra. Los poetas argentinos invitados hace tiempo a la distante Bogotá, para leer sus poemas, están unidos con todos los otros poetas latinoamericanos no sólo por haber compartido el espacio del Festival Internacional de Poesía, sino por «este maldito gozo de cantar». El recital es un ahí y ahora en que el creador tiende a ponerse a un costado de su palabra y siente la lejanía que el tiempo y las fronteras alimentan. La poesía –se quiera o no– adquiere un compromiso de conciencia con un modo de belleza y de verdad; asume una conducta ante los hechos y las palabras. [...] No hay lugar para la indiferencia o el cinismo. Y tal vez el rincón al que se desplaza bajo la sombra del mercado editorial, ese grado de invisibilidad al que lo destierran los dispositivos de la industria y de la crítica literaria, no sean sino una de las características que debe a esa conciencia. El poema habla el idioma de los sobrevivientes, el idioma de quienes aún poseen lo que han perdido. 

Juan L. Ortiz. Foto: cedoc/ Gatopardo.

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Presencia de Rodolfo Alonso (1934-2021)

RODOLFO ALONSO, EN EL MAR DE LA POESÍA POR SANTIAGO J. ALONSO

Rodolfo Alonso, Lisboa, 2010, junto a la estatua de Fernando Pessoa. Foto: cortesía de Santiago J. Alonso.

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e gustaría empezar afirmando que la poesía de Rodolfo Alonso da vida, da ganas de vivir, ayuda a vivir: «Yo quiero ser / de los que aman la vida / de los que son la vida / candente inimitable». La vida,

como el amor, son dos de los temas centrales de su obra poética. En ese sentido, no es para nada extraño que su duodécimo libro de poemas se titule Señora Vida. Asimismo, es preciso expresar que la poesía ocupó, en muchos sentidos, gran parte de su vida y, hasta me atrevo a decir, que dedicó su vida a la poesía. Dicho de otro modo, su vida fue una defensa de la poesía (agregamos, que ese es el título de su quinto libro de ensayos). Con lo cual, constatamos que vida y poesía se hallan indisolublemente unidas en la palabra de Rodolfo Alonso. O, como él mismo explicó más de una vez, en consonancia con su pertenencia a las vanguardias artísticas del siglo xx, la poesía es considerada una «manera de vivir» (Tristán Tzara). El amor, ya lo mencionamos, es otro de los núcleos de su poesía: «la que yo amo distribuye el tiempo», «no morirán los ojos del amor» o «cantan las manos / de mi amor». Se vuelve tan necesario como el aire para seguir existiendo y toma dimensiones metafísicas, universales, cósmicas: «Un día cualquiera volveré a amarte como en el gesto primero del mundo» o «el amor que hace girar al mundo / tirano de la muerte / bello y fugitivo». Como ya quedó dicho, el amor, pero, también, la comunión entre los humanos, en una intensa cooperación fraterna: «nosotros somos otros // somos el


SANTIAGO J. ALONSO

otro» o «…si te duelen / las cadenas / las manos de los otros». La naturaleza es otro de los temas que recorren su obra, su belleza y el peligro constante en que la coloca la voracidad del capitalismo neoliberal. En el poema «El joven fresno dice», se puede leer: «Yo no acumulo / yo prosigo // Yo no seduzco / yo me doy // Yo no me exhibo / yo crezco». De igual modo, se hace visible la naturaleza en un sentido metafísico: «El paraíso es un sueño animal» o «Un grillo / sostiene el Universo». Por otro lado, no puedo, aunque sea, dejar de mencionar la importancia que toman en su obra el lenguaje (su ensayo En el mar del lenguaje), la cultura popular (su poema «Ángel Vargas») y la creación artística («la voz que usa tu cuerpo»). Su trabajo como traductor, que se dio y formó parte de su trabajo como poeta, tuvo como claro objetivo la defensa de la gran poesía, como la llamaba él mismo, a través de quienes, para él, son los grandes poetas de la humanidad: Pavese, Ungaretti, René Char, Sophia de Mello Breyner Andresen, Drummond de Andrade, Murilo Mendes, Manuel Bandeira, Paul Éluard, Apollinaire, Baudelaire, Dino Campana, Prévert, SaintPoul-Roux, Mallarmé, António Ramos Rosa, Pasolini, Rosalía de Castro, Guido Cavalcanti, Montale, Umberto Saba, Valéry, Paul Celan, Pessoa, Lêdo Ivo, entre otras y otros. Esta lista se ve completada con los poetas de lengua castellana que él admiraba y quería: César Vallejo, Miguel Hernández, Juan Gelman, Juan L. Ortiz, Edgar Bayley, Raúl Gustavo Aguirre, Quevedo, San Juan de la Cruz, Garcilaso de la Vega, Manuel J. Castilla, Macedonio Fernández y Francisco Madariaga, entre otras y otros. Muchos de los cuales fueron sus amigos. Esta defensa de la poesía se torna, en varios de sus escritos, una defensa de la

Juan José Saer y Rodolfo Alonso. Foto: cortesía de Santiago J. Alonso.

humanidad y del planeta («Sin verde no hay futuro. / Ni presente posible» o sus poemas «Razón de ozono», donde afirma: «A la placenta atmósfera / le criamos un cáncer», y «Velorio del glaciar»: «tanta innoble / insaciable / avidez / de aridez»), que se encuentran en peligro debido a un sistema económico, político y cultural siniestro: el neoliberalismo. Al cual se opuso y criticó, en la palabra y en la acción, siempre: «El oro dictador / Seca avaricia / Agoniza las fuentes // El oro codicioso / Oso de usura / Ahorra hasta muerte». Entre las innumerables citas que se podrían encontrar al respecto, en su libro de ensayos República de viento, publicado en 2007, escribe: «La sociedad de consumo, que a través de los grandes medios tecnocráticos de (in) comunicación se fue constituyendo en sociedad del espectáculo, se ha vuelto ahora físicamente planetaria, sutilmente seductora, amablemente compulsiva, espiritualmente invasora, confortablemente totalitaria. No necesita violentarnos con la fuerza física: nos rodea, nos envuelve, nos impregna». Por todo lo dicho, declaro que la poesía de Rodolfo Alonso nos da vida en un «duro mundo» donde «el bello amor / arrasará».  ULRIKA 68 |

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PRESENCIA DE RODOLFO ALONSO (1934-2021)

ALONSO, EL ARTE DE NO CALLAR POR NESTOR FENOGLIO Sobre El arte de callar, de Rodolfo Alonso (Alción Editora, Córdoba, 2003, 112 pp.).

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na lectura desprevenida (a veces, acaso la mejor lectura) de El arte de callar puede llevarnos hacia la antesala del silencio, una especie de despedida de un poeta que, como Rodolfo Alonso, fue construyendo una obra coherente, sólida y sin fisuras, en épocas en que la coherencia no abunda. Hay, desde luego, a poco de andar, preguntas por lo que fue y ya nunca será (el viejo ubi sunt aquí redefinido con elegancia y estilo, cualidades propias de este autor), mirada hacia atrás, reflexión y posición tomada sobre todo: un dulce asentamiento sobre el verso, el peso del disfrute maduro de la palabra, ni puro ímpetu ni fuego fatuo. «... ¿Y adónde se quedaron / tanta pasión y fuego, / tanto

Portada de El arte de callar de Rodolfo Alonso.

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ardor, tanto vuelo / provocador y propio? / ¿Qué los hizo dejar / de ser y, antes, ser?...». Abundando en esa primera y tentadora y también correcta lectura, la cita que abre el libro recoge ese conocido (y sabio) proverbio árabe que dice: «Si lo que tienes que decir no es más bello que el silencio, no lo digas». Sin embargo, Alonso no va hacia el silencio, sino que lo instaura como el agonista con quien dialogará a lo largo de todo el libro. El silencio será uno de los extremos hacia el que tiende la poesía y «lo que tiene que decir» el poeta es algo «bello», más bello que el silencio, si cabe. Alonso asume el reto. La lectura prevenida, en consecuencia, alude a lo que en realidad es todo El arte de callar: un enorme y lúcido tratado de arte poética (Alonso coparticipa de esa generación que, desde Poesía Buenos Aires, hizo de la reflexión sobre el propio hacer poético y de la traducción de los mejores autores de diversas lenguas sus banderas más celebradas), una manera de bucear en la experiencia poética, de indagar sin ingenuidad pero sin malicia en, parafraseando al título de la obra, el arte de decir. Así, equidistante entre la palabra y el silencio, entre decir y no hacerlo, Alonso abre polos antagónicos: hacia el silencio, versos despojados, limpios, desolados a veces, exactos si se permite el término, versos cortos que instauran una construcción vertical y que son una marca registrada de este autor, capaz de


NESTOR FENOGLIO

forjar «naturalmente» una respiración que no es «natural» y que en un poeta menos hábil sería un apurado jadeo; y hacia el sonido, hacia la palabra, la búsqueda (la búsqueda, aún la búsqueda, empecinadamente la búsqueda, un modo de hacer y de ser más que un programa) tanto temática como métrica, la búsqueda que lo hace ir del tango hacia Gauguin, de la mujer al ser nacional, de Jonathan Swift a Wittgenstein, un recorrido «occidental», muy lejano a cualquier noción de «silencio», contrapuesta, si se quiere, a ese arte de callar aludido en el título. Alonso tiene ya la suficiente sabiduría, la vital y la artística (escindan ustedes, si quieren), como para entender que esa búsqueda es el canto mismo y que incluye la posibilidad fundante del silencio. En lo personal, celebro esa impronta capaz de eludir la clausura: Alonso tiene obra hecha y quienes formulamos crítica literaria tendemos a trabajar con clichés. Esos clichés determinarían para esta etapa de Alonso una madurez en el trabajo del verso y la estrofa (que existe, qué duda cabe) y el apurado cierre o coronación de ideas ya conocidas y expuestas. Alonso desoye juvenil y felizmente el prolijo comentario que lo querría de esta u otra manera. Alonso busca. Alonso arriesga. La comparación del poeta con el ave no es nueva pero nada lo es en arte (la formulación de dos o tres preguntas, una y otra vez) y Alonso la convoca para discurrir sobre la oposición callar-decir que da razón a este libro. Dice en el medular «Dulce pájaro, ¿cantas?»: «Dulce pájaro, ¿cantas / todavía, entre ruinas, / tu propia lengua viva, / tu lengua universal?...». Y también: «...¿No ironizas, tú, eterno, / no parodias, no mimas, / sordo cantor intenso / asediado en tu rama?...». Y también, lúcidamente: «...¿Te arriesgas

o te adaptas?...». Y, abundando: «...¿Era cantar un arte / o era un don, una gracia?...». La paradoja es en Alonso honesta y está más y mejor planteada que resuelta. La búsqueda es una de las claves: «...Al color libre / y salvaje huí...», dice en «Gauguin recuerda a Francia en Mururoa». La misma búsqueda que le hace decir en «El peso de tu paso» (es constante en todo el libro el juego con las palabras: hay notorias aliteraciones en «Poderes de la lluvia», por ejemplo, se lee: «...Rodando en la quebrada / roncan las rocas madres. ...»), que «...Somos lo que sabemos / ver, lo que nos hace ver, / siendo somos lo sido, / seremos lo que sé, / lo que sé ser: ser sed». Alonso tiene sed de decir y de callar y por eso no extraña que el último poema, el que además no casualmente da el nombre al volumen, abra con la palabra no y cierre con la palabra sí. En esa oscilación pendular, en esa a veces ligera y a veces dramática oposición, en ese difícil arte de (no-sí) callar, está, nada menos, la poesía. 

Rodolfo Alonso. Foto: Bernardino Ávila/ Página 12.com.ar.

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PRESENCIA DE RODOLFO ALONSO (1934-2021)

HACIA OTRA MIRADA POR NESTOR FENOGLIO Sobre Jazmín del país, de Rodolfo Alonso (Ediciones Ocruxaves, 1988).

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e sucede muchas veces, cuando camino, que en una esquina –en un momento– elevo la vista y descubro este hermoso balcón, aquella trabajada cornisa, que estuvieron siempre; y me sucede que, como uno está irremediablemente acostumbrado a un ritmo de vida que no va ni ve más arriba de los ojos, quedo de pronto abrumado. También me figuro, algo fácilmente refutable, que nos acostumbramos a mirar horizontalmente la vida, quizás por las características de la especie (no deja de asombrarme que nuestra verticalidad sea apenas un estadio de una teoría evolucionista o la aspiración de

Portada de Jazmín del país de Rodolfo Alonso.

un antepasado cuadrúpedo por alcanzar una fruta) por un digitado apego a las cosas de la tierra (cosas de la sociedad de consumo, seguramente) o por una forma inconsciente de justificación del discurso religioso. Sucede también que nuestra escritura «horizontal» (lineal) nos organiza de esa manera; y de esa manera entendemos el mundo. Por último, me sucede que releí Jazmín del país, de Rodolfo Alonso, y estas arbitrariedades –convenientemente perdonadas– recrudecieron frente al intento (in-útil) del autor por evadir la horizontalidad de nuestro lenguaje, la cosmovisión que conlleva, apelando a otra forma de percepción, a otra mirada…

*** Quien lee a Rodolfo Alonso debe adecuarse drásticamente a otra mirada, distinta de la que estamos acostumbrados. Jazmín del país tiene (desde su ya estilizado formato) una poesía que nos obliga primero a respirar diferente. Versos breves que inauguran para el lector un recorrido de arriba abajo, más una consecuente liberación de las normas de puntuación (es habitual que Alonso eluda los puntos y las comas, punto final inclusive) hacen que ese lector olvide (se cuestione) los estratos y la horizontalidad y se sorprenda con las trayectorias verticales de las cosas cantadas por el poeta (árboles, plantas, hombres, cielo y seguramente dios).

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NESTOR FENOGLIO

Esta redefinición de la mirada deja la anécdota y se dirige firmemente a lo ontológico mediante la creación del espacio poético donde la forma amalgama –da identidad– a un discurso de la fugacidad. Alonso prefiere rápidamente lo natural (desde el mismo título del libro) y la elevación de los objetos (la propia de «ser vertical» y la ideal que extiende «hacia arriba» la forma real) aparece como una forma de religión, una construcción gótica. En «Flores hembras nombradas», Alonso, sin otra indicación para los lectores que la disposición vertical de la forma –no hay una sola puntuación en los más de treinta pareados de ese poema– se refiere a las «flores hembras nombradas / por sabios y por simples». Con dos versos breves define «el aromo puntual / que regalan los años // Y el lapacho que es rey / de su propia corona».

*** Esta poesía intenta romper, quizás, la linealidad del tiempo (la forma lineal que tenemos de entender el tiempo) y, sobre todo, la del idioma. En el primero de los casos «Vamos a entrar ahora, deslizándonos, / como quien cuenta ausencias, / en esta dura edad donde los muertos / amigos empiezan ya a ser tantos / casi como los vivos», de «La línea de la sombra», lógicamente, dedicado a Joseph Conrad. Esa fugacidad «No revive la carne calcinada ni el hueso quebrado se endurece ni la lengua cortada retoña otra vez. Nadie regresa de la muerte. Ni la memoria se cura de su sarna, la conciencia de su mal aliento, la moral doble de su hedor», de «Carne tajada». En «Cielo de los hombres» (la verticalidad está propuesta desde el título) se enuncia nuevamente el eje de la aspira-

ción ideal frente a lo cotidiano. Por un lado «Todos los actos retumban sordamente contra la cóncava oquedad», pero también «se diluyen de inmediato en esas dulces / praderas inmensas y desiertas». Y continúa: «Pero el azul preciso y frío resulta una escandalosa razón de más para vivir / igual que cualquier otra». La fugacidad aludida, esa mirada «hacia arriba», esa ruptura del tiempo lineal, adquiere matices existenciales en «Contrariando» («Bajo el bárbaro cielo / la despiadada noche // Los rescoldos del miedo / inspirando el horror // Comidos digeridos / por la ávida nada // El ojo insobornable / que tiembla en el vacío»); y se reconoce en varios pasajes más, como en «Esa voz», donde el poeta afirma que «Realmente / no he venido a la tierra / más que a oír ese canto del viento / entre las altas hojas / y pasar como él».

Los poetas Hugo Mujica y Rodolfo Alonso. Universidad de Guadalajara, 2014. Foto: Adriana González.

*** Respecto de la linealidad del lenguaje, el intento (consciente o no) de forzarla es ostensible, desesperado. Además de la evidente estilización de la forma (hay un permanente trabajo de anulación del sintagma –su estructuración) se visibiliza ULRIKA 68 |

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PRESENCIA DE RODOLFO ALONSO (1934-2021)

Miembros de Poesía Buenos Aires, circa 1954: Jorge Souza, Rodolfo Alonso, Nestor Bondoni, Francisco Urondo, Osmar Bondoni, Edgar Bayley y Raúl Gustavo Aguirre. Foto: cortesía Santiago J. Alonso.

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una constante tarea sobre la relación de las palabras entre sí y de la palabra misma, su descomposición. Esa doble lucha (una batalla desigual, irremediablemente perdida) se manifiesta plenamente en ese vasto ejercicio ontológico que es «¿Nosotros?»: «Nos otros / nuestros otros / nosotros somos otros / somos el otro nos / somos el otro / somos el otro nuestro / el otro es nos…», etcétera. Precisamente en este y en otros poemas se hace visible el enlace del primer eje semántico propuesto (el de la fugacidad o el de la «mirada vertical») con el del lenguaje: las esencias son destacadas hacia arriba, la forma dispone verticalmente la materia, el mismo lenguaje intenta disolver su linealidad. El mérito de Alonso consiste en el hecho de que la forma, su forma, no prefigura su materia: puede decir como «El joven fresno dice» (otro poema de este libro) que «no tomo forma / soy mi forma». No es extraño entonces que se sucedan las alteraciones o especulaciones con la palabra, tanto en su forma (significante) como en su significado. Así lo reco-

nocemos en «Anti-funeral» («Fiera vida feroz, / y ferozmente amada»), en –evidentemente– «Nadiesmasquenadie», en «Al Leteo» («Intensa invicta insomne / inquietante invisible / invasora invadida») y en «Éxitos de la pobreza» («… // Vacío de los ahítos / (sabor saber sediento)»). Esta problemática del lenguaje es también explícitamente reconocida en «Carne talada»: «Después vienen las trampas del lenguaje, los juegos de la retórica servil (esa que Heráclito entrevió como “arte de conducir a la matanza”). La artesanía de embrollar con los sentidos al sentido, de hablar para no hablar, mostrar para no ver, señalar ocultando».

