ULRIKA 52 REVISTA DE POESÍA
MEMORIA DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ
CASAS EDITORIALES PARA LA POESÍA EN IBEROAMÉRICA México, país invitado de honor Víctor Gaviria, poeta homenajeado
Antología de los poetas invitados Carlos López, José Ángel Leyva, Luis Armenta Malpica, Félix Suárez, Jesús Munárriz, Margarito Cuéllar, Felipe Montes, Jorge Rodríguez, Víctor Manuel Mendiola, Gabriela Cantú Westendarp, Mónica Muñoz, Guillermo Molina, Clara del Carmen Guillén, Eduardo Rodríguez, Miguel Maldonado, Rubén Darío Lotero, Antonio Castaño, Luz Mary Giraldo, Gustavo Adolfo Garcés, Federico Díaz-Granados, Darío Sánchez-Carballo
U NIVERS IDAD DE
Sé R eal, Piensa So c ia l Facu l tad d e Cie nc ia s de la Educ a c ió n L a Licencia t ura en Len gu a Castellan a, Ing l é s y F r a nc é s de l a U ni v e r s i da d de L a S a l l e , una i ns ti t u ción e duca t iva con acred itación in stituc i o na l de a l ta c a l i da d r e no v a da e n 2013 , e s uno de l os m á s pro gra mas más im portan tes en la form a c i ó n de m a e s tr o s de l e ngua m a te r na y e x tr a nj e r a e n Co lo mbia , con u na trad ición d e cuare nta y c i nc o a ño s , r e no v a c i ó n c ur r i c ul a r pe r m a ne nte b a sada e n las necesid ades y retos del paí s y a j us ta do a l o s m á s a l to s e s tá nda r e s de c a l i da d i n t ernaciona l, por lo cu al sus egresad os so n a l ta m e nte c o m pe ti ti v o s y v a l o r a do s po r s us c o m p e te ncias pe rs on ales y p rofesionales. La mis ión d e los docen tes form ados e n e s te pr o gr a m a e s c o ntr i bui r de c i di da m e nte a l a d i gnificación y el desarrollo hu m ano integr a l y s us te nta bl e de l a s pe r s o na s y e l de l a s c o m unid a d e s po r me dio d el desarrollo d e compete nc i a c o m uni c a ti v a , di s c ur s i v a e i nte r c ul tur a l y l a p a rt icipa ció n activa en el fortalecimien to d e l a s i ns ti tuc i o ne s e duc a ti v a s c o m o e j e s de l a tr a ns f o rma ció n po s it iva d el p aís de modo qu e s e l o gr e c o ntr i bui r a l a ge ne r a c i ó n de c o m uni da de s cr ít ica s y reflex i vas q ue investig an y propo ne n a l te r na ti v a s pa r a un m e j o r futur o pa r a to do s . Duración: 1 0 semestres – Jornadas: Diurna y nocturna Sede Chapinero – Carrera 5 # 5 9 A - 4 4 Informes: lmoderna@lasalle.edu.co – 3 4 8 8 0 0 0 Ext. 1 5 0 5
USTACULTURA
ARTE EN MOVIMIENTO EN LA UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS A partir del enunciado gestión cultural que construye identidad tomasina la coordinación del área de Cultura de la Universidad Santo Tomás planeta política de bienestar con perspectiva artística incluyente. A lo largo del semestre la Dirección de Promoción y Bienestar Universitario hace intervención de espacios universitarios con distintas presentaciones artísticas. Los viernes a medio día se cumple la programación de Narración Oral, Cuentería y Comedia con la presentación de los Narradores Orales, Cuenteros y Comediantes más representativos de la ciudad y el país en la sede central. La poesía se hace presente en el Café Literario realizado en la sede El Aquinate con la participación de poetas muy relevantes del panorama bogotano e internacional. De forma especial los JAM musicales “Pégate a la Rumba” promueven la participación de estudiantes, docentes y administrativos que muestran su talento en la interpretación de instrumentos musicales al igual que cantando algunas de las canciones propuestas por el grupo de docentes. El proyecto cultural se basa en una variada agenda de talleres formativos en distintas áreas artísticas, al igual que presentaciones especiales y apoyo a eventos institucionales con facultades y departamentos. Igualmente durante el año se realizan festivales artísticos de Danza, Teatro, Narración Oral, Poesía y Música.
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PRIMER CLAUSTRO UNIVERSITARIO DE COLOMBIA
Ulrika
Revista de Poesía
Ulrika Editores Licencia Mingobierno No. 00918 ISSN 0120-7669
Director Rafael Del Castillo M. Consejo editorial
Jotamario Arbeláez, Miguel Silva, Luz Mary Giraldo, Genoveva Iriarte E., Juan Gustavo Cobo Borda, Fernando Linero Montes, Samuel Jaramillo, Robinson Quintero Ossa, Evelio José Rosero, Gustavo Adolfo Garcés, Pedro Badrán, Joaquín Mattos Omar, Armando Rodríguez Ballesteros, John Fitzgerald Torres, Federico Díaz-Granados, Leonardo Cano, Óscar Pinto Siabatto, Eugenia Gorriño, Rafael Del Castillo. Cuidado de la edición
Óscar Pinto Siabatto, Fundación El Aguijón.
Colaboradores
Colombia Miguel Méndez Camacho, Darío Jaramillo Agudelo, Isaías Peña, Órinzon Perdomo, Armando Orozco, Eugenia Sánchez Nieto, Luz Ángela Caldas, Sara Del Castillo, Gloria Luz Gutiérrez, Fabio Jurado, Maruja Vieira, Rafael Berrío, Ernesto Durán Strauch, Giovanni Gómez, Rosaura Mestizo, David Reinoso, Roberto Puentes, Darío Sánchez Carballo, Andrés Céspedes, Dufay Bustamante, Julio César Rodríguez Bustos. Argentina Rodolfo Alonso, Paulina Vinderman, Marcos Silber, Daniel Samoilovich, Jorge Ariel Madrazo. Brasil Affonso Romano de Santana. Costa Rica Rodolfo Dada, Oswaldo Sauma, Norberto Salinas, María Montero, Nerina Carmona. Cuba Pablo Armando Fernández, Efraín Rodríguez Santana, César López. Chile Eduardo Llanos, Jaime Quezada, Tomás Harris, Teresa Calderón, María Inés Zaldívar. Ecuador Edwin Madrid, Iván Oñate, Iván Carvajal. España Luis Miguel Madrid, Jesús Munárriz, Jordi Virallonga, Rodolfo Häsler, Eduardo Moga, Sergio Laignelet, Juan Pablo Roa. Estados Unidos Armando Romero, Juan Carlos Galeano, Eduardo Chirinos, Mercedes Roffé, Fabián Sánchez Molina. México Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva, Margarito Cuéllar. Perú Ricardo Silva Santisteban, Luis La Hoz, Enrique Sánchez Hernani. Uruguay Washington Benavides, Rafael Courtoisie. Venezuela Juan Calzadilla, María Antonieta Flores, Enrique Hernández D’Jesús. Dirección de arte Gustavo Del Castillo M. Diagramación Vanessa Yepes S. Impresión Dígitos & Diseños Ltda.
Precio al público: $12.000.oo Los trabajos firmados se publican bajo la responsabilidad de sus respectivos autores, sin implicar necesariamente a la revista.
www.poesiabogota.org info@ poesiabogota.org
El 23 Festival Internacional de Poesía de Bogotá es un evento apoyado por el Ministerio de Cultura - Programa Nacional de Concertación cultural.
CULTURA, RECREACIÓN Y DEPORTE
Contenido EDITORIAL 4
Casas editoriales para la poesía en Iberoamérica Rafael Del Castillo
5 Casas editoriales para la poesía en Iberoamérica 6 8 12 16 20 24 28 32
El juego que pocos jugamos Luis Armenta Malpica
Apuntes deshilvanados sobre la poesía y su edición Jesús Munárriz Los editores barqueros Félix Suárez
Sobre la colección «Un libro por centavos». En tiempos de crisis, poesía Luz Mary Giraldo Problemas generales de las pequeñas editoriales Víctor Manuel Mendiola De las revistas y su edición. Lectura en la velocidad de escape José Ángel Leyva Las casas editoriales como elemento del quehacer poético Jorge Rodríguez Las universidades, espacios editoriales para la poesía de hoy Margarito Cuéllar
37 Antología de los invitados al 23 Festival Internacional de Poesía de Bogotá
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Notas acerca de la poesía de Víctor Gaviria. Un yo que se dispersa en el afuera Rubén Darío Lotero Poemas de Víctor Gaviria Poemas de: Clara del Carmen Guillén, Eduardo Zambrano, Mónica Muñoz, Guillermo Molina Morales, Felipe Montes, Gabriela Cantú Westendarp, Félix Suárez, Carlos López, Víctor Manuel Mendiola, Luis Armenta Malpica, Jorge Rodríguez, Miguel Maldonado, Rubén Darío Lotero, Gustavo Adolfo Garcés, Antonio Castaño, Federico Díaz-Granados, Luz Mary Giraldo, Darío Sánchez-Carballo
60 Reseñas: Al filo de la hoguera 62 Índice de autores
Editorial
Casas editoriales para la poesía en Iberoamérica Por Rafael Del Castillo
Cuando T. S. Eliot anotó con su contundente causticidad que quien engaña en lo que tiene que ver con la poesía es tan criminal como un médico negligente a la hora de suministrar diagnósticos o como el que promociona impúdicas panaceas al borde del dolor y el sufrimiento humanos, dio pabilo a reflexiones como las que abordaremos en este xxiii Festival Internacional de Poesía de Bogotá «Casas editoriales para la poesía en Iberoamérica». Convocada una pléyade de editores de poesía de diversos puntos de España y América Latina, además ellos mismos poetas, surge como anillo al dedo la oportunidad de reflexionar sobre los compromisos surgidos en uno y otro sentido. Lo anterior, sobre la base de que asumimos y hemos sido testigos de que la poesía –la auténtica, se entiende–, a la hora de su difusión está siempre sujeta a restricciones y camisas de fuerza que actúan con saña desde la obediencia a la imposiciones de un estado de cosas establecido –cualquiera sea su consigna o emblema–. Considerando además que México es quizás la nación iberoamericana donde el ejercicio editorial frente a la poesía se ha asumido con mayor compromiso, amplitud y honestidad (a contracorriente del ciego afán de lucro propio de la mayoría de las empresas editoriales conocidas y reconocidas), se ha determinado que sea consecuentemente éste el país invitado de honor del Festival en 2015. Desde dicha perspectiva se pretende evitar de plano el hacer aquí una apología al éxito mediático (y comercial) que algunas «casas editoriales» han alcanzado a veces mediante prácticas casi que contrarias a la «ética» propia del ejercicio de la poesía, proponiéndose más bien señalar cuáles podrían ser los imperativos básicos que debieran signar ese compromiso con el lector de poesía, con el poeta mismo, pero por sobre todo con la condición humana en su más alto sentido. 4
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Así, los textos que publicamos en esta ocasión, en tanto que ponencias propiciatorias de una reflexión necesaria y ojalá crítica de la labor que desarrollan poetas y editores, cuando menos en nuestro ámbito lingüístico, responden a las preguntas básicas que se les formularía a cualquiera de ellos: ¿qué ha publicado y por qué un editor dado?, ¿puede sostener la mirada del lector cuando le ofrece sus publicaciones?, ¿está la salud humana e intelectual a salvo luego de su ejercicio? Los autores con sus palabras dan respuestas y con sus poemas las refrendan. Nuestros lectores, como siempre, dirán la última palabra, en oposición, incluso, a la sospechosa fuerza mediática y/o mercantil de muchos encumbrados editores. Claro ejemplo de la pusilanimidad editorial que a veces nos embarga y ofrece en cambio sospechosos placebos poéticos, es el que podemos esgrimir frente al tratamiento dado a la obra lírica de Victor Gaviria, el poeta colombiano homenajeado en esta versión del Festival. Pese a sus premios –íntegros como pocos– y al eco que su visión del mundo encuentra entre los que leen poesía alejados de los oropeles con los que condecora la academia, la burocracia y el mercadeo, sus libros de poesía no circulan, ni se estudian, ni se reeditan: incunables, fluyen casi que clandestinos, pero inexorables. A contracorriente y en un gesto lúcido de complicidad con nuestro certamen, la Universidad Externado y el Instituto Caro y Cuervo, han publicado en este mismo marco, sendas antologías de la obra poética de Gaviria. Otro tanto han hecho las revistas La Otra y Babab, desde México y España, respectivamente, y Emilio Coco en su antología de la poesía colombiana de hoy Con il fuoco del sangue, en la que vierte sus poemas al italiano. Y sigue más...
Casas editoriales para la poesía en Iberoamérica Como buenos editores, los autores invitados saben las difíciles decisiones que hay que tomar a la hora de cerrar una publicación. Por las consabidas razones de espacio, aquí se presenta sólo una selección representativa de las ponencias escritas para el xxiii Festival Internacional de Poesía de Bogotá. Junto con éstas, las escritas por Mónica Muñoz, Clara del Carmen Guillén, Gabriela Cantú Westendarp, Eduardo Zambrano y Guillermo Molina Morales pueden ser consultadas en www.poesiabogota.org ULRIKA 52 |
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CASAS EDITORIALES PARA LA POESÍA EN IBEROAMÉRICA
El juego que pocos jugamos La poesía es un melodioso ajedrez que jugamos con Dios en solitario. Eugenio Montejo
Por Luis Armenta Malpica
La última religión que me queda es la edición de libros. Una especie de prolongación de mi actividad creadora, en la que
No es un naufragio constante la edición sino un anclaje cada vez más profundo en otras, las siempre reconocidas otras aguas de la literatura. 6
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soy autor de muchos libros que de otra forma nunca podría escribir ni llevar a buen término. Y si Dios solo existe mientras dura la oración, lo que hago con cada libro es poner otra pieza en el tablero de esta vida. Como el lenguaje nos determina más que cualquiera de los sentidos, quiero leer esos poemas míos que no he escrito, que no estoy seguro de escribir algún día, pero que ya han partido de las manos de un viajero que cruza el mismo océano de mis barcos anteriores. Haya zarpado o no, cada libro añade a mi bitácora una manera de recorrer el mundo de las horas, los meses y los años (dieciocho) que llevo de editor y de naviero. No es un naufragio constante la edición sino un anclaje cada vez más profundo en otras, las siempre reconocidas otras aguas de la literatura. Esas profundidades son las mismas del hombre: sus miedos e inquietudes. Y por eso le apuesto a la defensa de un ideal, y asumo riesgos. No se puede, lo creo, ir por la vida con un mapa en la mano y el cofre del tesoro en la mirada. No se debe golpear con garfios y con patas de palo a quienes ven el cielo buscando otro horizonte. Para algunos el barco es el Titanic. Prefiero la Kontiki. Empecé en la cubierta. Así empiezan los libros: había un hueco que me permitía
LUIS ARMENTA MALPICA
ver (y no del todo) lo que oculta la voz de los que escriben. Una mirilla cómplice de lo que no sucede si no abrimos la página, si no embarcamos junto con nuestros ojos las manos, los enseres, los víveres de un viaje que apenas y comienza y nos marea, sacude y modifica hasta hacernos verter en otras páginas un poco de nosotros, del agua de nosotros, de la sal de la piel y a cada tumbo del viento altera toda brújula. De inmediato, saltada ya una página, el animal que soy: la mantis religiosa en posición de ataque. Verde espiga que se alza contra la intolerancia y la pereza, contra la mezquindad y la falta de credo en otras vidas. Muerte también cuando ama, pero una muerte dulce entre sus brazos. Nacida de un taller (no el blanco de Montejo) que se ha desmoronado en sus migajas, aunque con levadura para oponerse al pan que es ázimo o es duro (el que reina en la harina, pero deshace el agua). Y de pronto el autor: el dios protagonista de Mantis editores. A quien siempre agradezco su confianza y el creer que un editor no es el diseñador de bellos libros ni el tenaz impresor de sus memorias, sino su contrincante: abogado del diablo de su ángel de la guarda. Quien desarma los libros para encontrar la pieza que le sobra, el naipe que destruye su castillo, el alfil que no ataca, el peón que se demora en convertirse en rey, la torre ya derruida, el caballo que niega al pura sangre. Un editor jamás será una dama, lo repito: es el diablo del diablo. Y del autor, sus obras. Dice el poeta rumano Lucian Blaga que la raíz posee una apariencia demoníaca y el resto de la planta una visión más plácida, porque la tensión está justamente en la raíz. Yo busco a los autores por su lado raigal: apostamos en Mantis por la literatura menos complaciente y visitada. Lejos de las capillas, del centralismo, de la notoriedad de los aparadores. Cerca, muy cerca, sí, del altar donde se oficia el juego que muy pocos
jugamos. En donde las apuestas llegan hasta la vida, a la muerte, a quedarse uno solo repitiendo, brazada tras brazada, que lo único importante era lanzarse al viaje y no los grandes barcos, el rito de la botella rota de champaña ni las banderas que dan la bienvenida en los puertos de lujo. El viaje verdadero, según dijo Cavafis. De colofón puedo decir que nunca he estado solo: proseguimos la ruta con las trescientas velas en todas direcciones y, en el timón, el otro, nuevo autor que dirige mis olvidos hacia puerto seguro. Él, sí, una amorosa puerta siempre abierta, el aliento de Dios que me hace renacer de las migajas y comenzar el juego contra ese mismo Dios que son los libros. Yo no quemo las naves, y esto que parece soberbia tampoco es humildad. Simplemente es mi pan de cada día, un pan multiplicado por la fe, pasión cuyas caídas no se cuentan. En esta comunión poco importa la mayoría de edad: cuento, eso sí, con algunos lectores. Si con ellos comulgo (ya lo dijo Viel Temperley) también estoy en éxtasis.
Un ejemplo del trabajo de Mantis editores: este poemario bilingüe de Jeannette L. Clariond, Desierta memoria, en coedición con la Universidad Autónoma de Nuevo León. ULRIKA 52 |
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CASAS EDITORIALES PARA LA POESÍA EN IBEROAMÉRICA
Apuntes deshilvanados sobre la poesía y su edición Por Jesús Munárriz
La edición de revistas o libros de poesía es una actividad que nace de planteamientos intelectuales, literarios, poéticos, es decir, de la convicción de que la poesía es una de las formas de expresión literaria más válida, o directamente de la creencia de su supremacía sobre cualquier otra manifestación creativa, y de la constatación de que su difusión carece de los mecanismos necesarios para hacer llegar a cuantos podrían y querrían apreciar su excelencia, esta modalidad de expresión. La comprobación de la distancia real existente entre el valor otorgado a la poesía y sus limitados medios de difusión es lo que hace que surjan con tanta frecuencia y en todo tipo de ambientes y contextos, iniciativas que se concretan en la creación de revistas o de editoriales centradas exclusiva o casi exclusivamente en la publicación de textos poéticos. Los promotores de tales empresas son en su mayor parte los propios poetas, que ante todo en los primeros años de 8
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su actividad, cuando aún son poco conocidos, buscan la manera de hacer públicas, de difundir sus creaciones. Se trata, habitualmente, de grupos de amigos o compañeros que comparten presupuestos o planteamientos afines, tanto en lo literario como a menudo en lo político o lo ideológico. La suma de esfuerzos y voluntades suele permitir poner en marcha iniciativas que en algunos casos logran sus objetivos, sobre todo cuando la calidad de la poesía así promocionada responde a las necesidades y expectativas de los posibles lectores, y en otros casos se pierden y disuelven en el maremágnum de pequeñas publicaciones y proyectos que carecen de la validez necesaria para hacerse notar, destacar y ocupar un lugar relevante en el dominio de la poesía. Se trata, pues, generalmente, de dar a conocer los primeros ensayos de escritura de jóvenes que pretenden abrirse un hueco en el amplio espectro de los que quieren abrirse paso y ser tenidos en cuenta por los
JESÚS MUNÁRRIZ
lectores, los críticos, los antólogos y, sobre todo, por los poetas ya reconocidos y aceptados generalmente como representativos de su época, su generación o su tendencia. La poesía es a un tiempo tradición e innovación. Aprende del pasado, rescata lo más válido de él, y lo integra en nuevos planteamientos, surgidos de las nuevas situaciones y vivencias, de cuanto en la historia y la biografía de los poetas los hace ser insustituibles, contemporáneos, diferentes. Sólo cinco milenios nos separan de las primeras manifestaciones conocidas de la poesía, y gracias a las traducciones aún somos capaces de disfrutar y asimilar los aciertos de quienes en sumerio, en griego, en latín, en chino o en tantos otros idiomas han hecho de la poesía lo que hoy es, una expresión universal del espíritu humano en la que sigue vigente lo que escribieron Homero, Safo o Anacreonte, Horacio, Virgilio o Catulo, Li Bai, Du Fu, Li Qingzhao, o Dante, Shakespeare, Hölderlin o Rimbaud. Los poetas jóvenes van descubriendo la poesía a través de sus lecturas, y si son ambiciosos quieren ocupar un lugar en ese panorama de los maestros que les han hecho descubrir nuevos mundos. Pero su formación no siempre está a la altura de sus planteamientos, y su capacidad y sus dotes expresivas a menudo aportan poco a esa tarea siempre abierta pero siempre exigente de destacar en un panorama en el que nunca faltan algunas aportaciones realmente valiosas. En resumen, todo el mundo tiene derecho a sentirse poeta y a escribir lo que mejor le parezca, pero para que su obra destaque, perdure y se integre en esa valiosa tradición ha de ser realmente sobresaliente, aportar algo nuevo y valioso, ser comparable a las de los mejores entre quienes le precedieron. Naturalmente, pocos están a la altura de estas expectativas y en cada promoción de jóvenes poetas hay muchos que se cansan, abandonan, o deciden dedicar sus esfuerzos a la prosa, donde las exigencias son otras y donde las compensaciones sociales y económicas premian con mayor generosidad el trabajo realizado. Poetas de verdad, grandes, nacen pocos, y en poesía la selección natural funciona con fuerza y va eliminando lo superfluo para quedarse con lo esencial. ¿Cuántos nombres de grandes poetas podríamos seleccionar en estos cinco milenios de expresión poética? ¿Mil, dos mil, siendo
muy generosos? Pues eso supondría que ni siquiera conservamos memoria de un poeta por año en todo el planeta desde que tenemos constancia de la aparición de la escritura. Hoy somos siete mil millones los habitantes del globo; ¿cuántos de los que ahora escriben poesía sobrevivirán en la memoria colectiva al llegar el siglo xxii? Se precisa una buena dosis de humildad para aceptar la pequeñez de los esfuerzos individuales frente al paso del tiempo. Y mucha responsabilidad para enfrentarse con seriedad a la tarea. No es poeta quien quiere, sino aquel cuya poesía sigue siendo leída siglos después de la desaparición de quien la escribió.
