ULRIKA 63 REVISTA DE POESÍA
Una lectura de la poesía colombiana escrita por mujeres desde el Maestrí siglo XX Esc
Poesía. Dramaturg
La Maestría tiene profesional
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ISSN 0120-7669
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Facultad de artes Maetría en Escrituras Creativas Sede Bogotá
María Mercedes Carranza 15 años después
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Patricia Suárez
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REVISTA DE POESÍA
ULRIKA 62
ULRIKA 62 REVISTA DE POESÍA
EL LEGADO POÉTICO DE
NICANOR PARRA EN IBEROAMÉRICA
X JORNADAS UNIVERSITARIAS DE POESÍA
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JORNADAS UNIVERSITARIAS DE POESÍA CIUDAD DE BOGOTÁ
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Una lectura de la poesía colombiana escrita por mujeres desde el siglo XX
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UNA LECTURA DE LA POESÍA COLOMBIANA ESCRITA POR MUJERES
REVISTA DE POESÍA
EL LEGADO POÉTICO DE NICANOR PARRA EN IBEROAMÉRICA
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ULRIKA 63 Niall Binns Fernando Linero Rodolfo Ramírez Soto Rocío Ágreda Piérola Luis Merino Zamorano
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Antología de los poetas invitados. Breve muestra.
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ISSN 0120-7669
Código SNIES 52746
La Maestría tiene como objetivo fundamental la formación de profesionales capaces de producir su primera obra.
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Una lectura de la poesía colombiana escrita por mujeres desde el Maestría en siglo XX Escrituras Creativas Poesía. Narrativa (Novela o cuento). Dramaturgia. Guión cinematográfico
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Poesía. Narrativa (Novela o cuento). Dramaturgia. Guión cinematográfico
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DISPONIBLES EN LA CASA DE POESÍA SILVA, LIBRERÍA LERNER Y LIBRERÍA UNIVERSIDAD NACIONAL DIRECCION@POESIABOGOTA.ORG PUBLICACIONES@POESIABOGOTA.ORG CALLE 41 No TELÉFONOS: 604 4000 – 301 743 03 79 b
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Ulrika
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Ulrika Editores Licencia Mingobierno No 00918 ISSN 0120-7669
DIRECTOR Rafael Del Castillo M. CONSEJO EDITORIAL Jotamario Arbeláez, Fernando Linero Montes, Evelio Rosero, Pedro Badrán, John Fitzgerald Torres, Óscar Pinto Siabatto, Guillermo Molina Morales, Eugenia Gorriño y Rafael Del Castillo. COLABORADORES COLOMBIA Juan Gustavo Cobo Borda, Samuel Jaramillo, Luz Mary Giraldo, Eugenia Sánchez Nieto, Maruja Vieira, Clara Mercedes Arango, Miguel Méndez Camacho, José Luis Díaz-Granados, Federico Díaz-Granados, Juan Felipe Robledo, Gustavo Adolfo Garcés, Rafael Berrío, Sara Del Castillo, Ernesto Durán Strauch, Mariela Del Castillo, Rosaura Mestizo, Darío Sánchez Carballo, Dufay Bustamante, Hellman Pardo, David Reinoso, Leonardo Cano, Fabián Rodríguez, Juan Carvajal Franklin, Carlos Satizábal, William Ospina, Yirama Inés Castaño. ARGENTINA Paulina Vinderman, Marcos Silber, Osvaldo Picardo, Héctor J. Freire, Esteban Moore. BOLIVIA Jorge Carlos Ruiz de la Quintana, Milenka Torrico. BRASIL Affonso Romano de Sant’Anna. COSTA RICA Armando Rodríguez Ballesteros, Rodolfo Dada, Osvaldo Sauma, Norberto Salinas, María Montero, Nerina Carmona. CUBA Efraín Rodríguez Santana, César López. CHILE Eduardo Llanos, Jaime Quezada, Tomás Harris, Teresa Calderón, Tamym Maulén. ECUADOR Edwin Madrid, Iván Oñate, Iván Carvajal, Aleyda Quevedo. ESPAÑA Luis Miguel Madrid, Jesús Munárriz, Jordi Virallonga, Rodolfo Häsler, Juan Pablo Roa, Sergio Laignelet. ESTADOS UNIDOS Armando Romero, Mercedes Roffé, Paola Cadena. MÉXICO Margarito Cuéllar, José Ángel Leyva, Carlos López, Luis Aguilar. PERÚ Ricardo Silva Santisteban, Luis La Hoz, Enrique Sánchez Hernani, Luis Alonso Cruz. REPÚBLICA DOMINICANA Neftalí Eugenia Castillo, Alexis Gómez Rosa URUGUAY Washington Benavides. VENEZUELA Rafael Cadenas, María Antonieta Flores. COORDINACIÓN EDITORIAL
Eugenia Gorriño
DIRECCIÓN DE ARTE
Gustavo del Castillo M. DIAGRAMACIÓN
Vanesa Yepes S.
Foto portada: Patricia Suárez, 2018
Impresión: Dígitos & Diseños
Precio al público: $20.000.oo
Los trabajos firmados se publican bajo la responsabilidad de sus respectivos autores, sin implicar necesariamente a la revista. direccion@poesiabogota.org
Contenido 3
A MANERA DE EDITORIAL
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EL LEGADO POÉTICO DE NICANOR PARRA EN IBEROAMÉRICA
6 15 Nicanor Parra y la trampa del teléfono 21 Nicanor Parra: un vecino desencantado que advierte la marea del tiempo 25 El espectro Parra en la poesía boliviana Nada es más antipoético que los poetas mismos». Reflexiones en torno al 29 poema «Manifiesto» de Nicanor Parra Citología
POR NIALL BINNS
POR NIALL BINNS
POR FERNANDO LINERO MONTES
POR ROCÍO ÁGREDA PIÉROLA «
POR RODOLFO RAMÍREZ SOTO
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antipoesía, aquí ahora. Las Cruces, el antipueblo de Nicanor Parra POR LUIS MERINO ZAMORANO POEMAS DE NICANOR PARRA
40 ANTOLOGÍA DE INVITADOS A LAS X JORNADAS UNIVERSITARIAS DE POESÍA «CIUDAD DE BOGOTÁ»
Presentamos una breve muestra seleccionada para esta edición; puede leerse a todos los autores en nuestra página web www.poesiabogota.org, y, a los invitados que ya han sido publicados, en ediciones anteriores de Ulrika.
En esta edición, poemas de Niall Binns, Tammyn Maulén, Ricardo Castillo, Rocío Ágreda Piérola, Gabriela Vargas, Gina Saraceni, Sandy Juhasz.
46 RESEÑAS 47 ÍNDICE DE AUTORES
EDITORIAL
A manera de editorial Como hemos venido haciendo en las últimas entregas de fin de año, en esta retomamos el ejercicio libre, lúdico y noticioso que caracteriza una revista. Los premios universitarios de poesía; la rememoración de la obra de quienes si nos abandonan continúan conversando con nosotros en este día a día lleno de adversidades y derrotas, pero también de conquistas para la dignidad humana a través de la palabra. En esta ocasión es la de María Mercedes Carranza la que resuena entre nosotros, quince años después, a partir de una selección de sus poemas preparada especialmente para Ulrika 63 por Melibea Garavito. Se da también aquí el encuentro con las artes plásticas a partir de una exposición (en este caso con Patricia Suárez quien mostró recientemente su colección «Anónimas» en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño); además del dossier: Una lectura a la poesía escrita por mujeres desde el siglo xx, preparado con base en las lecturas y comentarios que se dieron a lo largo de un semestre con los estudiantes vinculados al taller de poesía
Matilde Espinosa
que se lleva a cabo en la Universidad Pedagógica Nacional (Proyecto relata, Ministerio de Cultura). Así, la presencia de la voz femenina en nuestras páginas quiere ser una suerte de despedida a ejercicios nefastos que en todas las culturas, pero en la nuestra en particular, entorpecieron el libre fluir del sonido de dicha voz. Hoy en día, para fortuna de la condición humana toda, y con base en un libre fluir de las comunicaciones, en este caso podemos contar con un valioso aporte antes que, una vez más, con una embrutecedora forma de la alienación. Nadie puede parar tales cantos, sin distingo alguno de su procedencia, sin deudas u obligaciones políticas o aun más mezquinas. Es de anotar que desde esa misma perspectiva, en el año 2006, en el marco del xiv Festival Internacional de poesía de Bogotá, la revista Ulrika promovió el «Seminario Internacional María Mercedes Carranza: una lectura a la poesía iberoamericana escrita por mujeres», con sus consecuentes publicaciones,
Maruja Vieira ULRIKA 63 |
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A MANERA DE EDITORIAL
Yirama Castaño
Luz Mary Giraldo
una exposición de textos y fotografías, además de, como es de suponer, recitales y mesas redondas. Hoy a partir de estas páginas queremos, por lo menos a lo que Ulrika respecta, cerrar ese vergonzoso capítulo de exclusión con la complicidad de nuestras más asiduas colaboradoras quienes han querido que en este acto simbólico hagan presencia autoras que, por razones que quizás tengan que ver con esa dinámica perversa que hoy estamos clausurando, nunca habían sido publicadas en nuestra revista. Es así como no aparecen los textos poéticos de asiduas colaboradoras de esta publicación, de sus proyectos editoriales y de los eventos que de ellos surgen (el Festival Internacional de Poesía de Bogotá, las Jornadas Universitarias de Poesía y sus talleres de creación), sin que por ello dejemos de mencionar a nuestra querida Lucía Estrada (de quien recientemente publicamos poemas con motivo del Premio Nacional de Poesía de la Secretaría de Cultura), Eugenia Sánchez Nieto (autora de una breve nota en torno a estas ideas), Luz Mary Giraldo, Clara Mercedes Arango, Rosaura Mestizo y Yirama Castaño, todas ellas publicadas a lo largo de los 63 números de Ulrika editados hasta la fecha en compañía de muchas de sus pares generacionales que no es posible mencionar una a una en estas breves líneas. Igual, imposible olvidar a las queridas y grandes poetas Maruja
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Lucía Estrada
Clara Mercedes Arango
Vieira y Matilde Espinosa, homenajeadas en el marco de nuestro Festival. Por último, de las poetas que aparecen hoy en nuestra revista, queremos destacar la solidez humana y estética de dos autoras que desde el siglo xx, ofrecieron una obra ejemplar, tocada por ese verdadero amor y entendimiento del que de suyo implica la poesía, donde como ellas bien sabían caben todos (y todas, más los matices de rigor que en justicia exigen estos tiempos). Nos referimos a María Mercedes Carranza y a Emilia Ayarza (a quienes se remiten en detalle los poetas Margarito Cuéllar y Carlos Satizábal, respectivamente). Ambas, cuando todavía reverberaba en nuestro medio la pugnacidad de géneros –cosa que nunca debió ser en este ámbito, cosa que nunca fue entre poetas los poetas que en verdad merecen y merecían llamarse tales– y que hicieron siempre caso omiso de las mezquindades de género (y número): cuántas y cuántos se incluyeron en esa o en aquella selección, cuántas y cuántos han sido invitados a este evento; cuántos y cuántas se relacionan en la carátula de aquella revista. Poetas como María Mercedes Carranza y Emilia Ayarza, junto a unas pocas verdaderamente representativas e infaltables, supieron que había que tomar ese asunto por la trenza. Quienes escriben poesía en nuestro ámbito lo saben ya: nunca más se negará la voz de nadie, pues la canción es la misma, desde siempre...
Una lectura de la poesĂa escrita por mujeres en Colombia desde el siglo XX
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UNA LECTURA DE LA POESÍA ESCRITA POR MUJERES EN COLOMBIA DESDE EL SIGLO XX
El oficio de escritora n POR EUGENIA SÁNCHEZ NIETO La poeta Eugenia Sánchez Nieto.
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Voy a referirme al oficio de escritora en Colombia, vinculado a la poesía, realizado a partir de los años ochenta del siglo pasado. Hay que decir que las poetas han tenido una precaria presencia en la memoria poética colombiana. Las dificultades han sido de diversa índole, entre otras podemos mencionar: «la vida cotidiana de la mujer, en general, aquella que escribe, también trabaja y tiene hogar», paulatinamente ella establece sus prioridades y la escritura ha sido relegada para cuando haya más tiempo para escribir, leer y prepararse; la triple jornada se vuelve una limitante para persistir en el oficio; y aquellas que perseveran con frecuencia padecen demasiadas frustraciones, por ejemplo, confirmar la realidad de que en los encuentros, recitales y festivales las poetas son minoría; en un festival de poesía el porcentaje de poetas
–mujeres– es mínimo comparado con los poetas –hombres– invitados. Con frecuencia se les silencia, se les aísla; una escritora, para que sea tenida en cuenta, debe tener un cierto poder económico o familiar (como lo fue históricamente), o formar parte de las diversas filias poéticas, vivir a la sombra de escritores con algún poder cultural; hacer parte de esta red trae sus beneficios pues se les publica y generalmente se les tiene en cuenta. Igual sucede con las múltiples dificultades que las mujeres enfrentan para publicar un libro: las editoriales nacionales cierran la puerta a la poesía, pues esta no se vende. Aquellas poetas publicadas, que son un porcentaje absolutamente ínfimo, a veces deben coeditar su libro o tener la suerte de ser reconocidas con algún premio literario. Las poetas generalmente publican su primer libro de su
EUGENIA SÁNCHEZ NIETO
propia economía. Sin duda todos estos son tropiezos que con frecuencia mellan la vocación de escritora. Para dedicarse seriamente a la escritura hay que tener tiempo, y de este ha carecido la mujer con inquietudes literarias. Otra de las situaciones que frustran la vida literaria de una escritora es que con demasiada frecuencia la escritura de la mujer no es valorada, padece de una cierta mofa, menosprecio y desdén; se le ridiculiza, se le arrincona; casi por el hecho de ser mujer no se le lee, pues se parte de ideas preconcebidas, de que lo que escribe se refiere generalmente a poemas de amor de mal gusto. A una lectura o a un festival, organizados mayoritariamente por hombres, estos invitan a escritoras preferiblemente jóvenes y bonitas, más que por su capacidad literaria –sin duda esto no es regla, pero sí frecuente–. Otro impasse ha sido las dificultades económicas: la pobreza ha hecho que muchas mujeres con talento malogren su formación. Las mismas mujeres, cuando tienen un mínimo poder, se han encargado, en algunas ocasiones, de silenciar, de hacer caso omiso de nombres de poetas que trabajan con seriedad. Hay demasiada mezquindad, ligereza, egoísmo y arribismo entre las mujeres –claro, también entre hombres–; vivimos en una sociedad caníbal y bárbara –y los poetas no son excepción–. En resumen, el mundo intelectual y literario ha sido manejado por hombres y ellos han sido poco generosos con la escritura de la mujer; pero sin duda durante los últimos diez años la situación ha sido menos adversa. Las mujeres han atravesado múltiples inconvenientes, tanto internos como externos, pero pese a ello la escritura hecha por mujeres ha ido en aumento desde la década de 1980. Ya no son exclusivamente las hijas de poetas, o de las más
prestantes familias, las que tienen acceso a una carrera literaria. Las facultades de literatura, las casas de poesía, los talleres de escritura y de poesía, las ferias del libro, los premios literarios, las editoriales universitarias dedicadas a la poesía, las revistas literarias; los múltiples recitales de poesía, en teatros, universidades, plazas, cafés, colegios, etcétera, y los festivales de poesía en distintas ciudades del país; los talleres de derechos humanos y de equidad de género; las luchas de las feministas por una sociedad más equitativa, justa y democrática, todos estos aspectos han contribuido a este creciente aumento. Hay encuentros exclusivamente de mujeres poetas –Cereté y Roldanillo– que año tras año reúnen más de 30 y 100 mujeres alrededor de la palabra.