*** Finalmente me permito indicar la «irrealidad» de esta poesía, que puede ser «idealista» (no creo en la clasificación y por ello los calificativos son tentativos y, desde luego, precarios): pretende que el hombre levante la vista y que el idioma «contenga» o «represente» –desde su irreversible linealidad– lo múltiple, lo diverso, lo no alineado. Intento francamente vano (¿no reside allí la grandeza de la poesía?); y, lo que es más terrible (como quien inicia una revolución sabiendo de antemano su fracaso), intento no inocente. Es la plena asunción de la futilidad del acto, que se congrega así en una «única verdad»: «Me dices / que el mundo / es así / y que yo / me lo imagino / en cambio / como deseo que fuera // ¿Pero cómo / podría / soportarlo / si no se me ocurriera / –aun en sueños– / llegar a ser / distinto?». 


Argentina, país invitado de honor —Muestra de poemas invitados de Argentina— (Los poetas Osvaldo Picardo, Héctor Berenguer, Laura Yasan, Mónica Muñoz, Néstor Fenoglio, Raúl Bigote Acosta, Fabián Casas y Daniel García Helder han sido recientemente publicados en Ulrika. Todos los autores en www.poesiabogota.org)

Ana Wajszczuk (Buenos Aires, 1975) w domu/ en casa la historia es una telaraña que se trama invisible alrededor de un cuerpo cuerpo que carga con una o dos preguntas durante toda la vida

y va tejiendo en la interrogación la casa.

Como una medusa diminuta que vive porque sí porque una fuerza imposible de entender la impulsa así te impulsa esa fuerza dentro mío mientras voy cayendo en el sueño la luz apagada los sentidos eléctricos mientras se hunde en mi conciencia como un agua que entra por toda grieta un poema de Sharon Olds.

Stefania, 1939 I

Mientras leo un poema de Sharon Olds Mientras leo un poema de Sharon Olds no pasa nada. Pasa cuando apago la luz y el poema comienza a ser una onda una vibración que crece Estoy acostada y dentro mío una corriente oscura y densa como a tres mil metros bajo el nivel del mar ahí donde ocurren las formas de vida más fantásticas me lleva, te arrastra

No dejes que me llueva dentro, dijo al despedirse le dijo a Dios, tal vez, esas palabras porque su madre no escuchó de ella ni una queja ni un suspiro. Ese día en Warszawa, octubre, 1939 el temporal bajaba por las calles, sin detenerse Y ella tenía su maleta lista, su abrigo negro y sabía que vendrían los soldados. Pero no sabía lo de la lluvia, para esas cosas no estaba preparada.

Mi cuerpo sabe cosas que yo no ULRIKA 68 |

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ARGENTINA, PAÍS INVITADO – XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Carlos Aldazábal (Salta, 1974) Magia Hacer la palabra como se hace el fuego, hacer una nube con el color del sol, una forma de agua para que sueñen peces, un resplandor, una promesa. Hacer la palabra para vencer la muerte, esa manzana roja, esa boca ofrecida, ese silencio justo sin luces ni canciones, ese barco que pasa y que te lleva, tan lejos del murmullo de los vivos, de los versos leídos, de los versos que fuiste, cuando llega la lluvia y todo nace.

Variaciones sobre un tema de Piazzolla 2 No se trata de llanto. Se trata de ablandar la digestión. La entereza de saberse perdido, estatua en algún parque. El destino del bronce con el brillo mojado que le ensucia la cara.

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Profecía del cuerpo dejadme llegar al muro de quien yo soy yedra Cervantes

Cuerpo de hiedra apartada del muro, cuerpo apartado de tu cuerpo, cuerpo usurpado. No son mis dientes los que se adhieren a los tuyos, los que encienden los nervios de encías saladas por cepillos, de caries dolidas por estar tan solas, de bocas prensadas. No es mi rodilla la que visita los muslos de la noche ni es mi costillar el que te sangra entre los dedos. El cuerpo es otro. Yo soy tan sólo un cuerpo proletario, un desposeído más entre los cuerpos, un revolucionario apócrifo, un cuerpo en armas, un cuerpo destinado a estar sin cuerpo, al menos sin el tuyo; y las caries me duelen, y el costillar me sangra, y su cuerpo se empeña en usurparme, y tu cuerpo me ignora; y yo oculto mis hojas creyendo en la palabra, creyendo en el mañana que se acerca porque llegará el día, la hora o el poema en que los dientes de él se habrán caído y mi cuerpo de liquen será verde creciendo entre tus piernas con tu agua.


ANTOLOGÍA DE POETAS ARGENTINOS INVITADOS

Carlos Vitale (Buenos Aires, 1953) El triunfo de la muerte Non c’è di dolcezza che possa uguagliare la Morte. Dino Campana

1 Alguien lloraba en el Camposanto de Pisa. Sin embargo, las tumbas vacías de los muertos guardaban la escoria de los vivos. La muerte siempre triunfa. Silencio del Camposanto y fuera. En alguna parte alguien llora. 6 Un colorido manto de sombrillas protege el sueño de plenitud de la especie. Cuerpos al sol en la tarde de agosto. ¿La tierra o el aire? ¿Los gusanos o el fuego? Abusos de la imaginación en un mar de arena y carne. Extensa mancha de horizontal destreza que en la quietud encuentra su prodigio. La ausencia es el milagro que repite. 8 Simultáneamente se vive en las ventanas. Las mujeres se entregan a un futuro cercano y el verano no encierra más que escasos deberes. No será éste tampoco el día revelado. Una mediocridad febril sustenta los objetos en su reiterada formulación pasiva. Ese que grita sólo pide un movimiento verdadero. Sabores de espuma en un cuarto vacío.

Autorretratos Me desespero porque no puedo estar presente en todos los actos de la vida. Murilo Mendes

Johnny Laguardia recibe el Oscar de 1933 Sin más humillación que la muerte futura en un Hollywood de vidas estelares bigotes y visones ganados en la dura batalla de las sábanas me muevo en el asiento de la espera hilvanando unas frases heredadas que ahuyenten el mal de ojo adversario cuando oigo acariciar mi nombre por unos labios que conozco a otra distancia y subo entre clamores sofocados al escenario de mayor gloria del mundo en converso inglés mediterráneo. Giovanni Laguardia construye al fin su catedral ¿Logrará una construcción del espíritu burlar a las leyes de la naturaleza? ¿Podrá la obra de una vida vencer a la muerte? Una y otra vez interrogado me inclino sobre planos que fueron razón de risas e impostura y vuelvo la vista a una cúpula apoyada en los más tenaces sueños de este renacimiento mío y de las artes para afirmar contra toda cordura contra los discretos y contra los cautos para pedir y reclamar otros mil años de existencia vicaria. Jean Laguardia pinta un autorretrato de Rembrandt ¡Oh, lo verdadero! Un puente de la nada a la nada. En Avignon, rue de la République, al fondo de un corredor que intuye el mediodía, exploro el arte de ser otro y el mismo, uno más y uno nuevo. ¿Quién duplica a quién? ¿Quién guía el pincel que en el espejo ve un rostro inmerecido? ¿Alguien responde? El desconocido de la luz pregunta por su voz más auténtica. ¿Es este eco mi voz? ¿Apenas un silencio compartido? ULRIKA 68 |

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ARGENTINA, PAÍS INVITADO – XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Mariana Suozzo (San Justo, Buenos Aires, 1982)

Tenemos un árbol plantado en un cantero que nació guacho del desecho de un carozo en sus primeros años creció torcido sin ningún tipo de cuidado ni guía regado sólo por el agua de las lluvias en el viejo patio de baldosas coloreadas pero una historia que comienza con una planta que nace accidentalmente en un cantero corre el riesgo de terminar en cualquier cosa como este árbol, que siempre nos parecía raro porque trataba con su copa de acostarse sobre el piso no tuvimos mejor idea que atarlo con una soga tensada a un gancho en la pared después de unos años de forzarlo a estar erguido el resultado fue medianamente satisfactorio cortamos la soga y aceptamos la pequeña desviación como rasgo característico de su personalidad y esa desviación nos resultaba particularmente hermosa con un poco de atención, tampoco hemos hecho tanto más que darle una cantidad adecuada de agua y cortarle algunas ramas para que se pueda ir alto y llegara por sí mismo a este estado de madurez en el que empezó a darnos frutas y esas frutas -una especie de durazno sin pelusase nos ofrecen como la tierra prometida, parecen un premio a esta voluntariosa crianza que le hemos dado; pero no lo son tal vez la culpa sea nuestra por esperar tanto de un pobre árbol que no pidió venir a este mundo a darnos frutas en medio de un típico verano que arde como el infierno van cayendo los duraznos uno por uno en las baldosas del patio, van cayendo y reventándose contra el material como si se tratara de un suicidio en masa y cada fruta que se abre es un enchastre marrón del que salen gusanos y otros bichos aún más raros

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no tenemos muchas opciones para elegir hay que baldear por la tarde para disolver el enchastre tal vez podamos alzarnos en una escalera y sacarlos todos de una vez para que dejen de caer, y es inevitable pensar: -por suerte no tenemos hijospero sí tenemos un perro que es como nuestro hijo y tenemos este árbol, que no sirve para abastecernos de manjares anhelados durante el resto del año no sirve tampoco para hacernos felices porque la felicidad es nuestro asunto y tal vez deba bastarnos con tener un árbol en el cantero que al principio de la primavera nos abriga con su sombra y es un árbol que florece, y sus flores sí que son una maravilla una forma hermosa de cinco pétalos rosados un giño para los ojos que los miran a través del ventanal no vamos a deshacernos nunca de este árbol porque los padres fraternales no abandonan a sus hijos y este árbol nos convierte en una familia también nos recuerda que la vida puede ser el fruto de una situación en la que sentimos algo torcido desde el comienzo pero no nos importa igual seguimos adelante tal vez perdiendo tiempo tal vez haciendo el intento de numerosos malabares para enderezar algo.


ANTOLOGÍA DE POETAS ARGENTINOS INVITADOS

Martín Prieto (Rosario, 1961) El resto Por las hendijas de la persiana entra la luz del amanecer para destacar en la penumbra sensible, sobre la mesa, el par de tazas que usamos anoche y quedaron sin lavar. Echo, en una, un chorro de café y no sé nada, no pienso nada, sigo dormido, hasta que apoyo la boca en el borde de la porcelana y reconozco ahí un resto de saliva seco ya y todavía perfumado que concentra, sobre mi cabeza, toda la presión del universo.

Pasión Un pelado tocaba la batería en la fiesta más apasionada de 1991. Como en el cuento de Darío –que habíamos leído otra vez bajo la luz amarilla y verde que se colaba entre las hojas de los álamos– yo te llamaba rosa de las rosas, perla de las perlas, y tu piel blanca viraba al rojo. Después, nada, un final cualquiera, tipos borrachos a las trompadas, los autos de la policía.

Astillas Estuvo escribiendo toda la tarde con, según parece y por la cara, malos resultados. «Ni un solo verso», dice después fumando en el patio negro, un porrón enterrado en el agua de un balde rojo donde flotan, como cadáveres, unos cubos de hielo.

Abstraída de la presión del calor, más tarde dice «astillas» como si hubiera estado recorriendo un circuito alrededor de esa palabra.

Septiembre del año 1977 «Uso tierra fértil», dijo echando un puñado dentro de una caja en la que crecerían jazmines blancos. Después habló de la vida de los quinteros en la provincia de Buenos Aires, de una zanja por la que corría agua verde, hombres de zapatos clásicos de punta y camisas y camperas comunes —dijo así, «comunes». Y habló de una vecina, ahí, en Temperley, «ella mi gritó avisale a Rolo, y el auto tomó el curvón ese… el de los paraísos…Yo me quedé con los chicos, no sé, dos, tres meses, después vino Rolo, y yo lo quise abrazarlo y él me dijo estoy lleno de piojos… él también lo habían agarrado…Piojos, increíble, lleno de piojos, como así», sacando de entre las raíces de una planta un bicho minúsculo y cuando me lo muestra trata de ocultar, con pudor, las uñas rotas por el oficio y por la vida en este país.

Poesía y política Una mujer desprovista de la gracia que ofrece el pasado y un hombre de la que potencia el dolor: una pareja transparente tomando sol en una playa municipal cuando unos remeros pasan en una canoa y perturban el horizonte adornado por una isla verde. (La política que pareciera estar afuera del cuadro es la misma que lo sostiene.)

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ARGENTINA, PAÍS INVITADO – XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Rodrigo Galarza (Caá Catí, Corrientes, 1972)

Epifanía dijo: «llover hacia arriba» una noche en que la absenta olvidó sus esmeraldas a cambio de traficar con demonios una noche en que el mundo se acordó de que era mundo y echó a rodar al revés como las letras en los espejos de las ambulancias como el último beso de la última grela «hacia arriba» dijo y sus palabras se derramaron por su espesa barba y sus palabras la ensuciaron hasta hacerla brillar de sonora claridad rotunda en el tropiezo infinito de la sangre sobre los acantilados de la noche «¿hacia arriba?» pregunté mientras me crecían pezuñas mientras mi alfabeto corcoveaba tensando los ijares de la luna dando coces de fuego sobre paquebote sideral y desde las paredes sangraba implacable un tango de Discépolo «llover hacia arriba» insistió el de la barba homérica insistió y yo no pude recoger las esmeraldas de absenta porque el suelo quedaba demasiado lejos

títere y tan ocupado de sí mismo que a veces se confunde de altar y reza al hombre ** Hay algo desesperado que vive en el fondo de mí y me saluda con pañuelos de sangre. ** A veces tomo trenes equivocados que me llevan a mí mismo. Otras veces me quedo en el andén esperando a un huésped extraño que traba pactos con mi insomnio. ** A Jorge Sánchez Aguilar

Vi surgir de los esteros un carruaje bordado en llamas lo vi perderse entre mi pulso y las alas quietas de una garza: era Elías timoneado por un gaucho arisco con las espuelas resplandeciéndole las sienes. **

Auto de fe Si no fuera que a veces los astros galopan en mis costillas desatando una música que parte del barro que soy, recuerda y celebra. Si no fuera que en mis espaldas alguien –cuyo rostro no he visto– ensaya absurdas cartografías, mientras ciego huyo de mí mismo. Si no fuera que existen tantos imposibles arracimados en la linde mi boca, no creería en un dios con minúscula, 22

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Quizá haya sido una flor. Todavía su dentellada huele a sangre. ** ¡Pascua! pascua te decís y dinamitás los puentes. ** Nada rige este abandono, salvo haber sido el Salieri de todos los mendigos del mundo.


ANTOLOGÍA DE POETAS ARGENTINOS INVITADOS

Leopoldo Teuco Castilla (Salta, 1947) Balada de Auschwitz En la valija de Jacobo caben una camisa, una fotografía y el polvo del camino que adelgazó cuando lo enterraron. Estos son los anteojos de Issac. Los de ver irse el mundo por una grieta de un vagón del tren. Los limpiaba con su aliento. No podía respirar si miraba, si respiraba se quedaba ciego. Este es el pelo de Esther encaneciendo solo. Esos los zapatos de Samuel y la muleta de Aarón y la pierna de madera de Raquel. En esta mancha del jergón de paja se disolvió el niño al mamar la tiniebla de su madre. Esa es la tela que tejieron con sus cabellos ( y es que lo frágil hila el espanto. ) Este es el sobretodo de Josué donde se encerró. Su casa oscura. No lo pudieron hallar cuando lo asesinaron.

Hombres y mujeres por la tierra. Por toda la tierra sombras de blanco.

Mundos paralelos En los mundos paralelos el mismo acto, con iguales protagonistas, modifica los hechos, cambia el final, trastorna el argumento. No hay un único destino, cada opción se cumple (esa lección está en los sueños). Si en la suma de todas las combinaciones está el tiempo abolido, la eternidad, entonces, no tendría extensión y podría permanecer en una inminencia absoluta el universo. El busca esa potestad. Y apuesta. Pero el azar no descansa.

Detrás de las barracas los hambrientos alambrados el ojo demente de los reflectores y un patíbulo.

Si el Todo para cada designio crea un mundo el azar para cada mundo crea un espejismo.

Fuera de Auschwitz todo es nieve y silencio.

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Valeria Cervero (Buenos Aires, 1972) una parte de este mundo protege su pausa

una pausa indefinida, sin brillo sin grandes promesas de amansadores ¿querés partir? ¿querés quitar los anzuelos? ¿querés devolver el golpe? cada espera es la nota de muchos en el silencio la casa de años, su seña tardes de tilos en otra infancia una parte de este mundo protege su pausa mientras la sombra miente márgenes sin viento

Encontrar una marca que permita decir la ausencia, la voz, el cuerpo, el abrazo que ya no son. Como si todo un mundo no se cerrase sin cada gesto. Como si la muerte alguna vez nos cobijara.

La pared fue una puerta que no conocimos y ahora vuelve a serlo. Entrar es entrar a un nuevo lugar, nuevos lugares, parecidos pero no los mismos.

¿querés llegar? ¿querés retornar descalza? ¿querés más acá nombrarlo?

La casa respira de otra manera, dicen. O es nuestro aire el que circula distinto. Habitamos la que ya no es y sólo queda en los recuerdos de los cuatro o en los días de fotos que alguna vez veremos.

sin repetirnos volvemos a sernos tal vez abajo

¿Cuál es la casa, entonces? Mamá tampoco está para contarme.

los restos de un cuerpo, la nada de un cuerpo en la marea que despedaza y contiene a la vez

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Cómo saber si me sostiene o si sólo lo creo, por conveniencia o error, por evitar la duda. Todos los tamaños de una pregunta terminan por coincidir en el tono que más tememos. La distancia talla el espacio hacia cada lado de lo que fuimos y aún puedo ver un cuerpo de claridad. Como el sonido del tren a dieciséis pisos de altura en la madrugada. Cuando casi dormimos y confirmamos el amor en su raíz de fe.

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La escritura viene y va. Nos moja y deja en el silencio que nos escribe. Un silencio más acá de los árboles y las gotas de lluvia. Un silencio que pone afuera cada sonido del mundo.