No es poeta quien quiere, sino aquel cuya poesía sigue siendo leída siglos después de la desaparición de quien la escribió. Pero no deja de ser un reconocimiento de la alta estima en que la humanidad tiene a la poesía el hecho de que, pese a la dificultad de la tarea, miles y miles de jóvenes intenten cada año en el mundo entero ocupar un lugar con su obra en ese exigente club que sólo admite triunfadores (triunfadores poéticos, quiero decir, que a menudo son también perdedores sociales). Así que la poesía hace nacer anualmente a miles de alevines de poetas, y el medio que tienen de abrirse camino ha sido hasta ahora la difusión de sus tentativas a través de publicaciones y editoriales que normalmente ellos mismos se encargan de crear. Y digo «hasta ahora» porque el auge actual de la tecnología electrónica ha hecho que buena parte de esta tarea haya pasado a desarrollarse a través de la red, de internet, lo que plantea otros problemas que de momento quedan al margen de estas reflexiones. Por grande que acabe siendo un poeta, es muy raro que lo sea desde el principio. Y aun en los casos en que lo es, nadie lo sabe aparte del interesado (que tampoco suele estar seguro de sí mismo), de manera que necesita dar a conocer sus creaciones para que puedan apreciarlas y juzgarlas quienes pueden tener la capacidad de reconocer su valía. Y como esa tarea necesita de la edición, y ésta de una cierta financiación, y era difícil (puede que ahora lo sea algo menos) que un editor arriesgue su dinero publicando a un desconocido, éste suele tener que recurrir a encontrar ULRIKA 52 |
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CASAS EDITORIALES PARA LA POESÍA EN IBEROAMÉRICA
No de otra manera vieron impresos sus primeros títulos César Vallejo, Pablo Neruda, Federico García Lorca y muchísimos más. Así que tampoco tiene por qué ser vergonzoso para nadie correr con los gastos de su primer libro. Hay muchas pequeñas editoriales en este momento que funcionan así [...] medios propios para cubrir los gastos de la edición de su primer libro. No de otra manera vieron impresos sus primeros títulos César Vallejo, Pablo Neruda, Federico García Lorca y muchísimos más. Así que tampoco tiene por qué ser vergonzoso para nadie correr con los gastos de su primer libro. Hay muchas pequeñas editoriales en este momento que funcionan así, aportando sus medios de difusión para dar a conocer libros que los propios autores financian. Pero aunque la práctica en sí no sea objetable, es cierto que en la mayoría de los casos resulta poco eficaz, dada la desconfianza que la acumulación de autores desconocidos en determinados sellos provoca en los posibles lectores. Aun así, estos siempre tienen la posibilidad de juzgar por sí mismos y, en poesía, hojear un libro y leer un par de poemas suela ser suficiente para hacerse una idea de por dónde va el autor y para pronosticar si a uno le va a interesar o no. En muchos casos son las revistas las que realizan esta primera labor de hacer posible la lectura de lo que anda escribiendo un desconocido. Y si los poemas escogidos son realmente valiosos, no es raro que encuentren quien sepa apreciarlos y ello le lleve a interesarse por quien los escribió y, si entra dentro de sus posibilidades, a proponerle en algún caso la publicación de su libro. Yo lo he hecho a veces. Otro medio: los premios. En Colombia no sé si habrá un sistema parecido, pero en España existen decenas, puede que centenares de concursos o premios de poesía que suelen ofrecer al ganador una cantidad 10
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César Vallejo
más o menos importante de dinero y la publicación de su libro, a veces en organismos municipales o regionales, en editoriales de poca difusión o, en los casos más importantes, en editoriales prestigiosas, donde los autores noveles comparten espacio con otros reconocidos y consagrados. Algunos de estos premios están destinados exclusivamente a los jóvenes y ponen límite de edad a los concursantes: treinta y cinco, treinta y hasta veinticinco años en algún caso, y esto hace que todos los años se den a conocer unos cuantos poetas jóvenes, que tienen que ganarse el derecho a publicar compitiendo con otros de su misma edad, a veces incluso centenares. Un repaso de los ganadores de estos premios en los últimos años nos permite constatar lo acertado del sistema, pues muchos de los mejores poetas aparecidos en las últimas décadas han comenzado su carrera literaria o poética precisamente obteniendo algunos de estos premios. Pero una vez dados estos primeros pasos, es la obra de cada cual la que debe abrirle camino y ganarle a pulso los lectores por su valía. (Claro que también hay poetas que dedican tanto o más esfuerzo a la promoción que a la creación, poetas que se convierten en propagandistas de sí mismos y emplean todos los medios a su alcance para suscitar el reconocimiento e ir ascendiendo en el escalafón de los reconocimientos, escalafón que suele tener más que ver con la capacidad de relación y compadreo social que con la validez de la obra promocionada, pero que suele dar frutos tangibles a corto plazo y antepone obras y personas a
JESÚS MUNÁRRIZ
Pablo Neruda
veces mediocres a las de los realmente valiosos pero poco dados a las relaciones públicas y a los intercambios de piropos y favores). Con independencia de los premios, abundan en todos los países las pequeñas editoriales que se proponen como objetivo la publicación de poesía. ¿Por qué van apareciendo y desapareciendo sucesivamente tantas de estas editoriales de poesía? Como venimos diciendo, la publicación de poemarios de autores desconocidos, por nuevos, está destinada a facilitarles su integración en el mundo literario, a darlos a conocer y difundir sus primeras tentativas de escritura. Económicamente, es una actividad que, en la inmensa mayoría de los casos, resulta poco favorable o incluso ruinosa para el editor, lo que lleva habitualmente a la desaparición de este tipo de empresas. Sin embargo,
también hay poetas que dedican tanto o más esfuerzo a la promoción que a la creación, poetas que se convierten en propagandistas de sí mismos y emplean todos los medios a su alcance para suscitar el reconocimiento e ir ascendiendo en el escalafón de los reconocimientos, escalafón que suele tener más que ver con la capacidad de relación y compadreo social que con la validez de la obra promocionada [...]
para entonces ya han cumplido su función, la de situar en el universo poético a los alevines de poetas que han publicado. Dada la disparidad de los resultados obtenidos con esta actividad por editores y poetas, a favor de estos últimos, sería legítimo plantearse la necesidad de revisar las relaciones entre unos y otros, ya que los editores rara vez ven compensados sus esfuerzos, mientras que los autores consiguen con ello su propósito de obtener una prestigiosa tarjeta de presentación para ir abriéndose camino por el proceloso campo de las letras, de ordinario más selva que sabana. Pero es que, además, la labor editorial es puramente «ancillar», de servidumbre, ya que poco importa, y poco debe importar quién ha sido el responsable de dar a conocer a un autor, y su nombre sólo muy rara vez pasa a la historia literaria, siendo lo habitual que nadie, empezando por el autor, se acuerde de él en cuanto se sitúe en un escalón más alto, es decir, sea publicado por una editorial más potente. ¿Cuántos sabrán en Colombia quién fue el editor del primer libro de García Márquez, o en Perú del primero de Vargas Llosa? ¿Y qué beneficios obtuvieron esos editores con su clarividencia y su atrevimiento? ¿Les dieron los autores para publicar sus siguientes libros, los que tenían más posibilidades de resultar rentables? He citado a dos novelistas, por haber recibido ambos el premio Nobel, pero podríamos preguntarnos lo mismo con los poetas, aunque la difusión de estos siempre sea menor. ¿Y fue invitado alguno de esos primeros editores a la entrega de dichos premios Nobel? Me juego lo que quieran a que no. Claro que también hay editoriales, como la que yo fundé y dirijo, que han logrado sobrevivir a cuarenta años de actividad fundamentalmente de publicaciones poéticas. ¿Cómo ha sido posible? Sería muy largo de contar, así que si surge el tema en nuestros encuentros bogotanos y alguien lo suscita, estoy dispuesto a dar mi punto de vista sobre él con cierta extensión, pero discúlpenme si no adelanto mi información fijándola por escrito. Son asuntos que sólo marginalmente atañen a la poesía, que es lo que de verdad nos interesa a los que la consideramos la más alta expresión del espíritu humano. Hablaremos de ellos, desde luego, si hace falta, pero centremos nuestros desvelos en lo que nos convoca y nos une, la poesía, y dejemos, en el segundo plano que merecen, sus circunstancias. ULRIKA 52 |
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CASAS EDITORIALES PARA LA POESÍA EN IBEROAMÉRICA
Los editores barqueros Por Félix Suárez
Hubert Nyssen (1925-2011) en 2005. Archivo AFP /Pierre Verdy
I En México, mi país, a finales de la primavera, se realiza una feria de libro de pequeñas editoriales independientes. Es un evento singular sin duda, porque bien podría ser una feria de libro de poesía, toda vez que, si se mira con atención, lo que predomina en los breves catálogos de estas editoriales es el libro de poesía y de literatura en general. Esta feria puede ser vista, además, desde distintas ópticas: en primer lugar es, de algún modo, una muestra de las acciones de lo que Octavio Paz llamó el Ogro filantrópico, pues muchos de los libros que el lector encuentra ahí han sido resultado de la aplicación de recursos públicos, es decir, buena parte de estas pequeñas editoriales reciben o han recibido algún tipo de financiamiento, a través de convenios de coedición que realizan con los organismos públicos federales dedicados a la divulgación y fomento de la cultura. Pero hay algo aún más importante, que tiene que ver con el papel que realizan
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estas pequeñas editoriales independientes en todo el mundo, que actúan como pequeños anticuerpos movilizados para defender al organismo, ante la permanente e incontrolable amenaza que representan los grandes consorcios editoriales. Esta idea que esbozó Paz a finales de los años ochenta, cuando eso que vivimos hoy como una realidad de escalofrío era apenas una premonición de posibles calamidades, nos obliga sin duda a pensar, pero sobre todo, a visibilizar la necesaria existencia de verdaderos editores –públicos o independientes–, oficiantes enamorados del libro y de lo que éste representa en términos de sobrevivencia del objeto más importante que hemos creado como civilización. Quisiera retomar en este punto una imagen memorable de Hubert Nyssen, un muy sensible editor francés, nacido en Bélgica, que creía que el oficio del editor es semejante al del barquero; una imagen que es en sí misma hermosa, porque alude no sólo al mito, a un pasado glorioso y a la figura de Caronte, sino a una altísima misión, casi de orden sagrado, que ha sido encomendada a los editores: salvar ideas y emociones.
FÉLIX SUÁREZ
El editor barquero o los «barqueros de texto», como les llama Nyssen, no son, en consecuencia, «ni fabricantes ni manufactureros, son o deberían ser, en el más alto sentido, los cómplices de un arte cuya trasmisión les ha sido confiada». No existe pues un modo de conciliar el concepto comercial, que ve en el editor a un gerente, y en el libro, una mercancía o un producto más de consumo, compitiendo con otros productos similares dentro de los aparadores y estanterías de los supermercados. Me parece que esto, que resulta obvio, es particularmente notorio cuando pensamos en la poesía y en las editoriales que aún la publican. No conozco a ningún editor de poesía que actúe como un jefe de empresa y menos aún que se haya enriquecido publicando poetas que no han ganado un premio Nobel. Podríamos, en consecuencia, derivar de esto un acuerdo provisional: si no existe un mercado importante para la poesía ni ganancias que la hagan una inversión rentable en términos financieros, los editores independientes que publican libros de poemas, lo hacen entonces casi siempre por un gusto personal, por un deleite, acaso inconfesable, de quien se sabe parte de una secreta cofradía, o sirviendo a un ideal. Por eso, estos poetas editores, estos barqueros de la poesía, le apuestan a la edición de poemas, aun sabiendo que este tipo de libros no agotarán nunca sus ejemplares en el corto plazo y que muy pocos o ninguno alcanzará una segunda edición.
II Mencioné al principio a Octavio Paz, quien dio al Leviatán de Hobbes el carácter moderno de un ogro mesurado, filantrópico, con el que incluso es posible lidiar hasta cierto punto. El Estado como detentador único de la violencia institucional, pero al mismo tiempo, como generador de políticas públicas de beneficio común.
Esto último tiene que ver con las ediciones de poesía que provienen cada vez más de entidades oficiales. Al acotarse los espacios para la poesía dentro de las grandes empresas editoriales, ésta se ha refugiado cada vez más, de manera inevitable, en las pequeñas editoriales independientes y en las ediciones que financian las universidades públicas, los institutos y secretarías de cultura. He sido editor para una universidad de éstas y en varias instituciones de cultura del Estado, durante casi treinta años. Tal vez sea este el tema que mejor conozco entonces. A lo largo de ese tiempo, he visto cambiar las estepas del mercado editorial, donde los grandes depredadores marcan los ritmos y los gustos en los amplios públicos lectores, que no son, por cierto,
los editores independientes que publican libros de poemas, lo hacen entonces casi siempre por un gusto personal, por un deleite, acaso inconfesable, de quien se sabe parte de una secreta cofradía, o sirviendo a un ideal. necesariamente, los más informados ni los conscientes. Pero también he sido testigo de la manera tenaz y sigilosa con la que persiste la poesía y sus lectores, esos a los que el autor de La estación violenta llamó «los muchos-pocos ». ¿Cómo se expresa la poesía –las ediciones de poesía– desde estos espacios oficiales? Se origina, creo yo, desde las penumbras de la conciencia, desde la más completa incomprensión. Salvo honrosas excepciones, casi ningún funcionario la entiende, pero les parece políticamente correcto impulsar y aun fomentar ese género proscrito, que evoca en ellos, de manera confusa, las recitaciones de los primeros años escolares, los concursos de declamación, alguna velada literaria en la que fluyeron, con el mismo entusiasmo, el alcohol ULRIKA 52 |
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Cuidadas ediciones institucionales del Ministerio de Cultura de los libros Danzantes del viento, de Hugo Jamioy Juagibioy, y Tambores en la noche, de Jorge Artel, representativos de la poesía indígena y afro colombianas.
y las canciones de Arjona; sus años de enamoramiento juvenil y algunas líneas extraviadas de Benedetti o Sabines, en el mejor de los casos. El resto de la poesía les resulta incomprensible, si no es que irritable. Ello no evita, sin embargo, que año con año las instituciones publiquen un buen número de libros de poesía de la me-
la poesía es, de todos los géneros literarios, la menos popular entre los lectores. Exige de su receptor no sólo nuestra natural inclinación al goce, sino, además, una manifiesta voluntad activa por encarnar los fantasmas de otros, sea el deseo o el duelo o el amor o la ira de otros. La insensata necesidad de ser nosotros siendo otros. jor calidad, en cuanto a sustancia y manufactura editorial, con tirajes que empiezan a sobrepasar ya los mil ejemplares, y a precios en los que se refleja no el total de los factores de la inversión, sino apenas los costos finales de impresión, lo cual, por supuesto, permite que el libro llegue a manos de más lectores y a precios verdaderamente simbólicos. Para nadie resulta descono14
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cido que es ahí, en ese punto del camino, donde los libros de poesía corren la misma suerte, tanto si provienen de una pequeña editorial independiente, como si su origen fue una universidad o una dependencia de cultura federal o estatal. En ambos casos, da inicio con ello el lento y penoso trasiego de estos libros, en busca de su lector. Quienes hemos vivido por años la experiencia, sea como autores o editores, conocemos de algún modo esa ruta, aparentemente inexplicable, que ha hecho que los libros de poesía no representen ningún atractivo para los intereses comerciales, pues lo que en apariencia es un libro más de literatura, empieza también a demorarse un poco más en los estantes y exhibidores de las pocas librerías que les dan cabida. No es extraño: la poesía es, de todos los géneros literarios, la menos popular entre los lectores. Exige de su receptor no sólo nuestra natural inclinación al goce, sino, además, una manifiesta voluntad activa por encarnar los fantasmas de otros, sea el deseo o el duelo o el amor o la ira de otros. La insensata necesidad de ser nosotros siendo otros.
FÉLIX SUÁREZ
Esta particularidad es, en efecto, uno de los rasgos que definen de mejor modo a la poesía de todos los tiempos y a ese reducido número de cofrades, que son aún hoy los lectores de poemas.
III El conflicto pareciera surgir, entonces, no de su naturaleza, que es en sí misma inmutable, sino de aquello en lo que se pide que se convierta la poesía: en una sustancia inane, es decir, en una mercancía, en un fluido inerte que nos llene de una vacua alegría, porque si no –aseguran– para qué sino para eso se hizo el arte, si no para darnos placer. Tal vez sea esa conjetura fácil y filistea la que le ha condenado a quedar siempre afuera, excluida siempre del banquete feliz de los convidados. Ella, en respuesta, se ha recluido en los reductos donde los hombres dialogan en su oscuridad con ellos mismos, con Dios o con el diablo, y ha reducido, por ello, la posibilidad de recibir a todos en su casa. Nadie que no esté dispuesto a dejar a cambio
El conflicto pareciera surgir, entonces, no de su naturaleza, que es en sí misma inmutable, sino de aquello en lo que se pide que se convierta la poesía: en una sustancia inane, es decir, en una mercancía, en un fluido inerte que nos llene de una vacua alegría, porque si no –aseguran– para qué sino para eso se hizo el arte, si no para darnos placer. el óbolo de su corazón puede ser admitido entre sus fieles. De ahí, en efecto, el carácter decididamente minoritario de la poesía moderna, y de la poesía contemporánea en particular. Algunos editores lo saben, los editores barqueros, esos que son ya una suerte de cofradía, decididos a salvar una vez más, como en otros momentos, el rumor colectivo y silencioso de nuestros corazones.
Siempre al lado de la poesía y las malas costumbres Sede Centro: Cra. 3a calle 19, C.C. Procolil, Local 117 / 2431309 Sede Chapinero: Cra. 7 No. 55-03 / 2496891
Poemartes
Todos los martes, lectura de poesía: 8 p.m, Sede Centro. MARTES 5 DE MAYO DE 2015: Recital poético en homenaje a Víctor Gaviria.