DICE ROBERTO BURGOS CANTOR, SOBRE EL PRIMER LIBRO DE EUGENIA SÁNCHEZ NIETO, QUE VENGA EL TIEMPO QUE NOS PRENDA, PUBLICADO POR CUADERNOS DE POESÍA ULRIKA, 1985: «SOBRE ESTA POESÍA QUE INDAGA Y TRASTORNA, QUE OFRECE TESTIMONIO Y CUENTA, QUE ABRE CON LA PRECISIÓN DE UN CUCHILLO EN EL AGUA LA BOBERÍA NACIONAL, LO QUE DEBE HACERSE ES LEERLA YA, PARA QUE LA POETA NO OLVIDE NUNCA QUE SU GRITO AL PORVENIR APENAS EMPIEZA». Pese a ello hay que señalar que un alto porcentaje de mujeres que escriben no asumen el oficio con responsabilidad: hay simulación, impostura; poco se estudia, se lee, se investiga; hay ligereza en lo que se escribe, poca autocrítica. Con todo, considero que de esta «profusión de voces» lentamente se irán decantando y brillarán con el tiempo y en el futuro las más representativas e interesantes. Es necesario señalar que muchas de las escritoras nacidas en otras regiones del país llevan muchos años viviendo en Bogotá y su formación e inicio poético se ha dado en esta ciudad. En adición, la escritura de mujer ha estado atravesada por una gran soledad: ULRIKA 63 |
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UNA LECTURA DE LA POESÍA ESCRITA POR MUJERES EN COLOMBIA DESDE EL SIGLO XX
R. H. MORENO DURÁN LE ESCRIBIÓ A EUGENIA SÁNCHEZ NIETO SOBRE QUE VENGA EL TIEMPO QUE NOS PRENDA: «HE ENCONTRADO A LO LARGO DE SU BREVE POEMARIO LA CONTENCIÓN DE ALGUIEN QUE YA HA DESCUBIERTO QUE LA POESÍA ES RIGOR Y REFLEXIÓN, NO DILUVIO. ESA CONTENCIÓN LA DETECTO TANTO EN LOS RAPTOS SOCIALES DE ALGUNOS POEMAS –CUÁNTA RABIA, REAL O FINGIDA, SE VISTE DE POESÍA– COMO EN SU DELICADO TRATAMIENTO DE LO ERÓTICO». no hay crítica, hay muy poca reflexión sobre el trabajo de las mujeres poetas; generalmente cuando se ha dado ha girado alrededor de los amigos poetas, ha habido dependencia, con la circunstancia de que no hay una verdadera objetividad y análisis del trabajo poético de las escritoras. Extrañamente, el tema de la violencia que ha sido padecida en nuestro país por más de cincuenta años no ha sido un tema central en la escritura de mujer; se ha tratado, aunque no de manera continua o reiterada. Los temas preferidos continúan siendo el amor, en todas sus vertientes, la afirmación de su ser, la soledad, la naturaleza, la ciudad y la sociedad. Portada de Que venga el tiempo que nos prenda, de Eugenia Sánchez Nieto, Cuadernos de Poesía Ulrika, 1985.
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Hay un cierto temor a abordar el tema social y político, pues generalmente se ha estigmatizado, ya que es muy difícil escribir un buen poema sobre la violencia o sobre la inequidad y la injusticia social. Algunas cuantas voces se atreven a ello y con frecuencia el resultado no es afortunado. Personalmente estimo que la mejor poesía no está sólo hecha de palabras hermosas que no dicen nada, considero que ella es una reunión de palabra, pensamiento y un cierto ritmo y musicalidad. Y encuentro muy pocas voces que se ajusten a esta «unidad». Sin embargo, en algunos encuentros poéticos en los que he participado, la muestra poética de las jóvenes ha resultado brillante. Estas jóvenes que inician su carrera literaria en distintas ciudades de nuestro país son una promesa. Hoy podemos decir que contamos en Colombia con un número aceptable de mujeres que tienen ya un trabajo poético, seguramente desconocido para el gran público, pero en plena marcha. En su escritura poética, la mujer ha tocado con su capacidad verbal la realidad que la circunda, ha intentado develar los más cotidianos sucesos. Ha receptado lo que ocurre en su entorno, pero también en su mundo interior. En una polifonía de voces a lo largo del país han expresado sus hallazgos, sensaciones, intuiciones, ritmos y atmósferas vividos en una forma interior y por diversos caminos han llegado al poema.
CARLOS SATIZÁBAL
El canto femenino
más allá del amor y de la muerte n POR CARLOS SATIZÁBAL Quizá sea Emilia Ayarza la primera poeta mujer que busca en la poesía colombiana actual un horizonte de los afectos diferente a celebrar en su cantar ese amor que condena a la mujer a ser nada sin el amado masculino, cual si amarle y casarse y vivir con él fuera el sentido de la vida. Una poesía que nos dice que ser es hacer parte de una comunidad cultural, de vivir sus desgarramientos; que la vida personal es también vida colectiva y la vida colectiva es también personal. Cantar lo vivido –como la vida del amor– es una promesa poética de transformación, de un nuevo nacimiento, de una nueva fundación de nuestro ser personal y común. El canto de lo vivido nos descubre lo otro, la falta, el deseo, la muerte: lo que aún no vivimos. Así la paz se enseña por las batallas relatadas, como enseñan las revelaciones del poema de Emily Dickinson: El agua se enseña por la sed. La tierra, por los océanos navegados. El éxtasis, por la angustia. La paz, por las batallas relatadas. El amor, por el molde del recuerdo. Los pájaros, por la nieve.1
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Poema 135, de la edición de Thomas Jhon-
Daguerrotipo de Emily Dickinson.
Ella es quizá también la primera poeta mujer que canta la épica del dolor y de la resistencia de nuestro país. Y no solo en su precursor y reconocido poema «A Cali ha llegado la muerte», memoria poética del horror causado por la explosión accidental o perversa, en una zona popular de la ciudad, de varios camiones del ejército cargados de explosivos. Leamos unos de los poderosos versos y el final desesperado de ese poema: Llegó sin autorización de los muertos que se salieron de sus tumbas a protestar en un mitin putrefacto y amarillo. [...]
son: Water, is taught by thirst. / Land – by the Oceans passed. / Transport – by throe – / Peace – by its battles told – / Love, by Memorial Mold – / Birds, by the Snow.
(La ciudad era un racimo de plomo derretido y la muerte le salía a bocanadas). […] ULRIKA 63 |
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UNA LECTURA DE LA POESÍA ESCRITA POR MUJERES EN COLOMBIA DESDE EL SIGLO XX
El rojo fue una lluvia sostenida en el aire y entre los montes de cristal la sangre dibujará para siempre vitrales en la sombra! ¡Hay que llorar desesperadamente!
También su poema «Testamento» aúna al amor por su hijo el dolor por el misterio de nacer y vivir en una patria desgarrada y tenaz. Dice: Yo me muero –hijo mío– porque el tiempo ya no me da su dimensión de toro. Porque la vida y Colombia se me van de entre las manos como el tacto de la piel del moribundo.
Es más que dolor por un país cantado desde el exilio. Ella vivió hasta su muerte fuera de Colombia, y encontró afuera el reconocimiento público a su talento y sabiduría que aquí no tuvo. En México fue docente de literatura en la Universidad Nacional Autónoma, la más grande de nuestra América. Otro anacrónico extravío de las conservadoras élites falocráticas colombianas que no le dejaron espacio público a esta poeta. Ella, casi solitaria, se adelantó a su tiempo: acercó en su canto lo privado –el amor íntimo– al dolor y la indignación por el desastre atroz de nuestra vida pública. Esa unión está transformando hoy la vida colectiva: como en un eco poético político del cantar de Emilia Ayarza, hoy las mujeres, condenadas por la sociedad patriarcal a la ética y la estética del cuidado de la vida privada, de la casa, de la comida, de los hijos, de la familia, de la vida personal, transforman ese cuidado en rebeldía al preguntar públicamente por sus hijos y hermanos y familiares desaparecidos, al reclamar públicamente por la dignidad de sus familiares vituperados 10
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y vueltos criminales hasta por el más alto poder de la nación. Desafían los poderes fácticos de la sociedad patriarcal, aun a riesgo de sus vidas, y hacen verdad pública tremenda su ética del cuidado de los seres queridos con su amor constante más allá de la muerte. Así su cuidado amoroso se hace ejemplo ético común, dignidad compartida. Emilia Ayarza anuncia o adelanta en su canto esta nueva épica femenina que está trasformando la vida colectiva contemporánea, su canto golpea con su martillo de música y palabras la roca patriarcal sobre la que se levanta el orden demente del poder y su inhumanidad, que hora a hora nos devasta; pero instante a instante, poema a poema, la poesía femenina y la acción feminista le resiste, y teje el camino a otro mito sobre el cual levantar nuestros sueños de humanidad y amor. La poeta Emilia Ayarza con sus palabras descubre a nuestros oídos nuevas sonoridades verbales: ritmos y músicas que abren el horizonte y hacen ver y sentir en nuestro corazón pensativo, con claridad bella y dolorosa, los hechos tremendos que canta. La música de su canto ilumina el fin del trasegado sonsonete verbal del romanticismo español que se tenía por musical y poético. Un sonsonete que hacía resonar de modo apropiado a los oídos sordos el romanticismo despojado de la épica. Goethe reducido al amor desgraciado de un malentendido joven Wherther. Hölderlin desconocido aún, igual que los prerrafaelistas ingleses. Y Bolívar contemplado sin oídos ni corazón para el sentido profundo de algunas de sus metáforas esenciales: arar en el mar; la revolución del amor; y su amor con Manuela Sáenz vuelto pecaminosa lujuria por la enferma mente religiosa falocrática: el poder cultural de un romanticismo doméstico de escribanos
CARLOS SATIZÁBAL
católicos que hace del amor otra fuerza de dominación patriarcal, de sacrificio y desgracia, raíz viva de la sentencia de Jehová al condenar a Eva: «sufrirás y parirás con dolor; hacia tu marido irá toda tu apetencia y él te dominará». Un romanticismo preso del sonsonete pajaril de Bécquer, inane ante los mitos de la dominación y desnudo de la rebeldía con la que el romanticismo, un movimiento artístico, filosófico y político transformador, iluminó la imaginación, el pensamiento y las revoluciones en el siglo xix. Dos de ellas –las más necesarias para la humanidad– aún sin concluir: la lucha contra los imperios coloniales, y la demolición de la cultura patriarcal. La enfermedad cultural y política de la falocracia religiosa y del colonialismo imperial buscan cada día hacer crecer sus desiertos, multiplicar el despojo. La poética del cantar de Emilia Ayarza es precursora de las acciones de las mujeres poetas del país que hacen sus encuentros entre ellas. El primero: el que organiza hace 35 años Águeda Pizarro, la gran poeta, editora y estudiosa de la poesía escrita por mujeres. Y luego el encuentro de Cereté. Y las revistas, una de las últimas: el bello y rebelde fanzine La Trenza. Y las tertulias y lecturas, y los secretos aquelarres de tantas de ellas, donde se cuecen al fuego de su mirada desobediente los cantos que están renovando la poesía colombiana. Algunos de sus nombres han llegado a mis oídos lectores con su canto: Olga Elena Mattei, que escribe el juego de nuestros sueños de amor al despertar; Lucía Estrada, que veneramos desde su primer poema iluminado y que con su pensativo descenso a la casa de la poesía nos arroja al umbral estéril de las palabras: Impronunciables la luz, el agua que corre y la piedra que silenciosa la recibe. Su palabra se hace iluminación poética al cantar ese
Portada de Sólo el canto [1942] de Emilia Ayarza, Cooperativa Editorial Magisterio, 1997.
vacío, esa inutilidad impenetrable; Patricia Ariza, que canta el país y el amor, la amistad y la vida, las tragedias de nuestras muertes, la casa viva de la infancia en sus Hojas de papel volando: Por si se te ocurre lavarme / no me vayas a quitar el barro / del que estoy hecha…; María Mercedes Carranza, que con sus breves poemas del Canto de las moscas abraza el alma trágica y musical que late en el nombre de cada pueblo martirizado: Necoclí / Quizás / el próximo instante / de noche tarde o mañana / en Necoclí / se oirá nada más / el canto de las moscas; Adriana Hoyos y su Mirada desobediente que nos guía desde la infancia. Sus nombres y sus cantos crecen como la música de palabras que precisamos para inventar un nuevo mito humano para inventar otro mundo, aquí, en este, donde poéticamente habitemos entre cielo y tierra; Guiomar Cuesta, Gabriela Ascione, Adalgiza Charria, Sonia Montaño, Orietta Lozano, Fátima Vélez, Piedad Bonnett, Angye Gaona, Camila Charry, Andrea Cote, Alejandra Lerma, Betsimar Sepúlveda, Tania Ganitsky, Alejandra Quintero, Adriana Rosas… y todas las voces que están inventando ese otro día cercano con su canto y su acción y debieran estar en estas páginas, en cada página, cada día. ULRIKA 63 |
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Ocho poetas colombianas desde el siglo XX (1919-1985)
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EMILIA AYARZA
Emilia Ayarza o el palimpsesto cotidiano de la escritura poética
n POR FABIÁN RODRÍGUEZ
Tratar de esgrimir una mirada unívoca sobre la obra de Emilia Ayarza sería como pretender que el mero razonamiento lógico pudiera dar cuenta del particular universo de una autora que reinventa el mundo y el lenguaje mismo de la poesía. Expresar, por ejemplo, ¿qué es la risa?, fingiendo un movimiento de la boca y otras partes del rostro que demuestran alegría no es una definición que satisfaga, probablemente, la episteme del ser. Quizás sólo sumergiendo la mano en el río será posible conocer el testamento del agua y de la noche. Emilia Ayarza lo hace, sumerge su mano, o mejor, su pluma en el río inconmensurable del lenguaje. Cuestiona al mundo, a la poesía, al poeta, pone en duda la existencia, incluso, desconfía de la misma. Ella es capaz de recrear el grito de la vida, el sentido del sol, de la soledad o de la risa como en el siguiente verso:
Es en este sentido en el cual podremos suponer que en la poesía de Ayarza las palabras habitan un mundo privilegiado de expresión lírica. Esto se debe a que el alfabeto «nictográfico» de la poeta bogotana admite esa «nueva realidad» que es posible sólo desde el discurso poético. Esta forma de «reinvención», de nombrar nuevamente las cosas, permite establecer nuevas rutas epistemológicas para vislumbrar al mundo. La poesía de Ayarza es un re-descubrimiento de lo poético en lo cotidiano, de la belleza naciente entre tanta precariedad, de la sublimación del dolor y la violencia de una patria a la cual ha llegado la muerte y en donde:
¿qué es la risa? «Es un puente sobre las aguas del llanto construido».
El razonamiento poético de su obra nos suspende cada vez más sobre
El rojo fue una lluvia sostenida en el aire y entre los montes de cristal la sangre dibujará para siempre vitrales en la sombra
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OCHO POETAS COLOMBIANAS DESDE EL SIGLO XX (1919-1985)
una cuerda que traza el mapa de lo invisible, de lo habitual o de aquello que muchas veces consideramos banal e intrascendente: las tardes de sosiego los dedos de tus pies (tu casa verde, oh! tu larga casa verde) Beethoven, Sthendal tu labio superior…
Todo el tiempo nos está recordando la calle con ojos de ventana / las casas con el escudo de su silencio al pecho / y las puertas como bocas abiertas con escobas de lengua silabeando el secreto de sus interiores. La casa
o las palabras: moradas en las cuales el peso de la desolación, la infancia o su ausencia, andan de puntillas entre el amor y el olvido. Su voz dilata el aire desde el verde secreto de la hierba. Cuando leemos a esta poeta, nos damos cuenta del destello misterioso que hiende sobre diferentes realidades y lenguajes: …cuando te fugas y me dueles / cuando mi piel es la yema de tus dedos / cuando el miedo es tenerte o que te vayas / de todos modos es la muerte. Su universo poético se nutre en definitiva del palimpsesto escritural de lo cotidiano; la escritura en Ayarza es y será siempre una revelación de los signos nocturnos que nos habitan.
Poemas de Emilia Ayarza (Bogotá, 1919 - Estados Unidos, 1996)
Vengo desde el sueño Desde la niebla escrita sobre mi mano limpia. Desde la cumbre tibia –como una fruta al sol– de mi piel que detiene mi pulpa y mi sabor. Desde el espacio antiguo donde mi muerte al aire se despliega. Desde el sitio común de la alegría doblado entre mis venas y mi risa, vengo desde el sueño para que tú me sueñes.