44. Agua y piedra pueden ser la combinación perfecta. El alma del río está guardada allí, entre las dos. Donde el sonido de una sobre otra invade todo y se lleva las voces de quienes amamos.


ANTOLOGÍA DE POETAS ARGENTINOS INVITADOS

Laura López Morales (Córdoba, 1976)

*** Despertamos a leer las marcas las pisadas de la noche en la arena amanecida un hombre con sus perros un caballo el puma en las proximidades y una vaca suelta arrastrando la soga y la rama a la que fue atada

*** La réplica es exacta un rectángulo de cielo clarísimo íntimo donde vienen a estrellarse los pájaros

*** Está por llover pero no llueve esa promesa sobre el eje de esta rama ha podido más que cualquier fruto para los animales es distinto hacen labor de todo recogen de la inminencia el excedente lo acumulan se resguardan menos los caballos los caballos no esperan por la lluvia pastan bajo un cielo que debiera desaguar

eso es todo pesa lo que debiera es decir deslumbra cruje según su naturaleza.

*** Otro día de nubes bajas y los árboles sumidos en la niebla en días como hoy simplemente alcanza con extender el brazo para saber que todo lo que se recuerda está dentro de las nubes o puede estarlo son días de cierto sigilo los zorros aguardan a prudente distancia del mismo modo me permito esperar esperar por ese instante de perfección un primer rayo de luz filtrándose dando vida a una línea de tiempo en la que ya no creías pero que sin dudas alcanza alcanza para extraer algo más o menos suave más o menos hermoso más o menos entero de ahí a prudente distancia y antes que se apague los zorros gritan aúllan en la niebla se responden sin verse

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Esteban Moore (Buenos Aires, 1952)

La canción construye sus imágenes En la habitación desordenada la radio repite una canción de otra época Es la música o la letra la que te devuelve el cuerpo de esa mujer –sus ojos encendidos en la media luz la boca y las manos /dispuestas– Y las palabras el ir y venir de su creciente –inflamada marea Aquellas palabras del momento y aquellas otras que no supieron salir de tus labios Han transcurrido los días y en su multiplicada noche comprenderás que siempre ha sido demasiado tarde

Los amantes Se han reunido después de varios años y conversan y continuarán haciéndolo sentados a esa mesa que aún los separa como un océano o un continente o un desierto La mesa lustrosa, gastada, de un viejo bar en la esquina de un barrio perdido sobre la cual flotan las palabras que registran el pasado dolor /las pequeñas traiciones de la carne Palabras repetidas, una y otra vez, pegajosas, lentas

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como pesados trenes de carga que se cruzan en la oscura planicie hacia y desde lugares lejanos Palabras que con el correr de las horas rescatarán del olvido la dulzura de aquellos tiempos en que ambos eran jóvenes /y la belleza de sus actos –una de sus muchas virtudes

A rumbo abierto Anduve la tendida llanura de la cuenca del Salado sus rutas –sus caminos –sus canales hinchados de agua Dormí bajo estrellas y lunas envueltas en bruma En el valle del Río Negro me obsequiaron manzanas /del tamaño de una calabaza Apagué mi sed en las heladas aguas del Ñiriguau Todo esto recuerdo hoy aquí a la ribera del Paraná y también los gemidos de un moribundo en un hospital de campaña la furia del viento en los grandes eucaliptos el brillo ardiente de aquellos ojos claros Todo esto recuerdo mientras observo los buques /que navegan lentos contra la corriente y celebro en silencio: el buen sol –la brisa suave –el vino fresco –la palabra mar


ANTOLOGÍA DE POETAS ARGENTINOS INVITADOS

Julio Salgado (Frías, Santiago del Estero, 1944) Testigos Son testigos ocultos. Semillas en la tierra de un sembrado. El ruego de los enamorados y el crepúsculo Deletrean la luz en sus palabras. Tanta habla Llevada por el cuerpo de las sombras en los árboles. Tanto murmullo escrito en las paredes y la carne. En lo excesivo. En lo prudente. Qué significa la verdadera soledad con esa misma luz y el nudo corredizo de la noche que se escapa. Recuerda la prosa de un poema Su instinto de pecado acercando una delgada venda. El paraíso robado de los puertos Llevado a las visiones como un beso Ahogándose en los labios. El pan de un corazón y su reclamo. La desnudez de la saliva apresurada sobre la desnudez del desencanto. Esa clarísima razón que traba el cierre del vestido. Apenas el relámpago que avisó con la mudez al trueno.

Pasaje De allí lo que quedaba Buscaban sus vihuelas los efímeros. Tengo los piquillines. Los huertos de poleo donde duermo. El celo en movimiento. Lo que se ve me digo. Corrió la imagen de su hechura. Espejo contra espejo. Volaban las montañas. Caían las ovejas desterradas. Las tijeras. Caían los esquiladores y las casas. De ahí el devoto de la sortija y el veneno. El mágico secreto donde se baña el mangangá

comiendo de la flor en el tatuaje de la flor. Todo por un anochecer en esa oscurecida libertad de las estrellas. Yo creo en los azules vagabundos. Convido a los amantes sin idilio la espada De San Jorge. Lo escarlata del rojo. Aquel escarabajo Que vive en los anillos de mis dedos y en el cielo.

Isla 55 He leído a Simónides. En la lectura he descubierto el retrato de mi mujer bella como el cuarto de un hotel en las Galápagos. Enigmática como un taxi iluminando con sus faros los textos de un papiro. Las locas serpientes que salen de sus cabellos liberan las terrazas de los edificios donde se asientan sus fantasmales trenzas escarlata. Mi mujer tiene una gran herida en la boca húmeda y roja como las perlas enterradas en el fruto de un granado. Ingeniosa con el agua de sus ojos escribe en mi memoria. Dice que es la tejedora que vive en la otra vereda. Sólo nos separa el campo un monte de vinales donde corren las doncellas con sus altos tacones derritiéndose sobre leche cuajada. Absolutamente bella pone sus pies en una escalera como si yo no recordara las cosas que pasan en esa misma escena.

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Premios de poesía destacados 2021 28

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GUILLERMO MOLINA MORALES Al fondo está el mar, siempre el mar POR LAUREN MENDINUETA

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a escritura de un libro de poemas es la recreación de un mundo nuevo, de manera que la primera tarea de quien escribe consiste en explorar ese mundo con la mayor atención, abordándolo como algo desconocido, sin relación evidente con otros mundos que cree conocer, o en los que cree reconocerse. El poeta que no tiene miedo a hurgar en la herida de lo más íntimo, se descubre a sí mismo en los entresijos de la escritura, incluso cuando escribe sobre lo que aparentemente le es ajeno. Mar caníbal (Pre-textos, 2021), el más reciente libro del poeta Guillermo Molina Morales (Zaragoza, 1983), es un claro ejemplo de esto. Su poemario es un mapa, una cartografía de territorios cercanos y distantes entres sí, desde el Caribe hasta la India, rozando discretamente las costas europeas. Cada poema que forma el corpus del libro parece fundirse en el siguiente o en el anterior, así como el mar mismo toca al tiempo varias orillas en distintos continentes. En Mar caníbal, las miradas se encuentran, el poeta ha renunciado a ser uno solo, se arriesga a ser muchos. Su voz poética cambia de posición, ensaya a ser el otro o la otra. La voz que habita el libro es muy clara, pero mutante. Se transfigura en el discurso, es capaz de adoptar diferentes géneros y nacionalidades. Pero también es capaz de plantarse en las fronteras y mirar para ambos lados. Los puntos de vista jamás están fijos en Mar caníbal, es una de sus carac-

terísticas más sorprendentes. «Los trabajadores sonríen a los turistas / Los turistas sonríen a las cámaras // Los turistas merecen fotografías hermosas // Los edificios eran barracones de esclavos / Hoy sirven buffet libre a toda hora». Uno de los temas más interesantes que aborda el poemario es el de las fronteras. Veamos, por ejemplo, el poema titulado «Frontera (República Dominicana / Haití)»: «Primero nos invadieron con soldados / Ahora nos invaden con pobres // La frontera se delimita por el río Masacre // El simple odio hacia los negros / Para creer que ellos no son los negros // La pronunciación de perejil era la frontera // Lo único que tengo es dos hermanos en América / Dicen que ya pronto entraré en América // Las donaciones Guillermo Molina Morales. Foto: archivo particular.

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PREMIOS DE POESÍA DESTACADOS 2020-2021

de ropa usada / Se venden a ambos lados / De la frontera». ¿De qué lado de la frontera se ha plantado la voz poética? ¿Nos habla desde República Dominicana o desde Haití? Hay en el poema dos invasiones, primero los soldados, después los pobres, «ellos no son los negros», dice la voz poética. El poema está escrito en la primera persona del singular. Hay aquí un yo que pertenece al territorio, ese yo es uno más en la isla, tiene dos hermanos en América y, como ellos, un día espera atravesar otra frontera, aquella que lo separa del sueño americano, para alejarlo de los negros y la pobreza. La maestría del poema consiste en plantarse, literalmente, en medio de la problemática fronteriza, desde esa línea imaginaria que traza el río Masacre, río de nombre violento, que sirve al poeta como metáfora del espejo. En ese espejo violento del río Masacre se observan con desconfianza mutua dos grupos humanos, que sin duda guardan grandes similitudes; cohabitan una misma isla y sin ser del todo conscientes de ello, comparten un destino («Las donaciones de ropa usada / Se venden a ambos lados / de la frontera»). Dicha ropa usada no es un regalo sino mercancía para la venta, enviada por el mundo desarrollado para los pobres de ambos países. Un remate de poema irónico que 30

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nos invita reflexionar sobre las brechas reales, profundas y violentas, que trazan todas las fronteras. Pero los poemas no pertenece al ámbito de lo real, ocurren siempre en la mente, y son literatura, incluso cuando se remiten a lo más cercano. Si hiciera un inventario de Mar caníbal diría que en él hay islas, fronteras, selvas, elefantes, dioses, costumbres, conflictos, personajes históricos como Jacques I y Marcus Garvey, cuyas historias empiezo a conocer gracias a la lectura del libro. Y hay, sobre todo, una posición, la de quien escribe, y es una posición crítica. Aquí no se trata de los buenos negros y los malos blancos, o de los buenos blancos y los malos negros. Mar caníbal es más bien un relato poético del encuentro brutal, pocas veces feliz, entre varias culturas: «Es extraño pensar que íbamos a encontrarnos / Y algunas cosas saldrían bien». Porque finalmente como dice su poema «Frontera (Tú / Yo)»: «Es que el amor no te da una buena historia / El amor de los negros es igual al de los blancos». Escribir es de alguna manera llegar a través de las palabras a un mundo nuevo en el que nos convertimos en etnólogos deslumbrados. Molina Morales recorre en Mar caníbal una geografía muy variada y desde diferentes máscaras o personajes, nos va recreando territorios muy diversos: Trinidad y Tobago —país donde vivió—, Puerto Limón (Costa Rica), Surinam, San Cristóbal y Nieves, Venezuela, Francia y muchos otros. El año pasado cuando ya vivíamos en el reino de «este virus que nos vuelve locos», como lo llama el filósofo francés Bernard-Henri Lévy en su libro homónimo, saqué de una estantería de mi biblioteca un libro publicado anteriormente por Guillermo Morales Molina, Estado de emergencia (Hiperión, 2013). El título y algunos poemas me resultaron proféticos de la situación que vivimos actualmente a causa de la pandemia. Al releerlo, volví a experimentar una sensación semejante a la que me dejó hace más de veinte años la lectura de Incursiones en lo indecible (1967) de Thomas Merton, cuando en sus páginas, híbridas entre prosa y poesía, me pareció ver reflejada la caída de las Torres Gemelas. Portugal, el país en el que vivo, ha declarado el Estado de Emergencia 15 veces en el lapso de 14 meses. Aún recuerdo nuestra incredulidad cuando


GUILLERMO MOLINA MORALES, MAR CANÍBAL

fue declarado por primera vez en marzo de 2020 (en toda la historia de Portugal sólo había ocurrido una vez, hace más de 40 años). Entonces todo lo que decían los poemas de Guillermo Morales Molina en Estado de emergencia, sobre ver el mundo desde nuestras ventanas, la tragedia retransmitida en pantallas, el reguero de cuerpos muertos (como hemos visto en la pandemia) y la experiencia de vivir confinados, parecía una gran fantasía. Los invito a sorprenderse leyendo su poema «Revolución»: «Fuimos a identificar los cuerpos / A la última planta del hotel // Efectivamente el hotel era nuestro hotel / Lo que era muy lógico teniendo en cuenta / Que nunca en la vida habíamos salido del hotel // En el comedor varias pantallas retrasmitían / Lo que pasaba en las terrazas del hotel // Algunas ventanas se iluminaban a veces / Y otras no // Nos gustaba imaginar lo que pasaba dentro // Habíamos olvidado por completo el nombre del hotel / Pero de todas formas era nuestro hotel // Nuestras eran las sábanas que cubrían los cuerpos // Y los cuerpos eran los nuestros también». Si hay algo que nunca deja de admirarme son las serendipias que crea la poesía. Yo había leído que Guillermo era profesor de español en Trinidad y Tobago. Me sorprendió que viviese en ese destino inusual, pero no indagué más. Un par de días después de leer su libro, me invitaron a participar en una lectura de poesía, organizada por Corpoulrika en el marco de la Jornadas Universitarias de Poesía 2020. Todo estaba dentro de lo normal, cada poeta frente a su pantalla y un presentador que justo antes de empezar la transmisión del evento perdió la señal de Internet. Rafael Del Castillo nos avisó rápidamente que, para reemplazar al presentador, ausente por problemas técnicos, contábamos con la ayuda del poeta Guillermo Morales Molina, ¡el poeta que yo

acababa de releer con tanto asombro! No me lo podía creer. Esa misma noche supe que Guillermo ya no vivía en Trinidad y Tobago, y estaba radicado en Colombia, mi país, otro destino inusual y sorprendente. Supe también que trabajaba como profesor e investigador en el prestigioso Instituto Caro y Cuervo de Bogotá. Al día siguiente, me decidí a enviarle un correo electrónico comentándole mi lectura de su libro. Nuestra correspondencia no se ha interrumpido desde entonces. Pude leer Mar caníbal antes de que apareciera publicado por Pre-textos. Me declaro lectora apasionada de los libros de este poeta español radicado actualmente en Colombia. Su poesía me parece arriesgada y original. Sé que es poesía intemporal y fuera del tiempo, poesía que perdurará. Hace un par de meses supimos que Mar caníbal fue galardonado con el prestigioso Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro de la Fundación José Hierro en España. En nombre del consejo editorial de la revista Ulrika, de todos los colaboradores, amigos y amigas, quiero extender a Guillermo Molina Morales la mayor de las felicitaciones. Celebramos el premio, la publicación del libro y sobre todo, su poesía. He aquí una selección de poemas de Mar caníbal para deleite de todos los lectores y lectoras de Ulrika. 

Guillermo Molina Morales. Foto: Getafecapital. com.

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PREMIOS DE POESÍA DESTACADOS 2020-2021

Poemas de Guillermo Molina Morales, de su libro Mar caníbal Broken English

Yo no sé cómo la muerte va a darnos un futuro mejor

La vida en una lengua extranjera Es una vida extranjera

Yo te hablo de amor Y tú respondes con los disturbios en Jamaica

Una vida que sucede Apenas entiendo el sentido Prácticamente respondo al azar

Dices que mi amor viene de las películas románticas

Ella entiende mi lengua en su cuerpo Dice que soy una zorra o que vayamos a la playa Hablo en español con mi abuela No es por la playa que la moza está morena

Pero es que tus disturbios vienen del noticiero Y posiblemente de Wikipedia No nos separa la historia Sino la historia que tú estás contando Es que el amor no te da una buena historia El amor de los negros es igual al de los blancos

Mira que sus abuelos llegaron de la India La India no es otra isla con palmeras

Eres tú quien busca la distinción

Mi novia habla con su abuela En pedazos de una lengua que se hablaba En algún lugar de lo que hoy se llama Bangladés

Canibalismo

Su abuela mira las olas No se pregunta por el sentido de las olas

No soy yo, es el sol Mi carne es de color carne Hasta que llega el sol

Las olas rompen Después del martes viene diciembre Y después de diciembre viene el año 2019

Frontera (Tú / Yo) Al amor respondes con un catálogo de desgracias

Mi carne es para tu carne No puedo obligarte a poseerme Pero puedo esperar a que tú quieras No soy yo Hasta que me miras Hasta que hambriento me miras Puedo esperarte en la sombra Para que mi carne Sea mi carne

Soy la primera que conoce los problemas Yo estoy buscando un futuro mejor Tú buscas impactar a los blancos Has cambiado las palmeras por los asesinatos En todos tus poemas hay personas que mueren 32

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Que no sea la carne del sol Tu carne nunca miente La belleza es lo que permanece No puedes prohibirme que te espere


HÉCTOR BERENGUER Premio de honor de la Fundación Argentina de Poesía HÉCTOR BERENGUER, UN VIAJE A LA ESENCIA POR NESTOR FENOGLIO

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s, por lo menos, complejo tratar de bocetar en un par de páginas la vida y obra de un poeta –el argentino, de Rosario, Héctor Berenguer, que de él se trata– y mucho más cuando vida y obra están en plenitud, abiertas, florecidas, ofrecidas. En estos primeros renglones, necesarios para ubicar en tiempo y en espacio a una obra importante y apenas conocida, deberemos mencionar que Héctor Berenguer nació en Rosario en 1948 y que más allá de viajes, idas y venidas, reside allí mismo, con el rumor marrón del Paraná –a la vista, acariciando la ciudad entera– corriendo hacia el mar… Rosario es una gran ciudad, de llanura, en medio de esa otra gran llanura pampeana que la incluye y la define. Y es una ciudad portuaria, ya que el Paraná es de los pocos ríos del mundo que permite que los barcos oceánicos se metan en la entraña de la tierra, 500 kilómetros adentro del continente, de donde toman las cosechas que alimentan luego a parte de este mundo. Habrá que anotar, entonces, llanura y río, barcos y ciudad portuaria, y ver de qué manera aparecen en la poesía de Berenguer.