Participan: Margarito Cuéllar, José Ángel Leyva, Luis Armenta Malpica (México); Jesús Munarriz (España), Rubén Darío Lotero (Colombia).
Cinemartes
Todos los martes proyección de ciclos “En busca del cine perdido”: 6 p.m., Sede Chapinero. ESPECIAL MIÉRCOLES 6 DE MAYO DE 2015: Muestra cinematográfica de Víctor Gaviria, con presencia del director.
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Sobre la colección «Un libro por centavos»
En tiempos de crisis,
poesía
Una palabra canta en mi corazón, susurrante hoja verde sin fin cayendo. Aurelio Arturo
De manera que la palabra fue dicha y la ignominia purificada. Héctor Rojas Herazo
Por Luz Mary Giraldo
Nada como la poesía para revelar la casa del ser. Y es que el lenguaje, y en el caso particular el poético, expresa la integración de pensamientos, deseos, recuerdos, conceptos. Toda casa entraña albergue, refugio, amparo, memoria, biografía e historia. En la casa de la poesía está el poeta en estado de alerta frente al tiempo y el espacio a los que pertenece, ante a la vida que celebra, la muerte y el desasosiego que reconoce, el amor y el fuego del deseo que destaca, la soledad, la tragedia, el dolor, las alegrías o las amarguras que lo determinan. Vista desde la colección «Un libro por centavos», los pilares de la lengua española la sostienen, pues entre corredores, rincones secretos, puertas y ventanas, vibran tradiciones y rupturas, renovaciones y propuestas que dejan ver la palabra que canta en el corazón y la que al ser dicha pueden ser hoja que cae susurrante o voz que purifica. Una y otra, desde sus extremos, definen travesías entrecruces de la música del alma o del ruido en la intemperie. En La poética del espacio, Gastón Bachelard afirma que en la novedad de sus imágenes el poeta origina el lenguaje. Es esto lo que el lector de poesía encuentra 16
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en los 112 libros de pequeño y sugestivo formato que a la fecha componen la colección «Un libro por centavos», dirigida y coordinada por los poetas Clara Mercedes Arango y Miguel Méndez Camacho. Como luchando contra molinos de viento, hace más de una década el poeta Méndez Camacho propuso esta aventura al doctor Fernando Hinestrosa, entonces rector de la Universidad Externado de Colombia, quien dio su apoyo a la iniciativa, a pesar de intuir que la ganancias irían más allá de los valores esperados en la sociedad capitalista. Luego vino la alianza con la revista El Malpensante y se dio comienzo a esa colección de amplio tiraje que ha ido creciendo con el tiempo. De alguna manera se infiere que esta tarea de quijotes se propuso salvar la poesía en tiempos de crisis y llevarla a todas partes y a todo tipo de lectores, dándole la espalda a los estragos de la realidad y a esa errónea creencia de considerarla Cenicienta de los géneros. Aunque las grandes editoriales no la tienen en cuenta en sus catálogos por considerar que no goza de acogida, esta es «la colección de poesía de mayor tiraje en lengua española», como se ha anunciado en la revista
LUZ MARY GIRALDO
que la promueve. El criterio de selección ha sido claro: poetas y poemas para amantes del género, pues como diría Bachelard: «nadie sabe que revivimos, leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector un poco apasionado por la lectura, alienta y reprime, leyendo, un deseo de ser escritor». Esto significa que las páginas leídas o por leer le conciernen. Doce años después de salir a la luz el primer número (octubre del 2003), en la amplia gama de autores de distintas generaciones, lugares del país, de Latinoamérica y de España, la colección refleja tradiciones y renovaciones, tendencias, líneas, estilos, universos y perspectivas de la poesía en lengua española. Gracias a su carácter incluyente cuenta con una buena representación de poetas de amplio reconocimiento nacional o internacional, autores con obra en marcha, mujeres poetas nacidas entre comienzos y finales del siglo xx, antologías de autores del pasado y del presente, una interesante muestra de poesía indígena, en fin, figuras que definen el canon de la poesía colombiana, antecedentes y vertientes de la hispanoamericana y poéticas del barroco español hasta el siglo xx. Son revelaciones de la existencia que se cuela en lo cotidiano o en lo metafísico y existencial, para dar cuenta de sus modos de ser y aparecer, pues, como dirían algunos de los latinoamericanos inclui-
dos, «Poesía es lo que nos acecha / por la hendija de los días» (Affonso Romano de Sant’Anna), ya que «lo que toca la poesía, resucita» cuando «las palabras retornan a la lengua» (Rafael Courtoisie), y en caso extremo, «hay que incendiar la poesía / y cantar luego / con las cenizas útiles» (Jorge Boccanera). Siguiendo los caminos que entre el siglo xvii y el xxi trazan los poetas de diversas épocas, se perciben diversos temas y formas de evolución del lenguaje poético en lengua española, así como en los casi ochenta años que cubren el lapso de la primera mitad del siglo xix a la primera del xx, difieren las preocupaciones y los modos de expresión en la poesía colombiana, más tradicionalista frente a la de autores latinoamericanos. Por ejemplo, si en su momento los latinoamericanos José Martí, Rubén Darío y César Vallejo (además de Vicente Huidobro, no incluido a la fecha en la colección) buscaron revolucionar sociedad y lenguaje, tanto desde la conciencia histórica como desde búsquedas renovadoras, bien en el esteticismo modernista o en la desestructuración de la forma en la vanguardia, en el caso de Colombia se imponía particularmente la música del alma y no eran muchas las voces disidentes: José Asunción Silva, más elogiado por sus nocturnos y su novela De sobremesa, ofrecía con ritmo sugestivo la efusión melancólica Cubiertas de las tres últimas ediciones de la colección «Un libro por centavos».
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CASAS EDITORIALES PARA LA POESÍA EN IBEROAMÉRICA
en poemas que anunciaban la modernidad, en contraste con la ironía crítica y burlesca de «Gotas amargas» que en versos directos exploraba, sin mucha popularidad, nuevas perspectivas del escepticismo y de la forma. En los años veinte, Luis Vidales abría caminos de la modernización temática y verbal con su libro Suenan timbres, que a pesar de su escaso recibo es muestra de nuestra incipiente vanguardia, gracias al alejamiento del lenguaje metafórico y la aproximación a una poesía elaborada con elementos de la vida moderna, mientras más adelante la versatilidad de León De Greiff hacía que el escepticismo se elevara en el espíritu juguetón y en el ritmo musical que aúna diversas tradiciones, en simultáneo con la sugestiva música del alma y del período poético que se prolongaba en las hermosas y sugerentes emociones épicas e intimistas de Aurelio Arturo, la lírica de Cuadernícolas y Piedracielistas, hasta encontrar otras posibilidades en los poetas que reunidos alrededor de la revista Mito buscaron que la cultura y las letras nacionales estuvieran más a tono con su tiempo, como sus fundadores Jorge Gaitán Durán y Eduardo Cote Lamus. A fines del siglo xx, algunos latinoamericanos manifestaban un marcado acento renovador: Gonzalo Rojas, al acercar el erotismo y la prosa de la vida al lenguaje de las paradojas y señalar lo instantáneo del siglo siguiente o la urgencia de renovar el lenguaje de la poesía, pues «ya al cierre / del siglo xxi prevalecerá la mudanza»; Affonso Romano de Sant’Anna desde el sincretismo de lo nuevo en lo antiguo y en lo cotidiano 18
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donde se apacienta el presente; Eugenio Montejo con el escepticismo nostálgico que ve pasar el siglo xx con el canto de los pájaros en los árboles que hablan del alfabeto del mundo; Homero Aridjis y sus relaciones con la ecología; Marco Antonio Campos con la poesía narrativa que evoca tanto como medita desde «el canto quebrado del gorrión»; Boccanera con la intensidad de la palabra que se cierra y abre al mismo tiempo en las ciudades donde se siembran soledades. Contemporáneos a varios de ellos, citando a unos pocos colombianos, la confluencia de las tradiciones más rítmicas se revelan en la melancolía del acento lírico y el sincretismo de varias voces del pasado, como en Giovanni Quessep, claro heredero del intimismo de Silva y Arturo; en el escéptico espíritu burlón que en algunos casos se aproxima a lo antiopoético en Juan Gustavo Cobo Borda; en determinado énfasis del desencanto teñido de mésteres y de ciegos en Juan Manuel Roca; en el yo poético autoreflexivo frente al derrumbe de la realidad en María Mercedes Carranza, o en lo escatológico y atormentado de Gómez Jattin (no incluido aún en la colección). La rebeldía se produce de manera más enfática en el carácter iconoclasta de los nadaístas, quienes salvo excepciones, como las de Jaime Jaramillo y Jotamario Arbeláez, después de más de cincuenta años de escalada no logran, en términos generales, mayor aceptación en nuestros territorios. Con la denominada «Generación sin nombre» las propuestas se diversifican, como podrá evidenciarse con varios de los poetas incluidos en «Un libro por centavos», incluidos aquellos inclasificables, como Héctor Rojas Herazo, que publica poesía desde la primera mitad del siglo; Manuel Mejía Vallejo, más conocido como narrador pero con varios libros de poesía desde la década de los ochenta, y Mario Rivero incluido entre los nadaístas. Entre antologías de autores de dife-
LUZ MARY GIRALDO
rentes tiempos y lugares, preparadas por los poetas mismos, por especialistas o por Miguel y Clara Mercedes, así como las de indígenas y de mujeres, se suman otras selecciones de poetas colombianos que forman parte de la colección, publicadas de manera especial en la editorial de la Universidad Externado de Colombia y desde las cuales se define el quehacer poético, como La Colombie en poèmes (2006), Y si el amor no acompaña, ¿adónde ir? (2008) y Donde el verde es de todos los colores (2014). Lo anterior se suma a las búsquedas en el poema donde la palabra se asume en los objetos (Ramón Cote) o es el objeto mismo (Galán Casanova), miniatura (Jorge Cadavid), el poema mínimo (Gustavo Adolfo Garcés), el referente de época (Juan Felipe Robledo), de ciudad (Rafael Del Castillo), las formas del desgarramiento (Andrea Cote), sentido del lenguaje (Lucía Estrada), poética amarga y crítica (Mery Yolanda Sánchez), experiencia voyerista desdoblada en un gato, en un espejo, en el silencio (Claramercedes Arango), el intimismo doméstico (Piedad Bonnett), los nuevos misticismos (Martha Canfield), en fin, la diversidad contenida en los 112 volúmenes, imposible de abarcar en estas pocas páginas, muestran la casa del ser que se despliega en el ábrete sésamo de la palabra castiza. Y si aunque la mayor parte de Colombia está poéticamente representada, Vallejo, Rojas, Romano de Sant’Anna, Montejo, Boccanera, Courtoisie, Campos, Aridjis y Xavier Oquendo Troncoso, muestran respectivamente voces de Perú, Chile, Brasil, Venezuela, Argentina, Uruguay, México y Ecuador en diálogo profundo con poetas de la península ibérica, como San Juan de la Cruz, Gustavo Adolfo Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, que con Maruja Vieira y Meira Delmar, quienes por trayectoria presiden las voces femeninas de Colombia, muestran los matices y los tonos que se hacen cada vez más
actuales, tanto en el escepticismo como en el tono conversacional que oscila entre la intensidad con que se vive la emoción y el desencanto. No cabe duda de que al leer el conjunto se encuentran tesoros de lenguaje poético en lengua española, en la que se despliega la casa del ser habitada por la poesía y cuya divulgación está garantizada, no sólo al llegar a más de 200 bibliotecas públicas en lugares tan recónditos como: Caldono, Cauca; Uribia, Guajira; Cimitarra, Santander; Murindó, Antioquia y el Caguán, entre otros, sino a festivales culturales internacionales de Cuba, México, Rumania, España y del país, donde encontrar estos poemarios es un privilegio. Este año 2015, el xxiii Festival internacional de poesía de Bogotá, rinde homenaje al poeta y director de cine, Víctor Gaviria, y la colección «Un libro por centavos», de la editorial Universidad Externado de Colombia publica en el número 111, su antología poética Con los que viajo, sueño en una edición de 8.000 ejemplares. ¿Qué poeta rechazaría el homenaje de pertenecer a esta selecta colección?
Raúl Gómez Jattin (izq.), aún no incluido en la colección «Un libro por Centavos», en compañía de Milcíades Arévalo, director de la revista Puesto de Combate (Clínica Psiquiátrica El Perpetuo Socorro, Bogotá, 1983).
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CASAS EDITORIALES PARA LA POESÍA EN IBEROAMÉRICA
Problemas generales de
las pequeñas editoriales Por Víctor Manuel Mendiola
Imagen de la última versión de la Feria del Libro Independiente realizada en Ciudad de México.
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Los nuevos pequeños editores En los últimos cuarenta años ha cobrado una mayor fuerza un proceso editorial si no nuevo, sí diferente: pequeñas empresas dedicadas a la producción de libros de cultura en general, de literatura en particular y, en no pocos casos, de poesía en forma singular, han surgido y se han multiplicado de un modo rápido y, aunque no tie-
nen un proyecto económico claro, revelan una vocación de lectura, un aprecio por la buena hechura del libro, una voluntad y una fuerza para durar. Y varias de ellas han constituido fondos apreciables y numerosos. Este fenómeno puede ser distinguido claramente en las Ferias del Libro Independiente que ha organizado el Fondo de Cultura Económica (fce) y la organización de editores alternativos. Asimismo, puede ser advertido en las ferias del libro de carácter general, aunque en este caso los pequeños editores aparecen de manera dispersa y menos visible. A lo largo de los últimos cinco años no ha dejado de crecer el número de editores alternativos que muestran sus libros en estos espacios. Estas empresas son en realidad micro organizaciones, sociedades diminutas, clubes, pequeñas o pequeñísimas editoriales oruga o escarabajo. Casi todas ellas carecen de una estructura productiva bien organizada, de fondos financieros y de una red de distribución. No obstante estas limitaciones, las editoriales minúsculas, en forma irregular, pero significativa, publican libros de gran valor –dos ejemplos son la antología de Fiori di sonetti / Flores de sonetos de Antonio Alatorre, publicada por Aldus, e Isla de las estaciones de Seamus Heaney, editado por Ediciones Toledo– y logran llegar en forma imperfecta al sistema de distribución formal, es decir, a una parte de la red de librerías y otros puntos de venta. Asimismo, las pequeñas empresas editoriales consiguen una presencia mediática relativamente importante, de tal forma
VÍCTOR MANUEL MENDIOLA
que los consumidores, los lectores, tienen conocimiento de la oferta de esta clase de editores a través de periódicos, revistas, noticieros culturales, festivales literarios y ferias del libro. Son, por tanto, organismos lentos y caóticos, pero persistentes y logran con frecuencia una visibilidad no despreciable. La existencia de estas empresas plantea varias interrogantes: ¿Cómo es posible que sociedades tan pequeñas y tan mal estructuradas, que adolecen de organización económica, de soporte financiero y de una infraestructura mínima de distribución logren crear fondos amplios, consigan subsistir por muchos años y alcancen una presencia en el consumo de libros, es decir, entre los compradores y, sobre todo, entre los lectores reales? ¿Cómo podemos explicar que esta clase de micro editores permanezcan en el mercado sin un verdadero estímulo económico: no sólo sin ganancias sino muchas veces sin el pago suficiente de costos fijos? Y, ¿cómo es posible entender un fenómeno con tantas debilidades o anomalías económicas que prolifera, de manera constante, en la actividad editorial de México? El nombre Si tratamos de aproximarnos a la comprensión de estas situaciones contradictorias, nos damos cuenta de que el extraño estatus de las pequeñas editoriales mexicanas cobra expresión, desde un primer momento, en la propia conciencia de los pequeños editores, ya que éstos para auto explicarse o autodefinirse han recurrido a diversos nombres. En unos casos, hace tiempo, emplearon el término o la auto denominación de editores marginales y, más o menos por ese mismo período, de artesanales; en otros casos, echaron mano del nombre de editores culturales y, a veces, de editores informales; más tarde también usaron la fórmula editoriales alternativas y, en ocasiones más
Cubierta de Flores de sonetos de Antonio Alatorre en edición de Aldus.
especiales, cartoneras; incluso, en algunas circunstancias, llegaron a hablar de editoriales de escritores hechas para escritores o de lectores para lectores que no quieren pasar por el mercado y que son más bien clubes de letras; y, en los últimos tiempos (aproximadamente diez años), han tomado el nombre de editores independientes. ¿Son correctas estas autodefiniciones de esta curiosa clase de editoriales? ¿De qué están marginadas? ¿Del mercado?
¿Cómo podemos explicar que esta clase de micro editores permanezcan en el mercado sin un verdadero estímulo económico: no sólo sin ganancias sino muchas veces sin el pago suficiente de costos fijos? ¿De las organizaciones editoriales? ¿De las compras del Gobierno? ¿Son alternativa con respecto a qué otra opción? ¿De las empresas grandes? ¿De las empresas medianas? ¿De qué son independientes? ¿Estos nombres las explican correctamente? O, por el contrario, ¿estas calificaciones velan y, a la vez, señalan otra realidad? Como quiera que sea todas estas auto denominaciones son una manifestación del carácter peculiar que tienen estas soULRIKA 52 |
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ciedades y son, también, una expresión de las dificultades económicas que enfrentan. Este trabajo parte de la idea de que estas expresiones manifiestan una realidad insoslayable, pero que tal vez el nombre más apropiado que deberíamos darles a las singulares empresas sería el de pequeños editores artesanales, a veces tan pequeños, como ya dijimos, que nos hacen pensar en una oruga en el trabajo de devorar una hoja y, a veces, tan decididos y testarudos como el esfuerzo de un «escarabajo». Aunque, como veremos más adelante, sin dejar de ser objetivamente pequeñas empresas son algo más por su buena factura y su fuerte sello personal: sociedades caracterizadas por el entusiasmo del bien hacer, la lectura y la escritura.