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Y me presento intacta –como el agua o el día– colmada de pájaros y de cristal dormida entre tus ojos para que tú me sueñes. Guarda mi soledad que crece alrededor de ti. Toma mi primer día entre las manos. Acerca el universo de tu pulso al ritmo de mis lágrimas. Recibe mis caminos en los brazos para confundir la sombra de los árboles. Deja mi flauta de rodillas delante de tu corazón.
EMILIA AYARZA
Vengo desde el sueño plateando las pestañas de la madrugada. Escribiendo la frase inicial de la alborada. Esparciendo en la tierra el último vestido de la noche. Estrenando un nuevo tiempo de diamante sobre pequeñas horas de rocío. Vengo desde el sueño para aprender tu alfabeto y hablarte con tus propias palabras. Para ponerme blanca al puro contacto de tu pensamiento. Y ser un nido de nueve lunas que esperan tu sangre sin fronteras para inventar un nombre.
Bajo tus párpados y entre tus sienes he hallado un silencio; un silencio, amado, que me está preparando entre tus lágrimas para ser de tu boca y de tu voz.
Muerte Blancas palabras que la muerte pronuncia desde el hielo. Caminando como brisa, como fuente, mi sol llamó su voz de hoguera al oído de tu piel. Y tú estabas con la muerte partida en dos silencios bajo el párpado.
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OCHO POETAS COLOMBIANAS DESDE EL SIGLO XX (1919-1985)
Meira Delmar: los motivos de su poesía n POR ALEJANDRA REYES
Romántica, si por romanticismo ha de entenderse esa entrega del alma a la naturaleza, ese seguido correr de la sangre al ancho mar del sentimiento. Nueva, si por nueva ha de tenerse la poesía pura, limpia de sensiblerías enfermizas, de llanto inútil o acobardada renuncia. Y nueva también por la angustia vital que recorre su voz hasta llevarla al sitio donde el olvido adquiere categoría de sueño. Ignacio Reyes Posada, Alba del olvido, 1942
El poeta colombiano Charry Lara, expresó: «Quien a ella se acerque advertirá de inmediato, aparte de las virtudes de su escritura, la delicadeza y excelencia de su espíritu»1. Y Juana de Ibarbourou, le escribió en una ocasión: «Quiero que sepas que para mí / la primera poetisa colombiana eres tú, / que a pesar de tu juventud / estás para mí entre / las grandes de América»2.
1
En Pasa el viento: antología poética 1942-1998,
Delmar, hija de padres inmigrantes del Líbano, Medio Oriente, nació en Barranquilla en 1922 y murió en esta misma ciudad en 2009. Confiesa que el amor por la escritura es el resultado de crecer en un ambiente de afecto a la lectura y a la poesía, pues «desde muy niña corría por sus venas el deseo incontrolable de escribir»3. Fue su madre quien la introdujo en esta última, al presentarle la palabra de Gibran Kahlil Gibran; de allí en adelante, sus amores literarios serían Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral y Alfonsina Storni. Con una de las obras poéticas más importantes del siglo xx, dio a conocer sus primeros versos a los quince años, motivada por el poeta Miguel Moreno Alba, a la revista Vanidades de La Habana en 1937, con los títulos «Tú me crees de piedra», «Cadena», «Promesa», «El regalo de la lluvia», «Romance del recuerdo», «Vuelo» y «El vendedor de flores». Temerosa por la reacción de sus allegados, cambió a Olga Chams Eljach por Meira Delmar,
Santafé de Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 2000. 2
Fragmento de una carta a Meira Delmar, 1950.
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Entrevista con María Mercedes Jaramillo,
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Meira Delmar: «mis escritos son un reflejo de mí».
MEIRA DELMAR
seudónimo que la acompañaría hasta el fin de sus días. En esta breve nota de reconocimiento a su obra, apenas puede dejarse de lado lo ya caminado por otros. Seguramente por las cualidades excepcionales de la misma, como su femineidad, delicadeza, carácter renovador, expresividad, musicalidad e imágenes que aparecen en cada uno de sus versos. No por nada la crítica ha recibido cada una de sus obras con gran beneplácito: «Aun cuando la dicción de Meira Delmar es en extremo femenina con su gesto de enardecida espiritualidad, es asimismo, por sus altas calidades, incorruptiblemente poética»4. Su poesía presenta una riqueza de formas y temas, con la particularidad de ocuparse de las experiencias vitales como el amor, un amor lejano, con la presencia constante de la nostalgia: «No me casé. Siempre viví en desencuentro con el amor. Cuando yo llegaba era tarde. Hoy me río pero me duele mucho»5.
se borrará aquel nombre de mi frente, como si hubiera sido escrito sobre la piel del agua. (del poema «Duda»)
Es una constante en Meira Delmar, su capacidad para trascender a pesar de las pérdidas, por ello el tema de la muerte, siempre viene acompañado de la soledad, el recuerdo y la añoranza del reencuentro: me rebelo ante la muerte […] lo que me aterra de ella es la ausencia6. Se fueron los amigos, Y el corazón se me llenó de ausencia, como esos puertos de los que se alejan para siempre los barcos. (del poema «Los amigos»)
Ha de pasar la vida. Ha de llegar la muerte. He de quedar tendida bajo la tierra, inerte, insensible, callada, como estatua de cera que al romperse en pedazos abandonada fuera. […] Ha de pasar la vida. Ha de llegar el largo dolor de estar sin verte. Acaso el grito amargo de tu angustia la tierra estremezca un momento. Mas, después, poco a poco callará tu lamento.
como esperando verlos, a él, a ella, reaparecer de pronto para emprender de nuevo, otra vez juntos, el camino memorioso del retorno. (del poema «Viaje al ayer»)
(del poema «Olvido») «Nada es para siempre» Decían. Y yo quise creerlo. Un día pensé entonces
4
Fernando Charry Lara en el prólogo a Pasa el viento: anto-
La esencia poética de Delmar está anclada no solo al carácter autobiográfico de sus versos, sino a la búsqueda de construir esa identidad caribe, caracterizada por recorrer los lugares de la casa, por el patio, por las golondrinas, por el pasar de los pájaros, y, por supuesto, por la vasta inmensidad del mar. Es por ello que su obra alude no solo a la infancia, al amor, al desamor, al olvido, a la soledad, sino que además hace un llamado a la memoria y,
logía poética 1942-1998, Santafé de Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 2000. 5
En entrevista con Ofelia Luz de Villa, Reportaje a Meira Delmar.
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Entrevista con Jaime de la Hoz Simanca, Meira Delmar: la vida es un poema. ULRIKA 63 |
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OCHO POETAS COLOMBIANAS DESDE EL SIGLO XX (1919-1985)
Y queda el azul brillando como una pista de hielo. («Canciones de diciembre»)
La cronología de sus versos da testimonio del viaje de Meira en el mundo terrenal; pasan por el amor juvenil seguido de su no correspondencia, abundante en ausencias, en soledad, visa los extravíos de la enfermedad, la confirmación de la eternidad, la significación de la vida, todo permeado por las imágenes del Caribe y el retorno a cada una de ellas. Nada deja mi paso por la tierra. En el momento del callado viaje he de llevar lo que al nacer me traje: el rostro en paz y el corazón en guerra (del poema «Huésped sin sombra»)
REFERENCIAS Meira Delmar, 2009. Foto de Alberto González Mascarozf, revista Alma Máter, Universidad de Antioquia, No. 584, febrero de 2010.
sobre todo, al hecho de sobreponerse al inevitable paso del tiempo. En sus versos pasa por la rima de Gustavo Adolfo Bécquer, deja ver la influencia de Garcilaso de la Vega y Antonio Machado, para llegar luego a un verso libre menos interesado en el refinamiento formal. El amor es el motivo que atraviesa su obra, «es un amor multidimensional que toca todo lo que comprende su vida»7, y este motivo está acompañado de las imágenes de la naturaleza: Diciembre barre su cielo de nubes blancas y grises con escobillas de viento.
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En Motivos e imágenes artísticos en la poética de Meira Delmar, Francesca Colecchia.
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Castillo Mier, Ariel; Jaramillo, María Mercedes & Osorio de Negret, Betty (2006). Meira Delmar: poesía y prosa. Barranquilla: Ediciones Uninorte. Crespo, Cielo Cecilia (2000). Meira Delmar, una vida a la poesía: testimonios y ensayos sobre la vida y obra poética de Meira Delmar. Barranquilla: Funtecc. Delmar, Meira (1942). Alba del olvido. Barranquilla: Editorial Mejoras. Delmar, Meira (1946). Verdad del sueño. Barranquilla: Ediciones Arte. Delmar, Meira (1951). Secreta isla. Barranquilla: Ediciones Arte. Delmar, Meira (2007). Viaje al ayer. Barranquilla: Ediciones Uninorte. Delmar, Meira (2007). Meira Delmar: poemas Ilustrados. Medellín: Tragaluz Editores. Instituto Caro y Cuervo (ed.) (2000). Pasa el viento: antología poética 1942-1998. Santafé de Bogotá: autor.
MEIRA DELMAR
Poemas de Meira Delmar (Barranquilla, 1922-2009) Duda «Nada es para siempre». Decían. Y yo quise creerlo. Un día –pensé entonces– se borrará aquel nombre de mi frente, como si hubiera sido escrito sobre la piel del agua. Y comenzó a pasar el tiempo. Se llevaba la vida, los ecos de la fiesta, las hojas del otoño, en el pausado oleaje de los años. «Nada es para siempre», digo todavía. Mas ahora –sé muy bien por qué– ya no lo creo.
y el viento mueve estíos, otoños, primaveras. ¡Otra cosa es la muerte! Decir tu nombre una y una vez en la niebla sin que tornes el rostro a mi rostro, es la muerte. Y estar de ti lejana cuando dices: «La tarde vuela sobre las rosas como un ala de oro». La muerte es ir borrando caminos de regreso y llegar con mis lágrimas a un país sin nosotros, y es saber qué pregunta mi corazón en vano, ya para siempre en vano, por tu melancolía. Otra cosa es la muerte
Canción triste Muerte mía La muerte no es quedarme con las manos ancladas como barcos inútiles a mis propias orillas, ni tener en los ojos, tras la sombra del párpado, el último paisaje hundiéndose en sí mismo. La muerte no es sentirme fija en la tierra oscura mientras mueve la noche su gajo de luceros, y mueve el mar profundo las naves y los peces,
Una tarde, una tarde, ya no estaremos juntos bajo el cielo de mayo, sonoro de campanas. De pronto, y para siempre, nos quedaremos solos, terriblemente solos y heridos de nostalgia. Tal vez la lluvia sueñe por el jardín callado tañendo los cordajes de su arpa repetida. Diremos cosas vagas, estremecidamente, huyéndonos los ojos, el alma, la sonrisa. Una tarde, una tarde, tu corazón y el mío sentirán que se rompe lo que ahora los ata. Como cuando se deja la orilla azul de un puerto nos quedarán adioses temblando en la mirada. Y un día, sin quererlo, pronunciarás mi nombre con la melancolía del que en la noche canta… En medio del crepúsculo cruzado de palomas, yo, repentinamente, me llenaré de lágrimas. ULRIKA 63 |
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OCHO POETAS COLOMBIANAS DESDE EL SIGLO XX (1919-1985)
El profundo universo de
Olga Elena Mattei n POR ENRIQUE MALDONADO Olga Elena Mattei es reconocida como una de las mejores poetas de Colombia. Desde pequeña estuvo rodeada por el arte y el buen gusto y estudió teatro, ballet y escultura. Se lanzó al mundo de la escritura en una época en la cual sus escritos tal vez podrían haber sido menospreciados, esto era lo que sucedía con los de muchas mujeres, aunque aún más podían hacerlo con los de ella, porque ¿quién hubiera podido pensar en ese entonces que una modelo escribiese poesía? A lo que ella misma sumaba con traviesa ironía: Yo soy una señora burguesa con la barriga inflada y escribo poesías con dolor de garganta (1972). Un poema, o más bien, un antipoema en el cual se trasluce lo que fue esa realidad, las críticas, las fallas, al tiempo que se queja del mundo sórdido y déspota que le tocó en suerte. A continuación un fragmento de la propia autora en la introducción a su libro La gente (1973): Después de la aparición de mis primeros libros, las dificultades editoriales del medio me impusieron un receso de publicación que se prolongó a través de 10 años, y abarcó varios períodos de mi evolución 20
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circunstancial, sicológica, mental e intelectual. A mediados de 1968 me encontré escribiendo poemas sobre la gente y las cosas, en un tono tan seco y áspero, que de no trascender la sublimación de lo humano, cotidiano y común a todo hombre actual, harían temas al parecer áridos y tratados en una forma carente de investidura poética. Yo no había leído aún a Nicanor Parra; así que me preguntaba si tenía derecho a llamar poemas a aquellos trozos prosaicos de mis vivencias diarias. Preguntaba a algunos amigos, y me sentía desorientada e insegura. Pero no podía hacer otra cosa que obedecer a ese termómetro interno e inconsciente con que el amante de las artes evalúa ciertas líneas de comunicación, con la sensibilidad común al momento.
Las palabras escritas por Olga Elena Mattei son como el agua del océano que se rebozara en medio del tedio cotidiano. Con conceptos y palabras llanas expone todo el universo desde un ser falible y acaso liviano en ocasiones, abordando múltiples temas: la concepción de madre, de mujer que ha amado y ha perdido, alguien que escribe para comunicarse
OLGA ELENA MATTEI
incluso con los que no han aprendido a hacerlo. Así, con su poesía, ella invita a quien la lea a adentrarse en sí mismo. O como bien anota su amigo Sergio Esteban Vélez, seguidor de su obra: Habrá que preguntarse a qué escuela pertenece verdaderamente Mattei. Podría decirse sin error que a la escuela de la singularidad. Pareciera que su preceptiva poética es la de rehusar el corsé de la forma y de la preceptiva misma, esa donde la propia singularidad de la forma puede articular los instantes más solemnes o más críticos de la vida.
En una presentación de la autora realizada por el poeta Pedro Arturo Estrada en Otraparte, él nos dirige la atención hacia su libro El profundo placer de este dolor diciendo que este libro reúne los textos más arriesgados que Olga Elena ha escrito desde su primera juventud en torno de la experiencia amorosa como tal, aquella que involu-
cra dos seres de carne y espíritu en una especie de realidad anómala, desconocida, distinta de toda otra experiencia y en ocasiones incluso única y última, colindante con la experiencia mística, como en ciertos pasajes de la obra se evidencia, recordándonos en su intensidad, ritmo ascendente, pavura y temblor esa misma Llama de amor viva que cantara Juan de la Cruz. No es gratuita, en tal sentido, la imagen berniniana del Éxtasis de Santa Teresa que ilustra el libro. Por momentos el lector sentirá fundirse la voz amante al misterio absoluto del amor como instancia suprema, sagrada, definitiva, anonadándose, transfigurándose y conquistando el instante donde dolor y placer dejan de ser orillas opuestas para fluir al fin como una sola, extática sustancia [...]. Fundamentalmente, los poemas de amor de Olga Elena son una constante, obsesiva y múltiple invitación al ser amado –luminoso y a la vez oscuro objeto del deseo–, al encuentro absoluto donde, como dijo Bretón, todos los contrarios dejan de existir1.
Poemas de Olga Elena Mattei (Arecibo, Estados Unidos, 1933) 1970 De cuando en cuento me doy cuenta de que siempre agarro el tubo del auricular con tanta fuerza que si fuera blando exprimiría pasta y cables y palabras por entre los dedos. Nosotros los que somos así lo hacemos todo con esa misma fuerza. Al final hemos vivido el doble que cualquiera, pero hemos reído menos, y sobre todo
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sufrimos hasta aquello que era para gozar... ¡y ni siquiera lo sabemos! (de La gente, 1968)
La señora burguesa Yo soy una señora burguesa con la barriga inflada y escribo poesías con dolor de garganta.
