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Poesía Mexicana Contemporánea JOSE EMILIO PACHECO • JAIME SABINES • ALI CHUMACERO • ROSARIO CASTELLANOS JAIME GARCIA TERRES • JOSE CARLOS BECERRA • GABRIEL ZAID Y OTROS DESPUES DE OCTAVIO PAZ • GREGORY CORSO POR ESTEBAN MOORE
CO~TE~IDO
ULRIKA REVISTA DE POESIA
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EDITORIAL Por Rafael Del Castillo Matamoros ...... ... ..... ............. ................... 1 POESIA MEXICANA CONTEMPORANEA Un árbol bien plantado mas danzante: Homenaje a Octavio Paz Por Javier González Luna .......................................................... 4
Poesía mexicana: dos promociones apenas vistas (1920 - 1940)
Licencia de Mingobierno: No. 00918 ISBN: 0120-7679
Por Pedro Serrano ............... .... .. .. ... ... .. .... .. ... ......... .... ............... 9
E-mail: ulrika@coll.telecom.com.co A.A.: 67741 Santafé de Bogotá Colombia, Suramérica
Alí Chumacera ...................................... ..... ...... ..... .. ................ 13 Rubén Bonifaz Nuño .. ........ .... ........ .... ...................................... 15 Jaime García Terrés .................... ............... ... ..................... ..... . 17 Rosario Castellanos ................................................... ..... ... .... .. 19 Jaime Sabines .... .............................. .. ... ............................... 21 Tomás Segovia ....................................................................... 23 Eduardo Liza/de ...................................................................... 25 Gabriel Zaid ............................................ ............................... 27 Gerardo Deniz ............ .... .................... .... ................................ 29 José Carlos Becerra ............................... ..... ... .. ... ... ..... .. ... ........ 33 José Emilio Pacheco ................................................. ............... 35
Muestra de poesía mexicana (1920 - 1940)
DIRECTOR: Rafael Del Castillo Matamoros. CONSEJO EDITORIAL: María Mercedes Carranza, William Ospina, Samuel Jaramillo, Guillermo Martínez, Jotamario Arbeláez, Nicolás Suescún. EDITORES: Mauricio Contreras Hernández y Juan Pablo Roa Delgado. DISEÑO: Fernando Del Castillo Matamoros. REDACCIÓN: Osear Pinto Siabato. COLABORADORES: Mario Rivero, Rogelio Echavarria, Fernando Charry Lara, Darío Jaramillo Agudelo, Juan Gustavo Cobo Borda, Gustavo Adolfo Garcés, John Fitzgerald Torres, Pedro Badrán Padauí, Evelio José Rosero, Hernando Cabarcas · ARGENTINA: Daniel Samoilovich (Diario de Poesía), José Luis Mangieri (Editorial Tierra Firme), Rodolfo Alonso • BRASIL: José Paulo Paes • COSTA RICA: José María Zonta • CUBA: Pablo Armando Fernández, César López, Efraín Rodríguez Santana • CHILE: Eduardo Llanos ECUADOR: Edwin Madrid • ESPAÑA: Abelardo Linares, Jesús Munarriz, Rosa Lentini, Ricardo Cano Gaviría • ESTADOS UNIDOS: Juan Carlos Galeano · MEXICO: Alejandro Aura, Ricardo Castillo, Eduardo García Aguilar · PERU: Enrique Sánchez Hemani, Luis La Hoz • URUGUAY: Rafael Courtoisie · VENEZUELA: Juan Calzadilla, Yolanda Pantin. VALOR DEL EJEMPLAR: $7.500.oo
ULTIMA HORA DE LA POESIA COLOMBIANA Raúl Henao .. .......................................................................... 38 Fernando Rendón ... ...... .. ........ ..... ... .. ...... ................................. 39 Alberto Verán ........... .. ... ... .. .... .. ... .. .. .... .. .... .... ....... .. ..... .. ...... ... 40 John Sosa .. ......... ......... ......................................................... 41 Armando Valencia ................. ............................ ... ... ... ............. 42 Omar Castillo .......................................................... ... ............ 43 Orlando Gallo ......................................................................... 44
GREGORY CORSO POR ESTEBAN MOORE ............................. 46
VARIA
Afuera pasa el siglo Por Samuel Jaramillo .............................................................. 52
El Basilisco Por Fernando Linero .................. .. ........... ... .............................. 54
Traductores de poesía en Colombia ........................................... 56 Alumbraba la noche Por Laura Restrepo ... ............................................................... 57
Renovar el lenguaje de la tribu Por Mauricio Contreras Hernández .......... .................................... 59
Noticias sobre esta edición ...................................................... 60
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EDITORIAL
ontra lo que jamás hubiera podido pensarse, en nuestro país el sindicalismo se ha vuelto de rigor. Más aún, algunos mandos medios de ciertas instancias del Estado se han convertido en promotores y sostenedores de asociaciones de dicha índole. Como en el poema de Brecht traté de mantenerme al margen: siempre que venían a reclutar a alguien para algún sindicato yo decía: no importa, eso no es conmigo ... Pero cuando un poeta ha hablado es cosa de tomarlo en serio. Así que han venido por mí. Desde hace veinte años edito una revista de poesía: el género menos gregario de la literatura, el más hosco, el más independiente. Hago una revista, decía, y bien que mal cada cierto tiempo puedo brindar -a veces con largueza- por su más reciente número. Sin embargo, en los últimos tiem-
pos me han empezado a negar los avisos con los cuales podía editarla: sindicalíza te, me dice todo el mundo: los impresores, los anunciadores, los distribuidores e incluso algunos de mis más cercanos colaboradores (sic). En un principio me negué a creer que mi país pudiese estar llega ndo a esos estadios de la democracia, mi país: el reino del analfabetismo, la represión, el hambre, la desigualdad y la corrupción. Aterrado ante el tipo de monstruosidad que podría surgir de ese caldo de cultivo acudí entonces, a fin de agotar el último recurso, a la cabeza de la entidad del Establecimiento que más tiene que ver con mis actividades: el Ministerio de la Cultura. Así, a través de una carta solicité apoyo para Ulrika, como revista independiente: con toda amabilidad el señor Ministro respondió a la misiva enterándome de que el decreto 2209 / 98, en el artículo 6, declara prohibida la celebración de contratos de publicidad
con cargo a los recursos del Tesoro Público. Creo con toda firmeza en la probidad de la respuesta del señor Ministro, aunque yo no estaba pidiendo apoyo mediante avisos publicitarios. Sin embargo sé de cierto que desde hac e varios años algunas revistas (¿asociadas?) reciben apoyo y en contraprestación publican en sus páginas algo que en mis años mozos escuché llamar avisos institucionales. o me cabe la menor duda de que el anterior es un mico que -al mejor estilo de nuestro democrático país- le están metiendo al señor Ministro (¡Pero si se los meten hasta al señor Presidente!) . Ya no soy joven como para luchar a brazo partido contra viento y marea ¿Qué me queda mis queridos lectores sino sindicalizarme? Es posible que no me acepten ya por lo que he dejado dicho, es previsible y seguramente estatutario: todo buen sindicato debe afinar sus mecanismos de represión toda vez que su principal función es la de velar, y con absoluta firmeza, por los intereses de las mayorías: desde ya acato, entiendo ...
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LOS PREMIOS Y LOS ESTÍMULOS que otorgan las instituciones oficiales en el ámbito de la literatura y el arte siempre han sido algo así corno una piedra en el zapato de sus por lo general bien intencionados impulsores. Lo anterior se acentúa tanto más, cuanto más significativc es el monto de la bolsa en disputa. Desde las páginas de esta revista hemos defendido los premios en general, aún cuando el pretexto para ello fue uno particularmente polémico. En aquella oportunidad anotábamos que si bien un premio dado constituye un reconocimiento para quien lo obtiene, es también el homenaje implícito a una estética específica: la del jurado escogido. Hasta aquí no creo descabellado el que haya los que compartan tal posición. El problema sobreviene cuando quienes reciben los premios y los estímulos empiezan a ser siem-
pre los mismos ... No voy a negar el hecho de que -sobre todo en nuestro país- existan personalidades 11111y brillantes. La incertidumbre surge cuando éstas ern piezan a ser arte, y además parte ... Así, no es extraño -y tampoco un gran secreto- que un año haya quien actúe como miembro del jurado y al otro, saldados sus honorarios corno tal, reciba una indudablemente muy merecida beca; que se dé el prodigio de que en una versión se premie a uno de nuestros talentosos escritores en un género y en la siguiente se le dé en otro, para más adelante otorgarle de ñapa su beca; que ciertos becarios presenten el fruto de su esfuerzo a concurso y al resultar premiados haya quien anote que ello se debe a la excelencia de esos ciertos becarios. ¿Y por qué no si son intelectuales tan eminentes? se dice a sí mismo este hijo de vecino. Pero también se dice, con sólo el ánimo de allanar caminos ¿no sería más fácil que se dejasen de publicar los elegantes y sin duda costosos folletos de las convoca-
torias y más bien se otorgase sin tanto eufemismo un subsidio permanente para lo más granado de esa inteligencia nacional que al parecer ya se tiene muy bien ubicada? Además, de esta manera se evitaría a tanto despistado soñador que hay por ahí, el incurrir en el insulso rito de fotocopiar y empastar sus impresentables mamotretos; para no hab lar de la casi que humillante compilación y multicopiado de cuanta nota de prensa, reseña o desganada referencia se hayan producido sobre obras que a fin de cuentas nunca habrán de alcanzar la esquiva y por lo demás ya muy bien circunscrita gloria nacional... Seguramente de todo esto iba a dar luces el también galardonado novelista, cuentista, poeta, crítico, ensayista, cineasta, periodista y humorista Hugo Chaparro Valderrarna -como se ve, la encarnación del más caro sueño de su tan querido Frankenstein- durante la pasada Feria Internacional del Libro de Bogotá en su charla sobre Premios y estímulos. Pero nadie se hizo presente: quien quiera diría que ya todo el mundo conoce las reglas del juego ...
con todo, Urika ahí. Esta vez iniciando su apartado sobre poesía latinoamericana con dos textos en torno y/ o a partir del gran escritor Octavio Paz y cerrándolo con una breve muestra de poesía mexicana contemporánea. En el espacio dedicado usualmente a la poesía colombiana de hoy, querernos destacar las voces de Raúl Henao, Fernando Rendón, Ornar Cas-
tillo, John Sosa, Samuel Jararnillo y Santiago Mutis, dueños de un tono cuya raigambre, aunque matizado por registros muy personales, se puede rastrear en el surrealismo. Desde otro ángulo, el de la sencillez profunda, los poemas de Orlando Gallo, al lado de la obra en marcha de Armando Verón, Juan Pablo Roa y Mario Armando Valencia. Gregory Corso, miembro de la ya casi mítica generación beat, nos habla aquí a través de las versiones del también poeta y traductor argentino Esteban Moore.
Cito, para finalizar y como colofón de lo dicho más arriba, la estrofa final del último poema que de Corso publicarnos en este número de Ulrika:
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No tengo representante Me disgusta la idea de un poeta con representante Si11 embargo Ginsberg y Ferli11ghetti, tienen los suyos Y hacen montones de plata con ellos Y también se hacen famosos ¿Quizás debiera contratar un represen tan te? ¡Wow!
De ningún modo Gregory, Quédate cerca del poema Rafael Del Castillo Mata111oros
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Poesía mexicana contemporánea
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UN ARBOL BIEN PlANTADO MAS DANZANTE: HOMENAJE AOCTAVIO PAZ
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a figura de Paz ha sido ampliamente capturada en la imagen del intelectual, desconociendo con ello lo que él consideró como su verdadera vocación: la de poeta. o es este el momento para discutir las razones por las cuales en nuestro medio sigue practicándose una especie de canibalismo intelectual que deforma a capricho el sentido de una obra e incluso las manifestaciones puntuales de una figura prominente, sin apelación ni contexto ¿Por qué razón los críticos y comentaristas se detienen de manera incisiva queriendo revelar no se qué contradicciones ideológicas o insuficiencias académicas en la obra de Paz? Digamos solamente que algunas de estas opiniones parecen d ictadas por la desproporción y la revancha de vidas áridas inmersas en el dogmatismo y la soberbia escolar. Queda por verse la fascinación que la figura del
intelectual ejerce sobre los medios literarios y artísticos en América Latina; como si el artista se sintiera siempre en deuda frente a un discurso ideológico omnipresente. Por lo demás el mismo Paz defendería el derecho de aquellos que critican su pensamiento. El derecho del adversario de hablar y desplegar su diferencia. Pero esa razón de principio no nos impide advertir que algunas de esas críticas, que se han manifestado con eco en nuestros medios de comu-
nicación, resultan ruines y desproporcionadas frente a la figura que quieren demoler. Lejos del catarro de periodistas y profesores la obra de Paz tiene ya un lugar en la literatura universal, reconocido y saludado por artistas del mundo entero . Yo mismo me sentí atraído, en un comienzo, por esa imagen del intelectual. Y cómo no estarlo cuando a
todas luces en el terreno de la diferencia de culturas, de la polémica entre sistemas de pensamiento, de la apertura a otras ideas y tradiciones, los libros de Octavio Paz nos invitan a dar también una opinión sobre la historia, sobre la filosofía y sobre el siglo. Pero vuelvo a recordar que todas esas investigaciones en la filosofía, en el arte, en la historia de las religiones, interesan principalmente a Paz como fuego para su trabajo poético. Mi participación en este acto se limita en consecuencia a comentar brevemente mi lectura de un aspecto de la obra lírica de Paz y de manera puntual a recorrer las páginas del úl timo libro de poemas que publicó en 1987, bajo el título de Arbo/ adentro.