la fundación de una empresa de esta naturaleza –si de negocios se trata– en realidad no puede comenzar de manera simple con un proyecto de lectura sino que requiere, antes que nada, la posesión de un capital. ¿Cómo aparece ante nuestros ojos la actividad de las pequeñas editoriales? Editores lectores Si dejamos de lado el problema de cómo debemos llamar a esta clase de nuevos editores (marginales, culturales, informales, alternativos, cartoneros, de escritores para escritores, independientes…), al observarlos con detenimiento salta a la vista un rasgo fundamental: son, por un lado, aunque no lo quieran los propios agentes involucrados en el proceso de edición, pequeños empresarios; pero son, al mismo tiempo, diminutos corpúsculos dedicados a la lectura y, en muchas ocasiones, a la escritura. Estas organizaciones casi siempre surgen por los siguientes motivos: uno, porque quieren auto publicarse; dos, porque quieren encontrar libros que no se encuentran 22
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en librerías; tres, porque desean publicar un texto que les parece pertinente e indispensable y que nunca ha sido publicado; cuatro, porque quieren retomar, en la publicación, lecturas que los grandes editores han abandonado o descatalogado y que el lector regular debería encontrar, por lo menos, en bibliotecas e índices; y cinco, porque tienen la expectativa de establecer una empresa que con el tiempo crezca hasta convertirse en un negocio próspero. Aunque parezca contradictorio, ésta es la posición menos profunda y más ingenua porque la fundación de una empresa de esta naturaleza –si de negocios se trata– en realidad no puede comenzar de manera simple con un proyecto de lectura sino que requiere, antes que nada, la posesión de un capital. Estos motivos los llevan a la conciencia de la necesidad de un nuevo giro en la edición de libros y a constituirse en pequeñas unidades económicas que tienen que encadenarse con las necesidades del mercado. Es decir, estas micro empresas, desde el primer momento saben lo que quieren pero tienen que enfrentar, en condiciones muy limitadas o adversas, los problemas relativos a sufragar los costos del papel, de la impresión, de la encuadernación y las serias dificultades que representa entrar en el mercado y resolver el laberinto de los trámites hacendarios. Los otros costos (concepción de un proyecto, diseño de forma editorial y de colecciones, derechos de autor, formación, corrección de los textos y supervisión general de las ediciones) casi siempre los cubren ellos mismos con su trabajo, sin importarles mucho la recuperación de tales valores o cubriendo estos gastos con un mínimo importe que para nada tiene que ver con un planteamiento mercantil. El objetivo de los editores pequeños, oruga o escarabajo, no es la ganancia, es ofrecer un nuevo libro, difícil de encontrar
VÍCTOR MANUEL MENDIOLA
en los espacios convencionales de las editoriales comerciales y en los canales de distribución establecidos y, con ello, estos pequeñísimos editores abren un espacio nuevo, aunque desorganizado y débil, en el mercado y en las opciones de lectura. Como podemos entrever, estas empresas no surgen como la consecuencia de que hay en la actividad económica un nicho o un nuevo nicho de mercado interesante o inexplorado, sino como un proceso real, concreto, personal, de interés en una cosa peculiar: el libro y su inevitable diversidad profunda. Si normalmente un empresario abre una compañía después de hacer un estudio de mercado y calibrar cuidadosamente las oportunidades económicas en el giro o en los giros que le interesan, el editor marginal, alternativo o independiente casi nunca procede de esa forma. El pequeño editor lo único que sabe y de lo que está absolutamente seguro es que él necesita realizar la lectura de textos que le son vitales y que el libro representa para la comunidad un bien, un bienestar, un progreso indudable. De esta forma, podemos decir, casi sin temor a equivocarnos, que estos microorganismos, estos extraños clubes de producción de libros, estos «artesanos» nos ofrecen una contradicción muy especial: el interés concreto por el valor de uso que representa el texto impreso está muy por encima del interés por el valor abstracto monetario que podría representar la realización del precio de ese impreso en el mercado. El investigador económico de este nuevo fenómeno de edición podría suponer que esta contradicción entre el interés en el libro, como cosa útil, y la realización de éste, como valor de cambio en el proceso de circulación, debería abatir y liquidar rápidamente a quienes intentan llevar a cabo esta actividad descabellada. El fenómeno de los pequeños editores tendría
que desembocar en un estado efímero y sin muchas consecuencias, ya no digamos en el mercado, sino incluso en la esfera de los valores culturales. Sin embargo, la realidad, la persistencia y el aumento de los pequeños editores y la indudable significación que éstos poseen en el mundo del libro, tanto en México como fuera de México, nos revelan lo contrario: los editores marginales, alternativos, independientes o pequeños, en su invisibilidad y en su lentitud, no son una circunstancia de paso; son una necesidad. ¿Son una necesidad de qué? Básicamente, podríamos decir que nos muestran, por un lado, la fuerza de una red cultural extendida más allá de México y, por el otro, la existencia de un núcleo
estos «artesanos» nos ofrecen una contradicción muy especial: el interés concreto por el valor de uso que representa el texto impreso está muy por encima del interés por el valor abstracto monetario que podría representar la realización del precio de ese impreso en el mercado. duro de lectura, que aunque pequeño con respecto al tamaño total de la población en México o en otros lugares, es cualitativamente muy fuerte y activo. También nos muestra la energía, la originalidad de la literatura mexicana, que a pesar de no que posee un gran número de lectores, si pensamos en la extensión de la lectura en nuestro país, sí tiene un espacio singular de recepción, en donde pocos lectores, hablando en términos relativos, constituyen un nicho de consumo real y creciente. También es necesario señalar que esta peculiar clase de editores conviven, crean vínculos de comunicación y se suman de manera imperceptible al proceso de edición de los editores bien establecidos en términos económicos. ULRIKA 52 |
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CASAS EDITORIALES PARA LA POESÍA EN IBEROAMÉRICA
De las revistas y su edición
Lectura en la velocidad de escape Por José Ángel Leyva La conversación de sobremesa entre el poeta italiano Valerio Magrelli y el sueco Lasse Söderberg tras las lecturas del Festival de Poesía en Malmö, organizado por la colombiana Ángela García, me produjo desazón, no obstante que es algo que esperamos desde hace años. En Italia cierran librerías, en la Suecia demócrata, ciudadana y anticorrupción también comienzan a desaparecer los establecimientos tradicionales donde los libros y las publicaciones periódicas encuentran a sus lectores. Eso afirman con dolor ambos poetas y bibliómanos. La industria editorial explora desde hace años, con cierto «éxito», otros puntos de venta como supermercados, quioscos de periódicos, sobre
Las grandes casas editoriales abandonaron la publicación de poesía si no se trata de premios nacionales e internacionales que garanticen al menos la venta de los consabidos mil o dos mil ejemplares. todo para acercar al público novedades de autoayuda y superación personal, esoterismo, bestseller, escándalos políticos o sociales de los llamados del corazón. La literatura, digamos pensante, no tiene cabida en esas áreas de exposición. El pasatiempo, no la lectura, es el espíritu que domina en dichas publicaciones. Cada día hay más gente que procura los libros en formatos electrónicos. En la Red circulan miles o millones de títulos en pdf o en ediciones gratuitas. Las empresas distribuidoras de libros electrónicos adquieren cada día más presencia en la vida de los lectores 24
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ante la desolación de los lectores del libro objeto, que no se resignan a ver cómo el papel es sustituido por los soportes electrónicos. A mí me sugiere el conflicto de los bibliómanos y de los bibliófilos, del coleccionista. Debo reconocerme como un lector simple, que no atiende a ninguna de las anteriores vocaciones. Me interesa sobre todo el contenido, la lectura y el arte editorial que procura mantener la calidad del libro en el soporte que sea. No obstante, me duele reconocer que, en efecto, en sociedades lectoras, las librerías cierran sus puertas de manera ostensible. Pero la poesía, hay que decirlo, desde hace años tiene las puertas canceladas de los establecimientos comerciales. Las grandes casas editoriales abandonaron la publicación de poesía si no se trata de premios nacionales e internacionales que garanticen al menos la venta de los consabidos mil o dos mil ejemplares. Los poetas buscan salida en las pequeñas editoriales, de las llamadas independientes o alternativas, o en los sellos generados por las instituciones culturales, y con suerte o buenas relaciones en las escasas colecciones de las multinacionales. El Fondo de Cultura Económica es aún plataforma firme de la poesía para las obras completas y para autores en proceso de canonización o con intenciones de… Pero la realidad es que la poesía vive o sobrevive en el esfuerzo que realizan las pequeñas casas editoriales, casi siempre capitaneadas por poetas. Una labor que el Estado más que apoyar intenta a menudo arrebatar a estos gestores que son causa y efecto de la lucha. Quienes hemos emprendido esta ardua labor de hacer revistas culturales, específicamente literarias, y
JOSÉ ÁNGEL LEYVA
de manera todavía singular de poesía, nos enfrentamos al dilema del mercado y al gran conflicto de la ausencia de público lector de revistas especializadas y de divulgación literaria. No obstante, reconocemos una rica y larga tradición editorial y una abundante historia de publicaciones marginales que han dejado su impronta con su existencia efímera. Un papel central en la difusión de los contenidos y en la existencia de revistas, como en la movilización de la crítica, lo han desempeñado los suplementos culturales, que en México han marcado época. Aunque la mayoría de los diarios nacionales han hecho su aportación en ese sentido, son ejemplos el Sábado del periódico Unomasuno y La Jornada Semanal. El primero ya no existe y el segundo no ha recuperado el aliento de otros periodos. Aun así, la oferta es más o menos plural con otras referencias en El Universal, Excélsior, Milenio y Reforma, pero, insisto, no son capaces de convertirse en propulsores de nuevas corrientes del pensamiento y de la imaginación. La discusión está ya en otra parte, ocurre con énfasis en el ciberespacio. Allí se democratiza la opinión y se liberan los foros para dirimir la sustancia emocional e intelectual de la vida editorial en nuestro país y del mundo. Allí se establecen los nexos y se tejen las redes sociales de escritores de los más diversos niveles, se pactan encuentros y se confirman los desencuentros. No es algo nuevo, es simplemente la puesta en acción de eso que algunos teóricos de la cultura han llamado «La velocidad de escape», la ruptura de las fuerzas centrípetas que han pretendido atar la opinión y el intelecto a unos cuantos espacios editoriales. Entendiendo lo editorial en sus tres acepciones. Editar como la emisión de opiniones, fijar posturas y marcar territorio ideológico; editar como el proceso de creación del discurso, de su organización, de su sintaxis, del orden y de la estética, de lo que ahora gusta en denominarse, curaduría del texto o de los textos, y editar en el sentido de hacer público el discurso, de poner en movimiento o circulación un producto impreso o contenido en formatos audiovisuales y digitales. Editar también bajo la definición certera de Gabriel Zaid: como el arte de poner una lectura en medio de una conversación. Allí entra el dilema ¿se editan publicaciones periódicas atendiendo en verdad a una interlocución o se ponen a circular productos con oí-
dos sordos, como esculturas que hacen homenaje al egocentrismo ramplón y a la ignorancia? Allí, digo yo, en medio de la conversación, es donde se escuchan las voces de los dedos de quienes dialogan y gritan sin restricciones, allí aparecen los nuevos embriones de la crítica y de la literatura anónima. No sabemos aún cuál pueda ser la calidad de esos productos, pero sí estamos conscientes de que son estandartes de un territorio más abierto y plural de la palabra. La conversación como la estridencia tienen lugar allí; también caben la más depurada información y la creación sublime. La lectura tiene un nuevo soporte y una nueva exigencia que no riñen, sino complementan, al hombre tipográfico. La contracultura digital está en marcha desde al menos un par de decenios. Hace ya cerca de 20 años recibía los constantes mails firmados por Luther Blizet, un personaje colectivo que daría tiempo después a conocer novelas elaboradas por un grupo de jóvenes escritores de Europa. En esa Europa ya enrutada hacia el poderío económico de la Unión Europea y el Euro. Luther Blizet se
Portada de la revista Alforja, núm. xxi, verano de 2002, dirigida por José Vicente Anaya y José Ángel Leyva. ULRIKA 52 |
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en lo cotidiano no he visto comunidad más envidiosa y competitiva que la de los poetas. Cada pedacito de fama, cada beneficio, cada privilegio, es peleado sin mucha imaginación y con mucha víscera.
Portada de la revista La Otra, núm. 21, dirigida por José Ángel Leyva.
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convirtió en inquilino de mi buzón electrónico con sus mensajes sobre la posmodernidad y el imperio de la imagen, con la convicción de ser presas de la velocidad y experimentar sin plena conciencia un cambio profundo en la percepción del tiempo y del espacio. Eran tiempos de arranque de la revista Alforja, con toda su potencia idealista y frases inverosímiles: «La fraternidad Universal de los Poetas», cuando en lo cotidiano no he visto comunidad más envidiosa y competitiva que la de los poetas. Cada pedacito de fama, cada beneficio, cada privilegio, es peleado sin mucha imaginación y con mucha víscera. Luther Blizet ventilaba en mi correo electrónico la noción de que estábamos atados de algún modo al papel y anclados a la letra impresa, aunque cada día se leyera menos y se comprara nada la poesía. La velocidad estaba entre mis dedos al mismo tiempo que en el trabajo pleno de una publicación de poesía que luchaba tenazmente por sobrevivir en paisaje tan desolador, donde son más los poetas que escriben que los poetas que leen. No voy a hacer un recuento de las revistas literarias en México, que según informes oficiales son poco más de cien plenamente registradas y en activo, pero son muchas más las que aparecen y desaparecen sin dejar rastros ni lectores. Hay una cuantas que son negocio y foros de poder, como Letras Libres y Nexos, y otras que son más ornamentales que vehículos de comunicación, como la Revista de la Universidad (de la unam), Casa del Tiempo de la uam, Tierra Adentro (de conaculta), por citar las más visibles. Blanco Móvil, Generación y La Otra son quizás las revistas impresas independientes con una vida más longeva y con una periodicidad firme. Lo fue también, dentro de lo institucional, el Periódico de Poesía, que ha optado por el soporte digital. En otras regiones del país podemos mencionar a Dosfilos de Zacatecas, Armas y Letras de la uanl, Luvina de la Univ. Autónoma de Guadalajara, La palabra y el hombre de la Univ. Autónoma Veracruzana, Ninguna de éstas puede jactarse de ser una publicación en medio de la conversación o del silencio, o de la barahúnda de 100 millones de habitantes, que tenga como destinatarios a más de dos millares de personas. No obstante mantienen la llama encendida de una necesaria convivencia literaria y la ilusión de que hay aún razones para publicar y esperar, como Godot, lectores ávidos de interlocución.
JOSÉ ÁNGEL LEYVA
En América Latina, las Cámaras Nacionales del Libro están capitaneadas por los representantes de esos gigantes editoriales que en su mayoría son de capital español y que han encontrado un mercado cautivo en nuestros países, sin que exista ninguna relación de equidad ni correspondencia. La metrópoli existe porque la periferia no deja de pensar y actuar como tal. Lo periférico es en todo caso una ubicación mental y cultural, y mientras no se rompa esa inercia seguiremos trabando desde las orillas, desde la marginalidad. Eso mismo sucede con las pequeñas editoriales que poco a poco comienzan o intentan organizarse en asociaciones gremiales, a menudo con desencuentros, y se piensan como una alternativa cultural, pero reconociendo que su ubicación es todavía en el plano de la distancia con respecto a dichas cámaras oficiales que representan los grandes intereses de las empresas trasnacionales y de algunas locales. Así mantenemos el sentido gremial desde la autonomía y la búsqueda de posiciones que nos reconozcan, que nos hagan visibles en el diseño de políticas estatales; es decir, que exista la visibilidad de estas iniciativas de la sociedad civil que se debaten en la sobrevivencia, pero abonan de manera más decidida y fiel a la promoción de la lectura y la escritura al publicar obras que ninguna editorial con fines de lucro imprimirá. Al desempeñar este papel y mantener viva la tradición editorial local, estas editoriales independientes y alternativas son parte de una herencia cultural que deben ser apoyadas como tales. Las comunidades cibernéticas en el ámbito literario son cada vez más grandes y en mayor número. Los intercambios son dinámicos y rompen fronteras nacionales y linguísticas. No hablamos de los blog sino de proyectos más estructurados y con objetivos comunitarios, con propósitos de comunicación y de cambio, de generar reacciones de política cultural. La Otra, continuación de un modo o de otro de los once años de existencia y circulación de Alforja, entró desde su nacimiento en el dominio de la «Velocidad del escape». Su página web registra casi dos millones de visitas. A ello se suma la circulación mensual de La Otra Gaceta, dirigida a unos 45 mil destinatarios directamente a sus bandejas de entrada. La pequeña industria editorial, los proyectos editoriales alternativos no renuncian a su anhelo de generar productos
Portada de la revista Armas y Letras, núms. 82-83, 2013, editada por la UANL.
editoriales impresos, pero ahora tienen la posibilidad de sumar a sus herramientas de trabajo y de lucha, no sólo sobrevivir, para ganar espacios y visibilidad en las políticas culturales de sus respectivos países. Esfuerzos sostenidos como Ulrika o el Festival de Poesía de Medellín, como cientos de publicaciones periódicas en Latinoamérica, como centenas de editoriales dedicadas a publicar poesía, cuento, ensayo en soportes electrónicos o impresos representan la base de una tradición y un oficio editorial que se migra poco a poco con todas sus exigencias a los soportes electrónicos. Los coleccionistas encontrarán o no motivos para armar sus bibliotecas digitales, pero lo cierto es que los lectores multiplican sus posibilidades de acceder a los libros y revistas, y las posibilidades de generar más lectores también se han ampliado. Cuando en el primer mundo se cierran librerías, que en el tercero y el cuarto nunca existieron, vemos con asombro cómo los lectores de poesía, los poetas, los festivales literarios se multiplican y se convierten en ejes culturales de gran impacto. Quizás sea el momento en que la poesía sea la fuerza propulsora de la lectura en «la velocidad del escape».
Al desempeñar este papel y mantener viva la tradición editorial local, estas editoriales independientes y alternativas son parte de una herencia cultural que deben ser apoyadas como tales. ULRIKA 52 |
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CASAS EDITORIALES PARA LA POESÍA EN IBEROAMÉRICA
Las casas editoriales como elemento del quehacer poético Panorámica del área metropolitana de Monterrey, 2007. Foto: Valdez Lopez, CC-A-SA-3.0
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Por Jorge Rodríguez
Monterrey, como muchas de las metrópolis de Iberoamérica, vive una escalada de producción poética, raudal que rebasa por mucho la capacidad y visión de las casas editoriales especializadas que no le dan a la poesía la importancia y el derecho social que tiene para ser publicada, distribuida y promocionada. No es un problema nuevo. Más bien reviste añejamiento. Se esmeran en el formato y la presentación de los libros y poco hacen por su divulgación. Es una especie de adormecimiento en el que el escritor lleva la peor parte. Una sensación de que las casas editoriales hacen lo necesario para sacar sus costos y un margen de utili-
dad, y dejan de lado al autor y al proyecto en turno para atender los anticipos y menesteres del siguiente, sin consolidar ninguno de ellos. El primer escollo a salvar en el proceso de publicación es obtener una información actualizada del acervo y mecánicas de las editoriales para tomar una decisión adecuada. Aunque casi la totalidad de ellas cuentan con atractivas páginas de internet, la navegación en su interior y la cantidad de información las más de las veces es escasa y fluye con lentitud. Parte de esto sucede por el costo del mantenimiento de la página y los beneficios que de eso se obtiene. El acercamiento con los editores, la presentación del material, la espera del dictamen y, en el mejor de los casos, la firma de un contrato, constituye sólo el inicio
JORGE RODRÍGUEZ
de la cadena de eventos que deberán suceder para que llegue a los lectores el fruto del quehacer del poeta. Una vez realizado el trabajo editorial y la publicación de los ejemplares, empieza el verdadero quehacer, la lucha por conseguir la posición del material, su difusión, el conocimiento y el reconocimiento del mismo por parte de las instituciones y la sociedad. Luego de años de conversaciones e indagatorias con gente involucrada en el proceso, llego a algunas conclusiones interesantes, cuyo análisis y seguimiento podrá alejarnos de la paradoja del uróboros, el mítico infinito que, para crecer, devora su cola. Los tiempos actuales han llevado a la juventud a un ritmo de vida acelerado, donde pocos hacen un alto para obtener información y material literario de calidad, y consumen lo que sea de más fácil digestión, por lo general textos cortos construidos en lenguaje coloquial y sin la profundidad literaria que uno podría esperar de un trabajo publicado. Eso en cuanto al consumo. En cuanto a la producción, la sensación en el universo de creadores es la misma: tienen demasiada prisa por lograr notoriedad y reconocimiento, y poca apertura al consejo experto de sus pares con trayectoria. «Para poder construir un lenguaje propio, primero se deben dominar los cánones», me decía un maestro de taller. Pero esa no es conseja que se asimile de primera mano, y menos cuando la fuerza de la juventud es la que rige el pensamiento, cuando el afán de trasgresión está a flor y la arrogancia del creador empaña las cristaleras. Esa prisa por convertir su rutina en una recolección de becas, premios y publicaciones, los lleva a construir material poco competitivo que presumen en frecuentes lecturas a las que asisten ellos
Toman un taller, toman dos, arman a matacaballo un poemario, lo mal revisan y lo envían a concursos y casas editoriales con la seguridad de que es la obra maestra que revolucionará a la literatura. mismos, reuniones trasnochadoras donde fingen difusión a sus letras cuando, en realidad, sólo consiguen espaldarazos o envidias de sus similares en un juego de cumplimientos y compadrazgos subjetivos con los que jamás podrán consolidar una obra que los acerque a su sueño. Toman un taller, toman dos, arman a matacaballo un poemario, lo mal revisan y lo envían a concursos y casas editoriales con la seguridad de que es la obra maestra que revolucionará a la literatura. Cuando los resultados no son lo que esperan, se justifican de mil maneras, y pocos son los que consideran la posibilidad de que el problema esté en la calidad de sus letras. Ante la cerrazón de las editoriales, se inventan una nueva revista de poesía y expresión artística y salen a la circulación. La cantidad de autores que participan y algunas de sus amistades son suficientes para conformar un breve auditorio. Pero esto sucede una sola vez. El camino no es fácil, y una cosa conduce a la otra. La impaciencia y la necesidad que sienten de que su poesía sea escuchada, la falta de recursos para acceder a los foros y el desconocimiento de la vastedad del circuito de festivales, encuentros
Esa prisa por convertir su rutina en una recolección de becas, premios y publicaciones, los lleva a construir material poco competitivo que presumen en frecuentes lecturas a las que asisten ellos mismos, reuniones trasnochadoras donde fingen difusión a sus letras cuando, en realidad, sólo consiguen espaldarazos o envidias de sus similares ULRIKA 52 |
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y coloquios, los hace creer que lo primero que hay que tener es el material publicado, cuando la realidad es que la debida promoción del material terminado en los lugares propicios y ante la gente indicada les atraerá la tan anhelada publicación. Dicha creencia los lleva al abismo de la auto publicación y, a los más atrevidos, al disloque de emprender la aventura empresarial que implica la fundación de una editorial de poesía, en la ignorancia de que, la principal función de esta actividad, debería ser la promoción del material que sale de sus prensas, y no sólo la impresión y encuadernación del mismo. Los que se adentran en los laberintos de la auto publicación más temprano que tarde caen en la cuenta de que el libro físico sólo resuelve una pequeña parte del
Sin la decidida labor de las editoriales en pro de la difusión de la obra, el ciclo de la creación artística quedará trunco. La poesía se escribe para que se lea, y pienso que en este punto es en el que muchas de las casas en nuestro país están fallando. problema. La realidad de difundirlo a nivel local, nacional e internacional no es tarea que se logre sin la adecuada intervención de los actores de la industria, quienes, en teoría, abundan en el conocimiento de las ventas y la difusión. La publicación de poesía contemporánea conlleva el compromiso de la defensa, difusión y posicionamiento de los autores de casa y el seguimiento fiel de su producción, la oportuna participación en concursos, la atracción de reseñas y la debida penetración del mercado en todos sus niveles. En este sentido, la actividad debería de convertirse en un acuerdo de ganar ganar, dónde cada quién se dedique a lo que mejor sepa hacer. El escritor, a depurar y 30
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llevar a los más altos niveles de calidad sus letras, y la industria, a conseguirle la debida difusión y retribución a su trabajo, en una sinergia donde todos empujan hacia el mismo lado para hacer avanzar la barca. Sin la decidida labor de las editoriales en pro de la difusión de la obra, el ciclo de la creación artística quedará trunco. La poesía se escribe para que se lea, y pienso que en este punto es en el que muchas de las casas en nuestro país están fallando. La urgencia con que los jóvenes pretenden que se les publiquen sus trabajos los lleva a aceptar contratos desventajosos, donde, en el peor de los casos, el poeta termina pagando los costos de la publicación. Hay que entender que la editorial, como empresa, debe cumplir con su función de generar utilidades a los dueños y, en muchos de los casos, cuando se cumple con esta premisa, consideran el círculo cerrado. No creo que sea un problema de legislación, dado el carácter mercantil de las editoras. Más bien es un problema de compromiso o acuerdo legal entre las partes, y para que un acuerdo de este tipo no quede en el abandono, se hace necesaria la asesoría legal, de tal manera que un contrato bien avenido estipule las acciones y compromisos que adquiere la editorial en cuanto a la difusión y posicionamiento, tanto de la obra como del autor, y el jurídico vele por el fiel cumplimiento del acuerdo. Los autores en raras ocasiones acuden a este tipo de asesoría, muchas de las veces por el costo que esto representa y la veleidad con que algunos lo atienden, y terminan envueltos en un laberinto que nada tiene que ver con la literatura Hay que entender que el trabajo intelectual creativo termina cuando las galeras de impresión son autorizadas. El resto del proceso reviste un enfoque práctico, un camino muy transitado por algunos y desconocido por la mayoría. Así como el
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quehacer creativo del escritor se hace en solitario, el quehacer de la difusión y el posicionamiento exige trabajo de equipo. Si los costes impiden la protección legal, siempre habrá manera de conseguirla a través de entes que cuenten en su planta con un cuerpo jurídico de apoyo. Un buen acuerdo con una casa editorial puede comprender la adhesión a programas de difusión y lectura por parte de instituciones especializadas. Me refiero al caso de universidades, centros culturales, organismos de gobierno ex profeso y organizaciones civiles que tengan como fundamento el apoyo a la producción y difusión artística de la localidad, de tal manera que la carga económica de la difusión no recaiga ni en el autor ni en sus editores, solución que en los últimos años se ha implementado en nuestro entorno con buenos resultados. La sinergia que genera una coedición entre una casa editorial que vele por la calidad literaria y una institución que asuma el quehacer de la difusión, resulta de un esquema donde todos hacen lo que mejor
La sinergia que genera una coedición entre una casa editorial que vele por la calidad literaria y una institución que asuma el quehacer de la difusión, resulta de un esquema donde todos hacen lo que mejor saben en pro de un resultado común donde todos ganan. saben en pro de un resultado común donde todos ganan. El autor debe tener siempre presente que su disposición es punto clave en todo el proceso, tanto en el momento creativo como en los de producción y difusión, y debe asumir que, el mejor cimiento que puede tener para construir una carrera exitosa en el mundo de las letras, será una mezcla de talento y dedicación, entendido el talento como el germen de donde todo cobra vida, y la dedicación como la disciplina y el empeño que ponga en su labor, siempre hermanada a ese gran distintivo del quehacer profesional: la calidad.