Tomado de https://www.otraparte.org/actividades/literatura/olga-e-mattei.html ULRIKA 63 |
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OCHO POETAS COLOMBIANAS DESDE EL SIGLO XX (1919-1985)
He sido niña prodigio muchachita insoportable mala estudiante reina de belleza modelo de esas que anuncian sopas, o telas o artículos diversos… Me metí en este lío inevitable de enamorarme y sacrificar a un pobre hombre hasta convertirlo en un marido (sin mencionar de paso en qué me he convertido) y cometí el abuso social imperdonable de tener cinco hijos. He fracasado como madre como esposa como amante como lectora como filósofa. Lo único que puedo hacer mediocremente bien es ser señora burguesa y despreciable imperdonablemente inútil. Y eso es precisamente lo que me infla la barriga y me hace escribir poesías con el dolor de garganta que me saca la rabia. Porque todos los días me acuerdo de la guerra y el hambre que son tan reales como las señoras a la misma hora en que estoy aquí sentada como una pendeja.
Si me vieras así Si me vieras en estado de éxtasis, 22
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efervesciendo interiormente, con esta sensación quemante y dolorosa de tener en las venas líquidos ácidos... A punto del desmayo, casi embriagada (aunque asceta), demudada, catatónica, con los ojos estáticos, perdidos, las pupilas abiertas, y un rictus en los labios que delata este trance desorbitado... Si me vieras así, aún no me creerías que es por amarte... que eres tú quien me lleva a este estadio espiritual en que soy sólo energía.
Sincronía Hechos los dos de lumbre y lejanía, afinados al eco del recuerdo, ambos en sincronía, somos fuego. Alimento febril de mi cerebro. Química de neutrones en neuronas ilusas que fusionan mi mente con tu fuero. Esculturas de carne purificada en vuelo, se alzan en mi memoria en medio del silencio y reconstruyen los instantes que vivimos temblando como imanes de piel y pensamiento. (de El profundo placer de este dolor, 2007).
PATRICIA ARIZA
Patricia Ariza Contratiempo: Madre Coraje
n POR JOTAMARIO ARBELÁEZ
El teatro antifascista y el ejemplo corajudo de Bertolt Brecht impresionó nuestra juvenil insurgencia. Los dos personajes más imponentes del teatro nacional, Santiago García y Enrique Buenaventura –y otros no pocos– se sumaron a su aventura. Y al teatro y a la vida de Santiago adhirió muy pronto Patricia Ariza, y alzaron el Teatro La Candelaria, hace ya casi 50 años, con al apoyo de Álvaro Gómez, quien asistía entusiasta pero de incógnito a las obras conspirativas con un tupido bigote falso, como el que usó cuando lo soltaron del secuestro y entró a tomar un whisky en Mr. Ribbs. ¿Y qué hubieras hecho si no te hubiera alcanzado la plata para pagarlo?, le preguntó el caricaturista Álvaro Montoya. Me hubiera quitado el bigote, respondió el posteriormente asesinado sin asesino. Brecht había fundado el Berliner Ensemble apoyado por su segunda esposa, Helene Weigel, quien a su muerte continuó con la obra del director y dramaturgo alemán, e interpretó magistralmente a Madre Coraje, una de sus obras señeras,
en la película de Peter Palitzsch. Patricia Ariza nació en Santander, en Vélez, y huyendo de la violencia su familia se trasladó a Bogotá en 1948, donde lo primero que oyeron fue: ¡Mataron a Gaitán! Les quedaron los discos con sus discursos, que su padre ponía reiterativamente a todo volumen, para susto de los pequeños, que terminaron impetrando justicia. Iniciando su juventud viajó a Medellín y se entregó al primer nadaísmo. Gonzalo Arango le dio la alternativa e ingresó al Bar Metropol, en cuyos billares los poetas practicaban a Pitágoras. La llamaban La Piaff pues cantaba en francés melodías de ayer. Era el impacto en las cantinas donde comenzaban a entrar las niñas desgreñadas del nadaísmo, por sus piernas exuberantes y por sus medias de un velado existencialismo. Hizo, con Dina Merlini y Helena Restrepo, parte del grupo de nadaístas de Medellín y Cali que viajaron a una isla perdida en el Pacífico con la idea de crear una nueva nación deshipotecada de tradiciones, ULRIKA 63 |
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OCHO POETAS COLOMBIANAS DESDE EL SIGLO XX (1919-1985)
Patricia Ariza. Foto Cristian Garavito, El Espectador.
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como quedó consignado en la novela Islanada, de Elmo Valencia. Y fue una de las fundadoras y felizmente sobreviviente del exterminio de la Unión Patriótica. Acaba de recibir el Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos de la ong sueca Diakonia. Y simultáneamente el Premio Internacional de Teatro Gilder/Coigney, de The League of Professional Theatre Women, por sus 50 años de trabajo artístico. Premio considerado el Nobel para mujeres del teatro, que obtuvo entre 21 candidatas de 19 países y que se le entregó en Nueva York, previa ceremonia donde leyó algunos de los poemas de su libro Hojas de papel volando. Es la persona que con más vehemencia ha luchado porque el Estado ayude a los artistas a crear y a sobrevivir en la creación. Ha logrado mantener, aun tras el alejamiento de García de las tablas, el entusiasta sacrificio del grupo de planta frente a menguados presupuestos, dirige el Festival Alternativo de Teatro y el de Mujeres en escena, y monta obras que
viajan por el mundo con víctimas del desplazamiento, con mujeres vejadas, transexuales y rastafaris. Fue motivo de regocijo para sus amigos de siempre abrir el periódico El Tiempo y encontrar un editorial con el título «El reconocimiento a Patricia Ariza», en el que se expresa: «Que su obra esté siendo reconocida dentro y fuera del país no es sólo un reconocimiento a toda una generación que ha dado su vida al teatro, sino un síntoma más de que poco a poco esta sociedad considera la posibilidad de dejar la guerra atrás». Sorprendente, pues hace solo cinco años, como lo cantó el mismo diario, un expediente de la policía –que le acarreó el ridículo a la institución–, la acusaba de los tres cargos más pesados para el establecimiento: de subversiva, de nadaísta y de hippie. Es firme defensora del proceso de paz que se adelanta en La Habana. Una verdadera madre coraje, no en el sentido del personaje brechtiano –que es una ferviente defensora de la guerra hasta que esta le quita sus hijos–, sino en el sentido de su berraquera para afrontar con el arte los desafíos del presente. En el último manifiesto, A la mierda con la guerra, firmado por Nadaístas por la paz, afirma, dirigiéndose a los integrantes de la mesa: «No se levanten, por favor. Los nadaístas sobrevivientes estamos dispuestos a poner los manteles, a servir el café y el postre, a relatar la guerra como memoria histórica, a cantar a lo lejos canciones de paz. No lo hagan. Estamos preparando la celebración». Felicitaciones. Y sigue insuflándonos coraje, madre Patricia.
PATRICIA ARIZA
P atricia
Ariza n POR ÁGUEDA PIZARRO
Cuando hojeo Hojas de papel volando encuentro otro y otro poema que merecer ser leído y comentado. Imagino a Patricia, la hablante, el personaje, la persona de pie en su propia mente donde somos el público que observa su humor heroico, su coraje, su dolor. En Aceite de sándalo, nos corre el telón sobre su propia muerte. Es un cuadro de Frida Kahlo la imagen de esta poeta en el ataúd: «Si me han de ver dentro de la madera / quiero una flor sola sobre el rostro / hierbabuena en la mano izquierda / y albahaca en el pecho puesta suavemente». Colores y sabores, condimentos, sensaciones. Luego, bajo el cristal de la ventanita un arete, una azucena, humo y niebla, clavos, «aceite de sándalo / azúcar / un papel dorado / y una pluma de pájaro pintada». La caja donde una niña solitaria guarda sus teso-
1
Fragmento de Patricia Ariza, Almadre, ediciones Embalaje, Museo Rayo.
ros más preciados. La niña de la soledad es solidaria y se revela para los camaradas: «quiero unas gotas de agua sobre el rostro / y un pequeño almanaque, de esos / que tenían pintados / unos perros jugando al billar pool». El objeto de arte popular, lobo y curioso, un souvenir como señal de vida vivida, como una sonrisa. Sobre los hombros del cortejo quiere «ver hacia arriba el horizonte», «una capa azul con cascabeles» y más importante que nada, las hojas de papel, «cartas de amor sobre la almohada». Termina con un toque jocoso, «y una copa de brandy hasta el olvido». ¿Es una partida nadaísta? Los perros y el brandy nos dicen que quizás. ¿Es una partida feminista? Las flores y los detalles decorativos nos dicen que sí, pero como Frida lo era en sus autorretratos, profundamente mujer en el goce y el dolor, profundamente ella. Pero lo más escénicamente lógico es que es una partida única, solo posible para la actriz que la protagoniza o la poeta que la imagina.
Patricia Ariza. Foto de Mariángela Urbina Castilla, Vice.
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OCHO POETAS COLOMBIANAS DESDE EL SIGLO XX (1919-1985)
En un poema sin título que seguramente es el parlamento de Antígona frente a los jueces de Atenas, está Patricia de cuerpo entero, valiente, desafiante, segura de que lo que ha hecho tiene la pureza de la poesía: Señores del jurado vengo a declarar aunque esté en estado de interdicta. Sé que mi caso no está resuelto sepan que yo lo sabía todo de antemano que he sido consciente de los hechos y que lo que hice fue para manifestar la rabia que fue con alevosía y sin ningún sufrimiento. También sé que no hay atenuantes en mi caso
que nadie me obligó a remover piedras también es verdad que corrí y que tuve miedo pero regresé sin nada. Por eso estoy aquí desnuda en este tribunal para gritar que me declaro responsable pero feliz de los hechos que me acusan.
Es la declaración de una mujer valiente que se ha manifestado en sus acciones y de viva voz en sus poemas. Es la declaración de una mujer que sabe que va a morir y que no va a retractar ni una palabra. Así es Patricia en su libro que tiene la delicadeza del haikú, la fuerza de la denuncia, la belleza fulminante de la consciencia plena.
Poemas de Patricia Ariza (Vélez, Santander, 1946) Limpieza
Latido
Por si se te ocurre lavarme no me vayas a quitar el barro del que estoy hecha
Anoche soñé que dormía bajo la melena de un león subía por su oreja izquierda y escuchaba como un trueno el latido de su corazón de león.
Retraso Un tigre sale de la luna viaja por el frío y llega tarde
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Diario de viaje Lo que más quisiera es no hablar venido lo que más me gustaría es no volver.
PATRICIA ARIZA
Mi casa
Foto Corporación Colombiana de Teatro.
Sólo hay una casa pequeña, primigenia y queda en una esquina. Allí dentro, reposan todavía algunos gestos que recorro minuciosamente. En el segundo piso está intacto el modo de mi padre de empuñar el martillo. Más cerca, en la cocina la gracia con que mi mamá picaba la cebolla En el comedor y la escalera los pasos en la noche de mi tío que estaba loco. Cerca de mi cama la llave del baúl que guardaba los vestidos doblados de mi hermana. Y en el vidrio de la ventana, los ojos de una niña con el miedo intacto de salir.
Llovía, sobre tu rostro, bajo el cristal. Cerrabas los ojos, con esa expresión nueva de eternidad. Contra los vidrios de los ventanales, las piedras chocaban, las bombas explotaban. Por los ojos de todos tus amigos, las lágrimas surcaban a cántaros, como la lluvia.
Intacta Montaña por plantada que estés ante mis ojos, pasas.
No No estás en el poema definitivamente.
A Bernardo
A Pizarro El rostro más hermoso del mundo era el tuyo tenías la cabeza atada con vendas blancas para que no se te saliera volando el alma.
Ibas, sobre los hombros de la multitud. Estabas, dentro de la madera, como si fueras el alma del árbol.
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OCHO POETAS COLOMBIANAS DESDE EL SIGLO XX (1919-1985)
Bajo el umbral de
Orietta Lozano n POR PAOLA MARTÍNEZ ARDILA
Redimí mi carne, la inmolé en el sagrado bebedizo de la poesía y me lavé en sus aguas de yerbas perfumadas. Me liberté en el mítico olor de lenguaje que me poseyó en los sueños. Orietta Lozano, «Ascendiendo hacia el olvido».
Orietta acometió el mayor de los desencuentros al reunir la sutileza del lenguaje y la furia del amor en su obra poética; ha sido –muy contra su parecer– definida como poeta «erótica», pero más bien sus 28
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poemas eróticos recogen y describen los sentires que atraviesa el espíritu errante en la noche erótica. Pasea sus ojos por los versos ilegibles de César Vallejo y además danza en el aullido del jardín nocturno de Alejandra Pizarnik. Orietta Lozano escribe principalmente para ver el resplandor: Escribo para escuchar el aullido en el bosque intemporal, para acercarme a la alquimia y a la gracia de la hermandad, a esa suerte de cofradía que persiste
ORIETTA LOZANO
imperturbable, ensimismada en su propia contemplación. Escribo para ver el resplandor1.
Esta excelente autora visibiliza y confirma la voz femenina en su poesía, hace más que partícipe al sujeto lírico femenino poniendo de manifiesto la crisis del cuerpo, del deseo y de la palabra; sus versos convocan a la mujer que padece y goza en la entrega, no solo física y sentimental, sino también a nivel escritural. Soy la amante que estrenas, la nueva, la eterna, la de muslos trigueños, columnas seguras que se abren perfectamente para dar paso a tu mar ancho y espeso. Soy la de paralelas montañas, erectas, duras, por donde han caminado pájaros heridos de amor.
Su conjugación poética nos habla de una morfología y sintaxis femenina en torno a lo biológico como presencia del cuerpo, pero también en la expresión por medio del uso del lenguaje. Redimí mi carne, la inmolé en el sagrado bebedizo de la poesía y me lavé en sus aguas de yerbas perfumadas. Me liberté en el mítico olor de lenguaje que me poseyó en los sueños. Todo será conmigo en la hora inviolable, todo se irá conmigo, el polvo de la luna, tus uñas desgarrando mi fastidio,
1 Tomado de: https://www.elespectador.com/ noticias/cultura/escribo-ver-el-resplandor-
el olor inviolable del deseo. Los perros hambrientos del lenguaje Han dejado su presa abandonada en el silencio
De manera que Orietta nos pone de frente una poesía que más allá de quedarse en erotismo proscribe y une en una sagrada comunión la palabra y la corporeidad. Si bien existe una taxonomía biológica que se encarga de comprender las estructuras más pequeñas del cuerpo de los seres vivos, la autora, por su parte, retoma el saber morfológico y lo manifiesta en el sentir del encuentro erótico y el ansia por la escritura. Escribo como se traza un mapa de membranas, para que mi aurícula no se piense rota, y mi hueso sacro no delire espera; porque de migajas se hace el pan, reclamando migajas, escribo Este recinto sagrado, donde surge el poema, donde la angustia sorprende; este movimiento cósmico de virajes indecisos y temblores asaltantes
La poesía de Orietta Lozano nos llama por medio de los encuentros sentimentales; partiendo de lo erótico se extrapola en la problemática del poeta y del lenguaje, que no encuentra –e incluso no sabe si existen– palabras para expresar su paso por el mundo. Ella reprocha que el mismo lenguaje, siendo amplio en posibilidades, prestándose por medio de una predisposición cognitiva al humano, deja al poeta en silencio, desnudo ante la inminente tarea de defenderse de sus sentimientos. Un silencio que la retorna indiscutiblemente a la reiterada ansia de escribir.
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OCHO POETAS COLOMBIANAS DESDE EL SIGLO XX (1919-1985)
En sus páginas se escucha el suspiro del deseo, que está allí, como un organismo viviente, reiterando nuevamente no solo en la idea del deseo lujurioso, sino también en el ansia del escribir: Mi deseo se ha sentado como una magnífica reina en su trono, y mi lengua como pájaro terrible, cantar quiere la canción más atroz para aquel sol, antiguo voyerista que no cesa de espiar mis huesos y proyectar mi sombra.
Orietta Lozano. Foto de Eugenia Sánchez Nieto.
El silencio huye y huyen los sonidos, todo va más allá cuando tu rojo pez nada en mis aguas y suavemente se tiende en mis orillas. Cobra el amor olor a tinta, a mar, a sangre despeñada de la herida y el vacío se plaga de un crujir de cuerpos y tu carne viene a redimir mi verbo.