Este Berenguer nuestro se define a sí mismo, sin disimulo, como poeta. No importa si tiene una relojería, si no posee auto o lamenta el robo de su bicicleta (y va por otra, que es su medio de transporte), si sufre o disfruta de sus relaciones en esta vida. Es poeta. En la década del sesenta, participó de la vida literaria de su ciudad en dos movimientos que marcaron terreno: Grupo Literario 5 y Runa, entre otros. De su producción publicada destacan Café con letras (Editorial Municipal

Héctor Berenguer. Foto: archivo particular.

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PREMIOS DE POESÍA DESTACADOS 2020-2021

de Rosario), Poetas de Rosario: desde la otra orilla (Editorial Granada Literaria, Poesía, Ayuntamiento de Granada, 2004), Poetas de Santa Fe (Fundación Abrapampa, París, Edición bilingüe, con cd), Marcas de agua (poesía, La Cachimba Editora, Rosario 2001), Entre la nada y el asombro (Press Scrita editora, 2007) y Poemas escogidos (2009). Pero es absolutamente cierto también que buena parte de su obra es inédita o ha sido publicada en antologías en lenguas muy diversas.

PREMIO DE HONOR Recientemente, la prestigiosa Fundación Argentina para la Poesía, con sede en Buenos Aires, distinguió a Héctor Berenguer con el Gran Premio de Honor 2020 por su profusa obra poética, reconocida nacional e internacionalmente, y por su encomiable actividad como gestor cultural al frente de los «Ciclos de Poesías» y la «Semana de las letras y las Lecturas» desarrollados desde hace más de veinte años en el Teatro El Círculo de Rosario. En esta parte, hay que anotar también, rápido, que es enorme la tarea de divulgación de poesía que realiza Berenguer desde hace años. La Fundación que le entrega el premio al poeta rosarino tiene ojo clínico, afinado a fuerza de reconocer y difundir –también ella– a los mejores poetas argentinos, tarea que realiza de manera ininterrumpida desde 1968. En su listado de premios de honor podrá faltar algún nombre, pero no sobra ninguno. Para calibrar y entender qué premio recibió Héctor Berenguer, baste decir que antes fueron distinguidos Jorge Luis Borges, Ricardo Molinari, Juan L Ortiz, Olga Orozco, Juan Gelman, Edgar Bayley, y otros muchos que aún viven y prestigian nuestras letras, como Jorge Boccanera o Leopoldo Castilla. En ese nivel ubica la Fundación Argentina para la Poesía a la obra de Héctor Berenguer. Como muchos otros países, quizás más que otros países, Argentina es macrocefálico. Cuenta con un enorme territorio nacional (el octavo en el mundo por tamaño) apenas poblado y con una capital que aglutina un tercio de la población total del país. Y esa capital dicta cánones, manda, establece y lo hace muchas veces con una única mirada auto referenciada y umbilical. En Argentina se hace muy 34

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buena poesía también fuera de Buenos Aires. Y esta Fundación Argentina para la Poesía –porteña, con la mayoría de sus miembros, porteños también– ha tenido la sensibilidad de mirar más lejos, de mirar más allá, de intentar honestamente abarcar toda la diversidad que un país diverso como el nuestro tiene. (También lo hace, por cierto, el Festival Internacional de Poesía de Bogotá, que recoge poesía y poetas de toda la Argentina, no sólo los porteños y no sólo los consagrados). La Fundación –dijimos– destaca además algo muy notorio: la enorme tarea de difusión de poesía que realiza Héctor Berenguer desde Rosario, y desde el bellísimo e icónico Teatro El Círculo, que preside otro poeta, Guido Martínez Carbonell. Ellos han venido sosteniendo desde el ámbito privado y prácticamente sin apoyo estatal una actividad encomiable entre recitales, presentaciones de libros, encuentros y un festival de poesía internacional que brilla con luz propia y que ha traído a Rosario a los mejores poetas, no sólo del país, sino de todo el mundo. Berenguer ha sido y es también un gestor cultural generoso que ha logrado publicar autores diversos y valiosos dentro y fuera de nuestro continente. Y esa tarea la ha realizado por estricto amor a la poesía. He dicho por ahí y reitero: escribir poesía ya tiene sus bemoles; difundir la poesía de otros, es directamente una quijotada, que Berenguer ha asumido poniendo el cuerpo e incluso relegando la publicación de la obra propia, que la tiene, mucha, muy buena, y en gran parte aún inédita…

APUNTES PARA FUTUROS ABORDAJES Cualquiera que intente la tarea de acercarse a ese universo poético –haciendo la salvedad una vez más de que aún es una obra en construcción: Berenguer es prolífico y se encuentra en «estado de gracia», por lo que nuevos poemas y poemarios se suman a lo ya escrito– deberá notar y anotar rápidamente que prácticamente no hay color local en su obra. Ahora agrupándose parte de ella bajo el nombre de Remanso Valerio (un punto, sí, específico del Paraná a la altura de Rosario), probablemente esa referencia será la única «argentina» que encontremos. Tampoco encontraremos sufridas confesiones


HÉCTOR BERENGUER, PREMIO DE HONOR DE LA FUNDACIÓN ARGENTINA DE POESÍA

de un desgarrado yo lírico. Tampoco hallaremos narración o progresión; no hay casi «historias», aunque nos cuidaríamos de decir que se trata de una poesía impersonal… Es, antes que nada, una poesía ontológica, centrada en el ser, una suerte de material común que nos identifica en tanto humanos y que aparece como sobreelevada, como flotando sobre nuestras historias personales. Flota sobre el Paraná y sobre Rosario, sobre el Yangtsé y sobre el Danubio, está allí constituida, igual de legible en nuestras Américas o en cualquier parte del mundo. Decía que no se trata de una escritura del todo desligada de la experiencia (no hay ninguna torre de marfil a las vueltas en esta poe-

sía), sino que, al contrario, es profundamente humana, pero a partir de un procedimiento de sublimación que despeja la anécdota y se transforma en esencialista: «El hombre tiene todas las edades y es un niño / la ternura y la brutalidad le vienen de la cuna», dice en «Inventario de viaje». «Del perfume retrocedes a la sabia / y de allí a la semilla / pequeña flor altiva, / efímera construcción del instante» postula (nos postula) en «Sólo un instante». En su obstinado, reconcentrado, viaje a la esencia, Héctor Berenguer hace obra honesta, y será obra perdurable. Queda coyunturalmente dicho, entonces, antes de que suceda. 

PALABRAS SOBRE LOS POEMAS DE HÉCTOR BERENGUER POR LEOPOLDO TEUCO  CASTILLA

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a obra de Héctor Berenguer, poeta argentino cuya trascendencia excede nuestras fronteras, ha sido labrada con la conciencia de quien ve latir en lo real todo el universo y en cada acto todos los tiempos. De esa completitud se nutren estos poemas que hablan del Remanso Valerio un paraje del Río Paraná que atraviesa su ciudad natal, Rosario, en la provincia de Santa Fe. El poeta frente a sus aguas mira en su tránsito la existencia y la muerte, como quien mira, unidos, en el mismo relámpago, la imagen y el azogue de un espejo donde lo real y lo irreal se cumplen en una sola combustión. Y en un solo acto. Como el río que se va volviendo.

Y en ese devenir el hombre –que no tiene orillas– alimenta el caudal de la historia que lo ahoga. Berenguer es testigo de ese hundimiento, donde sólo la luz donde alguna vez ha aparecido permanece intacta. Y es en este resplandor donde el ojo del poeta halla la verdadera naturaleza del mundo. Estos breves poemas son como tactos de una sinfonía transida de intensa humanidad y lúcida metafísica que, sostenida a lo largo de sus numerosos libros, han hecho que su voz sea insoslayable en la poesía de nuestra época. 

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Foto: Manuel H./Casa Silva, 2001.

HOMENAJE DEL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ A

ROBINSON QUINTERO OSSA Con motivo del homenaje, Corpoulrika en coedición con el Instituto Caro y Cuervo, publicaron la antología Por la poesía. Poemas y otros textos, con prólogo de Daniel García Helder, y se celebró la reciente publicación de la poesía reunida de Robinson Quintero Ossa, Invitados del viento, publicada por la Universidad de Antioquia, con prólogo de Darío Jaramillo Agudelo. 36

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Robinson Quintero Ossa: el raro oficio de la amistad POR FERNANDO LINERO MONTES

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os poetas somos por lo general seres solitarios, acaso por eso le damos una extraordinaria importancia a la amistad. Gabo decía que la soledad del escritor es muy grande, que el único antídoto contra ella eran los amigos, pero estos se están acabando, aunque las redes sociales nos hagan creer que los tenemos por miles. Los verdaderos recorren parte del camino a nuestro lado, reparando los mismos signos, soportando el peso de las mismas cargas de la época y son muy escasos. No obstante, en estos malos días de emergencia sanitaria, en los que todo parece empeorar, en los que no se valoran las cosas per se sino por lo que se pueda obtener de ellas, es bueno saber que todavía existen algunos que siguen con nosotros de pie, esperando no se sabe qué pero ahí. Robin es uno de ellos. Enamorado del sigilo, del cavilar y la entereza, pertenece a ese exiguo linaje proscrito de los que hacen valer la humanidad e invariablemente están al corriente de su gestión y de lo que deben amparar. Siempre trabajando como una abeja, metido de cabeza en proyectos diversos. Su tono coloquial gusta de coger paisajes patéticamente prosaicos de la cotidianidad y volverlos Poesía; igual que un malabarista de lo simple, domesticando piedras, viajes y quehaceres. Todavía su alegría de niño se embebe en las luces de los pueblecillos que observan los excursionistas desde las alturas y se hipnotiza con los faros de los buses que circulan las carreteras

arrinconadas en la montaña; y con su propio reflejo en el vidrio de la ventana. Es un romántico anacrónico que aún confía en el éxito del lenguaje. Fiel a los mandatos de su intuición, sin escuchar esas voces que intentan sacarlo del camino, ha sabido, siempre poseído (¿poeseido?) por un taciturno desasosiego, transformar el amor y el dolor, la placidez y el infortunio en herramientas pretexto para construir el suyo. La gente piensa que en los «desfiladeros» literarios todo es rencilla y desencuentro. Por mi parte allí he descubierto verdaderos afectos. De allí provienen la mayoría de mis amigos que en realidad son pocos. ¿Qué sería de este extraño viaje sin su compañía? ¿Cómo darle curso a la aventura? Creo que nuestro primer encuentro fue a principios de los años ochenta, en el Olimpo, una pequeña colina que fungía como zona de tolerancia –para descanso y relax de los alumnos– al interior del campus de la Universidad Externado de Colombia. Mi hermano Guillermo, que estudiaba Derecho allí mismo, fue el que estableció el contacto. Yo estudiaba Filosofía y Letras muy cerca, a unos metros nada más, en la Universidad de La Salle. Éramos jóvenes, bellos, airosos, alegres y apuestos. ¿Quién lo creyera? Si bien por esa época firmaba los poemas con el seudónimo de Robinson Cabal, con seguridad no estaba en los suyos como no lo está hoy tampoco. De inmediato empezamos una conversación que todavía ULRIKA 68 |

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HOMENAJE DEL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ A ROBINSON QUINTERO OSSA

Robinson Quintero Ossa, Fernando Linero Montes y Evelio Rosero Diago, ca. 1995. Foto: archivo particular.

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dura. Una plática sobre la Poesía, es decir, sobre la vida. Y la hemos mantenido sin retos y sin rivalidades, con divergencias, por supuesto, pero más con afinidades; concebida desde el encuentro, sin descuidar la crítica de nuestros versos y canciones. Confieso que uno de los últimos lectores a quien encomiendo la lectura de mis libros, antes de entregarlos a la imprenta, es a Robin. Él puede dar fe de ello. Siempre hago caso de sus sugerencias. Por casi medio siglo lo he visto respetar y transigir con todo su esfuerzo porque entiende del indudable costo del amor. Soy testigo de que le ha entregado devotamente la vida a la Poesía. Como un pájaro libre se ha dejado llevar por los vientos de su azaroso cielo, con la certeza –por fortuna– de que nunca va a conseguir el poema que quiere. Con Robin he tomado aguardiente y leído versos hasta el hartazgo; he compartido abatimientos comunes –el país derrumbándose–; he compuesto y grabado páginas, en una alianza espontánea surgida del sólo gusto por la canción, ese cuarto de al lado donde se dan cita la Poesía y la Música. Pertenecer a una misma generación hace que nuestras experiencias personales tengan mucho en común; ha permitido que en el trasegar de nuestra bús-

queda nos hayamos encontrado en más de un cruce; incluso en el del fracaso de nuestro tiempo y de nuestro escenario vital, y con un agregado extraordinario: la sospecha fundada de que la humanidad puede desaparecer en cualquier momento. Más allá de los ímpetus y de la egolatría está la providencia de la amistad. Cómo me gustaría pisar de nuevo esos lugares fijos e impenetrables; repasar otra vez los espacios del ayer en los que nada se ha alterado, para encontrarme con ellos. Quiero creer que no estoy hablando con la exaltación de la memoria, que todo fue verdad. En estos días en que sentimos más intensamente que nos vamos quedando sin lugar, que somos sobrevivientes de un espacio donde casi todos se han ido, he sentido el imperativo de escribir estas líneas. No sé adónde se han ido. No sé adónde vamos. Ya no se puede retroceder, sin más nos resta cubrir la distancia que falta para llegar al cielo o al infierno. Lo más probable es que el arribo sea al sitio del olvido que para algunos resulta más pavoroso que la misma muerte. Es bueno anotar que la afinidad se da por muchas cosas y que también todas las divergencias pueden coincidir en la amistad. Ella ensancha nuestro espacio mental. Consentir esas evidencias con respeto, hace que la vida sea menos ardua, agrega a la impresión de naufragio un tinte necesario de concordia y de destino compartido que nos acerca al vencimiento del encierro y de la ingratitud. Este es mi taciturno homenaje a la firmeza, el furor y el juicio con los que Robin ha ejercido ese raro oficio de la amistad.  Santa Marta, abril 12 de 2021.


GUSTAVO ADOLFO GARCÉS

APUNTES DE LECTURA (sobre la poesía de Robinson Quintero) POR GUSTAVO ADOLFO GARCÉS 1

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Topografía de lo efímero

Escruta

Enhebra recuerdos

Hila retratos

palabras que se adelgazan

matiza el grado de tensión mira y vuelve a mirar

2 Sonido de fondo vibraciones de baja frecuencia

El ojo se funde con la luz

escarba en ellos insiste escamotea

7 La linterna quita agrega

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observaciones

11 Condensa lo que mira y lo que habla

práctica de la libertad

15 Crónica del cada día que lo hace poeta

transforma

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Desacomodo del sentido común

Le fue dado jugar

4 como a los niños Sin prisa poda lo que ocurre

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Contempla lo opaco

La cadencia del paisaje queda en vilo

urdimbre de sí mismo

aventura de lo trivial en la que hay siempre una promesa

alcance de la distorsión y las fisuras

16 Una suerte de coro paisaje emanación de la ciudad

13 La deriva del tiempo la otredad de lo común y corriente

se concentra

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HOMENAJE DEL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ A ROBINSON QUINTERO OSSA

Poemas de Robinson Quintero Ossa (Caramanta, Colombia, 1959) Aparición En una pausa de la conversación en la cocina, alguien señaló que una sombra pasó por la puerta hacia los cuartos. Todos nos contemplamos en la media luz, azorados por la imagen de un espanto desandando corredores y piezas. «Tal vez equivocó el camino, tal vez saltó por los muros del patio», dice la madre después de avistar en la oscuridad. Yo temo que todavía acecha por los bajos de las camas, por los guardados de los armarios o en los retiros de las puertas. Hacia los cuartos de la casa, con la penumbra de la tarde, buscando no sé qué escondite, pasó una sombra.

Pintura con pájaro Todo el color del lienzo es nieve. Nieve sobre las cumbres, por las colinas, en los bajos tejados de la casa solitaria. En el camino que se curva y que nadie recorre, nieve. Y en el recodo de un río, un árbol pelado de hojas sostiene apenas sus varas. Y sobre una de las varas una pequeña mancha roja.

2 Al alba, cuando me olvido al sueño, espantan murmullos tras las ventanas, alucinan mujeres peinando sus cabellos con agujas. Al alba, la ventana miedosa mira el amanecer, el silencio que la vigila de los pájaros. Los que viven en los retratos se ahorcan con la luz de las hendijas.

El poeta da una vuelta al jardín El fantasma limpia de hojas sucias el jardín. Donde la tierra es húmeda barre el ramaje escurrido y hace con él un montón junto a la tapia; donde la hierba es alta, arrastra malezas flojas y espartos y hace con ellos otro montón junto al estanque. Y así, con el resto de la hojarasca, tan reseca que cruje, hace otra pila junto a la baranda, pequeña, aunque más indócil. Tal vez no le alcance la noche para juntar en un solo cerro todas las hojas.

El miedo

Espejería

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En la noche peina el espejo, le alarga los cabellos, una y otra vez le alarga los cabellos. Acodado sobre el tocador, absorto en el reflejo, el niño se pregunta cuánto tiempo más demorará alisando el pelo, cuánto tiempo más quitando por las puntas las horquillas. Sueño tiene en los párpados, sueño tiene en los ojos que no están en su rostro.

Para el miedo que cierra la noche, la memoria de la lejanía. Para el aguacero del zarzo, la fábula del pájaro de tres alas. Para el silbido de los fantasmas, la cruz de sábila y sombra. Para el silencio de las puertas, la música aduendada y la ventana. Para la intemperie oscura, la imagen del guayacán de flores blancas.

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ROBINSON QUINTERO OSSA

Cimas Para Milcíades Arévalo

En un cuento corto de andanza, por días más claros que el agua más clara de las fincas, voy yo, la cabeza en alto, el paso firme sobre las tramas de la hierba, saltando cercas y alambrados, trepando lomas hasta las trochas de los voladeros –cuando se distinguen abajo, sobre la anchura de las corrientes, los charcos de aguas brillosas, y en la pendiente, los senderos de Caramanta–, voy en este cuento corto de andanza hacia donde alcanza el empinado el firmamento, lejos de sombras y nublados, para sentarme en las salientes de las cumbres, para hablar la luz más alta de las cordilleras. Cimas de elogio: pastos y cielos.