Y el grande, oscuro piano, llenaba de ángeles de música toda la vieja casa. AURELIO ARTURO
Casa de Citas, la casa de la poesía Víctor Gaviria
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Jotamario Arbeláez
Juan Manuel Roca
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José Ángel Leyva Rafael del Castillo Luz Mary Giraldo
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Juan Calzadilla •
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Piedad Bonnett
Samuel Jaramillo
Fernando Herrera
Juan Bañuelos
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Margarito Cuéllar
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Eduardo Llanos
Gustavo Adolfo Garcés
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Federico Díaz-Granados
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Rafael Alcides
Rafael Cortuoisie •
Fernando Linero
Iván Oñate
Jordi Virallonga
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José Luis Díaz-Granados
Guillermo Martínez González
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Alberto Rodríguez Tosca
Santiago Mutis Durán
Robinson Quintero Ossa
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César López
Blanca Strepponi...
JUEVES 7 DE MAYO DE 2015 - 8:00 P.M. En el marco del XXIII Festival Internacional de Poesía de Bogotá, fiesta en homenaje a Víctor Gaviria. Proyección documental sobre su obra cinematográfica y lectura de poemas de Jotamario Arbeláez, José Ángel Leyva, Margarito Cuéllar y Víctor Gaviria. Entrada libre
MÚSICA POESÍA CAFÉ ARTE RESTAURANTE •
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CASAS EDITORIALES PARA LA POESÍA EN IBEROAMÉRICA
Las universidades
Espacios editoriales para la poesía de hoy Por Margarito Cuéllar Como escritor me formé en los años 70, cuando las casas editoriales en México literalmente se enlistaban con facilidad. La editorial Era, por ejemplo, publicaba la poesía de José Emilio Pacheco y la de José Carlos Becerra. La editorial Joaquín Mortiz publicaba los premios nacionales de poesía de Aguscalientes. Estaban además la unam y la Universidad Veracruzana. Esto en cuanto a editoriales que editaban poesía y que distribuían comercialmente. Había otros esfuerzos aislados. Recuerdo haber leído la primera edición de Cada cosa es Babel de Eduardo Lizalde bajo el sello de la Universidad de Guanajuato. Aquello fue un verdadero acontecimiento y un caso aislado, por supuesto. De tal forma que muchos de los esfuerzos de los años 70 y 80 fueron independientes. Muchos de ellos efímeros, se constituían así en la piedra fundacional de las ediciones de poesía. Como editor me formé en las galeras de las ediciones universitarias durante los
No hace mucho todavía, los libros de las entidades públicas [...] parecían competir entre sí a ver quién lanzaba el libro con más erratas, el de diseño más burdo o la impresión menos agraciada. / El destino del libro eran unas cuantas manos interesadas en el tema, las bodegas y las librerías de viejo. 32
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últimos bostezos del linotipo y los cuadratines. Lo que siguió, a partir de los años 90, nos ha permitido a los editores actualizarnos o bien morir en el intento. Por ello centraré mis ideas en apuntalar hacia los espacios de las editoriales universitarias, sus alcances y el papel que ocupa la poesía en este campo editorial. Aunque la calidad de los libros publicados por universidades en la última década ha mejorado notablemente, en comparación con el trabajo editorial de otros momentos, aún falta mucho por hacer, y sobre todo fortalecer algunos eslabones débiles en la cadena de la producción de libros. No hace mucho todavía, los libros de las entidades públicas (llámense universidades, provincias o estados y municipios), parecían competir entre sí a ver quién lanzaba el libro con más erratas, el de diseño más burdo o la impresión menos agraciada. El destino del libro eran unas cuantas manos interesadas en el tema, las bodegas y las librerías de viejo. Competir con el mercado editorial se planteaba como una tarea compleja, en algunos casos por razones ideológicas: el libro era un objeto alterno a la mercantilización, salirse de ese reducto era entrar en el utilitarismo y el consumismo burgués. Por lo tanto, tampoco había que preocuparse porque el libro incluyera isbn o código de barras. El único sello de identidad eran los logotipos de
MARGARITO CUÉLLAR
las instituciones, cuyos directivos, a regañadientes firmaban el oficio que daba luz verde a una edición de 500 ejemplares, en papel barato y sin ilustraciones que incrementaran el costo. Otra de las razones, además de las ideológicas, por las que no se intentaba, ya no competir con el mercado, sino mostrar un mejor rostro editorial o una distribución eficiente, era la impreparación de los editores universitarios para asumir los retos de entonces. Que no eran muchos, pero que exigían un mínimo de profesionalización editorial. Antes de entrar a las posibilidades editoriales para la poesía contemporánea escuchemos lo que dice el diablo de los números. Hace siete años este era el panorama en torno a la cultura del libro en México: el mexicano promedio leía 2,8 libros al año, había una biblioteca pública por cada 15 mil habitantes, 40 por ciento de los mexicanos nunca había entrado a una librería, el país contaba con 600 librerías y había una librería por cada 200 mil habitantes (Dávila Castañeda, 2006). En otros países de nuestro continente las cosas estaban así: Argentina tenía una librería por cada 15 mil habitantes, Costa Rica una por cada 27 mil, Colombia una por cada 167 mil y Venezuela una por cada 31 mil habitantes. De acuerdo con un estudio realizado por la Unesco, México es de los países que más leen. Hablamos de 2,8, aunque Guillermo Sheridan prefiere conservar un alto grado de pesimismo cuando afirma: «al mexicano no le interesan los libros ni para prótesis de cama, pues de los 8 millones de personas que se cuentan en la élite educativa, con una carrera profesional o posgrado, 1,6 millones nunca han puesto un pie en una librería, y la mitad nunca ha comprado un solo libro». Los datos anteriores, a reserva de ser actualizados, no son precisamente un es-
Portada de Irás y no volverás, de José Emilio Pacheco, en la edición de Era, 1973.
cenario alentador para las editoriales universitarias, que «siempre han tenido un mercado muy limitado, porque su misión no es producir best sellers. Ojalá se publicase un libro en una editorial universitaria (que compita en récord de ventas) para reconocer que la labor que se hace en estas editoriales también llega al público en general. Pero, ya de entrada, con el libro universitario se llega a la inmensa minoría...» (Griego, 2009). Claudio Rama llama la atención respecto a que los estudios de casos nacionales sobre las editoriales universitarias latinoamericanas apuntan hacia la ausencia de políticas de mercadotecnia; catálogos sin un análisis exhaustivo de los mercados para esas publicaciones; la falta de mecanismos de gerencia autónomos y profesionales; supeditación de la parte administrativa a sistemas burocráticos de autorizaciones; carencia de flexibilidades administrativas y financieras y un sistema débil de comercialización. Apunta además: alta rotación en los mandos editoriales, poco margen de maniobra y falta de políticas de estímulo a la producción editorial. Entramos ahora sí a un terreno pantanoso, a un campo minado como lo son los ULRIKA 52 |
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Habrá que empezar por reconocer que la poesía se vende poco, y que unos autores venden más que otros, eso es normal. ¿Por qué no pensar, ya que el asunto de las ventas está muy claro, si la poesía se lee y se entiende? espacios editoriales para la poesía contemporánea. Desde que tengo uso de razón escucho quejarse a los editores comerciales: la poesía no se vende. Me lo dijo por primera vez un editor exitoso del norte de México hace ya más de 30 años cuando intentaba dar a la luz mis primeros libros. Lo escucho ahora en la voz de un viejo lobo de las ediciones de Poesía, el capitán del barco de Hiperión: la crisis económica que vive España mantiene a las editoriales al borde de la quiebra. Lamentablemente los poetas latinoamericanos no son conocidos en España. Si la gente no te conoce no te compra. Habrá que empezar por reconocer que la poesía se vende poco, y que unos autores venden más que otros, eso es normal. ¿Por qué no pensar, ya que el asunto de las ventas está muy claro, si la poesía se lee Las edades felices de Margarito Cuéllar, 2013. Coedición de Hiperión de España y el Departamento de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
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y se entiende? Al respecto, esto es lo que piensa José Vicente Anaya, poeta y editor de la revista Alforja: La poesía implícitamente nos invita a entrar en ella, como si entráramos en otro lugar, en otro país, en ese sentido nos enseña, porque transmite sensibilidad también, que es necesaria en este tiempo. Precisamente la criminalidad que se registra actualmente se debe a que estamos muy lejos de una verdadera sensibilidad, hemos perdido el aprecio de lo que es humano, y no sólo en México, podemos pensar en las guerras de Oriente o la violencia en otros sentidos. En México hay editoriales que siguen apostando por la poesía. Siguen apuntalando este interés las editoriales universitarias por una parte, como la unam, la Universidad Veracruzana, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad del Estado de México, la Universidad Autónoma de Nuevo León. También lo hacen, en mayor o menor grado, la mayoría de las casas universitarias del país, aunque hay un atorón en uno de los eslabones de la cadena editorial: la distribución, de tal forma que muchos de los libros que se editan carecen de un programa de promoción y difusión. Las áreas editoriales del Fondo de Cultura Económica, Era, el Fonca y Almadía le dan espacio a la poesía, aunque dada la cantidad de poetas que desean e intentan publicar ahí, la respuesta siempre será un tanto limitada. Afortunadamente hay editoriales independientes como El Tucán de Virginia, Ediciones Sin Nombre, Bonobos, Papeles Privados, La Otra y Mantis, entre otras, que apuestan por la poesía de calidad y como una posibilidad de recuperación a mediano y largo plazo. Las coediciones se han convertido con los últimos años en una salida real al mercado editorial independiente, en la medida que logran, con la suma de esfuerzos, un
MARGARITO CUÉLLAR
Dos libros en coedición de La Otra y el Departamento de Publicaciones de la quiere, que se mantiene en pie. Universidad de Nuevo En el caso de la Dirección de PubliLeón.
producto más acabado y mayor circulación para la poesía. Las coediciones han sido una de las apuestas de la uanl, que desde la creación de la Dirección de Publicaciones en 1994 ha aumentado año con año su catálogo, dándole un sitio, sino privilegiado a la poesía, sí de mucho respeto. Decía, parte de ese esfuerzo es parte de un programa de coediciones en las que caben lo mismo editoriales de prestigio como Visor e Hiperión, que las editoriales pequeñas del país o de América Latina. Las pequeñas editoriales no intentan competir con los grandes sellos, sino dignificar la poesía, a sabiendas que si hay alguna recuperación económica no es a corto plazo. Espacios editoriales como El Tuicán de Virginia, Ediciones Sin Nombre, Verdehalago, Aldus, Eón, Colibrí y Selector publican poesía, aunque al igual que las editoriales universitarias, carecen de una divulgación eficiente, tomando en cuenta además que las librerías se convierten a pasos acelerados en espacios de extinción. El Billar de Lucrecia publicó 15 títulos, entre ellos antologías y autores latinoamericanos, en 15 años. Un proceso lento, si se
caciones de la Universidad Autónoma de Nuevo León, se cuenta con las siguientes colecciones de poesía: «tarde o temprano», para autores de Nuevo León que se mantienen en la brega literaria; «Versoblanco», un espacio para la poesía escrita por jóvenes; otra para autores de la región y del país; «colección Letra a Letra», para autores con trayectoria, y colección «La Otra Orilla», para autores latinoamericanos y europeos. En lo personal pienso que la poesía escrita por jóvenes merece un impulso mayor, por lo que a partir de 2014, con el apoyo editorial de la uanl, se le dio salida a «Proyecto y Avanzada del Desencanto», espacio editorial para jóvenes de 20 a 30 años de edad, donde se han publicado hasta ahora siete títulos y al momento de entregar estas notas hay cinco títulos más en la imprenta.
Las coediciones se han convertido con los últimos años en una salida real al mercado editorial independiente, en la medida que logran, con la suma de esfuerzos, un producto más acabado y mayor circulación para la poesía. ULRIKA 52 |
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CASAS EDITORIALES PARA LA POESÍA EN IBEROAMÉRICA
Siguiendo en la vía de las alternativas para jóvenes poetas están las ediciones del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, concretamente del programa Tierra Adentro y las de la unam en Ediciones Punto de Partida. Por otro lado están los proyectos independientes y autogestivos como Verso Destierro, un espacio –como lo definen sus creadores– «para promover la poesía mexicana actual de poetas del surgimiento y de poetas claves para la poesía contemporánea». Para ello colocan a la poesía en el centro de espectáculo y la vinculan a las artes plásticas y a la música. Otro espacio importante para la poesía en México son las antologías. Por su alcance cito solamente dos: Antología general de la poesía mexicana, de Juan Domingo Argüelles, publicada por Océano en 2014, y Vientos del siglo, preparada por un equipo coordinado por el autor de estas notas y publicada por la colección «Poemas y Ensayos de la unam» en 2012. «La poesía mexicana –dice Juan Domingo Argüelles a partir de su experiencia como compilador de Antología general de la poesía mexicana– es rica, diversa y sobre todo compleja. Hay poesía de contenido 36
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social, hay poesía amorosa, hay poesía experimental, hay poesía coloquial, de rigor formal, hay poesía intelectual, hay poesía de la forma y en general lo que más notamos es que puede haber poetas que cultiven similares maneras pero cuando vamos leyendo nos damos cuenta que no pertenecen todos a una misma idea de la poesía». Concluyo anotando que el internet y las redes sociales le han dado a la poesía un impulso que le permite disolver el territorio y desplazarse libremente sin necesidad de las editoriales tradicionales y crear un espacio propio a partir de lo virtual.
Notas Dávila Castañeda, Rosa Luz (septiembre, 2005). «El libro en América Latina, situación actual y políticas públicas». Boletín GC: Gestión Cultural, núm. 13. Griego, Adán (2011). cit. por Arredondo Arriaga y Ayala Ornelas: (2011). «Edición universitaria en la era de la información». La Colmena, núm. 72, noviembre-diciembre). Video: http://tvolucion.esmas.com/foro-tv/finalde-partida/204603/editoriales-independientes-poesia/.
Antología de los invitados al 23 Festival Internacional de Poesía de Bogotá Sin dejar de valorar las altas calidades literarias de algunos de los poetas que nos han acompañado en ediciones pasadas del Festival, cuyos poemas pueden leerse en números anteriores de Ulrika, esta muestra da prioridad a aquellos que vienen por primera vez, así como a algunos autores que presentan este 2015 sus más recientes libros. Quedamos en deuda, sin embargo, con otros autores, como Carlos Satizábal, Javier Rojas, entre muchos otros, a quienes esperamos publicar más adelante. La muestra se inicia con una mirada a la obra del poeta homenajeado: Víctor Gaviria. ULRIKA 52 |
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XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ
Notas acerca de la poesía de Víctor Gaviria
Un yo que se dispersa en el afuera «Italia tiene a Pierre Paolo Pasolini, pero en Colombia tenemos a Víctor Gaviria», parangonó con efusión el cineasta Felipe Moreno referiéndose a estos dos artistas que han cultivado dos pasiones hermanas: el cine y la poesía. Esta pequeña muestra, que incluye algunos apartes de la presentación que de Víctor Gaviria hizo su entrañable amigo, el también poeta Rubén Darío Lotero, para la plaquette de homenaje al poeta titulada Parábolas del olvidadizo, es una invitación a conocer su obra poética. Por Rubén Darío Lotero
Los poemas de Víctor son dibujos, pinturas llenas de colores, de aromas y aires; llenas de árboles, yerbas, cielos y lugares de la ciudad y el campo donde habitan hombres, mujeres y niños. Una superficie, una tela donde la vida dibuja y pinta paisajes, detalles, sensaciones. Como el antiguo pintor impresionista que se detiene a tomar nota, a abocetar el milagro de la luz y de la sombra en los árboles del camino. *** La aventura compartida de vivir, de viajar. Iba a tu lado y te escuchaba. Tú hablando, hablando, riéndonos con tus ocurrencias locas, asombrados frente al mundo, creando siempre historias. Tú el narrador, como Luis Emilio, tu padre. Yo mirando, mirando. *** Anoche, soñé que entraba con Juan, el hermano de Víctor, quien fue también durante años mi maestro y mi amigo, a una sala de espera de un consultorio médico. El Juan de ahora es como el de antes: conversador y joven. Lleva un sombrero campesino a su medida. Hemos estado conversando acerca de los libros y las lecturas que influyeron en nosotros, en nuestra obra y, 38
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VÍCTOR GAVIRIA
en especial, en la de su hermano, quien desde joven se había propuesto ser escritor. Le pregunto si recuerda los títulos exactos. Él se sienta, apoya el codo en la mesa, el puño en la mejilla, como el Dr. Gachet en el cuadro de Van Gogh, y esboza una sonrisa de disculpa. No alcanza a recordar, a traer del pasado, los exactos títulos de aquellos libros que fueron los compañeros de los años en que comenzamos a escribir.