La obra lírica de Paz se extiende entre todos los movimientos y poéticas del siglo XX y sería absurdo pretender agotar aquí su extensión y variedad. Desde Luna silvestre, de 1933, publicado a los diecinueve años, hasta este texto de años más recientes, Paz se involucró activamente con las nuevas ideas y las prácticas de escritura que le han dado vida a la poesía de nuestro siglo: Vanguardia, Surrealismo, lectura de poetas norteamericanos e ingleses ; descubrimiento de la poesía oriental y de la tradición española. Paz explora todas esas formas con el único propósito de afirmar en ellas un concepto vivo de la poesía, lejos de las preceptivas y los compromisos de escuela. En sus escritos teóricos nos habló de una poesía de la tradición de la ruptura, en la que el poema se configura siempre nuevo para llegar al lector con palabra renovada. La historia de los libros de poesía publicados por Paz, sus cambios a través de las diferentes ediciones, pueden darnos idea de esa búsqueda y ese compromiso. Libertad bnjo pnlnbra, Semillas pnm 1111 himno, Ln estación violenta, Snln111nndra, Ladera este, son libros que ya tienen su lugar en la poesía hispanoamericana y que vienen a confluir en la arquitectura vegetal de Arbol adentro. Vayamos directamente a la presentación del libro, en su edición francesa, citada por la revista El Pnsen11te: Este libro tiene In forma de un árbol de cinco ramas. Sus raíces son mentales y sus hojas son si1nbas. Ln primera rama se orienta lzacin el tiem po y busca la perfección del instante. La segunda habla con
circular, tiempo lineal, tiempo instantáneo, la línea temporal se proyecta y se fracciona en la discontinuidad de los instantes, puntos fugaces en los que parece insinuarse por un momento la presencia del ser. El tiempo del poema es el tiempo del sujeto, no el de la historia. Y el tiempo de ese sujeto es el que se vive como instante, como un entre. De esta rama del árbol poético quisiera leer dos breves fragmentos, dos poemas que van directamente a esa fractura del tiempo que es la perfección del instante. Intervalo y Entre irse y quedarse.
los otros árboles, sus próji111oslejnnos. Ln tercera se co11te111pln y no se ve: In muerte es transparente. La cuarta es 11nn conversación con imágenes pintndns, bosque de vivientes pilnres. La quinta se inclina sobre un manantial y aprende las palabras del silencio. La figura cósmica del árbol recoge en sí la fuerza y la arquitectura de la escritura poética que Paz cultivó. Arquitectura, para reflejar en el poema las correspondencias y armonía que son las raíces mentales de la s que brota el árbol poético. Raíces y ramas que son ante todo pulsos de la palabra, organismo que se configura con el susurro del lenguaje, de las hojas que activan la vitalidad de la carne, de la madera. El árbol recoge palabras y expulsa vida. Anteriormente Julio Cortázar, resumió esa conjunción de geometría y vitalidad al referirse a la
obra de Paz como una estrella de mar. El mismo poeta nos vincula ahora, con la visión del árbol, a una cosmología que integra el trazo y la vida, la palabra y los actos que nos sumergen en la materia de la vida-muerte, del yo-tú, de la palabra-silencio. Volvamos entonces a la arquitectura del árbol: Ln primera rama se orienta lrncin el tiempo y busca la pe,jección del instante. La rama que se orienta hacia el tiempo se acuerda con el pulso íntimo del árbol y nos permite alcanzar una aprensión cierta del tiempo en el momento mismo de su desasimiento; poseemos con ello el tiempo perso nal , nuestra apropiación de la existencia fugaz en el instante. Este aspecto instantáneo del tiempo en Paz es importante considerarlo también al estudiar su pensamiento sobre la Historia. Tiempo
Hechas de tiempo, no son tiempo; son In hendedura, el intersticio el breve vértigo del entre donde se abre la flor diáfana. Se disipa el instante. Sin moverme, yo me quedo y me voy: soy una pausa. La segunda rama es la que se ordena hacia los árboles, sus prójimos. Rama de la alteridad y del vehículo que la hace posible: la palabra. Quisiera llamar a esta la rama mallarmeana, de la disolución del yo y el surgimiento de la Otredad en el espacio del poema; arte del cuestionamiento de la palabra y la instauración del silencio como horizonte, emisor de signos y sentidos.
Lns palabras son puentes. También son trampas, jaulas, pozos. Yo te hablo; tú no me oyes ... No hablo contigo: hablo con una palabra.
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La palabra se dirige al otro y se disuelve en él. Un otro incierto. Otro que no es siempre otro mismo, un mismo otro sino que como realidad sensible aparece revistiendo todas las formas y todos los hombres. Alteridad plural, singular, alteridad sexuada. Otro en el que deposito mis deseos y aprensiones. En un caso el otro puede ser la ciudad:
canza en la palabra que superando la fascinación del espejo se hace voz única de la creación poética. El diálogo con los otros, con las imágenes que sembraron identidad y palabra -léanse los poemas dedicados a Lezama Lima, Vasko Popa, Kostas Papaionau- es también una forma de reconocer la propia figura, de hacer el balance de la propia tarea.
... estamos en la ciudad, no podemos salir de ella sin caer en otra, idéntica aunque sea distinta, hablo de la ciudad inmensa, realidad diaria hecha de dos palabras: los otros: y en cada uno de ellos hay un yo cercenado de un nosotros, un yo a la deriva.
Has vuelto a ser lo que fuiste antes de ser José Lezama Lima el bien y la ausencia en una sola imagen. 5(, tu eres la gran boa de la poesía de nuestra lengua que ni enroscarse en sí misma se incendia Sí, tu eres el guardián del
Pero de ese otro anónimo, sin cara, sin nombre la palabra puede hacer un prójimo, un tú que se configura en otro rostro, en otro cuerpo. La alteridad como mera oposición cognitiva se resuelve en un yo-tú erótico. Entrecruzamiento de ramas. De Poema:
A veces la poesía es el vértigo de los cuerpos y el vértigo de In dicha y el vértigo de la muerte ... la idolatría al yo y la execración al yo la degollación de los ep(tetos; el entierro de los espejos. El otro, en fin, pudiera ser el sí mismo; la imagen de la identidad alcanzada finalmente por esa degollación del yo y el reconocimiento de sí en la obra conjunta con los otros. La identidad se al-,.• ..,. ......,.¡J"'i"tl.,·t· . . . . . . . .
Spermatikos Lagos
La tercera rama es la que se orienta hacia la transparencia de la muerte. El árbol emite su más fuerte pulso encarnando los signos del aniquilamiento y la perdida del sentido en la perspectiva agónica . El tiempo fugaz y sin destino, la identidad siempre inasible en la multiplicidad de los espejos, la muerte se plantea con todo su poder a la mirada del poeta. Desde muy temprano Paz se involucró en la interrogación de la esfinge y el desciframiento de los signos de la fatalidad y la tragedia en la condición humana. Su encuesta lo lleva a los mismos descubrimientos de Novalis, de los trágicos griegos, de las prácticas tántricas, de la filosofía de Heidegger. Pero avanzando más allá de la constatación del ser para la muerte, el poeta pre-
tende descifrar el sentido y la complementaridad de es te signo. Junto con Novalis, encuentra que de la oscuridad de la experiencia agónica el poema revela un juego cósmico en el que la muerte también alcanza transparencia. El mundo de abajo, de las sombras, se compenetra con el cielo iluminado integrando la polaridad vida-muerte.
La palabra del hombre es hija de la 111 uerte. Hablamos porque somos mortales: las palabras no son signos, son años. Pero este trato con la muerte que Paz desarrolla a lo largo de toda su obra tiene sus fuentes en una tradición más próxima que la reflexión agónica de la filosofía. Tiene su origen en los mejores momentos de la poesía española. Desde Quevedo y San Juan hasta García Larca, de Gorostiza a Jorge Gaitán Durán, la poesía hispanoamericana ha llevado adelante esta navegación entre la sombra de la muerte para devolvernos su transparencia y reconciliación con las manifestaciones de la vida. De allí este Díptico con tablilla devota, uno de los poemas mayores de Arbol adentro y que recoge en su organización, en las figuras que evoca y en la irradiación de su pensamiento, las mejores voces de la tradición hispánica. Díptico que en su primera versión sellamaba secamente Ejercicio
preparatorio. La hora se vacía. Me cansa el libro y lo cierro. Miro sin mirar por la
ventana Me espüm 111is pensamientos. Sin 110111bre, sin cara sin decir: he llegado llega ... Seiiora de las reticencias que dice todo cuando dice nada, Seiiora sin 110111bre, sin cara .. . la 111uerte que yo quiero lleva 111i nombre tiene mi cara
Y más adelante:
No he sido D011 Quijote, no deshice ningún entuerto (aunque a veces me han apedreado los galeotes) pero quiero como él, morir con los ojos abiertos. Morir sabiendo que 111orir es regresar adonde 110 sabemos, adonde,
sin esperanza, lo espera111os . Morir reconciliados con los tres tiempos y las cinco direcciones, el alma -o lo que as( lla111amosvuelta u1za transparencia. La cuarta rama es evidentem en te la Baudelariana, la de los bosques de vivientes pilares. Son las conversaciones con las obras. El Paz que como Baudelaire sintió el llamado de la vida desde la creación. Libertad
absoluta del espíritu para manifestar su transparencia bajo la forma del cuadro. La sección incluye un breve recorrido por el museo mental de Paz. Artistas y pinturas en las que la obra se sobrepone a las servidumbres de la representación para ser ella mism a una realidad orgánica, un signo viviente. Dice así en su homenaje a Miró:
Las dos seiioritas que guardan la entrada a la puerta de las percepciones: Geo111etrfa y Perspectiva, se hab(an ido a tomar el
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fresco del brazo de Miró can tan do II ne etoile caresse le sei11 d'1111e negresse. Siguiendo la enseñanza de Baudelaire el cuadro no se detiene en el espacio simple de la mirada sino que llama la atención de todos los sentidos; el sentido de sus correspondencias físicas y simbólicas. En el poema La vis ta , el tacto dedicado a Balthus podemos leer:
... la luz palpa los frutos y palpa lo invisible, el cántaro do11de beben claridades los ojos, llama cortada en flor y vela en vela donde la 111ariposa de alas 11egras se quema. O en las Diez líneas para Antoni Tápies, donde el poema se confunde con la Escritura indeleble del incendio que es el cuadro; y la fusión entre texto y obra plástica indica la manifestación de una poética desbordando los límites entre los géneros y las disciplinas artísticas. En esta sección llamada precisamente Visto y dicho Paz no se limita tan solo a los homenajes y evocaciones de grandes pintores (se encuentran también Marce! Duchamp, Alechinsky, Bob Rauschemberg) sino que él mismo toma la escritura para componer cuadros, imágenes visuales. Los tres últimos poemas Paraje, Cuatro chopos y La casa de la 111irada, certifican la recíproca visión del cuadro como texto y del poema como pintura e iluminación del mundo:
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El amarillo se desliza al rosa, se i11sinúa la noche e11 el violeta. Entre el cielo y el agua hay u11a franja azul y verde: sol y plantas acuáticas caligrafía llameante escrita por el viento. Digamos para concluir el recorrido por esta cuarta rama que el tema de lo visual, o la visualidad, es importante en Paz para el desentrañamiento de su concepto de la poesía. Desde la experiencia de los Discos visuales, Paz siempre consideró la poesía como una realidad de orden visua l más que gráfico; revelación que interroga el valor del texto impreso hasta llegar al cuerpo como emisor de signos, como lugar de la escritura.
... con los ojos cerrados, con mi tacto y 111i lengua, deletreo en tu cuerpo la escritura del mismo. Un saber ya sin nombres: el sabor de la tierra ... Confluimos con este poema en la quinta rama cuyas arborescencias sostienen la metáfora central del árbol. La analogía árbol-cuerpo, que subyace a la arquitectura del libro y
resume para nosotros el pensamiento poético de Octavio Paz.
Chorro de luz: un pájaro cantando en la terraza. E11 los valles y 111011 tes de tu cuerpo amanece. La dialéctica de los signos cuerpo no-cuerpo fue formulada muy temprano por Paz y en ella conflu yen de manera sensible todas las preocupaciones de su obra. El sujeto, la alteridad, el instante, la palabra; todos estos temas encuentran su lugar en el abrazo que funda el mundo.