Baile

Desvelo El hermano yace del otro lado de la cama. Alta noche y con la luz apagada, hablamos mientras llega el sueño. La madre ha puesto en orden las cosas que compartimos: cobijas, almohadas, las cortinas descorridas. Muy pronto, uno de los dos dejará la casa. ¿Cuál primero? Esta noche el hermano descansa del otro lado de la cama y, ceñidos los dos por la misma sábana, calentados por la misma manta, estamos desvelados bajo el mismo techo. (Ya crecimos: es preferible envejecer por separado, lo más distantes posible). Uno de los dos dejará la casa. ¿Cuál primero? Siento de pronto cómo oprime su sien la almohada; su cara medio oculta por la cobija es sueño y sombra. No tiene todavía el rostro pálido el orificio de la bala en su frente.

Ya casi medianoche, en la alcoba de puertas entornadas –sin que crean ser vistas–, las hermanas bailan con las batas blancas de tiras azules, las batas de finos prenses que rodean sus cinturas, las suaves telas que insinúan sus hombros y sus pechos.

Todavía hablamos mientras llega el sueño.

Las prendas bordadas con menudas filigranas que las ciñen y desciñen, que las transparentan.

Y aprendimos del yolofo, el pájaro azul turquí que canta sólo cuando vuela, nunca posado en los árboles.

El poeta da una vuelta al cielo Surcan el bajo cielo de mi casa multitud de pájaros: bajan a los muros o se ponen a hacer nada en los árboles. Trotan sobre la hierba, pican el plátano de los cebaderos, vuelven al aire y se esfuman. Algunos se extravían buscando la ruta de la bandada y otro –como este– se estrella en el abismo de la ventana. Un copetón alebrestado pegó hace días contra el remate del muro, rozó en su caída los palos del arbusto y dio pleno contra el piso. Lo miré: quiso embuchar aire abriendo el pico, pero algo que no sé decir con palabras lo impidió.

Una historia

Del pájaro ubus-ubus, de una sola ala, que para volar necesita del ala de su pareja. Del pájaro de siete colores, de tramadas transparencias en el viento de un poema. Del pájaro Gipaeto, cuyos ojos son escarapelas. Y sentados, le oíamos largamente, mientras de su boca volaban más pájaros extraordinarios. Y entre más maravillosos parecían, más felices escuchábamos… Y aprendimos que, si alguien dice algo según su sueño, alguien otro lo oye desde el suyo.

Pasado un día se hinchó de agua; luego descuajó la entraña. ULRIKA 68 |

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Libros presentados en el xxix festival internacional de poesía de bogotá 42

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Escribo poesía para acostumbrarme a vivir POR JUAN PABLO ROA Apartes del prólogo a Una visita al museo de historia natural y otros poemas, de Lauren Mendinueta (Animal Sospechoso Editor, Barcelona, 2021). [...] auren Mendinueta (14 de abril de 1977, Barranquilla, Colombia) nos invita a presenciar cómo se depura la experiencia de la propia vida, a partir de un ejercicio de observación desapegada de la vida mientras es vivida por uno mismo. En el poema que da título al libro, premiado en Barranquilla en 2013 y que abre esta antología, la reflexión se desarrolla a partir de la mujer del poema que advierte su imagen reflejada en uno de los cristales del museo de historia natural:

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Un meteorito. Un cuarzo gigante. Otro fósil. Una sala detrás de otra. Todo antiguo y novedad. Y sin esperarlo mi propio rostro me sorprende. ¿Ya tengo edad para encontrarme en una vitrina?

poeta colombiana, lleva al lector a reflexionar acerca del paso del tiempo, acerca de la marcha humana a través del tiempo: El reflejo de mi rostro en la vitrina iluminada, su gesto sorprendido, y en mí, los deseables estragos del tiempo.

Sin embargo, el punto de inflexión de esta percepción del tiempo que leviga nuestro yo, que moldea la arcilla de la experiencia humana, tal como lo enfatiza el último verso citado: «los deseables estragos del tiempo» confiere a la reflexión temporal un

¿Cuántas veces en la vida nos sorprende el gesto anodino de ver la propia imagen, el propio rostro reflejado en un escaparate? Mamíferos de ciudad que somos, los cristales engendran innumerables veces nuestra imagen para darnos a entender que estamos vivos, que aquí seguimos en la vida mientras los cristales de la ciudad constatan que alguien nos ve. Por un instante logramos comprender ese pacto secreto de saberse aquí, en estas líneas, en esta vida, en esta experiencia que sabe que esa imagen nos hace creer que somos algo en esta Tierra. Yo miro. Yo es alguien que mira el reflejo de sí incluso cuando menos se lo espera. Una vía cerrada que bien podría conducir a la enajenación, pero que, felizmente, en este poema, en esta escritura de la ULRIKA 68 |

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LIBROS PRESENTADOS EN EL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Lauren Mendinueta. Foto: Archivo particular.

aire de filosofía moral en el que la voz poética tasa el buen vivir, la virtud, la felicidad y el deber. [...] * La escritura puede llegar a ser la forma real y simbólica que tiene el poeta de delimitar el espacio que le permite existir con dignidad en el exilio, y sin embargo la conciencia del exilio se imprime en su experiencia como una segunda culpa disfrazada de nostalgia. La poeta jamás cuenta por completo los motivos de su exilio y, no obstante, al igual que Hänsel y Gretel, va dejando el bosque sembrado de migas de pan en la esperanza de que el lector vuelva a su hogar en su lugar. Los motivos del exilio siempre tienen algo de personal e íntimo, pero sabemos que el «escritor es el extranjero por excelencia», gracias a Edmond Jabès en Un extranjero con, bajo el brazo, un libro de pequeño formato. «Sin derecho de residencia en sitio alguno, se refugia en el libro, de donde la palabra lo expulsará. Cada vez, su salvación se la deberá, provisionalmente, a un nuevo libro». Hay, en este sentido, poetas que encuentran su lugar de pertenencia en la lengua y que hacen de su exilio una razón de ser, y en ese gesto de escritura brotan el poema y el sentido. No obstante, cuando el dolor y las razones de ese exilio no se restañan ni siquiera con la escritura –léase: la lengua del poema–, el lugar de pertenencia del poeta es el poema en sí mismo, porque ni siquiera la poesía puede restañar ese exilio que jamás terminará de nombrarse. Bien lo dice la poeta mexicana Jeannette L. Clariond, para quien la madre, de manera análoga, es esa palabra que jamás termina de decirse. 44

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Cuando los motivos del exilio superan las propias fuerzas vitales o racionales, se niega también o se imposibilita el refugio en la lengua. El poeta puede esforzarse por hallar su lugar de pertenencia en la lengua, pero le sucede como al extranjero frente a una lengua nueva: aunque lo intente, en su fuero interno, al poeta lo precede una lengua mucho más vasta que la de la escritura del poema, con lo que todo intento de fundación será imposibilitado por lo perdido porque no hay campo para el olvido. Un día, despacio, como una hija inocente y cruel la poesía brotó de mi herida y me envolvió en su río de sangre. […] La poesía reemplazó con su hacha al verdugo, en su altar purificó mis delitos, sin vacilar echó sobre mis hombros todo su peso y en un milagro de contradicciones aligeró mi carga. Bajo su presencia imperiosa he vuelto a mirar de frente. Ahora lo sé: estoy viva porque resistí. Escribo poesía para acostumbrarme a vivir.

Por este motivo, muchos de sus poemas dedicados funcionan como una misiva a un destinatario ausente, pues ya de antemano la lengua que impele a la poeta a decirse en el poema, es una lengua negada, una lengua matriz adonde es imposible regresar. Gentes que me fueron familiares, amores que no volverán, todo grabado en piedra. Como de otro planeta, todo. El amor, como un dinosaurio, fosilizado. El amor como un animal extinto: familiar y extraño a un tiempo.

Se trata de una patria más grande, más voraz que la patria del poeta que encuentra su refugio y su razón de ser en la lengua del poema: la poesía en Lauren


LIBROS PRESENTADOS EN EL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Mendinueta es permanente cicatriz, herida que aflora y se condensa en un poema, en un pensamiento en el que tampoco hay pudor en nombrar lo prohibido, tal como sucede en «Los gritos adultos» (p. 130): Cada uno con su necesidad del otro porque el yo no basta. No tiene por qué bastar. Pretendo gritar, gritar hasta perder la voz. Volver a ser pequeña, ir hacia atrás, hasta los tiempos en los que sólo podía expresarme con llanto

y a nadie asombraban mis bramidos absurdos. Ambiciono incluso ir más allá en el tiempo hasta regresar a la edad definitiva y segura de la nada.

Un espacio más vasto que la lengua antece-de a la lengua misma por definición, pues es sólo potencia, posibilidad infinita de realizarse, un espacio que existe sólo en el instante mismo en el que estamos a punto de decir, a punto de decirnos; en palabras de la poeta, el lugar en donde se hallan «todas las edades que caben en un cuerpo», porque «la vejez es la verdadera vocación de lo que existe». 

Paola Cadena Pardo: la morada de sus fantasmas POR ARMANDO ROMERO Palabras liminares al libro Apartamento 4 (3419 Telford Street), de Paola Cadena Pardo (RenasCentro, Bogotá, 2020).

S

orprendente, es tal vez el adjetivo que más nos aproxima a la poesía de Paola Cadena Pardo, pero no por increíble o inesperada, sino por asombrosa, admirable. No hablemos entonces de belleza, manta diáfana que cubre todo este libro. Hablemos de entrar a un mundo que deja nuestros ojos siempre abiertos. ¿Qué forma de luz y sombra se desliza por estos versos, los traspasa? ¿Cómo puede ella que canta darle vueltas a las palabras para que caminemos por sus adentros? El hechizo está en que nos toma de la mano y nos invita a entrar a la morada de sus fantasmas, a esos seres que le son propios pero que anhela compartir con nosotros: soledad, ausencia, desnudez, olvido, memoria, silencio, dolor, oscuridad, sueño… Todos ellos en una conflagración sin ruidos, donde la contienda se hace casi en pleno reposo. Inmensa profundidad en el sentido de la existencia. Vivir a corazón abierto.

Extraño poder encontramos en la poesía de Paola Cadena Pardo, la cual nos deja un sentimiento de lo personal, de lo íntimo de esa hablante lírica que se nos hace tan cercana, tan propia de ella, pero que sentimos también nuestra. Prueba fehaciente de la alta calidad de la poesía, de su desprendimiento, de su entrega. Insuperable en armonía es la voz grave y hermosa de Leonard Cohen quien nos acompaña por todo el libro. Al compás, la voz poética de Paola Cadena Pardo es como un susurro, casi como la de alguien que nos hablara al oído. Hay tanto silencio y miedo a romperlo en todo el libro: «Yo era una mujer silenciosa», confiesa. Apartamento 4 es un libro de espacios, atemporal. «Llegar a la casa nueva / es despojar una puerta de su vacío sonoro», nos dice. He allí la poesía. 

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HOMENAJE DEL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ A ROBINSON QUINTERO OSSA

Poemas de Paola Cadena Pardo (Bogotá, 1983) Apartment 4 Llegar a la casa nueva es respetar sus fantasmas. Quietos, amablemente en su vacío, la casa los recoge como árbitro de la memoria, siempre, astuta resguardadora de la tormenta íntima.

porque ya lo fue de otros, porque no es de nadie. Sólo es mío el estar aquí, sola en otro lugar, sola. Habitar un espacio insólito que contagiado de soledad acepta mi respiro.

Llegar a la casa nueva es despojar una puerta de su vacío sonoro, encender una vela blanca para limpiar el aire, romper lo ruidos viejos con la flaqueza inerme de mis pasos, echarlos con cortesía o cantarlos como propios: mis ruidos, en ese muladar de silencio y escasez.

Nadie más gobierna hoy, este territorio blanco donde reinos antiguos se acomodan ahora a mis olores.

Todo es nuevo y antiguo a la vez, como esta casa, todo lo que intentamos hacer nuestro a fuerza de marcas

Mañana Si la noche pudiera desdoblarse como una sábana negra e insomne para ser muchas veces la noche, para que no sea mañana y venga otro día con su luz doliente. Una noche que se desate y se rebele y destruya el sol con sus manos anchas y lo obligue a dormir, a callar luz, a dejarnos infinitos y nocturnos. No quiero que sea mañana ni que sea hoy tampoco quiero. Busco un día cubierto de infancia que me sorprenda sin obediencia, con sus muelas rotas y su alegría, el día 21 de la semana, retrasado, inconcebible. Un día en que me llamo Yo y deje de ser actriz en mi vida extraña.

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lenguas romances iii POETAS EN LENGUAS ROMANCES INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ Los poemas de los invitados Alexandra Maia (Brasil), Luz Mary Giraldo, Marisol Barahona, Gloria Posada, Fátima Vélez, Miguel Iriarte, Joaquín Mattos Omar, Lauren Mendinueta (Colombia), Zingonia Zingone (Italia), José Ángel Leyva y Luis Armenta Malpica (México), entre otros invitados (a publicarse próximamente), ya han sido incluidos en números anteriores de Ulrika. Todos los autores en www.poesiabogota.org

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ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

BRASIL Laura Assis (Juiz de Fora, Minas Gerais, 1985) Space song

Space song

foi quando percebi que o azul esse azul que se descola aí de dentro poderia ser de outra cor você sentada à mesa não importa a fala outro argumento te entrego um objeto qualquer para que assim você me escute

fue cuando me di cuenta de que el azul este azul que se despega desde ahí dentro podría ser de otro color tú sentada a la mesa no importa el habla otro argumento te entrego un objeto cualquier para que así tú me escuches

existe também esse espaço outro espaço de onde decolam as palavras e efeitos a língua nem sempre é legível e eu me perco como se

existe también ese espacio otro espacio de donde despegan las palabras y efectos de la lengua no siempre es legible y me pierdo como si

você se levanta e só depois quando entendo a lógica do seu corte a sua vontade você me ensina que até para observar nuvens é necessário encontrar um método e só depois disso seremos livres para sobrevoar nosso desejo a uma altura possível possível mas nunca nunca e isso é muito importante possível mas nunca perto demais

tú te levantas y solo después cuando entiendo la lógica de tu corte a tu voluntad tú me enseñas que incluso para observar las nubes es necesario encontrar un método y solo después seremos libres para sobrevolar nuestro deseo a una altura posible posible pero nunca nunca y eso es muy importante posible pero nunca demasiado cerca Traducción de Anelise Freitas.

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ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

CATALUÑA Mireia Calafell (Barcelona, 1980) Literatura

Literatura

No t’ha besat i ha marxat amb pressa, i ha arribat a casa, i ha encès l’ordinador, i ha escrit no t’he besat, no t’he besat la boca i ara què en faig jo d’aquest voler-te als llavis.

No te ha besado y se ha ido con prisa, y ha llegado a casa, y ha encendido el ordenador, y ha escrito no te he besado, no te he besado la boca y ahora qué hago yo de este quererte en los labios.

En fa literatura. Només literatura.

Hace literatura. Solo literatura.

Encara

Todavía

Tot sobra en aquest vers si no et retorna a casa. Tan cert, ja ho veus: encara escriure és esperar-te.

Todo sobra en este verso si no te regresa a casa. Tan cierto, ya lo ves: todavía escribir es esperarte.

Balenes franques

Ballenas francas

Quina delícia el joc de les balenes quan no hi havia espècies ni hemisferis. Quanta complicitat sota la mar abans de l’espetec, de l’estampida, d’aquell fugir sense saber per què cap a altres oceans i separar-se, d’aquell partir-se el gel inexplicable. I ja mai més els dies sense temps on tot el que calia era saltar, i ja mai més foren regals les ones sinó un recordatori de distàncies, el dolor constant de qui ha perdut l’altre.

Qué delicia el juego de las ballenas cuando no había especies ni hemisferios. Cuánta complicidad bajo la mar antes del estallido, de la estampida, de aquel huir sin saber por qué hacia otros océanos y separarse, de aquel partirse el hielo inexplicable. Y ya nunca más los días sin tiempo donde lo único importante era saltar, y ya nunca más fueron regalos las olas sino un recordatorio de distancias, el dolor constante de quien ha perdido al otro.

S’estimaven, jo sé que s’estimaven. És fàcil reconèixer en els teus ulls el moviment tectònic de l’adéu, l’angoixa a la mirada de les bèsties, com d’alts eren els salts que tu i jo fèiem.

Se querían, yo sé que se querían. Es fácil reconocer en tus ojos el movimiento tectónico del adiós, la angustia en la mirada de las bestias, cuán altos eran los saltos que tú y yo dábamos. ULRIKA 68 |

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ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

COSTA RICA Guillermo Acuña (Heredia, 1969) Hat Trick

Foto para una visa

I el vidrio humea, desviste: huella impenetrable casi camino, olor a libro terminado.

He juntado mis cejas para el encuadre.

II No me des a probar la sal de tus heridas. III Una de estas noches saldré a buscar tus sonidos recrearme en sus olores

Mi cara bisiesta muestra el fulgor del terrorista que se fue del bar sin pagar la cuenta. Mi barba tiene cierto islam casero apenas reconocido por la novia que no tuve. El acercamiento muestra una cicatriz que delata mis tiempos de temible ladrón de naranjas en el cafetal vecino.

Desdecirme.

Mis ojos pueblan la culpa del enamorado.

Y besarte los pies

Las orejas no dan Más al sordo que soy.

Bien podría con vos amasar las piedras de mi fe. Reconocer sus inmensidades, absolutamente cielo, Algo quedó tilintando, el buque encallado en la carne de tus besos. 50

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Estoy listo para ser el sospechoso, el otro el poeta que cruzará sus fronteras y partirá las penas de quienes sufren con mi diferencia.