Sus poemas me traen recuerdos: como cuando nos fuimos para Bogotá «a dedo». Apenas estaban haciendo la autopista que uniría a Medellín con la capital. Nos demoramos cinco días. ¿Cómo hacíamos nosotros jóvenes sin un centavo en el bolsillo? Te acompañaríamos a cobrar tu primer artículo para la revista Eco, que dirigía Juan Gustavo Cobo. La aventura de dos muchachos y un hombre de barba –Gustavo, El hamaquero– visitando pueblos y corregimientos.
*** *** Con Acuarimántima, la primera revista de poesía en nuestra ciudad, a cuyo comité habíamos sido invitados, a donde asistíamos a las reuniones en el apartamento del finado Miguel Escobar, compartimos la generosidad de poetas y escritores que nos habían antecedido (Darío Ruiz, Manuel Mejía Vallejo, Fernando González –hijo–, José Manuel Arango, Elkin Restrepo, Helí Ramírez, Jaime Alberto Vélez) y la emoción de ver nuestros apuntes impresos, extraídos del diario cuaderno compañero. *** ¿Dónde aparecen los muchachos de los barrios?: «Y de suaves muchachos como hermanos / anónimos». El poeta se asemeja a esos hombres desheredados, sin familia, que sólo tienen como riqueza eso mismo; ellos se constituyen en su nueva familia: el aire, la luz y la noche, los árboles, la yerba, las calles y los otros seres que comparten la expulsión. Los seres que por motivos diversos han fracasado ante el modelo de una clase social que sólo busca el lucro y la comodidad. O los seres que han enfermado o que han nacido ciegos.
El deseo de montar en tren, de salir de las montañas, de visitar míticos lugares, nos impulsó un amanecer –luego de estar jugando cartas en casa de una de nuestras amigas– a irnos a la vieja estación de Guayaquil y tomar el primer tren que salía de la ciudad. Allí, en el vagón restaurante, nació «En el país de la hierbas» incluido en su primer libro, Con los que viajo, sueño. Fuimos hasta Cisneros, el antiguo lugar de paseos familiares, con nuestro amigo Germán, el que andaba con una guitarra, con quien en las noches cantábamos a Jerónimo o a Serrat. Cuando llegamos, como los antiguos paseantes de mediados del siglo xx, nos tomamos un «poncherazo» –una foto de cajón que poco a poco se hizo visible con la magia del agua en la ponchera–: éramos tres muchachos sonrientes, de bozos, de unos veintiún años, y una gran piña –que luego compartiríamos como desayuno–, como en una película muda, en blanco y negro. Cada uno tuvo la foto, para que nos volviéramos a encontrar, decíamos, muchos años después. No tengo la foto, alguna novia se quedó con ella, pero nuestra amistad nunca se ha roto. ***
*** Mostrar los seres más cercanos tal como son, tal como los ve por instantes el poeta: el hermano, la madre, el padre, los amigos, las mujeres. La búsqueda del sentido de lo humano en lo que aparece como inhumano, salvaje, monstruoso. ***
Quién, como él –en silencio su voz diciendo, como una oración, palabras que llevan el espíritu– ayuda a sostener el universo, a entrar y salir de él, como los seres ya idos. *** También el poema es oración. Palabra que se desprende de los labios ante la presencia de la muerte y el sentimiento de lo perdido. ULRIKA 52 |
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XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ
Poemas de Víctor Gaviria [Medellín, Colombia, 1955]
Escóndanme, días necios, escóndanme, días perdidos, escóndanme como a monedas viejas, como a fotos de aniversario o de infancia. Escóndanme para que la oscuridad me enseñe qué amor puede tener una llave escondida por una puerta cualquiera. Cúbranme con algo tan espeso como la tierra, cúbranme de sueño y alejamiento, escóndanme como al cuerpo de una desgracia, guárdenme de este tiempo inútil que no aprovecho, esperen que crezca mi corazón y que las sombras le enseñen la fuerza y la humedad de la luz, el paraíso indecible de estos días.
A ustedes pensamientos, agradezco que no me hayan traicionado, y que se hayan escondido tan hondo detrás de mi cara, que yo haya estado con tanta gente en las fiestas y en la reuniones de trabajo, y ustedes hayan permanecido silenciosos, sin hacer huír a nadie de mí, y no hayan hecho ruido involuntario como lo hacen algunos vasos o sillas que se caen de extraña inquietud... A ustedes, pensamientos, agradezco haber esperado tanto tiempo en la última pieza honda de mi vida, sobre todo porque han hecho que me algunos me amen por escucharlos sin decirles nada, por estar ahí como una compañía que tanto necesitan las cosas, por estar ahí en las largas noches en que no éramos nadie, y el viento nos barría...
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Otra infancia Las calles como brazos de un magnífico prestidigitador de hermosos dedos y mangas relucientes El niño caminando el mapa de este barrio con una atmósfera tan pura como la del más remoto lugar Extrañado y amigo de otros niños y del seco olor de prados que a nada compromete Vuelvo a salir con mi hermano una fiesta tranquila es todo esto y en este aire florece el más tímido gesto Salimos el alma misma a pasear para mi hermano y yo (reímos) los arbustos de esta calle las palabras que decimos y las horas son nuestro padre Nuestro queridísimo padre es la hierba y el bello muro olvidado y todo esto
Yo que soy un hombre frágil Yo que soy un hombre frágil de niño tuve años buenos me sentaba en el quicio de la casa y veía pasar la gente con una fuerza terrible veía pasar la gente y me enamoraba de las ventanas encendidas en los edificios cercanos Había sitio para todos Nada era mejor que otra cosa Esa es la infancia que como un hombre religioso cada uno debe esforzarse por traer Como un sastre que es mago y poeta a la vez cada cual debe pulir ese traje que se llama paraíso
VÍCTOR GAVIRIA
He oido la noticia de que la carretera hacia el pueblo de mi padre, Liborina, será asfaltada en el próximo año: fue para mí como si se me borraran de golpe todas las letras y todas las palabras que mi padre me dicta a través del polvo blanco que levantan los autos al pasar, como si nunca más mi padre me volviera a escribir sus cartas del pasado, en las páginas que sólo yo entiendo, en donde dan altas voces de alegría y secreto las clavellinas y los pastos del verano, en donde yo duermo y muero muchos días antes de morir...
Parábola de los dos hermanos Había una vez dos hermanos que negociaban con ganado robado, vaya a saber sus razones. Descontento de cuentas, el menor se peleó con su hermano mayor, y contrató unos hombres para que lo mataran. Un niño, como siempre, fue testigo del crimen, y los hombres fueron descubiertos. El hermano menor huyó de su casa, los asesinos de su hermano huyeron también, rastreando su pista,
hasta hallarlo en otra vereda cercana, tan mísera y tan próspera como la anterior. Pidieron plata por su silencio, él les envió dinero en un sobre. La lengua les picaba y les daba vuelta en la boca por decir el hecho escandaloso, entonces el hermano menor contrató a otros hombres para que mataran a los primeros hombres. Los asesinos fueron a su vez asesinados, sorprendidos por los segundos hombres cuando menos lo esperaban. El hermano menor descansó aliviado, pero los segundos asesinos eran todavía más pobres y más despiadados, y pidieron dinero por su doble silencio. Entonces el hermano buscó entre la gente a otros hombres peores, habló de paso con ellos, pero los segundos hombres desconfiaron a tiempo y lo mataron frente a su casa, la que era apenas su casa transitoria, y fue hallado su cuerpo entre el rastrojo, frío y tieso como un palo. Los segundos hombres se dispersaron en el acto y se disolvieron entre la gente. Los terceros hombres son cualquiera, nosotros, los justos, todavía más pobres y más despiadados.
JORNADAS UNIVERSITARIAS DE POESÍA CIUDAD DE BOGOTÁ
«El nuevo canon de la poesía» 6 a l 10 d e o c tu b r e d e 2 0 1 5
Convocan:
Corpoulrika
Fundación
XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ
Clara del Carmen Guillén [Comitán, Chiapas, México]
De su libro Disfraz de los secretos (2015) De muerte propia ¿Cómo levantar lo que queda de ti qué hacer con el estallido que sacude el insomnio? Te hundes en la casa del dolor costal de huesos frente al enemigo Luz Mary Giraldo
Esta es la línea: la que se cruza a diario cuando la muerte acecha. La sangre de los mártires ha trazado el camino. El dolor es el punto en sobredosis. ¿Cómo dices ahora los cuarenta y tres nombres sin que aspires rabioso la impotencia? ¿Hasta dónde la muerte solicita permiso para invadir tus miedos? Es todo sobresalto puñado de presagios que vigilan atentos. La esperanza se presta a buscar una a una las respuestas que crecidas en las páginas de diarios rojinegros disfrazadas de pena con respuestas absurdas. Cuánto contagio queda varado en el camino. Cuántos ojos se cierran para no ver horrores. Cuántos oídos sordos preparan conveniencias por temor a caer de muerte propia.
Casa sin sueños He aquí que la muerte tarda como el olvido. Nos va invadiendo lenta, poro a poro. Rosario Castellanos
¿Qué hace una casa sola, sin fantasmas ni sueños, sin guardar más que tiempo en sus paredes muertas? ¿Qué hace una casa a oscuras, solitaria, sin más luz que el reflejo de una tarde enhebrada en recuerdos de niños y muchachas? Porque aquí me detengo,
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dejo mis huellas tristes este día en un patio que sufre soledades y olvido la mezcla de recuerdos: los sonidos que un día fueron suyos. La casona del centro que imagino poblada de alegría. Mientras la observo entiendo que la muerte le quita su semblante, que tal vez no despierta a los dolientes su orfandad en penumbras. Porque va con sigilo desprendiéndose del rincón de los juegos, del espacio de amor y desamores; del vestido de novia que lució una blancura que se ha ido. Desde el palco de tiempo que ha venido rodando poco a poco veo esta casa y digo que no hay patio más triste ni paredes más solas que estas que me reciben con un signo de pesos en su entrada.
En mis silencios Acomodo a mi piel arrullos y palabras, le construyo presentes y futuros. ¿En qué formas de espera voy a ubicar tu cuerpo en mis silencios?
antología
Eduardo Zambrano
[Monterrey, Nuevo León, México, 1960] El equilibrista de Quebec Sin miedo a tutearse con las nubes ni a las rachas de viento frío que sortea con solemnidad de loco aferrado a su largo balancín. Y empieza su camino. Cruzar el aire de Quebec como este equilibrista sin más equipaje que el deseo de ventura o desventura. Y da otro paso. Nada más lejano al confort. Nada más lejano a este grupo insignificante de turistas. El solitario ha llevado su soledad hacia las alturas. Y sigue caminando por el aire de Quebec. Para él no tiene sentido una fotografía ni siquiera un apunte. El abismo encantado de esta ciudad será su única recompensa.
De la naturaleza del poema Los poemas están hechos de letras. Las letras son partículas indivisibles. Las letras se reúnen en palabras. Las palabras se manifiestan en imágenes. Las imágenes danzan. Un oscuro ritmo las sostiene. El ritmo es la energía que zumba entre las palabras. El que captura ese zumbido en su cabeza accede a las imágenes a las palabras, al poema.
La gramática y la literatura tratan de explicar esto. Pero la poesía es más que letras, palabras, imágenes o ritmo. El hombre sobrepasa la química que lo conforma. El hombre es más que la física que lo sostiene. Así también la poesía es más que la forma donde vive. Así también la poesía trasciende el tiempo donde aflora.
Periferia Siempre viví lejos del centro: de la galaxia y del país del orden de mi clase de los círculos perfectos de la geometría y de las manchas urbanas. Siempre viví un poco más allá. Apartado incluso de mi corazón y de mis fantasías viví en la periferia viví entre palabras pero alejado de los discursos. Siempre viví lejos del centro: a veces no se vive bien ni se sabe mucho de las cosas pero la belleza está ahí entre piedras y pedradas uno sigue su camino.
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XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ
Mónica Muñoz [Argentina, 1957]
El asaltado y otras postales urbanas I
IV
El asaltado ya no traspone el límite de su sombra ha descubierto que un ojo superior lo vigila El ojo, prisionero en su elipsis, ya no transpone el peso del párpado ha descubierto la reja de sus pestañas en la sombra La sombra tajó el credo del asaltado, el ruedo del ojo y el perfil sensible de todas las cosas, hoy.
Arremolinadas figuras en andenes subterráneos recrean la residencia espectral de las hormigas cavan, se atropellan, se muerden, se amasijan descreen todo el tiempo del vecino casual sólo buscan partir el reloj de sol hallar un latido confiable Algo más que máscaras. V
II El asaltante se sabe destituido desterrado de la lengua Fabrica nuevas sintonías para abordar un signo uno que le permita el retorno al mundo de los vivos. III El cuchillo, la daga, la estaca la mano caliente crucificada de antemano la sangre agujereando la pared el grito, la llama, el llanto y un mundo que cada vez sabe más de víctimas y orfandades.
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Alguien le hincó el diente a la casa del otro lo sorprendió y le cortó la red —No sonó la alarma? —Los pobres no usan alarma ni cerco sólo cuatro aparatos con que cubren sus carencias Un desesperado hincó el diente en la casa del otro En el vacío de su noche creyó qué —Buscaba dinero —Buscaba dinero? —Hacía frío —Buscaba calor? Un joven desesperado cortó la red de la casa del otro revolvió su vida se alzó con su vacío y huyó hacia la frontera la inexpresable nada vestida de blanca, fumo, paco.
antología
Guillermo Molina Morales [Zaragoza, España, 1983] Revolución
Y donde tú serás el centro de nuestro interés
Fuimos a identificar los cuerpos A la última planta del hotel
Ya hemos llegado al paraíso en la tierra Ya todos quieren darte la bienvenida Así que bájate del barco y disfruta Negro de mierda
Efectivamente el hotel era nuestro hotel Lo que era muy lógico teniendo en cuenta Que nunca en la vida habíamos salido del hotel
Sabiduría popular En el comedor varias pantallas retrasmitían Lo que pasaba en las terrazas del hotel Algunas ventanas se iluminaban a veces Y otras no
En Argentina piensan que los chilenos Son los culpables de cambiar las fronteras de Patagonia Y también de cambiarle las costumbres a Maradona Y de cambiar el invierno al mes de agosto Y del cambio climático en general
Nos gustaba imaginar lo que pasaba dentro Habíamos olvidado por completo el nombre del hotel Pero de todas formas era nuestro hotel
El presidente de Venezuela acusa a los colombianos De tener más jorobas que los propios camellos Y de haberse inventado un Premio Nobel Para llevarse la droga hasta Suecia
Nuestras eran las sábanas que cubrían los cuerpos Y los cuerpos eran los nuestros también
Azúcar Asúúúcar
Celia Cruz
¿Cansado de la vida en el viejo continente? Súbete al barco que marcará la historia Cada minuto con el sol en tus manos Encadénate al sueño del Caribe
El de Colombia acusa a los venezolanos De haber inventado el reggaetón Los gringos saben de buena ciencia Que los mexicanos son animales de tres testículos verdes Pero los mexicanos saben que los testículos verdes Son una cualidad intrínseca de Guatemala Y que además tienen cinco Me lo aseguraron cuando vivía en Pachuca de Soto, Estado de Hidalgo, México
Es el Caribe De palmeras tan altas como muros De playas tan largas como desiertos De aguas tan profundas como fosos
Y yo les comentaba un viejo proverbio chino que dice: Tú blanco de mierda te voy a cortar las pelotas Y las voy a freír en una salsa agridulce Con un toque de pimienta y De perejil
No podrás Desear nada mejor que esta isla Un lugar donde la paz nunca termina
Otros traducen este proverbio diciendo: El problema ahora es que la jaula Está en el interior del pájaro ULRIKA 52 |
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Felipe Montes
[Monterrey, Nuevo León, México, 1961] Yerbabuena (fragmento) Aquí vienen, de la manita, Los Niños Eleazar y Magdalena, Cabellos Lacios Pardos y Rubios Enlazados bajo la brisa de esta calle negra de lupanares y cantinas. Y le tienden Las Otras Dos Manitas a quienes ahí yerran. Y acá, contra este muro, orina ese borracho de zapatos negros goteados. Y por allí caminan Los Dos Cuatitos Solís. Y ahí viene un borracho con el pantalón abierto, con la mano en los genitales. Y aquí vienen los Solís. Y extiende Magdalena Su Mano, y el borracho la toma y se la acerca al pene. Y se soba con Ella. Y Magdalena jala Su Mano, y el borracho más se soba. Y La Niña mira ese pene con Sus Dos Ojos De Flores. Y una miel le llena a La Niña La Blanca Mano Abierta. Y el borracho deposita una moneda sobre esa jalea de La Mano Abierta. Y los Dos Solís Se alejan. Arriba sangra el crepúsculo. Magdalena Se levanta. Se come una tortilla. ¿Y tú? Vámonos. Y Su Madre aquí Se queda dormida, parada ante la ventana, con Los Ojos Bien Abiertos. Mastica un bocado de relleno del colchón. Pinches Niños Putos. Y Le escupe a Magdalena. Y Su Raquítico Hermano Eleazar La jala para la calle. Aquí viene Eleazar de La Mano con Su Hermana Magdalena. Ahí van: Dos Niñitas En La Calle, entre esos postes de madera que 46
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Los escoltan. Pasa arriba una lechuza; Magdalena la mira. Lechuza. Mire, señor: Mi Hermana. Y moneda. Dos nubes se acomodan allá arriba: esa flota sobre el cerro Del Pilón con su congestión de resplandores; la otra se le arrima al costado. Acá abajo, en La Yerbabuena, Andrés Palomares corta leña con su burro a un lado. Chas chas chas. Chas chas chas. Corta leña Andrés Palomares. Chas chas chas. Chas chas chas. Y carga de leña al burro. Y estas hijas del abuelo viento y la abuela agua se acercan. Y viene ésta y se acerca se acerca, y choca contra la otra. Y las dos nubes se aguantan allá arriba. Las nubes avanzan entre blandos golpes de vapor. Esa abraza a la otra, y chispea. Y crece en su panza gris esa congestión. Y en el aire se suelta la llovizna. La otra le tuerce el vientre. Y defeca un largo rayo sobre Andrés Palomares. Y le cae a Andrés ese rayo; lo alcanza el fulgor de esa centella, chico resplandor y un calorón que le tatema los pies y lo avienta. Se hunde el trueno en su cabello y saca la vuelta a su oreja. Y alcanza al burro. Y aquí extiende a Andrés, magullado. Aquí lo deja, oscurecido. Y allá queda el burro. Fulminado.
antología
Gabriela Cantú Westendarp [Monterrey, Nuevo León, México, 1972] De su libro Material peligroso (2015) II
I
Algunos materiales pueden ser peligrosos, el exceso de luz –por ejemplo– puede provocar una ceguera temporal o, por el contrario, puede inducir a un estado de clarividencia, que si fuera el caso, también es temporal. El efecto depende del objeto que irradia el brillo y de la capacidad de respuesta del otro. El otro eres tú. Tú cuando te alejas y te observas extraño, tú cuando no reconoces tu propio cuerpo y sus reacciones, tú cuando pronuncias frases que te parecen ajenas, tú cuando estás justo en el momento de caer al sueño y te resistes, tú cuando eres golpeado por la luz y por unos momentos te sientes la presa de un animal salvaje, sensación que parece eterna, pero que en realidad –como dije– es temporal y si tienes suerte te abrirá una puerta.