Voy al papel como a tu boca, me crispo y danzo entre tu mar que me riega, desespera y aniquila. […] Entre la niebla aparece una mano Extendida a mí escritura y otra que me revela el insólito equilibrio. Tú eres el final de la búsqueda, el perpetuo agonizar de la palabra, la percepción necesaria a mis sentidos.
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En su obra presenta a la muerte con el estrepitoso sonido de su respiración en la nuca, pero también puede llegar a partir del deseo de escuchar su suave y apacible silbido palpando la oreja, claramente sin dejar de asumir lo oscuro y lo impasible que la muerte implica. Si la muerte es un mal sueño dilatándose en mis venas, recordando como una voz antigua, mi no permanecer, mi fugaz sentir, mi antiguo malestar caído de la duda. Quiero morir un viernes despacio, despacio para reírme del día que se lleva mi cuerpo herido. Quiero un viernes frío, frío de muerte, frío!
Al leerla aceptamos una especie de subjetividad colectiva, el componente erótico de la poesía de Orietta Lozano es parte del paisaje en el que nos expresa la palabra como parte de su resplandor, su poesía traduce innumerables voces, le da aliento a la palabra, la vuelve cuerpo femenino en un canto que prueba la necesidad del amor y de la inmersión en la palabra lírica.
ORIETTA LOZANO
Poemas de Orietta Lozano (Cali, 1956) Poema agonizante
Predestinada a la tristeza
Déjame agonizar en el centro de tu carne. Delgada casi etérea aparezco como en una sesión de espiritistas para translucir mi pesadilla. He terminado mi ronda, entre purpúreas vasijas oxidando mi garganta, recogiendo el vuelo de los pájaros, exhibiendo milímetro a milímetro mi cuerpo, desplegando mis olores. Mi tiempo no medido por relojes corre húmedo, grasiento a finalizar la curva peligrosa. En el antiguo espejo de mi casa de arcilla ya no veré mi rostro tatuado por el agua.
Ya no soy yo amado, y no sé quién soy, si todavía permanezco, si estoy aquí y lo que toco está. Las palabras me caen como agua fresca, la tristeza se riega en mi música ensangrentada. En mi corazón se anida un animal herido y mis versos preferidos los dije a la noche que aguarda el beso caliente del amante y el rumor perecedero de la piedra. Ya no soy yo amado, y no sé si estoy aquí, si mis miembros se cierran o se abren, si la muerte es un mal sueño dilatándose en mis venas, recordando como una voz antigua, mi no permanecer, ni fugaz sentir, mi antiguo malestar caído de la duda.
Poema para inventar un Dios Vas y vienes como delicioso mensajero enviado por los dioses y me oyes hablar y hablar con esa deliciosa curvatura de tus labios, dispuesto a corregir con armonioso acierto. Tu rozas el delicado tobillo del amor con la agilidad de un gato. Alargas tus ojos hacia los lechos purpúreos de sueños mientras enciendes tu cotidiano cigarrillo como una luciérnaga que ilumina para capturar la noche. Me parece que estás poseído, ya no hablas, tu lengua se ha secado y tu risa luce como un pequeño regalo envuelto en alas de delgadas mariposas. Ebrio más que Baco deslizas tus movimientos a través de mi cintura. Lentamente, abandonados, somos un par de astros que estallan en la dimensión de un lecho.
Perdiéndome en tu cuerpo Mi boca de poca risa parte alegre hacia tu boca y como siempre voy hacia tu cuerpo estoy sin voz a la hora de los besos. Me detengo un minuto en el silencio para componer un canto a tus caricias y voy perdiéndome en tu cuerpo. La noche me envuelve lentamente y las llaves de la casa me recuerdan el regreso.
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Un susurro de
Liliana Cadavid n POR SEBASTIÁN BARBOSA
El hombre solo y sabio vive como ninguno. Ni una brizna de hierba deja de saludarlo… Le gusta andar descalzo porque palpa la tierra Porque la siente cerca Y nace de sus pies cuando la pisa, ¡hierba! Liliana Cadavid, Poema viii (inédito)1.
A Liliana Cadavid la persiguió la muerte vestida de lupus desde muy joven, pero también la persiguió la poesía y la pasión por el arte. Desde los 14 años aparecen, en revistas y periódicos, poemas y cantos infantiles de su autoría. No quisiéramos hacer de esta brillante poeta un muro en el cual solo se cuelgan títulos y menciones de honor, pues, aunque su obra no escapó a ellos, lo importante es el reconocimiento a una
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Del libro Me volveré más lluvia (antología más poemas inéditos), Ediciones Exilio, 2018.
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vida entera consagrada a la belleza, a la contemplación. En ese sentido, para qué hablar de premios y poner en duda su maestría cuando su poesía se levanta haciéndole frente al olvido. ¿Por qué medir una maestra de la consagración con la vara fatua y dudosa de los premios? Pensemos en Liliana Cadavid como un diente de león o una gaviota que viaja sin destino acunándose en el viento. Encontrarse con su poesía es adentrarse en un juego de estertores y espejismos, «un espejismo antiguo de siglos sin crearse»2, que sin embargo nos acaricia y nos sostiene sobre sus piernas cuando debemos hablar de la muerte, de la soledad y de esas cosas tantas de la vida que merecen ser bañadas primero en vino para que podamos continuar. Con justa razón podría decirse que los temas transversales en su obra son el amor, la muerte, la música, el delirio… Pero no amor patético; ni el
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Poema «Todo es un espejismo», del libro De la nostalgia para atrás, 1987.
LILIANA CADAVID
miedo de la muerte en suspenso, sino un amor ensoñado, platónico, siempre por alcanzar. Y una muerte acechante con la que se danza, se canta, con la cual se baila el fatal vals con los ojos cerrados, como un sonámbulo. Imaginemos que en un más allá ella está encerrada en alguna habitación de la memoria llevándole el ritmo a sus poemas con el pie, fraguando una pintura, ensimismada ante los guiños del destino, caminando en la ladera de quienes se han puesto como destino vencer la muerte o quizá invitándonos a lamer un árbol: Y recórrerlo luego con los dedos abiertos / y las palmas de las manos… y siente la corteza. Y lee en sus líneas. Y en sus huellas3.
Hablo de ella como se habla de una amiga… ese tipo de amistad de la cual habla el maestro Rafael del Castillo, quien nos ha dicho que encontrar un poeta es encontrar un amigo. Y en ese sentido sus textos viajan por el discurrir del tiempo, porque más allá de la muerte sus palabras han sido el susurro sobre el cual camina la esperanza y el coraje casi inútil de seguir soñando, muy a pesar de todo. Que cada paso recuperado de su vida y su obra signifique bailar con la poeta bajo la lluvia embebidos en el licor inagotable de la poesía, al ritmo de Piazzola, como a ella le gustaba.
Poemas de Liliana Cadavid (Bogotá, 1960-2006) Susurro Caminarás por sobre la esperanza que te inventaste. Habrá más lunas para anochecerse y para soñarse. Vendrá de un beso la palabra grave que no has oído. –Vendrá de un canto de palomas ciegas y de susurros– Ponte la luna encima de las manos y ven a amarme. Que antes que llegue el último verano ya me habré ido.
Por esa mujer que llevo dentro Por esa mujer muerta que llevo dentro me levanto despacio por la mañana camino silenciosa con su sonrisa y me engaño pensando que está durmiendo.
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Por esa mujer muerta que llevo dentro me abandono creyendo que estoy amando me doy loca a la luna, me vuelvo lenta por la mujer que guardo como un lamento. Por esa mujer muerta que llevo dentro siento al mundo cayendo sobre mi boca siento mi vientre lleno de sinsabores por la mujer deshecha que traigo dentro. Por esa mujer muerta que está rompiendo me he rendido a las plantas de la esperanza he buscado en las copas y me he llenado de recuerdos… De sueño y sabor a lágrimas.
Poema «Tiempos de piel y árboles», del libro De la Nostalgia para atrás, 1987. ULRIKA 63 |
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Por esa mujer muerta que llevo dentro esa que mira siempre como un fantasma desde el fondo escondido de mi recuerdo esa que me devora cuando me callo: ¡Por esa mujer muerta yo estoy viviendo!
El hombre calla. Hombre mortal vacío hasta los astros. ¿Dónde paras? (de la antología Me volveré más lluvia)
(del libro Desviación y ensueño, 1985)
Yo me salgo de mí Mimo Mimo yo soy del juego que me trazo, mimo y en mí la vida deja un rastro de pintura fatal que me domina. Mimo; en mi piel no cabe más tristeza; trazo mortal fundió sobre mi rostro la mueca de la vida. Me fue pintando desde mucho antes el dolor como único destino.
Yo me salgo de mí cuando me atrapa con su melancolía alguna copa y me pone a llorar y me aguitarra. Yo me salgo de mí. Me vuelvo absurda me vuelvo sombra-luna solitaria me vuelvo música ilusión negrura y pensamiento de mi angustia rara. Yo me salgo de mí... Me vuelvo alba me vuelvo oscuridad ebriedad basta me vuelvo azul aureola misteriosa y mi ser que se va conmigo calla. (Desviación y ensueño, capítulo Sombra y humo, 1977-1980)
Hombre herido El hombre inacabado no tiene nada. Rastro fútil. El hombre es sueño, nada más lo salva. El hombre es sueño material. Nada lo salva ni siquiera el tiempo. Su precioso metal de ausencia clama y su brújula erró siglos atrás por más estrellas y países largos. Está herido. Nada, ni la verdad lo forjará de nuevo, porque el hombre, /este estigma mortal tan desigual, es sueño, nada lo salva. El hombre tiene sed y mata el agua. Su oscuro andar, su desazón no alcanza ni siquiera a rozar la raíz de su espectro porque el hombre se va.
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Me voy a deshacer de mi pasado Me voy a deshacer de mi pasado. De mi lúgubre andar y de mi amor imaginario. Voy a quitarme todas las imágenes. –Todas las fantasías verticales– Los nombres de las calles, los ladridos... El hastío taladrándome la sangre. Me coy a abandonar a los cristales a los rostros difusos... A los ruidos... Al aire. (Desviación y ensueño, capítulo Sombra y humo, 1977-1980)
GLORIA POSADA Gloria Posada. Foto de Jairo Ruiz.
Gloria Posada n POR ALEJANDRA REYES De acuerdo con Eduardo García Aguilar, Gloria Posada es «una de las más saludables revelaciones actuales, cuya precisión y perfección formales, aunadas a la incisiva inteligencia, son excelentes broches de oro para despojar a la poesía colombiana de sus peores vicios»1. Se introdujo en el mundo de las letras a los 19 años, con «Tránsito del desasosiego», primer poema escrito y publicado.
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Eduardo García Aguilar, «Diatriba contra la
Aunque su trabajo abarca la antropología, la curaduría, las artes plásticas –labores por las que se destaca y es más reconocida–, en este cubrimiento se hará referencia únicamente a su obra poética: «La educación del reino de lo indómito es una de las contribuciones más valiosas de Gloria Posada a la experiencia lírica hispanoamericana, y la sitúa en la línea de cierta poesía elemental, tierna y, al mismo tiempo, abrupta […]»2. Al acercarse a la obra de Posada, lo primero que llama la atención son sus
poesía colombiana sentada en sus laureles», El Tiempo, 22 de julio de 2001. Recuperado de: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/mam-442299
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Adolfo Castañón, en prólogo de Bajo el cielo: antología poética 1985-2011. ULRIKA 63 |
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Foto de archivo particular.
Quién a esta hora solo, como yo espera o voltea una página para encontrar una palabra que le ayude a vivir […]
versos y poemas casi siempre cortos, lo que indica la capacidad de síntesis de la poeta; también es recurrente la ambientación gráfica, pues cuando se le lee se tiene la impresión, algunas veces, de contemplar una fotografía: Obliga a beber aun del agua que se pudre (Sed) La última bendición la dio una mano leprosa (Condena)
También se percibe en sus versos una soledad acompañada por los objetos del mundo, que al final terminan iluminando el vacío:
(del poema «Mapa»)
Su poesía también reflexiona sobre el conflicto, la guerra y la violencia en el país: Mientras ellos ganan la guerra yo me gano el pan […]
Eco de músicas llega y desaparece Un desconocido es tu huésped y no volverá ¿Es al silencio a quien consagras noches? Crees estar sola Mientras todo palpita (Sola) 36
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No sé cómo es su día cuándo afila la espada dónde duerme cómo camina cómo respira («Sin título»)
GLORIA POSADA
Otro elemento marcado, es la concepción de ciudad, de urbanidad, y como esta entra en conflicto con la vida cotidiana: Ciudad es ruta donde no se encuentra llegada o salida ¿Nos protegerán muros de piedra suelos de asfalto ladrillo que oculta la intemperie? (Nuestra casa) Ciudad penetra campos atraviesa ríos sube laderas ordena derrumbes Se extiende en aire y en abismo (Límites del bosque)
Tiene claro que la poesía va más allá de un esteticidad convencional de las formas, pues la presencia casi nula de artículos y signos de puntuación, dan fuerza a los ambientes y parajes por los que transita la lírica de Posada, además de nutrirla de las artes y la antropología: La poesía supera los avatares y los contextos sociales, para ser innovación, llamado a la grafía primigenia del árbol, a su corteza extinta que es presagio en la página, conjuro del texto que el papel blanco oculta, signo en el espacio vacío, desciframiento entre las líneas de la eternidad3.
Poemas de Gloria Posada (Medellín, 1967) Despertar
Estratos
Cuando abro los ojos no recuerdo dónde estuve Hay una de mí que nunca regresa ¿Quiénes sobreviven en la memoria?
Calor da vida en toda latitud sol hace crecer plantas Luz llega a profunda oscuridad atraviesa piel revela sangre Estratos de aire a cuerpo montaña a cielo agua tierra De un lugar de horas a otro Noches y días de tiempo sin fin
Intervalo En el crepúsculo el sol nos abandona llega a otras tierras donde alguien encuentra el camino que en nuestra oscuridad perdimos
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Gloria Posada (1997). La ciudad entre límites cautiva. Tomado de Bajo el cielo: antología poética 2011-1985, Universidad Veracruzana: Ficción. ULRIKA 63 |
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Fátima Vélez: la libertad del ser Fátima Vélez es una poeta joven que hay que leer: que enseña el valor de emprender caminos, de ser mujer, ser mamá, de tomar la vida por las riendas, afrontar las dificultades, los desafíos, y no dejarse llevar por el temor; ni por lo dicho, ni por lo que se espera, –o por lo que los otros proyectan y deciden sobre uno–; que transmite en sus textos el valor de ser escritora, y de no rendirse ante la comodidad de lo establecido, buscando
«LA OSCURIDAD SE OCUPA DE LOS MIEDOS Y NOSOTROS DE NUESTRA CASA» FÁTIMA VÉLEZ su propia voz y su propio espacio para desarrollar esa necesidad de ser y vivir conforme a los dictados del corazón. Sin dejar de lado a la razón. Más que transgresora: una autora libre y comprometida, que a través del lenguaje nos muestra el valor de esa libertad. Y nada por quedar bien, nada por parecer. Precursora, se puede decir, de esta generación de jóvenes poetas sin pudores 38
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a la hora de entregarse a las palabras para poner de manifiesto la naturaleza de nuestros actos más bonitos o más íntimos, pero así también los más intimidantes… Precursora entre muchas justamente por ese entendimiento acorde con los tiempos que vivimos, a lo que hoy vemos, a lo que ayer no se decía, donde –aún con resquicios de temores e incomodidad social a la hora de los temas sobre sexualidad– viene a decirnos que ya no se pueden ocultar o prohibir nuevas o viejas formas de sentir, de hacer, de todos los modos de relacionarse que se manifiestan, abordando los temas espinosos desde una reflexión que no es solo poética, interior, o propia, es, por supuesto, como lo es la poesía, seria y acorde con la realidad del mundo en que vivimos. Más allá de religiones, conceptos prosaicos o banderas. Como el no ser parte de una tradición donde los roles de hombre y mujer son los que la mayoría dice o creen que son, sus textos nos hacen pensar, aceptar,
FÁTIMA VÉLEZ
abrir un lugar dentro de cada uno donde reconocernos y poder decir que las familias nunca son ni han sido perfectas… por ejemplo, al hablar sobre la constitución de un grupo familiar más allá del sexo de los padres, donde la sexualidad es asumida tal cual la condición de los seres humanos: todo lo cual significa en conclusión, que lo más importante es que el hogar está formado sobre todo por la contención familiar, que es necesaria, que nace de la unión por amor. A veces en la práctica parece tarea difícil, pero ¿no es el amor la base de la vida, de la vida plena? Y este reconocimiento a la diversidad sexual es algo que está pasando a nivel global como constatamos al ver países que abren su legislación (y un poco más sus mentes) para proteger y establecer la «legalidad = (igual a) normalidad» de estas (y otras) situaciones por las que pasamos las personas; es decir: ya sabemos sobre las condiciones y formas del ser, sobre sus necesidades, gustos, problemas; en el fondo, somos semejantes... aquí o en cualquier punto del mapa… hombres o mujeres.... El tema homosexual, por ejemplo, el tema de las parejas no heteronormativas, son asuntos de gran interés abordados en su obra literaria, y tanto como un compromiso con la sociedad, del entendimiento en estos temas tan complejos y difíciles de afrontar, de explicar. A pesar de lo que puedan pensar los demás –« yo siento que mi poesía genera mucha incomodidad»1– no deja tampoco de tener claro que, abordando la vida desde el temor y la oscuridad, no nos ocupamos de nosotros mismos… Casa paterna. Antología poética es una compilación de doce años de escritura,
Tomado de https://www.vice.com/es_co/ar-
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ticle/wd3w35/fatima-velez-escritora-entrevista
«SE NECESITA SENTAR NUEVOS VALORES, PORQUE NO SE TRATA DE ROMPER LAS REGLAS PORQUE SÍ, SINO DE ENTENDER QUÉ SIGNIFICA TRANSGREDIR» FÁTIMA VÉLEZ que se suman a su libro de reciente publicación, El porno y las babosas (2016), en el que la profundidad de las ideas va tan lejos como la ficción que supera a la realidad, porque, cuando la realidad establecida y/o esperada o dada por sentado, es distinta a la que sucede –como ha pasado en la historia–, como pasa en la individualidad a cada ser, hay un punto donde se vuelve anacrónica porque la ficción deja de ser tal para integrarse a los hechos cotidianos qué horas son en París en la muñeca de la niña capa roja son las horas del lobo en Hong Kong en la selva un mono aúlla las cinco menos cinco y las guaduas se mecen invertidas por la llegada de la luz las 3 y 3 en la mesa un vaso de ron del que nadie bebe hace dos minutos un rugido andaluz salva a los perros recién nacidos de morir lentos de parvovirosis detiene la viruela de los niños y a la peste que expele su olor a las cinco menos cinco de 1410 lúgubre y valiosa era la sal en los tiempos del oro cuando ni el tiempo ni el oro tenían ritmo que pudiera medirse con rumores humanos ULRIKA 63 |
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Fátima Vélez. Foto: archivo particular.