El amor comienza en el cuerpo ¿dónde termina? Si es fantasma, encarna en un cuerpo; si es cuerpo, al tocarlo se disipa. En la Llama doble Paz estudió los desdoblamientos complejos de esa realidad que se disipa al tocarla. Sexo, erotismo, amor, suce-
sivos anillos de la espiral que asciende hacia la plenitud del ser y la aprehensión maravillada del instante. El cuerpo es también realidad mental que hace posible el baño en la fuente, la iniciación a una vida que es alegría, reconciliación del hombre con los signos.
Tal vez amar es aprender a caminar por este mundo. Aprender a quedarnos quietos como el tilo y la encina de la fábula. Aprender a mirar. Tu mirada es sembradora. Plantó un árbol. ... Yo hablo porque tú meces los follajes.
POESIA MEXICANA: DOS PROMOCIONES
APE~AS VISTAS (1920 -1940)
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a presencia e influencia de Octavio Paz campearon por la cultura mexicana desde la aparición de El laberinto de la soledad hasta la publicación de sus últimos escritos. Heredero casi único de los poetas que conforman el grupo de Los contemporáneos (Villaurrutia, Gorostiza, Novo, Cuesta, Pellicer y Owen, quien vivió en Bogotá), y tempranamente desaparecidos o silenciados éstos, Paz se convirtió en la personalidad literaria más influyente de nuestro país durante cuarenta años, para bien y para mal. Para mal, porque a pesar de su calidad como escritor y amigo de sus amigos era un hombre que solicitaba la incondicionalidad y sed u cía hasta el silencia miento. Para bien, porque provocó polémicas y discusiones que han sido muy fecundas en la vida cultural mexicana, y porque puso el ejemplo no de cómo escribir, sino del rigor que se necesita para que tal escritura no se convierta en repetición y conformismo. Esto, más que hacer de Octavio Paz un centro absoluto y originario del cual saldrían las distintas ramas de la poesía mexicana actual, provocó la inhibición de lecturas divergentes sobre la poesía mexicana. Su abrumadora presencia no impidió la aparición y per-
sistencia de otras voces poéticas, pero sí opacó su repercusión y sesgó su lectura. La discusión, incluso imaginaria, es distinta si una persona está viva a si ya ha muerto. Y la muerte de Paz ha hecho que el panorama de la poesía mexicana cambie de golpe. Lo que sigue es una primera incursión en esta nueva realidad, que tiene muchos años de existir, pero que permanecía oculta. Mostraré brevemente algunas relaciones y diferencias de varios poetas nacidos durante la década de 1920 y 1930. Estos poetas no formaron ningún tipo de grupo, ni se reunieron alrededor de ninguna revista. Es más, muchos de ellos no se sentirían muy cómodos al lado se sus contemporáneos, pero tales enconos y animadversiones no cancelan las coincidencias. A partir de la construcción que hacen de la ciudad, es posible ver que los poetas nacidos en los años veinte comparten una
poética, y cómo ésta se va a modificar en los poetas nacidos en la década siguiente. La noción de década es tomdda aquí de manera laxa, e incluye en ambos casos poetas nacidos un poco antes . Pero funciona como red organizadora. La ciudad, como estructura o construcción retórica (es decir como espacio emocional del lenguaje) cumple una función central en la poesía de la modernidad, aunque no siempre actúa de la misma manera. Aunque no pretendo extenderme en la historia de esta relación que se inicia en Baudelaire, para alcanzar cierta claridad argumentativa vale la pena señalar que la ciudad, para el poeta, funciona en dos niveles entremezclados: es una extensión compleja de su propio yo, y al mismo tiempo es una intrusión de lo exterior -o de los otros- en el espacio de su intimidad. Lo que es interesante es que esta relación es muy distinta en los dos grupos de poetas estudiados. En los nacidos en la década de los veinte se da continuamente una disgragación del yo al enfrentarse con la ciudad, mientas que en el segundo caso esta disgregación sufre una ironización -y por lo mismo un distanciamiento- que permite establecer una nueva relación con la ciudad y una nueva postura de la voz poética. ■ •mmt•WI
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espués de Octavio Paz y de Efraín Huerta, su amigo de juventud y compañero de afanes editoriales en la revista Taller, el primer poeta de esta promoción es Alí Chumacera (1918). Con él se inicia este grupo formado también por Rubén Bonifaz Nuño (1923), Jaime García Terres (1924 - 1996 ), Jaime Sabines (1925), Rosario Castellanos (1925 - 1971) y Tomas Segovia (1927). Es interesante notar que en un país en el que los poetas tienden a iniciarse en racimos, las carreras literarias de estos escritores fueran totalmente independientes y divergentes. Alí Chumacera elabora una poesía que destila varias de las vertientes originadas en Los contemporáneos. La obra de Bonifaz Nuño construye una amalgama muy particular e intrincada de esoterismo, vida urbana y las culturas latina, griega y Nahuatl (acaba de aparecer, por ejemplo, su traducción de La Ilinda al español). Jaime Terrés coincide con él en el interés por el esoterismo (dedicó un libro al estudio de este tema en la obra de Gilberto Owen) y por la cultura griega, sólo que en su caso el estudio se centra en los poetas de este siglo, a los que tradujo con esmero, pero su obra y su vida van por caminos al mismo tiempo menos desgarrados y más cosmopolitas. Sabines y Castellanos comparten una poesía que podría llamar cruda, en la que la cotidianidad nunca pierde su lado rasposo. YTomas Segovia, nacido en España, construye una obra alrededor del desarraigo y la fidelidad. Todos estos poetas vivieron la primera expansión de la ciudad de México, y cumplen en poesía el afán que está detrás de la primera narrativa de Carlos Fuentes. Si en algo coinciden sus poemas es en el intento por mostrar la
ciudad que vivían, no como narraciones alegóricas, sino como extensiones de la experiencia individual. Veamos algunos ejemplos:
Snln o peste Que dejn la ciudad e incendia calles Y alcobas sin historia, propicias luego ni súbito Nacer de la amargura (Alí Chumacera, Palabras en Reposo, México, FCE, 1956)
Tolvanera del narcotizado, Saliva de petróleo, sombra, Vertida en humo para el día. Amanzadora, la fatiga Con su miel a traición sofoca Las fauces perrunas de la rabia.
Y entre la multitud yo era como el perro Q11e ofende con su sarna y sufornicación Y s11 ladrido inoportuno, en medio Del rito y la importante ceremonia ... Giro En 11na breve órbita doméstica Pero atín así fermento En la i11rngi11nción espesa de los otros. Mi presencia hn traído Hasta esta so110/ienta ciudad de tierra adentro Un aliento snli110 de aventura. (Rosario Castellanos, Poesía no eres tu, México, FCE, 1972)
Habría que bailar ese danzón que tocan en el Cabaret de abajo, Dejar mi cuarto encerrado Y bailar entre borrachos ... No tengo «hambre de amor» pero no quiero Pasar todas las noches embrocado Mirándome los brazos, O, apagada la luz, trazando ¡,·neas con la luz del cigarro ... Este cielo de México es oscuro, Lleno de gatos, Con estrellas miedosas Y con aire apretado (Jaime Sabines,
Nuevo recuento de poemas, México, ( Rubén Bonifaz Nuño, As de oros, México, UNAM, 1981)
Bajo «las torres cuyn cumbre amaga » Esta ciudad reduce los colores Al insignificante claroscuro; Cubre sonámbula sus amapolas Y ofrece cardos a la sed furtiva (Jaime García Terrés, Corre la voz, México, Joaquín Mortiz, 1974)
Demasiado temprano Escupí en los lugares Que la plebe consagra para la reverencia.
Joaquín Mortiz, 1980)
En las calles que no duermen La ciudad incansable envilece a la noche La arrastra por los ch areos De sus placeres laboriosos La prostituye en vacantes riveras Que ríos de sonámbulos ultrajan ... De pronto nada dicen las palabras que estábamos diciendo A ningún sitio ,vamos La ciudad no es verdad Cómo pudimos Creer en esa historia ilusionista Llamada nuestra historia No vivimos en lo que vivimos Deliramos de desconsuelo. (Tomás Segovia, Terceto, México, Era, 1972)
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1. Tomás Segovia; 2. Jaime García Terrés; 3. Alí Chumacera; 4. Rubén Bonifaz Nuño; 5. José Emilio Pacheco; 6. Jaime Sabines; 7. Eduardo Liza/de; 8. Gerardo Deniz .
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i el inicio del crecimiento desbocado de la ciudad de México coincide con el desajuste de la intimidad de los poetas antes mencionados, en los siguientes, gue tampoco formaron un grupo, la realción con la ciudad cambia, pues a través de la ironización disuelven la vinculación metonímica gue aparece en los poetas anteriores. Este grupo de poetas va a buscar en otros espacios u otros enseres retóricos una construcción gue pueda dar cuenta de su propia realidad. Eduardo Lizalde (1929), Gabriel Zaid (1934), Gerardo Deniz (1934), José Carlos Becerra (1937 -1970) y José Emilio Pacheco (1939) forman esta segunda promoción. Eduardo Lizalde ha construido una poesía basada en la ironía y el desequilibrio de lo cotidiano: tigres no de papel sino de bares. Tanto en sus poemas como en sus ensayos Gabriel Zaid ha puesto el ojo en zonas desapercibidas de la vida social y política de nuestro país. Gerardo Deniz utiliza su formación científica y su vasto conocimiento de lenguas para hacer una poesía a primera vista difícil y siempre desubicante. José Carlos Becerra inicia en México una poesía muy cercana al ámbito de José Lezama Lima, que continuará más adelante en la obra de David Huerta y de Coral Bracho. José Emilio Pachecio va a buscar en un lenguaje llano una escritura donde la pulsión poética no se separe casi de los datos de la cotidianidad. Pero a pesar de sus diferencias, la relación con la ciudad es muy parecida en casi todos ellos:
Siempre a la sombra del bar El Paraíso, Que arrasarán las obras de rescate del Gran Templo Mayor -indígena revancha-, devorábamos pichones en su jugo, los mejores de la gran Tenochtitlan. Y nos co111ía111os a Hegel, A Kant y a sus abuelos empiristas, Con epazote metafísico a la Marx, a la Hoe/derlin , La Leni11, la Nova/is ... (Eduardo Lizalde, Caza mayor, México, UNAM, 1979) 12 ULRIKA
Soy insensible a su arte. Soy filisteo ante las moscas sinfónicas. Y levanto como arma de la crítica Como aplastante impugnación, el periódico. Oosé Emilio Pacheco,
El silencio de la luna, Era - Casa de Poesía Silva, 1996)
Tienes razón: para qué. Se oye una lengua muerta: paraké. Un portazo en la noche: para qué. Ráfagas agoreras: volar de paraqués. Hay diferencias de temperatura Y sopla un leve para qué. Parapeto asesino: para qué. Cerrojo del silencio: para qué. Graznidos carniceros: para qué, para qué. Un revolver vacía todos sus paraqués. Humea una taza negra de café. (Gabriel Zaid, Cuestionario, México, FCE, 1976)
Para rebasar algunas impaciencias Contemplo la calle y es difícil creer Que todo este jeringaría de color neblina En edificios de costra o lata (y en lo alto se van encendiendo hemorroides febriles) logre dormirse al fin, según tanfo me consta. (Gerardo Deniz, Picos pardos, México, Vuelta, 1987)
Conozco esta ciudad, estos orines de perra, esta piel acechante de gato, Estas calles que he recorrido mirando en silencio lo que me devora. (José Carlos Becerra, El otoiio recorre las islas, México, Era, 1973)
orno hemos visto a partir de estos ejemplos, el espacio urbano es para todos estos poetas un elemento central de reconocimiento y afirmación. La principal diferencia radica en la relación de su intimidad con respecto a ese espacio. La relación inmediata y desgarrada de los poetas de la década de los veinte, en los que la distancia entre intimidad y espacio exterior es nula, se desdobla en el segundo grupo hacia una poesía no más distante sino más crítica, tanto de la ciudad como de sí mismos. Ante la pérdida de centro que vive la ciudad de México a partir de los años sesenta y el deterioro consiguiente de la vida urbana, el humor es un elemento gue les permite sobrevivir y reorganizarse. Estas voces poéticas, cuya obra está ya asentada, necesitan de una crítica que las reorganice y que todavía está por escribirse. Valga esta contribución como un acercamiento.
A Javier González, que me dio la idea.
POEMAS DE ALI CHUMACERO (1918)
Palabras que nacen del vacío o volveré a escuchar su voz y no la sentiré jamás como a mí piel. Mí corazón se incendia a solas cuando advierte que allá donde simula paraísos es ella una evadida, la caricia negada a medianoche, y en mí alma refleja la desesperación de quien en torno mira un horizonte fatigado por espesas tormentas de ternura. Pero esta mano que su pelo tuvo entonces mientras mí aliento hacía su aliento anochecer; y el pañuelo verónica a su rostro, guardián celoso de su imagen húmeda si por las calles íbamos, solos en la ciudad; y sobre todo aquel tumulto que su palabra era, bajo mí lengua detenido eternamente, pálido invasor de los símbolos, música ardida que equilibra la flor del pensamiento, en ráfagas de sombra hoy viven, en muda calma claman su soledad vencida, como ahogados fantasmas levantan su desvelo sobre el misterio de la tierra, abandonándose al recuerdo anegado de su ausencia.