Cuando uno piensa que está escribiendo de alguien más resulta que la verdad es otra y que uno solo puede escribir de sí mismo. Presumo que se debe a lo altamente egoístas que somos. Supe de un hombre que estaba muy triste porque tenía una mujer que había perdido la cabeza por algún vicio. El hombre difícilmente veía la luz del día, no probaba bocado, dejó de ver a sus amistades, perdió su trabajo, se enfermó de pulmonía y casi pierde la vida. Todavía no sé la causa que une mi vida a la de este hombre del que estoy escribiendo, pero estoy segura que en algún momento encontraré un hilo que nos una. Quizá, pero no estoy segura, yo también tenga un vicio y mi vida corra peligro.
IX
Diríase que esa noche el agua parecía brotar de un manantial ubicado a 100 kilómetros de Düsseldorf en Alemania. El agua brota dentro de una cueva y recibe una gran cantidad de peregrinos en busca de sanación. –Un minero retirado dijo a la prensa haber sanado de su espalda y una anciana haber recuperado la vista con tan solo frotarse con el agua–. Esa noche entré al cuarto de baño como un verdadero peregrino en busca del agua milagrosa. Estaba de pie y el agua caía como un bálsamo sobre mi cabeza y resbalaba por mi cuello, mis hombros y de ahí al resto de mi cuerpo. Así fue durante algún tiempo; luego salí, lentamente pasé la toalla por mi cuerpo, y me recosté sobre la cama, y dormí plácidamente pensando en el minero y en la anciana.
Estamos sentados en un restorán comiendo pescado frito. Aquí nadie nos conoce y así está mejor –así podemos vernos mucho tiempo sin decir nada hasta que uno de los dos no se resista y asalte al otro de manera un tanto intensa y alguien llame a la autoridad del puerto y nos detengan por escándalo en la vía pública, y entonces vayamos a un lugar más privado (digamos una cueva o una gruta) y ahí, mitad vestidos, mitad desnudos, nos amemos por largas horas–. Por lo pronto estamos comiendo pescado frito en un restorán del puerto pero creo que tarde o temprano llegarán las autoridades.
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XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ
Félix Suárez
[Estado de México, 1961] El pozo
Argonautas
Estábamos ahí de pronto sin pedirlo. Frente al pozo. Asomados con miedo al ojo quieto de la noche.
Remo la noche inacabable. Vengo remando hace cuarenta años.
Ardía el olor a tierra húmeda y un cuchillo de luz temblaba allá en el fondo, como sobre la piel acuosa de un animal. Era de verse aquello, mi Dios: el alma que tú me has dado, temblando como una hoja indócil frente al destino.
Tengo hijos, hijas, y habría querido para todos ellos una vida sin remos y hermosos ángeles guardianes. Pero sé bien que no a otra cosa hemos venido sino a remar, aspas de ciego. Oigo a mi lado el chapaleo nocturno de otros remos, otros que van o vienen.
Claroscuro O vienen y van Con una oscura conciencia
–gimiendo– hacia ninguna parte.
de animal escarnecido lo voy sabiendo: no duramos.
Poscoital
La mañana es un patio con sol y pájaros de estruendo.
Podríamos ser así dos muertos frescos solamente.
Luego uno está ahí por un instante.
O un par de tibias bestias rendidas y acezantes.
Solo. Deslumbrado. Ciego de tanta luz. Y enseguida oscurece.
Pero nos une la boca mutua sobre todo, la piel de suave espíritu agradecido, y los ojos también, los ojos nuestros, tan distantes, que han venido a mirarse aquí. Tan desolados
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antología
Carlos López
[Pajapita, San Marcos, Guatemala, 1954] Tishudos éramos, pero la gente nos decía tishes. Los tishes éramos los sin zapatos, los que no teníamos derecho de pisar el piso bien aseado, porque hasta un trapeadorazo nos aventaban, más si era de parte de las deadentro, las que más lidiaban con pasar el trapo a cada paso de la gente. La higiene da presentación. Dios guarde si uno se asomaba a los sillones de la sala de la casa de los patrones, tan cubiertos con felpa, con telas típicas, con tal de que no se desgastaran. La cosa era tener a buen resguardo los sillones floreados, que uno adivinaba así, porque no se veían con tantas cosas encima. Los tishes éramos invencibles por curiosidad. Las cosas que veíamos eran ajenas, mirarlas era nuestra forma de darles valor; los dueños lo sabían, por eso nos prohibían verlas, pero soportaban nuestras pisadas llenas de lodo hasta la baranda. Los tishes éramos buenos futbolistas: hasta la orilla de la carretera retumbaban las patadotas de los tiros de esquina (cobrados debajo de un árbol de hojas que de tan verdes parecían azules) de uno que nunca se dejó poner zapatos ni porque jugaría contra el Municipal, ese equipo ganador, mimado por la afición, con todas sus estrellas de la capital. (Afición fue un término que los tishes adoptamos de inmediato.) Cómo gozábamos los tishes esos partidos en medio de la aflicción. Dejé de ser tish desde que una tía me puso los tenis de su hija. Mis patas se convirtieron en pies: dejé de sentir la tierra, mis pies empezaron a apestar y todo lo que pisaba me quemaba. Entonces la gente empezó a decir: «no sabe andar; camina como pisando brasas; encima de tish, retobo;
se le salen los dedos; es 30 y usa 40; anda como nadando con las patas». Y era cierto. Pero tenía que usar esos zapatos porque eran mi pase para poder pisar otros suelos. Me daba vergüenza usar esas cosas azules y blancas que atrapaban mi paso. Mis amigos se alejaron. Mis pasos descalzos en el jardín de jazmines me acercaban a la nostalgia de los cajones de muerto que olían tan raro. Una vez que aprendí a caminar con tenis, me pusieron botas de hule que se convirtieron en mi defensa contra las culebras, las espinas, los vidrios, la lluvia, el agua estancada. Al usarlas, se me cocían los pies; mis compañeros de juego empezaron a decirme el patasblancas. Yo me quitaba lo que trajera en los pies siempre que iba a jugar con mi pelota de tripa de coche, no sólo porque tenía que cuidar mis tenis o mis botas para que me duraran toda la vida sino porque descalzo jugaba mejor, tenía más control sobre el balón. Un domingo, día que se comía carne y la gente mayor se echaba su trago a la hora de la comida, fui a ver un partido de futbol entre las reservas del equipo más odiado del país y la selección de mi pueblo. Ganaron los tishudos, a pesar de los pisotones de los otros. (Luego nos enteramos de que los visitantes sólo habían vestido el uniforme de ese equipo, que en realidad eran de una colonia lumpen de la capital, pero el tish cobrador de tiros de esquina le había descolgado un pie con todo y zapato de futbol a uno de los rivales.) Como era un gran partido, había mucha gente; teníamos que estirar el cuello para poder ver algo. Mientras yo estaba concentrado viendo el juego, alguien me jaló los tenis y se los llevó colgados sobre los hombros.
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XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ
Víctor Manuel Mendiola [Ciudad de México, 1954] 59 variaciones sobre un plato (fragmento) 29. En el centro del plato pones, con ingenuidad y pacíficamente, la carne de un buey, un cerdo o un cordero. ¿Te la crees? ¿Piensas que estás afuera de la ley feroz de la saliva que envenena o del diente que rompe y rasga? 30. En el centro de un plato pones la rapidez de una lechuga. El aire sopla en la verdura. 31. En el comedor escuchas la percusión, el temblor, el temor, el tambor de los platos. 32. En el centro de un plato miras cómo las cebras se deshilachan en negras blancas hebras. En todo plato hay una cerámica de África. El león está detrás. 33. El plato sostiene al buey, al cordero y a la verde hoja larga, expuestos entre el grito y el colmillo. 34. El plato tiene la apariencia de una superficie, pero es la trampa de una bolsa retráctil. Una garra como un guante de sangre. Un estómago. 35. De niño veía la sombra blanca del plato y me quería hundir en su borroso lago de sangre. 36. El plato es una planta carnívora. 37. En esa planta mides tu hambre y tu sed; el peso y la largura de tu paso; los kilos de presión en tu mordida. 38. Sentarse a comer con alguien, estar en la mesa, hacer sonar apenas, o mucho, los platos: representar la digestión de adentro en el teatro de afuera. 39. Los ruidos de mi estómago y del tuyo en este momento fueron las palabras de amor de hace dos horas frente de nuestro plato. 40. Sobre la superficie de la mesa relumbra el pozo mudo de mi plato, su ruido azul de boca me atraviesa. 41. Te miro a los ojos; te miro con hambre, te miro con mi boca; quiero guardarte; déjame abrazarte con mi estómago. 42. Cuando decimos «te amo» o «te quiero» no
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deberíamos señalar la sonrisa o el cabello, tampoco la espalda; sería mejor hablar como nos hablamos en el silencio de la cama o del baño. Los sentimientos me hacen mentir. 43. En el dominio del plato puedo decir: necesito husmear tu pie, probar tu áspera axila desdoblada, aspirar las fosas de tu cuello caliente, tocar el anillo de tu cuerpo, comer de ti, comer de tus huecos. Roer tu hueso, tu adentro. Déjame. 44. Cuando nos dejamos de amar, ya no comemos juntos ni nos comemos. El teatro de afuera extravió el teatro de adentro. No somos un plato que corre en la velocidad de su placer sino un vaso estrechándose sin acento ni rima. 45. En un plato no sólo pones tu alimento; depositas los gramos y las pulgadas de tu cuerpo. Tu carne y tus huesos. Sobre todo tus huecos. 46. Una ecuación: deseo = hambre, o a la inversa; pero quizá sería mucho mejor: amor = plato = boca = estómago. 47. El plato es una boca abierta. Dále de comer. 48. Vi a dos caracoles hacerse dos bocas en mis narices sobre mi plato. Era el beso más apasionado de la historia del cine.
antología
Luis Armenta Malpica [Ciudad de México, 1961]
De su libro Llámenme Ismael (2014) 2 Los miedos se han quedado en la tierra. A mediados del hombre. Enterrada su faz. Varados en la niebla del espejo (sin ti). Derivados a toda la familia. Fascinados los unos en los menos. Más miedo si profunda es la raíz del ojo. Corroídos por óxido de llanto y las toscas escarpias en la boca del hombre cuando niega si ha comulgado en éxtasis. Si ha comido a su dios. Si debemos hablar… Yo no utilizo miedos (como drogas). Está en el mar mi Dios.
algún destello que nos hace situarnos frente a la inmensa noche de los días: adivinar un sol en la mirada de quien amamos tanto.
20 Mi sobrina usa argollas de pirsin sobrenombre y tatuajes. Me regaló un pendiente cuando nos conocimos y todavía se cuelga del bolsillo. Nació en algún islote imaginario (los sitios de verdad no aparecen en mapas) y utiliza el arpón como si fuera un cetro. En una jerga extraña decía sax, sex o six (siempre cerveza oscura) y me abrazaba, se pegaba a mi frente y apagaba la luz con el sordo soplido de aquellas ballenas de Nathaniel Tarn.
12 El destino de las sombras no es el silencio sino la luz. Los hombres requerimos de un recuerdo para hacernos de palabras y decirle mundo al mundo, respuesta a la pregunta, suposición al ser. El cielo nos cobija de abandono y en las nubes no cabe un muerto más. Son el vivo reflejo de los hombres en tierra. Nadie avanza con su propia memoria. No hay impulso gravedad en la huella sin la raíz de todos. Acaso
Por ella estoy a bordo de esta blanca locura que llamamos la vida. Pero a veces escapa (dichosa esquizofrenia) y suena en mis oídos todo lo ancho del miedo (letanía gregoriana del estilo John Cage). Ya le dije que no puedo escaparme sin su apoyo. Le he dejado una almohada (blanquísima) que llamo Moby-Dick… entonces yo la abrazo, me la pongo en la frente y recito los versos del capitán mi capitán. ULRIKA 52 |
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XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ
Jorge Rodríguez
[Monterrey, Nuevo León, México, 1957] De madrugada Es medio guiño y el tiempo ya no existe tienes esa cualidad Cae Roma, cae Cartago y resguardas su grandeza su abolengo Eres sal, bienaventuranza eres sol de estío ¿Cómo, si no, pez de mar, el amor a fuego esculpes?.. Y conviertes un destino en alborada y reviertes desatinos en quimeras y me adviertes y me escalpas y sacudes mis demonios con tu espalda ¿Cómo, si no, pez de mar, el amor a fuego esculpes? Como aleteo de espadas como clamor de tormenta como centella punzante de los siglos de tu imperio como estrella de invierno como pluma de plata ¿Cuántas vidas? ¿Cuántos vuelcos? ¿Cuántos trances de esperanza?
Sufrir el hierro el espumarajo enfermo del que todo lo pierde el sin sentido de la gloria de tu ausencia de tu esencia del perdón y la distancia ¿Qué me mueve a tomar la noche y hollar la rambla solitaria? ¿El clamor de mis demonios? ¿El murmullo de tu estela? 52
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es un golpe de la nada que se instala en lo profundo en el hondo sentimiento de las gárgolas de otoño es querer saberlo todo es comprender la nada es asirse con el alma a esa esfera que levita que crepita que restalla salvedad Tenues luces ocultan mis pasos atenúan mi cansancio allá van valquirias lagartos espanto arcabuz de estruendo legión en fuga
sierpes
crótalos de
Todo es nada y la nada es paz as de espadas haz de clavas haz de luces que avasallan que subyugan que trasquilan que perfilan el hervor de tus arcanos Dime ¿No lo sientes? Eres sal bienaventuranza eres sol de estío pez de mar pez de abismo somos dos contracorriente somos dos de un mismo río
antología
Miguel Maldonado [Puebla, México, 1976] El lavaplatos
De la avispa
Es el último en la cadena alimenticia Se come a veces las mitades de pastel dejadas por muchachas arrepentidas del azúcar
El aire viciado cristaliza a veces en agitadas y pequeñas partículas llamadas avispas. Los malos olores, las malas vibras se anudan hasta hacer avispas. La avispa es el dardo, el cielo es el odio. La avispa el colmillo, el aire la rabia. Todo el odio vuelto grano, todo lo malo que se reconcentra, brota en avispa. La avispa es el agravio, el aire la intriga. También lágrima de una libélula recelosa. Acné de un canalla que se contiene. Tirria de a gramo, astilla de enojo, miga de venganza. De avispas se infesta el ambiente si se concentra el insidioso en su maledicencia. Poco sirve prevenirse de esta munición del mal aire, nos convencerán sus contundentes curvas, sus líneas irrefutables. Más bella que ruinosa: pólvora caderona, perdigón cachondo, bala que salva.
De los arrepentidos es el pan del lavaplatos No le preocupa si han dejado sobras porque están rancias ni que se contagie alguna enfermedad por comer segundas Su tristeza es otra acariciar a su mujer con las yemas de los dedos arrugadas por el agua sentir las cosas con el tacto de un viejo Solamente una vez a la semana las cosas que él toca las siente a su tiempo
De la cebra
A Juan José Arreola
Nunca falta la gordita simpática del reino. Entre los félidos, la grupa de la cebra es la más preciada. Su cadera suculenta, la latiniza. Nada la salva del piropo: quién fuera garras para apretarse en esas ancas. Equivocó lugar, su natural era un juego de ajedrez o un recinto bicolor para pasar inadvertida. Pero el caballo injusto la despojó de su casilla en el tablero. El sueño de la cebra es de pastizales doble raya. En la era a color, enemiga del blanco y negro, la de franjas delira con naturalezas de mosaico padece de nostalgia blanquinegra. En la planicie de la estepa, la damera siempre es carne a la vista, la mujer de la discordia. ¡Este muslo es mío! Nunca se sabrá el color de fondo. No triunfa el color sino la mezcla, esta es su parte más latina.
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XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ
Rubén Darío Lotero [Medellín, Colombia, 1955] Llovizna
En el metro del D.F.
Cuando apenas me acuesto y me arropo hasta la garganta se deja venir la callejera la que ya no se sostiene en el aire y se adentra arrulladora por la silenciosa casa y desciende descalza hasta el último escalón de mi alma
Una joven gatea por el vagón con un trapo en la mano limpiando la punta de los zapatos de los hombres sentados para que le den una moneda. A su lado una mujer lee «La revolución traicionada» de León Trotsky mientras un joven vendedor muestra un video de la matanza de Tlatelolco.
Vuelo Paisaje dominical ¡Si es tan fácil! Estás en tu cuarto y sólo tienes que extender los brazos, como cuando eras pequeño y los alzabas hacia los mayores y al instante ya estabas girando y rozando con tu cabeza el techo. ¡Es tan fácil! Como volver al recuerdo más antiguo y descubrir que bajo tu camisa llevas un par de alas, siempre han estado allí. Y eres de nuevo un ser que se aleja, ya no con el pesado andar de las calles, sino con el ligero vuelo del viento.
Mientras a la entrada del antiguo convento la monja enana ofrece buñuelos (tostaditas de harina con azúcar) y en la empedrada calle el viejo organillero su sombrero, en la banca de la alameda la muchacha de audífonos ofrece su rostro al sol.
Escritura Vida de afuera Hoy también me perdí callada amiga nocturna. Sólo ahora descubro tu silencio sólo ahora me detengo en tu rostro. Perdona el retraso. Corría por la calle entre la tormenta hasta los escasos refugios bajo los aleros de las casas. Y sólo ahora te abro como al armario donde cuelgo mi ropa para que conversemos en el cuarto rodeado de lluvia. 54
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La vida de afuera entra a la casa en los tomates rojos que has traído del mercado, en los gritos de los muchachos que juegan en el patio, en el sol de los venados que se proyecta en la sala y en el cobro del mes puntual bajo la puerta.
antología
Gustavo Adolfo Garcés [Medellín, Colombia, 1957] De su libro Una palabra cada día (2015) Para que cantes
El dragón
Para que cantes muchacha toco la cítara
El dragón se mira de soslayo
tu voz mitiga la ruina de la casa y trae de nuevo los sueños y el convite por ella hemos esperado tanto tiempo a la puerta
Encuentro
la belleza y el horror en proporción exacta sabe dónde buscar su suerte cierra los ojos la música le rompe el corazón
Sepelio
La veo de repente como el personaje de un libro que hubiese abierto al azar se voltea y me mira nos sonreímos aturdidos como si el día fuera un mensaje imperioso
El sol y el gato estaban también en el sepelio y el viento y el caballo blanco el muerto mira ya hacia otra parte
Final Ningún verso vendrá a buscarnos ULRIKA 52 |
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XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ
Antonio Castaño
[Puerto Real, Cádiz-España 1964] De su libro Llenando el vaso de las horas (2015) ...y en el mar arrecia el viento apátrida Me cubro de olas y mi cuerpo respira sumergido en el vientre todo lo antiguo Es acá donde la vida me comienza y desaparezco en partículas... Diminuto
Pequeña muerte Obituarium Quedó sonando la música y tu olor de ausencia La habitación vacía se nubló en recuerdos Soñé con las orillas de tus ojos abrazando nuestro universo en una foto El adiós siempre duele a quién se queda y quedó tu piel pegada a mis labios Quisiera dormir y no puedo buscándote en los rincones de mis adentro y encuentro una caricia leve que me alivia Celoso como el viento sin asiento te busco en cada pliegue de mi cuerpo y me alivio nuevamente en la esperanza infinita de volver a verte Quedó sonando la música y olor a ausencia
Calipso Solitaria en medio del desierto desierto de aire indefinido salgo de mi alma por las heridas lentamente guardando la distancia con pequeños gestos de quién llega tarde inadvertida de angustia y cubierta de madrugadas frías como si fuesen de otra persona o de otros instantes El sentido de lo cotidiano anocheció antiguo y misteriosamente todo mi pasado Después de nada mi tristeza soy yo silenciada de voces en esta ciudad de humanas islas
Pienso Pessoa (persona) y la osadía no es suficiente Me invento ciudad alguna que no será poema después Aparezco como realidad revuelto y al mar sin velas De nunca era el tiempo y la ficción hizo mi sombra No fui inventado todavía ni recibido ni pensado antes Y calmo mi apetito ahora cenando casi todas mis palabras
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antología
Federico Díaz-Granados [Bogotá, Colombia, 1974]
De su libro Las prisas del instante (2015) Las prisas del instante Tenía razón el tiempo en llevar su afán en instalarse donde le pareciera y en tener sus rituales y hostilidades. Ahora entiendo sus tardanzas y balbuceos y su prontitud para los aciertos, de esta terquedad de fijar unas cuantas palabras en un extremo de la infancia y otras tantas en un rincón de esta calle ronca que se parece tanto a la vida, llena de sorpresas y de silencios. Por eso perdóname por tantas deshoras. por convocarte en noches de rencores y presagios por amontonar en la misma gaveta ruinas y asuntos cotidianos entre el cansancio de los días y la terca música de los silencios. Tenía razón el tiempo en llevar su ritmo y la vida en tener sus afanes para quedarse acá con todas las prisas del instante.