Se revela en su obra, la consciencia de que algo hay que cambiar –porque ya ha cambiado–, una innegable necesidad de abrir ciertas puertas hacia la era actual, aunque todo parezca una locura, aunque a veces haya personas que se sientan incómodas… qué se hace si desde que el hombre es hombre y la vida existe, existen las relaciones sexuales e intersexuales: «Es raro porque a veces cuando leo lo que escribo digo: ¿De verdad esta soy yo? ¿De qué parte de mí sale esto que escribo? Siento que soy muchas cosas»2.
Poemas de Fátima Vélez (Manizales, Colombia, 1985) Ojos abiertos
primera orilla
Sin poder distinguir si soy yo o es la distancia apresurando el cuerpo enmudeciendo los pasos que se acercan vigilando los rincones que no están pero que a ti se dirigen con esa voz de donde huyen las cosas
alejamos al cuerpo del desprendimiento de sus partes y no pudimos evitar que la marea descendiera allí un hombre tendido abierto fragmentado como todo lo que intentábamos salvar
en el fondo algo amanece sin poder asegurar que sea el sol o el deseo de verter mi corazón sobre todo lo que veo
acercamos la mirada la limpiamos para confirmar que no fuera otra de sus manchas cuerpo de hombre confirmamos y si la tierra tembló mientras él me miraba
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Tomado de https://mygrlstory.wixsite.com/mygrlstory/single-post/2017/07/18/f%c3%81tima-v%c3%89lez
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FÁTIMA VÉLEZ
fue porque en su cuerpo resucitaron mis raíces de nuevo los cielos eran fértiles y sembramos jardines que ondularon en la nada dimos vida a los mares que crecieron entre peces el cuerpo se mantuvo firme y fue evidencia de que entonces no era la tierra la que temblaba sino el silencio
del jabón quitagrasa que te agrieta la piel y en el silencio de quien lava platos y olvida poner música el poema se tararea solo como si tuviera pies y quisiera hacer de ti un salto es no cabe duda ese que dice que se llegó al final de la carrera y el premio es otra carrera y si el premio es mugre coagulado en un sifón y si todo fondo no es más que horas percudidas en la cortina de baño la sala donde la luz pega directamente en el reflejo de la infancia donde también el tema es con la luz
Promesa del día muerto El día congela mis párpados ante la espera y la mañana no nos besa las manos ni traza con firmeza sus líneas y una luz no se instala con voz propia mostrándonos el camino y un grito no traspasa el instante del abandono de todo lo que habita y nació muerto entre nosotros
los niños sus deseos su canto de sirena que tratan de arrastrarte a la inacción a no ser otra cosa que calor atemporal
pues donde había corazón hay una piel que se resiste a tomar forma y la complicidad del silencio que extiende sus dominios con raíces oscuras y nosotros contemplamos la lluvia cuando ciegamente creíamos en el cielo azul de esta mañana
su belleza que crece sobre filo raíz que no se ve en ningún espejo pero sabes si no la cuidas no la riegas no la podas
(De Orillas, 2003-2009)
recuerda sótano que quieres quitar de ahí las telarañas las capas de moho inténtalo a ver si no aparece de pronto la olla con el arroz pegado los guantes amarillos que protegen
poner papel conciencia en las paredes quien se ha cortado con papel sabe lo que guarda en sus bordes el blanco
(de Diseño de interiores, 2015)
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Para MM (1940-2003) y MMC (1945-2003)
María Mercedes Carranza 15 años después 42
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MARGARITO CUÉLLAR
María Mercedes Carranza 1945-2003
n POR MARGARITO CUÉLLAR ¿Cuándo alguien decide poner fin de manera voluntaria a su existencia, quién es en realidad el asesino? ¿El suicida? ¿Los acontecimientos? ¿La vida misma? La mañana del viernes 13 de julio de 2003 Colombia amanecía sin la voz de una alzada en almas que luchó no sólo por la paz, sino por darle a la poesía del mundo un sitio digno. Se llama María Mercedes Carranza y dirigía la Casa de Poesía Silva, la misma donde 107 años antes el poeta José Asunción Silva acabara con su vida después de pedirle al médico de la familia le dibujara un círculo sobre el corazón. Paradójicamente, una de las últimas convocatorias de la poeta y columna ver-
tebral de la Casa Silva se tituló «Descanse en paz la guerra», la cual recibió cerca de 30.000 poemas. Se vivía entonces uno de los tantos intentos experimentados por Colombia a lo largo del siglo anterior, heredados al nuevo milenio, por entrar a un proceso de paz. «Hacedora de poesía» y «buscadora de la paz», llamó el expresidente Belisario Betancourt a quien unas horas antes de su deceso envió al periódico El Tiempo el prólogo de su última investigación: una compilación de la poesía erótica colombiana. Hija del poeta y diplomático Eduardo Carranza, contemporáneo de Octavio paz, su obra poética inició en 1972
María Mercedes Carranza en Taganga, 1968. Foto: archivo Melibea Garavito.
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MARÍA MERCEDES CARRANZA 15 AÑOS DESPUÉS
con la publicación del libro Vainas y otros poemas, al que le siguieron Extravagario (1976), Tengo miedo (1983), Hola, soledad (1987), Maneras del desamor (1993) y El canto de las moscas (1998). Compiló además las antologías Nueva poesía colombiana (1972), Siete cuentistas colombianos (1972), Antología de la poesía infantil colombiana (1982) y Carranza por Carranza (antología y texto crítico de la poesía de Eduardo Carranza) (1985). Dio vida además a la revista Casa Silva, un bello espacio dedicado a la poesía en sus variantes de ensayo, traducción, creación, debate y reseña, la cual dio cabida a la poesía latinoamericana, a las poéticas y a las novedades editoriales. A María Mercedes, quien fuera miembro de la Asamblea Nacional Constituyente en 1991, le dolía profundamente la tragedia cotidiana de su patria: asesinatos, secuestros, robos y desplazados, a lo que se sumaba el secuestro de su hermano Ramiro, en manos de las Farc desde hacía dos años y la muerte reciente de amigos cercanos. «Tengo la impresión de que los secuestrados son una especie de desahuciados por la sociedad y por el Estado», solía decir, pensando que más que secuestros en lo particular toda Colombia estaba secuestrada por la violencia. 44
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Como gestora, María Mercedes Carranza hizo de la antigua casa del poeta José Asunción Silva un templo en el que la poesía crecía desde 1986 como un inmenso árbol de luz al que se acercaron las tendencias más diversas y donde las peleas más encarnizadas entre poetas hacían tregua. Por muy poco tiempo. Saliendo de ahí se volvían a dar con todo. Cuando en el verano de 1999 llegué a Bogotá para una estancia que se prolongó por dos meses y medio, fue María Mercedes Carranza quien organizó una comida de recepción en la Casa de Poesía Silva con los poetas de ese país. Ahí estaban, Jotamario Arbeláez, Nicolás Suescún, Rafael del Castillo, Darío Jaramillo y una treintena de poetas, con la mayoría de los cuales se estableció pronto un puente que comunicó la poesía mexicana con la colombiana. Ahí conocí a María Mercedes. Sonreía, sí, pero nunca de manera estrepitosa. Metódica, de conversación inteligente y siempre dispuesta a abrir las puertas de aquella inmensa casa de luz a la obra de los demás. Un mes después me invitó a dar un curso-taller de creación con énfasis en poesía latinoamericana. Nunca, en ningún otro país y en ningún otro espacio he sentido el calor humano que la poeta sabía inyectarle a la que fuera la
MARGARITO CUÉLLAR
María Mercedes Carranza en Taganga, 1968. Foto: archivo Melibea Garavito.
casa del poeta Silva, a donde la comunidad acudía a comprar poemas de los autores de todo el mundo, debidamente organizados por temas, para regalarlos o coleccionarlos. Por esos días albergó también a los poetas que participamos en el ix Festival Internacional de Poesía de Bogotá y que para mi obra ha sido un puente que le permitió llegar, en los años posteriores a diversos países. Nunca olvidaré las lecturas en aquel bello escenario: una gran parte del público se tenía que conformar con oír a los poetas en los pasillos o en el patio a través de bocinas ante la imposibilidad de encontrar cupo en la sala de lecturas. La poesía de María Mercedes Carranza está llena de sugerencias y muy alejada del verso exquisito o de la queja. Sus versos son más bien el producto de una escritura áspera, algo deshilvanada, pero que sin ser una poesía erudita remite muchas veces a referencias cultas. Es una voz que se revela al sentimentalismo y a la trivialidad cotidiana, anteponien-
do a ello una reflexión envuelta en una dosis de humor, desolación y denuncia. En el poema «Tengo miedo» escribió: «Tras estos ojos serenos, en este cuerpo que ama: el miedo. / El miedo al amanecer porque inevitable el sol saldrá y he de verlo, / cuando atardece porque puede no salir mañana. / [...] Nada me calma ni sosiega: / ni esta palabra inútil, ni esta pasión de amor, / ni el espejo donde se ve ya mi rostro muerto. / Oídme bien, lo digo a gritos: tengo miedo». Pienso en los versos de André Breton que anteceden a mi poema «Ama el suicida», leído en aquella época en la Casa de Poesía Silva: «El más bello regalo de la vida / es la libertad que nos permite abandonarla a nuestra hora...». María Mercedes Carranza se fue por decisión propia. Hoy, a 15 años de su partida, nos queda su poesía, como un testimonio del horror, el miedo, la soledad y la esperanza. Como un grito que habrán de oír las generaciones futuras. ULRIKA 63 |
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MARÍA MERCEDES CARRANZA 15 AÑOS DESPUÉS
Tres poemas a María Mercedes Carranza Para María Mercedes Carranza Marcos Silber (Argentina) Levitante el pie por los pasillos del aire de la noche. José Asunción Silva viene a visitarse, regresa hasta el nombre de ella, la dueña de su sombra, a los tormentosos susurros de su lecho regresa a los misterios de la azucena, la sombra del silencio en los patios de sus siestas. Cierto y esperado por sí mismo, recatada la mirada, de nieve el cuello José Asunción viene a visitarse; regresa a los cuadernos azules del sueño suyo, a los tules del rostro de su oculta diosa regresa a los temblores del temblor de sus manos la desazón del desierto pecho; al encendido de sus dulces fiebres regresa al apagón de sus alzadas aguas. José regresa a ordenar el verbo. Recuperar la camisa predilecta; desnudar los pies sobre la desnuda tierra y celebrar los destellos de sus canelas. Luego de acariciar la retratada frente de su madre se aquieta José contra el espejo donde se aprueba la gesta de sus delirios, los motines el arrebato se aprueba mirándose los ojos en el otro de sí que un beso de reproche le pone en la boca y fuerte le condena el silencio y fuerte la resta, la retirada, ese correrse de la vida, ese precoz abandono de la escena. Y más fuerte le condena el salirse así tan antes con tanta palabra vacante aún, tanta a la espera, aguardándolo a las puertas del corazón del mundo; tanta doncella palabra ahora muerta de soledad en los inhóspitos dormitorios del poema. 46
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Río de cenizas Fernando Linero En memoria de María Mercedes Carranza Consúmete en paz, en paz tórnate hierba y flor: aquí el hombre empeora, empeora la vida. Paolo Bertolani
¿Qué aturdida mezcla de esperanzas y miedos se agitó en el corazón? Ahora un río de cenizas huye en el horizonte hacia los bordes rojizos. Atrás la sabiduría y la prudencia, la medida geográfica del mundo, la nobleza, la ironía, la moral humana. Liberada de la injusticia que envenena y ofende, reposas. Lejos la cubierta de guirnaldas, los ojos vidriosos, la flacidez de los labios, el vientre hinchado y la mirada mordaz y vigilante de los ebrios llorosos. En la certeza de que la poesía no cura los males de este mundo, atrás queda la piedra serena de los templos, los hospitales, las fuentes, la aguja de los pinos. Sólo un río de cenizas huye en la hondonada hacia la soledad de los gorriones. Y el aire queda absorto.
MARÍA MERCEDES CARRANZA
María Mercedes Carranza. Foto: Monsalve, 2002.
Evocación de María Mercedes Carranza Rafael Del Castillo Para morir como mueren los grandes: por un sueño que sólo ellos se atreven a soñar María Mercedes Carranza
Para morir como mueren los grandes por aquello que sólo ellos se atreven a soñar, se recostó esa noche en su sofá, las luces apagadas o encendidas daba igual, pues siempre hay momentos en que un detalle de esos no va más...
Era la luz de su mirada atravesando nuestras almas para siempre, sucedía intenso el fuego de sus ojos reduciendo a ceniza tanto rostro enemigo del poema y su doble. Aquel que de improviso Ve alguna foto suya en un libro, en la web, o donde los amigos o en casa de su hija bien puede detenerse para escuchar de nuevo, uno a uno esos versos que apenas unos pocos se atreven a soñar... En la noche más oscura de los tiempos se enciende otra luz en su Casa por siempre. La muerte es lo único que nunca podrá ocurrirle a los poetas.
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MARÍA MERCEDES CARRANZA A 15 AÑOS
Poemas de María Mercedes Carranza (Bogotá, 1945-2003) Selección de Melibea Garavito De Vainas y otros poemas
De Tengo Miedo
Métale cabeza
Artaud entre palabras
Cuando me paro a contemplar su estado y miro su cara sucia, pegochenta, pienso, Palabra, que ya es tiempo de que no pierda más la que tanto ha perdido. Si es cierto que alguien dijo hágase la Palabra y usted se hizo mentirosa, puta, terca, es hora de que se quite su maquillaje y empiece a nombrar, no lo que es de Dios ni lo que es del César, sino lo que es nuestro cada día. Hágase mortal a cada paso, deje las rimas y solfeos, gorgoritos y gorjeos, melindres, embadurnes y barnices y oiga atenta esta canción: los pollitos dicen píopíopío cuando tienen hambre, cuando tienen frío.