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CUBA Jamila Medina Ríos (Holguín, 1981) En el desierto Convulsionan tus dedos en mi nuca tu mano con sus vueltas en mi nu(n)ca: desnuncada –des(h)usada– tu mano con vultus con cuerpo con boca sobre el vellón castaño de mi cuello el vellocino de oro que te quieres llevar: ¡(h)ay gato al agua! engatusando (re)hilas las mieses por mi cabeza mal aguj(ere)adas: que ve ye(r)mas países amarillos en la cantárida del huevo apalabras la plata atijeras desdoras los trigales y las arañas de tus dedos pilosas como (a)garrante caracol desgarran desuñan en la cerviz anudada: anuncada de ti de las «babosas de la envidia» sale el dudar de tus nudillos aduna el anular sagrado muerto de hambres el rey Midas tiene orejas de burro pero el siervo a cortadle la cabeza la testuz a partid por la cervicie: serás tú me extiendo en cambio ¡desgranad! todo lo virgen-cuello-largo-que-soy… cunas esponjas reptas te anonadas la concha de tus dientes desmedrados se opipara de mí ceban su miedo en la comida

soban vientres encajes de relleno en el pavimento humilde de mi cuello –del útero– en Cuéllar carda un céfiro: descolla una pensión de parcas persas que eres y no eres tú –la (n)ganga me ofreces de tus ocho ojos al contado– intraducible soy del ruso al árabe del orgasmo al español carminas costras sobre la nuca en carnes espira un pájaro torvo de tentáculos crispados: (p)asmas lo que no puedo alcanzar lo que no alcanzo a beber lo que no bebo en mi-asma… toda belleza de un no-yo muera tirana reine en el agua del Leteo olvido sea escarbas cavas la tumba de mi cráneo calabaza toc-toc: mientras (c)repito a la caricia el rie(s)go es una arena que se abeja en tu mano –que no leo– porca en tus rorros últimos la runa sobre el desierto –a los desserts– de derecha a siniestra estará escrita la palabra que no podré saber: cuando conjures el trazo con la llaga…

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Álex Fleites (Caracas, Venezuela, 1954) caída de la casa al techo de la casa le han salido manchas de humedad si se miran bien dos rosas inconclusas dos rostros dos pámpanos marinos y hasta dos soles negros sobre nuestro breve cielo de estar cómodamente acongojados mañana alguien diligente va a reparar las lozas que la lluvia cincela y cobrará por ello un precio intolerable nada va a quedar del presagio de las floraciones olvidaremos por un tiempo el inaplazable comienzo del derrumbe

las locas se ponían a marcar el ritmo afuera el mundo era un acuario la gente respiraba la brisa incendiaria quería decirnos algo pero se marchaba nadando el resplandor tú jugabas a ordenar rostros vencidos hechos al arte de la espera yo me daba palmadas en la frente por un verso feliz que a otro se le había revelado después de comer tradujimos de dylan el “desaire” estábamos podridos de amar lo incomprensible

<> <adentro era un domingo sin palabras había poca luz el salmón que escapó de casi todo vino a encallar en nuestra mesa brad mehldau amenizaba la carrera de hormigas pésima elección 52

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aquí se podía besar sin previo aviso aquí se podía ejercer la desnudez y ungirla con vino rojo y briznas de tierra lloviznada al cerrarse el símbolo quedaron limitados los espacios no me habría importado permanecer del otro lado si hubiera podido impedir una vez más la disolución de tu sombra de espaldas alejándose>


ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

EL SALVADOR Américo Ochoa (El Salvador, 1960) Naves

Crucifixión del silencio

El atardecer es mar donde mis barcos de papel empapados de luz despiden tintas de calamar acosado Naves que trasbordan y desbordan el malecón del día Barcos de papel: páginas de mis libros inéditos de la agenda y mi libro de cuentas del taller cruceros maravillosos de tarjetas de cumpleaños y buques de crucigramas incompletos cartas de mis novias lejanas y ajenas barquitos con noticias y los muñequitos de Mafalda naves que cargan y descargan el horóscopo/ y a los deportistas de las grandes ligas cartas a la proa/ sección de cine en el doblés del estribor la nariz del presidente quedó en el rompe hielo cuando algo importante ocurre usted lo sabe. / Canal cuatro Silvio busca un unicornio la sección de cultura se destiñe fácilmente. Oscurece y ya los barcos no se ven

Los alfileres que tengo en mi garganta son más viejos que mi grito Venas rotas por mi eco La mudez ya no me duele El plomo de mis ojos ya no pesa porque hoy me levanté temprano escalé con una cruz hasta el altiplano crucifiqué mi cuerpo roto eché a caminar de regreso y pude ver mi voz volando.

el muelle enciende todas sus luces.

La cavidad secreta / contiene los ensayos sin error / cóncava / abultada / plántula en su bóveda.

Acta de lunes

Lenta lentitud en la certeza de nacer la espora sostenida entre la luz baja a la humedad profunda / la absorbe/ Brota la yema que será dosel. Sube el ángel de hojarasca a la espesura. Crece Aguarda a que un ave le distinga y lo haga partícipe del nido o las cigarras le desborden su concierto.

Hoy puedo levantarme tarde si quiero y gozar lo dulce de la bebida de ayer o descansar tibio después del amor tomar café negro y frío y fumar cuantas veces quiera sentarme cómodo en el río de soledades Hoy puedo levantarme tarde si quiero de todos modos no tengo trabajo pero amaso el terrón del planeta.

Liturgia de semillas

Lanza esporas a la gracia del vacío la liturgia de la brisa coloca sus semillas rostro luminoso de la vida.

en el

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FRANCIA Fabrice Caravaca (Périgueux, 1977) Del libro La vie / La vida *

*

Nos pas, au petit matin, laissent des empreintes de silence sur le sol. Et pourtant partout nous sentons que nous faisons trembler la terre. Nous la faisons respirer. Elle tremble de bonheur. Nous faisons respirer la terre au rythme de nos pas, au rythme aussi de nos danses. Au rythme de nos cœurs. La terre est dans la palpitation de nos corps en mouvement. Nous aussi nous sentons que nous commençons de trembler de joie. Nous n’avons pas peur. Nous marchons parce que nous sommes sûrs de nous. Nous sommes jeunes et vivants et nous avons le cœur pur. Nous marchons et nous dansons. Et nous volons de rêves en rêves. Nous traversons le monde et commençons de le transformer grâce à nos rêves éveillés et à notre volonté sans faille.

Nuestros pasos al alba dejan huellas de silencio en el suelo. Y sin embargo sentimos que hacemos temblar la tierra. La hacemos respirar. Tiembla de felicidad. Hacemos respirar la tierra al ritmo de nuestros pasos, al ritmo de nuestras danzas. Al ritmo de nuestros corazones. La tierra está en la palpitación de nuestros cuerpos en movimiento. Nosotros también sentimos que comenzamos a temblar de júbilo. No tenemos miedo. Caminamos porque estamos seguros de nosotros. Somos jóvenes y estamos vivos y tenemos puro el corazón. Caminamos y bailamos. Y volamos de sueños en sueños. Cruzamos el mundo y comenzamos a transformarlo gracias a nuestros sueños despiertos y a nuestra voluntad sin falla.

*

*

Nous n’avons peut-être rien gagné. Mais il y a de l’élégance dans nos mouvements. Nos battements d’ailes : ce n’est pas rien. Notre fraternité avec les corbeaux et l’ensemble des oiseaux : ce n’est pas rien. Le soleil sur notre peau : nous savons l’apprécier et prendre cela comme un pur instant d’infini. On nous empêche de parler. Nous communiquons avec les éléments. On se moque de nous. Notre rire peut sauver l’homme. Nous avançons dans des contrées solidaires. Nos mains savent se toucher et prendre plaisir à la caresse. Nous sommes pensées et corps. Nous sommes jouissance et nous partageons autant que possible l’orgasme. Nous n’avons pas à demander pardon. Et nous n’avons pas à être enfermés. Nous pouvons courir et voler dans ce monde et dans tous les mondes possibles. Nous ne souhaitons pas être violents. Nous voulons vivre sans que la colère s’empare de nous et nous rende furieux. Nous sommes emplis d’énergie. Cela suffit pour les accolades et le partage.

Tal vez no ganamos nada. Pero hay elegancia en nuestros movimientos. Nuestras alas en movimiento: no es poco. Nuestra fraternidad con los cuervos y todos los pájaros: no es poco. El sol sobre nuestra piel: sabemos apreciarlo y considerarlo como un puro instante de infinito. Se nos impide hablar. Nos comunicamos con los elementos. Se burlan de nosotros. Nuestra risa puede salvar al hombre. Avanzamos por lugares solitarios. Nuestras manos saben tocarse y gozar con la caricia. Somos pensamientos y cuerpos. Somos gozo y compartimos el orgasmo cuando sea posible. No tenemos que pedir perdón. No debemos estar encerrados. Podemos correr y volar en este mundo y en todos los mundos posibles. No queremos ser violentos. Queremos vivir sin que la ira nos posea y nos enardezca. Estamos llenos de energía. Es suficiente para abrazarse y compartir.

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Traducción de Eduardo García Aguilar


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GUATEMALA Alejandra Solórzano (Guatemala-Costa Rica, 1980) Jardín Japonés (Ontología lítica del amor) I Desmembradas sobre arenisca flores, hojas quizá alguna pluma o semilla entorpecerán la sobriedad y el amor sencillo tal como la realidad sobre los sueños. II Dos piedras en su elevada consistencia comparten un silencio antiguo mineral. Alguna fuerza reunió sus linajes de dureza la victoria con que visten su memoria sedimentada, mítica. Millares de piedras diminutas atestiguan el anhelo de Medusa en sus pupilas el silencio que las une Inicio y Fin de su lenguaje. III Encerradas en suaves y delicadas ondas la pareja, entre otras, miles diminutas piedras más grande o pequeña cada una —piensa—, como una antigua refutación si les une o separa la arenisca o es cómplice marea de aerolito. Por cada mínimo pedrusco una palabra que no alcanza a decirse mundos posibles para abrazar o separarse

despedidas aleatorias una sola noche y la copia de la copia de esa noche en un eco al infinito El Amor o la Nada y su reverberación.

El silencio Un lago de suaves y piadosos movimientos mi timidez de infancia un tren viajando solo a merced del viento un tren alanceado por suaves espadas de cálida luz sin pasajeros ni estaciones.

Sobre un puñado de ceniza frágil animal que baila en rito Soy. En una mano sostengo el corazón con la otra una vela negra una vela roja una vela blanca Sanar este mal hermoso, amarillo

del maíz de mi carne, de mi tristeza de mi memoria.

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HONDURAS Dennis Ávila (Tegucigalpa, 1981) Prefacio de las embestidas Nada empieza aquí, todo es antiguo; el fuego –deidad matriz– convida su calor, también su incendio. El grito es la semilla del eco, un caracol sublima los bordes de la lentitud. La claridad despierta en su rendija: golpea la mesa como un silencio de llaves.

Deja huellas bruscas, navajazos sobre la arena, aletas rompiendo el aire. Quiere llegar a la paz amniótica del agua. Antes, deberá enfrentarse a depredadores, al mal tiempo, a esas olas que persigue.

El frío rozará los meniscos del accidente; los hospitales mezclarán heridas y esta es la eternidad.

No pueden prohibirle el mar.

Los instantes son abejas: acordes en el himno de gravedad que sostiene al planeta.

Estudios sociales

Ya no tengo preguntas sobre el final de este túnel: allí palpita un tambor de agua.

Breve historia de la sed

En tercer grado nos enseñaron que Honduras no tenía volcanes. A manera de consuelo, los maestros agregaban que éramos el país más montañoso de Centroamérica.

Una tortuga rompe su nido de arena. Como hormiga, escala el caparazón de sus hermanas hasta ver la luz. No lo piensa: huele el mar. Agita sus patas como si fueran los remos de un barco imaginario que nació en su cuerpo. Corre en busca de la sal. 56

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La fertilidad vendría de otra parte, no de la lava ni del flujo piroclástico que arrasó la naturaleza para que todo pudiera volver. Al final, no importó que nuestras montañas nacieran ciegas. Esta región del mundo aprendió a vomitar para adentro.


ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

ITALIA Pietro Federico (Boloña, 1980) Kansas

Kansas

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(traducción de Zingonia Zingone)

Amelia Earhart - Prima aviatrice ad attraversare l’Atlantico. Nata nel 1897 ad Atchinson, un paese situato in Kansas sulle rive del fiume Missouri il quale segna il confine con lo stesso stato del Missouri. Scomparsa in circostanze misteriose al centro del Pacifico durante la fase finale della circumnavigazione del globo, compiuta la quale avrebbe stabilito un altro primato

Amelia Earhart - Primera aviadora en cruzar el Atlántico. Nacida en 1897 en Atchinson, un pueblo ubicado en Kansas, a orillas del río Missouri, que marca la frontera con el propio estado de Missouri. Desaparecida en circunstancias misteriosas en el centro del Pacífico durante la fase final de la circumnavigación del globo, que al cumplirse habría establecido otro récord.

Quando dite la mia terra o pensate alla vostra infanzia la memoria è un’automobile che sfanala nel buio del tempo una luce quasi sempre orizzontale. Ed è ancor più facile in Kansas. Da questa casa su quest’ansa al di qua del Missouri guardi l’entroterra come un pugile messo alle corde dalle pianure spalle al fiume. Migliaia di miglia quadrate di grano e girasoli. Eppure ho sempre avuto fame della vista che hanno i passeri i falchi gli usignoli. Alti nella terza dimensione. A vent’anni hai già visto tutto. Perché hai vissuto il desiderio assoluto e la sua frustrazione. Lo spizzico o il boccone di ogni tempo e luogo. A vent’anni hai già visto ogni generazione la loro solitudine muoversi nel vuoto di latitudine e longitudine dal punto A al punto B. «Farai qualcosa di tutta quest’altezza?» tra mille domande questa è la sola in cui il cuore mi si spezza di paura e risponde di sì. Voglio l’ora in cui sorrido e il mio sorriso sarà la nostalgia la dismisura della storia. Educa il cuore all’universo sfiancalo di pianura e strappalo da terra e lancialo nell’aria di traverso al ciclo avvolgente della notte e del giorno con tutta la forza necessaria e sia pronto a non fare ritorno.

Cuando ustedes dicen mi tierra o piensan en su infancia, la memoria es un automóvil que con sus luces hace señas en la oscuridad del tiempo, una luz casi siempre horizontal. Y es aún más fácil en Kansas. Desde esta casa en este meandro de este lado del río Missouri, miras tierra adentro como un boxeador acorralado por la llanura, de espaldas al río. Miles de millas cuadradas de trigo y girasoles. Sin embargo, siempre he tenido hambre de la vista que tienen los gorriones, los halcones y los ruiseñores. Altos en la tercera dimensión. A los veinte años ya has visto todo. Porque has vivido el deseo absoluto y la frustración del mismo. El mordisco o el bocado de cada tiempo y sitio. A los veinte años ya has visto a todas las generaciones, sus soledades moviéndose en el vacío de latitudes y longitudes del punto A al punto B. «¿Harás algo de tanta altura?» entre mil preguntas, esta es la única en la que mi corazón se quiebra de miedo y responde que sí. Quiero la hora en la que sonrío y mi sonrisa es la nostalgia, el exceso de la historia. Educa tu corazón al universo, agótalo de planicies y arráncalo de la tierra y lánzalo al aire de soslayo al ciclo enrollador de la noche y del día, con toda la fuerza necesaria, y que esté listo para no volver. ULRIKA 68 |

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ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

NICARAGUA Carlos Calero (Monimbó) Después de ver al bodeguero Rousseau Cuando nace un flautista su música es un puma. Las manos de la selva están abiertas. El agua traslada su desierto hasta el lecho de hojas gigantes, y una onza de luz atraviesa un rugido en el tronco de los árboles. El león y un elefante nos imantan. Sus recuerdos entregan el espíritu a las sombras; entonces, el flautista convierte su instrumento en cerbatana y apunta a tu corazón, después de verte impenetrable y desnuda. La música deja de correr. Los ojos de un aborigen la convierte en agua. Un miedo de antílope huye del incendio, con más y más hambre. El flautista da por terminada su obra, entre el silencio y una pausa salvaje.

No existe palabra para lo que falta Los años me dicen: tiembla y que te ocurra el amor. No estoy solo ni en grey. Camino hacia atrás y no tropiezo contra el cielo nevado sin bengalas. No confiemos ni sobrecarguemos de amor al purgatorio. Estas lides, para sobrevivir, no bastan ni ocultan ser témpano ni los rumores de libélulas en los ojos, tampoco círculo deshuesado por loa astros. No existe palabras para lo que falta. Un barco nace en el nido de los océanos. 58

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Siempre deseamos tocar la sombra ultramarina de los remos, no en vano, no en certeza, simplemente sorprende lo innombrable al tocarla. Talvez no sobra ni queda nada. Da pena ver a un centauro lamentándose de su esqueleto. Debemos besar la sal y salir del agua. Debés alejarte de la herida y el verdugón del que huyen las almas. Siempre un pez rodeará las islas y sabe qué se recuerda y qué se ama. Cortamos un trozo de ventana para que nadie crea a las colinas que aún estamos ciegos. No se vale pretender ser un ángel. Los años me dicen: ocurra el canto y que tu recuerdo reniegue de los náufragos. No hay retorno durante la mañana. Una hormiga lo atestigua con su abdomen malherido. La lumbre de un edén es más pequeña que una naranja. Cada paso suma historias desde antes de la luz y los ojos. Hemos encontrado la duda mientras la hierba del miedo crece abrupta en los acantilados. Cae una tormenta sobre los deseos. Hoy no tienen razón de ser los tigres ni los descensos hasta el infierno. Los años me dicen lo que jamás se oye. No reconoceremos lo que niega el agua. Un alfabeto intenta saltar sobre los ecos de un transeúnte derribado por su espíritu. Los años me dicen que las grietas del amor gritan. Y que no son estatuas de una verdad que no encuentra, en el caos, su cabeza.


ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

PANAMÁ Ela Urriola (Panamá, 1971) Alejandra es una manzana (Alejandra Pizarnik) Alejandra es una manzana Que cuelga en el árbol del paraíso Dulce y envenenada Se amamanta de desdichas Casi un embrión de oráculo Un parto de dudas Y circunstancias Las ortigas se yerguen Bajo sus pies descalzos Y ella baila con la brisa Devora paisajes Renace en un cuaderno arrugado En el bandoneón áspero Y en las torsiones de las espumas Alejandra No se juega en los riscos Ni se cosechan promesas a deshora Tus manos Fecundan las rosas Con el vítreo resplandor De las canicas Y cuando el cronopio te abraza Tu corona de espinas se transforma en poesía Un día te araña el pasado Cicatrices escarlatas Resurgen entre tus labios Demasiado cansancio en tu piel de ninfa Traes los ojos hinchados De beberte El mundo El hambre milenaria de los profetas te supera Y ya no encuentras la luz Sino en las sombras

Con voces lunfardas Alas embalsamadas cosieron en tu espalda Por eso escondes los miedos Bajo tu piel de manzana La balalaica ancestral Vibra como un presagio Aunque amanezca no llega la luz a tus diarios Mis manos auscultan las gavetas de otros Pero las tuyas tienen la cerradura imposible De las caricias Hay frutos prodigados para morfar Cultivos de trigo Que cortan el hambre Y flores endulzadas para arrancar el insomnio Pero nada calma tus ganas Tus sueños Son relámpagos De un inminente naufragio Descubriste que tu árbol solo ha parido manzanas Envenenadas Tronco de la fiebre La autoestima dislocada Y la palabra Niña perdida Paloma que sobrevuela ciudades Desde el subsuelo No nació el humano que saciara tu Sed de Maga Arroja de tu boca la llave Abre las puertas Devuelve el aliento a los náufragos Muerde nuevamente el precipicio Y enséñanos a incinerarnos con palabras A encender la penumbra A asfixiarnos lentamente Con la vida

Niña de rincones y estrépitos Gime un tango en tus huesos ULRIKA 68 |

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ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

PERÚ Abelardo Sánchez León (Lima, 1947) Déjalo ir Se ha estabilizado en el dolor. No necesita recurrir a la dosis de los grandes maestros que lo conocen bien y a fondo. Vicente Santuc escuchó sus plegarias, las dotó de alas, las elevó a la inmensidad de los cielos. Se puso de rodillas. Dobló la cerviz. Recibió la descarga. El peso vino hacia él envuelto en un remolino. Lo dejó tumbado durante una larga década como si fuese los residuos de una ciudad venida abajo. Ha dejado a su mujer y a su hija durante horas de horas en la carretera hasta que llegasen los ángeles a recogerlas de entre esos fierros que las tienen atravesadas de las extremidades. Las ha dejado ir. ¿Significa ese gesto, acaso, un desapego, un dejar de sentir el hincón perenne clavado en las costillas? ¿Dejarlo de lado, desembarazarse, sacárselo de encima, despojarse de esa pátina impedirá que vea la nube que cubre el horizonte con un manto de tierra? Su corazón recupera la pausa en su trayecto de noche en noche, de roca en roca, porque vino, ni qué decirlo, directo, desde los astros de oriente a plantarse delante de la puerta de su casa. Hizo estropicio y medio. Se lo llevó a rastras cuando dormía como quien introduce la mano en el cofre de los recuerdos. ¡Suéltalo! ¡Déjalo que se vaya! No lo ates a tus piernas, desenrédalo, sácatelo de encima, que no es traición o deslealtad o una falta de respeto. Deja que el tiempo continúe circulando atado en la niebla 60

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y nos haga sentir que avanzamos cuando solo seguimos en el exacto lugar donde todo acontecer tuvo su origen. Déjalo en el sendero donde fluye la saliva, el sudor, la sangre, la orina, riachuelo que busca y encuentra su lecho cuando se convierte en pedregal. Entiende lo que te dijo en aquel viaje a la Selva Central donde fuiste a respirar el agobiante aire de un territorio bello y próspero, y hasta hace poco zona de cupos, secuestros, matanzas y traiciones. Quisiste revivir y aspirar el hedor de los troncos por esos atajos, la cara tropezando con los mosquitos adheridos en medio del lodazal, sea azotado por la lluvia o recibiendo el sol directo. Junta el tiempo ido y el por venir en un bolsón de arroz y arrójalo por la catarata donde hay una poza de pájaros malheridos. La sangre está regada en el páramo que conduce hacia aquel portón. ¿Verá, acaso, su rostro en el espejo del agua? ¿Reconocerá el pequeño crucifijo que llevaba al cuello? Fue a negociar su libertad en medio de aquel follaje ensordecedor. Mataba el tiempo con la mirada detenida en ese cielo limpio y fuera de toda culpa. Buscaba palabras que dieran en el clavo. ¿Podrá, acaso, recorrer como si fuese un silbido los pliegues del viento? Encontrémonos en Lima. No es que seamos amigos, somos coetáneos, eso basta. Ustedes dos no beben en exceso y yo tomaré mis precauciones. Sácatelo de la cabeza, dale su aire, su espacio, su reino. No lo olvides: déjalo respirar.


ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Rocío Silva Santisteban (Lima, 1963) Containers y espárragos (Condiciones de trabajo) Por la ranura horizontal en lo alto el joven, deshuesado, alcanza a sacar el brazo, delgado puro músculo y delgado ese brazo de quien opera diez o doce o catorce horas diarias y que hace solo tres minutos rodaba una llanta de camión por la vereda hasta el río para usar la cámara de flotador durante el verano porque en la pobreza eso se llama jugar. Deshuesado o huesudo pero eternamente flaco y delgado y casi puro músculo cuando lo saca por la ranura del container es un brazo pura chamba/día y noche sin sosiego ni para salir sino orinar en la botella y como sea aguantar las ganas de cagar. Allá a lo lejos las chicas en la línea de operarias las que limpian espárragos y ordenan paltas mean paradas en los pañales que el patrón les entrega por las mañanas, “y sonrían”, insiste el inversionista desde su cosecha / su capital revolvente pañales para no perder el tiempo y comer fuera de horas apenas una inka cola con chanchay o pan francés. Hoy no hay suerte porque aquel muchacho del conteiner enamorado de la operaria agroindustrial ha gritado y pateado la puerta de su encierro pero no hay patrón ni llave que puedan sacarlo o salvarlo, la muerte arrecia en llamaradas y humo tóxico volviendo negros los oscuros pensamientos, mi niña, mi bebita, mi calor y los 18 meses de nacida con la madre adolescente operaria con pañales en la línea de ensamblaje mientras él se mira las manos y tira dos o tres fluorescentes que ya no importa si sirven porque no gritan ni llaman la atención de los bomberos

luces no son para alumbrar sino para cortar las venas y rasgarlas y dejar un rastro de sangre entre las paredes, un grito hinchado porque no quiere morir como un esclavo sino cortarse la carótida como los héroes romanos o griegos con su hybris totalmente desatada porque, huesuda o musculosa, la mano y el brazo a través de la ranura solo gritan una herida por favor un corte que me lleve lejos de este infierno. Una metonimia, eso es, ácida, inmensa, tanática un obrero acepta este o cualquier empleo para comprar una leche que ni siquiera es leche sedimentos de polvo claro al fondo de la lata y por eso la anemia de los 15876 niños y niñas y adolescentes. Nadie les ha dicho aún que no valen ni una mísera estadística tampoco alzar los brazos aguantarse la orina en la fila gritar con voz enmohecida, los pezones agrietados por los 18 meses de lactancia ay la niña que llora y llora mientras la madre eternamente pedirá justicia como Raida como Norma ante las inacabables escaleras del Poder Judicial. Huesuda y musculosa la mano abrazada al tubo largo y gélido con su luz oscura convertida en antorcha unos cuantos segundos nadie podrá mirar la suave incandescencia ni siquiera la joven operaria la bebita los bomberos sudando los dolores y sin escaleras telescópicas aguantando el incendio mientras mojan las paredes la noche desnuda y empapada ametrallada por la codicia, la usura, la avaricia y la cruel indiferencia de toda una ciudad de ti de mí y de nuestras vacías letras que no pueden sino gritar en silencio ante la muerte que repite ya fue ya fue ya fue ya fue ya fue.

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ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

PORTUGAL Maria do Rosário Pedreira (Lisboa, 1959) O meu mundo tem estado à tua espera; mas não há flores nas jarras, nem velas sobre a mesa, nem retratos escondidos no fundo das gavetas. Sei

Mi mundo ha estado esperándote; pero no hay flores en los jarrones, ni velas sobre la mesa, ni retratos escondidos al fondo de los cajones. Sé

que um poema se escreveria entre nós dois; mas não comprei o vinho, não mudei os lençóis, não perfumei o decote do vestido.

que un poema se escribiría entre nosotros dos; pero no compré el vino, no cambié las sábanas, no perfumé el escote del vestido.

Se ouço falar de ti, comove-me o teu nome (mas nem pensar em suspirá-lo ao teu ouvido); se me dizem que vens, o corpo é uma fogueira — estalam-me brasas no peito, desvairadas, e respiro com a violência de um incêndio; mas parto antes de saber como seria. Não me perguntes

Si oigo hablar de ti, me conmueve tu nombre (pero ni pensar en suspirarlo a tu oído); si me dicen que vienes, el cuerpo es una hoguera: me crepitan brasas en el pecho, trastornadas, y respiro con la violencia de un incendio; pero parto antes de saber cómo sería. No me preguntes

porque se mata o sol na lâmina dos dias e o meu mundo continua à tua espera: houve sempre coisas de esguelha nas paisagens e amores imperfeitos — Deus tem as mãos grandes.

por qué el sol se mata en el filo de los días y mi mundo continúa esperándote: siempre hubo cosas de soslayo en los paisajes y amores imperfectos; Dios tiene las manos grandes.

Fado

Fado

Dizem os ventos que as marés não dormem esta noite. Estou assustada à espera que regresses: as ondas já engoliram a praia mais pequena e entornaram algas nos vasos da varanda. E, na cidade, conta-se que as praças acoitaram à tarde dezenas de gaivotas que perseguiram os pombos e os morderam.

Dicen los vientos que las mareas no duermen esta noche. Estoy asustada esperando que regreses: las olas ya se tragaron la playa más pequeña y derramaron algas en las macetas del balcón. Y, en la ciudad, se cuenta que la plazas acogieron por la tarde a decenas de gaviotas que persiguieron a las palomas y las mordieron.

A lareira crepita lentamente. O pão ainda está morno à tua mesa. Mas a água já ferveu três vezes para o caldo. E em casa a luz fraqueja, não tarda que se apague. E tu não tardes, que eu fiz um bolo de ervas com canela; e há compota de ameixas e suspiros e um cobertor de lã na cama e eu

La chimenea crepita lentamente. El pan todavía está tibio en tu mesa. Pero el agua ha hervido ya tres veces para el caldo. Y en casa la luz se debilita, no tardará en apagarse. Y tú no tardes, que hice una tarta de hierbas con canela; y hay mermelada de ciruelas y merengues y una manta de lana en la cama y yo

estou assustada. A lua está apenas por metade, a terra treme. E eu tremo, com medo que não voltes. 62

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estoy asustada. Sólo está la mitad de la luna, la tierra tiembla. Y yo tiemblo, temiendo que no vuelvas.


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COLOMBIA Antonio Silvera Arenas (Barranquilla, 1965) Big Leaguer En verdad yo soy un beisbolista famoso, el mejor lanzador, cuya recta supera el promedio de lejos y hace girar en trece formas la pelota. Al más poderoso bateador lo he humillado en el plato, perdido el equilibrio, laxos los potentes brazos y los ojos vueltos al más alto cielo donde nunca llegó una pelota. Estos versos no son ni la sombra de las proezas que realizo en el estadio pleno que una vez soñó mi padre y allí él sonríe y exhibe su orgullosa filiación, mientras mastico un chicle inacabable. Tan distinto del que en este mundo escribe y erra cada lance y él me compadece y se malhaya.

El jurista También soy un magistrado insobornable, lúcido y ecuánime en un país de lobos, como este (el humano no cambia en los infinitos paralelos de los mundos posibles e imposibles). Todos esperan mi sentencia y hasta el más terrible tirano teme que un día llegue a mis manos su expediente. Estudio cada día las leyes y los códigos y aunque mi madre me pide clemencia en ocasiones, también allí mi padre está feliz de su vástago,

pendiente de mis fallos que no ocupan las páginas centrales del diario como los peloteros de las mayores ligas, pero que en algo le recuerdan los cuatrocientos pies del jardín central vencidos por un batazo descomunal y a veces me ovaciona, como en un diamante, ante el televisor en que una fresca y bellísima presentadora lee la noticia de un juicio resuelto con total agudeza y probidad.

El tullido, el atleta Cada paso avante del tullido, en la infame calle que lo agobia con sus autos, es una mofa para el esbelto atleta que se ufana de haber vencido el récord en una pista hecha a la medida y ante una tribuna colmada de fanáticos. En ese esfuerzo por llegar a la calzada opuesta, que cimbra su cuerpo entero en un baile grotesco y desfasado, colapsa la altanería humana. Y por la mueca sufrida de su rostro y el sudor que empapa su camisa blanca, el planeta, el universo, con su vertiginoso paso hacia la nada, se atollan, se avergüenzan.

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ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Juan Pablo Roa (Bogotá, 1967) ¿Alguna vez llegaremos al Sur? No llevaremos siquiera raíces, ni recuerdos, nada que se parezca al pasado, nada que se parezca a nada. Quien mil veces lo intenta lo hará porque al Sur no quiere llegar; hará bien porque nadie sube al carro que no le toca (y aun quien ve claro a nuestra casa viene). Muy claro lo dice el carro en su insignia, en su escritura con aires del Sur «pasa, pasa de igual manera el mundo y abre las ventanas de nuestra casa». No hace falta que sea Carnaval; un carro pasa y un no se qué de incertidumbre nos dice algo conocido de su cochero: lo conocemos, lo hemos visto pero no lo podemos recordar. Es la fiesta del fuego, es una gran hoguera que celebra los fuegos fatuos. Y mientras pasa el carro el aguafiestas nos pregunta: ¿Pero llegaremos alguna vez al Sur?

Toda escritura en un poema es una casa vieja que sacuden los 7 vientos;

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sus muros pueden ser atroces o ufanos, alegres canciones pueden acicalar sus muros y sus muebles, pero siempre deja un resquicio de heredado misterio, como quien arrastra una carreta en las páginas de la noche. El poema deja siempre una puerta abierta que arrastra entre pedruscos fuegos fatuos, aullidos, máscaras cambiantes del fuego, y viejos artilugios de oficina que nadie usa, pero que recuerdan extraños sortilegios de quien le pone el nombre de los astros a las herramientas sencillas de cada día. En escritura solitaria entre las piedras, entre los cipreses oscuaro que pueden ver al más allá, en las puertas incendiadas de velas y ciudades que se consumen como los pabilos en el atardecer de un verano de siglos, el poema es una canción que inventa los acordes y las corcheas del futuro. Toda escritura de un poema exige la penumbra y el tornasol de la luz al pasar entre los árboles y la quietud reconcentrada de los minutos que trazan el tiempo entre el amanecer y la caída de la noche.

«Para protegerme de la intemperie escojo el consejo de los muertos»


ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Hellman Pardo (Bogotá, 1978) Del libro Física del estado sólido, Premio de Poesía Ciudad de Bogotá 2020

La soledad de los números primos El destino de los números primos es quedarse solos. Paolo Giordano

Los dedos lanzan, la piedra impacta, el agua cede. El trueno cae, el ruido cruza, el tímpano oscila. El incendio arrasa, el bosque cruje, el ojo tiembla.

Los números primos son aquellos moluscos que no se tocan nunca. Van de un lado a otro con su triste caparazón a pasar la noche en una cantina de mala muerte. Allí beben toda la fiebre de los hombres.

Desde un clavecín sin cuerdas vocales, arrastro a la música hacia el pozo, hacia el oído, hacia la luz y una onda, en mi corazón de larva, se desintegra.

Yo soy, por ejemplo, el número primo que vive en parasitismo en la sangre de otro número primo, algo así como el diecinuevemilquinientoscincuentaitres.

El gato de Schrödinger

Ella es el amor. Ella es el número tres. Nos separan diecinuevemilquinientoscincuenta números. A esa distancia numérica, indescifrable, le llaman soledad.

Ondas El oficio de las ondas es golpear sin fuerza la estructura mineral de lo intacto. Arrojo una almendra al pozo, una tormenta al oído, un pantano a la luz. Las ondas, como los grabados de William Blake, no están aquí ni allá, están esperando acostadas sobre un campo de sandías a que regrese el equilibrio con su sombrero de paja.

Cualquier gato es una paradoja en el pensamiento de Erwin Schrödinger. Es miércoles once de enero de milnovecientostreintaicinco. Es invierno en el sacro imperio de los epitafios. El físico austriaco encierra al gato Descartes en la caja hermética donde su esposa guarda la cerámica turca y le cuelga en la cerviz una cápsula de gas venenoso. Si la mordisquea, el gato muere al instante. Cualquier gato encerrado en una caja es un dios que no puede multiplicar los peces. Schrödinger mira de reojo el interior de la caja por un minúsculo visillo. El gato está vivo y muerto al mismo tiempo, tendido en el suelo con sus patas estáticas al aire, dando volteretas entre las paredes de la caja, gruñéndole al vacío, ronronéandole a la probabilidad y a la especulación. ULRIKA 68 |

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ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Pedro Arturo Estrada (Girardota, 1956) Mientras Cioran enmudece En las cimas de la desesperación también el silencio la ebriedad del silencio En las cimas de la lucidez también la alegría de no ser nada

Aferrarse a la rueda lenta que te muele segundo por segundo silenciosa, eficaz Mientras cierras los ojos e inclinas la espalda ensordecido, perfectamente aleccionado —en el terror.

En las cimas de la soledad también la risa la máscara de la risa

Antioración

En las cimas del vacío la rotundidad de un cuerpo el deseo

Que la vida me agarre confesado boca arriba del miedo aleteando en el azul

En las cimas del deseo también la rotundidad

Una sola canción una palabra sola —dioses desconocidos cantaré para vosotros

—de su vacío.

No pido ningún cielo no ignoro vuestro infierno

La rueda lenta que te muele Esa quemadura esa luz que cava y revienta silenciosa por dentro Uñas rasgando desde el fondo como si alguien estuviese asfixiándose en ti o buscando salir de ti Tal vez el que eras hasta ayer quizá el que serás mañana Entonces es afuera igual la náusea antes de escalar el vacío

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Sólo este instante es mío no lo carguéis de eternidad Dejadme ir cuando quiera no me atéis no pidáis mi fidelidad —Mi fe última Esa apenas me alcanza —para el día.


ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Catalina González Restrepo (Medellín, 1976) Silencio en la mesa Mientras masticamos la carne del abandono alguien ha corrido una silla para sentarse y beber con nosotros. Vivimos en sonidos que no podemos decir, improvisamos un concierto que jamás vendrá: el piano suena muy alto y mis voces callan. Morir es mejor que oír, los músicos son niños con hambre.

Conjuro Como quien debe recorrer muchos kilómetros para cumplir un conjuro, llevo las semillas de la selva lacandona al Viejo Mundo y las pierdo allí. En el viaje tenemos la sensación de que todo está por hacerse, que podemos ser otros, que el deseo no ha muerto. Vamos de un país a otro sin volver a casa y sentimos que somos dos veces extranjeros.