Diálogo con un retrato Surges, amarga, pensativa, profunda tal un mar amurallado; reposas como imagen hecha hielo en el cristal que te aprisiona y te adivino en duelo,
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sostenida bajo un mortal cansancio o bajo un sueño en sombra, congelada. En vano te defiendes cuando tus ojos alzas y me miras a través de un sueño de ceniza, porque en ti nada existe que delate si por tu cuerpo corre luz o un efluvio de rosas, sino temor y sombra, la caída de una ola transformada en un simple rocío sobre el cuerpo. Y es verdad: a pesar de ti desciendes y no existe recuerdo que al mundo te devuelva, ni quien escuche el lánguido sonar de tus latidos. Eres como una imagen sin espejo, flotando prisionera de ti misma, crecida en las tinieblas de una interminable noche, y te deslíes en suspiros, en humedad y lágrimas y en un soñar ternuras y silencio. Sólo mi corazón te precipita como el viento a la flor o a la mirada, reduciéndote a voz a voz aún no erigida, disuelta entre la lengua y el deseo. De allí has de brotar hecha ceniza, hecha amargura y pensamiento, creada nuevamente de tus ruinas, de tu temor y espanto. Y desde allí dirás que amor te crea, que crece con terror de ejércitos luchando, como un espejo donde el tiempo muere convertido en estatua y en vacío. Porque, ¿quién eres tú si no la imagen de todo lo que nutre mi silencio, y mi temor de ser sólo una imagen?
El hijo natural A su pregunta, yo sobre la piel veía los silencios cruzar el transparente origen del pecado. Quizá fue por la tarde o cierta madrugada, cuando el insomnio era escándalo antes y después, y el alma en sordo interrogar de prisionero urdía entre la sombra la varonil espera de la perduración. De su mirar volaban retratos, somnolencias, un rostro femenino en lucha contra el tiempo: ala o peste que deja la ciudad e incendia calles y alcobas sin historia, propicias luego al súbito nacer de la amargura. Noches de perversión derrámanse en sus ojos, materia luminosa de una mujer que en ellos no perdura. 14 ULRIKA
RUBEN BONIFAZ NUÑO (1923)
Nadie sale ... Nadie sale. Parece que cuando llueve en México, lo único posible es encerrarse desajustadamente en guerra mínima, a pensar los ochenta minutos de la hora en que es hora de lágrimas. En que es el tiempo de ponerse, encenizado de colillas fúnebres, a velar con cerillos algún recuerdo ya cadáver; tiempo de aclimatarse al ejercicio de perder las mañanas por no saber qué hacerse por las tardes. Y tampoco es el caso de olvidarse de que la vida está, de que los perros como gente se anublan en las calles, y cornudos cabestros llevan a su merced tan buenos toros. No es cosa de olvidarse de la muela incendiada, o del diamante engarzado al talón por el camino, o del aburrimiento. A la verdad, parece. Pero sin olvidar, pero acordándose, pero con lluvia y todo, tan humanas son las cosas de fuera, tan de filo, que quisiera que alguna me llamara sólo por darme el regocijo de contestar que estoy aquí,
o gritar el quién vive nada más que por ver si me responden. Pienso: si tú me contestaras si pudiera hablar con calma con mi viuda. Si algo valiera lo que estoy pensando. Llueve en México: llueve como para salir a enchubascarse y a descubrir, como un borracho auténtico, el secreto más íntimo y humilde de la fraternidad; poder decirte hermano mío si te encuentro. Porque tu eres mi hermano. Yo te quiero. Acaso sea punto del lenguaje; de ponerse de acuerdo sobre el tipo de cambio de las voces, y la señal para soltar la marcha. Y repetir ardiendo hasta el descanso que no es para llorar, que no es decente. Y porque, a la verdad, no es para tanto.
Volaron águilas, leones Volaron águilas, leones gimieron vencedores. Alas lívidas despliega en mi cabeza el vino. Y un orden puro, como el de la noche en torno de las mesas, se construye. Y aunque nada es seguro, me deleito en el lugar de la amistad, ahora. Como puño de tierra es lo que hacemos; como otoño en las ramas, que anticipa un crujido de brasas a la tierra descolorida de mañana . Tal vez alguien nos mira, que se ríe; alguien burlándose nos mira. Y ciertamente pasa; no son verdes los brotes nuevos todavía, y el tronco ya es de viento y sin raíces. Escribo: "este momento", y el momento en que escribo se fue . Ya tan borrado, ya tan irreparable como siglos de antes que naciera. Pero nadie me quita el encontrarnos, la riqueza fortuita, y la emboscada tendida por la suerte que se oculta en los atrios del día . Olor como de estar lloviendo, como de frutas húmeda s, mercados, la memoria me habita, me sumerge. Quizá dormidos somos, verdades de dormidos conocemos. Tal vez alguien nos mira que dormimos. Y yo te invoco en sueños, y me salvo, y al sa lvarme te salvo si me escuchas .
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JAIME CARCIA TERRES (1924)
Las tinieblas de Job Dad fe del vasallaje baldío. Media muerte los ojos me ha celado .. Mi cuerpo todo se derrumba, herida sobre herida. ¿Callarán las furias ? ¿He de olvidar en paz el eco de mis jóvenes faenas, la profunda nostalgia de los surcos abiertos y sembrados con avidez febril ? Mi culpa, ¿dónde está ? ¡Memoria desempolva el coraje! Siempre viva la huella de la vida, me batiré mil veces. Suban palabras como incendios más allá de las nubes. Aunque frágil y ciego, no dejaré que me arranquen la inocencia. Mantendré firmemente la justicia, y no la negaré. Bildar, Sofar, Eliú: mal fingirán razones contrarias tales bocas. Tenéis marchitas las entrañas, árido el corazón, mezquino el pensamiento. ¡Descarnada virtud! Aconsejáis paciencia desde la muelle lejanía de los templos. Juzgáis dolores y miserias arcanas. ¡Insensatos! Pretende la piadosa mentira desarraigar los gritos de combate, única fuerza que atesora mi grave pesadumbre. Fácil es el consejo; la comprensión difícil al plácido pastor de vanidades. Lumbre contra la lumbre quiero yo, porque me estoy quemando a ras del suelo, desolado, bajo cielos en llamas; porque aún me sublevan fieles costumbres de batalla: ¡No cubras, oh tierra, mi sangre; no cese mi clamor!
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La Bruja La bruja, le decían, porque soñaba fuego solitario en cada uno de los rumbos de su cuerpo. Iba caminando en silencio hasta llegar al páramo y de pronto sentía que sus manos ardían como soles. Un alud florecido quemaba la llanura. Y "la bruja, la bruja", gritaban los niños. A la orilla del aire lloraba lágrimas solas y candentes. Todas las tardes en el mismo sitio. Llena de luz. La boca henchida de mansas oraciones mudas. Y a la orilla del aire, todavía, llueve lumbre cuando reverdece su memoria perdida; y "la bruja", murmuran las voces de los niños.
La fuente oscura ¡Qué gran curiosidad tengo de verte sin ropajes ambiguos, oh mi sombra! Imagino tu piel acribillada por la nostalgia; de rubor inhábil erizadas las fugas del contorno; y me pregunto si guarecen algo más esos repliegues vaporosos, si corren por tus venas plenitudes, si alojas muy adentro constelaciones nunca vistas. o puede ser que sólo seas un charco de negrura, digamos, una mancha de vacío. Con avidez muy tuya me sigues dondequiera y tu mismo silencio va derramando vida. Feraz tiniebla, noche cautiva y aplastada, como la noche sideral celas enigmas, huéspedes, probables fuegos y zodíacos. Sin bruma quiero verte, sin engaño. Milímetro a milímetro, quiero fisgar en tus intimidades. Acercarme de veras a la fuente oscura que llueve tus andanzas contra la paz de mi camino.
ROS~RIO C~STELLANOS (1925 - 1974)
Meditación en el umbral o, no es la solución tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoi ni apurar el arsénico de Madame Bovary ni aguardar en los páramos de Ávila la visita del ángel con venablo antes de liarse el manto a la cabeza y comenzar a actuar. o concluir las leyes geométricas, contando las vigas de la celda de castigo como lo hizo Sor Juana. No es la solución escribir, mientras llegan las visitas, en la sala de estar de la familia Austen ni encerrarse en el ático de alguna residencia de la ueva Inglaterra y soñar, con la Biblia de los Dickinson debajo de una almohada de soltera. Debe haber otro modo que no se ll ame Safo ni Mesalina ni María Egipcíaca i Magdalena ni Clemencia Isaura. Otro modo de ser humano y libre. Otro modo de ser.
Amor Sólo la voz, la piel, la superficie pulida de las cosas. Basta. No quiero más la oreja, que su cuenco
rebalsaría y la mano ya no alcanza a tocar más allá. Distraída, resbala, acariciando y lentamente sabe del contorno. Se retira saciada sin advertir el ulular inútil de la cautividad de las entrañas ni el ímpetu del cuajo de la sangre que embiste la compuerta del borbotón, ni el nudo ya para siempre ciego de sollozo. El que se va se lleva su memoria, su modo de ser río, de ser aire, de ser adiós y nunca. Hasta que un día otro lo para, lo detiene y lo reduce a voz, a piel, a superficie ofrecida, entregada, mientras dentro de sí la oculta soledad aguarda y tiembla
Jornada de la soltera Da vergüenza estar sola . El día entero arde un rubor terrible en su mejilla. (Pero la otra mejilla está eclipsada). La soltera se afana en quehacer de ceniza, en labores sin mérito y sin fruto y a la hora en que los deudos se congregan alrededor del fuego, del relato, se escucha el alarido de una mujer que grita en un páramo inmenso en el que cada peña, cada tronco carcomido de incendios, cada rama retorcida es un juez o es un testigo sin misericordia. De noche la soltera se tiende sobre el lecho de agonía. Basta un sudor de angustia a humedecer las sábanas y el vacío se puebla de diálogos y de hombres inventados. Y la soltera aguarda, aguarda. Y no puede nacer en su hijo, en sus entrañas, y no puede morir en su cuerpo remoto, inexplorado, planeta que el astrónomo calcula, que existe aunque no ha visto. Asomada a un cristal opaco, la soltera -astro extinguido- pinta con un lápiz en sus labios la sangre que no tiene. Y sonríe ante un amanecer sin nadie.
JAIME SABINES (1926 - 1999)
Lento, amargo animal... Lento, amargo animal que soy, que he sido, amargo desde el nudo de polvo y agua y viento que en la primera generación del hombre pedía a Dios. Amargo como esos minerales amargos que en las noches de exacta soledad -maldita y arruinada soledad sin uno mismotrepan a la garganta y, costras de silencio, asfixian, matan, resucitan. Amargo, como esa voz amarga prenatal, presubstancial, que dijo nuestra palabra, que anduvo nuestro camino, que murió nuestra muerte, y que en todo momento descubrimos. Amargo desde dentro, desde lo que no soy -m i piel como mi lengua-, desde el primer viviente, anuncio y profecía. Lento desde hace siglos, remoto -nada hay detrás-, lejano, lejos, desconocido. Lento, amargo animal que soy, que he sido.
· · · · · · · · · · · · · · · · · · ... · · · · ... · · . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . il!•;)Uf:·WJI
Canonicemos a las putas Canonicemos a las putas. Santoral del sábado: Bety, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales de generosidad . Das el placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor. o engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, las asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho que no tiene reposo. Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor. Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes ni a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad. En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan. Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y los perversos, te doy mi dinero, te corono con hojas de hierba y me dispongo a aprender de ti todo el tiempo.
Yo no lo sé de cierto ... Yo no lo sé de cierto, pero supongo que una mujer y un hombre algún día se quieren, se van quedando solos poco a poco, algo en su corazón les dice que están solos, solos sobre la tierra se penetran, se van matando el uno por el otro. Todo se hace en silencio. Como se hace la luz dentro del ojo. El amor une cuerpos. En silencio se van llenando el uno al otro. Cualquier día despiertan, sobre brazos; piensan entonces que lo saben todo. Se ven desnudos y lo saben todo. (Yo no lo sé de cierto. Lo supongo.) 22 ULRIKA
TOMAS SECOVIA (1927)
La alcoba ha vuelto en sí La alcoba ha vuelto en sí Y tu cuerpo y el mío Reposan con el gesto delicado Y soñador de la inocencia Prestándose a nosotros Como si nunca hubieran sido nuestros amos Aunque hace poco aullábamos que haríamos A ojos cerrados lo que nos pidieran Una vez más una vuelta de rueda Revolución oscura de los tiempos En la inmóvil historia de la carne Nos devuelve a nosotros Por roncos paroxismos serenados Purificados bajo la violencia Dormimos enlazados Sobre una paz sobre un abismo.