Para mirar el mundo A Luis García Montero
Hay una manera de contemplar el mundo sin rencor sin maletas ni mudanzas más allá de las postales y sus manteles a cuadros más allá de sus casas vacías y sus taxis amarillos. Hay una forma de verlo diferente a sus alambres con ropas extendidas al sol en grandes terrazas. Pero nada sé del mundo Aparte de las despedidas en los aeropuertos y de su parecido con mi cuarto y mi mesa de noche repletos de lapiceros vacíos, tarjetas en desuso y remedios de ocasión. Resulta melancólico el mundo sin sus cines y sin sus taxis amarillos sus estadios vacíos después de la jornada y sus manteles a cuadros y las canciones que lo definen en cada estación que trae su luz y su rumor para que las lágrimas lo dejen ver más nítido a contraluz por el retrovisor de tantas cosas perdidas y olvidadas.
Por eso perdóname por estas premuras por no saber la gramática y las palabras de una lengua olvidada por haber perdido libretas, las llaves y la vieja canción de exactos compases y cenizas como si en el afán del tiempo cada día, sin importar la hora, se extraviaran los sueños.
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XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE BOGOTÁ
Luz Mary Giraldo [Ibagué, Colombia, 1950]
De su libro De artes y oficios (2015) Más poderoso que la muerte Como árbol de nubes y manto de pájaros al aire llega el amor que desordena todo con su música breve. Más dulce que el vino y más poderoso que la muerte llama con voz de seda tejida en flecha ponzoñosa. Es vuelo de colibrí suspendido en el aire y llega como se va: desafiando el silencio.
Pájaros que ensordecen Con tu nombre la mañana se llenaba de árboles. Márgara Russotto
Después de un sol radiante cae la noche en el jardín como dibujo hecho trizas. La vida queda en cero y los pájaros ensordecen y fastidian como perros guardianes en la oscuridad. No alcanzas a ver el resplandor de los poemas en el árbol donde cantó una alondra.
Entre el cielo y la tierra Oficio de monotonía Como Hestia a su amado, me recuesto a tu amor, y veo ascender el canto de los pájaros seguido por el ojo de un gato en la penumbra. Oigo la gota que cae con su luz como si el hilo de una cometa se soltara hasta elevarse de manera perpetua entre el cielo y la tierra. Acaricio cada instante lo saboreo lo guardo en la memoria como quien envuelve migas de pan para la última noche de invierno.
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Y el hueso del amor tan roído y tan duro brillando en otro plato.
Blanca Varela
Lo que fue pan al desayuno o paz de buenas noches es frase repetida cacofonía de bostezo que cierra el diálogo y se enreda en la memoria o cuelga como hilo de seda. Palabras gastadas deshechas deshilvanadas borrosas rayadas como un disco ya no dicen. Se desvanecen en la desleída y vacía tachadura indeleble de una larga y manida historia de amor.
antología
Darío Sánchez-Carballo [Bogotá, Colombia, 1975]
De su libro Retrovisor (2015) Ajedrez [fragmento] Las medallas y los archivos de abusos no pueden ayudarnos en nuestra peregrinación hacia la pasión Leonard Cohen
Peón
Caballo
Tu salto nunca fue felino no eres tan importante, mas tu cráneo endulzará todas las respiraciones en el aire con la exquisita peste de la parrilla carne ahumada por el quebracho y los robles.
No más regalos no nos obsequien la bienaventuranza ni el subsidio de un peso para tres o cuatro o cinco.
Tampoco sabes quien lanzó la primera piedra y poco te importa hay dedos entrelazados que no desean soltarse son las coyunturas crujiendo en estas manos atizando formas predecibles es el sonido de la vetusta ingenuidad en los subsiguientes infortunios. Llorarías con los niños pero ellos sólo ríen sus carcajadas huelen al mal aliento del vacío. Revientan guerras en oriente mientras piensas en este oriente tuyo al que has llegado. Desde tu lugar en la fila observas la majestad de la suprema miseria. Entiendes por fin que te llamas: Cualquiera.
Porque donde comen cuatro comen cinco dice un presidente ¡qué bonitos caballos tiene ese señor! nosotros sólo conocemos el de Troya.
Alfil Se necesitan piernas de elefante para sostener la travesía la señora contiene en su espalda al mundo mira de frente a la cámara no ha probado alimento en días pero con la seguridad de las adversidades la desgracia se alimentará de ella. Cae entre tanto el vértigo del plomo sobre nuestra tierra pero haremos el amor porque hay tiempo para amar si uno de los niños despierta y nos sorprende diremos que las manos trabajan en una harina que se amasa para el desayuno mañana cuando extrañe los panes le contaremos la verdad porque somos éticos y responsables.
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RESEÑAS
RESEÑAS: AL FILO DE LA HOGUERA DISFRAZ DE LOS SECRETOS Clara del Carmen Guillén Coneculta-Conaculta, Chiapas, México, 2015, 60 pp.
Este nuevo libro de poemas de Clara del Carmen Guillén brilla por su concreción, por la lúcida claridad de las imágenes y por el certero cuidado del lenguaje. Como lo advierte la contratapa del libro, la obra se divide en dos instancias, dos polos, unidos por una misma pulsión: la del amor. «En el primero de ellos, acorde a su tiempo, se identifica un humanismo solidario que da voz a los otros, a los desposeídos, los humillados, los sometidos. Su toma de conciencia la lleva a expresar la rabia impotente frente a la violencia e injusticia producto
DE ARTES Y OFICIOS Luz Mary Giraldo Taller de edición Rocca, Bogotá, 2015, 92 pp.
El arte de amar y el oficio de escribir. Un nombre raro, desconocido irrumpe en el ritmo lento de los largos años. Y ese nombre quiebra la rutina, inunda con su luz inesperada y renovadora. La flecha de Cupido lleva un nombre con el que estalla el fuego y se desarma el fastidio del pasado. Desarma no es una palabra casual. Porque de pronto todo lo que antes fuera, ahora es pasado, y Luz Mary descubre que amar es armar, porque el amor construye, así como desamar es desarmar, porque el fuego que se apaga y el amor que se ausenta lo que hacen es sobre todo destruir lo que el amor había construido. Y la construcción se hace con el calor del sentimiento, sin duda, pero más aún con la materia sublime de la palabra escrita, donde armonía y vida se reúnen para pasar el umbral de lo perecedero. Por eso, en este libro tan especial, después de las fases inevitables del amar-armar y del desamar60
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de la discriminación». Agregaríamos además que desde la tradición, y con el hilo conductor del amor, esta primera parte hace alusión al tánatos, mientras que «El segundo germina desde un yo más íntimo, más personal y más secreto, signado por el erotismo. Allí el vínculo entre sueño, recuerdo y palabra propician el espacio para el tropo certero». En un equilibrado balance entre la muerte y el erotismo, Clara del Carmen Guillén devela sus secretos de la mano del amor.
desarmar,
no puede faltar la tercera fase del enredar, donde las palabras halladas se entretejen encontrando el orden de una trama nueva donde amor y desamor se unen para generar sabiduría y armonía. Con esta última entrega, la poesía de Luz Mary Giraldo llega a un punto muy alto, en el que experiencia vital y literaria resultan indivisibles. Su amplio y profundo universo poético, abrazando con naturalidad la poesía del Siglo de Oro, el mundo greco-latino, la poesía contemporánea europea y americana, logra hallar una expresión intensa y firme para ese sentimiento que está en la base de la creación y de la vida misma: el amor, dialogando con sus maestros y amigos de todos los tiempos, desde San Juan de la Cruz a Alda Merini, a Wislawa Szymborska, a Quevedo, a Ernesto Cardenal, a Márgara Russotto... Y el lector queda atrapado y fascinado en esta reflexión a la vez nostálgica y vital donde amar es sin duda aRmar y leer es por cierto aprender y aprehender. Martha L. Canfield Firenze, 28 de enero 2015
RESEÑAS
RETROVISOR Darío Sánchez-Carballo Ulrika Editores-Universidad de Los Llanos, Bogotá, 2015, 72 pp.
Desde aquellos lejanos días en los cuales Darío era muchacho y yo me sentía igual, compartimos una especial perspectiva de trabajo frente a nuestro común compromiso frente a la palabra: la sinceridad frente al lector, la necesidad de ver al hombre y a la mujer desde su natural diálogo con las circunstancias. Así, dirigimos talleres, gestamos varias ediciones del Festival Internacional de Poesía de Bogotá, las Jornadas Universitarias de Poesía o las Lunadas Poéticas en las Bibliotecas Públicas de la capital, entre otras empresas, afinando como músicos juiciosos un amor irrestricto por la poesía. Ahora con este, su Retrovisor, nos remonta a la experiencia especular que de suyo implica la poesía. El escritor argentino Osvaldo Picardo, quien introduce este libro, nos señala otra de las aristas humanas de nuestro poeta: su inmersión en la que po-
LAS PRISAS DEL INSTANTE Federico Díaz-Granados Visor, Madrid-Bogotá, 2015.
Este es el cuarto libro del poeta bogotano Federico Díaz-Granados, el cual aparece después de 20 años de haber aparecido su ópera prima, Las voces del fuego. Su obra, fruto del reposo y la sopesación cuidadosa de la palabra, ya está advertida desde aquel entonces. Al respecto de este su nuevo libro, opina el poeta español Fernando Valverde: «El poeta colombiano Federico Díaz-Granados sitúa su voz entre el hombre y sus añoranzas. Su poesía toma partido por las fragilidades y las derrotas con un tono y un acento marcados por
dríamos llamar una «poética del espacio». Desde su primer libro la obsesión se hace patente: 49 habitaciones alude a los refugios a los que aspiramos los seres humanos en nuestro desazonador recorrido por los rumbos del mundo. Y en un país como Colombia, y más aún en una ciudad como Bogotá, esa instancia de introspección y recuperación implica una derivación radical hacia la poesía. Desde esta perspectiva, anota Picardo sobre Retrovisor: «Elementos que hablan de tránsitos, lugares, casas, del oficio de caminar y la tradicional metáfora de la vida como viaje. Todos se retroalimentan en el retrovisor, en ese espejo esotérico que simboliza la representación de la naturaleza humana y sus complejas experiencias». Sánchez Carballo propone esta mirada particular que, en tanto arquitecto y magíster en «espacios urbanos», le permite recorrer la ciudad y el alma humanas bajo la impronta de la espacialidad y sus alusiones: los límites del hombre y sus horizontes. La poesía como espacio del ser, como paisaje o, como diría otro de sus secretos mentores, Gaston Bachelard, en un espejo retrovisor de estas instancias, «La poética del espacio: la casa es, más aún que paisaje, un estado del alma». Rafael Del Castillo
una precisa conciencia del desarraigo y la pérdida. Las prisas del instante bien podrían ser los tránsitos del tiempo y sus afanes o los festejos por recobrar desde la palabra el paraíso perdido de la infancia. Es un libro de afectos, generosidades y grandes lealtades capaces de emocionar al lector desde la sinceridad y la belleza de lo auténtico. Estos poemas traen la memoria de un tiempo y de una época de incertidumbres pero también dialogan con la más fuerte tradición de la poesía coloquial en español. Es por eso que este libro es una suerte de talismán que nos acompaña en un mundo derrumbado y nos aporta el consuelo de que es posible reconstruirlo desde la poesía». ULRIKA 52 |
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Índice de autores Gabriela Cantú Westendarp
Víctor Gaviria
(Monterrey, Nuevo León, 1972)
(Medellín, Colombia, 1955)
Poeta y promotora cultural. Miembro del Consejo Editorial de la sección de cultura del periódico El norte. Tiene cinco libros publicados: Material peligroso (2015), Naturaleza muerta (2011), El filo de la playa (2007), El efecto (2006) y Poemas del árbol (2009).
Antonio Castaño
Luz Mery Giraldo
(Puerto Real, Cádiz, España 1964)
(Ibagué, Colombia, 1950)
Dramaturgo, reportero, poeta. Su libro Llenando el vaso de las horas (The State Of Iberoamerican Studies Series, Minnesota University, 2015), en edición crítica de Luis A. Ramos García, será presentado en el XXX FIT-Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz.
Clara del Carmen Guillén
(San Luis Potosí, México, 1956)
(Comitán, Chiapas, México)
Federico Díaz-Granados Poeta, ensayista y divulgador cultural. Representante de Visor en Colombia y director de la Biblioteca Los Fundadores del Gimnasio Moderno. Libros de poesía: Las voces del fuego (1995), La casa del viento (2000), hospedaje de paso (2003) y Las prisas del instante (2015).
Gustavo Adolfo Garcés Poeta, docente, abogado. Obra: Libro de poemas (1987), Breves días (1992), Pequeño reino (1998), Espacios en blanco (2000), Libreta de apuntes (2006), Breves días (antología, 2010), Hasta el fin de los números (2012) y Una palabra cada día (2015).
Revista de Poesía
José Ángel Leyva Poeta, narrador, periodista, editor y promotor cultural. Director de las revistas Alforja y La Otra. Entres sus libros están: Catulo en el destierro (1993), El espinazo del Diablo (1998), Duranguraños (2007), Habitantos (2010), Tres cuartas partes (2012).
Carlos López (Pajapita, Guatemala, 1954)
(Medellín, Colombia, 1957)
Ulrika
Poeta, narradora, docente. Libros: poesía: Bajo el peldaño, Nocturno para despertar desvelos y Disfraz de los secretos; cuento y poesía para niños: Raíz de sol, La duda de Melesmeles y Cascatiempo y sus vecinos.
(Durango, México, 1958)
(Bogotá, Colombia, 1974)
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Poeta, ensayista, antóloga. Entre sus libros de poesía están: El tiempo se volvió poema (1974), Camino de los sueños (1980), Con la vida (1997), Hoja por hoja (2002), Tarjeta postal (2003), Sonidos en la luz (2009), Llévame como un verso (2011) y De artes y oficios (2015).
Margarito Cuéllar Escritor, periodista y coordinador editorial de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Sus últimos libros son: Cantos para el único brazo de Blaise Cendrars (2015), Vigilias (2013), Las edades felices (2013) y Baladas para las estudiantes que se gradúan (2013).
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Director de cine, guionista, poeta. Obra poética: Con los que viajo, sueño (1978), La luna y la ducha fría (1979), El pulso del cartógrafo (1986), Lo que digo se refleja en el agua (1987), El rey de los espantos (1992), Los días del olvidadizo (1998) y La mañana del tiempo (2003).
Poeta, editor, docente. Director y fundador de Editorial Praxis. Entre sus libros están: antologías: Los poemas de la poesía (2001-2003); plaquettes de poesía: Vado ancho (1998) y Relámpago nocturno (1999); libros de poemas: Fuego azul (1997) y Bellotas de agua (2000); gramática: Redacción en movimiento (2003-2004).
¿Preguntas, sugerencias, reclamos?
escribanos@poesiabogota.org
AUTORES
Rubén Darío Lotero
Jesús Munárriz
(Medellín, Colombia, 1955)
(San Sebastián, España, 1940)
Poeta, cronista, cineasta, docente. Ha publicado: Poemas para leer en el bus (Premio Nal. de Poesía U. de Antioquia, 1991), Historias de la calle (1991), Camino a casa (2003), Papel de globo (2004), Poemas del Metro de Medellín. Les poèmes du métro de Medellin (2011).
Poeta, traductor y editor. Desde su fundación en 1975, dirige Ediciones Hiperión. De su extensa obra poética reseñamos: Viajes y estancias, Sólo amor, Por la gracia de Dios, Rojo fuego nocturno, Va por ustedes, Museo secreto y Nos han robado un ángel.
Miguel Maldonado
Mónica Muñoz
(Puebla, México, 1976)
(Argentina, 1957)
Poeta, diplomático y editor. Entre sus libros se cuentan: Poesía Magia corriente (2004), La carne propia (2006), Ciudadela (2008), Los buenos oficios (2010), Una gota (2012), Lobos (2012), 420 golpes / 420 Strokes (2012), El libro de los oficios tristes (2015), Bestiario (2015).
Poeta. Fundadora y directora de la revista Alas de Gaviota, Letras de América. Organiza encuentros de poetas, conduce programas radiales y dicta talleres de lectura y escritura. Ha publicado los poemarios: Moviola (Ediciones Juglaría) y Anika (Ediciones del Suri Porfiado).
Luis Armenta Malpica
Jorge Rodríguez
(Ciudad de México, 1961)
(Monterrey, Nuevo León, México, 1957)
Poeta, ensayista, editor. Director de Mantis editores. Libros de poemas recientes: Mundo Nuevo, mar siguiente (2004), El cielo más líquido (2006), Cuerpo + después (2010), Envés del agua (2012), Papiro de Derveni (2013) y Llámenme Ismael (2014).
Novelista y narrador. Catedrático de creación literaria en su ciudad. Novelas publicadas: El medallón de las rosas (2009), Martín Calavera (2009), La nuez vana (2009), No nos pongan flores amarillas (2010), La Dama de Bohemia (2011) y Más allá del río (2013).
Víctor Manuel Mendiola
Darío Sánchez-Carballo
(Ciudad de México, 1954)
(Bogotá, Colombia, 1975)
Poeta, periodista y editor. Desde hace 33 años es editor de Ediciones El Tucán de Virginia. Ha publicado, entre otros libros de poesía: Papel Revolución (2000), La Novia del Cuerpo (2001), Tan Oro y Ogro (antología, 2003) y Tu mano, mi boca (2005).
Arquitecto, poeta, docente. Publicó en 2009 su primer libro de poemas 49 habitaciones y presenta en 2015 su segundo libro: Retrovisor. Fue director y fundador de El Aguijón. Colaborador permanente de las revistas Ulrika, babab.com y Metrópolis de Villavicencio.
Felipe Montes
Félix Suárez
(Monterrey, Nuevo León, México, 1961)
(Estado de México, 1961)
Poeta, cuentista y novelista. Director de la Fábrica Literaria. Entres sus obras están: El Enrabiado (novela), Casa natal (poesía), Por fin educadoras (teatro), Sólido Azul (novela), El Evangelio del Niño Fidencio (novela), Dolores (novela) y Yerbabuena (novela).
Poeta, ensayista y editor. Libros de poesía: La mordedura del caimán (1984), Peleas (1987), Río subterráneo (1990), En señal del cuerpo (1998), Legiones (2004), También la noche es claridad. Antología poética 1984-2009 (2009), El amor incluso (2011).
Guillermo Molina Morales
Eduardo Zambrano
(Zaragoza, España, 1983)
(Monterrey, México, 1960)
Poeta, docente e investigador. Obras publicada: Estado de emergencia (2013) y Epilírica (2008), con los que ganó, respectivamente, el IX Premio internacional de poesía «Claudio Rodríguez» y el XI Premio internacional de poesía joven «Antonio Carvajal».
Poeta y promotor de lectura entre niños y jóvenes. Entre sus nueve libros publicados a la fecha se cuentan: Del Coleccionista (1988), El fortín del solitario (2009), Tiempo aire (2010), La esencia del viaje (2012), Geografía interior (2013). ULRIKA 52 |
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ABRIL
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Con su terrible sentido práctico, ella no podía entender el negocio del coronel, que cambiaba los pescaditos por monedas de oro, y luego convertía las monedas de oro en pescaditos, y así sucesivamente, de modo que tenía que trabajar cada vez más a medida que más vendía, para satisfacer un círculo vicioso exasperante. CIEN AÑOS DE SOLEDAD Gabriel García Márquez
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Colección de circulación nacional e internacional gratuita, con ciento once poemarios publicados en más de doce años, en ediciones de diez mil ejemplares.
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