Marco Polo De niña sentí la fascinación por un viajero veneciano. De la serie que veía con mi padre cada domingo en la televisión permanecen algunas imágenes en mi memoria:

la gallardía del actor, sus ojos penetrantes, paisajes y amores exóticos, cabalgatas y mares, una prisión. Vuelvo a la infancia para recordar lo que amamos desde el origen.

Verano De pronto la calma del feriado es interrumpida por la guadaña y su ruido constante nos transporta de inmediato a esas tardes de la adolescencia cuando su sonido era el de la vida: la yerba crecía sin cesar, cualquier cosa era posible. Hoy, tantos años después, nos preguntamos cuándo empezamos a asociar su música con la muerte.

Pasado imperfecto Un trozo de tu pasado aparece de repente, como un golpe, una bofetada, te enfrenta a lo que fuiste. Alguien viene a darte noticias de tu historia, toca un músculo que tenías olvidado y encuentras la cicatriz, tarareas una vieja canción como si fuera ayer. Cómo pueden hablarte con tanta claridad de ti misma, conectarse así con el presente, como si el tiempo fuera uno como si los días no pasaran.

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ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

Amalia Moreno (Medellín, 1988) Poema para defender a alguien en un colegio y en un ancianato Creciste, crecerás más todavía el mundo va a romperte con un par de lecciones con un par de golpes todavía le caben dolores a tu cuerpo nuevas quebraduras nuevas heridas que no van a cicatrizar mientras estés vivo seguirás creciendo como tu barrio tu ciudad la cordillera de los Andes el índice demográfico en China y la población mundial mientras estés vivo nada va a dejar de crecer ni tus ambiciones ni tus anhelos ni tu soledad ni tu rabia el todo y la nada seguirán creciendo segundo a segundo big bang tras big bang tic tac tras tic tac sobre todo cuando duermes cuando no ves crecen más los hijos se envejecen más los viejos aumenta la contaminación los fenómenos astronómicos los suicidios los milagros las cifras de homicidios la impaciencia. Creciste. Todo te golpea tan fuerte como a los cinco años un pájaro un amigo la indiferencia el miedo una palabra el silencio la injusticia la oscuridad. Creciste. Ahora puedes defenderte y ahora puedes atacar.

Canción del Palabrero

para darle de comer a mis hijos y mientras me la trago aquí en la calle ustedes van a dejar sus monedas en mis bolsillos que somos diez negros en mi casa todos pacíficos negros del Pacifico que a nadie vamos a robar y voy a comer vidrio porque soy el padre de familia y no voy a comer mierda ni más faltaba aquí en pleno escenario y con todos mirando voy a comer vidrio y espero el aplauso y las monedas después de tragarme esta luz alógena entera. Porque así les haya enseñado a mis diez negros a ganarse la vida comiendo vidrio y nunca les ha faltado vidrio en la mesa desde que les enseñe que el estómago digiere todo la garganta traga entero y la boca mejor cerrada ellos saben ganarse la vida saben jugársela toda con todo respeto señores ellos saben que ni de pan ni de cobre vive el hambre que el aplauso no hace al artista y que hay unos que para sobrevivir comemos en público vidrio.

Crítica social al cultivo de café Cargar la mula al hombro sin saber bien ni entender mejor qué se dice qué se piensa qué se le hace. Surcar la tierra por la luz, por el calor por las propiedades de los otros cargar la espalda, cruzar por agua.

Relato en realismo mágico Mi realidad es tan pobre que me gano la vida comiendo vidrio parado en estas botellas, esquirlas, bombillos voy a tragarme una lámpara alógena de dos metros 68

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Cosechar al término del malogrado principio recolectar, recoger, separar, dirimir en justicia de calidad y preparar el poco que ha de ser mejor con tanto esfuerzo que se justifique arrojar a la basura a la mayoría.


ANTOLOGÍA DE INVITADOS AL XXIX FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ

John Jairo Junieles (Sincé, 1970) En el jardín de los mártires olvidados

Hasta el final

Alguien me debe una patria. Aquí las camisas de domingo también sirven de mortaja, no alcanzan las paredes para colgar los santos que nuestro miedo demanda.

El sueño de la patria

La vida es una mujer con sus dos manos para hacer lo que haga falta. Un marcado aire de familia me une con esta modista que llevatreinta años frente a una máquina de coser Singer, que escucha radionovelas, y que aún conserva en un armario los tres ombligos de sus hijos. ¿De qué madera está hecha esta canoa que lleva medio río sin quejas, y piensa que todo mal lleva al bien amarrado en la cola? ¿Cuántas muertes me faltan a mí para parecerme a ella?, para decir como dice ella: «Si vives como si tuvieras fe, la fe te será otorgada». Años antes de que yo naciera madre colgó una estampa que aún pervive: Dos niños recogen flores a la orilla de un despeñadero y un Ángel de la Guarda conjura el peligro con su presencia. Dime madre con tus ojos el secreto, dime cómo se llega alegre hasta el final, a pesar de los abismos, dímelo a mí, que soy la única pluma sucia de tus alas.

Somos esta historia nuestra, esta invisible frontera, esta distancia que viene, esa bala con nombre.

Aquí estuve y no fue un sueño

Aquí, en el jardín de los mártires olvidados, los perros muerden primero y luego ladran y si alguien te pide un beso es para morder tus labios. Alguien me debe una patria. Me robaron la risa innumerable, el fútbol bajo la lluvia, las calles donde bailaba, los besos profundos en la azotea, donde llegaban las balas perdidas. Alguien me debe una patria, maldita sea, y no es mi madre.

Los parques y los cafés, las esquinas también donde olvidamos ser Caín para celebrar mujeres y goles. Entre gritos soñamos el sueño de la patria, como las capas de la tierra que tardan en hallar su justo acomodo. Patria de duna y viento, de sílaba y condena, donde imaginamos que ya no somos: esta rabia, este hueco y temblor, esta alma de rodillas sangradas.

Cómo arden las cenizas de los amantes en el silencio que las sopla. Tu nombre que me cerca y me libera. Tus gestos imborrables, multiplicándose como los peces y los panes de aquel evangelio. Me encuentro en la multitud de tu mirada, me sostiene ese viento que trae caballos hasta tu pelo. En esta página, nos morimos los dos como algo que no acaba de nacer todavía.

Y soñar el sueño de la patria, con la fidelidad de quien acompaña con su mirada la vuelta a casa de un viejo amigo, como si su suerte fuera también la nuestra. ULRIKA 68 |

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AUTORES

Índice de autores GUILLERMO ACUÑA (Heredia, Costa Rica, 1969)

FABRICE CARAVACA (Périgueux, Francia, 1977)

CARLOS ALDAZÁBAL (Salta, Argentina, 1974)

LEOPOLDO TEUCO  CASTILLA (Salta, 1947)

RODOLFO ALONSO (Buenos Aires, Argentina, 1934-2021)

VALERIA CERVERO (Buenos Aires, Argentina, 1972)

Poeta, sociólogo, docente e investigador. En poesía ha publicado, entre otros, Amares, En ninguno de tus mapas, vostok, Al fondo del corazón y Sobre el origen de las primaveras. Sus últimos libros de poemas son: Piedra al pecho, Camerata carioca y Mauritania es un país con nieve, por el que obtuvo el xliii Premio Ciudad de Irún de poesía en castellano. Fue poeta, traductor, ensayista y editor. El más joven de la revista Poesía Buenos Aires. Publicó más de 25 libros. Primer traductor de Fernando Pessoa en América Latina. Tradujo del francés, italiano, portugués y gallego. Algunos de sus libros de poemas son: Hago el amor, Señora Vida, Sol o sombra, Música concreta, El arte de callar y A flor de labios.

SANTIAGO J. ALONSO (Buenos Aires, Argentina, 1979)

Artista plástico, escritor y licenciado en Letras. Es jefe de redacción de la revista Con Fervor. Poemas suyos han sido incluidos en las antologías Poesía bajo la autopista, 3 y 4.

LAURA ASSIS (Juiz de Fora, Minas Gerais, Brasil, 1985)

Poeta, editora y profesora. Es autora del libro Depois de rasgar os mapas y de las plaquetes: Todo poema é a história de uma perda, Mecânica de nuvens aplicada y Duas vezes o sol.

DENNIS ÁVILA (Tegucigalpa, Honduras, 1981)

Sus primeros libros de poesía se reúnen en la antología Geometría elemental. Entre sus libros más recientes están Ropa americana, Historia de la sed y Los excesos milenarios.

HÉCTOR BERENGUER (Rosario, Argentina, 1948)

Autor de varios libros de poesía con traducción, dos al francés y dos al italiano. De su producción reciente destacan, Marcas de agua, Entre la nada y el asombro, Poemas escogidos y Perlas cultivadas (colección de ensayo, poesía y aforismos, bilingüe castellano-italiano, Nápoles).

Radicado en Limoges, dirige la editorial de poesía Dernier Télégramme. Ha publicado una decena de libros de poesía. La vida es su primera obra traducida al español. Es autor de 22 libros de poesía, además de diez volúmenes de narrativa y ensayo. Poesía suya se ha traducido a diez idiomas y hay antologías de su obra en varios países del mundo. Entre sus libros publicados se cuentan Equilibristas, Sin órbitas, Madrecitas, Sibilejo, Ctalamochita y Agujeros en la superficie. Compiló los dos vols. de Poeplas (poesía para chicos).

PEDRO ARTURO ESTRADA (Girardota, Colombia, 1956)

Poeta, narrador y ensayista, promotor cultural. Tiene once libros de poemas publicados, los más recientes: Monodia, Quién juntó la ceniza, Canción tardía y Palabras de vuelta.

PIETRO FEDERICO (Boloña, Italia, 1980)

Escritor, editor y traductor del inglés al italiano. Sus títulos de poesía publicados son: Non nulla, Mare Aperto y La maggioranza delle stelle – canto americano.

NESTOR FENOGLIO (Esperanza, Argentina, 1964)

Reside en Santa Fe. Poeta y periodista. Son suyos los poemarios: Desde este cuerpo, Nacimiento último, Con los ojos de entonces y Las razones del armiño, entre otros.

ÁLEX FLEITES (Cuba-Caracas, Venezuela, 1954)

Poeta, narrador, editor, periodista y curador de arte. Es autor, entre otros, de los poemarios: Un perro en la casa del amor, Omnibus de noche, De vital importancia y A dos espacios.

RODRIGO GALARZA (Caá Catí, Corrientes, 1972)

Vive en Madrid. Poeta, profesor en Letras. Ha publicado, entre otros, títulos: Soles dormidos, Diluvio en la memoria, Ráfagas de pájaros, Parque de destrucciones y Urubamba.

PAOLA CADENA PARDO (Bogotá, Colombia, 1983)

CATALINA GONZÁLEZ RESTREPO (Medellín, Colombia, 1976)

MIREIA CALAFELL (Barcelona, Catalunya, 1980)

JAMILA MEDINA RÍOS (Holguín, Cuba, 1981)

CARLOS CALERO (Monimbó, Nicaragua)

JOHN JAIRO JUNIELES (Sincé, Colombia, 1970)

Ha publicado los poemarios Hotel, Cinema y Apartamento 4, y el ensayo Corpus autobiográfico de Julio Cortázar y Alejandra Pizarnik: un acercamiento a la experiencia creadora. Ha publicado Poètiques del cos, Costures, Tantes mudes y Nosaltres, qui – Nosotros, quién. Es codirectora de Barcelona Poesía y miembro de La Sullivan, una productora cultural. Se naturalizó costarricense. Poeta y docente. En poesía ha publicado: El humano oficio, La costumbre del reflejo, Cornisas del asombro y Las cartas sobre la mesa, entre otros. 70

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Poeta y editora. Ha publicado: Afán de fuga, Seis cancioncillas (de agua salada) y otros poemas, La última batalla, Una palabra brilla en mitad de la noche y Dos veces extranjeros. Publicaciones de poesía: Huecos de araña, Primaveras cortadas, Del corazón de la col y otras mentiras, Anémona y País de la siguaraya. Codirige Candela Review. Poeta, narrador y periodista. Ha publicado en poesía: Temeré por mí al final de estas líneas, Canciones de un barrio en la frontera y Barrio Blues.


AUTORES

LAUREN MENDINUETA (Barranquilla, Colombia, 1977)

Ha publicado quince libros, entre poesía, ensayo, biografía y traducciones. La editorial Animal Sospechoso acaba de publicar su obra Una visita al Museo de Historia Natural.

GUILLERMO MOLINA MORALES (Zaragoza, España, 1983)

Poeta, docente e investigador radicado en Bogotá, Colombia. Ha publicado Estado de emergencia, Epilírica y mar caníbal (con el que obtuvo el iv Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro 2021).

ESTEBAN MOORE (Buenos Aires, Argentina, 1952)

Poeta, ensayista y traductor. Autor de una decena de libros de poesía. Poemarios más recientes: Veinte años no son nada, Pruebas al canto, Poemas –1982-2007–, Selección poética y Las promesas del día y otros poemas.

LAURA LÓPEZ MORALES (Córdoba, Argentina, 1976)

Libros publicados: También afuera es todo esto, Las desperdigadas minucias y La Médula. Coorganiza el Espacio Poesía de la Feria del libro de Córdoba.

AMALIA MORENO (Medellín, Colombia, 1988)

Poeta artista plástica. Ha publicado los libros Los 16 motivos del lobo (2015) y Tal vez hoy sobre mañana (2020), que recibió el premio Arcipreste de Hita.

AMÉRICO OCHOA (El Salvador, 1960)

Poeta y escritor. Ha publicado en poesía: A la hora del sol, Equinoccio, Círculos viciosos, Los bramidos del toro y Troncos de mar; y las novelas: El parnaso y Ángeles.

HELLMAN PARDO (Bogotá, Colombia, 1978)

Poeta y editor. Entre sus libros más recientes se cuentan: Reino de peregrinaciones y la antología He escrito todo mi desamparo. Por su libro Física del estado sólido recibió el Premio de Poesía Ciudad de Bogotá 2020.

MARIA DO ROSÁRIO PEDREIRA (Lisboa, Portugal, 1959)

Poeta, escritora y editora. Entre sus libros publicados se destaca su antología Poesia reunida, que en 2012 ganó el premio de literatura de la Fundación Inês de Castro.

OSVALDO PICARDO (Mar del Plata, Argentina, 1955)

Poeta, docente, traductor e investigador universitario. Director de la revista La Pecera. Algunos de sus libros de poemas publicados: Quis quid ubi: Poemas de Quintiliano, Una complicidad que sobrevive y 21 gramos. Autor de ensayos y crítica literaria para publicaciones de su país y el extranjero.

MARTÍN PRIETO (Rosario, Argentina, 1961)

Poeta y docente. Integró el Consejo de Redacción de Diario de Poesía (1986-2001). A la fecha ha publicado seis libros de poesía, entre ellos, Verde y blanco, La música antes, La fragancia de una planta de maíz y Los temas de peso.

JUAN PABLO ROA (Bogotá, Colombia, 1967)

Poeta, traductor, editor. Ha publicado los libros de poesía Ícaro, Canción para la espera, El basilisco y Existe un lugar en donde nadie. Dirige la editorial Animal Sospechoso.

ROBINSON QUINTERO OSSA (Caramanta, Colombia, 1959)

Poeta, ensayista y periodista literario. Libros de poemas: De viaje, Hay que cantar, La poesía es un viaje, El poeta es quien más tiene que hacer al levantarse, Los días son dioses –antología– y El poeta da una vuelta a su casa. En 2020, la Universidad de Antioquia publicó su poesía reunida con el título Invitados del viento.

ARMANDO ROMERO (Cali, Colombia, 1944)

Poeta, narrador y crítico literario; vive en los Estados Unidos, donde es profesor de Literatura. Ha publicado numerosos libros de poesía, narrativa y ensayo, entre los primeros: Cuatro líneas, Hagion Oros-El Monte Santo, De noche el sol, Amanece aquella oscuridad y El color del Egeo.

JULIO SALGADO (Frías, Santiago del Estero, Argentina, 1944)

Entre sus libros se cuentan: Escrito sobre los animales solitarios, Agua de la piedra, Caja de fuego, El ave acuática, Trampa natura, Doble cielo, Frías/Catábasis y Monte.

ABELARDO SÁNCHEZ LEÓN (Lima, Perú, 1947)

Sociólogo, poeta y periodista. En poesía ha publicado, recientemente: El habitante del desierto, Grito bajo el agua, El mundo en una gota de rocío y Oh túnel de la herradura.

ROCÍO SILVA SANTISTEBAN (Lima, Perú, 1963)

Activista, escritora, profesora y periodista. Ha publicado siete libros de poesía, dos de narrativa y varios libros de ensayo. Actualmente es congresista del Perú.

ANTONIO SILVERA ARENAS (Barranquilla, Colombia, 1965)

Poeta, docente, editor. Autor de los poemarios Mi sombra no es para mí, Edad de hierro/Mi sombra no es para mí, Cuesta trabajo, El fantasma de la alondra y Universos.

ALEJANDRA SOLÓRZANO (Guatemala-Costa Rica, 1980)

Poeta, docente y productora artística radicada en Costa Rica. Autora de los libros Detener la historia y Todo esto sucederá siempre, aparece en diversas antologías de América.

MARIANA SUOZZO (San Justo, Bs. As., Argentina, 1982)

Ha publicado en poesía los libros: Mark en el Espacio, Día Tras Día, Día Tras Día más Bonus Track, Cuando la forma del día desvanece y Mark en el espacio y Día Tras día (reedición).

ELA URRIOLA (Panamá, 1971)

Escritora, pintora, filósofa y docente. Es autora, entre otros libros, de La nieve sobre la arena, Agujeros negros, La edad de la rosa y El vértigo de los ángeles.

CARLOS VITALE (Buenos Aires, Argentina, 1953)

Poeta y traductor. Licenciado en Filología hispánica y Filología italiana. Ha publicado: Unidad de lugar, Descortesía del suicida, Cuaderno de l’Escala, entre otros.

ANA WAJSZCZUK (Buenos Aires, Argentina, 1975)

Poeta, editora, periodista. Obras de poesía publicadas: Trópico Trip y El libro de los polacos. Chicos de Varsovia fue elegido como uno de los «20 libros latinoamericanos del año» por el diario El País (España). ULRIKA 68 |

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