En la fina penumbra resplandeces En la fina penumbra, resplandece tu cuerpo apenas, arrogante casi y casi arrepentido de sus dones. Tu desnudez es como un poco de agua que reposa en el cauce de lo oscuro, gravedad transparente, ausencia casi. Vagos volúmenes se empapan, flotan en el fondo continuo del espacio;
el silencio respira, el aire late y es desnuda la carne un pensamiento, materia que arde en expresión, respuesta. Oh desnudez, belleza desarmada, sumisión al espacio, soledad que transparenta la hermosura eterna como blancos guijarros en el fondo del agua.
Secreto Reposa y pesa el mar sin exceso colmado, con gesto puro ordena su abundancia la variedad terrestre y todo aquello entre los justos horizontes que tiene un rostro, a él se asoma entero. ¿Soy rechazado? Por el cuerpo transcurro de una diosa. De su aliento de amor, como en un sueño ¿será verdad que sus dormidos labios casi audible formaron un suspiro para al reconocido al fin decir en un soplo "eres tú"? Pero no, buscador, no lo preguntes. La diosa duerme, tú de pie confía para cuando despierte sonreírle. Para ti mismo ante ella eres secreto.
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EDUARDO LIZALDE (1929)
Poema Todo poema es su propio borrador. El poema es sólo un gesto un gesto que revela lo que no alcanza a expresar. Los poemas de perfectísima factura, los más grandes, son exclusivamente un manotazo afortunado. Todo poema es infinito. Todo poema es el génesis. Todo poema nuevo memoriza el futuro. Todo poema está empezando.
Pie de página Para el arquitecto Francisco Javier Cossio, lector de Proust, en el noventa aniversario de Los placeres y los días. Dice Painter que Proust pasó en su casa una infernal, terrible temporada de cierto culto al "buen gusto", pero en los últimos años, llenaba las estancias con objetos horrendos, aunque amados, deformes y sangrados, que hablaban de sus muertos, de su infancia, de su tiempo perdido.
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El que no pued e, con su carne y sus humores, llenar su casa, suele salir con frecuencia a las cantinas -en otro tiempo espléndidas-, del centro y los aledaños de esta errática ciudad. Pero, si es triste abstemio, suele también infestarla con cosas de otros mundos, que desbordan estantes y estorban la visión de los libreros en la pobre morada, que es casa del ausente. Y una casa, sólo se colma con el que la habita. Una casa es un alma que habita en su habitante. Las preconstruidas bellezas -austeras o suntuosas-, sólo son galerías de casas ajenas, guardarropa prestado. Y los poemas son como las casas: tienen que estar habitados para ser poemas.
Epitafio Sólo dos cosas quiero, amigos, una: morir, y dos: que nadie me recuerde sino por todo aquello que olvidé
GABRIEL ZAID (1934)
Canción de ausencia Algo que sé del amor me dice que te hable. El pájaro que a trinos va sosteniendo el aire. Algo que sé del amor me dice que te ame, aunque me acerque dudas el silencio del aire. Algo que sé del amor me dice que me calle para oír tus palabras en los ecos del aire.
Prueba de Arquímedes Si te hundiera en una tina, vería el volumen que desplazas. Si te colgara de un pie, hasta qué punto eres un bulto. Estoy perplejo porque eres. Porque eres eso y más que eso. ¿Acabaré de entenderte? Te muerdo y sólo te desprendo un grito. Te aprieto y vuelas en una carcajada. ¿Dónde está el alma, dicen los cirujanos? ¿Quién eres tú, digo yo? Me fui de bruces en tus ojos. No tenían fondo.
Circe Mi patria está en tus ojos, mi deber en tus labios. Pídeme lo que quieras menos que te abandone. Si naufragué en tus playas, si tendido en tu arena soy un cerdo feliz, soy tuyo, más no importa. Soy de este sol que eres, mi solar está en tí. Mis lauros en tu dicha, mi hacienda en tus haberes.
Fénix Las furias llegan desde cielos tranquilos, en un viraje mínimo de la memoria, como un chirrido eléctrico en las líneas de alta tensión. A lo lejos se funde el aire seco de la conciencia, la verdad asesina, el tiempo derretido en borbollones de cristal. Las furias llegan como pájaros carniceros que saben la verdad última . Ante el revuelo atronador, renace la gratitud furiosa en la demencia de las víctimas.
Nacimiento de Venus Así surges del agua, clarísima, y tus largos cabellos son del mar todavía, y los vientos te empujan, las olas te conducen como el amanecer, por olas, serenísima. Así todo se aclara, como el amanecer, y se vuelve palpable el misterio del día.
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CERARDO DENIZ (1934)
Misión Algo quizá me hubiera servido a los dieciocho leer de lo que escribo a los sesenta si en verdad será así de intransferible, si no habrá un joven de mirada clara y corazón sucio (de sus complejos, no de literaturas), una pequeña, dialéctica pero dubitativa entre tanta verdad, a quien pudiera ayudar, insulso centelleo junto a música gringa y ediciones na ispánskom yazyké, a perder una fe, minar un ideal, escarnecer tal nombre propio.
15 - VII - 83, madrugada (de memoria) Rumiar la Suite lírica de Alan Bergó sorprender una analogía entre el verbo bretón y el malgache -deducir antes que nadie la biogénesis de la picrotoxininadesandar a solas el sueño de antenoche hurgando en el sustrato habitual de algo que no lo es tanto ver de repente que la batalla de Kurukshetra corresponde a los siete sobre Tebas cambiar una palabra y que la línea se descoyunte en dos escalones con paso suyo y conjunto ir por muchas ca11es sin desperdiciar un comedor de planta baja, Un Ajusco, una muchacha todo esto y todo lo demás de todos colores que esta vez por sabido se calla, todo esto que hacemos los espíritus pequeños con las grandes cuestiones, ULRIKA 29
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Poemas y ensayos sobre la poesía, escritos por los protagonistas -nacionales y extranjeros- de la reciente actividad lírica en Colombia. No.12. 222 páginas 525.000
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Varios autores. Extenso recorrido por todas las estaciones de la lírica del país y sus autores, a cargo de personalidades ampliamente versadas.
Hermoso poemario donde el autor comienzo a cuadrar caja con sus asuntos y donde además dispone la mesa de una cena inconmensurable.
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va, ¡también editor! Además de poeta y comerciante, se ha dado a conocer una nueva faceta de quien no publicó ningún libro en su vida: un Silva editor en su propia casa. La Casa de Poesía Silva presenta algunas de sus publicaciones, que ofece tanto en su sede como en las principales librerías del país. Lo único que queda de un país
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muerde y penetra la realidad (por si acaso fuese algo) mil veces más que el sórdido botiquín de polvos abstractos, gargarismos intelectuosos, supositorios dialécticos con nombres de pensadores (tantos alemanes, ahora también franceses) en las etiquetas.
Principios Lo que escribo tiene el derecho para los fines de la rima y todo eso que sólo a mí interesa de decir que era verde el vestido gris en realidad, o decir que era martes cuando que fue viernes si me acuerdo, o explicar que el barco enarbolaba calavera y tibias porque lo estaban fumigando. Tiene ese derecho y casi ningún otro.
Matinal Por la mañana, si te callas, Rúnika, oirás silbar sobre el fogón ardiente las lágrimas de la portera neurasténica, Cecilia, pero la llaman Clío (la musa de la historia, dicho sea con perdón). Algo más tarde, si te fijas, Rúnika, congregados en torno del periódico estudian en silencio la foto que salió en primera página: una fachada anodina y, pintada delante, la flecha vertical de trazos gordos que indica por dónde cayó el cuerpo. La población ha votado que el mundo es plano, Rúnika. Sólo queda aguantarse.
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JOSE CARLOS BECERRA (1937)
Forma última El sueño, esa historia sin armas, esa voluntad que es parte de los labios, ese pacto con el corazón más breve de la locura. El sueño, eso que ya no puede ser sagrado, porque no hay nada sagrado en la noche, porque en el mar el cadáver de Odiseo navega a la deriva, los cabellos revueltos, la mirada usurpada por el agua. Porque no hay nada de sagrado en el regreso, porque sólo una vez despertamos temblando para mirar el mundo; y tú lo sabes, pero tu mirada sólo es exacta en la noche. Y yo te acaricio, yo aumento en tu cuerpo la sombra del viaje, tu cabeza echada hacia atrás entra en la órbita fugaz de la sangre, en el espejo roto de sí misma, en su semejanza subterránea con el conocimiento de Dios. La noche colinda con todo lo que tiene fuego, con aquello que besamos con apasionada destrucción, con oscura grandeza. En tu cuerpo hay cal viva, hay seda que no quiere dormirse, hay cosas valuadas por el mar, y en tu corazón es más poderoso el otoño. Pero no hay nada sagrado en esta noche, en este sueño, en esta forma última de hacerse a la mar. Saldré a la calle, visitaré la locura que ama el azufre, escribiré tu nombre en las plazas vacías, en los púlpitos de las mujeres desnudas.
Adivina el retrato, desvanécete bajo los arcos triunfales, incorpora escaleras a tu sapiencia. Esta ha sido la historia de nuestro regreso.
El ahogado aquel hombre se unía a la soledad del mar, iba y venía en sus olas y lo azul del agua iba y venía en sus ojos cada vez más sin nadie, unido a la soledad del mar aquel hombre soñaba y no era un sueño, y perdía su nombre, perdía su voz arrojada como una corona fúnebre que el oleaje deshojaba al pie de otro silencio, aquel hombre ya sólo tenía que ver con el agua, con el color azul sacado del cielo a ciertas horas de la eternidad, con la espuma que crece cuando el dios del mar despluma sus ángeles con mano temblorosa, aquel hombre se unió al mar, un pájaro rompía el cascarón de la tarde,
El deseo concluido Las imágenes que emergen de tu cuerpo desembocan en esta noche que no eres tú ni soy yo quienes conversan en el cuarto de al lado y a quienes escucho completamente solo. Concibiendo esta noche como algo inmóvil, bien podríamos ser tú y yo los que están al otro lado, tu voz es un receptá culo indeterminado que no ha terminado nunca, aunque en última instancia este espacio nos haya suprimido juntos y estemos allá hablando, esperándote yo rendido en la cama tibia mientras tú regresabas del baño quejándote del frío. Porque el amor lleva consigo su propio espacio, porque el muerto no sentirá nunca su desaparición; la fosforescencia que se mueve sobre la superficie del deseo que ha concluido.
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JOSE EMILIO P~CHECO (1939)
Alta traición No amo mi patria. Su fulgor abstracto es inasible. Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos, cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias figuras de su historia, montañas y tres o cuatro ríos.
Ragtime Hermosa es la pareja que se abraza ... Julio Ortega Me quedé solo en la terraza frente al mar, allá abajo, muy hondo, lejos del sol poniente y la luna que apenas se dibujaba sobre su eternidad que nunca es la misma. Soplaba un viento de Asia tal vez entre el calor de ofensa y ultraje. De la sala brotó un ragtime no menos eterno.
Ragtime, y casi vino la noche. Pero una noche todavía un poco roja y dorada .
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A contraluz, en la orilla del malecón abierto sobre el océano Pacífico, una pareja se besaba. La primera del mundo y también la última. Todo el amor en un instante jamás volvería. Me resistí a profanar lo que era de ellos tan sólo. Volví a la casa. En ese instante llegó la marejada de la noche. Entré en el ragtime. Me pareció de pronto que volvía a verte bajo otro tiempo, junto a otro mar, a mi lado.
2. La Trapecista La Trapecista encarna el drama del amor y está siempre en manos del aire. La Trapecista no comparte el estigma: ser de la tierra y regresar a la tierra; vivir atados al polvo por la ley de la gravedad y por la pesadumbre del cuerpo. La Trapecista actúa siempre con dos pero nunca se queda con ninguno. Se hunde y vuela en la noche en donde no hay red. Su cuerpo se hace vida ante la muerte. La Trapecista es el deseo que se va. Se halla al alcance de la mano y escapa. Alta como una estrella en su desnudez, su arte de estar presente se llama ausencia.
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Ultima hora de la poesía colombiana . . . . . . . . . . . . · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · i•i!¡Ji:f:·WtJ
RAUL HHAO (1944)
La realidad y el deseo La tarde arrastra una banda de música Tras los faldones del viento. Súbitamente delante de mi vista Una alada pareja de baile Persigue las notas otoñales Del acordeonista solitario Al fondo de la alameda Un ciego trastabillante Bajo la lluvia Aparece en el parque dominical Al paso que la estatua De mármol de mi pensamiento Pierde su última hoja de parra Al avecinarse el anochecer.
Hasta un frijol saltarín Guarda su gusano en el corazón Y resta la superficie del espejo Donde transcurren los días Del agrimensor, el prestamista, El abogado y el verdugo. En medio de la corte de la locura Y el tiempo, Mis palabras son un mazo de cartas, Tréboles y diamantes, Que el viento arrastra Por las abandonadas lajas del jardín.
La contemplación Al anochecer, la luna viaja tras una ligera
y luminosa cortina de niebla.