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Haré con la concha sin la madre un alma oscura, total, obtusa y absoluta. A.A.
Antonin Artaud está sentado frente a su peor enemigo: Antonin Artaud a quien observa como un espectáculo inútil. Tiene los nervios drogados con opio y trata de escribir un poema que ha de ser la vida misma. Por ello sólo escribe sollozos, blasfemias, gritos. Pero nadie oye a Antonin Artaud: todos están muertos, se sabe, y él trata de herirlos, con su desafiante solidaridad. Lucha a dentelladas contra los invisibles demonios que envenenan el aire. En el asilo para locos de Rodez, cabizbajo, desdentado y baboso Antonin Artaud ha perdido. Como un niño de cuatro años, dócil, aprende de nuevo las primeras palabras. El feroz resplandor del naufragio lo ilumina repentinamente y ahora es Artaud el Resucitado. Ahora vuelve a la vida, pero parido por él mismo: “soy mi hijo, mi padre, mi madre y yo”, Un último gesto solitario lo cura por fin -hospital de Ivry , un 4 de marzo de 1948de la desdicha de estar en el mundo. Antonin Artaud olvida para siempre a Antonin Artaud.
MARÍA MERCEDES CARRANZA
Ledesma, 1951 Aquí solo intento dar cuenta de cómo una cierta luz se reflejaba en los muros de piedra de un pueblo español, cualquier mediodía en los años de posguerra. Una luz pesada y opaca, un olor rancio a aceite de olivas invadían el pueblo, quieto y silencioso. La vida era aún los desastres de la guerra. Era la miseria de almorzar sólo pan con aceite y tomate. Todas las mujeres de luto con grandes pañuelos negros en la cabeza, el sonido de las campanas que llamaba a una iglesia llena de velas y murmullos y un cementerio inmenso con olor a tomillo. El recelo aún, la desesperanza en la dura mirada de las gentes. Una niña, por las calles, hacía allí sus primeros recuerdos y algunas de sus futuras desolaciones.
Tengo miedo Todo desaparece ante el miedo. El miedo, Cesonia; ese bello sentimiento, sin aleación, puro y desinteresado; uno de los pocos que saca su nobleza del vientre.
Nada me calma ni sosiega: ni esta palabra inútil, ni esta pasión de amor, ni el espejo donde veo ya mi rostro muerto. Oídme bien, lo digo a gritos: tengo miedo.
El oficio de vivir He aquí que llego a la vejez y nadie ni nada me ha podido decir para qué sirvo. Sume usted oficios, vocaciones, misiones y predestinaciones: la cosa no es conmigo. No es que me aburra, es que no sirvo para nada. Ensayo profesiones, que van desde cocinera, madre y poeta hasta contabilista de estrellas. De repente quisiera ser cebolla para olvidar obligaciones o árbol para cumplir con todas ellas. Sin embargo lo más fácil es que confiese la verdad. Sirvo para oficios desuetos: Espíritu Santo, dama de compañía, Estatua de la Libertad, Archipreste de Hita. No sirvo para nada.
Albert Camus (“Calígula”)
Miradme: en mí habita el miedo. Tras estos ojos serenos, en este cuerpo que ama: el miedo.
De Hola, Soledad
El miedo al amanecer porque inevitable el sol saldrá y he de verlo, cuando atardece porque puede no salir mañana. Vigilo los ruidos misteriosos de esta casa que se derrumba, ya los fantasmas, las sombras me cercan y tengo miedo. Procuro dormir con la luz encendida y me hago como puedo a lanzas, corazas, ilusiones. Pero basta quizás sólo una mancha en el mantel para que de nuevo se adueñe de mí el espanto.
Juventud, bien ida seas Fui feliz, pero me aburrí tanto. Graham Greene
Un cuerpo que se alza con pereza porque el aire le pesa y el vestido. Sin sed ni preguntas, la boca cae, caen también los pechos, tela de seda ajada, ULRIKA 63 |
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MARÍA MERCEDES CARRANZA A 15 AÑOS
y son frutas secas los pómulos maquillados. Los ojos hundidos no miran hacia fuera para ver el cojín desgonzado en el sofá o la luz que recalienta las flores; pasa ahora por ellos lo invisible, como una cara que ya no es o el verde acero de un río paralizado para siempre en la memoria. Juventud, bien ida seas: heroína de fábulas misteriosas vestida con ropas prestadas, bien ida seas. Te llevas el coqueteo de los espejos y la alegría de gastar un cuerpo joven. Pero como añorar los turbios monólogos del amor, las tardes de sábado con sus afanes fracasados, aquella espera ciega de algo que no llega y tanta playa, vino y rosas, piernas desnudas que anunciaron infiernos y paraísos y sólo se recuerdan después con un bostezo.
El olvido Todo sucede en el oleaje de la memoria: palabras que fueron dichas pierden su esplendor, de las sonrisas desaparece esa boca, el amanecer ocurre todavía pero nadie lo espera ya, su cuerpo es igual a otro cuerpo, muere la ausencia, ese insaciado apetito que acompaña, el teléfono no trae su voz y poco importa. Se apaga la luz que iluminaba la escena y hacía brillar las mesas y los ojos. Es el olvido, puerta siempre abierta que nadie sabe cuándo se atraviesa. Ocurre un día y comienza entonces el recuerdo, lenta mirada sobre territorios muertos.
Cuando escribo, sentada en el sofá
Juventud, bien ida seas, es el momento de cambiar de sueños.
A la memoria de mi padre, quien me enseño las primeras palabras y también las últimas.
(Arte poética)
Canción de domingo Es inútil escoger otro camino, decidir entre esta palabra herida y el bostezo, atravesar la puerta tras la cual te vas a perder o seguir de largo como cualquier olvido. Es inútil rociar raíces que sean quimeras, árboles o cicatrices, cambiar de papel y de escenario, ser arco, cuerda, puta o sombra, nombrar y no nombrar, decidirse por las estrellas. Es inútil llevar prisa y adivinar, porque no hay tiempo para ver o demorarse la vida entera en conocer tu rostro en el espejo. Los lirios, el cemento, esos ojos zarcos, las nubes que pasan, el olor de un cuerpo, la silla que recibe la luz oblicua de la tarde, todo el aire que bebes, toda risa o domingo, todo te lleva indiferente y fatal hacia tu muerte.
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Igual que la imagen de mi cara en el espejo, en la lisa y lustrada puerta de un armario me recuerda cómo me ve la luz, en mis palabras busco oír el sonido de las aguas estancadas, turbias de raíces y fango, que llevo dentro. No éso, sino quizás un recuerdo: ¿volver a estar en uno de aquellos días en los que todo brillaba, las frutas en el frutero, las tardes de domingo y todavía el sol? El golpe en la escalera de los pasos que llegaban hasta mi cama en la pieza oscura como disco rayado quiero oír en mis palabras. O tal vez no sea éso tampoco: solo el ruido de nuestros dos cuerpos girando a tientas para sobrevivir apenas el instante. Yo escribo sentada en el sofá de una cama que ya no existe, veo por la ventana un paisaje destruido también; converso con voces
MARÍA MERCEDES CARRANZA
que tienen ahora su boca bajo tierra y lo hago en compañía de alguien que se fue para siempre.
De Los placeres verdaderos
Escribo en la oscuridad, entre cosas sin forma, como el humo que no vuelve, como el deseo que comienza apenas, como un objeto que cae: visiones de vacío. Palabras que no tienen destino y que es muy probable que nadie lea igual que una carta devuelta. Así escribo.
Soñar
De El canto de la moscas (versión de los acontecimientos)
Canto 4 Dabeiba El río es dulce aquí en Dabeiba y lleva rosas rojas esparcidas en las aguas. No son rosas, es la sangre que toma otros caminos.
Con Asenet
Ni sombra ni alma ni sonrisa tiene ahora es de la región de los sueños, allí va y viene como por el mundo. Tan sólo que vuela cuando quiere como si estuviera en un cuadro de Chagall. Cambia de sitios y de cielos tocada por la magia del letargo. Se esfuma, habla sin boca y atraviesa paredes igual que dios. Está ella en el sueño -aunque a veces es otracomo si fuera por el mundo. Al despertar, quizás todavía en duermevela, miro al otro lado y sé que no se ha ido.
María Mercedes Carranza, en un acto en Casa América de Madrid en 2001, junto a Tomás Segovia. Foto de Manuel Escalera/ tomada de http://cauratv.com.ve
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PATRICIA SUÁREZ: ANÓNIMAS. UNA EXPOSICIÓN
Patricia Suárez: Anónimas Una exposición
n POR ESTHER TAURONI BERNABEU
Actualmente estamos viviendo una dramática situación de violencia, tanto en América Latina como a nivel global. En este contexto de capitalismo moderno, discriminatorio y desequilibrado, afortunadamente, en las últimas décadas, han surgido nuevas formas de expresión y manifestación, a la vez que heterogéneas, en las que los elementos se conectan de forma aleatoria persiguiendo un fin colectivo común. En esta línea no jerárquica, abierta e interconectada, presenta Patricia Suárez en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, en Bogotá, la Serie «Anónimas», una colección resultante de cuatro años de trabajo y compuesta por 50 rostros femeninos fruto de su experiencia y formación, rindiendo un profundo homenaje 52
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a las mujeres del pasado, del presente y del futuro. «Anónimas» representa la descentralización, el estímulo, la facilitación, la negociación, persuasión y empatía, el colectivo frente a la individualidad, la sororidad de 50 mujeres que exhiben sus rostros impotentes, carentes y en soledad para, unidas, «superar vacíos y transcender la vida y la muerte». En cada uno de los lienzos de Patricia Suárez una mujer puede encontrarse a sí misma, o reencontrarse, retroalimentarse y desarrollar patrones nuevos. Cada hombre, descubrir el valor real de la mujer. Transgresoras, diversas, intergeneracionales, multiculturales, polifacéticas, son el espejo de cada una de nosotras, de nuestras madres, hijas, malqueridas o amadas.
ESTHER TAURONI BERNABEU
Obviando estereotipos y roles de género, la autora de «Anónimas» invisibiliza la vulnerabilidad y fragilidad que histórica y pictóricamente ha acompañado a las mujeres, pero sin renunciar a expresar la angustia, la serenidad, el tormento, la calma, la desesperación o la certidumbre. Las mujeres de esta colección invitan al espectador a coexistir con su empoderada realidad. Los rostros de Patricia Suárez cautivan por su sencillez y, perfilados con una línea segura, proporcionan sorprendentes contrastes coloristas en los que se adivinan influencias de grandes maestros de la pintura occidental desde el impresionismo al expresionismo, pasando por el fauvismo y el surrealismo. La elegancia de Modigliani, la magia de Magritte, la planimetría de Picasso y la audacia de Gauguin se mestizan con la fuerza de Alejandro
Obregón y el esquematismo de Fernando Botero, amalgamado todo ello en el costumbrismo colombiano. Siguiendo con los hilos con los que empezó su carrera artística, creando tapices y bordados figurativos, Patricia Suárez delimita los bordes de su obra conectando el arte femenino más tradicional con el más actual. Cada faz evoca un sentimiento que, acompañado por su conmocionada poesía despliega pesares, afectos, pasiones y realidades cotidianas. Los rostros expuestos tienen rotundez individual pero en colección claman sororidad entre mujeres equivalentes, consonantes y homólogas por razón de sexo, a la par que contendientes, perseverantes y enérgicas frente a las violencias machistas.
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PATRICIA SUÁREZ: ANÓNIMAS
Anónimas n POR MANOËLLE WASSEIGE y FABRICE DE KERCHOVE La figura humana, el ser humano en todas sus dimensiones, en todas sus contradicciones y su complejidad están en el centro del trabajo de Patricia Suárez. En particular, en su obra plástica, como lo ilustra la serie de 50 rostros femeninos, pintados con acrílico sobre lienzo libre. Esta expresión polimorfa caracteriza precisamente la práctica artística de Patricia Suárez, traduciendo una comprensión amplia y detallada del humano a través de la pintura, la poesía, el bordado, el tejido en telar, también a través de la música... Formada, entre otros, en los Países Bajos y en Cuba, Patricia Suárez es seguramente una artista completa y comprometida. En este sentido, los rostros de mujeres que nos comparte en la 54
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exposición «Anónimas» constituyen el hilo conductor y, quizás, la culminación de un planteamiento plural. Si el resultado es abundante y cautivador –cada mirada sorprende, nos detiene por un instante, instante que a veces se prolonga–, la técnica es sencilla. Las caras están esbozadas con una trazo continuo y seguro, los colores dispuestos en planos a veces vivos y contrastados, otras, suaves y matizados, dependiendo de las emociones que quiere expresar. El hilo, que era su principal material cuando estaba creando tapices o bordados figurativos, permanece presente de manera sutil en su pintura para destacar los contornos de estas obras delicadas, como una línea clara que delimita las formas, moldea los rostros. La sobriedad que caracteriza la pintura de Patricia Suárez también se encuentra en su poesía: unas palabras acá, unos trazos allá, evocan un universo escondido que trasciende la realidad. De establecer un paralelismo en la historia del arte, pensaríamos primero en Modigliani o Matisse por la sinuosidad de las líneas y por la sutileza de los planos de color. Sin embargo, la intensidad de las miradas y la frontalidad de los rostros evocan también los retratos funerarios de El Fayum que se remontan a la tradición pictórica griega de la Escuela de Alexandría (i-iv siglo de nuestra era). Como escribió en Las voces del silencio André Malraux, quien veía en las miradas de estas personas ausentes a través del retrato que ornaba las momias, una «luz de vida eterna», una «ternura difusa». Si las Anónimas de Patricia Suárez comparten con estos últimos una cierta universalidad, de representación arquetípica de la vida, sus «rostros» son imaginarios y se alejan de esta «pesquisa de la inmovilidad» que evocaba Malraux. Los rostros en la pintura de Patricia Suárez
MANOËLLE WASSEIGE y FABRICE DE KERCHOVE
no representan a nadie en particular o, mejor decir, representan a todo el mundo. Exaltan una gran diversidad de sentimientos, de expresiones, humores terrestres, de tormentas interiores, de desesperaciones mudas o de alegrías sinceras, un abanico de serenidad, de orgullo, de angustia. Toda la paleta humana desfila en estas caras incógnitas, productos de la imaginación de la artista quien, en lugar de inspirarse en personas existentes, nos comenta haber encontrado la fuente de su trabajo en las expresiones y gestos de las pasajeras
en el metro de Madrid, en las calles y pueblos de México, allí donde percibía y sentía la dificultad, el dolor de vivir. En concordancia con la universalidad de su trabajo, dice Patricia Suárez, se encuentra con estos mismos rostros, después de pintarlos, ahora encarnados en la multitud anónima del barrio La Candelaria, en Bogotá, o a las orillas de los canales de Ámsterdam. Así se cierra el círculo, donde «no se trata de pintar la vida, se trata de hacer viva la pintura».