André Breton El volandero de cabellos de fuego Aparece en mitad de mis palabras. La torre aborrecible persigue Al caballero de la dama, En una llanura de marfil o carbón Según pasan las horas en un reloj De sol. Miro al sol frente a frente Ciego a todo cuanto no nombre Su resplandor, Pero hasta la rosa se deshoja Si in ten tas cortarla,
Por largo tiempo miro caer la cascada en el estanque: Infinitas y regocijadas cuerdas en un oscuro violín. Mas tarde duermo al lado de una mujercita que a veces parece una flor del campo de tallo espigado e inmensa corola de pétalos, Y otras un diminuto fantasma en camisón Acurrucado por los rincones de la casa .
FERNANDO RENDON (1951)
El homenajeado El homenajeado lleva bufanda y tose preocupado por tantas preguntas incoherentes Todos lo felicitan mientras agoniza en público Se le va la voz de tanto dar las gracias Y aunque su rostro pálido es el de la muerte todos lo abrazan y rodean Y nadie quiere quedar por fuera de la foto
La hora Por la tarde en el ascensor subimos hacinados Alguien carga un enorme reloj cucú casi no respiramos nadie mira a ninguno y los dos bajan la mirada de repente sonoras campanadas nos recuerdan la hora
Caída libre Cae en risas Vicente Huidobro Al abordar un ascensor todos pensamos en subir o bajar pero ninguno en caer En un elevador que cae es mejor caer juntos que solos Cuando se revienta el cable y 840 kilos de nosotros caen como plomo pendemos como un hilo Caemos juntos riendo para burlar al miedo y no hay muerte aunque el ascensor haya quedado destruido
ALBERTO VERO~ (1965)
Fantasma
La playa
Habremos de encontrar un lugar al amparo del olvido Habremos de elevar nuestra presencia por encima de la misma piel
Hemos llegado, dispuestos a recibir la clara luz de la historia.
Habremos de digerir la alegría que alimenta al cosmos de cosmos Habremos de elaborar una invitación colectiva a la risa y la esperanza pues lo que no se pierde en la batalla, es nuestra presencia en la memoria de los otros.
Los hombres y las mujeres se despojan de la materia escrita en sus huesos. Listos a un glorioso naufragio, se convierten en bañistas; bañistas vestidos de hombres, simplemente hombres o mujeres que como niños juegan a recoger la esencia de un tiempo original.
Fantasma en busca de su voz Soy un largo poema elaborado en el desierto. Cuando todos han partido, hacia la fiesta, solo encuentro mi propia voz, enmudecida entre la arena seca . Soy un largo poema elaborado en el desierto, entre el calor, el abandono, el espejismo. Solo encuentro mi propia voz, la verdadera, extraviada en la cueva de alguien que alucina. Mi propia Mi propia Mi propia Mi propia
voz ausente de sí. voz otrora de niña, de pájaro. voz que no desea cantar sola. voz hija del viento y de ella misma.
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Fantasma Más a ll á de la existencia la memoria toca lo evocado Más all á de la presencia una palabra se enciende Alguien que invoca un río tiene un espejismo en los ojos Alguien dice que me ama pero tampoco me puede ver ni tampoco le puedo tocar
JOHN
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Escribir en días sin horarios mientras del vidrio lanzan su gritico escueto a la pregunta de ocasión. Escribir sin mirar a la caricia que hace malabares y cae sobre la tabla rasa de la letra. Escribir lanza manos sobre tu potestad que se redondea en mi mano terrícola. Escribir se suelta del licor tu labio donde lenguajes antiguos aleyan el Santo Nombre.
COMO la flor del café -le digocuando apareces en el redondel que la bola de billar deja indefinida La mirada se reporta al espejo donde el cepillo acaricia mi encía la boca que me bebe después de la una donde resplandece el vocablo la cinta ácida que irrumpe en la cancioncita y me recuerda que estoy vivo como un material expuesto al sol como una planta descifrando encantamientos Se desciende por el jardín colgante besitos platanales palmitas y piedras incrustadas en la espera afuera venden lo que llevamos puesto.
Escribir hasta frotar lámparas como la tortuga que sale de tu misal de flores Escribir hasta esfumar la mano.
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MARIO ARMANDO VALENCIA (1969)
Tópicos del cielo ¿Es posible que los seres eternos estén formados de ele111e11tos? Aristóteles
Error natural que sólo es real lo que se vuelve algo, irse por el simple placer de regresar, separarse por la incomparable sensación de volver a unirse.
Error natural amar a dioses melancólicos de manos atadas por un lazo que los une y los separa y los convierte en excelsa materia verbal.
Sí, moneda corriente, error natural que no sea totalmente nuestro ese parque, que seamos esa nostalgia que hace jogging a su alrededor.
Error natural escuchar las estrellas, ver que "algo está mal" si los pájaros reanudan su peregrinación como suprema manera de afirmarse.
Impotencia
Error natural una mano hacia el cielo ofreciendo su mejor homenaje, las ganas de hacer otra cosa que no sea moderna . Error natural el salto a la cábala la sonrisa interna hasta el límite con la próxima calle, la próxima calle ... ¡ese nunca bien cifrado enigma' Error natural mandarina y origami una garza en forma de hoja de papel: lo que fue para ellos el tiempo.
El silencio es a veces un árbol difunto con el que copulamos y en cuyo cuerpo, estéril, derramamos nuestras esperanzas.
Luna de media tarde Aun espera ahí y ya es el invierno ... en mangas de camisa, simple y silenciosa como un hombre que se apresta a recibir el cielo.
OMAR CASTILLO (1958)
La herida Dislocado atrapada mi cabeza por redes de vientos soy orfebre del vacío tallador de piedras aéreas incandescentes es en las cuencas de lo fugaz donde ejecuto mis vaciados ruinosas columnas pequeños santuarios vértebras esparcidas en el tiempo han ido guardando polvo alrededor de las huellas dejadas por mis ligeros pasos soy incansable en mi abismo
Dientes de perro incrusta en tu desdentada boca Para las fiestas del hambre ¡Hijos del sufrimiento! a mostrar el mejor paso que el baile Comienza donde el dolor es insoportable brinquen aquí golpeen allá A ella a ella la careta que los señores regidores Nos han colocado para ocultar las llagas ¡a ella! Arranquémosla sin compasión hoy carnaval del hambre
Carnaval Infancia, la primera Dientes de perro al cuello para las fiestas del hambre Abrete boca desdentada de todos los hombres traga ejércitos olvida deberes y respetos Danza sobre el cadáver de trapos que los señores regidores exhiben cada día en nombre del deber y la justicia Danza que en días de crimen la precipitud Sea tu ritmo normal
La noche de la infancia, la primera, Es la más luminosa y densa. El aire Penetra entonces, queriendo fisurar La piel. Los estragos que acontecen, Se convierten en el pasadizo tendido Sobre abismos que serán el reto, La prístina opción para abolir la escisión Que descubra las frescas cicatrices; El que danza en la llama del fuego Que indeterminadamente recorre Su especie, apenas si capta el sonido Del hueso anhelando encarnar, que arrastra El eco jocundo por entre las vértebras Buscando la luz de la primera noche .
. . . ii!•@t•aH
ORU~DO CULO (1959)
Divorciada
Nocturno
Sorprendida todavía de tu firmeza frente a la sentenciosa jerga del juez que, agitando sus manos de prelado y en acatamiento de la ley, intentaba sin énfasis alguno "preservar la unidad de la familia"
Por sobre el estruendoso aroma del jazmín riñendo con los grillos por el dominio de la noche,
entras al ascensor como a una nube.
Ha caído por primera vez un diente tuyo.
En la calle el desamparo de nos ser de nadie al fin te sobrecoge y tiemblan bajo la falda de satín intactas tus rodillas. Mientras decides cuál cafetería escoger cuál autobús tomar
las agrias disputas de los amantes.
El ratón Pérez
Piadoso el mundo ha acudido en tu auxi lio con una sencill a mentira modelada con regalos y misterio. La fábula ha sido pues consuelo frente a ese inicial despojo pero también el modo de inscribirlo para siempre en tu pequeño corazón.
esculcas en tu bolso buscando el lápiz de labios que se oculta bajo esa edicioncita rústica de Madame Bovary.
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Gregory Corso . . . . . . . . . . . . . . · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · i•H¡utf•W~1
CRECORY CORSO POR ESTEBAN MOORE
regory Corso nació en 1930 en Nueva York. En 1956 se traslada a la costa Oeste donde participa de las actividades culturales de la zona de la bahía de San Francisco, transformándose en una de las figuras de la emergente Generación Beat. William Burroughs ha expresado que Gregory Corso tiene un don excepcional, posee una voz que remite sus ecos a través de la precariedad de un incierto futuro.
Desde 1961 ha alternado su residencia en Nueva York con estadías en Europa donde es escritor visita nte en diversas instituciones educativas. Ha publicado The Vestal Lady on Brattle (1955), Gasoline (1958), The Happy Birthday of Death (1960), Long Live Man (1962), Elegiac Feelings American (1970), Herald of the Autochthocnic Spirit (1981) y M.l.N.D .F.1.E.L.D. (1989).
Alquimia
Alchemy
El pájaro de alas azules se posa sobre la si lla amarilla -La primavera ha llegado-
A bluebird alights upon a yellow chair -Spring is here-
Yo obsequié
I gave away
Obsequié el firmamento junto a las estrellas los planetas las lunas y también las nubes y los vientos del clima, las formaciones de aviones, la migración de las aves ... "¡De ninguna manera!" aullaron los árboles, "¡Los pájaros cuando no vuelan son nuestros, no los puedes obsequi ar!" Así que obsequié los árboles y el terreno que ellos habitan
I gave away the sky along with ali the stars planets moons andas well the clouds and winds of weather the formations of planes, the migrations of birds ... " o way!" screamed the threes, "Birds are ours when not in transit; you can't give it! " So I gave away the threes and the ground they inhabit and ali such things as grow & crawl upon it
y todas aquellas cosas que crecen y se arrastran sobre él "¡Un momento!" marearon los mares, "¡Las costas, las playas, son nuestras, los árboles para los barcos, para los astilleros, nuestros!" "¡no los puedes obsequiar!" por lo tanto obsequié los mares de todas las cosas que los nadan, los navegan ... "¡De ninguna manera!" tronaron los dioses, "¡Todo lo que has obsequiado nos pertenece! ¡ osotros lo creamos!" "¡Incluso creamos a aquéllos como tú!" Entonces fue cuando obsequié a los dioses
"Hold on there!" tiladed the seas, "Shores are ours, trees for ships for ship yards, ours! you can't give it! " So I gave away the seas and ali things that swin them sail them ... "No way!" thundered the gods, "Ali you gave is ours! We made it ali, even the likes of you! " And so I gave the gods away
Duda acerca de la verdad
The Doubt of Truth
En la Musa no existe hogar para el descanso
In the Muse there is no rest home
El alhajero está sobre la vereda -su espejo roto-
And my vanity chest is on the sidewalk -the mirror broken-
Observo y veo un poeta gastado -que dulce-triste objeto demolido es el hombre poeta
I look and see a used-up poet -what a sweet-sad demolition is the poet-man
Mi buen corazón dice: " o, tonto, es el espejo que se ha roto" A pesar de que la verdad ya no es mi guía no haré de mentira verdad Abandoné el alhajero de los poemas para siempre pero al regresar al día siguiente vi allí a un chino llorando bajo el sol
My good hearth says: " o, silly, it's the mirror what's broken" Though truth is no longer my master I will not entruth lies I left my chest of poems forever but returned the next <lay and saw a Chinese man crying in the sun
Eh
Hi
o hay ningún dios parecido a María, la rubia exitosa la mejor estudiante de su clase en Vassar
There is no god the likes of Mary, the blond hit girl 1st in her class at Vassar
o hay ningún dios del tamaño de la boca de Joan [Crawford que en la muerte sonríe en el pol vo como una línea de coca
There is no god the size of Joan Crawford's mouth which in death smiles in dust like a line of coke
o hay ningún dios que se haya lamentado por el dinosaurio más de lo que lo hizo el tipo más sincero en el bar más decrépito de Baltimore No hay ningún dios como el de Mozambique Mort excepto quizás el de Iwo Jima Jennifer o el dios de Al el abisinio o el dios de Sid el sumerio o
no hay ningún dios el día después de Milkwaukee Ningún dios cincuenta años después de la leche derramada Ningún dios más grande que la arrogante reina de la belleza de América en un accidente automovilístico con su bmw Sin dios el reverendo Jerry Falwell podría estar despachando hamburguesas con rodajas de cebolla a los parroquianos de un bar, el White Swallow quizás Sin dios millones de inteligencias eternas de los creyentes muertos se joden Con dios millones de creyentes vivos hieden Por qué debe existir algún dios para aquellos como tú o como yo cuando el hombre de las cavernas nunca conoció al dios de Billy Graham y nunca un cavernícola fue judío Dame las pruebas de la existencia de un dios parado entre los culos arrugados de un Rex Roberts y de un Oral Humbard Yo puedo probar que no existe un dios de Missouri Yo soy de la ciudad de ueva York -como si a los testigos de Jehová les importaraCómo puede haber un dios cuando los burros prefieren la paja al oro y las personas que algo más saben prefieren el oro y huyendo con él son baleados en las piernas o puede haber Dios cuando los pollos comen huevos duros y seguramente no puede existir un dios cuando los Gregorios son llamados Goyos
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There is no god ever bewalied the dinosaur more than the sincerest guy in the creepiest bar in Baltimore There is no god like Mozambique Mort's god except perhaps for Iwo Jima Jennifer's god or Abyssinian Al's god or Summerian Sid's god or there is no god the day after Milkwaukee o god fifty years after the milk spilt Nogod greater than the arrogant beauty queen of america in a bmw car crash Without god the rev Jerry Falwell could very well putting onions on the hamburgers of the patrons of the White Swallow bar Without god the eons of billions of dead believers are fucked With god the billions of living believers suck Why should there be a god for the likes of you and me when the caveman never Billy Graham's god knew nor was a caveman ever a jew Prove to me there is a god stands between the wrinkled assholes of a Rex Roberts and a Oral Humbard I can prove there is no god from Missouri I come from ew York city -as if Jehova witnesses caredHow can there be a god when donkeys prefer straw over gold and people knowing better prefer gold and running with it get shot in the legs When chickens eat hard boiled eggs and surely there can be no god when Gregory are called Gregs
Poeta hablando consigo mismo frente al espejo Sí, soy yoEsta caza de mí se ha transformado en algo evidentemente absurdo creyendo que cuando yo era perseguido no sólo me encontraría a mí mismo sino también a todo un rebaii.o de yoes yoes pasados, yoes futuros un carro cargado de ellos y todos los años lo mismo y a dónde he llegado en este punto del tiempo éste no es el mismo espejo que contemplé hace años Es el espejo el que cambia nunca el pobre Gregory ¡Hey!, en la vida Donde fui, fui Donde me detuve, me detuve Cuando hablé, hablé
Poet Talking to Himself in the Mirror Hi, I'm me-
It has become glaringly absurd this hunt forme believing that when I was hunted down I' d find not only me but a whole herd past me's, future me's the whole cart load and ali the years and where have I gotten to in this point of time this isn't the same mirror I gazed into years ago It's the mirror that changes not poor Gregory
Hey, in life Where I went, I went Where I stopped, I stopped ■immUIUJ
Cuando escuché, escuché Lo que comí, comí Lo que amé, amé Pero qué puedo decir acerca de adonde fui, no fui adonde me detuve, continúe mi camino cuando hablé, escuché cuando escuché, hablé cuando ayuné, comí y cuando amaba ... no deseaba odiar Ahora veo a las personas como las ve la policía También veo a las monjas del mismo modo en que veo a los hare-krishnas o tengo representante me disgusta la idea de un poeta con representante sin embargo Ginsberg y Ferlinghetti, tienen los suyos y hacen montones de plata con ellos y también se hacen famosos ¿Quizás debiera contratar un representante? ¡Wow! De ningún modo Gregory, quédate cerca del poema
When I spoke, I spoke When I listened, I listened What I ate, I ate What I loved, I loved But what about where I went, I did not go where I stopped, I moved on when I spoke, I listened when I listened, I spoke when I fasted, I ate and when I loved ... I did not want to hate ow I see people as police see them I also see nuns the same way I see hare-krishnas Ain' t got no agent can' t see poets having agents Yet Ginsberg, Ferlinghetti, have one and make lost of money by them and fame too Maybe I should get an agent? Wow! o way, Gregory, stay close to the poem!!!
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Varia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ••JM¡Utf:·W.11
AFUERA PASA EL SICLO
articularmente gratificante es la lectura de este nuevo libro de Santiago Mutis que publica Seix Barral de Colombia y que es una de las obras más interesantes de la poesía colombiana reciente. En estos 66 poemas la delicada y a la vez laboriosa construcción de su mirada, de su inquietante percepción del mundo que ha venido creciendo a lo largo de estos años en sus libros anteriores, de pronto alcanza una contundencia que la dota de una nueva luz. Las alusiones a lo visual no son casuales, pues Mutis es un poeta que convoca a ver, a volver a ver, a conectarse con la realidad a través de los ojos. En estos textos, no obstante, el poeta no sólo nos lleva de la mano por los países pictóricos de sus pintores amados, y co-mo de costumbre nos contagia de su entusiasmo y de su amor por ellos, sino que con los dispositivos que allí encuentra, nos invita a visitar otros
aposentos, sus propios aposentos, y a departir allí con el que los habita, con el mismo Santiago Mutis: las mujeres, los lugares, las preguntas, la poesía. Panorámico a veces y a la vez intimista, en ocasiones en el mismo poema, la imagen destellante crea un lazo inesperado entre dos orillas de su universo: lo vivido, lo concreto, lo cotidiano, de una parte, y de otra, lo extraordinario, lo inquietante, lo inasible. La imagen, dice Mutis, (la poesía podríamos agregar), une estas dos riberas, y salva un hiato que las separa, que Mutis identifica con la Cultura, así con esta mayúscula que subraya su descreimiento en ella. Aborrece el oficio, y no obstante, lo posee, (y como lectores debemos agradecer esta incongruencia). Si hubiera que hacer un paralelo con las artes de la guerra, diríamos que Afuera pasa el siglo remite de manera doble a la
figura del sitio: desde la trinchera de esta intimidad acendrada, el poeta resiste el embate del el siglo, que como en la alusión literaria, no consigue con su banalidad forzar sus puertas. Y de otro lado, en la conquista del sentido, más que el asalto, Mutis escoge el asedio paciente, el rodeo implacable, que finalmente se revela decisivo. La lectura de la buena poesía suscita muchas cosas, entre ellas el deseo de escribir. La discreción u otras consideraciones, con frecuencia conducen a inhibir este deseo, o al menos a disimularlo. Leyendo a Santiago Mutis, no obstante, he decidido desobedecer esta cautela. Conozco y admiro su obra desde hace mucho tiempo y sé que al igual que con otros poetas de nuestra generación, si-
multáneamente con nuestras diferencias, existen múltiples hilos, no siempre perceptibles, que nos conectan. He decidido hacer una versión de uno de los poemas más bellos de este volumen, Adagio de mi alma. Lo hago con mis propios recursos, aprovechándome de sus logros y traduciendo lo que el suscita en mis términos. Espero que además de un homenaje, esto sea más elocuente que una glosa explícita. Y al mismo tiempo, de esta forma, satisfago mi envidia, de la buena, por su maestría. Santiago Mutis Durán,
Afuera pasa el siglo, Seix Barral, 1998.
Adagio de mi alma Santiago Mutis Durán La luna alumbra sobre la oscuridad de nuestra mesa como un vaso de agua pura.
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La vida senci lla la vida cercana la más familiar de repente se hace extraña sola, como el tío Antonio aquella tarde en su ataúd . En un lugar sagrado y terrible se halla - lejos de mi casa campo flotando en la dura luz del inviernomi cuerpo desnudo como el reflejo de un árbol en las charcas frías de los caminos-incontables de otoño. Nada me habla ya de lo vivido, del terrible adagio de mi alma en vilo. Sólo la vida vivida a fuego lento -pura realidad pura esencia pura humanidadencanta el ánima-secreta-de los objetos y despierta la voz de las maderas el cielo en la ventana la respiración de la luz-viva-en mi habitación. El sacrificio, día a día -el umbral del sufrim ientoprotege como una fiera dulce y lúcida todas las cosas la tristeza las horas inmóviles el polvo nevando en el silencio de la casa como olvido divino. Un mundo real, movido por el viento del verano viene desde muy lejos tal vez la infancia. Es el sacrificio de quedarse a vivir la propia vida mandar al demonio la cultura y abandonarse a los puros huesos de la vocación. La vida será siempre sagrada.
Adagio de mi alma Versión de Samuel Jaramillo Como un vaso de agua que brillara suavemente con su luz lenta sobre nuestra mesa oscura así la luna se viene a posar en ella. Así, de esta manera, la vida ordinaria se ve iluminada inesperadamente por una luz extraña. Como el tío Antonio aquella tarde en su ataúd en medio de la reunión familiar. Muy lejos de la casa, reflejándose en los charcos fríos de los caminos, mi cuerpo desnudo también brilla.
¿O será más bien mi alma que baja bajo el viento helado sin que nadie se acuerde de su terrible adagio? Sólo la vida que crepita lentamente, vivida a fuego lento bajo la ventana, despierta a uno lo objetos, la voz de las maderas, una respiración.
EL BASILISCO
on un hermoso epígrafe de Renato Poggioli, Ya se ha
dicho que todo libro es un manuscrito en una botella, Juan Pablo Roa nos presenta una serie de poemas reunidos bajo el título de E/
Basilisco. Sin caer en lo desastroso, en lo fatal, atento al discurrir de la ciudad, su voz colinda con el desencanto, con el caos que de inmediato asociamos a ella. Manejando con prudencia cierto desenfado, nos permite trasegar sin misterios por los espacios de su palabra. Es bueno escuchar nuevas voces. También es bueno reconfirmar que la poesía puede ser abordada de
distintas maneras. Sin embargo hablar a los hombres de cualquier época, siempre ha conllevado una seria responsabilidad y creo que ella es aún mayor cuando se trata de los d e este fin de milenio -así suene a lugar común- agobiados por la más profunda crisis de la humanidad . Oficiar la poesía en estos ti empos exige una delicada atención por los asuntos del lenguaje, no el de los correctores de estilo, sino ese espacio articulado en el que establecemos finos contactos con lo que vive y siente. Con la realidad. La función del poeta tiene que ver con el pensamiento y la sensibilidad de una
sociedad, debe representar su expresión más acabada de conciencia . Para llegar al poema hay que superar incluso cierto encantamiento superficial existente en el lenguaje, que la mayoría de las veces nos niega una agudeza efectiva. En poesía existe una condición sine qua 11011: la emoción. Ésta es la que hace que un libro se leva nte y haga vibrar la sensibilidad de una época. Es cierto que la literatura es una consecuencia de lo que se vive pero no siempre nuestras emociones cotidianas alcanza n a llenar las exigencias que en tal sen tido impone el poema.
Con esta breve reflexión, surgida de mi profunda fe en la poesía, doy la bienvenida al libro de Juan Pablo Ro a: quiero creer con los antiguos en las extraordinarias virtudes del basilisco, para que así, éste que ahora tengo entre mis manos, logre superar todas las pruebas, incluso la del tiempo: ese fuego supremo que no hace concesiones. A continuación tom amos dos de los poemas de este libro de Juan Pablo. Juan Pablo Raa, El Basilisco, (de futura aparición) 1999.
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Del abrazo y sus fatigas A Germán Jaramillo y a Paola Mejía Hablo del último tranvía que cierra la noche. Hablo tan sólo de la lluvia que saluda las calles con su agua. Hablo también de los trabajos nocturnos Del silencio de la mujer cuando amanece y él la cuida del desvelo; Hablo aún de la casa que espera atenta a quien vuelve del día Con su maleta de malicia y de fatiga . Hablo de la sombra que suelen dejar los cuerpos en la memoria nocturna de las ciudades. Hablo también de las largas noches de verano Con su misterio de estrellas al atardecer. Hablo incluso de la certeza del desvelado Ese que observa, que custodia la sombra aquella que aún duerme al lado suyo Él lo sabe y no lo confiesa : El mundo entero termina allí en la madrugada cada día Como ese tranvía de medianoche que se lleva el último ruido de la casa Y del tormento cotidiano sólo deja una breve promesa de silencio. De almohada tibia
Paisaje con mujer lo moro in mare sentendo /'onde movere Francesco Petrarca Como recorrido por animales lentos vuelvo del sueño : A orillas de la vigilia el aleteo lento, parsimonioso de las olas fren te al farol sobre la arena La erudición de los pescadores de provincia a la hora de la siesta. Desde arriba la lluvia persiste en su ritmo que despega los vapores hediondos del pavimento al mediodía Los pescadores con los pies descalzos y con su erudición cotidiana cultivada sobre las redes Rechazan el ritmo que cae y que suda el respiro hediondo del pavimento caliente Humedecidos por la lluvia y por la sal. Vengo lento sobre tu cuerpo a buscar el orgasmo. Al volver del sueño, después del cigarrillo, animales lentos han recorrido mi tiempo nocturno Apenas el recuerdo, el hedor del pavimento mojado al mediodía : La isla que visitamos juntos cada vez que salgo hacia el sueño en la mitad de la noche Ha cesado en su ritmo lluvioso de farol mojado y sucio de arena. Queda el animal lento que aletea frente a la ensenada, viejo y persistente.