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EL SAURIO TOPA LA TARDE
PATRICIA SUÁREZ
El saurio topa la tarde (Fragmento) n POR GLORIA CEPEDA VARGAS Pertenecemos a un país de tradiciones inveteradas y no es la poesía y, sobre todo la escrita por mujeres, excepción de la regla. La ambivalencia del humanismo académico reside en una visión unilateral; cito este árbol de semilla prolífica porque a su amparo la bestia se hizo hombre y habitó entre nosotros. Todos sabemos que la periferia y el epicentro líricos vienen de ahí, y que ahí afloran sus triunfos y fracasos; por lo tanto, este saurio que «Bebe la luz naranja de los soles» representa un hito en la saga poética que nos señala –o nos señaló hasta hace poco– como uno de los grandes monocordes del continente. Cuando se trata de sopesar una contextualización literaria diferente a la ya conocida, solemos llamarla de ruptura. Pero sucede que esa disidencia no es sólo un fenómeno generacional: más allá de cualquier consideración responde a requerimientos saludables, porque ninguna sombra ha de enturbiar la blancura que nos pertenece, ni desdecir de nuestra integración armónica ni de nuestro parentesco estelar. Es notable el equilibrio logrado por la autora en poemas como el titulado «Fragmento»: el horror de la vida, el zarpazo que nos abre de la frente a los pies encuentra en estos versos adecuada transmutación. Después de retar al monstruo tutelar, la poeta apela a un 56
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lenguaje sintácticamente novedoso para develar la identidad del abismo: «Amorfa esclavitud es el silencio». Enfatizo en el conocimiento-numen abocado al logro pleno en la obra de Patricia Suárez. El intelecto cultivado y eso que Herbert Hills llama con acierto «oído poético». Muchas líneas podría escribir acerca de este libro, El saurio topa la tarde. Decir, por ejemplo, que el conocimiento de disciplinas regeneradoras y guardianas del olimpo ancestral y su aplicación gráfica u oral no representan obstáculo para intuir la frescura del texto, la versatilidad metafórica o la reverencia ante la cábala del universo. Sin caer en la poda implacable que caracterizó los movimientos vanguardistas de principios del siglo xx, la poeta bogotana se regodea con cautela en el almíbar y la lumbre para luego abrirse entre poemas breves y cuartetos lúdicos de admirable factura, textos en los cuales la prosa lírica cumple su cometido más significativo y respetable. El libro del que hacen parte los poemas que a continuación se publican, reivindica los sueños y la diáspora poética a la que no debemos temer porque, acorde con el aquí y el ahora, regresa a decirnos que sólo en la renovación dialógica y punzante se prolonga la vida.
PATRICIA SUÁREZ
Poemas de Patricia Súarez Fragmento
XVI
Divisible hasta el infinito/la holladura/ la llaga/ la duda esclarecida/frente al horror del vacío/. Huella de los elementos/ en el dolor primero/ forraje de tiempo que devora/ peregrina belleza/ ¡Vientre! ¡Vértigo!/. Olvidando el sonido en la entraña reseca/ otea la noche un devenir profético/ la unidad se evapora/ la verdad se diluye/ amorfa esclavitud es el silencio
En los pies de la noche / ácido sobre la frente lisa/ lira en las cuencas de la farsa/ y en la tierra sin cielo pájaros de metal/ bombardean las raíces de los siglos/ nada se parece a la sombra que vuelve/ en diminutas ironías/ a lavar el rostro de un camino asaltado/ hallazgo en el grito/ queja de horror/ corazón solitario en los barrancos.
Desterrados
Oráculo
III
De luna en luna/ la seda del Cristo deja su mota/ en la punta del iris y reserva al porvenir/ a la palabra que suma y adiciona/. Ley de leyes/ en las esferas del sonido/. Infierno y fábula / la ceniza no vence el lomo de la hormiga/ el intruso ha llegado a la hora de los relojes sin tiempo/cae la corteza y lloran en el bosque las maderas/. Inmóvil yace un gesto/. Salgo del sueño tras una larga noche/ aún en la vigilia su sombra/. Digna soy de su advertencia.
Tejados de hollín surcan los ojos del odio/ el silencio quema el frio de la aldaba/ la vieja puerta roída de cómplices arañas/ azota las horas/. Nada en el recodo calcinado de la muerte/ ni el canto de la niña sin piernas/ o las manos de fuste de una anciana/ bajo el alero de un geranio/ invadido de hierbas y gusanos.
VI Silencio de los campos/ Dios caído/ vientre guloso de tortugas que vuelan/ flores de lagarto en las comisuras / de la herrumbre sobre la tierra sola.
VII Beben en los ríos/ las sombras de los otros muertos/ los que vinieron con su quilla / a rasgar hendiduras de la tierra/ ¡servidores de la muerte! /no vayan/ con sus alas oscuras/ a rosar el canto de la historia/ las manos de los sueños.
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Premios Universitarios de PoesĂa 2018
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Sebastián Santacruz Primer Premio de Poesía Universidad del Rosario Ulises y las sirenas… ¿pero y si el canto de la muerte era para el barco y no para los hombres? Odiseo se hizo amarrar al mástil pero el cuerpo que temía por la muerte no era el de la carne sino el de la madera que se perdería con los restos de otras naves hecho astillas y naufragio para que las sirenas habitaran el vaivén de su morada Y quizá Ulysses sin saberlo hizo al barco humano partícipe de su destino mortal y temerario y sin duda Homero no entendió que la muerte era del bajel sin nombre a través del tiempo objeto de la furia y la lujuria de dioses y sirenas perdida para siempre su historia de remos y de velas olvidadas sus cicatrices de sales y de vientos ¿y si el canto de la muerte…
Él soñaba con peces húmedos empapados por dentro pero afuera todos rodeados de calor Él soñaba y le dolía que los peces tuvieran solo una hora al día de contacto con el agua
así que los lloraba despierto porque decía verlos nadar en su retina Cuando volví de verlo no supe bien qué pensar no era un loco y yo lo sabía pero cómo decirle que los peces habían muerto largo tiempo atrás caminando entre la selva o ahogados en la ciudad «Enterremos el mar hasta secarlo» le dije citando un verso de Maqueira pero no era Diego a quien yo invocaba sino a mí porque mis palabras cargan con toda esa sangre animal pues yo fui parte del régimen, robé la noche a las estrellas sembré corazones al aire libre atestigüé la marca dura del hombre y del mal y al cabo de tanto de tantos años ya me vine a derrumbar frente a unos ojos húmedos que hacen de hogar para los peces de la memoria Estas no son horas en la vida para andar curando enfermos o animar poetas lo hecho hecho está pero la verdad si pudiese volver atrás le diría a toda esa sombra animal que en algún lugar en el futuro existirán unos ojos más profundos que el mar y que el paraíso siempre llega así nos cueste un par de vidas más ULRIKA 63 |
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Germán López Ardila Primer Premio Nacional de Poesía Fundación Pablo Neruda-Universidad del Rosario
Tríptico de la Guerra I – Colombia/La madre Yo no soy nadie, por mí ha corrido toda la sangre y aún correrá Como una fuente de tristezas entre la Plaza del pueblo. Yo soy la víctima sin nombre, sin rostro, sin miembros, Que ni agitándose como bandera al viento Consigue recuperar la palabra que lo identifica. Soy el que se fue para nunca volver, O mejor, el que se fue sin cambiar de lugar. Soy la montaña triste, el valle vacío y la playa de noche, Todos testigos del horror que consume todo. Soy la voz callada del indio que llena las copas de los árboles, Soy la libertad cimarrona que crea a los verdaderos hombres. Soy el escenario paciente de la guerra, Que se arrastra en su carruaje de serpientes Por los ríos, las trochas y las enramadas. Soy el nombre pintado de sangre en tu atlas de geografía. II – La tierra/El pueblo Me preguntan en la Plaza si te he visto, ¡Claro que te visto, pobre hijo de mi vientre, Pobre flor de hambre nacida en el paraíso! Mientras allá en el cielo, se debate la lluvia con el trueno, Y acá en la tierra luchan el zurdo y el diestro, - ¿O el rojo y el azul?, no lo recuerdo-, Tú te escondes entre la maleza, pequeño y hermoso como te hice, Lleno de calor en el pecho y sudor en la frente. Todo lo que tengo es tuyo para que lo tomes, Todo lo que me falta es tuyo para que lo hagas nacer. Hoy, como hace siglos, te han obligado a volver al camino, A buscar donde edificar tu casa de guadua, 60
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La maloka que te prometí cuando naciste. Pero ya verás, cada día que pasa se va extinguiendo este infierno, Y de la sal de tus lágrimas nacerán el maíz más alto y la canción más hermosa. Toda mi tierra es tuya y toda mi carne; Las promesas secretas que te hicieron se van a cumplir, Si se han de cumplir… Cuentas contigo ¿por qué te habrías de preocupar? III - La guerra Nunca he entendido tan bien todas estas cosas, Especialmente por qué la riqueza trae pobreza, Por qué el infierno está lleno de buenas intenciones, Y por qué en la paz se cría la guerra. Pero un día, de un golpe, se anochecen en las caras tantas pequeñas certezas Y las ganas de vivir en este mundo sin una estúpida razón. Todo camina, corre y vuela, Y nadie ni nada se detiene a pensar, Y nadie ni nada se detiene por ti. El mundo es redondo y gira por su propio peso, Y aunque abril sigue siendo abril, La lluvia no es la misma y empapa los corazones de brea negra, Veneno de muerte sin resurrección. Y así comenzaron las guerras, todas bajo banderas hermanas, Se estremeció la tierra negra y la piel de los pueblos, Sin tregua llovieron las armas y volvió la horrible noche. Se construyó un país sobre los campos blancos de huesos. Cómo un castillo de naipes, Cayó con el primer soplo, Aplastándolos a todos, La guerra.
Diego Alberto Preciado xxxi
Concurso Universitario Nacional de Poesía Universidad Externado
I Cuando se me cayeron los dientes de leche dijeron que me había quedado una ventana. Yo sonreí junto a todos los niños del mundo y por la ventana de nuestras sonrisas entró el sol alumbrándonos el alma.
y armamos varios esqueletos. Les pusimos como piel papeles de muchos colores y les pusimos como cola cabuyas de muchos colores. En la tarde los elevamos y como pequeños dioses de devolvimos el vuelo a los pájaros que ahora resucitaban sobre nuestras manos.
II Mi hermana y yo salíamos a cazar las luciérnagas que se esparcían cerca de la casa como migas de pan. Cuando las atrapábamos entre las dos manos abríamos solo un poco para ver con un ojo los latidos de luz del corazón de la noche. Al regresar a casa teníamos las manos vacías pero los ojos brillantes.
III Después de derribar el vuelo de tantos pájaros con nuestras hondas, después de verlos marchitarse sobre nuestras manos, a mis pequeños amigos y a mi nos invadió la culpa y la compasión.
IV Era la fiesta navideña de los globos de papel flotantes y mi madre y yo hicimos el nuestro. Lo forramos con papel de arroz y lo tripulamos con una pequeña vela. Nuestro globo subió al cielo impulsado por su pequeño corazón de fuego y derramando algunas lágrimas de despedida se perdió entre las estrellas. Algunas veces, cuando puedo ver el cielo florecido de estrellas me pregunto cuál de todas será la que plantamos una noche mi madre y yo.
Cierta mañana tomamos pequeñas varas de guadua caída junto al río ULRIKA 63 |
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Índice de autores ROCÍO ÁGREDA PIÉROLA
TAMYM MAULÉN
(Cochabamba, Bolivia, 1981) Estudió Filosofía y Letras. Publicó Detritus (2017). Participó en los proyectos editoriales independientes Género aburrido (2011) y Lenguanegra (2013). Es parte de las antologías de poesía Tea Party (Chile), Ulupica. Trece poetas bolivianos actuales (Chile), Enero en la Palabra (Cuzco, Perú). Se han publicado muestras poéticas de su trabajo en revistas digitales.
(Santiago de Chile, 1985)
Licenciado en Filosofía de la Universidad de Chile. Cursó estudios de Letras en Argentina. Ha publicado los libros de poesía paf (2011); shhhh (2010); Chiqui chiqui chá (2018). Fundador del sello editorial PorNos, es creador y director del lea: Laboratorio de Escritura de las Américas, proyecto internacional de escritura colectiva.
NIALL BINNS
NICANOR PARRA
(Londres, Inglaterra, 1965) Poeta residente en España, se licenció en Filología Clásica en la Universidad de Oxford. Es magíster en Letras Hispánicas (Chile, 1993) y Doctor en Filología Hispánica (1997) por la Universidad Complutense de Madrid, donde hoy es profesor. Libros de poesía (entre otros): 5 love songs (1999), Tratado sobre los buitres (2002-2011), Canciones bajo el muérdago (2003), Oficio de carroñero (2007) y Salido de madre. Antología poética (2010). Realizó la edición de Páginas en blanco, antología de Nicanor Parra (Salamanca, 2001); fue coeditor de los dos tomos de Obras completas & algo + (2006, 2011) y editor de La antología de Nicanor Parra según Niall Binns.
(Chile, 1914-1918)
RICARDO CASTILLO
RODOLFO RAMÍREZ SOTO
(Guadalajara, México, 1954)
Fue un hombre polifacético que se dedicó a la poesía, las matemáticas y la física con similar éxito y reconocimiento. Hombre de números y letras, triunfó simultáneamente en dos mundos que se creen opuestos. Fue candidato al Premio Nobel de Literatura y entre los principales reconocimientos recibió, además de muchos otros, el Premio Cervantes en 2011, además de recibir el doctorano honoris causa de las universidades de Brown, de Concepción y de Bío-Bío. Entre sus libros más conocidos se cuentan Poemas y antipoemas, Versos de salón, Obra Gruesa y Ecopoemas.
(Bogotá, Colombia, 1973)
Su primer libro fue publicado en 1976, y más tarde sería publicado por el fce en la colección Letras mexicanas. Trabaja en el Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de Guadalajara. Ha publicado los libros de poesía Concierto en vivo en Morelia (1981); Como agua al regresar (1982); Ciempiés tan ciego y Nicolás el camaleón (1989).
Autor del poemario Tintasangre (2003). Director del Taller de Poesía Ciudad de Bogotá Los Impresentables, adscrito a la Red Nacional de Escritura Creativa, Relata, del Ministerio de Cultura de Colombia. Textos, reseñas y artículos suyos han sido publicados en revistas como Golpe de Dados, Ulrika, Revista Casa de Poesía Silva y Puesto de Combate.
SANDY JUHASZ
GINA SARACENI
(Caracas, Venezuela 1962)
Actriz, modelo, poeta, guionista, productora de radio y televisión. Estudió Letras en la Universidad Católica Andrés Bello y adelantó estudios de Marketing en École Marcel Proust y de Internet Publishing and Multimedia Program. Ha publicado: Venezuela desde un azul intenso (1994), 102 Poetas Jamming (2014) y La corteza no basta (2016).
FERNANDO LINERO MONTES (Santa Marta, 1957)
Poeta y músico. Estudió Filosofía y Letras y Dirección Músical. Ha publicado los libros de poesía: Sonata del sonámbulo (1980), La risa del saxo (1985), Guijarros (1990), Aparte de amor (1993), Palabras para el hombre (1998), Lecciones de fagot (2004), Experto en tachaduras (2010) y Cuaderno de insectos y otros poemas (2011).
(Caracas, Venezuela, 1966)
Licenciada en Letras Modernas por la Universidad de Bologna-Italia, Magíster en Literatura Latinoamericana y doctora en Letras por la Universidad Simón Bolívar. En poesía ha publicado Entre objetos respirando (1998); Salobre (1998) y Deriva (2000). Es investigadora, crítica literaria, traductora y poeta.
GABRIELA VARGAS AGUIRRE (Guayaquil, Ecuador, 1984)
Fue ganadora de los Fondos Concursables del Ministerio de Cultura y Patrimonio 2016-2017 con los que publicó su poemario La Ruta de la Ceniza. Ha sido publicada en las Memorias del Festival Internacional Desembarco Poético (2012, 2013, 2014); Bandada: actualidad de la poesía ecuatoriana (2014); Mujeres que hablan (2015); Antología del Tea Party (2016).
Y el grande, oscuro piano, llenaba de ángeles de música toda la vieja casa. AURELIO ARTURO
Casa de Citas, la casa de la poesía 25 AÑOS
M ÚSICA
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P OESÍA
1992 - 6 de agosto - 2017
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C AFÉ
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A RTE
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R ESTAURANTE
Carrera 3ra #12B-35, La Candelaria, Bogotá – 286 6944 – 315 212 5733 casadecitasrestaurante@gmail.com – www.casadecitas.co
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Maestría en
Escrituras Creativas Código SNIES 52746
Poesía. Narrativa (Novela o cuento). Dramaturgia. Guión cinematográfico La Maestría tiene como objetivo fundamental la formación de profesionales capaces de producir su primera obra. Información www.facartes.unal.edu.co E-mail: Maescrea_farbog@unal.edu.co Teléfono: 3165000 ext. 10807 / 10808
Facultad de artes Maetría en Escrituras Creativas Sede Bogotá 66
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