TRADUCTORES DE POESIA EN COLOMBIA
ese a que los autores de ésta antología anotan en el estudio preliminar que no es ésta la primera en su género propuesta en Colombia, la que más se le asemeja es la publicada hace ya más de medio siglo por Daniel Samper Ortega bajo el título de De otras tierras. Así,
Traductores de poesía en Colombia se erige en el primer aporte verdaderamente contemporáneo en torno a una de las tareas fundamentales en la cualificación de la literatura de un pueblo: la traducción de poesía. De los modernistas üosé Asunción Silva y Guillermo Valencia) a Jorge Gaitán Durán (Mito) o Jorge Za-
lamea (Los nuevos) y Eduardo Carranza (Piedra y Cielo) hasta Jaime Jararnillo Escobar (Nadaismo) pasando por icolás Suescún, José Manuel Arango y William Ospina se extiende -en términos generales- el marco de referencia en el que se nos ubica para darnos una idea en torno a los gustos de nuestros traductores y por ende, a los gustos a partir de los cuales se concibe actualmente la poesía en nuestro país. Por esta misma vía, esta obra podrá dar luces (por qués y córnos) al estudioso de la literatura colombiana
en lo que atañe a los derroteros seguidos por nuestros poetas a través de casi siglo y medio. Véase así esta relación atropellada de algunos de los poetas vertidos a nuestro idioma: Dante, Shakespeare, Baudelaire, Brecht, Geraldino Brasil, Emi ly Dickinson, Goethe, Paul Eluard, Victor Hugo, Longfelow, Poe , Rilke , Verlaine, Whitman, Wilde, Wordsworth, Yeats ... 75 traductores, 349 poemas, 11 lenguas y 138 poetas del mundo en 830 pági-
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nas. Además de los citados más arriba, podríamos mencionar otros autores corno Aurelio Arturo, Rafael Gutiérrez Girardot, Jorge Bu s tarnante García, Andrés Holguín, Rafael Pombo, Jorge Rojas y Hernando Valencia Goelkel. Estudio preliminar y selección: Rubén Sierra Mejía y Jaime García Maffla, Casa de Poesía Silva, Bogotá, 1999.
ALUMBRABA LA ~OCHE
que donde hay dolor hay un
abierta:
suelo sagrado.
[I
a doble puerta a la noche, o la puerta a la Doble Noche, es la intensidad del amor y del dolor. Como el Samuel primigenio, a quien Yahvé reveló en el Antiguo Testamento que el axis 111111Jdi es el corazón del hombre, también Samuel Jaramillo sabe que es dentro del corazón donde campea la noche en su asombroso estremecimiento de creación y destrucción. PRIMERA
OCHE
La Sabana de Bogotá se consagra como el territorio marcado, el escenario donde transcurre un drama, que es el de la ausencia: he
llegado a este paraje/ donde no habita ni el recuerdo de Dios. Allí, donde la naturaleza se carga de presagios y de mensajes cifrados, Samuel señala un espacio poético al cual invita a entrar sin zapatos ni sombrero. La sabana se extiende estigmatizada y a la vez bendecida por la pena; dice Osear Wilde
o hemos penetrado en lo religioso pero sí en terreno imantado por lo religioso; nos colocamos a la sombra del mysterium tremendum et fascinans y desde allí vemos pasar los luminosos pliegues de su espectro. Recorremos un campo simbólico, o franja de silencio, donde se pueden escuchar los ecos que no tienen resonancia, porque aquí la voz de Dios es voz de nadie, y su mutismo es estrepitoso. Como en el aura incandescente que precede a la enfermedad o a la revelación, todo nos habla de distancia en esta zona cegada por el deslumbramiento y bañada por un resplandor lunar y blanquecino que de repente queda desplazado por la invasión misteriosa del color rojo: desciende el crepúsculo con su luz ensangrentada; corre la sangre, espesa y a la vez transparente; se arrebata el incendio; la herida permanece por siempre
La vida es una herida. No podría permitirme sanar de ella. Sería inexcusable. Y también:
Sal sobre ardor, carne sin piel: vm1r es arrancarse. O:
No hemos nacido para sufrir, pero ¿cómo no agradecer el don de reconocer que la vida es una herida? El rojo, ¿es prueba de que se ha celebrado un sacrificio, una autoinmolación que limpia la culpa y aplaca el rencor del ausente? ¿Algo hicimos, que merecemos el abandono? Buscando respuestas, o quizá sólo con-
suelo, el poeta emprende un viaje -dantesco- hacia esa región intermedia y limítrofe -la sabana- donde presien te la presencia fantasmagórica de su padre, porque ha vivido la pérdida del Padre también como pérdida del padre. Apenas perceptibles, las señales intercambiadas entre el hijo, desde este lado de la vida, y el padre, desde el opuesto, provienen de dos bastones de ciego que tantean en la oscuridad con golpeteo de viejo telégrafo: ambos, como don Antonio Machado, siempre buscando entre la niebla. S EGUNDA
OCHE
La estructura dual del libro pasa, en la otra mitad, de la ciudad sin Dios a las ciudades del amor humano,
que se van despidiendo 11na a una mientras transcurre, doloroso, el tiempo. A diferencia del amor divino, la amada sí acusa comparecencia, pero de índole esquiva, inasible, porque se mu eve en otro plano del ser: se la vislumbra detrás de un cristal empañado; no importa en qué orilla la busque el poeta, ella siempre aparecerá en la de enfrente:
Con agilidad asombrosa se escab11l/e, salta y desaparece en la espes11ra del sueiio. Yo, torpe cazador, le disparo desde la vigilia. Será por eso que no acierto. El otro siempre se nos escapa», dice Octavio Paz. Si en Doble Noc he la muj er amada se coloca al alcance de la mano es sólo para desvanecerse enseguida, y es este trance, que Roland Barthes llama el Jading del otro, el que h ace que el yo sea ganado por la noche:
gota sobre metal ardien te, 111e estoy yendo de tu vida.» Envío a lavar mi ropa para que la limpien de t11s manos. Blanca, sin pensamientos t11yos, debe estar 111i ropa. Sin dolor.
Junto co n Samuel Jaramillo se expresa una generación de poetas que ya no se ven a sí mismos co mo hermanos menores de quienes los precedieron en el oficio, ni se resguardan en segunda línea: por el contrario, se toman el derecho a hablar en voz alta, sin minimizar, sin relativizar, sin cubrirse las espaldas con el cinismo o la ironía, sin pedir perdón ni permiso. La s pá g ina s de Doble Noche dan cuenta de un tono mayor que resuena a la vez nostál gico y profético, íntimo pero tambi é n plural: aparece el yo solitario y también el nosotros de la perpleja tribu hum ana mientras recorre las rutas de su expulsión . Bell o libro escrito en tensión y suspenso, se ubica en ese espacio magnético donde la crisis de fe no implica descreimiento y el dolor no significa hastío ni cansancio, y se desliza por el intersticio entre el duelo por la ausencia y la anunciación de un advenimiento. El territorio nocturno está visto como soledad pero también como expectativa e inminencia; es una desolación viva y palpitante que incita a rastrear la huella de lo que
alguna vez fu e y a aguzar los sentidos a la espera del retorno. Co mo cierre de la estructura paralela, al final de cada mitad se convoca a un convite ceremonial que puede ser resonancia de la cena que recrea y enamora de San Ju an, de la loca merienda de Alicia con la Liebre, el Lirón y el Sombrerero, de la Última Cena, de la sed pan-tagru élica o del banquete platónico: Primera noche
(Convite noct11mo): Los invitados, q11e son muchos, alzan s11s copas y callan bajo los árboles 11oct11mos. ( ... )
N11estro convite de un 111illó11 de afias comienza, comienza ya. Segunda noche
(Este instante): En una copa hecha de u11 material acaso e111pare11tado con esta /11z awlada,
yo te escancio mi verbo.( .. .) Abre t11 boca, acércate. Este es 1111 instante delgado el límite apenas entre el ayer y el 11ra11a1ra. Una línea. Un destello f11gaz. Acércate. Se trata en ambos casos de ceremonias so le mn es pero indescifrables, a oscuras -la /11z 110 ha sido convidada- a las cuales asiste una multitud -o una pareja-que se dispone a esperar ¿el co-
111ie11zo del tiempo? ¿el final de algo? ¿R itual de iniciación o de culminación? o podemos saberlo: nada ha ocurrido aún. Pero la comuni ón, antes truncada, se vislumbra ahora como posible, si no en la vi da, ciertamente sí en la poesía. Samuel Jaramilla González. Doble noche. Magisterio. Santa Fe de Bogotá, 1998
RENOVAR EL LENGUAJE DE LA TRIBU
orno una fractura en la geometría que las somete crecen la s palabras. Urapanes cuarteando la piel rugosa del mundo no escrito, las orillas violentas de estos tiempos. Despojadas de su eros primigenio, se cubren bajo la costra unívoca y miserable de manos tendidas en busca de una moneda en la cual reconocerse. Circulan incesantes al ritmo dictado por la urgencia de lenguajes
que den cuenta puntual de lo que sucede allá afuera, del suceso presente. Sin embargo arraigan en la riqueza de la putrefactio: limo que fluye como un aceite infestado por el furor de alguna divinidad que extiende su mano y desata la peste . Caos y aridez que hacen posible la belleza del acero en su jardín de óxidos. Mas el poeta, sin certezas y sin alzar la voz, es lenguaje que encarna. En su intento por fijar lo móvil y multiforme recorre su tiempo en busca de lo que pueda ser renovado. Impávido
y atento ejerce una digestión omnímoda. Serena tarea de reciclaje, sometido a sus más íntimas mareas y a los relojes acompasados por el pulso de las catástrofes, hasta lograr las savias que nutren una voz incierta. Palabras que ascienden aventando sus simientes en la dureza del escollo. Habitante de un desfase, de un pliegue en el tiempo, el poeta inquiere:
¿A quién he de hablar A quién conjurar para que escuche P Y la respuesta es el vértigo, el clamor que no cesa. A esa oquedad lanza la
raíz de su grito. A esa profundidad donde florecen tubérculos amargos. A esa oscuridad que quiere ser cimiento. Voz surg iendo como un hipo de su precario presente. El poeta se debe al lenguaje pues el lenguaje es lo único que sobrevivió en medio de la devastación 2 . A una liturgia de restauración cuanto todo presagia ceremonias de lástimas. Recorriendo a ciegas las grietas del lenguaje, avanza sobre lo fugaz de sus linderos queriendo aniquilar la brecha. La poesía: juego de despojamientos, arrancar pulpos de la boca de los muertos. 1
Jeremías VI, 10 2 Paul Celan
NOTICIAS SOBRE ESTA EDICION
U
n árbol bien plantado mas danzante es el texto de la conferencia que dictó Javier González Luna (1954) en el homenaje organizado por el Fondo de Cultura Económica con motivo de la muerte del escritor mexicano Octavio Paz. Javier González Luna es profesor de literatura de la Universidad Javeriana y autor del libro El cuer-
po y la letra: la cosmología poética de Octavio Paz (Fondo de Cultura Económica, 1990).
P
oesía 111exicana: dos promociones ape nas vistas fue leído por su autor, el
poeta mexicano Pedro Serrano (1957), en el marco del seminario sobre poesía latinoamericana que se realizó durante el pasado Encuentro lntenrncional
de Escritores de Bogotá.
60 ULRIKA
omo un complemento a los artículos con los que se abre nuestra revista, publicamos una muestra de poesía mexicana con base en autores nacidos entre 1918 y 1940: Alí Chumacera (1918), Rubén Bonifaz Nuño (1923), Jaime García Terrés (1924), Rosario Castellanos (1925 - 1974), Jaime Sabines (1926 - 1999), Tomás Segovia (1927), Eduardo Lizalde (1929), Gabriel Zaid (1934), Gerardo Deniz (1934), José Carlos Becerra (1937) y José Emilio Pacheco (1939).
C
L
a muestra de poesía colombiana que presentamos en esta entrega de Ulrika recoge las voces d e Raúl Henao (1944), Fernando Rendón (1951), John Sosa (1957), Orlando Gallo (1959), Ornar Castillo (1958), Alberto Verón (1965) y Armando Valencia (1969).
E
I escritor argentino Esteban Moore (1952) nos envió desde Buenos Aires algunas de sus versiones de la vigorosa obra del poeta beat Gregory Corso (1930).
Varia TraEductores de poesta en Colombia, n
incluimos reseñas sobre obra recientemente publicada por la Casa de Poesía Silva; E/ basilisco de Juan Pablo Roa (1967), de próxima aparición, Afuera pasa el siglo de Santiago Mutis Durán (1952) y Doble noche de Samuel Jaramillo (1950). or último, en la presente edición, damos inicio a una secció permanente: E/ lenguaje de la tribu de Mauricio Contreras Hernández .
P
SI SOBREVIVES, si persistes, canta, sueña, emborráchate. Es el tiempo del frío: ama, apresúrate. El viento de las horas barre las calles, los caminos. Los árboles esperan: tú no esperes, este es el tiempo de vivir, el único.
Presencia Viva de la Poesía
VIII Encuentro Internacional de Escritores. 23 al 29 de agosto de 1999 Informes: Tel/Fax: 2437441 • e-mail: artesyletrasVIII@hotmail.com
Invitan Casa de Poesía Silva • Corporación Cultural Artes y Letras de América • Ministerio de la Cultura Instituto Distrital de Cultura y Turismo